Sunny salió del baño lista para continuar con su "ejercicio". Estaba ansiosa por descubrir qué otras maravillas Micro le haría sentir y ver qué cara pondría cuando acabara por primera vez dentro de una dama. No lo negaba, una de las razones por la cual deseaba acostarse con el joven Chips era lo expresivo que era. Nunca antes había rechinado la cama con un chico tan gesticulador: La mayoría mantenían un rostro pasivo y apenas soltaban gemidos.
Entró al cuarto sin avisar y encontró la habitación completamente ordenada. La cama estaba estirada, la ropa guardada, la alfombra no tenía ni una pizca de polvo y el puñetazo de la pared fue cubierto con un sencillo poster de las burritas. Donde lo guardaba y que planeaba hacer con él, era pregunta para otro día.
En el cuarto, lo único descuidado era nuestro joven. Estaba sentado en la cama con el cuaderno verde entre las cejas, el mismo donde varias damas escribieron consejos. Leía con un fervor casi religioso, buscando alguna pista o consejo que le sirviera en la primera batalla de Timmy. Micro comprendía bien las debilidades de su soldado. El tamaño, falta de experiencia y poco "temperamento" le jugaban bastante en contra, sin contar que no podía rendir menos que sus manos. Llevar a Sunny hacia las nubes con solo los dedos fue un arma de doble filo. Ahora, la barra estaba mucho más alta y necesitaba encontrar una manera de sobrepasar sus límites.
Más tarde que nunca, Micro se percató de Sunny y dio un pequeńo salto por sorpresa. Escucharla reír le indico que no estaba en problemas. Dejó el libro de lado y respiró profundo, aún estando nervioso.
—¿Qué haces? —preguntó Sunny divertida por el comportamiento del muchacho.
—Bueno, buscaba consejos.
—Sobre qué —dijo divertida.
—Tú sabes para que.
—No lo sabré si no lo dices.
Micro dudaba por responder. No sabía si ser tan directo sobre sus intenciones era buena idea, podría espantar a la primera mujer que le ofrecía su tesoro. Ahora que lo piensa, hace solo minutos le estaba dando una mamada ¿y le preocupaba decir sexo frente a su hermana? Seguramente Sunny esté tan caliente como él. Lo sabía, lo olisqueaba ¿Qué motivos tendría Sunny para divagar tanto? La respuesta llegó cuando escuchó risitas, las mismas que daba después de una broma.
—Qué graciosa —dijo alineando las cejas.
Sunny no aguanto y se echó a reír con ganas.
—Lo siento, no me pude resistir. Te veías taaaan inocente, parecías todo un señorito.
Micro carcajeó aún molesto. La ira se fue desvaneciendo al verla feliz. No tardó en mejorar su temple y ponerse a reír con Sunny.
—¿Sabes que me voy a vengar?
—¿Y de qué maneras?
Con una idea en la cabeza, tomó el pantalón de Sunny y lo bajó con cuidado, para luego dejarlo doblado encima del escritorio. Hizo lo mismo con las pantuflas y los calcetines.
—Buen comienzo —dijo al mostrar un particular sobre —espero que no seas tan precoz esta vez.
—Y yo espero que eso sí sea un condon— respondió Chips señalando al sachet de ketchup.
Más roja que antes, Sunny corrió hacia su pieza bajo las risas de Micro. No tardó en volver con una pequeña caja de preservativos. Micro tomó uno y lo observó con cuidado. Era la primera vez que tomaba uno en sus manos. Normalmente los veía colgados en la farmacia o en la guantera de Flash.
—Tratarlo bien, que son de los caros.
—Y qué tiene de especial, ¿están hechos de látex cosechado artesanalmente de las selvas peruanas?
Sunny soltó unas risitas. Tomó un condón y de un solo movimiento lo desenvolvió. lo acomodó con calma sobre el amiguito de Micro con la ayuda de ambas manos.
—¿Está bien puesto?
—Solo hay una forma de saberlo —susurró sensualmente.
De manera tácita le ordenó a Chips estirarse en la cama. Ahora era su turno de desvestirlo. La ropa no salió disparada a todas partes porque Sunny no deseaba dar una mala imagen, sobre todo después de todo el detallismo que puso el muchacho. La dama consiguió quitarle casi todas las prendas, excepto la polera. Puso mucha resistencia, demasiada según ella.
«De seguro tiene avergüenza de su cuerpo»
pensaba mientras doblaba la ropa «Deberé abarcar ese tema más adelante, por ahora…»
«De seguro tiene avergüenza de su cuerpo —pensaba mientras doblaba la ropa—. Deberé abarcar ese tema más adelante, por ahora…».
Alineó la caderq y descendió con calma, soltando un gemido ante el primer beso de Timmy.
—¿Qué te pareció?—preguntó Sunny disfrutando del momento, del placer y la boba mirada de Micro.
El chico guardó silencio, anonadado por las nuevas sensaciones. Sentía a su soldadito ser abrazado por un ente húmedo, cálido y suave, parecido a la mamada pero sin el miedo de resultar herido con los dientes. Le daba cosquilla sentir las paredes vaginales acariciar su miembro, a pesar de ser separados por una fina capa de látex. Era diferente a cómo se lo habían descrito: No era molesto y mucho menos apretaba.
«Ahora sé porqué eran tan caros».
Un cosquilleo recorrió su pene, cuando Sunny levantó las caderas, para luego bajarlas y repetir con calma. Sintió un agradable escalofrío recorrer toda la espina por los vaivenes de Sunny.
«¡Rápido, piensa en la escuela!».
Gritó una voz en la cabeza alarmada con la ansiedad de Timmy, quien deseaba gritar con todas sus fuerzas. Micro cerró los ojos e intentó pensar en la escuela, algo difícil cuando escuchas las risitas de Sunny. Él las ignoró y siguió recordando las clases, pero ¿cual? Ya había rememorado las anécdotas de historia y repetirlas no lo distraerá lo suficiente. Necesitaba pensar en otra cosa ¿Las burritas? son interesantes, hasta atrapantes en algunas publicaciones, pero no lo suficiente para distraerlo del vaivén de la dama. ¿Matemáticas? aburrido ¿Qué tal los videojuegos?, o mejor dicho EL VIDEOJUEGO.
Cerró los ojos con fuerzas e ignoró, tanto sus gemidos como los de Sunny, para rememorar sus mejores partidas de Starcraft. Con tantos años jugando tenía una biblioteca llena de grandes partidas en su cabeza, sin contar los campeonatos que ha visto. Ahora tiene lo suficiente para distraerse horas, e incluso días simplemente recordando, si no fuera por Sunny y su manía de ser el centro de atención.
—¡Vuelve a la tierra! —exigió Sunny pellizcando un pezón.
No fue buena idea, ya que micro dio un brinco por el dolor, embutiendo todo Timmy de una. Ambos se alegaron adoloridos a su manera.
—Comprendo que no quieras eyacular tan pronto, pero no puedes ignorarme de esa manera. Follar es cosa de dos y no puedes dejar que haga todo el trabajo. Te hablaba y no respondías, solo balbuceabas sobre un yunkimilfs o como se llame.
Micro bajó la cabeza, arrepentido.
—Mejor comencemos otra vez, ¿te parece?
El chico asintió. Sunny no tardó en ponerse encima y acomodar al soldado frente a sus labios.
—Trata también de hacer algo.
—¿Cómo que?
Ella se limitó a guiñar el ojo.
Con una idea en la cabeza, Micro posó las manos en la cadera de la dama y lentamente subió por debajo de la camisa hasta llegar a los senos. Que Sunny se quitara el sostén fue la señal que necesitaba para continuar acariciando. Los tomó por debajo, tasó el peso, lo blando que son y lo fácil que se acomodaban a las manos y en cada pliegue de los dedos. Para este momento había recorrido cada centímetro del busto, a excepción de los pezones, la guinda de pastel y como tal se daría el tiempo de saborearlo. Lentamente fue aminorando distancia, cómo una serpiente a su presa, mientras Sunny subía y bajaba con detenimiento. Cada vez estaba más cerca del pezón, lo podía sentir en las yemas y la ansiada respiración de la dama, hasta que lo envolvió sin alarma y fue recompensado con un gemido de Flare.
Las manos de Micro fueron afloradas por las de Sunny, quien le persuadía para continuar. El joven continuó masajeando, disfrutando cada centímetro de Sunny y su tersa piel; Tan ilustre y caliente que podía sentir el sudor emanar, uno que quiere beber y saborear con sus propios labios.
Sunny se dió cuenta de las intenciones del muchacho y sin detener su vaivén lo obligó a estirarse otra vez en la cama. Colocó el pecho
frente la cara de Micro y desabrochó la camisa, botón a botón, cada uno con calma. En el penúltimo botón se detuvo, el mismo que unía con esfuerzo la camisa y tapaba los ápices morados. Suspendió el ejercicio para evocar el mejor espectáculo de su vida, pues en vez de usar los dedos, se apoyó encima del muchacho y de una profunda bocanada se desabotonó, permitiéndole admirar por segunda vez los hermosos pezones de la dama.
—Wow —exclamó al ver unos pechos tan bellos, tan perfectos, que era increíble que sean naturales.
Micro intenta besarlos, pero se encontraba preso. Sunny lo obligaba a mantenerse en la cama, posando sus manos en los hombros del muchacho. No se pudo levantar, mucho menos deleitar las naranjas a pesar de encontrarse solo a centímetros.
Mientras tanto, Sunny disfrutaba con el sufrimiento del muchacho. Deseaba que suplicara por su cuerpo, que Micro afanara por él y se transformara esclavo de sus más primitivos instintos. Para torturarlo más aumentó el ritmo de sus saltitos, haciendo que sus senos rebotaban sin control. Sintió cómo Micro luchaba por zafarse, cómo estiraba el cuello e intentaba alcanzar un pezón con la ayuda de su lengua. No lo logró y dio rebotes más rápidos como castigo. Esto tuvo su consecuencia, ya que sintió como las piernas de Micro tambaleaba, la respiración se entrecortaba, y un poderoso calor brotaba de Timmy, quien estaba listo para lanzar su genkidama. Sin otra advertencia, el chico arrojó un gemido a la par de su semen.
«Suerte que usamos condón».
Pensó al sentir el éter escurrirse alrededor de la entrepierna. Sunny dió las últimas ordeñadas antes de estirarse al lado y admirar su trabajo. El chico respiraba agotado, exhala e inhala como si su vida dependiera de cada bocanada, sin perder la sonrisa de satisfacción. Lo admiraba sin decir una palabra, hasta que cruzaron las miradas y compartieron una sonrisa.
—¿Qué te pareció tu primera vez?
—i-increíble —dijo Micro, aún anonadado.
—¿Quieres una segunda ronda?
—¡Por supuesto que sí!
Dijo sin pensarlo. Se quedó parado al sentir cómo perdía el equilibrio tras levantarse apurado.
—Solo deja pasar al baño.
Y con esto dicho, Micro fue al lavado, no sin antes tropezar con el primer paso. Se levantó rápido escuchando a Sunny reir. Aprovechó la soledad para lavarse los dientes y tararear:
Qué pasará~
Qué misterios habrá~
Hoy puede ser mi gran noche~
Gracias por leer y espero que te haya agradado la manera que Chips perdió la virginidad.
