¿Un restaurante? — preguntó incrédula Lemon Zest.

Cuando Micro dijo que la llevaría a comer al mejor local de la ciudad, pensó en una heladería o algún puesto de tacos.

—Así es —afirmó mientras sostenía la puerta—. La película se emitirá más tarde y creí que sería una buena oportunidad para conocernos mejor.

Lemon levantó una ceja. Decidió no darle vuelta al asunto y se dejó llevar por la cortesía del muchacho.

[Consejo N°1: Los clichés de caballero nunca están de más.]

El restaurante elegido por Micro no fue casualidad. Mientras planeaba la cita, buscó algún local donde sirvieran los mejores helados y pudiera llevar a Lemon de forma casual. Tras una rápida consulta a sus amigos -si se puede considerar amigos a los amigos de Sandalwood- pudo encontrar el lugar más adecuado para llevarla.

Al sentarse una mesera se acercó. Entregó los menús y sacó su libreta, lista para anotar los pedidos. Lemon se decantó por unos simples macarrones con salsa Alfredo, mientras Chips optó por un quiche con doble ración de queso.

El almuerzo transcurrió de maravilla, con ambos robándose la comida a cada rato. Luchaban con los tenedores para evitar que el otro robara de su plato, a la vez que sustraían porciones. Varios comensales miraban la adorable escena entre los jovenzuelos, soltaban algún que otro "awww" con cada victoria de la dama.

[Consejo N°2: Siempre es buen momento para tontear.]

En cierto momento se aburrieron de luchar, pero no de jugar con la comida. Tras perder en piedra, papel o tijeras, Lemon abrió la boca y se tapó los ojos.

—¿Qué es?—preguntó Micro al retirar el tenedor.

—Espinaca —comentó tras darle unas mordidas.

—Nop.

Masticó un poco más en un intento de descifrar su sabor — Lechuga.

—Tampoco, pero estabas cerca con tu primera respuesta.

—Entonces debe ser albahaca.

—Adivinaste —dijo dándole la señal a Lemon para que abriera sus ojos.

Jugaron a las adivinanzas hasta acabar la ensalada, siendo Lemon la ganadora por una diferencia muy pequeña.

[Consejo N°3: Deja a tu dama ganar, ¡Pero que no lo parezca!]

Al rato volvió la mesera con los postres sobre la bandeja. Le sirvió uno a cada uno y se retiró de la mesa. Lemon quedó fascinada con la primera cucharada. Los ojos le brillaron cuando sintió el intenso sabor de las fresas marinadas al ron, junto a un toque de canela y jengibre.

«Esto lo hizo un profesional» pensó mirando el mostrador.

Tras la caja registradora se encontraba la mesera, quien conversaba con el chef. El cocinero se dió cuenta que la joven lo observaba y con el puro gesto de asentir dijo:

«Sí, yo hice el postre».

[N°4: Sobornar al cocinero nunca está de más.]

Lemon charlaba sobre bandas y artistas musicales mientras disfrutaba de su postre. A Micro no le interesaba el pop, pero insistió en el tema solo para contentarla. Pagaron la cuenta y dieron un paseo por el parque. Al cabo de unos minutos, Lemon se aburrió de escuchar sobre las partidas más emocionantes de la ESL. El se dió cuenta y jugó su as bajo la manga.

[Consejo N°5: Mantén la charla interesante, no solo para tí.]

—Escuché que la Cristal Prep está formando un equipo de bolos. —Lemon levantó la ceja—. Esta bien, Sunny me lo contó.

Micro escuchó a Lemon relatar sobre lo difícil que era ingresar al club. Con esa conversación, se dió cuenta de que el espíritu competitivo seguía presente en todos los estudiantes de la Cristal Prep. La charla se extendió hasta llegar al centro comercial, donde compraron unos helados y debatieron sobre cuál era el mejor sabor y su equivalente del restaurante.

—¿Qué película veremos? —preguntó Lemon al terminar su tercer helado del día.

—Adivina —respondió con una sonrisa juguetona.

[Consejo N°6: Sé interesante.]

Lemon devolvió la mueca, se puso de pie y colocó las manos alrededor de la cabeza de Chips, meneando los dedos como si tratara con una esfera de cristal.

—Es una de acción, no, es de romance, tampoco, es un thriller, si es un thriller. La película se basa en un libro, no, en muchos libros. La trama no es original, pero la escenografía ha llamado la atención de los críticos, y la película es... Daring Doo y el diamante perdido.

—Así es —afirmó al mostrar las entradas.

—Esas no son —corrigió al ver el cobro del helado.

Soltó una risita antes de rebuscar en sus bolsillos. Sacó un papel equivocado y luego otro, y luego otro. Vacío los bolsillos dejando caer más boletas sobre la mesa. Cada vez se ponía más nervioso al no encontrar las entradas.

Lemon no se quedó quieta y le ayudó a revisar los papeles esparcidos sobre la mesa. Arrugado junto a unos volantes se encontraba la entrada de la última cita. Hubiera pasado desapercibido si no fuera por las distintas anotaciones que tenía en los bordes.

—Muestra confianza, mantén el contacto visual... —recitó por lo bajo.

Cuando comprendió el verdadero papel de la entrada, llamó la atención de Micro, quien buscó cualquier excusa para escapar. Por desgracia, ella se había percatado de sus intenciones, interponiéndose en la salida.

Chips dió un suspiro antes de sentarse en la mesa y explicar como casi media escuela le había terminar de relatar, desvió la mirada en espera de cualquier castigo de su amada. Cerró los ojos cuando sintió una mano sobre su hombro. Tensó los músculos de puro nerviosismo y esperó la bofetada que terminaría con la cita y cualquier otra oportunidad con Lemon.

[Consejo N°7: Admite tus errores y espera sus consecuencias.]

—Bien hecho —susurró antes de agarrarlo por la nuca y darle un sorpresivo beso.

El muchacho abrió los ojos como platos por la repentina caricia. Su respiración se detuvo por unos instantes, antes de relajar los músculos y dejarse llevar por la sedosa caricia sabor limón que estimulaba cada nervio de sus labios.

A pesar del agradable momento, Micro seguía nervioso. Era su primer beso apacionado y no quería cagarla. Rememoró cada videojuego en búsqueda de alguna idea que le ayudara hacer la caricia más afable. Su mente se detuvo en el beso prohibido entre Arno y Elise, donde el asesino mordió suavemente el labio de la templaria.

[Consejo N°8: Recuerda ser creativo]

Micro intentó imitar esa escena, pero su inexperiencia y nerviosismo jugaron en contra, transformando la adorable escena en una dolorosa, ya que mordió con más fuerza de lo debido.

— ¡Auch! —exclamó al sentir la fuerte punzada. Suspiró molesta, acariciando el labio en un intento de calmar el dolor—. Parece que te debo enseñar —dijo seductoramente antes de continuar los besos.

Una nueva oleada de agradables sensaciones azotaron los labios de Micro cuando Lemon tomó el control. Le enseńó como morder los labios sin chocar los dientes. El muchacho no se quedó atrás y puso en práctica lo recién aprendido.

—Aprendes rápido —dijo lemon en un descanso para recuperar el aliento.

«Más de lo que crees», planeó decir, pero no tuvo la suficiente coordinación y solo emitió una serie de ruidos que hicieron reír a lemon.

Continuaron besándose por un largo rato, hasta que Lemon decidió terminar el agradable momento.

—P-pensé que estabas molesta.

—Para nada —dijo al tomarlo de las manos—, buscaste un buen restaurante y te pasaste casi toda la tarde charlando sobre mis gustos solo para consentirme. Los otros chicos con los que he salido no llegan tan lejos. A lo menos me compran un helado o me traen un bonito peluche, pero tu hiciste mucho más y por eso me gustaría tener otra cita contigo.

Los ojos de Micro se abrieron como platos, pero esta vez de felicidad y formó la mayor sonrisa de su vida. Lemon no pudo aguantarse y rió ante la infantil expresión.

Pidieron otro helado que se lo rechazaron por tener la mesa sucia y se fueron a los bolos. No fue hasta el cierre del local que se retiraron, yéndose abrazados hacia el paradero. Mientras esperaban el taxi, disfrutaron del agradable momento juntos, admirando como las constelaciones adornaban los cielos. Se acurrucaron ante el gélido aliento del otoño, mientras las últimas hojas caían al compás de la briza.

—¿Tú crees que nos castiguen? —preguntó Micro cuando vió una hoja gris que le recordó a su estricto padre.

—Tendrás suerte si solo nos castigan. A mí me podrían expulsar del equipo de bolos —dijo Lemon con un suspiro—. No asistí a la práctica para salir contigo.

Micro se entristeció al escuchar esas palabras.

—Ey, no te pongas así — le dió un beso en la mejilla— nunca dije que fuera malo. Me gustan los bolos y todo eso, pero no tanto como para soportar la exigente rutina de Royal.

—¿Te refieres al chico con quien conversaste toda la cita conmigo?

Lemon se separó y dio una mirada molesta al saber que espiaba su teléfono.

— L-lo, si-iento, es q-que…

La dama rió otra vez.

—No te preocupes, yo también lo hago. Como sea, Royal es el capitán del equipo de bolos, así que sí o sí debo llevarme bien con él.

Lemon se quejaba de lo odioso que era Royal cuando llegaron los taxis. Se despidieron con un último beso que dejó a Micro atolondrado durante todo el viaje de regreso. Al llegar a casa fue recibido por ambos padres. Lo regañaron por llegar tan tarde y le dieron una semana más de castigo. Subió al segundo piso y entró a la habitación de sunny, no sin antes pedir su permiso.

—¿Cómo te fue? —preguntó Sunny.

—De lo mejor —respondió con aire soñador, dejándose caer en la cama de su hermana. Relató la cita con mucha melosidad sin importar el disgusto por parte de la dama.

[Consejo N°9: Disfruta el momento.]

Al terminar, se quedó mirando el techo, perdido en sus pensamientos hasta que Sunny le picó en las costillas.

—Ya, vete que debo dormir.

Micro se fue de la habitación, no sin antes agradecer a su hermanita con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

—¡No te pases! —se quejó empujandolo.

Aprovechó la inercia para salir rápidamente y cerrar de un portazo.

—Lo siento —dijo del otro lado.

Sunny rodó los ojos y se acostó en su cama, gestando una ligera sonrisa antes de dormir.

[Consejo N°10: Hazla feliz.]


Un gran agradecimiento para Stellar Wools y Un Simple Escritor por asesorarme con este fanfic. Sin ellos, mi historia nunca hubiera mejorado.