- ¿Entonces ya tienen la mercancía? – Preguntó Machi a Bonolenov desde su celular.
- Claro. Shizuku tiene las dagas y los frascos de perfume en su sitio. – Contestó el guerrero.
Si bien el plan original había sido no participar en más atracos de gran escala, Machi y Chrollo habían visto con buenos ojos que aquella noche Bonolenov y Shizuku se adentraran a la ciudad y robaran a unas dagas y varias antigüedades de origen Egypersa, sabiendo que difícilmente habría consecuencias para ellos, pues ellos mismos se encontraban robando a otros contrabandistas, haciéndose pasar por compradores ricos antes de liquidarlos. De hecho, ellos mismos habían vendido esas mismas dagas en el mercado negro hacía pocos años, por lo que técnicamente solo estaban recuperando su botín. El cual, claro, volverían a vender a precios aún más caros y con el auspicio de Kalluto quien con sus contactos en la alta sociedad podría posicionar aquellas mercancías en un buen precio.
- ¿En donde se encuentran? – Preguntó Machi a Bonolenov.
- Seguimos en el muelle, pero llegaremos en cuanto antes. – Contestó Shizuku.
- De acuerdo. Y por favor, asegúrense de tomar vías separadas, no quiero que aumenten las sospechas. – Contestó Machi.
En realidad, las sospechas de las autoridades eran la última preocupación de Machi. Ella no quería que Bonolenov y Shizuku estuvieran mucho tiempo juntos pues estaba teniendo indicios que dentro de ellos se estaba gestando una relación bastante toxica. Por un lado, estaba Shizuku, sedienta de atención y casi sin experiencia erótica fuera de una vida de abusos y por otro Bonolenov, quien quizá por aburrimiento o perversión había pensado que sería buena idea jugar con los sentimientos de esa joven sin memoria para desquitar la su propia frustración sexual, tras saber que la mujer de sus sueños era la esposa de su jefe y estaba muy fuera de su alcance. Quizá cabía la posibilidad de que ambos entendieran que su romance no era nada serio ni estable; sin embargo
- Entendido. – Contestó Bonolenov.
- Yo iré por la autopista y Bono tomará el sendero a pie. – Agregó Shizuku.
- Hagan lo que tengan que hacer. Pero sean discretos. – Ordenó la Tercera Pata de la Araña, tras lo cual colgó.
Machi volteó a ver a Chrollo, quien se encontraba demasiado drogado para poner atención al plan. Suspiró con impotencia al sentir el movimiento de Sarasa en su vientre y volteó a ver la luna llena por la ventana. ¡Qué no daría Machi por salir junto a Chrollo a robar personalmente esas antigüedades! ¡Cuánto añoraba la acción y la adrenalina correr por sus venas mientras sus hilos mataban a alguien! Sin embargo, en aquel momento, mantenerse alejada de el peligro era lo mas sabio. Kalluto llegó a la habitación, siendo el quien se encargaría de cuidar a Chrollo aquella noche. Machi simplemente decidió acurrucarse en la cama que se encontraba al lado de Chrollo y dormirse, sintiéndose segura de que Kalluto se encargaría de Chrollo aquella noche.
Bonolenov tardó hasta el amanecer en regresar a la casa de campo de los Zoldyck, tratando de moverse con discreción cargando sus pesados maletines negros de mercancía ilícita, lista para ser subastada al mejor postor. El guerrero se sintió tranquilo al ver como en el lugar de residencia de los Zoldyck ya se encontraba estacionado el auto de Shizuku. Aquella noche había habido mucha tensión entre ambos y el había temido que aquellas diferencias hubieran orillado a Shizuku a hacer algo torpe o imprudente.
Bonolenov entró sin problema a la casa. El guerrero decidió ir a bañarse antes de dirigirse a dejar la mercancía al sótano. El se quitó su ropa y prendió el grifo de agua dejándose empapar para seguidamente tallar su cuerpo, siendo meticuloso al quitar la mugre de sus perforaciones. Bonolenov buscó en el baño su rastrillo para rasurarse, sintiéndose extrañado de no encontrarlo en el lugar de costumbre. El guerrero se envolvió en una toalla y caminó al baño de la habitación donde solía dormir Shizuku. Tocó la puerta recibiendo silencio como respuesta, por lo que procedió a buscarlo en el baño. A Bonolenov le pareció raro no haber encontrado a Shizuku en su habitación y aún más raro le pareció el hecho de que la bañera de Shizuku se encontrara llena. Shizuku al crecer en Ciudad Meteoro no era una persona que tuviese la costumbre de darse esa clase de baños, sin embargo, cada vez que tenía oportunidad de estar en una casa con bañera decente y acceso a agua caliente hacía uso y abuso de aquella comodidad. Incluso, de acuerdo con Machi, Shizuku solía usar sales de baño, jabones aromáticos o aceites, para llenar todo de espuma y sumergirse en ella. Sin embargo, el agua carecía de una sola burbuja o jabón a la vista. Bonolenov, suspiró algo desconcertado. Tampoco estaba allí su rastrillo. Bonolenov estuvo tentado de pedirle a Chrollo prestado el suyo, pero su deseo de no incomodar le ganó a su necesidad estética. Bonolenov regresó al baño de su habitación, secó su cuerpo y se volvió a poner su vendaje y sus pantaloncillos. Bonolenov se sentía bastante incomodo por no poder rasurarse. La última vez que pasó más de un día sin rasurarse fue en el Continente Obscuro; recordando el de forma casi fotográfica el ridículo que pasó cuando, después de días estando en la espesura del bosque, lo primero que hizo al retornar a la civilización conocida fue rasurarse las axilas. El hecho de que pese a permanecer con su cuerpo oculto la mayor parte del tiempo Bonolenov insistiera en no solo rasurar su cara y cráneo sino también el resto de su cuerpo le hizo ganar un sinfín de bromas y chistes por parte de Nobunaga y Phinks, sin embargo, poco le importaba la opinión ajena a el guerrero gyudondond. Dentro de su tribu el vello corporal era algo muy mal visto y para el mantener su cuerpo depilado era solo otra costumbre gyudondond más que conservaba, igual que sus perforaciones y sus danzas.
Ya con su ropa puesta el guerrero decidió ir a la cocina, deseoso de prepararse algo de desayunar y de paso cocinar para los demás. Bonolenov bajó a la cocina, pensando en sorprender a todos con algunos panqueques caseros con fruta y un buen té negro con leche, así como el té especial de Chrollo, recargado para prevenir cualquier dolor y relajar su mente. Bonolenov abrió la puerta de la cocina a toda prisa, pensando el las delicias que cocinaría, pero tan pronto entró su cuerpo y mente se detuvieron en seco.
En el piso de la cocina se encontraba el cuerpo ensangrentado de Shizuku Murasaki. La joven tenía aún lágrimas en los ojos, llevando su típico collar de la cruz de San Pedro y una bata de baño entreabierta, exponiendo su pálido busto a cualquiera que fuera testigo de aquella horrible escena. Cerca de ella aún se encontraban las dagas y frascos de perfume que hacía poco había robado, los cuales, al igual que su báta de baño, estaban salpicados de sangre. Bonolenov perdió el color de su piel al ver como en la mano de Shizuku, justo a la altura del cuello, se encontraba su rastrillo, el cual había desgarrado la yugular de la joven. La Décima Pata de la Araña se acercó con sigilo a Shizuku, tratando de quizá de ver si ella aún tenía signos de vida, sin embargo al tocarla no pudo encontrar ningún rastro de pulso, encontrando en vez de eso la típica rigidez y frío cadavérico.
Era tanta la impresión de Bonolenov que no fue capaz de oír los pasos de Machi entrar a la cocina. Machi tiró su taza de té al piso.
- Por favor… dime que no ha pasado lo que yo creo que ha pasado. – Rogó Machi horrorizada aferrando sus manos a su vientre.
Bonolenov lloró en silencio sin atreverse a contestar la pregunta de Machi, apuntando al cuello de Shizuku y a su mano, la cual aún sujetaban el rastrillo.
Machi se tiró de rodillas al piso y lloró. Shizuku Murasaki, Octava Pata de la Araña estaba oficialmente muerta.
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Y señoras y señores, a partir de aquí todo irá de mal en peor. ¡Muahaha!
¡Saludos a todos este 2023!
