-Este fic es una precuela de mi historia "El Sentir de Un Uchiha" centrada en Sasuke, Sakura y Sarada. Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración,historia y pasados de los personajes (Fugaku, Mikoto, Itachi y Sasuke) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3


La aldea estaba tranquila a esa hora del día, con el cielo moviéndose por el cielo en dirección a occidente para ocultarse dentro de un par de horas. Habiendo concluido su turno en el cuartel, Eshima sonrió ligeramente para sí al divisar su casa; buscando las llaves en uno de los bolsillo de su pantalón, llevando varias bolsas con víveres en ambas manos, haciendo el equilibrio perfecto para no soltar ninguna en el proceso. Al abrir la puerta, inevitablemente se le vinieron a la mente los eventos sucedidos hace ya varios meses; Amegakure le había declarado abiertamente la guerra a Konoha al tomar las vidas de Shinobis leales que pertenecían a algunos de los clanes más reconocidos; los Uchiha, los Hyuga, los Aburame y los Inuzuka, pero pese a esto y al descontento general de parte de los civiles y Shinobis, el Hokage y sus consejeros aun no aprobaban que se iniciara ningún tipo de hostilidad; los anteriores discípulos del segundo Hokage temían abrir las heridas del pasado y presenciar otra guerra como la que ellos ya habían visto siendo jóvenes. Intentando no llenar su mente de pensamientos innecesariamente fatalistas, Eshima abrió la puerta con el costado de su hombro y cerrándola casi al instante con ayuda de su espalda, esbozando una sonrisa entre cansina y triste al ver a su hija tumbada en el sofá de la sala, con la vista pegada al techo, melancólica como de costumbre.

-Hola para ti también- saludo al ver que su hija aun parecía no advertir su presencia.

-Bienvenida, mamá- contesto Mikoto, indiferente y sin apartar la mirada del techo.

Su rutina, no teniendo misiones que realizar por ahora, era la de recostarse sobre el sofá mirando el techo suspirando, claro que estaba feliz de que su madre hubiera regresado a casa, siempre la extrañaba, pero eso no la ayudaba en lo absoluto a acabar con el dolor que sentía desde la muerte de Ren, podían haber transcurrido meses desde que había despedido a su cadáver, pero la herida y el dolor seguían vivos, los dolorosos recuerdos aún se le venían a la mente en cada oportunidad. Nadie le había dicho nunca que perder a alguien sería tan doloroso. Habían transcurrido meses desde la muerte de Ren y todo había cambiado desde entonces, pero para Mikoto era como si tan solo hubiera transcurrido un día; la atormentaban las pesadillas y la melancolía, había momentos en los que sentía que no podía comer o retener nada en el estómago…era increíble el modo en que sus propias emociones parecían dominarla por completo. Claro que pese a su situación emocional, Mikoto había continuado realizando misiones de diferentes rangos, pero todos con profesionalismo, seriedad y madurez…la tristeza no le permitía disfrutar de la vida, en su lugar la estaba atrapando en una monotonía a la que su hija no quería resistirse y eso la estaba devorando y Eshima sufría enormemente por ver a su hija así…ojala y su esposo siguiera vivo para ayudarla y decirle como ayudar a su hija a lidiar con un dolor que era pasajero, aunque ella no lo sintiera así.

-Mikoto, tienes que ocupar tu tiempo en algo- reitero Eshima, perdiendo la cuenta de cuantas veces había dicho eso en los últimos meses.

-¿En qué?- pregunto Mikoto al aire antes de dirigir su mirada a su madre. -Ya lave los platos, incluso puedo ver mi reflejo en ellos- y no lo decía en broma, no tenía que hacer.

-Graciosa, pero no hablo de eso, ¿Por qué no sales con tus amigas?

-Hana está entrenando y Mebuki comenzó a ayudar a su madre con los clientes.

-¿Qué hay de Yoshino y Miyuki?

-Enamoramiento- respondió Mikoto de inmediato, causando la confusión de su madre, -ni me lo digas.

Su amigas estaban dejando los once años, en cuestión de meses ellas cumplirían doce años al igual que ella había cumplido quince años hace menos de un mes, solo que todo había pasado sin pena ni gloría por elección personal. Sus amigas por supuesto que le habían enviado regalos, pero ella no había abierto ninguno, todos estaban apilados sobre su tocador, intactos…no tenía el ánimo suficiente para celebrar nada, no podía despegarse aun de la pena…era un infierno que la quemaba lentamente desde el interior y que le impedía respirar con la naturalidad con la que siempre lo hacía. Había muerto alguien muy importante para ella, ¿cómo seguir tranquilamente con su vida como si no hubiera ocurrido nada? Era prácticamente imposible. Todas las niñas, o la mayoría de ellas comenzaban a enamorarse a una edad temprana y eso no hacia diferencia de si tendrían carreras como Shinobis o no, y ella no pensaba fingirse tonta siendo que ella misma se había enamorado de su difunto esposo Itachi siendo ambos unos adolescentes…los Uchiha podían sentir amor por muchas personas en su vida, pero amar de verdad, con todo el corazón, con toda el alma…eso era algo que solo podían hacer un vez en su vida y entones amaban con locura. Mikoto estaba sufriendo porque su primer amor había acabado en tragedia, no era el gran amor de su vida, pero si el primero y eso ya de por sí era doloroso.

-¿Y Kushina?- pregunto la Uchiha, no sabiendo en quien más pensar.

-Ahora que lo dices, no he sabido de ella desde hace tiempo- admitió la pelinegra, meditándolo por un momento, para no equivocarse.

-¿Ves?- sonrió Eshima, esperanzada. -Es la oportunidad perfecta para hacerle una visita- su hija de inmediato le dirigió una mirada incierta que ella supo identificar. -Yo cenare, pero te dejare un poco de comida por si tienes hambre cuando regreses- estaban ellas dos solas en el mundo y no les gustaba separarse.

-La comeré aunque no tenga hambre- contesto Mikoto de inmediato, sonriendo por primera vez en mucho tiempo.

-Glotona- rió la Uchiha por lo bajo, divertida y sorprendida.

¿Todas las madres estaban tan orgullosas de sus hijas? Eshima estaba convencida de que no; Mikoto nunca daba problemas de ningún tipo, era amiga de todos, nunca pedía nada para sí que fuera imposible, ayudaba en casa sin cuestionarse, prefería la bucólica tranquilidad de su hogar a la vida ociosa que tenían muchas jóvenes de su edad, estudiaba, prefería pasar el tiempo con sus amigas o leyendo que perder el tiempo y jamás despreciaba un obsequio o gesto sin importar del tipo que fuera. Ineludiblemente la muerte de Ren la había afectado más de lo previsto; su primer amor y ya había acabado mal, no era para menos, pero parecía tener la entera disposición de tomar el toro por los cuernos y continuar con su vida. Claramente no estaba dispuesta a darse por vencida fácilmente y esa era su mayor cualidad al igual que su terquedad...Kami mediante no se la transmitiría a sus hijos, porque de ser así…pobres niños. Mikoto tenía que reconocerlo; se había ensimismado mucho producto del dolor, no había permitido que i siquiera sus amigas se acercaran a visitarla, siempre le insistía a su adre en que respondiera—si preguntaban por ella—que no quería ver a nadie, había dejado que la pena la devorase, pero eso no podía continuar siendo así. Encogiéndose de hombros con sutileza, la Uchiha se peinó distraídamente el cabello con las manos, se acomodó la blusa y los shorts, y se dirigió a la puerta…

-Ah, no- detuvo Eshima a su hija, sin dudarlo ni por un momento. -Arréglate un poco, por favor, parece que estoy viendo a un muerto- solicito ante la extrañeza de su hija.

-Yo te veo como muerto todos los días y duermo bien- comento Mikoto como si nada, deteniéndose brevemente al pie de la escalera.

Obviamente a Eshima no le resulto para nada gracioso el comentario de su hija, pero; dichosa y alegre por ver que luego de meses había algo que parecía poder animarla, Eshima eligió dejarlo pasar como si fuera lo más insignificante del mundo, negando para sí al escuchar los apresurados pasos de su hija ascender por la escalera.


-Estoy en casa- anuncio Kushina, cerrando la puerta tras de sí.

La verdad no sabía porque se tomaba la molestia de anunciarse al llegar a casa si casi siempre estaba sola; sus dos padres eran Shinobis activos; su padre había partido a Sunagakure apenas el día anterior y le tomaría al menos cuatro días regresar. Por lo poco que sus padres le permitían saber de la misión; Konoha estaba buscando el respaldo de otras aldeas, por ningún motivo quería ir a la guerra, no sin haber empleado antes todos los medios diplomáticos que le fueran posibles para evitarla, aunque no es como si eso le importase mucho; claro que le importaba, pero muchos en la aldea eran prejuiciosos porque ella y su familia eran extranjeros, sus padres eran indiferentes a ellos, pero ella no conseguía serlo del todo, se sentía como una marginada, como si no perteneciera a ningún lugar. Kushina no se quitó los zapatos en la entrada, esperando corroborar que no hubiera nadie en casa, dirigiéndose hacia la cocina. Su madre seguramente debería de haber salido a hacer las compras a esa hora de la tarde, suponiendo que su hija terminaría de cumplir con otra de las cotidianas misiones de rango D que debía realizar como Genin que aún era. La pelirroja emitió un suspiro apenas audible al darse cuenta de que nuevamente estaba sola y no sabía por cuanto tiempo, más aun así se mantuvo en el umbral de la cocina, no sabiendo muy bien que hacer estando sola, más que jugar con su eco.

. ¿Hay alguien?- volvió a preguntar la Uzumaki, no viendo a nadie y dirigiéndose hacia el pasillo. Sintiendo algo extraño, como si algo no estuviera del todo bien, se detuvo y regreso su mirada a la cocina, poco antes de ver un par de sobras desconocidas emerger a través de una de las ventanas. -¡Ayuda!- clamo lo más fuerte que le fue posible, esperando que alguien acudiera a ayudarla.

Desde luego que correr fue algo completamente inútil de hacer por su parte, más Kushina igualmente lo hizo para tan solo desplomarse sobre el suelo, atrapado como a una presa, teniendo quebrantada su libertad y vuelta una cautiva, un mero objeto…


Para Sahide Uzumaki no existía nada peor que regresar a casa luego de hacer las compras para la cena y encontrar la cocina hecha un desastre con motivo de un evidente forcejeo, alguien había entrado a su casa y lo peor es que su hija no estaba y no porque hubiera tardado más de la cuenta en alguna misión ni porque hubiera elegido ir a visitar a una amiga, no, eso Sahide lo sabía bien, sabía que algo le había ocurrido a su hija, algunos podrían llamarlo burdamente "instinto maternal", pero su corazón se lo gritaba mientras se paseaba nerviosamente por el pasillo fuera de la cocina sin saber que hacer; si intentaba pedir ayuda quizás la trataran de paranoica porque los niños eran niños y salían de casa sin decir nada en ocasiones, pero ella como Uzumaki que era sabia los peligros que corría su hija no solo por tener aquel apellido sino que además por ser una Jinchūriki. Llamaron a la puerta, lo cual la distrajo muy brevemente de sus pensamientos fatalistas. Mikoto guardo en silencio a que la puerta ve abriera, alisando la tela de la blusa color negro de cuello en V y mangas agitanadas—con el tradicional abanico Uchiha en la espalda-que había elegido usar junto con los cortos shorts negros que había llevado durante todo ese día. Llevaba días sin ver a Kushina y debía reconocer que la pensar en ella actualmente, la extrañaba, pero de inmediato supo que algo no estaba bien en cuanto la puerta se abrió y quien la recibió fue la señora Sahide, teniendo un extraño brillo en los ojos.

-Señora Sahide…- saludo la Uchiha, mordiéndose el labio antes de hacer una pregunta; -¿Ocurrió algo malo?- indago, deseando equivocarse y recibir una negativa como respuesta.

-Entra por favor- fue todo cuanto la Uzumaki pudo decir, abriendo lo suficiente la puerta como para permitirle pasar a la Uchiha y cerrándola tras de sí.

-¿Y Kushina?- se extrañó la pelinegra ante semejante silencio, quitándose los zapatos en la entrada.

-Se la llevaron- musito Sahide, con la voz temblorosa por los nervios y la inquietud.

-¿Cómo que se la llevaron?- Mikoto no quería pensar siquiera en lo que podría haberle ocurrido a su amiga.

-Fui a comprar unas cosas para la cena y Kushina aún no llegaba- inicio la señora Uzumaki ante lo que Mikoto solo pudo asentir, alentándola a que prosiguiera, -pero cuando volví, la ventana estaba rota y había rastros de forcejeo- sabía que algo malo había pasado, y solo Mikoto podía ayudarla en ese momento.

-¿Lo sabe el señor Akihiko?- la Uchiha se lamentó en preguntar, sabiendo que lo peor en ese momento era disparar la alerta, aunque fuera necesario.

-No, aun no regresa de la misión a Suna y no quiero preocuparlo contándole lo que paso- contesto la Uzumaki, temiendo en demasía por su hija.

No le extrañaría en nada que aquello no solo fuera por intereses personales de otras aldeas sino también para impulsar a Konoha a abrir hostilidades; había quienes no aprendían jamás. Aunque Konoha fuese una aldea por demás pacifica, contaba con los clanes más capaces y mejor preparados para la guerra, como lo eran los Uchiha—sin ser arrogante ni nada parecido, claro—y los Senju , pero muchos en el sistema de aldeas parecían olvidarlo, que no exhibieran su armamento no significaba en lo absoluto que no lo tuvieran en caso de una emergencia. Tomándose un breve momento de silencio, Mikoto se alejó de la entrada de la casa, transitando lentamente por el pasillo, intentando plasmar en su mente imaginativa aquello que podía haber tenido lugar al momento del rapto de Kushina, no era una experta rastreando ni nada parecido, pero conocía a una persona que sí lo era; su amigo Kiyoshi, pero para seguirle el rastro a Kushina no solo requeriría de él, necesitaba de fuerza y talento incomparables, no podía recurrir al Hokage en ese momento, no…no estando viva la idea la guerra, probablemente perdería tiempo valioso que perfectamente pudiera emplearse para seguir el rastro de Kushina. Arrodillándose sobre el suelo de madera, Mikoto recogió una pequeña hebra de cabello pelirrojo entre sus dedos, analizándolo exhaustivamente con la mirada, quizás no fuese mucho, pero era suficiente para seguir un rastro.

-¿Encontraste un rastro?- supuso Sahide que había intentado no mover nada en caso de obtener algo de ayuda para encontrar a su hija.

-Tal vez, pero no puedo seguirlo sola, sería una locura- ingreso en la cocina, recogiendo un pequeño trozo de cristal de la ventana y guardándolo en su bolsillo junto con el cabello pelirrojo. -No se preocupe, conozco a alguien que brindara el equipo apropiado- intento consolar, regresando al pasillo fuera de la cocina, -su hija estará aquí esta misma noche, lo prometo- garantizo sujetando firmemente los hombros de la señora Sahide bajo sus manos.

Puede que la persona en quien estaba pensando no fuera alguien ideal a quien acudir en busca de ayuda, pero lo haría, por Kushina y porque habían pocas personas en Konoha que fueran tan habilidosas y capaces como Fugaku Uchiha.


Los altos mandos de Konoha debían ampliamente cada día junto a los líderes de los respectivos clanes Shinobis—si era prudente o no ir a la guerra teniendo en cuenta los puntos a favor y en contra, pero fuera cual fuera la situación política en la actualidad, a Fugaku no le importaba nada de eso de momento, por ello le legaba todos esos asuntos a su padre, encargándose por su parte de la estabilidad de los civiles mediante cualquier acontecimiento que la Policía Militar tuviera que solucionar, no importaba que tan grande o pequeño pudiera parecer. Eran tiempos peligrosos; la idea de la guerra abundaba en el inconsciente colectivo y eso causaba inquietud en la población de forma generalizada, ellos, los Uchiha, a cargo de la Policía Militar, tenían la obligación de mantener el control lo más posible y se dedicaban de lleno a ello últimamente. Sabía cuál era su lugar; si en el peor de los casos se desataba una guerra, él tendría que participar, ya era mayor de edad y literalmente por lo mismo debía estar preparado al igual que su hermano Teyaki y su propio padre que últimamente y con mayor insistencia que nunca le recordaba lo imperativo que era para él encontrar una esposa adecuada ya que en tiempos de guerra, como los que se avecinaban, era necesario tener descendencia que lo sucediera si en el peor de los casos moría irremediablemente, aunque desde luego que él no quería pensar en eso, es más, lo evitaba descomunalmente, en su oficina y recibimiento los últimos informes.

-Entréguenle esto a mi padre- designo Fugaku sin saber muy bien a quien, entregando el susodicho documento con extrema confianza, como siempre.

-Si, comandante- acato uno de los jóvenes, tomando el documento y retirándose en el acto.

-¿Nada nuevo en los informes?- se interesó el Uchiha, suponiendo que todo estaba en orden, parcialmente como siempre.

-No, comandante- contesto otro de sus subordinados con sumo respeto.

-Pueden retirarse, yo informare al Hokage de todo, mañana temprano- comunico Fugaku sencillamente. A la par con sus palabras, sus subordinados presentes no hubieron tardado en retirarse, inclinando la cabeza en respeto a él y cerrando la puerta tras de sí. Dándole la espalda a la puerta, reviso superficialmente y en silencio los últimos informes, despegando la mirada de estos al sentir la puerta abrirse y cerrarse sin ningún tipo de anuncio. -Más vale que sea urgente- advirtió, detestando que alguien entrara a su oficina sin tocar antes.

-Soy yo, Fugaku- contesto una familiar voz femenina.

A Mikoto no le extrañaba en lo absoluto tal recibimiento de su parte, especialmente teniendo en cuenta las miradas que el resto de sus subordinados le habían dado—como advertencia—al momento de abrir la puerta, pero a ella no le importaba en lo absoluto desafiarlo a él, no le temía como otros que por tan solo conocer su reputación dudaban en sostenerle la mirada, no; si ella estaba ahí en ese momento era precisamente porque lo conocía mejor que otras personas…en parte. Ni aunque hubiera estado mentalmente preparado para volver a oír su voz, en meses, Fugaku no se lo hubiera podido creer ni aunque se lo hubieran dicho mil veces; luego de la muerte de Ren y los demás enviados diplomáticos a Amegakure, luego de intentar ayudarla inútilmente a superar el dolor, en parte se había resignado a darle el tiempo y espacio suficiente para aceptar la perdida a su propio ritmo; a temprana edad, con motivo de la muerte de su madre, había aprendido que en ocasiones era mejor lidiar a solas con la pena. No le había dado a su padre la razón por la que había despertado el Sharingan a la par que ella, y en cualquier caso era mejor que no lo supiera. Incrédulo, Fugaku se volvió de inmediato para corroborar que en efecto era Mikoto quien estaba ahí y en efecto así era; ahí y delante de él, más estoica de lo que nunca la hubiera visto, veía a la niña que había consolado meses atrás convertida en una mujer, el dolor la había hecho crecer.

-Secuestraron a Kushina- dio saber Mikoto manteniendo un tono completamente calmo en todo momento, -creo tener un rastro, pero necesito tu ayuda- solicito finalmente, acortando ligeramente la distancia entre ambos al dar un paso. -Por favor- reitero sosteniéndole la mirada, esperando poder convencerlo.

Ni aunque hubiera sido preciso decir no, Fugaku no habría podido negarse, no tratándose de ella. La ayudaría en lo que hiciera falta...


Ella era una Jinchūriki, un premio muy codiciado por las aldeas del mundo shinobi, además de una Uzumaki; conocidos por su chakra especial, muchos intentarían obtener algo de ella, más aun sabiendo esto ser rehén era algo que no le gustaba en lo absoluto. Ilusamente había dejado por el camino por el que la llevaban, ligeros mechones que arrancaban de su cabello, esperando que alguien pudieran notarlos, que alguien siguiera el rastro y la ayudara, pero era una extranjera incluso para los habitantes de su propia aldea, ¿Cómo esperar que alguien fuera en su ayuda? Minato se movilizo lo más rápido que le fue posible, en silencio; sabía que la ayuda se encontraba en camino, lo sentía a su alrededor, pero también sabía que tenía que ayudar a Kushina y pronto. Con agilidad y casi—casi, porque si hubieron advertido su presencia—sin ser detectado es que neutralizo y noqueo lo más rápido que le fue posible al grupo de ninjas de Kumogakure que retenían a Kushina y que la estaban alejando de Konoha, cruzando los bosques; no podía hacer más, no solo. Desganada, cabizbaja y caminando únicamente por la inercia e sobrevivir, Kushina no reparo en que habían neutralizado a sus captores, no hasta ver una figura en penumbras a varios metros de ella; se le hacía familiar, no sabía porque pero así era; Tras lo que pareció una eternidad, el reflejo de la luna por fin cayó sobre él, permitiéndole a Kushina reconocerlo; se trataba de Minato.

-Vine a salvarte- declaro Minato manteniendo en todo momento una serena sonrisa.

Sabía que ella tenía miedo, cualquiera lo tendría en su lugar, sabía que estaba asustada, pero ya no tendría por qué sentir miedo ni ninguna emoción negativa, él estaba ahí por y para ella, y no la iba a abandonar sin importar lo que pasara; sabía mejor que nadie lo perfectamente capaz que era para cuidar de sí misma, pero esto era algo que escapaba completamente de su control. No podía mentir, había esperado que su ausencia pasara desapercibida para la mayoría de los habitantes de Konoha, al fin y al cabo no era más que una extranjera, pero ahí delante de ella se encontraba aquel a quien ella en infinidad de ocasiones había llamado "solo un flacucho medio afeminado"; Minato Namikaze, ese flacucho medio afeminado acababa de salvarla y estaría eternamente agradecida con él por eso. Cansada, feliz, pero enormemente agradecida. Kushina tan solo pudo sonreír con más alegría de la que hubiera expresado jamás, antes de que todo a su alrededor comenzase a dar vueltas, impidiéndole permanecer de pie. Alerta en todo momento y anticipándose a que algo así pudiera pasar es que el rubio acudió lo más pronto que le fue posible al lado de la Uzumaki, impidiéndole desplomarse sobre el suelo, sujetándola cuidadosamente de los hombros, haciendo que mantuviera su cabeza en alto y orgullosa como le gustaba verla. La ayuda estaba en camino, más por ahora él estaba decidido a protegerla lo más posible, incluso de caer.

-Estarás bien ahora- tranquilizo el rubio con una permanente sonrisa, cargándola en sus brazos.

-Oye, ¡espera un minuto!- intento protestar la pelirroja, sin conseguir oponer resistencia.

De nada hubieron servido sus protestas, siendo de todas formas cargada en los brazos del rubio quien pronto los alejo a ambos del bosque, tomando el camino que los regresaría a Konoha de donde ella en particular jamás querría volver a salir, no había otra luz que la luna llena iluminando el cielo, más al parecer aquel no era en lo absoluto un problema para Minato. Kushina debía reconocer que se había equivocado muchísimo respecto de Minato, no era para nada el chico que ella había pensado que era, pero seguía resultándole hasta confuso y por demás frustrante no comprender como es que ahora estaba ayudándola como nadie había hecho nunca siendo que la mayor parte del tiempo la observaba en silencio a la par que la ignoraba. Pero en ese momento, en sus brazos y viéndolo iluminado por el reflejo de la luna llena, Kushina por primer vez en mucho tiempo vio a aquel flacucho medio afeminado como lo que era; un chico muy guapo, si no es que el chico más guapo que hubiera visto hasta entonces, pero por supuesto que no iba a admitirlo en voz alta, no. Incomoda por estos pensamientos, la Uzumaki aparto su mirada de él, reparando en las hebras pelirrojas que yacían entrelazadas con una de sus manos, eran sus mechones de cabello, por eso había conseguido dar con su paradero, porque había seguido un rastro que cualquier otro en su lugar hubiera ignorado, de estar en su lugar.

-Eso es…- reconoció la Uzumaki en apenas un quedo murmullo.

-Tu cabello es hermoso, así que me di cuenta de inmediato- contesto el ojiazul, habiéndola escuchado.

Era la primera vez que podían hablar sin ningún tipo de impedimento y eso lo hacía feliz; tal vez Kushina lo despreciara, al menos eso es lo que ella le daba a entender cada vez que se veían, producto de esas miradas cargadas de cólera y autosuficiencia, pero él por su parte la admiraba muchísimo; admiraba su coraje, su valor, su temeridad, su habilidad para mantenerse firme y no bajar la cabeza ante nadie de un modo que él no conseguía hacerlo y ese algo que asustaba a otros por hacerla parecer poco femenina pero que a él le encantaba por ser su sello personal, por esta inmensa admiración es que había recolectado cada uno de los mechones de cabello que ella había dejado como un rastro esperando que alguien lo entendiera y él lo había hecho, siendo incapaz de ignorar sus hermosos cabellos rojos, tan únicos como sus ojos color violeta que en ese momento lo observaron con asombro y confusión entremezclados. Kushina no supo que decir ante aquellos elogios, no solo porque nadie jamás la hubiera elogiado por su cabello—que ella en lo personal detestaba por ser motivo de burlas de otros—, sino porque también quien estaba elogiándola era precisamente quien normalmente la ignoraba y se dedicaba a observarla en silencio con cara de bobo, como si nada. No sabía cómo responder a tan abrumadores elogios hacia su persona, solo con el estoicismo y firmeza con la que siempre se dirigía a otros.

-Pero siempre me has ignorado- musito Kushina, no sabiendo porque la elogiaba si jamás parecía haber reparado en ella.

-Porque sé que eres fuerte, en cuerpo y espíritu- justifico Minato, feliz de poder hablar civilizadamente con ella, por fin. -Pero esta es una pelea entre dos aldeas, es diferente a tus otras peleas- refuto, deteniendo sobre la copa de un árbol, -así que…

-¿Así que?- cuestiono ella, necesitando saber que quería decir.

-No quería perderte- admitió él, no pudiendo evitarlo, concentrando toda su atención en ella, como siempre.

-¿Incluso si soy una extranjera?- pregunto Kushina pese a su enorme sorpresa e incredulidad por lo que acababa de oír, plasmando sus pensamientos en voz alta.

-¿Por qué dices eso?- inquirió Minato, confundido porque ella se denigrase al pensar así. -Vives en Konoha así que eres una de nosotros- ella era parte de la aldea y era importante como cualquiera, pero aún más importante para él.

Hasta entonces había pensado muchas cosas de Minato y aun las pensaba; aun lo veía como a un flacucho medio afeminado, pero…era más que eso; tenía unos ojos hermosos, más azules y brillantes que nada que hubiera visto en toda su vida, sinceros y sumamente cálidos, como si en tan solo un instante pudieran sosegar y eliminar todas sus inquietudes; su tranquilidad, su serenidad, la forma en la que la hacía sentir importante y única…no se comparaba a nada que hubiera sentido en toda su vida.

Se había equivocado al juzgar a Minato.


Aturdidos producto del golpe recibido y cuya procedencia les resultaba completamente desconocida, el grupo de ninjas de Kumogakure, encargados de secuestrar a Kushina Uzumaki, se irguieron con torpeza del suelo, recuperándose luego de haber sido noqueados. Se suponía que su trabajo debería de ser bastante sencillo siendo que a quien debían secuestrar era tan solo una adolescente de casi doce años, por lo que no debería de haber sido un reto para ellos cumplir perfectamente con su trabajo, pero ahora y recuperando la conciencia es que se hubieron dado cuenta de inmediato que la Uzumaki había desaparecido, pero tampoco era como si pretendiesen volver Konoha para buscarla, no, claro que no, ya resultaba obvio para ellos el fracaso, ante lo cual solo les quedaba un camino; regresar a Kumogakure cuanto antes para no comprometer innecesariamente a su aldea con motivo de su fracaso, una guerra se avecinaba, pero ninguno de ellos quería que se librara la primera de muchas batallas por culpa de ellos. Compartir una vaga mirada entre ellos basto para acordar su retirada, más tal proceder fue interrumpido sorpresivamente ya que, un par de pasos delante de ellos, cayo una figura femenina con la agilidad propia de un gato, alzando el rostro con una expresión repleta de ingenio y seriedad entremezcladas. La forma en que cayo delante de ellos impidió que vieran el emblema de los Uchiha en su espalda.

-¿A dónde creen que van?- inquirió Mikoto con sorna.

Con las habilidades de rastreador de Kiyoshi no había sido para nada difícil encontrar un rastro claro que seguir y dar con los ninjas que se la habían llevado; Kumogakure, como si ya no fuera bastante malo lidiar con la enemistad de parte de Amegakure, ¿Qué seguía ahora? Acudiendo de forma inmediata en su ayuda ante el estupor de los ninjas por la aparición de Mikoto, no resulto problema alguno para Kiyoshi noquearlo en el acto; en una situación como aquella lo mejor era evitar una batalla lo más posible, además necesitaban pruebas de lo sucedido, el Hokage y sus consejeros debían reevaluar la situación. Sonriendo bromista a su amiga, Kiyoshi le tendió una soga a la par que él comenzaba a atar las manos de uno de los ninjas con una cuerda anti chakra. Fugaku por su parte se mantuvo a un par de pasos de distancia de ambos, en espera de tener que intervenir si la situación se tornaba realmente complicada. No era una Jonin, Chunin sí, pero a ojos de muchos, Mikoto sabía que no tenía una carrera tan reconocida como otros jóvenes de su edad, es decir; claro que había realizado misiones importantes y muy serias pero nada que la catalogara como a un prodigio, por lo que habría sido tonto de su parte emprender la búsqueda y rescate de Kushina, sola; Kiyoshi era un buen rastreador, pero en cuanto a prestigio y reconocimiento como un prodigio es que había recurrido a Fugaku quien afortunadamente no se había opuesto a su solicitud.

-Cubriéndote la espalda, como siempre- regaño Kiyoshi, feliz de ver que por fin su amiga parecía haber regresado a la normalidad.

-Por favor, ¿Qué sería de mí sin ti?- bromeo Mikoto, ayudándolo a atar a los ninjas de Kumogakure.

Como la máxima autoridad de la Policía Militar y futuro líder del Clan, Fugaku sabía muy bien que no podía cometer ninguno error imperdonable que corrompiera su imagen y reputación, pero en el momento en que Mikoto había recurrido a su ayuda, no había podido negarse; además, era fundamentar para los Uchiha proteger a la Jinchūriki del Kyubi así como para proteger a cualquier persona de la aldea, quizás deberían haber solicitado la autorización del Hokage, pero de hacerlo con toda seguridad hubieran perdido un tiempo precioso. Observado a la distancia a Kiyoshi y Mikoto ocuparse de los ninjas de Kumogakure, vigilando que no apareciese otro enemigo, Fugaku debía reconocer que comenzaba ver a Mikoto de un modo diferente al que lo había hecho hasta ahora; era ligera, armoniosa y sorprendentemente fuerte sin ser poco femenina en lo absoluto. Mikoto se estaba convirtiendo en una mujer muy hermosa y él no podía ignorar más que inconscientemente se estaba enamorando de ella. Ahí, en ese momento, observándola, Fugaku tomo la decisión definitiva; tendría que decirle la verdad y pronto. A un par de pasos de Mikoto descendió una figura de vistoso cabello rubio trayendo en sus brazos a la Uzumaki; se habían alejado para evitar un peligro, pero podían acercarse ahora que había llegado la ayuda. Tan pronto como le fue posible, Mikoto se acercó a Kushina, abrazándola con todas sus fuerzas un vez que Minato la dejo a salvo sobre sus propios pies.

-No me asustes así otra vez, ¿entiendes?- regaño Mikoto estrechando con todas sus fuerzas a su amiga.-Tuve mucho miedo por ti- y no mentía, había temido enormemente no poder llegar a tiempo.

-Perdón- se disculpó Kushina, apoyando su mentón contra el hombro de su amiga, disfrutando del simple placer culpable de volver a tenerla cerca.

-Ya, no importa- tranquilizo la Uchiha, acariciándole acompasadamente la espalda antes de levantar la mirada hacia el héroe que había rescatado a su mejor amiga. -Gracias- gestualizo moviendo los labios únicamente y sonriéndole cálidamente al rubiecito.

Ligeramente avergonzado, Minato le dirigió una amable sonrisa como respuesta.


Los demás eventos sucedidos luego del rescate de Kushina habían sido obvios; la señora Sahide la había recibido en casa con lágrimas en los ojos, sumamente preocupada por temer haber perdido a su hija para siempre, cosa que afortunadamente no había sucedido. El Hokage y sus consejeros—según le había dicho Fugaku—se habían comprometido a reevaluar la situación de la guerra y evitar que algo así volviera a ocurrir, felicitándolos a todos—incluido a Minato Namikaze—por proceder de forma oportuna. Luego de eso había regresado a casa, encontrando a su madre esperándola sumamente preocupada, pero por supuesto que había sido perdonada por desaparecer tantas horas luego de explicarse apropiadamente, llegando posteriormente incluso a dormir hasta más tarde de lo usual, teniendo desayuno en la cama, cortesía de su madre amorosa, algo que tan solo ocurría en su cumpleaños. Mikoto guardo el ultimo plato en la repisa luego de haberlo secado; era el día libre de su madre que había salido hace tan solo unos momentos para comprar algunas cosas ya que más tarde hornearían un pastel. Se extrañó en cuanto llamaron a la puerta; no esperaban a visitas de ningún tipo y su madre había salido de casa con las llaves como siempre, ¿quién podría ser? Secándose las manos apresuradamente, Mikoto abrió la puerta, encontrándose cara a cara con Fugaku.

-Fugaku…- se sorprendió la Uchiha enormemente, no esperando volver a verlo tan pronto en lo absoluto, -si buscas a mi madre, ella dijo que volvería en media hora- dio a saber, suponiendo que quizás había ocurrido algo en el trabajo, -puedes esperarla, si gustas- invito abriendo más la puerta para permitirle pasar.

-No es ella con quien vine a hablar, sino contigo- corrigió Fugaku lo más estoicamente que le fue posible, -es importante- añadió ante la ligera mirada de desconcierto de ella.

-Pasa, por favor- invito Mikoto, haciéndose a un lado, permitiéndole pasar.

Fugaku y ella hablaban muy poco, lo estrictamente necesario, no más, pero de todas formas—cerrando la puerta tras de sí en cuanto Fugaku entro—escucharía lo que él fuera a decirle puesto que debía ser importante como él ya le había señalado. Hasta ese punto de su vida, Fugaku nunca se había sentido tan nervioso en su vida, porque podía ser un prodigio en muchas áreas que todos alabaran como shinobi, pero como un adolescente de casi diecinueve años, expresar sus sentimientos con un amplio repertorio del lenguaje no era en lo absoluto su fuerte y eso parecía estar claro para todos, pero en esta oportunidad tendría que hablar y expresarse con la mayor claridad posible. Mikoto lo invito con la mirada a tomar asiento, pero él se sintió completamente incapaz de hacerlo, en aquella situación requería estar de pie….nunca había sentido por nadie—y reiteraba la palabra nadie—lo que ahora sentía por Mikoto, se había pasado la noche entera sin poder dormir y todo por debatir si lo que sentí era mera atracción o más y definitivamente era más que atracción, amor si se refería a palabras más fuertes, un sentimiento tal que había superado su usual sensatez y buen juicio, y ahora…necesitaba decírselo a ella o no podría vivir consigo mismo, pero por supuesto que no le había dicho nada a su padre o su hermano; no, lo que hiciera lo haría por su propio sentir, no por obligación.

-He pospuesto esta conversación por mucho tiempo, pero he de comunicarte que estamos comprometidos- soltó Fugaku con la mayor claridad que le fue posible, ignorando voluntariamente la incredulidad que vio de inmediato en el rostro de ella, -nuestros padres lo decidieron desde hace años y por mucho tiempo estuve dispuesto a negarme, pero ahora…- en el pasado se habría sentido como un ridículo, pero en ese momento no dudo ni por un segundo en apoyar una de sus rodillas en el suelo, observándola y solicitando que acepta se ser su esposa. -Pido tu permiso, para cumplir con el deseo de nuestros padres y el mío, y pedirte que seas mi esposa- no sería hoy, no mañana, pero si en futuro, por el bien del clan y porque se lo pedía su propio corazón.

Era precipitado de su parte pedirle matrimonio Mikoto que hace menos de un mes había cumplido quince años, pero si lo hacía ahora era para tenerla al tanto del deber de ambos con el clan contrayendo matrimonio en el futuro, aunque sonase insensible de su parte, Ren ya no estaba vivo y por ende el camino para cumplir con su deber estaba libre, teóricamente Mikoto no tenía motivo alguno por el que oponerse a que se mantuviera el compromiso entre ambos que se había realizado en su día. Mikoto intento organizar sus ideas lo más claramente que le fue posible, tomándose un breve momento de silencio para asimilar la información; ella y Fugaku estaban comprometidos, ¿desde cuándo? No tenía idea….quería enfadarse y romper todo a su alrededor con motivo de la cólera, eso le gritaban sus propios instintos, más en ese momento Mikoto no hizo caso de ellos, manteniendo más estoica y calmada de lo que nunca se había mostrado. En el pasado había imaginado el matrimonio como una unión entre dos personas que se amaban con el único propósito de ser felices y aun lo veía así, pero…nunca había pensado que eso se relacionaría por el bien de clan y tampoco nunca había imaginado que la persona a la que uniría su vida sería Fugaku. No podía expresar claramente en su cabeza ni en su corazón que sentía por él y por lo mismo no podría aceptar el compromiso que se había hecho contra su voluntad.

-Quisiera aceptar y tener la cabeza fría, pero no puedo- contesto Mikoto finalmente, ante lo cual Fugaku se levantó del suelo, -y me resulta bochornoso que te veas forzado a aceptar- añadió comportándose de forma civilizada, de momento.

-¿Puedo preguntar por qué te niegas?- cuestiono Fugaku, aceptando su decisión, en parte.

-Porque ya ame a alguien, y hacer desaparecer de mi corazón los momentos felices compartidos con Ren…sería una burla- contesto ella, pero sin ser realmente sincera, lo decía como una excusa, pero sin saber muy bien porque. -Si él viviera, me estarías planteando la misma situación y mi respuesta seria la misma-; nunca me casare por obligación- creía en el amor verdadero con todas sus fuerzas, ¿cómo aceptar un matrimonio sin amor? Jamás podría vivir sin amor. -¿O…acaso niegas que me hubieras dicho la verdad de todos modos sino pudieras cambiar las cosas?- esta pregunta si era importante, necesitaba saber que tan sincero estaba siendo con ella.

-Es cierto, pero las circunstancias son diferentes ahora- admitió Fugaku, no podría negar que de igual forma le habría confesado la verdad si Ren siguiera vivo.

Sabía que Ren Uchiha había sido muy importante en la vida de Mikoto, habían compartido sentimientos y anhelos el uno con el otro y como tal Fugaku sabía que aunque quisiera, jamás podría ocupar ese lugar tan inocente en el corazón de Mikoto, pero viendo como podrían ser las cosas sin Ren siguiera vivo, Fugaku debía admitir que de igual forma le estaría confesando a Mikoto lo que sentía, tomando ventaja del deber y la obligación de ambos y porque sabía—en cierto modo y desde su perspectiva—que Mikoto era perfecta para él. Egoísta, ególatra, orgulloso, un pomposo con complejos de arrogancia y superioridad que carecía de sentimientos, eso y más es lo que Mikoto no dudo en pensar una vez que Fugaku le dio semejante respuesta y lo que la motivo de inmediato a alejarlo lo más posible de si con una certera patada en el centro del pecho que lo hizo retroceder, apoyándose en la mesa tras de sí para no caer; podía ser la bisnieta del hermano de Madara Uchiha, pero no iba a aceptar jamás un matrimonio por conveniencia, no si no sentía nada—o en este caso s, pero no entendía que sentía—por esa otra persona, ¡nunca! Mikoto podía ver la mujer más perfecta del mundo, era hermosa, pero tenía un carácter que podía atemorizar a cualquiera—él incluido, desde luego—, pero no iba a dejarse atemorizar en ese momento porque ella estuviera lidiando con un ataque de cólera.

-¿Cómo tienes el descaro de decírmelo?- exigió Mikoto, incapaz de comprenderlo.

-Es nuestro deber- aclaro el Uchiha en caso de que ella ya no lo hubiera escuchado, -no se trata de nuestros sentimientos- eso era mentira, si estaba involucrando sus sentimientos.

-Sentimientos- se mofo la pelinegra, conteniéndose de soltar una carcajada. Fúrica, tomo uno de los pergaminos de los estantes, -¡Como si supieras que es eso!- se enfureció todavía más al ver que él evitaba perfectamente la trayectoria del golpe, lo cual la hizo lanzarle otro pergamino y otro y otro…sin éxito alguno, esto la llevo a reconsiderar mejor las cosas, deteniendo se analizar todo con más calma, dirigiéndose hacia uno de los estantes, donde yacía su estuche de arma s, de donde extrajo un kunai. -¿Desde cuándo?- exigió aproximándose peligrosamente a Fugaku que retrocedió cuidadosamente, rodeando la mesa de tal modo que esta fuera lo único que los separara. -¡¿Cuántos años llevamos comprometidos sin que tuvieras el valor de decírmelo?!- chillo a punto de cometer un crimen sin dudarlo.

-Desde que tenías cinco- admitió Fugaku, no pudiendo mentirle más.

-¿Y por qué?- volvió a cuestionar la Uchiha, abalanzándose, más siendo bloqueada e inmovilizada sobre la mesa por obra de él que le sostuvo la mirada.

-Eres la bisnieta del hermano de Madara Uchiha, ¿lo olvidas?- recordó él, intentando hacerle entender que aunque ella no estuviera de acuerdo, tenían un papel que cumplir. Mikoto sabía bien que debería de entenderlo, pero no podía. Con toda la fuerza que le fue posible se zafo de su agarre y lo empujo, alejándolo de sí.

-¡No esperaba que fueras esa clase de hombre!- critico ella abiertamente, intentando lastimarlo con el filo del kunai, gobernada por una ira inusitada que le permitió a Fugaku hacerla caer situando una de sus piernas tras la de ella, pero de todas formas ella siguió sin darse por vencida, aprisionándole el cuello con sus piernas, -¿Acaso no hay otras mujeres?- rebatió, conociendo a muchas mujeres más capaces que ella que pertenecían al clan.

-¿Crees que siempre estuve de acuerdo?- se ofendió Fugaku, intentando zafarse de su agarre para respirar bien, pero ella misma lo ayudo, volviendo a alejarlo de si, pateándole los hombros. Mikoto recupero cuanto antes el kunai del suelo, levantándose a par que él.

-Pero ahora sí, ¿no?- objeto Mikoto intentando herirlo con él filo del kunai pero él se lo impidió, sujetándola del brazo, más de todas formas alcanzo a infringirle un corte sobre la camiseta, abriéndole el cuello.

-No es como piensas- objeto el Uchiha, sujetándole el brazo e inmovilizándola, obligándola a darle la espalda.

-No pienso aceptar un compromiso que se hizo sin mi consentimiento- reitero ella, luchando por liberarse.

-No te estoy obligando- aclaro él intentando hacerla entender, -solo estoy siguiendo lo acordado y ahora por mi voluntad- en parte estaba siendo egoísta y también cumpliendo con su deber.

Luchando por zafarse y por no perder el kunai, Mikoto logro volverse y enfrentarlo más en el proceso se infringió un corte sobre la camiseta, exponiendo su escote y brasier. Aquella situación era incomoda, desde luego y ninguno de los dos hubiera querido participar de ella, pero de todas formas ambos se mantuvieron tan pétreos como les fue posible por respeto a la discusión que estaba teniendo lugar entre ambos y no en el hecho de que ambos eran adolescentes con hormonas y que no tenían la culpa de reaccionar ante algo natural como lo era la ley de atracción. Como una especie de venganza contra él que la hacía hecho caer momentos atrás, Mikoto aprovecho el breve instante de desconcierto de su parte, situándose una de sus piernas con agilidad tras las de él, haciéndolo caer de espaldas al suelo, abalanzándose con presteza sobre él con el kunai en manto, intentando herirlo, incapaz de pensar racionalmente producto de la ira y el desconcierto. Fugaku no le permitió tal acción, sujetándole las muñecas e inmovilizándola bajo su peso; sabía que estaba enojada, él también se había sentido herido en su dignidad cuando había descubierto la verdad, pero debía entenderlo, debían respetar lo acordado e intentar que el tiempo los hiciera unirse, incluso él con lo frió y distante que era; comprendía eso. Si Mikoto se molestó por encontrarse en una situación tan comprometedora con él, no lo demostró.

-Te conozco desde niña, pero siempre he estado convencida de que eres el último hombre del mundo con quien se me podía convencer de casarme- soltó Mikoto sin siquiera pensarlo, sosteniéndole la mirada.

En realidad estaba mintiendo y eso ella lo sabía, no lo odiaba ni despreciaba, no tenía ningún sentimiento negativo por él salvo la ira irracional porque le hubiera ocultado la información de su compromiso por tanto tiempo; siempre, desde que tenía memoria, lo había admirado por lo valiente y fuerte que era, lo capaz, lo amable sin importar que eso ultimo no lo demostrase salvo en contadas ocasiones y que ella atesoraba en sus memorias, siempre lo había visto como a un hermano mayor para ella, pero ahora que se estaba convirtiendo en una mujer, no entendía muy bien que sentía por él, solo que ya no lo veía como a un hermano, la fuerza de sus sentimientos sería impropia entre hermanos, ¿Qué sentía realmente? No lo sabía, era un completo caos. Había esperado muchas ofensas de parte de ella con motivo del descubrimiento de su compromiso, incluso que dijera que lo odiaba y sería entendible de su parte decirlo con motivo de la ira, pero…¿decir que era el último hombre del mundo con el que querría compartir la vida? Aquella palabra soltada con tanto veneno fue tan dolorosa por si sola que Fugaku ni siquiera pensó en analizar si ella la había dicho por ira ciega o con sinceridad. Desganado, el Uchiha le soltó las muñecas, ante lo que Mikoto de inmediato pensó en herirlo, pero no pudo hacerlo, deteniendo el filo el kunai delante el pecho de él, sobre su corazón, imposibilitada de actuar y sin saber porque.

-Dijiste suficiente, entiendo tus sentimientos y solo me siento avergonzado de los míos. Te pido perdón, y te prometo que no volverá a suceder algo así.

Dicho esto y como si no hubiera ocurrido nada, Fugaku se marchó tan pronto como le fue posible, cerrando la puerta tras de sí. Temblando, llorando sin saber porque, Mikoto se levantó del suelo y se sentó sobre el sofá. No sabía porque estaba llorando, una parte de ella creía que por la memoria de Ren, pero lo otra por haber estado a punto de herir a Fugaku…

¿Por qué no podía apartar de sus ojos el rostro de él?, ¿Qué sentía realmente por Fugaku?


PD: Saludos, besos y abrazos a todos ustedes, mis hermosos y queridos lectores, ¡Perdón! En verdad lamento mucho haberme ausentado pero por motivos de salud y personales tuve que leer...pero no escribir; primero me vacune contra el sarampion-porque en mi pais salio defectuosa la vacuna que me aplique de bebé-luego sufrí una crisis nerviosa y de angustia, y luego tuve que solucionar un problema administrativo de mi instituto, pero afortunadamente por fin estoy libre para escribir todo lo que quiera, de hecho iba a actualizar ayer pero tuve jaqueca, así que solo pude escribir un trocito y continuarlo hoy durante todo el día, así que espero puedan perdonarme y que esta nueva actualización les resulte satisfactoria :3

Les recuerdo nuevamente que durante mis vacaciones actualizare todas mis historias nuevamente :3 Pronto actualizare "Operación Valkiria" e iniciare nuevas historias, así que les sugiero mantenerse atentos en caso de que estén interesados y quieran leer alguna :3 como siempre la actualización está dedicada a DULCECITO311(a quien dedico y dedicare todas y cada una de mis historias, adorando su permanente aprobación por iniciar nuevas historias :3) a Yi Jie-san (agradecida de que mi forma de plasmar te resulte aceptable y no empalagosa, lo cual es mi temor)y a todos aquellos que sigan cualquier otro de mis fics :3

Indecisión: como habrán visto en el capitulo, Mikoto no sabe que es lo que siente por Fugaku, no sabe si es amor o no, solo sabe que es algo muy fuerte y que jamás había sentido por nadie y que le produce desconcierto. Esta confusión no es solo porque si, más adelante en el fic mostrare como Itachi y Sasuke experimentaran la misma confusión cuando el amor entre a sus vidas, pero para eso aun falta tiempo. Además la discusión y pelea entre Mikoto y Fugaku esta inspirada en la pelea de Sasuke y Sakura en el capitulo 26 mi fic "El Sentir de un Uchiha" y que se titula "Viaje", porque y si bien creí en el pasado que las parejas que no discuten son felices, he aprendido que de las discusiones se sale más fuerte.

Minato & Kushina: prometí incluir a otras parejas y no mentía, si bien no las explicare del todo, si mostrare momentos significativos como lo fue el momento en que la madre y el padre de Naruto comenzaron a ser amigos entre si para luego ser pareja, por lo que este no solo es un fics para fans de Uchihas sino de cualquier pareja, así que denme sugerencias si quieren ver algo en concreto.

Bohemian Rhapsody: como ya sabrán esta hermosa obra del cine y la música se estreno a fines de octubre del año pasado, y on Rami Malek proximo a ganar un Oscar-según se especula y espero que así sea-, y como buena fan de Queen, me gustaría hacer un fic según mi perspectiva de como debió ser la película, porque tuvo errores, aquí apunto el cast que tendrá y cuya trama ya comenzare a idear, pero no se cuando iniciare el fic, eso dependerá de la aprobación que tenga esta propuesta.

Reparto:

-Itachi Uchiha como Freddie Mercury

-Sasuke Uchiha como Roger Taylor

-Naruto Uzumaki como Brian May

-Sai Yamanaka como John Deacon

-Kakashi Hatake como Jim Beach

-Izumi Uchiha como Mary Austin

-Sakura Haruno como Dominique Beyrand

-Hinata Hyuga como Chrissie Mullen

-Ino Yamanaka como Verónica Tetzlaff

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Rey de Konoha" (una adaptación humanizada además del rey león que se me ha venido recurrentemente a la cabeza), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul"), como algunas ya habrán notado por mis historias "El Sentir de un Uchiha" y "El Clan Uchiha", también tengo la intención de explicar el porque de determinados acontecimientos, explicando sus motivaciones y auténticos sentimientos, como yo creo o siento que sucedieron, por lo mismo tengo la idea—si ustedes lo aprueban—de además iniciar un fic llamado "El Origen del Clan Uchiha" centrado en el padre de todos los Uchiha; Indra Otsutsuki, porque considero que también merece su propia historia , si ustedes están de acuerdo, claro :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "El Conjuro 2 Naruto Style-Enfield" (que iniciare dentro de poco), así como "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de una de estas dos historias, lo cual espero que los tranquilice y anime a su vez. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3