Hola a todos.
Se que voy a ser odiada por muchos, ya que publicó un nuevo fic, sin haber terminado los otros. Pero no se preocupen, este no será un fic largo y me ayudará a recobrar los ánimos para terminar los otros.
Este fanfic es un poco especial para mí. al final del mismo explicaré las razones. También les comento que es un Neilfic, (o Candy Neil fic, como se entienda) y que tomaré muchas referencias ubicadas entre los años 1915 a 1920.
Sin más introducción, espero lo disfruten. No olviden dejar un review sobre que piensan de este fic y lo que creen que va a pasar.
Disclaimer: Candy Candy y sus personajes son propiedad de Keiko Nagita y Yumiko Igarashi. Este fanfic fue creado solo con fines recreativos.
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LAS CONSECUENCIAS DEL AMOR Y LA GUERRA
Palabra de Honor
El ansiado final feliz había llegado para todos. Al menos, eso pensaba Candice White Ardley.
Candy, por ejemplo, no podía sentirse más dichosa. Tenía un trabajo estable en Happy Clinic con el Dr. Martin y su fama como enfermera amable y profesional, atrajo muchos pacientes a la clínica. También acudía todos los fines de semana, al hogar de Pony, donde ayudaba a la señorita Pony y la hermana María a atender a los niños, ya sea consultándoles por males menores, o acompañándolos a misa los domingos.
Además, contaba con su mejor amiga y hermana Annie. Ahora se frecuentaban más que antes, porque, después de todo, como Annie solía decir: ¿Quién mejor que mi hermana para ayudarme a preparar la boda?
Así es, Annie Britter y Archibald Cornwell Ardley anunciaron que se casarían, casi un mes después, de que el tío abuelo William Albert Ardley, hizo su aparición en público. La boda se realizaría en un par de meses, y aunque esa prisa por casarse generaba uno que otro rumor, la realidad era que ambos acordaron contraer nupcias, antes de que Archie ingresara a la Universidad, donde estudiaría administración de empresas.
Mientras tanto, Albert asumió el rol de jefe de familia Ardley. Las ocupaciones como patriarca y la constante vigilancia de la tía abuela Elroy, no le dejaban tiempo libre. Por fortuna y a pesar del estrecho horario, siempre encontraba tiempo para visitar a Candy, ya sea en Happy Clinic, o en el hogar de Pony.
Los encuentros entre Candy y Albert eran cortos, en comparación con las largas charlas que tuvieron cuando vivían juntos. Aún así, aprovechaban su convivencia al máximo, platicando de su día a día, compartiendo pensamientos y esperanzas, como en los viejos tiempos.
De una manera u otra, la vida seguía, sobre todo la vida en la alta sociedad. Los eventos sociales no podían faltar, y tanto Candy como Albert, al igual que Annie y Archie, acudían a las fiestas organizadas por la tía abuela Elroy. Gracias a Dios, todo evento al que acudían, transcurría de manera amena, sin incidentes que pudieran provocar algún escándalo. La familia Ardley, ya había tenido suficiente con el escándalo protagonizado por la familia Leagan, en especial Neil. El desastroso compromiso de Neil Leagan con Candy, había dejado una huella difícil de borrar en la crítica aristócrata.
La ausencia absoluta de la familia Leagan en cada evento social, hacía creer que la misma tía abuela Elroy les evitaba, y nadie podría juzgarla por ello. No obstante, la verdad distaba mucho de los malintencionados rumores. Personalmente, la tía abuela Elroy enviaba las invitaciones de todas y cada una de sus reuniones a la familia Leagan, junto con una carta acompañante, escrita a puño y letra.
Pero ellos nunca aparecían.
Si el sol brillaba cálidamente para Candy, una nube de tormenta ensombrecía la vida de los Leagan.
Después del trágico compromiso, la familia Leagan cumplió su palabra. Una semana después, ya estaban instalados en su casa de Florida. Dar la cara a las altas esferas de Chicago, no era una opción, al menos, por un tiempo.
Eliza Leagan estaba furiosa, sabía muy bien que su familia entera había quedado en el peor de los ridículos. Y no conforme con eso, todo Chicago sabía de la existencia de Candy, hija adoptiva de la familia Ardley y consentida del patriarca.
Decidida, Eliza busco durante semanas, la mejor manera de solucionar las cosas. Odiaba Florida, odiaba el calor, odiaba estar lejos de su antigua vida, odiaba a su estúpido hermano y, sobre todo, odiaba a Candy. Su enorme frustración, no le dejaba pensar con claridad y solo se le venía a la mente, la misma idea una y otra vez: casar a Neil con Daisy Dillman.
Quizás no era la mejor idea, pero creía firmemente, que podía menguar las aguas si convenia a su amiga Daisy, de que su hermano "fingió" estar interesado en Candy, para llamar su atención. Daisy no era muy lista, y si tenía suerte, podían regresar a Chicago para la boda de Annie y Archie, con Daisy como su "carta de presentación" y así, disipar cualquier tonto chisme en contra de su familia.
Convencer a Daisy de darle una oportunidad a Neil, no fue tarea fácil, pero logro que aceptara.
El reto real, fue convencer a su mamá, Sarah Leagan.
Durante toda su vida, Sarah Ardley Leagan había sabido mantener una apariencia excelsa, con carácter fuerte y mirada decisiva, logrando así un estatus privilegiado en la alta sociedad. Ahora, sabía muy bien que la humillación social, recibida por parte de la "huérfana", era un duro golpe muy difícil de reponer.
De ahora en adelante, ya no podría llamar a Candy "huérfana", al menos, no delante de otras personas. También se había jurado a su misma, que ya no haría caso a los berrinches de sus hijos – ¡Yo soy la adulta aquí, por amor a Dios! – Se decía mentalmente, para no ser persuadida por Eliza y Neil, al mismo tiempo que se lamentaba – Si tan solo no hubiera hecho caso a las amenazas de Neil.
Por esta razón, a Eliza le costo más trabajo convencer a su mamá, de ofrecer una lujosa fiesta en honor a Neil y Daisy, para anunciar su compromiso matrimonial.
Sarah Leagan acepto, con la condición de que solo fuera una comida, y que Daisy fuera la única invitada. No se volvería a arriesgar, de quedar en ridículo por la misma razón – ¿Y qué pasará si tu hermano no acepta?
– No te preocupes mamá – Eliza sonrió confiada – Neil tiene el corazón roto, aceptaría a cualquier chica por despecho, incluso a Dorothy.
– ¡Muérdete la lengua Eliza! – respondió Sarah – No estoy para bromas.
Una vez fijada la fecha, Sarah y Eliza se encargaron de los preparativos, sin el consentimiento de Neil ni de su padre.
Si bien Neil ignoraba su compromiso, Edward Leagan estaba al tanto del plan, dejando creer a Eliza y a Sarah, que no sabía nada del asunto.
En cuanto a Neil, su comportamiento posterior al rechazo público, dejaba mucho que desear. Llegaba todos los días en estado de ebriedad, ya había chocado tres vehículos y su madre tuvo que ir a sacarlo de la cárcel, porque se había involucrado en una pelea, llevando Neil la peor parte.
Edward Leagan también sabía de esto.
Llegado el día, Daisy lucía bastante hermosa, o "decentemente aceptable", como hubiera dicho Eliza. Todo estaba muy bien decorado y la comida lucía en verdad apetitosa. Después de una breve charla, Daisy, Sarah, Eliza y su padre, pasaron a la mesa finamente arreglada, donde esperaban la llegada del invitado de honor.
Casi había pasado una hora y de Neil no se veía ni el polvo – Estoy segura, de que mi hermano esta atendiendo asuntos de negocios – menciono Eliza, mostrando ligera preocupación.
– Si bueno – intervino Sarah, tratando de disminuir la tensión en el ambiente – Como futuro hombre de familia, tiene que atender asuntos de negocios.
Edward no decía nada, solo observaba todo con sepulcral silencio.
– Seguro debe ser eso – respondió Daisy Dillman, un tanto incomoda.
Un criado de la casa, se asomó por una puerta lateral, le hizo una seña al señor Leagan y este asintió – Si me disculpan damas, tengo un asunto que atender – se levantó y salió del salón.
Minutos después, apareció Neil, haciendo todo un alboroto. Tan solo al verlo, Sarah y Eliza comprendieron que habían cometido un grave error – ¡Hola a todos, buenos días! – exclamo Neil con voz alzada.
Desconcertada, Daisy se levantó de su silla – ¡¿Qué significa esto?! ¿Neil? ¿Eliza?
– ¡Daisy! – Con aliento alcohólico y ropas mal vestidas, Neil se acercó a la invitada – Qué gusto verte por aquí, ¿no estabas en Chicago?
– ¡Neil! – Sarah se pone de pie, casi al instante que Eliza – ¡¿Qué significa esto?! ¡¿Quién es ella?! – levanta una mano y señala con desdén a la joven con exagerado maquillaje, que ingresa tomada del brazo de Neil.
Riendo a carcajadas, Neil rodea los hombros de la chica – ¡Ah sí! Ella es… ella es… – Neil cruza miradas con la mujer y sonríe – Lo siento mi amor, olvide tu nombre.
– Me llamo Jeanette, pero anoche me llamabas White – sonríe la chica y saluda a las presentes.
Bastante furiosa, Daisy se pone delante de la joven – ¡Te ordeno que sueltes a mi prometido! – toma su brazo y trata de alejarla de él, pero al forcejar, Jeanette logra tirarla al piso, desatando las carcajadas de Neil.
– ¡Daisy! – Eliza corrió y ayudo a poner de pie a su amiga.
– ¡Watson, Watson! – Sarah gritaba histérica – ¡Saque a esta mujerzuela de mi casa!
Todavía divertido, Neil se despide de Jeanette, abrazándola y dándole un beso bastante desinhibido – No te vayas muy lejos, mi pequeña White.
– ¡Es todo! – Daisy se suelta de Eliza y sale llorando – ¡Nunca me había sentido más humillada en mi vida!
– ¡No Daisy espera! – la ultima oportunidad de Eliza para recuperar su estatus, se estaba escapando por la puerta principal. Sin voltear a ver a su hermano, Eliza salió corriendo tras su amiga Daisy.
Todo este alboroto, llamo la atención de cada criado en la casa. Sarah notó entonces, que el salón se llenó de curiosos, escuchando las murmuraciones mal disimuladas, lo que la lleno de ira – ¡Tú, grandísimo patán! – presurosa, se acerco a un sonriente Neil y de una bofetada, le borro la sonrisa de la boca, dejándolo perplejo.
– ¡Y sucedió el milagro! – Edward Leagan se aproximo a ellos, alzando las manos – ¡Finalmente Sarah, has puesto en su lugar a ese inútil hijo tuyo! –. Detrás del señor Leagan, ingreso un hombre pulcramente uniformado, acompañado por tres soldados, que llevaban sus cascos en la mano.
Todavía sorprendido por la bofetada, Neil observaba enmudecido, como los soldados se acercaban a él a paso sincronizado – Edward, ¿qué está pasando? – Sarah miraba a los desconocidos, teniendo un mal presentimiento – ¿Quiénes son ellos?
El soldado con el rostro más duro, dio un paso adelante hacia Neil e hizo un saludo militar – Enhorabuena ciudadano Neil Leagan, ha sido aceptado como voluntario, para formar parte de las fuerzas armadas de los Estados Unidos de América – finaliza y le extiende una hoja de papel, cuidadosamente enrollada.
– Q-que… mamá… – Neil se sobrepone al escuchar esto y se pone detrás de Sarah – ¡Mamá! ¡mamá!
Temerosa, Sarah abraza a su hijo – ¡Edward di algo!
Sin inmutarse, Edward Leagan tomo el documento que le extendían a Neil – Les presento a mi buen amigo, el general Walter Delrick – el mencionado, se inclina cordialmente hacia la señora Leagan, mientras que un criado le pasa una pluma fuente a Edward – Le pedí que viniera, para que se llevara a Neil al ejército, tal y como él lo deseaba.
– ¿Q-qué? ¡NO! ¡NO! – Neil se abrazo de su mamá y esta, rodeo a su hijo del torso – ¡No mamá, diles que no me lleven! ¡no!
Una vez firmado el documento del alta "voluntaria", Edward se acerca a su hijo, mirándolo con desprecio y coraje – ¿Qué no dijiste que, si no te casabas con Candy, te unirías al ejército? – hastiado por el ruin y cobarde comportamiento de su hijo, Edward lo toma de las solapas del traje y lo arranca de los brazos de su madre, poniéndolo violentamente contra la pared – ¡No Edward! ¡No lo lastimes! – suplicaba Sarah.
– Escúchame bien Neil, ya estoy cansado de ver como deshonras el buen apellido de mi abuelo.
– Pe-pero papá…
– ¡Cierra ya la maldita boca! – fuera de sí, Edward aprieta los puños – Eres un ser despreciable, cobarde y asqueroso. Por una vez en tu inútil vida, vas a demostrar que tienes palabra de hombre y vas a enlistarte al ejército, por las buenas, o por las malas si es necesario – Suelta a Neil y se dirige al general, quien revisa el documento de admisión – Puedes llevártelo Walter.
– ¡Si va a la guerra lo van a matar! – Sarah se hinco a los pies de su marido, implorando que cambiara de opinión – ¡Es una sentencia de muerte!
– ¡Mejor que muera como hombre!, muerto en batalla honraría más a esta familia – Fue la respuesta final de Edward, se encamino al general y lo acompaño hasta su vehículo.
Entre los tres soldados tomaron a Neil, quien después de ofrecer una resistencia bastante débil, uno de ellos le dio un certero golpe en el rostro. Lo último que vio Neil, fue como su mamá se desvanecía, siendo auxiliada por los criados, antes de perder la consciencia.
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ConTinUarA…
La vida para Candy ha dado un giro bastante bueno, a diferencia de la vida de Eliza y Neil. Neil ha sido obligado por su padre a ir a la guerra, pues considera que su hijo jamás tocará fondo, y si no hace algo al respecto, será la ruina de la familia Leagan (si no es que ya lo es).
Eliza aún no sabe nada, sobre la decisión de su padre. ¿Qué hará al respecto una vez que se entere?
¿Cómo le irá a Neil en el ejército? ¿Volverá?
Nos leemos después ;)
MaRyMoRaNTe:)
