Capítulo 1: Mascara.

Era más que simple estética o un accesorio para exaltar el misterio y/o arrogancia de su persona, su mascara ocultaba la prueba irrefutable de su descendencia real que no era conveniente revelar. Salto en el tiempo para prevenir los acontecimientos que llevaron su mundo a la ruina, Gerome se la dio antes de irse y le advirtió lo siguiente:

– No te involucres demasiado en los asuntos de ese tiempo, ya que podrías alterar nuestra propia existencia.

Lucina lo había hecho bien hasta ahora…

No obstante, debía utilizar otras máscaras, no tan llamativas, pero de igual importancia: estoicismo, seriedad, valentía e insensibilidad. Esta última era la más difícil de sostener, sobre todo cuando estaba frente a sus padres y debía aguantarse las ganas de correr a abrazarles.


La armada de Ylisse se había asentado en una zona accidentada, rodeada de montañas agujereadas que servían como cuevas. Antes de continuar con la cruzada, Robin sugirió descansar en esa zona, ya que las montañas servirían como fuerte natural y en caso de una lluvia de flechas, podrían utilizar tales cuevas como refugio. La armada llevaba varios días marchando sin ninguna eventualidad, así que este lugar les vino como anillo al dedo.

Pese a la situación de guerra, los Shepherds sintieron cierta "seguridad", entonces se arriesgaron a asomar algo de su naturaleza: la unión y convivencia amistosa. Su general, Chrom no se los impedía, después de todo, y según sus palabras, esto alivianaba un poco la amargura de la guerra, después de todo, nadie en su sano juicio disfruta tener a la muerte respirando en su cuello. Eso sí, sin bajar demasiado la guardia, bajo un régimen muy estricto de buen comportamiento y cero alcoholes; Chrom era un líder bondadoso, pero podía ser severo al momento de poner orden.

Había ocasiones que el mismo Chrom salía de su tienda y también tenía sus ratos de convivencia frente a la fogata. Ratos que Lucina añoraba compartir, pero dado el peso de su tarea, era imposible; así que decidió apartarse de la seguridad del campamento y buscar su propia tranquilidad.

Mientras conversaba, Chrom sintió que era observado, pero al voltear a ver, vio la punta de una capa azul marino escabullirse entre las tiendas.

– "Marth" – Murmuro…

Chrom intento no darle importancia, pero no pudo, clavo su mirada a la fogata y dirigió sus pensamientos a este huraño guerrero. Al igual que Lon'qu, Marth fue incorporado a sus filas, por órdenes del Khan. Tratar con ambos no había sido fácil por sus personalidades retraídas y aseriadas, aparte, (aunque no lo gritara a los cuatro vientos) Lon'qu tenía sentimientos de rivalidad hacia Marth por haberlo derrotado. Sin embargo, poco a poco Lon'qu había logrado abrirse más a sus compañeros, incluso con algunas mujeres a las que les tenía un jocoso pavor. Desafortunadamente no era el caso de Marth; él resulto ser un hueso duro de roer. No congeniaba con absolutamente nadie y hablaba solamente si era estrictamente necesario, sin embargo, su pericia en batalla no tenía paragón. A Chrom no le gustaba tener un elemento tan valioso así de distante, sintió que esa situación tan incomoda era en parte culpa suya, al permitir que todos (incluyéndolo) lo tratasen con desconfianza e ingratitud, muy a pesar que se había lanzado desinteresadamente a salvar a Lissa de esas horrendas criaturas. Concluyo que Math no encontraba sitio en esta causa y su asistencia era meramente órdenes del Khan.

– ¡Hey Chrom! ¿Me estas escuchando? – Pregunto Lissa molesta al ver que su hermano no le prestaba atención.

Chrom aterrizo a la realidad de un brinco, dijo un: "lo siento" en automático. Esta abstracción llamo la atención de sus allegados, quienes no tardaron en preguntarle si todo se encontraba en orden, Chrom asintió, luego se disculpó por segunda vez por dejar la conversación y fue a buscar a Marth.

Por su parte, Lucina se tomó la libertad de alejarse, conocía bien los alrededores, así que no fue difícil subir un pequeño tramo; en su época, este lugar fungía como ruta de escape para aldeanos asustados, además era un punto estratégico para tender emboscadas. Lucina se asentó en una zona alta. Desde su posición, podía deleitarse con la buena vista, el campamento parecía una coronilla y las fogatas piedras preciosas relucientes, el cielo estaba despejado y punteado de estrellas, perfecto para entregarse a soñar con los brazos abiertos, el aire, aunque frio, era más gentil del que solía soplar en su mundo. Pero la cúspide del encanto fueron un par de flores que encontró en una esquina, una más pequeña que la otra, habían brotado entre unas rocas, eran color blanco con un botoncito amarillo. Recordó con mucho pesar que en su tiempo las flores eran raras de ver, normalmente los retoños que alcanzaban a brotar, eran destruidos, por el calzado, cascos de caballos, fuego y erosión; encontrarse con una era prácticamente mítico, un símbolo de suerte y esperanza.

Lucina se quitó su mascara para apreciarlas mejor, notó que los tallos estaban entrelazados, como si se abrazaran. Pensó en lo difícil que debió ser brotar entre rocas que pudieron ahogar las semillas, eran como… hermanos que habían salido de la adversidad. Repaso las yemas de sus dedos en sus delicados pétalos, al hacerlo recordó los momentos previos de una batalla:

Esa vez el cielo estaba casi negro, el viento zarandeaba agresivamente y una fuerte lluvia amenazaba con reventar; recordó estar parada firmemente en la amplitud de una planicie, esperando pacientemente la llegada del enemigo; no estaba sola, a su lado se encontraba su hermano y tras ella estaban sus camaradas, los hijos de los que alguna vez fueron los héroes de Ylisse, respaldado por un grupo de soldados dispuestos a morir por recuperar la paz. En medio de la tensión su hermano, se distrajo con una mariquita que se fue asentar a unas flores que danzaban al compás del inquieto ventarrón. De repente el suelo empezó a retumbar y las piedrecillas empezaron a brincar, era la señal que una horda enemiga se acercaba.

– ¡Morgan no te distraigas! – Dijo Lucina seriamente, pero internamente apenada por arrancar a su hermano de aquel encanto.

La horda apareció, avanzando inmisericorde, como una plaga. Un potente rayo partió el cielo e inmediatamente las nubes descargaron toda la lluvia, Lucina desenvaino su Falchion, la alzo al cielo y dio el aval para lanzarse al ataque; el choque de ambos ejércitos fue terrible desde el segundo uno…

Lucina ahogo una exclamación y su mente salió de aquel horrido episodio, miro las flores y dijo:

– Esa vez las flores quedaron destruidas y del insecto no quedo nada y tu quedaste sumamente triste.

Se puso la máscara de nuevo, se levantó, y se colocó en medio del terreno, levanto la mirada al cielo, el viento soplo fríamente y jugueteo con los mechones de su cabello, cerro sus ojos, suspiro, desenvaino su espada, y la empuño frente a ella, lentamente dio un paso hacia atrás, al mismo tiempo que llevaba su Falchion encima de su cabeza, su otro brazo estaba extendido con la palma de la mano abierta, dio un tajo y tomo la empuñadura con ambas manos, dio un paso adelante corto y rápido al mismo tiempo que lanzo una estocada, llevo su espada hacia atrás y repitió el paso anterior, luego lanzo un tajo en diagonal hacia arriba y un segundo hacia abajo, ambos movimientos rápidos y precisos.

Mientras practicaba esos "katas", su mente se transportaba a los momentos de guerra, horribles batallas en variedad de terrenos, sin importar las condiciones climáticas, desde los más crueles inviernos hasta los más sofocantes calores. Cada tajo y estocada era una re imaginación de insurrectos y asesinos que caían abatidos por el filo de su sagrada hoja, degollados, atravesados, con el pecho partido a la mitad. Recordaba las heridas, el dolor que empeoraba con el flagelo de la lluvia, la nieve o la impregnación del polvo, tenía presente la sangre que manchaba el suelo, el olor a cenizas y muerte.

La forma llego al momento de lanzar su movimiento más característico; una poderosa estocada de gran alcance. La posición estaba lista, el hombro izquierdo estaba expuesto y su brazo estaba hacia atrás, su mano derecha sostenía su espada y la hoja estaba al nivel de su codo izquierdo, su mente aún divagaba en la pesadilla, esos monstruos sin consciencia ni corazón alzando sus armas. Lucina rechino los dientes de furia al recordar esos gruñidos tan vacíos, estaba a punto de lanzarse el ataque, cuando escucho un ruido en la distancia, este ruido la devolvió a la realidad, deshizo la "kata" y opto una postura defensiva en dirección al sonido.

– Tranquilo – Escucho.

Lucina deshizo su posición defensiva al reconocer la voz de Chom, enfundo su espada, agacho la cabeza cuando le vio venir y respetuosamente le deseo las buenas noches; Chrom le devolvió el saludo con el mismo respeto.

– Vamos, continua… – Pidió Chrom amablemente.

– Padre ¿Desde hace cuánto estabas observándome? – Pensó Lucina.

Considero conveniente no contradecirlo, retomo la forma donde se había quedado, miraba de reojo a su padre, su presencia la puso tan nerviosa que, al realizar el movimiento de la estocada equivoco un paso, al darlo más corto de lo que debía, haciendo que el golpe no tuviera el mismo impacto. Lucina hizo unos movimientos más entre tajos diagonales y saltos. La "kata" termino cuando giro la espada tres veces, la envaino y saludo al recién llegado con una reverencia.

Chrom la observo detenidamente, pese al paso errado estaba impresionado, lo demás estaba perfectamente ejecutado. Esa "kata" era reservada para espadachines avanzados o para la casta de la familia real. Aunque Basilio lo desmeritara como un mercenario "con delirios de grandeza", en su primer encuentro había demostrado ser formidable; indudablemente Marth era todo un abanico de secretos. No obstante, no estaba allí para forzarlo a revelarlos, si no para hacerlo sentir parte de la causa y tal vez congeniar con él, después de todo, estaba seguro que mala persona no era.

El primer movimiento para lograr esto, fue corregirlo. Desenvaino su Falchion se colocó en la posición anterior a la estocada, mediante ejemplos le mostro la posición correcta, mientras le explicaba la forma para realizar la técnica con éxito. Lucina asentía a cada palabra como un aprendiz a la voz de su maestro, pese a que ese error fue más una traición de nervios que una novatada, sin embargo, no iba hacérselo saber, después de todo ver a su padre enseñarle era un regalo, una vuelta al pasado, donde le explicaba, despacio, telegrafiando cada movimiento para que quedara claro, aunque veces era bastante estricto para enseñar, felicitaba cariñosamente cuando alguna técnica era dominada.

Al terminar la lección e instarle practicar Chrom hizo un comentario capcioso acerca de su padre, del buen maestro que debió haber sido, para que el tuviera ese nivel... Fue demasiado para Lucina, "la mascara" de frialdad se cayó a pedazos, se dio la vuelta y miro el firmamento para disimular una lagrima que no pudo contener.

– Mi padre…

– ¿Dónde está él ahora?

– Esta… muerto…

– Lo lamento… – Dijo Chrom con sumo pesar – ¿Puedo saber qué paso?

– La guerra señor…

Hubo silencio. Chrom aparto la mirada sintiéndose terrible, ya que su objetivo no era interrogarlo, mucho menos reabrir heridas. Rápidamente empezó a entender el porqué de su comportamiento, a veces los guerreros son así; a menudo las guerras suelen arrancar seres queridos de formas crueles e inesperadas y no hay tiempo para llorar pérdidas, el calor de la batalla y la sed de venganza "distrae", al final solo queda enfundar sus memorias en silencio.

Chrom decidido pasar a otro tema, esta vez, le aconsejo no alejarse demasiado de la seguridad del grupo, por muy versado que fuera en el uso de la espada.

– Incluso el león más poderoso puede ser abatido por un grupo de hienas.

Esto era un preámbulo para darle a entender que no estaba solo. Lucina apenitas sonrió al entender las buenas intenciones de su padre, desafortunadamente Chrom ignoraba las demás aristas del asunto. Luego, Chrom paso a otro consejo: el dormir temprano. En la guerra se debía aprovechar los momentos de "calma" para reponer fuerzas. Bromeo diciendo que se parecía a su estratega en jefe, que tenía el mal hábito de quedarse hasta tarde, practicando técnicas de combate, estudiando mapas, revisando estratagemas, dándole vuelta a las posibilidades de éxito o fracaso, muy a pesar de tener la mente cansada y estarse cayendo de sueño.

Típico de mamá –Pensó Lucina.

Después de tanto preámbulo, Chrom finalmente pudo expresar lo que quería, prometió que mientras pusiera su espada al servicio de Ylisse se aseguraría que lo tratarían como uno más, después de todo, estaba en deuda con el por salvar a Lissa. Lucina asintió y agradeció.

Chrom estaba a punto de decir otra cosa cuando escucho que Robin lo llamaba, Chrom le indico donde estaba, Cuando Robin llego y le vio con Marth, pregunto si ocurría algo, Chrom negó con la cabeza y dijo que solamente estaban charlando; Robin quedo satisfecha con la respuesta.

– Frederick te está buscando como loco.

– ¿Ocurrió algo?

Robin encogió los hombros y contesto: – Nada. Pero ya sabes cómo es.

Chrom se echó a reír, le pidió a Robin que lo llevara con él, pero antes de irse le pregunto a Marth si los acompañaba. Marth pidió humildemente unos minutos más a solas con el cosmos, Chrom lo permitió, después de todo entendía que su insociabilidad era intrínseca de su personalidad, quizá con el tiempo esas barreras desaparecerían. Chrom se alejó unos pasos cuando Lucina le detuvo y con un nudo en la garganta dijo lo siguiente:

– Milord… Mi padre… era muy parecido a usted, todo lo que soy se lo debo a él… y a mi madre también.

Ambos quedaron sorprendidos y conmovidos por las palabras del silencioso Marth, Chrom sonrió dócilmente, se acercó a él, puso su mano en su hombro y respondió:

– Me complace que lo pienses así.

Robin deseo las buenas noches y se llevó a Chrom, miro a Marth una última vez, al igual que Chrom tenía presentimientos inentendibles hacia él.

– Padre… Madre…

Después de perderlos totalmente de vista, las máscaras cayeron cerca de esas flores "hermanas", la de su rostro y las de su corazón, entonces lloro, lloro de felicidad y nostalgia por compartir un momento aún si fuera bajo una identidad falsa, pero también de impotencia al tener a sus padres tan cerca, pero tan lejos al mismo tiempo.


Notas de la autora:

Bueno… he aquí mi primer fic de fire emblem. Hace tiempo deseaba introducirme a esta saga, pero por diversos motivos no lo hacía, hasta ahora con Fire emblem awakening; creí conveniente empezar por aquí.

De lo poco que he jugado me ha gustado mucho, y la historia me ha parecido muy buena.

Lucina se ha convertido en mi personaje favorito, ella es básicamente un Trunks del futuro xDDD por culpa de ella he venido a parar aquí jajajajajajajajaja… xDDDD
Pues… de este pequeño one shot puedo decir que "cronológicamente" se ubicaría después de que ella y Chrom pelean en Ferox y antes que ella intervenga en el asesinato de Emmeryn, se que de ese lapso no vuelven a congeniar, pero se me ocurrió hacerlo y ya xDDDD

La palabra "kata" es como decir una "forma" son técnicas realizadas al aire, ya sea solo o acompañado (esto es más que todo bunkai) donde se practican golpes, patadas y demás, que tienen como finalidad practicar y memorizar técnicas que posteriormente se utilizarían en batalla, normalmente esta palabra se asocia al Karate, pero tambien es utilizada para otras artes marciales como el kendo, el ninjutsu etc...

Como "curiosidad" cuando Lucina esta haciendo la "kata" la saque directamente de una escena de la pelicula de Konan el barbaro, donde el esta haciendo sus formas en el mar, despues de que el se recupera.

Bueno… espero les haya gustado, esta historia corta y sin acción, pero con "sentimiento"
Hasta luego…

Fic publicado el 20/06/2022.