Otro sábado, otro día donde Chips no va a clases y otra oportunidad para coquetear con Lemon. Originalmente planeaba juntarse con sus amigos de Canterlot High para terminar el proyecto de ciencias, pero gracias la repentina intervención de Velvet, llevará a su pareja al cine, acto que esperó desde la primera cita.
Mientras esperaban el inicio de la película, la muchacha se quejó del profesor Discord. Los torturaba en todas las clases, obligándolos a resolver ejercicios mal expresados o sin ninguna solución.
—En serio, ¿por qué la directora Candace no lo despide? —dijo Lemon sentaba en la butaca—. Qué importa que sea uno de los profesores más antiguos de la escuela, es imposible aprender en sus clases y se divierte con nuestro sufrimiento.
Micro consoló a la muchacha con torpes caricias ofrecidas con su cabeza, al igual que un gato. A Lemon le pareció tanto encantador como estúpido el gesto. Él podía dejar las palomitas al lado y reconfortarla como es debido.
«¿Será que su amiguito ya se encuentra levantado?» pensó, mirando hacia abajo. Encontró a Timmy ya levantado y escondido torpemente tras las bebidas.
Lemon rodó los ojos antes de preguntar:
—¿Y cómo ha estado tu semana?
—No tan movida como la tuya —Contestó Micro, después, se puso derecho en el asiento—. Pero sí sucedieron algunas cosas interesantes.
Con esas palabras, Micro relató todo lo sucedido en la semana. Desde la formación aleatoria de los grupos de trabajo, la apuesta de la fiesta, hasta la tediosa jornada que pasó trabajando con Trixie.
—¿Y no ayudó en nada? —preguntó incrédula.
—En nada —afirmó—. Trixie pasó toda la tarde comiendo bocadillos y jugando con los lápices sin aportar nada al trabajo.
La conversación se vio interrumpida cuando las luces de la sala se apaciguaron y los 20 minutos de comerciales llegaron a su fin. La pantalla se oscureció y una olvidadiza banda sonora dió comienzo a la razón por la cual un centenar de jóvenes desembolsaron 15 dólares por una entrada de cine. Los llamativos colores y los energéticos efectos de sonido daban el ambiente perfecto para que los jóvenes "conocieran" a su pareja en un recinto más o menos privado.
Tras ver la introducción, los varones cortejaban a su pareja en la sala de cine. Los más osados expresaban su amor sin importar quienes estaban a su lado. Los más sensatos acomodaban su brazo sobre el hombro de su pareja o le servían un poco de palomitas en la boca. Y el más tímido de todos, justo al lado de Lemon, miraba a todos lados sin dejar de juguetear con sus manos.
«¿Debo abrazarla? —se preguntaba—. No, todavía no, es muy temprano para llegar a segunda base. Mejor le ofrezco una bebida... ¿pero cuál de las dos? Una de ellas estuvo sobre Timmy. Se dará cuenta cuando se la ofrezca y nunca más me hablará»
Por alguna extraña razón, Micro perdió toda su confianza cuando se apagaron las luces, y los ruidosos besuqueos de los demás no hicieron más que aumentar su nerviosismo.
—Vamos, relájate un poco —comentó Lemon cuando notó la contraída actitud de Micro—, ni que mis padres estuvieran al lado.
Inmediatamente buscó por todos lados a los progenitores de su pareja. De Lemon brotaron unas risas que debilitaron la baja confianza del muchacho.
La película avanzó y los varones también lo hicieron con sus damas, a excepción de uno. Lo que al principio le pareció un adorable gesto de inocencia se transformó en una molestia. Lemon decidió tomar la iniciativa dando un pequeño empujoncito a la cita.
—Ufff, sí que hace calor —dijo, desabrochándose los primeros botones de la camisa.
—Un poco —respondió ignorando completamente el gesto coqueto.
«¡Pero no te quedes quieto!, te está coqueteando», le dijo su conciencia.
«Claro que no —se respondió—, se desabrochó la camisa porque tenía calor, ella misma lo dijo. Si miro o me atrevo a tocar, se enojará y nunca más me hablará»
Mientras tanto, Lemon se aburría de esperar alguna respuesta de su cita. Para su suerte, Royal Pin estaba disponible para chatear.
El brillo de la pantalla llamó la atención a Micro. Se llenó de pánico cuando notó cómo un apuesto estudiante cortejaba a su dama.
«Oh diablos. ¿¡Ahora qué hago!?»
«Algo»
«Cómo qué»
«¡Algo!»
«¿No tienes una mejor idea?»
«¿Y me preguntas a mí? Tú eres el cerebro, tú debes pensar»
Su mente trabajó lo más rápido posible en búsqueda de la mejor forma de recuperar su atención. La encontró y con un profundo respiro ejecutó el clásico cliché de todas las citas. Funcionó, pues Lemon dejó de mirar el teléfono cuando Micro apoyó su brazo sobre la dama.
«Bien, ahora que hago»
«…»
«¿Mente, sigues ahí?»
«...»
«Hola»
Su mente dejó de funcionar cuando vio los hermosos ojos de Lemon marinados por la luz tenue de la pantalla. Ambos se miraron por un rato hasta que fue carcomido por los nervios y retiró el brazo posado sobre Lemon. Ella volvió a su teléfono como si nada hubiera pasado.
Micro se estiró sobre su butaca rindiéndose ante su inseguridad. Pasó el resto de la película disfrutando del filme en vez de su pareja. Aparecieron los créditos y las luces se prendieron dando por finalizada la película.
—Será mejor que nos vayamos —dijo ella saliendo del lugar sin esperar a Micro.
El señorito siguió a Lemon hasta el paradero e intentó iniciar una nueva conversación, pero las cortantes respuestas de la muchacha le dieron a entender que estaba molesta. No pasó mucho tiempo hasta que consiguió subirse a un taxi y se fue sin despedirse. Él no se molestó, tenía claro que la cita había sido un desastre. Mientras veía al taxi desaparecer, un pensamiento cruzó por su cabeza.
«La he cagado».
Un gran agradecimiento para Stellar Wools y Un Simple Escritor por asesorarme con este fanfic. Sin ellos, mi historia nunca hubiera mejorado.
