A veces es difícil controlar nuestros deseos, muchas veces aparecen sin advertencia y nos obligan a actuar ignorando la razón. Esto mismo le sucedió a Micro Chips quien, con suma rapidez, limpiaba toda evidencia de su pecado. Al igual que Sunny, el beso provocó una chispa, con la diferencia que se extendió hasta formar un incendio. Micro pudo apagar las lujuriosas llamas de la pasión tras media hora de intenso bombeo. Por suerte, su hermanastra no necesitó en ningún momento el baño o hubiera sido el fin de nuestro pervertido muchacho.

Tras echar aromatizante, abandonó el recién esterilizado baño. Deseoso de descansar del alborotado día, pero su mente tenía otros planes para él:

¡No te saldrás con la tuya! —gritó Micro Chips en su sueño, blandiendo una espada.

Mane-Iac rió mientras sostenía a Lemon Zest encima del precipicio.

Las debiluchas Power Ponies no fueron capaces de derrotarme y tú tampoco lo serás si estás ocupado rescatando a tu noviecita —dijo riendo otra vez.

Soltó a la muchacha hacia una muerte segura.

Pues déjame decirte que...

La espada y cuerpo de Micro comenzaron a brillar, a la vez que sonaba power metal de fondo.

Nunca subestimes...

El volumen va aumentando más y más.

El poder...

Comenzó a flotar

¡Del Microprocesador!

En un destello morado, Micro voló hacia Lemon, quien estaba a centímetros de caer sobre unas filosas estalagmitas. La logró rescatar en los últimos segundos con solo unos rasguños en su ropa.

¿Y Mane-Iac? —preguntó abrazando a su salvador.

Tranquila, para eso existe el multihilo.

Ambos miraron a Mane-iac luchar fervientemente contra la espada. Micro había lanzado su arma hacia la villana cuando estalló por los aires, distrayéndola lo suficiente para escapar con su amada.

Volaron por los cielos, atravesaron las nubes y realizaron intrépidas acrobacias en el aire, hasta llegar a un cúmulo de nubes rosadas.

Después de usted —dijo Micro invitándole a saltar.

Con algo de miedo, saltó hacia la nube y rebotó como si se tratara de un trampolín.

¡Son como un colchón!

Y también saben a algodón de azúcar —comentó, luego, le ofreció un esponjoso pedazo.

Dejó de saltar y comió el pedazo de nube, deleitándose con su sabor.

Muchas gracias por salvarme —mencionó la peliverde algo nerviosa—. no sé cómo agradecerte.

Tú sabes cómo —respondió con tono lujurioso.

Micro se acercó lentamente hasta saborear los suaves labios de su amada. Ella no se resistió y condimentó el beso con deliciosas caricias en la cabeza. La muestra de amor fue tan larga que el sol cayó, dando paso al firmamento. El muchacho separó lentamente los labios, maravillándose con el hermoso rostro de Sunny gracias al fulgor de la luna.

Espera… ¿¡El rostro de Sunny!?

Estaba en la mejor parte de su sueño, cuando unos fuertes golpeteos lo despertaron.

—Ya levántate, que vamos a desayunar —dijo Sunny al otro lado.

Con desgana se levantó y fue hacia el comedor, no sin antes pasar al baño para calmar las hormonas. Esta vez, el agua fría sí pudo eliminar todo impulso de lujuria. Al sentarse en la mesa notó que toda su familia vestía con ropa deportiva.

—¿Sabes qué día es hoy? —preguntó Sunbed sirviendo unas tostadas.

—¿Domingo?

—No tontito, hoy vamos a recorrer la montaña —dijo Sunbed, soltando risitas ante la perpléjica cara de Micro.

Tras desayunar, Laurel extendió un plano sobre la mesa y llamó la atención de toda la familia.

—Esto es lo que vamos a hacer —dijo con tono militar—. A las novecientas horas saldremos de la casa para llegar a los pies de la colina, caminaremos cuatro clips para llegar al primer mirador, donde descansaremos veinte minutos. Luego cambiaremos el rumbo girando setenta y cinco grados y...

Para este momento Chips dejó de prestar atención, las indicaciones de Laurel sonaban tan aburridas como las clases de biología. Notó en Sunny el mismo sentimiento. Ella rodó los ojos y apuntó a Laurel, para después imitarlo con las manos. Micro no pudo aguantar las risas, sin quererlo interrumpió a Laurel.

—¿Algo que decir cadete Chips? —preguntó con tono severo.

—No, nada.

—Bien, pues tú serás quien nos guíe —dijo enrollando el mapa y entregándolo a su hijo—, te recuerdo que volveremos por la ruta militar si nos equivocamos de camino.

Esas palabras hicieron estremecer al muchacho.

Sunny se le acercó para preguntar en tono bajo:

—¿Qué significa la ruta militar?.

—Caminar en línea recta, atravesando todos los obstáculos del camino.

Dicho esto, subió a su habitación, preparándose para el infierno de las próximas horas. Sí, con infierno, nos referimos al ejercicio físico.

Tras cuatro horas de caminata, la familia se detuvo para almorzar en uno de los maravillosos miradores de la colina. Los árboles rebosaban de follaje y los pájaros surcaban los cielos maravillando a todo el mundo con su esplendor. El único sin disfrutar del espectáculo era Micro Chips, pues dormía plácidamente bajo la sombra de un frondoso árbol.

—Deberíamos despertarlo —comentó Sunbed sirviendo los emparedados.

—Tienes razón —apoyó Laurel—. Sunny, ve y despiertalo.

—Nah, mejor lo dejamos ahí —dijo y de inmediato recibió una mirada molesta por parte de ambos padres. —Es broma, es broma —se disculpó antes de ir a donde el muchacho.

Cuando estuvo cerca, notó una tarántula acurrucada en sus brazos.

«Mierda, mejor se la quitó antes de que despierte y pegue un grito a los cielos»

Con una rama cercana, empujó a la araña para alejarla, pero hizo lo contrario y se acurrucó más en los brazos de Micro. Siguió intentándolo hasta que pinchó a Chips en el pecho. El despertó dolido, vio como Sunny escondía torpemente la vara en su espalda. Estaba a punto de reclamarle cuando sintió un cosquilleo y vió a la araña aún acurrucada entre sus brazos.

—Existen otras formas de alejarla sin hacerle daño —dijo acariciando su lomo.

El actuar de Micro sorprendió a Sunny, quien la miraba perpleja.

—Mejor te explico —dijo aclarando la voz—. Hace tiempo hubo una invasión de arañas en la escuela. No sabíamos cómo controlarlas, hasta que Flutter Shy intervino y nos enseñó a librarnos de las arañas sin causarles daño. También aprendimos otros trucos, como utilizarlas para repeler insectos. Por eso dormía con una tarántula entre mis brazos —dicho esto liberó a la araña.

Sunny continuó perpleja a pesar de la aclaración, pero prefirió no preguntar nada. Lo último que necesitaba era escuchar sobre insectos durante el almuerzo.

Tras comer, la familia continuó explorando a pesar de los quejidos del muchacho. No fue hasta el atardecer cuando regresaron a casa y Micro al fin pudo estirarse en su cama.

A la mañana siguiente, Micro bajó al comedor con claros síntomas de catarro. Tenía los ojos enrojecidos y los mocos le colgaban de su nariz, sin contar los constantes estornudos que daba en el camino.

—Te lo dije —dijo Laurel molesto—. Debiste taparte cuando te lo advertí.

—No seas tan duro con él —intervino Sunbed sirviéndole un poco de café—. Todos nos resfriamos de vez en cuando, así que descansa Micro y no te preocupes por tus quehaceres, Sunny los hará cuando llegue.

—¿¡Qué!? —exclamó la nombrada.

El joven asintió antes de subir a su cuarto. Esperó a que todos se fueran para bajar otra vez a la cocina. «Mi plan funcionó» se dijo con una sonrisa y sacó una soda de la nevera. Nunca estuvo tan enfermo, solo exageró los síntomas para no asistir a clases. Ahora, sin ninguna distracción, pudo pasar todo el día jugando videojuegos.

El muchacho no salió de su cuarto hasta que su estómago le exigió almorzar. Calentó unos fideos con algo de salsa restante del fin de semana y le agregó queso para darle más sabor. Mientras preparaba su almuerzo, Sunny llegó a la morada.

—Hola —dijo Chips desde la cocina—. ¿Cómo estuvo tu día?

—¡Mal! —expresó ella—. ¡Por tu puta culpa me fue mal!

—¿Mi culpa? —preguntó confundido.

—¡Si! —gritó otra vez mostrando un examen.

Micro tomó la hoja y la observó. Los resultados parecían correctos a excepción de un detalle.

—No es mi culpa que tu profesor no aceptara radianes.

—¡Si lo es! —volvió a levantar la voz—. ¡Por tu estupidez tendré clases de verano!

—Espera, ¿Mi estupidez? Fuiste tú quien utilizó los radianes.

—¡Y tú me lo enseñaste!

—¡Yo te enseñe la equivalencia trigonométrica, no a calcular ángulos y esas mierdas! —respondió molesto.

Los hermanastros comenzaron a discutir elevando cada vez más el tono y la agresividad de los insultos.

—¡Perdedor! —gritó Sunny tras media hora discutiendo.

—¡Cretina! —respondió él.

—¡Retrasado social!

—¡Cabeza hueca!

—¡Subnormal!

—¡Obesa!

—¡Malparido!

—¡Puta! —gritó Chips ultrajando el orgullo de Sunny.

Ella nunca permitió que le faltaran el respeto, ni que salieran impunes de tal transgresión y esta vez no será la excepción. Pero, en vez de romperle la cara, decidió hacer algo peor. Dejándose llevar por la ira y con claras intenciones de ocasionar el mayor daño posible, gritó con todas sus fuerzas:

—¡Mata madres!

Un silencio se formó entre ambos estudiantes. Micro intentó responder, pero se quedó sin palabras. Las llamas de la ira fueron apagadas por la tristeza que se extendió hasta rebasar los ojos y caer por las mejillas.

En ese momento Sunny se dió cuenta del peso de sus palabras. Intentó disculparse, pero era demasiado tarde. Apreció en primera fila como desmoronaba la moral del muchacho, quien subió a su cama dejando un rastro de lágrimas en el camino.

—Bien hecho Sunny, muy bien hecho —se reprochó a sí misma—, primero peleas con tus amigas y ahora con tu hermano.


Un gran agradecimiento para Stellar Wools y Un Simple Escritor por asesorarme con este fanfic. Sin ellos, mi historia nunca hubiera mejorado.