Capítulo 4.

El pony despertó. Lo habíamos mantenido aislado en una carpa vacía esposado a la única silla dentro; dos guardias cuidaban la entrada y otro más vigilaba desde dentro. Me dieron el aviso inmediatamente. Entré junto a un par de guardias más, por seguridad, y trajimos con nosotros una mesa plegable para poder poner algunos expedientes. Le dimos un poco de agua y le ofrecimos algo de comer, pero no aceptó lo último, solo bebió. Debía estar con una sed extrema, pues luego de ocho vasos aún pidió por más. Se veía peor que la vez anterior que estuvimos cara a cara. Gran parte de su crin se había caído, solo quedaban unos raquíticos mechones u su cuerpo estaba cubierto por cardenales y costras sucias de heridas y cortes; tenía una actitud inquieta, esperaba ver algún rastro de rencor en su rostro, pero no pareció haberme reconocido siquiera.

-Sr. Oatmeal, tiene un expediente interesante –dije con sospecha.

-¿Se refiere a mí? –dijo torpemente arrastrando las palabras. Su respuesta me sorprendió. Ese era claramente su nombre y era el mismo pony que tenía en la foto conmigo, cómo es que no reconocía su propio nombre.

-Claro que me refiero a usted –dije con severidad, bien podía ser una táctica para distraernos-. ¿O es que acaso va a fingir demencia? Toda la aldea lo reconoce, no intente pasarse de listo con nosotros.

-Lo siento, he estado olvidando cosas últimamente –hizo una mueca y se sujetó la cabeza con un casco, como si esta le doliera con intensidad, pero creí que todo era parte de su juego.

-Volvamos al principio, ¿quiere? Es usted Oatmeal…

-Sí… –dijo con un quejido. Tal parecía que aceptó que sus tretas no funcionarían con nosotros.

-Bien, pues tiene algunos antecedentes cuanto menos interesantes. Es nativo de Vanhoover, pero su familia se mudó a Cirrostrata cuando tenía tres años. ¿Sabe el motivo?

-No lo recuerdo… -dijo aun quejándose.

-Déjeme refrescarle la memoria. Sus padres se mudaron a Cirrostrata cuando se vieron envueltos en una investigación por la desaparición de un par de potrancas. No tenían coartada, pero tampoco se pudo comprobar nada. Le suena familiar.

El pony agitó su cabeza en un intento por aliviar el dolor o recordar algo.

-No… -yo seguía viéndolo con sospecha, estaba convencida que había algo que intentaba ocultar.

-Cuando estuvo en escuela básica, su padre se vio envuelto en un altercado con otro pony, tuvo que ser llevado a la clínica local y perdió un ojo a raíz de ello. Los testigos afirman que tan solo lo hizo porque, y cito: "lo miró feo". -Tiene cinco hermanos. Uno de ellos falleció por las heridas causadas por una pelea y dos de ellos tienen antecedentes de violencia. Su cuarto hermano está limpio y se mudó a Canterine poco después de la muerte de su hermano, al igual que usted. Pero, a diferencia de él, usted ahora presenta numerosos reportes de agresión tan solo en las últimas semanas.

-Es mentira, no he lastimado a nadie. No he salido de casa –aseguró con cierto desconcierto.

-Lamento decirle que no le creo. Solo hace apenas unos días lo vi atacando a una pony que tan solo intentaba vender sus vegetales, solo porque le vendió una zanahoria menos.

-¿Celery…? Es imposible, mi hermano hizo las compras hace un par de días y jamás la he visto a usted.

-Sr. Oatmeal, su hermano ha estado desaparecido desde hace un mes –le dije igual severamente, no podía creer que lo que decía fuera en serio.

-No… Eso no es cierto… Él fue a la aldea a repartir el correo esta mañana… ¡Está mintiendo! –Dijo alzando abruptamente la voz y frunciendo el ceño.

-Hace un mes, su hermano fue a Cirrostrata y nunca regresó, poco después de que ponies comenzaran a desaparecer –le contradije.

-¡Mentira! –dijo furioso.

-Entiendo que esté pasando por un mal momento, pero debe comprender la posición en que esto lo pone. Una familia con antecedentes sospechosos; ponies desapareciendo en el pueblo que viven y la desaparición de su hermano. No sé usted, pero no son buenos indicios. ¿Qué sucedió, su familia extrañaba sus viejas andanzas o la vida dentro de una pequeña aldea se tornó aburrida?

-Eso no es cierto…

-El que su hermano fuera cartero fue muy conveniente para ambos. Si no querían estar cerca de su familia, por qué irse tan solo unos pasos a la aldea de al lado, cuando tenían muchas otras opciones más lejos. ¿Desde hace cuánto que se comunican con sus padres?

-Yo no…

-Ya déjese de mentiras. Encontramos muchas cartas de ellos en su casa, lo cual demuestra que sí se comunicaban. ¿Qué tanto hablaban? ¿Qué era lo que le decían? Más le vale que diga todo lo que sabe, de lo contrario será responsable por la desaparición y muerte de todos esos ponies, incluido el escuadrón de guardias que vino antes de nosotros.

-¡Cierra la boca! –bramó furioso levantándose de la silla con fuerza, lanzando la mesa violentamente hacia a mí y, liberando uno de sus cascos quien sabe cómo, me golpeó con un fuerte puñetazo en el rostro.

Inmediatamente los guardias se apresuraron a someterlo nuevamente, y ninguno se midió en cuanto a fuerza para hacerlo y aun así les costó trabajo; mientras, otro me daba apoyo para levantarme, algo aturdida, luego de semejante golpe. No era la primera vez que un sospechoso me golpeaba, pero sí el más fuerte que me habían dado hasta el momento. Extrañamente, ese pony no parecía poseer la condición física para hacerlo. Cuando logré sentarme nuevamente, sentí algo duro dentro de mi boca, al escupirlo, entre la saliva y la sangre, resaltaba un brillo blanquecino perlado. Ese cretino me había tirado un diente.

Tras un quejido y levantarme, sintiéndome un poco mirada, me giré hacia los guardias, quienes ya tenían al pony contra el suelo, apenas dejándole respirar lo suficiente para que no perdiera el conocimiento.

-Espósenlo de nuevo y sáquenle toda la información que puedan; no me importa cómo, pero háganlo –ordené pensando más visceralmente debido a mi enojo en ese momento. Entonces seguí mi camino fuera de la carpa junto con otro de los guardias-. Traigan a la Dra. Sharp –le indiqué a los ponies que estaban cerca.

Salí de la carpa mientras los demás guardias intentaban controlar al sujeto además de desquitarse un poco con él –cosa que no me importó en lo absoluto en el momento-. Por su parte, el sospechoso gritaba y amenazaba a los guardias sobre tonterías de las luces, los insectos y los rostros en la nuca de los ponies, nada tenía sentido, pero estaba cien por ciento convencida que éste pony tenía responsabilidad con el caso. Me llevaron a la carpa médica, dónde la doctora Sharp me ayudó con lo que pudo, puesto que no era su área de trabajo a la que acostumbra –la mayoría de sus pacientes ya no respira, pero no teníamos a otro médico con nosotros- y, aunque yo estaba algo reacia, me reimplantó el diente en su lugar nuevamente- debo decir que es algo sumamente doloroso-. me puso algunos ungüentos olorosos en el rostro y lavó suturó la herida que su casco me había provocado en el rostro.

Estaba demasiado alterada para volver a hablar con ese pony, quien probablemente estaría tan alterado como yo, sino es que trastornado, por lo que decidí concentrarme en otra cosa y dejar el interrogatorio para otra ocasión, cuando estuviera más tranquila, el pony no iría a ningún lado. Utilizando toda la información recabada, comenzamos a seguir los pasos de todos los involucrados y comenzamos a recrear los sucesos; marcamos algunos lugares de importancia, entre ellos el lugar en que el guardia que logró volver cayó muerto.

-Sabemos cómo sucedió todo, pero eso no nos ayuda a vincular al sospechoso. Spear y todo el escuadrón estaban en Cirrostrata cuando fueron atacados y el sospechoso estaba aquí en Canterine, según testimonios… -dijo el Capitan, con quien estaba investigando la zona en busca de más pistas.

Dejé salir un suspiro algo pensativo. Estaba quemándome las neuronas tratando de encontrar una respuesta lógica y el dolor que sentía en el lado izquierdo de mi rostro, gracias al golpe que me había propinado el sospechoso, no ayudaba –los analgésicos funcionaban, pero no hacen milagros, algo más fuerte me dejaría inhabilitada para trabajar e inútil en la investigación.

-Lo se… Y temo que no encontraremos respuesta hasta llegar a la raíz del asunto –dije consternada.

-Acaso está pensando en… -dijo leyéndome el pensamiento.

-Debemos derribar el bloqueo e ir a investigar a Cirrostrata –asentí, volteando mi vista en dirección a donde se encontraba dicho bloqueo-. No quería arriesgar a los ponies, pero no veo más solución; debemos saber que pasó exactamente en ese lugar. Si el culpable sigue ahí, lo capturaremos –añadí-. Comience a movilizar a la tropa y empiecen a quitar todo los troncos y basura. Preparé a un escuadrón y ármelos con todo lo que tengan, tienen permiso para usar fuerza letal de ser necesario; esta vez nada nos pillará por sorpresa –dije con seriedad, intentando mostrar resolución, aunque en mi interior temblaba de miedo.

El guardia me observó con la misma expresión plana de siempre, pero le fue imposible ocultar su nerviosismo en su mirada, y asintió. Ambos sabíamos que nos estábamos metiendo a la boca del lobo.

Sin embargo, no pudimos ni dar la orden a la tropa. Un escándalo comenzó a escucharse por el campamento. Muchos gritos, alboroto y confusión por todas partes. No podía ser bueno. Corrimos hacia el campamento con mucha premura, consternados y algo temerosos de lo que pudo haber ocurrido. Llegando al campamento, nos topamos con uno el Primer Oficial dando órdenes y todos los guardias moviéndose apresuradamente.

-¿Qué sucede? –preguntó el Capitán con vos potente, más pareciendo a un regaño que una pregunta.

-Escapó… -respondió agitado.

-¿Qué quiere decir con que escapo, Primer Oficial? Se supone que estarían vigilándolo en todo momento; estaba esposado –bramó el Capitán.

-Así era, escuchamos algo de ruido y el sospechoso atravesó corriendo el campamento hacia la aldea –explicó el Primer Oficial.

-¿Y qué están haciendo todos aquí perdiendo el tiempo? Vayan a capturarlo –ordenó el Capitán furioso.