-Este fic es una precuela de mi historia "El Sentir de Un Uchiha" centrada en Sasuke, Sakura y Sarada. Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración,historia y pasados de los personajes (Fugaku, Mikoto, Itachi y Sasuke) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3
El tiempo era algo invencible, siempre acababa ganando su lugar en la vida de las personas, era el elemento más indetenible de la existencia humana y pese a los grandes logros que un Shinobi pudiera tener a lo largo de su vida, llegaba una instancia en que todos debían dar paso a la nueva generación y eso sucedería de ahora en más; lord Fujitama era el hombre más respetado de Clan Uchiha, alguien tanto intimidante por su poder como por su reputación y que si bien se encargaba de comandar a la Policía Militar con una dedicación envidiable e insuperable, por primera vez en años planeaba retirarse de la escena púbica, por supuesto que en las sombras continuaría siendo quien diera las ordenes más específicas y puntuales pero en imagen su lugar como capitán de la Policía Militar seria ocupado por su hijo Fugaku que con ya dieciocho año cumplidos debía comenzar a asumir el peso real que conllevaba ser el líder del Clan, responsabilidad que tarde o temprano seria solo suya. Observándose frente al espejo, terminando de calzarse el uniforme y teniendo de compañía a su hermano Teyaki que decía estar próximo a casarse, Fugaku sabía que eso era lo que quería; no había mayor logro personal que proteger a los suyos siendo el líder del Clan y tomando las decisiones pertinentes, pero eso no era lo único, ahora más que nunca las presiones de que encontrara una esposa adecuada se cernerían sobre él con la amenaza de un posible conflicto entre Konoha y Amegakure cuando muchas familias guerreras penderían de un hilo. La guerra acabaría estallando eso era evidente, pero los menos preocupados eran los Uchiha, ellos estaban más que acostumbrados a lidiar con guerras desde su propio nacimiento.
-No puedo creer que el tiempo pase tan rápido, me parece que aun sigues siendo un adolescente- sonrió Teyaki, golpeándole amigablemente le hombro.
-Solo cumplo dieciocho años, Teyaki, no es el fin del mundo- desestimo Fugaku con una sonrisa ladina.
-Dieciocho…- suspiro con abrumadora nostalgia, después de todo Fugaku siempre seguiría pareciéndole un niño, así lo recordaba, -yo no hice nada acertado hasta los veintitrés- aclaro como prueba de que no por ser "mayor de edad" tenía que ser precisamente un adulto en comportamiento en el explícito sentido de la frase.
-Comenzamos a salir hace solo un mes-discutió Uruchi al entrar y escucharlo, dejando sobre el escritorio un poco de té.
-Porque eres adorable- aclaro él, haciéndole un guiño.
Resultaba divertido de observar y catalogar Teyaki desde sierpe había sido alguien solitario, el mejor hermano mayor que Fugaku hubiera podido imaginar tener y no pensaba sentir los porque esta vez el foco de su atención fuera una bella joven a quien incluso comenzaba a considerar como una hermana por el tiempo que pasaba en casa, quizás fuera algo premeditado pero Teyaki a sus veinticuatro años ya comenzaba decir que estaba dispuesto a casarse lo más pronto posible, en su caso él contaba con la libertad de no tener que lidiar con ningún tipo de expectativa, eso y que Uruchi era del entero agrado de su padre, pero Fugaku por su parte no contaba con esa oportunidad. Centrado en cumplir con su deber la pie de la letra sin dar lugar o espacio a las quejas de ningún tipo no disponía del tiempo suficiente para desafiar el compromiso matrimonial que secretamente lo unía a Mikoto y quería hacerlo, pero era difícil encontrar a una candidata más digna a ese lugar siendo que se trataba de la sobrina bisnieta de Madara Uchiha, pero tenía que hacerlo, Mikoto era aún una niña ¡trece años!, ¿Cómo hacerle entender que estaban comprometidos si ella claramente está teniendo interés por alguien más? No es que esta idea le desagradara, pero si él no encontraba alguien más digna elogios y de ocupar el lugar a su lado como su esposa…tanto el cómo Mikoto estarían forzados a lidiar con un matrimonio—por así decirlo—por política en que ninguno de los dos tendría ningún deseo de llevarse bien en ningún caso, ¿Cómo cumplir con ello? Un inmediato silencio abarco la habitación con la sorpresiva—aunque no tanto—llegada de su padre, ante lo que tanto Teyaki como Uruchi se hubieron retirado, sabiendo que lo que sea que lord Fujitama fuer a decir querría hacerlo a solas.
-Padre-saludo Fugaku escuetamente.
-Según tengo entendido, tus avances de nada sirven, Mikoto sigue siendo ajena al compromiso entre ustedes- crítico Fujitama, rondando a su hijo como si de u cuervo se tratase, evaluando y juzgando en que creía realmente pues esto lo intrigaba especialmente.
-Le pedí a lady Eshima ese favor- acepto Fugaku tranquilamente y sin titubear ni por un segundo, -Mikoto solo tiene trece años, presionarla sería un error-justifico, convencido de ello, pero sin saber cómo salir de ese predicamento.
-También he oído que le interesa un muchacho, Ren Uchiha, de buena familia y muy caballeroso- divago Fujitama, deteniéndose y observando fijamente a su hijo que no mostró ningún tipo de emoción ante sus palabras. Fugaku era todo lo siempre había deseado que fuera, pero no le tomaba el peso a la idea del matrimonio, justo como él había hecho en su día. -Fugaku, tu lealtad para con el Clan no puede flaquear, es tu deber- recordó, acortando la distancia entre ambos y esperando que entendiera la labor que le había encomendado por el bien del Clan.
-¿Amabas a mi madre cuando te casaste con ella?- cuestiono Fugaku finalmente, rompiendo con su silencio.
Siempre había querido hacer esta pregunta, apenas recordaba a su madre sin importar cuanto deseara hacerlo, había sido un niño al momento de su muerte, incluso Teyaki la recordaba pero él no, solo sabía en su corazón que había sido una madre afectuosa, jamás había intentado presionar o apremiar que sus hijos crecieran y cumplieran con su deber, lo contrario a lo que su padre hacia; claro que el deber de un Uchiha para con su clan era una cuestión de honor que no podía ignorarse, pero…¿a qué precio? Mikoto era una hermana menor para él, y ella seguramente lo veía de la misma forma, como si fuera el hermano mayor que nunca había tenido, ¿Cómo cambiarían las cosas entre ambos únicamente con el fin de cumplir con su deber con el Clan? Era injusto, eso hasta él lo sabía. Contrarios al clan Hyuga que practicaba la endogamia con absoluta libertad, solo formando familias entre si los Uchiha no tenía el menor reparo en interactuar con los civiles, no centrándose solo en mantener cierto grado de "pureza", el Sharingan era un gen dominante sin importar cuantas generaciones pasaran, no era algo tan frágil como el Byakugan de los Hyuga que sin el debido cuidado podía perderse, pero aun así este grado de "pureza" si les era exigido a los líderes del Clan, Fujitama había cumplido con su responsabilidad; su padre Naka Uchiha había sido el guerrero más habilidoso y el mejor estratega del Clan, eso había hecho que pronto hubiera sido elegido como líder y su esposa había sido elegida bajo la misma expectativa, la fortaleza y entrega en el campo de batalla y cuando había llegado su momento con tal de no pecar de endogamia Fujitama había hecho igual al contraer matrimonio con Ayame, la mejor guerrera en todo el Clan y a quien había amado sinceramente pese a que al haberse casado con ella no hubiera hecho más que cumplir con su deber, pero con ya dos generaciones de evasivas era obvio que no había nadie mejor para ser la esposa del líder del clan que no fuera Mikoto, ella era perfecta en todo y su talento era incuestionable, aun cuando Fugaku no quisiera admitirlo.
-Yo me case por amor con Ayame- aclaro Fujitama en caso de que su hijo tuviera alguna duda al respecto y era comprensible, pero no era aceptable olvidar su deber, -pero no hubiera sido mi esposa sino hubieran concertado un matrimonio entre nosotros- aludió únicamente porque por más frívolo o egoísta que sonara el deber no siempre traía la felicidad, él en lo personal estaba agradecido por haber amado a Ayame y viceversa, pero en ocasiones esto no era posible. -Fugaku, solo te pido que se lo digas, de otro modo tendrás por esposa a una mujer que te odie- de mala gana Fugaku asintió puesto que su padre tenía razón, pero hace y decir eran dos cosas totalmente distintas, -si permites que alguien gane su corazón antes de que ella sepa su deber y lugar como tu esposa…tu futuro no se ve fácil, hijo, solo es un consejo, no lo veas como una imposición- aconsejo, empatizando por primera vez con él.
Ser líder de un clan significaba una labor de peso excelsa según el clan al que se refiriera y si se trataba de los Uchiha el tiempo libre era con lo que menos se contaba, él jamás había sido como Ayame, no había contado con su innato talento para ser mesurada y paciente, tan atenta y alegre, tan afectuosa, no había podido ocupar el lugar vacío que ella había dejado con su partida y había sido imposible hacerlo desde el primer momento, sabía que Fugaku había aprendido el modelo de vida de él y en parte lo enorgullecía y preocupaba, Teyaki era como Ayame, solía tomar las situaciones con ligereza, no le importaba realmente el peso que tuvieran las responsabilidades, pero Fugaku por el contrario meditaba muy bien que hacer antes de actuar, para él la lealtad y responsabilidad con el clan lo era todo, pero esto también era una desventaja porque la labor de un líder nunca llegaba a conectarse si no tenía a su lado a una esposa que fuera un apoyo y a la vez que fuera neutral para hacerle ver cuando estaba cometiendo un error, después de todo lo que se decía era cierto. Detrás de todo gran hombre había una mujer más grande, Fugaku comprendía esto pero no le brindaba la importancia necesaria y debía hacerlo. No le gustaba reconocerlo pero estaba equivocado y vaya que lo sabía, pero aun así Fugaku no quería arruinar la amistad entre Mikoto y él, pero tendría que hacerlo, no tomaba en serio el tiempo que se le estaba acabando y encontraba a alguien más que pudiera ser su esposa o de lo contrario Mikoto lo odiaría para siempre.
-Si, padre- acepto Fugaku.
Lo curioso de los rumores es que efectivamente siempre tenían algo de ciertos sin importar cuan descabellados fueran, porque aludían a una persona y algo respecto a ella que resultaba…interesante; efectivamente y como algunos decían la hija de lady Eshima y clandestina prometida del heredero al liderazgo del Clan, Mikoto, ya no era la misma niña inocente que en su momento había deambulado por la aldea a punto de participar en los exámenes Chunin de los que ciertamente había sido promovida, de hecho era el único miembro de su equipo que con solo trece años—próxima a cumplir los catorce—había comenzado a rendir misiones individuales y dignas de un Jonin, rango al que se decía la promoverían pronto pero y si bien era una joven de lo más excelsa y talentosa, de principio a fin, no se podía olvidar que era una joven enamorada de la vida y la idea del amor como sucedía con la mayoría de las Kunoichis de su edad. Ren Uchiha era un prospecto ciertamente encantador, de quince años y ya siendo Jonin desde hace un par de meses, un miembro de elite de la aldea y alguien a quien designaban labores diplomáticas, un tema que últimamente resultaba peligroso teniendo en cuenta la animadversión entre Konoha y Amegakure que está haciendo sentir nerviosos a algunos. En este otro punto es que los rumores también eran ciertos, claro que Mikoto estaba románticamente interesada en Ren, pero ¿Cómo no estarlo? Caballeroso, gallardo, inteligente, dulce, afectuoso y servicial que pese a que fueran amigos siempre la hacía sonreír, ¿Cómo no enamorarse así? Por razones que Mikoto aún no alcazaba a comprender su madre se oponía ligeramente a que ambos fueran más que amigos pero, encontrándose con Ren de camino a casa…evitarlo era lo último que deseaba hacer.
-¿Todos en tu familia son así de lindos?- pregunto Ren repentinamente si ser capaz de quitarle los ojos de encima.
-Me gusta creer que soy la más bella- contesto Mikoto con una inocente sonrisa.
-Lo eres- elogio él.
Huérfano de padre y siendo el tercero de cinco hermanos—dos hermanos mayores y dos hermanas menores—Ren no tenía un peso real sobre si, pero le gustaba sentirse útil y por ello es que desafiando los logros de sus propios hermanos mayores había sido promovido a Chunin a los diez años y a Jonin hacia solo unos meses atrás en la última misión realizada y donde coincidentemente había conocido a Mikoto, no era el tipo de chico que pasaba de una conquista a otra, de hecho hasta la fecha las chicas no le interesaban en lo más mínimo, pero apenas y había conocido a esa sublime belleza de cabello azabache azulado todas sus creencias se habían desvanecido; la idea del amor a primera vista…por fin creía en ella aunque no tenía el valor como para invitarla a una cita, pero habiéndola visto parecer y a solas frente a su mesa en la Tienda de Dangos luego de haberse reunido con su compañeros de equipo, no había sido capaz de desperdiciar la oportunidad. Mikoto era por lejos la persona más diferente y única que hubiera conocido sobre la tierra, podía ser inocente e infantil, incluso ingenua, pero también era muy fría y seria si se lo proponía con la suficiente convicción personal, esto último le permitía cumplir con cada misión con un profesionalismo y dedicación envidiables para cualquiera, no era el tipo de persona que necesitara ayuda en una batalla pero sabía cuándo reconocer que esta era necesaria. Desde el primer momento en que la había visto lo había asombrado su abismal belleza, el modo en que sonreía a todo y a todos a su alrededor y como podía hacer que cualquier hombre perdiera la capacidad de hablar, era soñadora, pero eso solo la hacía parecer aún más angelical de lo que ya era.
-¿Hay muchas personas en tu familia?- curioseo Mikoto apoyando el mentón en la palma de su mano en un intento por parecer más seria y menos abrumada por su atención.
-Demasiados como para contarlos-rió Ren, entornando los ojos.
Sin importar que ya hubieran pasado semanas desde la primera vez en que se habían visto, Ren olvidaba que no sabía casi nada de ella ni ella de él, pero quería todo de ella; quería conocer que le disgustaba y que no, cuáles eran sus flores predilectas, quería hacerla feliz como ella lo hacía sentir con el simple hecho de sonreír…era una tarea muy difícil siendo que él ya comenzaba a proyectarse al futuro, pero la razón tras esto no era algo nada sorprendente, después de todo era un Uchiha y una vez se conocía la idea del amor en profundidad se volvía la mayor de las adicciones a conocer. Sin poder evitarlo u suspiro soñador abandono las labios de Mikoto al escuchar tal respuesta; le fascinaba oír de aquellos congéneres suyos que poseían estirpes numerosas, tristemente ella había sido hija única, según su madre le había dicho una vez hace mucho tiempo; su padre y ella nunca habían pensado en tener más hijos, porque habían sido jóvenes plenos y felices, pero en ocasiones se sentía sola y le hubiera gustado al menos tener un hermano o hermana menor, por ello y si algún día era madre se prometía tener dos hijos o más, y ya que no habían un legado de importancia sobre su persona—más allá del hecho de ser por sangre la sobrina bisnieta de Madara Uchiha—sabía que podría dedicarse a ser madre y dar amor con libertad a sus hijos, no es que su madre no hubiera sido una madre amorosa, pero al ejercer su rol como miembro de la Policía Militar no podía pasar mucho tiempo en casa, por lo cual y sin importar el futuro, estaba dispuesta a dejar de lado sus logros y títulos como Kunoichi y dedicarse a ser madre y esposa, muchos de quienes la conocía se sorprenderían, pero era lo que quería hacer luego de haber sido de utilidad para su aldea.
-Estuviste magnifica en la misión, harás que todos se enamoren de ti- adulo él sin poder evitarlo y es que conocía a un gran número de Genin y Chunin que suspiraban por ella.
-No soy tan buena- desestimo ella sin poder evitar reír.
-Claro que sí- discutió Ren pero sin conseguir ser serio, o no teniéndole en frente
-No, o al menos no tanto como lo soy cociendo, cocinando y aseando, tengo mucho tiempo libre- sonrió Mikoto, ya que si le gustaba que la reconociera pro algo era por su talento como ama de casa. -Oí sobre una misión diplomática a Amegakure, ¿iras?- indago ingenuamente, entrelazando una de sus manos con la de él sobre la mesa distraídamente.
Su madre le había preguntado a donde iba este interés romántico por Ren y que al parecer se había vuelto poco menos que del entero dominio público en general, no sabía si era amor verdadero, podía y no serlo ya que al fin y al cabo era muy joven para juzgar el nivel de sus aseveraciones, pero eso importaba poco; la mayoría de los Uchiha—increíblemente, aunque solo unos pocos lo sabían—solo conocían un gran amor en su vida una vez, era algo oculto en su genética, se decía que esto se remontaba al propio Indra Otsutsuki que según las antiguas crónicas había amado a su esposa Sanavber con una intensidad emocional tan grande que se había vuelto plasmable a su muerte y todos los Uchiha tras él habían seguido esta pauta, claro que se podía creer sentir amor por otras personas en alguna ocasión pero no era amor en realidad era una simple ilusión, pero cuando era amor verdadero…se sabía en el corazón, era como un hechizo, Mikoto aún no sentía eso cuando veía a Ren pero él era tan guapo y atento y la hacía sentir tan especial que creía que tal vez, con el tiempo, eso se convertiría en amor. Reparando en las palabras de Mikoto, Ren deseo que así fuera, es decir; si le habían plasmado la idea básica de la misión y lo que tendría que hacer si participaba en ella pero la decisión final la tomaría el Hokage con respecto a quienes participarían en la misión y claro que algunos intentarían interceder para impedir que un Uchiha participara en ella, ¿Absurdo? No tanto, Kagami Uchiha había sido un antiguo amigo del Tercer Hokage en su momento pero luego de que hubiera sumido como Tercer Hokage Hiruzen Sarutobi se había vuelto presa fácil de sus consejeros; Danzo Shimura, Homura Mitokado y Koharu Utatane que permanentemente hacían críticas con respecto a que clanes debían ser cuestionados con premeditada cautela y el Clan Uchiha claramente encabezaba esa lista .
-Me gustaría- suspiro Ren, afianzando el agarre de su mano por sobre la de ella que lo observo u tanto confundida por su respuesta, -quiero ser de utilidad, pero aún está a debate a quienes enviaran, no quieren parecer predilectos por ningún clan en particular- aclaro, aunque muchos o si es que no todos los miembros del Clan Uchiha sabían muy bien la auténtica razón tras esto.
-Estoy segura de que te elegirán- garantizo Mikoto, confiando en las capacidades propias de él y que ella ya había visto como para armar un juicio al respecto, -y en todo caso…aún hay tiempo- desvió el tema sin poder evitarlo, parpadeando coquetamente con el fin de engatusarlo, no quería que se preocupara innecesariamente, le disgustaba que las personas a su alrededor se sintieran así, y disfrutaba ser una mediadora pacifista en aquel plano.
-Sí- sonrió Ren, siguiéndole la corriente porque ella efectivamente tenía razón, como siempre. -Mikoto, llevo tiempo intentando decir esto y…creo que si no lo hago ahora perderé el aliento- soltó finalmente, causando el desconcierto y anticipación de ella que le indico con la mirada que hablara si ese "algo" le pesaba tanto. -¿Te gustaría que…saliéramos, alguna vez?- aludió intentando no ser demasiado directo para no incomodarla.
Ambos eran jóvenes y el último tiempo con la idea de hacer o morir ante las hostilidades entre Konoha y Amegakure existía cierto aire romántico en el aire, todos lo estaban sintiendo y prueba de ello eran las parejas divisibles en cada lugar de la aldea y no era ninguna broma, se decía que al filo de la guerra surgía el amor y al parecer era así, no quería esperar más tiempo, fuera lo que sea que tuviera que suceder, quería conocer en profundidad a esa hermosa mujer que le quitaba el aliento con solo parpadear, no sabía si Mikoto sentía lo mismo que él pero el punto de todo era eso; averiguarlo y no lo desalentaría que su sentir fuera o no correspondido, ante alguien tan angelical era simplemente imposible sentirse rechazado o ninguneado sino más bien extasiado, pero sin importar que deseara tener la oportunidad de tener una cita con ella no pensaba siquiera en presionarla. El primer e inmediato impulso de Mikoto fue sonreír con más dicha de la que hubiera sentido en su vida, su primera cita…Kami, que oportunidad más maravillosa, y sin importar que su madre le hubiera manifestado su confusa e injustificada oposición a una posible relación entre ella y Ren, Mikoto no habría podido imaginar tener una cita con nadie más que él y le emocionaba la idea, Ren era absolutamente perfecto a sus ojos. Por una vez no le importaba que su madre la empujara continuamente a pensar en Fugaku como un mejor interés para ella, la verdad nunca pensaría en tener algo con él más que la amistad—casi propia de la que debería existir entre hermanos—que compartían desde siempre, él era demasiado serio como para considerarlo de esa forma.
-Me encantaría- sonrió ella inmensamente feliz, asintiendo apresuradamente por la emoción.
-¿Qué tal mañana?- pregunto él, abrumado por la oportunidad ante la cual ella no se estaba negando
-Di una hora y ahí estaré- sonrió Mikoto, sosteniendo firmemente las manos de él entre las suyas.
Parte importante de pertenecer al Clan Uchiha significaba mantener una imagen y la razón tras esto era la reputación de guerreros que tenían continuamente sobre si, resultaba soberbio pensar así pero era al realidad si de Shinobis se trataba y donde la reputación en el campo de batalla y en las guerras definía el reconocimiento de un Shinobi y que tanto se hablaba de él en el mundo, Mikoto no soñaba con emular a figuras tan poderosas como el gran Kagami Uchha o el infame Madara Uchiha, prefería dejarles tales reconocimiento a otras personas más merecedoras como Fugaku, Teyaki—aunque él mismo no se considerara digno—y lord Fujitama por supuesto, además de su madre. Todos tenían un rol que cumplir y contraria a muchos de sus compañeros de generaciones que anhelaban aventuras, algo extrañamente le decía que su futuro no se decidir en un campo de batalla o en luchas fútiles, ¿extraño? Tal vez, pero desde siempre había ambicionado logros de los que disfrutar mientras fuera joven, pero eso no significaba que estuviera dispuesta a mantenerlos y esto la confundía porque aún no estaba muy al tanto sobre lo que realmente quería para su persona, quizás estar con Ren le hiciera ver que camino debería seguir realmente. Divagando en estos pensamientos idealistas, como tanto solía sucederle, despertó de su ensueño al sentir que el agarre de Ren sobre sus manos se vencía sutilmente, dándose cuenta entonces de la dirección en que estaba observando y que la hizo voltear encontrándose con un hombre al que no reconoció y que a varios pasos de donde ellos estaban parecía estar llamándolo con la mirada, por simple reconocimiento de rasgos similares en ambos Mikoto no tardo en suponer que él quizás sería uno de sus hermanos.
-Quiero hablar más, pero debo regresar a casa- se disculpó indicándole con la mirada a su hermano mayor.
-Igual yo- tranquilizo ella ya que había quedado en pasar la tarde con sus amigas.
-Adiós, belleza- se despidió Ren, besándole le dorso de la mano.
-Hasta pronto- suspiro Mikoto, sonriéndole en todo momento.
Aun sentada frente a la mesa e incapaz de moverse, Mikoto sostuvo la mano de Ren, ambos separándose muy lentamente sin romper el contacto visual y, al hacerlo, viéndolo partir junto a su hermano, Mikoto se llevó esporádicamente una mano al centro del pecho, la idea del amor era algo hermoso y no disfrutar de ella era el peor error a cometer en la vida, podía sonar ambiguo e incluso cursi pero una virtud de Uchihas era disfrutar del amor en todas sus forma existente y ya que ella no tenía hermanos incursionar en la mayor muestra de amor como lo era entregar sinceramente el corazón por primera vez no le parecía cuestionable siquiera, dentro de un mes cumpliría catorce años, y dentro de cuatro años tendría dieciocho y seria libre como un ave, libre de vivir su propia vida, ya nadie podría cuestionarle nada, ¿Existía algo más perfecto? Por desgracia siempre había algo que irrumpía en su felicidad y lo sitio situarse de pe tras ella, arruinando su hasta entonces perfecta fantasía. Todos tenían un ángel guardia en el mundo o una conciencia que les dijera que hacer; en ocasiones esa persona era una madre, otras veces un madre, un hermana o hermano mayor o menor, y lamentablemente en su caso esta personita tan latosa era Kiyoshi Uchiha, su mejor amigo en momentos de necesidad—chaperón y guardaespaldas a ojos de su madre—y que solo por ser un mes y diez días mayor que ella creía tener la obligación de estar continuamente cerca cual defensa impenetrable para quitar del camino a posibles idiotas, claro en sus primeros días a Mikoto esto le había parecido lindo, pero ahora—y si bien agradecía su desinteresada labor—no estaba muy segura de que todo este paradigma fuera necesario como él se empeñaba en hacerle creer.
-Resulto inevitable oír…- inicio Kiyoshi.
-¿Me estas siguiendo?- cuestiono Mikoto, pasando a segundo plano la felicidad que hasta entonces había sentido.
-Sí- admitió para furia de ella que se irguió y volteo a verlo coléricamente, -no quiero que te lastimen, eres muy ingenua- justifico antes de ser brutalmente silenciado por ella que lo sostuvo del cuello alto de la camiseta.
-Di eso otra vez, Kiyoshi, y te romperé la nariz- amenazo la Uchiha observándolo fijamente y de forma intimidante, haciéndolo tragar saliva sonoramente por los nervios, la reacción que quería lograr. -Tengo derecho a enamorarme, ¿no?- inquirió soltándolo, permitiéndole recuperar el aliento.
-Sabes cuál es la respuesta- suspiro Kiyoshi que lo que menos quería era hacerla sentir inferior pese a lo enamoradiza que era.
-Entonces, no te metas- sugirió Mikoto escuetamente, remplazando su rostro fúrico por una deslumbrante sonrisa. -Ahora, debo despejar mi agenda, tengo una cita- determino como orden de que él debía guardar silencio.
No esperando una respuesta siquiera, porque no la necesitaba, Mikoto se hubo retirado sin más teniendo en mente la planeada reunión que había orquestado con sus amigas con el fin de hacer que Kushina aprendiera algo de conducta civilizada, aunque pensándolo mejor…la Uzumaki o tenia remedio en ese plano, pero eso hacía que la considerara su amiga, porque tenían más en común de lo que tendrían con otras personas. Conociendo a Mikoto desde los ocho años y habiendo visto todas sus caras, reacciones y manías, Kiyoshi debía reconocerlo; sentía lastima por Ren o cualquier hombre que algún día tuviera la dicha o desgracia de conquistar el corazón de Mikoto, su amiga podía ser un ángel en cuanto a belleza y prestancia se trataba, cautivando inmediatamente a todos a su alrededor, pero era el ser más intimidante sobre la tierra si se lo proponía, pero no por eso se rendiría, continuaría insistiéndole a Mikoto que su ingenuidad en algún momento le jugaría en contra porque era al verdad, su amiga era muy dulce e inocente pero pese a estar próxima a cumplir catorce años no dejaba de ser una adolescente enamorada y eso era peligroso, claro que nunca superpondría el amor por encima de una misión, nadie cuestionaba eso, sino el motivo por el que el amor era peligroso a su edad y no solo por eso sino porque era una Uchiha; el amor siempre tenía nefastas consecuencias y Mikoto no era diferente en nada a cualquier otro Uchiha que pudiera sentir amor y que viera esto convertido en odio por una perdida abrupta e infinitamente dolorosa.
El amor era un arma de doble filo.
-Mi madre dijo, si un chico no ve tu belleza interna, entonces no vale la pena- repitió Yoshino recordando con frustración las palabras de su madre. -¿No es muy cruel?, ¿En qué mundo vive?- suspiro, desplomándose sobre la cama, resultando irrisoria para al Uzumaki por su dramatismo.
-En Konoha- bufo Kushina sin apartar la mirada de su lectura.
Había llegado a Konoha desde hace meses y sin embargo nunca se amoldaría del todo estar allí, no era su tierra de origen y no tenía amigos, sus padres trabajaban todo el tiempo y siempre estaba sola, un día Mikoto se le había acercado y lidiando con la misma situación que ella la invitaba a su casa todo el tiempo, pese a ser la Jinchūriki del Kyubi lo cual hacia que muchas veces la Uzumaki se despreciara a sí misma, incluso la Uchiha había hecho que sus cercanos y amigos la vieran y trataran con ella, claro que Kushina aún no sabía que hacer o cómo lidiar con tantos vínculos de amistad porque pese a la aparente hostilidad y orgullo que todos los Uchiha representaban diariamente ella era muy sociable y amigable, pero quizás algún día lo haría, por ahora y habiendo escuchado la dramática explicación de Yoshino Nara solo podía pensar que Mikoto era madura en comparación a ella, pero ¿Qué podía decir ella? Con solo diez años y siendo casi cuatro años menor que Mikoto no podía armarse ningún tipo de juicio exacto, ni pensaba hacerlo. Rebuscando en su armario y dejando sobre la cama sus mejores vestidos y ropa, que elegía no usar diariamente por motivos obvios, Mikoto asintió al reparar en las palabras de Yoshino que como la mayoría de los miembros del Clan Nara se entretenía soñando despierta, solo que sus sueños eran tan inocentes como los propios, aunque usualmente no lo demostrara Mikoto se consideraba una persona muy vanidosa, sabía que era hermosa, todos se lo decían, pero nunca elegía sacarle autentico partido, pero ahora que Ren estaba tan interesado en ella quería lucir deslumbrante, quería que él no pudiera quitarle los ojos de encima ni por un segundo.
-¿Qué te parece?- inquirió Mikoto, tomando un vestido negro, de mangas holgadas y ceñidas en las muñecas, así como de escote en V pero adecuadamente conservador, con el tan tradicional emblema de los Uchiha en la espalda.
-Perfecto- asintió Kushina, levantando muy brevemente la vista de su lectura, -resalta tus ojos- elogio sonriéndole a la Uchiha que fingió superioridad ante su respuesta.
-Nunca voy a tener novio- suspiro Yoshino, frustrada.
-Los novios no sirven de nada- aconsejo Kushina que si bien tenía por gruñona a Yoshino ahora parecía una niña normal, enamorada por un idiota.
-¿Cómo lo sabes, Kushina? Nunca has tenido uno- sonrió Mikoto, observando tras su cama y a una prudente distancia del espejo de su tocador, como se le vería el vestido.
-No necesito uno, solo perdería el tiempo- protesto la Uzumaki, habiendo olvidado el ideal de romanticismo que su amiga compartía con Yoshino.
-¿Qué hay de ese tierno pero valeroso rubiecito?- indago la Uchiha, volteando a ver a su pelirroja y infantil amiga que alzo peligrosamente la mirada, indicándole que se callara, -¿Cómo se llama?...oh, ya recuerdo, Minato Namikaze- se contestó a sí misma de forma cantarina, jugando distraídamente con un mechón de su cabello.
-Es solo un flacucho medio afeminado, nada más- zanjo Kushina, dando por cerrado el tema.
Si no conociera tan bien a Kushina, Mikoto fácilmente hubiera dicho que estaba siendo sincera, incluso había cierto tono de desprecio en su voz pero Kushina actuada de forma diferente con quienes la molestaban que con quienes la trataban con afecto y las personas que hacían esto último era escasas y aumentaban gracias a lo persuasiva que ella era por presentarle a sus amigos y vaya que estaba dando resultado, pero una personita especial que merecía elogios eran Minato Namikaze, ese adorable rubiecito—como a Mikoto al parecer le gustaba llamarlo—que siempre la traba con respecto pese a que Kushina se empecinara por mantenerlo lejos de si, aunque ni la propia Uzumaki era capaz de definir si lo odiaba solo porque si por lo latoso que era o si simplemente le causaba antipatía por su boba sonrisa y que el dedicada cada vez que la veía, era amable con ella pese a que ella se empeñara en asustarlo de serle posible, algo ante lo que muchas otras personas retrocedían…no, ¿en que estaba pensando? Si, lady Mito le había dicho—la fallecida esposa del Primer Hokage, Hashirama Senju—a su llegada le había dicho que solo el amor hacia llevadera la existencia de un Jinchūriki, pero Kushina no pensaba creerlo, ¿Quién se enamoraría de ella? No, Mikoto y Yoshino ya la estaban contagiando, estaba divagando sobre tontas cosas sin sentido y definitivamente—volviendo a concentrarse en el pergamino que estaba leyendo—tenía que recordar la realidad, su realidad y a lo que aspiraba como Kunoichi; ser la primera mujer Hokage pese a ser una extranjera eso quería y lo conseguiría.
-¿Y si arreglas mi cabello?- pregunto Yoshino levantándose velozmente de la cama, haciendo que Mikoto meditara al posibilidad, nunca lo había intentado pero podría funcionar después de todo lady Ami Haruno le había dado unas cuantas clases. -Te pagaré- ofreció dispuesta a todo.
-Trato hecho, necesito más ropa- decidió Mikoto a modo de justificación, indicándola a Yoshino que la siguiera, situándose frente al espejo de su tocador e indicándole Yoshino que se situara frente a ella, analizando desde aquella perspectiva que podría hacer. -Despuntado, y…¿quizás unos reflejos?- consulto, visualizando en su mente como todo debería terminar y verse sobre la Nara.
-Sí- asintió Yoshino emocionada, volteando a ver a Mikoto que justo como reflejaba el espejo le sonrió radiantemente, no había nadie tan hermosa como ella. -Lo quiero hermoso, como el tuyo- adulo, haciendo que la Uchiha se sintiera sobrecogida en demasía.
-¿Con puntas abiertas?- bromeo Kushina.
Nada divertida por la broma, Mikoto tomo uno de los pergaminos sobre su tocador, arrojándoselo a Kushina que alcanzo a atraparlo, enseñándole burlescamente la lengua al disfrutar de su victoria. Podían decirle bruja si querían o algo peor, pero Mikoto daba por hecho que Kushina se enamoraría algún día—esperaba que del adorable Minato—y que Yoshino seria correspondida por alguien que verdaderamente la mereciera, su corazón se lo decía y nunca fallaba como casamentera.
No estaba dispuesto a aceptar un compromiso que se había hecho sin su consentimiento, de hecho se prometía a si mismo que jamás impondría tal dictamen a ninguno de sus hijos, era poco menos que una tortura permanente, muchos dirían que un matrimonio no debía verse de ese modo, pero ¿de qué otra forma podía verse? Se trataba de pasar su vida junto a una persona, no podía fingir que esa otra persona no existía, tenía que afrontarlo, pero si podía cambiar las cosas positivamente para sí y para Mikoto, aunque fuera un ápice, lo haría. Había corroborado los rumores; si, Mikoto si sentía algo por Ren y en dicho caso no planeaba arruinar su posible razón de ser feliz por un mero compromiso formal, por lo que estudiando los mejores expedientes que tenía a su alcance sobre las Chunin a su cargo en la policía militar, se disponía a romper ese compromiso matrimonial por todos lo medias y como fuera, su padre había acordado eso no él. Distraídamente y no reparando en nada más, listo para irse a dormir luego de haber cenado en casa de Uruchi como acostumbraba a hacer, sabiendo que a esa hora de la noche su hermano seguiría despierto, Teyaki ingreso en la habitación, bostezando y únicamente deseando irse a dormir, reparando en Fugaku que—sumido en su lectura—no se hubo dado cuenta de su presencia, a su entender, pero la distracción de Teyaki no hizo más que transformarse en preocupación al darse cuenta que era lo que estaba leyendo.
-Fugaku…- murmuro Teyaki, preocupado.
-Él en verdad le gusta- soltó Fugaku, intentando parecer tranquilo, como siempre.
-No sabes si siente algo por ti, ni si lo sentirá en el futuro- protesto su hermano, sabiendo a donde quería llegar, e incluso él sabía que Mikoto era el mejor futuro para él, nadie más.
-Siempre he seguido las reglas, Teyaki, siempre he hecho todo lo que padre ha dicho que hiciera- murmuro Fugaku, porque después de todo ese había sido su deber, desde siempre…pero esta vez no podía hacer lo que le pedían que hiciera, no si no sentía nada por Mikoto, vivir en un matrimonio sin amor era algo tremendamente injusto, para ambos, -pero esta vez no puedo hacerlo, no podría obligarla a aceptar, no a ella- discutió, levantando la mirada hacia su hermano, dispuesto a discutir cuanto fuera necesario.
Mikoto era un alma libre, no podía arrebatarse esa libertad e independencia por un compromiso, cortarle las alas y pedirle que asumiera un rol que ella no deseaba; soñadora, apasionada y amante de la vida, no era egoísta sino más bien todo lo contrario, incluso le había presentado a alguien tan excéntrica como lo era Kushina Uzumaki, alguien que velaba continuamente por los que eran importantes para ella, esto último era un rasgo muy valorado en la esposa del líder de un clan como lo era el de los Uchiha, pero si bien era una característica digna de elogios, también tenía algo en contra. A Mikoto le disgustaba sentirse presionada, por lo que hacía todo lo posible para que nadie de quienes la conocían supieran que entre sus predecesores figuraba el polémico Madara Uchiha. Era alguien dispuesta a perseguir sus pasiones, anhelaba logros como Jonin y Fugaku estaba seguro de que los conseguiría, tenía un espíritu sin miedo y quien tenía eso era capaz de lo que fuera, descubriendo el placer de ese algo que la hiciera feliz. Estas personas no se dejan vencer por sus obstáculos. Claro que no por ser el único miembro de su equipo próxima a ser promovida a Jonin, si algo odiaba Mikoto era presumir, todo lo que hacía era por su gusto propio y no para impresionar a nadie y si sucedía no le importaba, ser tan excepcional era lo que impedía que Fugaku pudiera cortar esta libertad, no podía encerrarla en una jaula de oro, eso no sería justo para ella.
-Es tu decisión- bufo Teyaki ya que debía recordar que ahora su hermano era mayor de edad y que por lo tanto tomaba sus propias decisiones, -pero entérate antes de tomar una decisión- aconsejo únicamente.
Por mucho que a sus ojos Fugaku siempre fuera su hermano menor, ya no era un niño y haciendo abandono de la habitación Teyaki hubo de admitir que debía dejar que razonara o se equivocara por su cuenta, pero no era fácil quedarse de brazos cruzados y dedicarse a esperar únicamente. Suspirando sonoramente al escuchar la puerta de su habitación, Fugaku hubo de reconocer que Teyaki tenía toda la razón, en cuanto a prestigio se refería no había nadie mejor que Mikoto para considerarla como un prospecto de matrimonio, pero él no quería hacerlo y sabía que Mikoto pensaría igual cuando supiera al verdad, no era solo por sí mismo que hacia esto, era por Mikoto y por su futuro.
Su madre estaba trabajando como siempre, y Ren la tarde del día anterior le había hecho llegar una notita sobre el lugar en que se reunirían, el campo de entrenamiento que él y su equipo compartían y cuya ubicación ella por supuesto conocía. Efectivamente y como había solicitado la profesional opinión de Kushina, que tenía un increíble gusto para vestir aunque se esforzara en ocultarlo bajo capas de desinterés y una conducta a social, había elegido usar el sencillo vestido negro—de mangas agitanas ceñidas en las muñecas de escote en V—con el emblema de los Uchiha estampado en la espalda, la tela del pecho—que abarcaba desde el escote a la altura del vientre—era holgada para no enmarcar ninguna curva superior de su cuerpo, especialmente porque consideraba que tenía un busto demasiado…pequeño, continuando en una falda ceñida hasta las rodillas pero siendo debidamente cómoda, fijo la vista en su camino, un tanto distraída; su madre por supuesto que se oponía a que ella y Ren llegaran a ser novios, pero no le importaba, aún era demasiado joven para ver algo con auténtica seriedad, ¿Qué más daba que tuviera un novio? No era el fin del mundo. Meditabunda detuvo sus pasos, no pudiendo evitar reflexionar al respecto; no quería molestar a nadie ni mucho menos hacer que su madre se molestara, pero todo estaría mil veces más claro para ella si tuviera respuestas, cosa que por alguna razón no querían hacer. Repentinamente sintió a alguien tras suyo y buscando sutilmente en el interior de una de las mangas de su vestido extrajo un kunai, dispuesta a defenderse o voltearse como simple gesto de defensa, pero algo se lo impidió; un ramo de narcisos que fue ofrecido frente a ella que la hizo sentirse sobrecogida, esas eran sus flores predilectas…
-Flores para otra flor- tendió Ren, apareciendo tras ella.
-¿Cómo lo supiste?- suspiro Mikoto, abrumada y boquiabierta. -Son mis favoritas- sonrió, no pudiendo contenerse de inspirar el embriagante aroma a narcisos.
-Un pajarito me lo contó- eludió él, intentando darse la mayor cantidad de crédito posible.
-Miyuki Yamanaka- supuso la Uchiha, arqueando una ceja al saber quién era ese "pajarito".
-Tal vez- acepto Ren, encogiéndose de hombros, haciéndola avanzar de forma imperceptible, guiándola y solo permitiéndole voltear cuando hubieron llegado al picnic que él había planeado, -pero esto lo planee yo.
Bloqueando el camino que él le había señalado para llegar al campo de entrenamiento se encontraban dos enormes ramas y cuyas hojas no solo bloqueaban la luz sino también el espléndido picnic que al quedar al descubierto hizo jadear a Mikoto que si hasta entonces había parecido boquiabierta ahora por poco y sentía que su mandíbula podía tocar el suelo, iluminado en el claro y con su comida preferida dispuesta, definitivamente la soplona de Miyuki Yamanaka se había ido de bocona y se lo agradecería, pero después por ahora solo podía quedarse quieta y observando ese panorama. Cuando conocías a una persona era imposible no conocer dignamente a aquellos cercanos a ella y siendo una persona tan sociable había resultado metódicamente fácil para Ren encontrar a una amiga de Mikoto que bajo ley de silencio para con ella le dijera que debía tener para que su primera cita fuera más que perfecta; fresas, chocolate—amargo, porque contrario a al habitual creencia a ella no le gustaban los dulces—y un ramo de sus flores predilectas, iba en serio con sus sentimientos por Mikoto, realmente quería hacerla feliz y por la deslumbrante sonrisa plasmada en sus labios debía reconocer que había dado en el clavo. Joven, ingenua—pese a que no le gustara admitirlo por más que Kiyoshi ya lo hubiera dicho—y enamoradiza por supuesto que la idea del amor resultaba tentadora, pero cualquier fantasía romántica concebida por su mente había pasado a un segundo o incluso tercer plano porque lo que Ren había hecho era simplemente sublime, perfecto…no era exagerado decir que estaba titubeando mientras mantenía esa sonrisa, luchando por recobrar el habla.
-¿Te había dicho que me haces muy feliz?- suspiro Mikoto, a punto de chillar producto de la emoción
-No- sonrió Ren, dichoso por haberla hecho feliz.
-Pues lo haces y mucho- chillo la Uchiha, volteando a verlo.
Para ser su primera cita…era más que perfecta.
PD: hola a todos prometí actualizar este fin de semana y lo prometido es ley, si como actualizar esta semana "Operación Valkiria" y el fin de semana "El Emperador Sasuke" :3 ya había mencionado que además de los fic ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar mas adelante en el futuro y pasare a enumerarlos ahora, si no les molesta: "El Siglo Magnifico: El Sultan y La Sultana" (siguiendo el final que haré para el fic de "El Siglo Mgnifico; La Sultana Sakura"), "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron cuya secuela comenzó su rodaje), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como haba prometido hacer) "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutuski en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") y que espero cuente con la aprobación de todos aquellos que siguen o comentan alguna de mis historias en todas sus formas, por no hablar de las películas del universo de "el Conjuro" y que prometo iniciar durante este año :3 dedico la actualización a DULCECITO311 (cuyos comentarios adoro, cumpliendo mi promesa de actualizar en su nombre, como siempre :3 recordandole que actualizare "Operación Valkiria" durante esta semana), a Yi Jie-san(que sentía curiosidad por este nuevo capitulo) y a todos aquellos que sigan la historia o alguna de mis otras historias en todas sus formas, sin excepción :3 El próximo capitulo tendrá por titulo "Ensueño", representando la visión de Mikoto con respecto al amor y la felicidad que parece reinar en Konoha pero que acabara en tragedia...más adelante :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
Personajes:
-Mikoto Uchiha: es un personaje que siempre me ha resultado interesante, después de todo es la madre de Sasuke y a quien él fue (descartando a Itachi, claro) más cercano en su pasado, no se como definirla específicamente pero yo diría que es una mezcla entre Sasuke, Sakura y Sarada; es fría y estoica como su hijo de ser necesario, pero a la vez inteligente y enamoradiza como su nuera, con cierto aire intelectual e intuitivo que le veo a Sarada, es una Kunoichi muy destacada, así siempre se le recuerda y un punto en que coincide toda al información de ella es que es muy hermosa y creo que quizás ella lo sabia, lo contrario que sucede en el caso de Sasuke que si bien es un personaje atractivo no parece sentirlo o no le importa, pero creo que al ser mujer debía ser de este modo en Mikoto, y de hecho intente encontrar un personaje real en el que inspirarme y de inmediato (por más infantil que suene) pensé en la caracterización de Sofía Carson como Evie, frívola pero inocente y coqueta pero ingenua.
-Fugaku Uchiha: es ciertamente un personaje muy contradictorio y que para algunos resulta neutral y otros lo odian, yo me he interesado mucho por él porque después de todo Sasuke en muchos aspectos se le parece si de conducta se trata y por lo que dijo Mikoto (con respecto a su relación en privado) tiende a no ser expresivo en publico pero eso ya hemos visto que no tiene porque ser algo malo (nuevamente sacando a relucir el caso de Sasuke) Si hay un personaje del universo Naruto que tenga algo en común con él es Sasuke, desde cierto ámbito pero creo que también Itachi por lo que figure hacerlo como alguien serio y responsable con un gran peso sobre sus hombros pero que puede abrirse con al persona adecuada (como sucedió en el caso de Sasuke con Sakura) y esa persona obviamente es Mikoto. Nuevamente intento encontrar un personaje similar como base y en el que inspirarme y me tope con Danila Kozlovsky y su interpretación de Dimitri Belikov que acalla continuamente sus sentimientos porque el deber impulsa que lo haga, pero en su interior mantiene encadenados esos sentimientos hasta un punto de inflexión.
-Fujitama Uchiha: los padres son un puto importante en nuestra vid, porque siempre nos dan lecciones y en el universo de Naruto se aprenden tanto valores de ellos como medios de conducta, lo vimos en el caso de Sasuke y ya que la historia se centra en los Uchiha cuya reputación de frialdad y autoridad se caracteriza tanto y que decidí representar con una figura paterna fuerte para todo el clan generalizadamente y que hubiera sido el motivo por el que Fugaku es el personaje que conocemos que fue, diferenciando porque Teyaki no es exactamente igual a él y los motivos que a eso llevaron, eventualmente Fujitama morirá y Fugaku será el líder del Clan, pero hasta entonces será un personaje recurrente. El personaje de Gabriel Byrne como Victor Dashkov en Vampire Academy es un villano, pero me base más en el actor para forjar un personaje tanto interior como exterior.
-Kushina Uzumaki: muchos en ocasiones (trabajando el tema de las redes sociales) califican a Kushina como una especie de…marimacho, en ocasiones, por su carácter y otras cosas pero creo que en realidad una especie de mascara porque—como en el caso de Naruto—su vida como Jinchūriki no debió ser fácil y eso lo representare, las dudas sobre si amar en su futuro es posible y como van evolucionando sus sentimientos por Minato porque si en "El Sentir de un Uchiha" Naruto es un personaje recurrente, sucederá lo mismo con ella y Minato aquí, lo digo especialmente para los fans de la pareja. Lucy Fry como Vasilissa Dragomir me pareció convincente como inspiración para Kushina porque tiene un conflicto entre lo que quiere y lo que es y eso en un Jinchūriki merece ser explorado.
-Kioshi Uchiha: quiero aclarar que no hay ningún personaje llamado Kiyoshi en el universo de Naruto y este no cobrara especial importancia en la historia pero si lo hará su hija, porque ya que solo tenemos registros que su padre fue un Uchiha es que él será el padre de Izumi Uchiha que más adelante será momentáneamente un personaje de carácter principal.
-Yoshino Nara: Shikaku dijo que ella siendo una gruñona (casi digna de emular a Temari) tiene sus buenos momentos y si bien en su infancia Shikamaru resulto más infantil y…soñador, decidí hacer a Yoshino un tanto semejante a él, claro que Yoshino es una niña y su comportamiento se entiende por su tierna edad, ademas de que ella me dio la idea de expandir la cantidad de personas que conforman al Clan Nara y no a una sola familia como parece representarse en el universo de Naruto, al igual que con ella; Shikaku será presentado más adelante.
-Miyuki Yamanaka: en la serie la madre de Ino no es representada realmente, es decir; si tuvo una aparición en el anime pero no se le da importancia lo cual yo creo que es erróneo, ni siquiera sabemos su nombre pero ya que los Yamanaka tienen una floristería decidí darle un nombre de flor—como ocurre con algunos personajes de Naruto—y hacer de ella un personaje más importante que participe más activamente como se ha visto que ha sucedido en el caso de su futuro esposo, Inoichi Yamanaka, también será presentado en los próximos capítulos.
Reglas de los Clanes:
-Endogamia: el youtuber Dash Aniston—a quien por cierto sigo :3—me dio esta idea y no es nada erróneo ya que muchos clanes o individuos tienden a reproducirse entre sus propios familiares con el fin de sostener cierto grado de "pureza" de sangre, en el caso de los Uchiha no fue hasta los últimos años o meses previos a la masacre que se vio cierta introspección o lejanía hacia los civiles por lo que me resultaría raro imaginarlos buscando asociarse entre si teniendo en cuenta todos los rasgos-color de cabello o tono de piel-y que se ha visto significa que no tienen ningún reparo en mezclarse con individuos de otros clanes, y en casos como Izumi y Sarada se ha visto que un solo progenitor de sangre Uchiha legitima se puede mantener el Sharingan intacto—es decir, se puede heredar sin ningún problema—caso contrario en el de los Hyuga que como se vio en el caso de Boruto y Himawari sufre una ligera alteración ya que al parecer este clan si suele recurrir a la endogamia, explorare este polémico tema más adelante porque es una realidad oscura pero que tiene lugar incluso en nuestros días.
-Habilidades o Consanguineidad: cuando los individuos se asocian en grupos familiares tan grandes como lo es un clan siempre suelen destacar algunos individuos en particular y si una mujer es elegida o valorada como una buena esposa—exceptuando el tema de la educación—esto se debe a los contactos familiares que tenga o sus logros personales y tratándose de un clan guerrero como los Uchiha es esperable que tanto hombres como mujeres ocupen el campo de batalla como se ha visto en el caso de Naori, Mikoto, Izumi, Sakura y actualmente Sarada, lo que hace que sus capacidades personales se juzguen a partir de sus habilidades en batalla, pero todo clan tiene sus propias reglas, desde luego, los Uchiha son solo un ejemplo entre tantos.
