Sunny llegó enojada a su casa. Más que enojada, encabronada. El profesor Discord no sólo rechazó su tarea de historia, si no que le asignó otro trabajo investigativo para la próxima semana.
«Ya verá, le llenaré el asiento de tachuelas, para que sepa lo que se siente tener un dolor en el culo».
Pensaba la dama.
Cerró la entrada con un fuerte portazo, lanzó su mochila contra la pared y pateó los sillones en su camino hacia el baño, mascullando y maldiciendo por todo el camino. Al igual que su madre, Sunny tenía la mala costumbre de desquitarse con los muebles cuando estaba enojada.
Su ira se calmó una vez se refrescó la cara. Seguía molesta, pero no al punto de querer destrozar la casa. Volvió al comedor y ordenó todo el desastre. Tuvo la suerte de golpear solo objetos suaves, que no se rompían fácilmente ni dejaban huellas de maltrato.
Lo único que lamentaba arrojar era la mochila. Dentro estaba la computadora de Micro, la misma que siempre tomaba sin permiso. Sacó el portátil con cierto pavor y comenzó a revisarlo. Por fuera no parecía tener algún daño, por dentro tampoco y la computadora inició sin ningún problema.
Apagó la computadora soltando un suspiro y contempló su reflejo en la pantalla. El pelo mojado, sumado a las gotas recorriendo el rostro le daba un aspecto sexy. Hizo algunas poses sugerentes frente al improvisado espejo, las mismas con las cuales cautivó a su novio, o mejor dicho, a su ex novio. Por incontable vez, el mal carácter de la dama hizo que fallara otra relación.
«No es el momento de lamentarse, Sunny, ahora debes hablar con Micro».
Pensaba mientras sacaba el cuaderno de historia. Subió las escaleras y se detuvo frente a la habitación de Micro. Suspiró profundamente tratando de relajarse antes de pedirle otra ayudita con los estudios. Estaba a punto de tocar la puerta, cuando escuchó la riña por teléfono.
—Cómo que no vas a ir —dijo Micro.
—Lo siento, pero Curly Winds me invitó a salir —respondió la inconfundible voz de Wiz Kid.
—A comprar ropa. No al cine, ni dar una vuelta. A comprar puta ropa. ¿No te parece sospechoso?
Hubo un momento de silencio —¿A qué te refieres?
—No te hagas el tonto. Toda la escuela sabe que está disgustado con su novio y seguramente te use para sacarle celos. O si no ¿Por qué te llevaría a la misma tienda donde su pareja trabaja?
Tres pitidos sonaron por la línea.
—¿Hola?
Micro se sentó en su silla gamer, molesto por ser cortado y encendió el parlante a todo su poder. A diferencia de Sunbed e hija, Micro lidiaba la ira con la música. Escuchaba uno de los discos de su abuelo, que les fueron heredados en un intento del anciano para evitar que la abuela los "extraviara". La metalera música sonaba tan fuerte que no escuchó la puerta crujir, ni los pasos o voz de la dama.
—¿Todo bien? —repitió Sunny una vez bajó el volumen.
—Sí —dijo volviendo a subir el volumen.
—Si no lo fuera no estarías tan molesto.
Micro desvió la cara. Estiró la mano para subir la música, siendo interceptado por Sunny. Era la segunda vez que unas manos tan suaves abrazaban la suya. Acariciaba los sedosos dedos con delicadeza, mientras contemplaba la belleza de las uñas. Estaban pulidas a más no poder, revestidas con una fina capa de esmalte, que le daban un acabado digno de una gema.
—Que tal si me sueltas la mano y cuentas tus problemas —comentó Sunny.
Micro no tardó en volver a la realidad y liberó las manos de Sunny, sintiéndose muy avergonzado. Una pequeña risita le indicó que todo estaba bien y podía explicar su problema.
—...Y me canceló a última hora, a pesar de saber que lo usarán solo para sacar celos —terminó de contar Micro.
—¿Seguro? — preguntó Sunny desde la cama.
—No sé, espero equivocarme. Wiz es algo torpe y MUY pervertido, pero no merece ser usado.
Dio un suspiro, inclinándose más en la silla.
—Ahora no tengo con quien ir al teatro. A menos...
—A menos… que.
—A menos que salga contigo.
—¿Contigo?
—Si, conmigo.
Sunny lo miró extrañado.
—Oh, vamos. Si lo piensas, no hemos hecho nada juntos desde que nos mudamos. Apenas nos saludamos y solo nos dirigimos la palabra para pedirnos favores — miró el cuaderno bajo el brazo de Sunny —¿Cierto?
Sunny se rascó la cabeza. Era cierto lo que decía Micro; sin contar que era un lindo dia y queria salir un rato. Oh, qué diablos, le gustaba la idea, pero no se lo dejaría tan fácil. No después de tener que acostarlo la otra noche. Se hubiera encargado Laurel, pero estaba ocupado "admirando las estrellas".
—Vamos, será divertido —continuó rogando.
—No sé —examinó la entrada— ese comediante no lo conozco.
—Creeme, te reirás con sus payasadas.
—mmm…
—Y te llevaré a comer.
Levantó una ceja.
—Y a vitrinear un rato.
Sunny lo miró, esperando una mejor oferta.
—Está bien. Te acompañaré a probar ropa.
—Ropa y zapatos.
—Ropa y carteras y es mi última oferta.
—Mmm… Está bien, pero no creas que me quedaré si el comediante no es bueno, y tendrás que llevarme a un buen restaurante, no uno de esos burdos heladeros que tanto le encantan a Lemon.
Ambos estrecharon la mano.
— Creeme, No te arrepentirás — comentó Micro.
Un coro de aplausos llenó el anfiteatro. La segunda parte del show había terminado y los asistentes elogiaron al comediante, mientras recuperaban el aliento y dejaban descansar el estómago.
El comediante, arreglando su sombrero y chaqueta que apenas le cruzaba, esperó que los aplausos cesaran para continuar con su monólogo.
[Todas las que vengan acompañadas.]
Dijo el comediante por medio de las bocinas.
[Quiero que por favor, por el próximo minuto y medio, no me vean a mi.
No vean las pantallas, quiero que voltees a ver al hombre viene contigo ¿Ok?]
Las damas hicieron caso, a excepción de algunas, Sunny entre ellas.
[Voltéalo a ver a él]
[Voltéalo a ver]
[Voltea]
[Voltea]
[¡Voltéalo a ver pinche terca!]
Sunny endureció la mirada.
[La pinche aferrada mirandome a mi: "Usted no me manda".
Voltéalo a ver y solo escuchame]
Hizo caso, viendo a Chips mofarse.
[Observa a ese hermoso ejemplar.
Ese hombre que lo estás viendo ahorita.
Así de guapo, tierno y elegante.
Buen esposo, buen amigo, buen amante.]
Micro sonrió.
[Fiel, conservador, trabajador, valiente.
Arrojado, culto, civilizado]
El joven levantó el pecho.
[Buen ciudadano.
Ese hombre espiritual.
Ese hombre cuasi perfecto.]
—Es una perfecta definición de mí —comentó Chips.
[Ese hombre que estás viendo hermana,
es un ENFERMO el hijo de su puta madre.]
Micro miró perplejo al comediante.
[No lo conozco y te lo garantizo.
No tienes idea mujer la cantidad de porno que este cabrón ha visto en toda su vida.]
Sunny rió con fuerza.
[Las porquerias que se ha hecho a sí mismo en el baño.
La cantidad de japonesas encueradas que viven en esa caja de pandora que él llama cerebro.]
Golpeó la mesa.
[No preguntes sus fantasías,
no quieres saber.]
Dijo el comediante, dándole una mirada al rojo de Micro y su acompañante que no paraba de reir.
—¿Hacia dónde me llevarás? — preguntó Sunny una vez salieron del teatro.
—A donde sea — respondió ásperamente. Seguía avergonzado por el monólogo.
Flare no se alteró por la respuesta. Al fin y al cabo, Chips había sido humillado frente ella.
—Que tal si vamos a comer —propuso colocando su brazo sobre el muchacho— Una pizza, pero no cualquier pizza, sino la mejor y más sabrosa pizza que jamás hayas probado.
—¿Mejor que la de peperoni y queso azul del otro día?
—Mucho mejor. Es tan deliciosa y exclusiva que debes pedir la pizza con un día de anticipación, al menos que sea hija de la dueña del centro comercial —presumió y lo llevó a un puesto del segundo piso.
[15 minutos más tarde.]
—¿Cómo que no hay más?—preguntó molesta Sunny. Jerry nunca le había fallado y siempre le vendía un trozo de pizza, aunque fuera añejo.
—Lo siento, mi morita, vendimos todo en la mañana, sobras incluidas.
—¿Y no podrías hacer algo rápido?¿Aunque sea un pan con salsa?
—Hay, me tienes con los brazos vendados.
El cocinero les mostró la cocina. Algunos empleados movían los muebles, mientras otros raspaban la mugre y limpiaban los hornos con una mezcla de detergente y cloro.
—Tengo a mis hombres aseando muy bien la pizzeria. No siempre terminamos temprano y debemos aprovechar para limpiar ¿Cierto muchachos?
—Si...— corearon desanimados.
Sunny suspiro. Rendida, salió del local.
—No pongas esa cara. La próxima tendré algo para tí y tu novio — comentó Jerry al cerrar la puerta, sin darle tiempo a corregir.
Ambos jóvenes se miraron.
—Ni una palabra.
—¿Por qué, mi lady, temes que descubran lo nuestro? —dijo Micro con sarcasmo.
Ahora Sunny lamentaba que Micro se alegrara tan rápido.
—Aprovecha todo lo que quieras. No siempre podrás salir con una chica tan hermosa—dijo alisando su cabellera.
—Y tú con un chaval tan inteligente.
Dijo Micro con una pose ¿intelectual?. No sé si apoyar los dedos sobre los lentes, mientras cruzas los brazos, se considere intelectual.
Los hermanastros con nada de tensión sexual caminaban por el patio de comida, indecisos sobre qué cenar.
—¿Qué tal unos tacos? —preguntó Micro.
—Almorcé eso ayer.
—¿Y una pizza?
—No. Las demás pizzas me saben a cartón pintado desde que probé la masa de Jerry.
Ambos guardaron silencio. Sin decantarse por algún local, hasta que Sunny recordó el puesto de Jhino, muy popular entre su escuela.
— ¿Qué tal sushi? Dejemos la comida chatarra y probemos algo más saludable.
— Eh...no —dijo con tono inseguro, diferente al pronunciado otras veces.
Sunny se detuvo y miró extrañado al muchacho.
—Es que… no me gusta el sushi —mintió.
La mente de Micro trabajó a mil, buscando una excusa, una distracción, lo que fuera, para alejarse del local.
—Mejor vamos por unas crepas —dijo tomando la mano de Sunny —Te van a encantar. Las prepara un amigo de Sandalwood...
Sunny se dejó llevar por el muchacho. Trotaba a su par sin prestarle mucha atención. Su interés estaba en el puesto de Sushi, donde se asomaba una uniformada Sunset, sirviendo una tabla al equipo de bolos de la cristal prep.
«¿Será que temía una pelea entre nosotras?».
La idea fue rápidamente descartada. Más de una vez había ido al puesto, siendo atendido por la misma señorita Shimmer sin recibir algún trato desfavorable, a parte de la esperada sonrisa forzada. Ahora que recordaba, Lemon le comentó que Chips siempre evitaba pasar por Jhino o algún lugar donde se encontrará Sunset shimmer. Sigo observando a los jugadores, hasta que una incógnita le asaltó la mente.
«¿Dónde está Lemon?»
La respuesta llegó después de que Micro se detuviera de golpe y chocara abruptamente con él.
—¿Pero qué te pasa? — preguntó molesta.
Micro no respondió, se quedó como estatura mirando al frente.
—Al menos podrías ayudarme a levantarme —dijo estirando la mano.
Tampoco hubo respuesta. Molesta se puso de pie, solo para verlo con la mirada perdida.
—¿Estas bien? —preguntó preocupada.
Miró en la misma dirección del muchacho. Sintió una gran consternación, cuando sus tres preguntas se respondieron de la peor manera posible.
Ambos hermanos veían a Lemon salir del cine, con el cabello revuelto y una gran sonrisa de satisfacción. A su lado se encontraba Royal Pin. Caminaba abrazado a Lemon, llevaba la camisa descubierta y cubría una peculiar mancha en el pantalón.
Sunny no necesitaba preguntar que sucedió en el cine, ya lo dedujo. Se giró para consolar a su hermanastro, solo para verlo atravesar el centro comercial, dejando un rastro de lágrimas a su paso.
—Oh no —susurró antes de correr tras Micro. Si tuviera suerte, lo podría alcanzar antes de que cometiera una locura, o algo peor.
Chips atravesaba el centro comercial a toda velocidad. No recordaba cuanta distancia había recorrido, mucho menos de donde sacaba tanta energía. Solo quería alejarse del cine lo más pronto posible.
Escuchó una voz en la distancia. Gritaba una y otra vez su nombre, pero él lo ignoraba. Recordar la razón tras tanto dolor le motivaba a correr cada vez más rápido. Tanto que logró acallar los alaridos, pero no la angustia, el desamparo y la lacerante traición.
Corrió por el parque cegado por las funestas emociones. Atravesaba los arbustos sin respetar las señales y chocaba con cualquier transeúnte que se cruzara en su camino, aunque siempre terminara en el piso. No fue hasta llegar al tranque que las energías se acabaron. Cayó como peso muerto contra las tablas del pequeño muelle. Con sus últimas fuerzas se puso boca arriba y miró las nubes anaranjadas que decoraban los cielos.
Mientras tanto, Sunny trotaba agotada por el parque. Había perdido el rastro de Micro, pero eso no le detuvo de buscarlo. Tuvo suerte de encontrarse con un grupo de ciclistas que le dijeron dónde estaba. Lo encontró tirado en el piso, con los ojos enrojecidos y la mirada perdida. Buscó las palabras correctas para consolarlo, ¿Pero que podría decir para aliviar el dolor? Sin ninguna otra idea, se sentó a su lado y puso la cabeza de Chips encima de las piernas. Lo acarició con delicadeza, mientras admiraba al bello sol bostezar a la distancia.
Como siempre, un gran agracecimiento a Un Simple Escritor por ayudarme a la correción de este capítulo. Diría más cosas, pero no encuentro las palabras apropiadas para agradecerle su apoyo.
