—Este fic es una precuela de mi historia "El Sentir de un Uchiha" centrada en Sasuke, Sakura & Sarada. Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoría de Masashi Kishimoto, mas la narración, trama vinculante y pasado de los personajes (Fugaku, Mikoto, Itachi & Sasuke, entre otros) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3


Tan pronto como cruzó la entrada de la aldea, Mikoto esbozó una sonrisa y suspiró quedamente por todas las semanas que había pasado lejos de su hogar y que sin embargo habían valido la pena para poder volver y sentirse en casa ahora, despidiéndose de sus compañeros de escuadrón con una sonrisa y prometiendo informar del resultado de la misión al Tercer Hokage en representación de todos, dirigiendo sus agiles pasos a la Torre Hokage y sonriendo a las personas en su camino antes de ser sorpresivamente abordada por un niño que chocó contra ella y a quien sujeto de los hombros para impedirle caer por su exabrupto. Se trataba de un pequeño de siete años con rebelde cabello azabache en punta y ojos oscuros característicos de los Uchiha, vestía una chaqueta azul de mangas largas con placas de metal en el dorso de las manos, detalles color naranja en el cuello sobre una camiseta blanca, pantalones y sandalias ninja azules, y gafas de marco naranja. En otras circunstancias Mikoto regañaría a cualquier chico que chocara contra ella, pero podía hacer una excepción tratándose de Obito Uchiha, alguien a quien Mikoto—como todos en su clan—conocía muy bien; un niño de lo más adorable y que destacaba por su buen ánimo, bondad para con todos quienes lo rodeaban y poseedor de un entusiasmo persistente y único, que quedó en evidencia mientras este sonreía al acomodar sus lentes y reconocer a la persona con quien había chocado en medio de su veloz carrera por la aldea.

—Cuidado, ¿Acaso se está quemando la aldea?— reprendió Mikoto con una inevitable sonrisa.

—Lo siento, Mikoto, pero voy retrasado— se disculpó Obito esperando que ella lo soltara para permitirle seguir con su camino.

—Siempre lo estas, déjame ayudarte— protestó ella sacudiéndole el polvo de encima y acomodándole el cabello. —Eso, así te ves mejor— sonrió pellizcándole las mejillas y haciéndole reír al soltarlo. —Saluda a Rin por mí— agregó mientras lo veía rodearla.

—¿Cómo sabes que...?— el pequeño Uchiha se detuvo y volteó a verla con evidente sorpresa.

—Yo lo sé todo, niño— contestó la azabache con su característica arrogancia y sapiencia.

No es como si Obito fuera muy discreto de todas formas, era el chico más distraído que Mikoto había conocido y tenía una sonrisa para todos pero era evidente lo enamorado y fascinado que estaba por Rin desde siempre, ella era muy dulce después de todo y era imposible no quererla, Mikoto sentía debilidad por ella y por el tonto de Kakashi Hatake que si bien era el rival de Obito—según el pequeño Uchiha—brillaba por luz propia por sus propias habilidades que ya lo elevaban como prodigio junto con su propia arrogancia. Superando su reacción inicial tras las palabras de Mikoto, Obito continuó con su camino desapareciendo como un rayo entre las personas que circulaban por las calles haciendo reír por lo bajo a la Uchiha que lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista, negando para sí y continuando con su camino, admirando la ingenuidad de Obito y que lo hacía tan diferente del resto de los miembros de su clan, pero un buen diferente a entender de Mikoto que esbozó una nueva sonrisa pero no para el pequeño Uchiha sino para el familiar rostro que se acercaba hasta ella con las manos cruzadas tras la espalda, con su característico y rebelde cabello ébano en puntas en la parte trasera y largo formando una corta coleta baja que lo hacía parecer desaliñado, pero formal en contrapunto con su uniforme de Jonin con el emblema del clan Uchiha como parte de la Policía Militar. Últimamente y debido a sus misiones Mikoto no podía pasar tanto tiempo como quisiera en la aldea, y no había visto a su querido amigo en un tiempo, pero siempre era grato verlo.

—Hola, Kiyoshi— saludó la azabache imitando su postura y cruzando las manos tras la espalda al detenerse frente a él.

—Hola— correspondió el pelinegro sonriendo ladinamente a su amiga e invitándola a acompañarla en su camino lo que ella acepto de inmediato. —Espero que tu misión haya sido productiva— mencionó pues toda tarea diplomática era delicada.

—Lo fue— asintió Mikoto, intercalando su mirada entre las personas que estaban en calles y que no paraban de hablar entre si…algo no estaba del todo bien. —¿Podrías decirme porque todos parecen parlotear como urracas?— inquirió y ante lo que su amigo apartó ligeramente la mirada. —¿Acaso el Hokage...?— detuvo su andar y contuvo el aliento al formular esa pregunta y temiendo lo peor.

—No, él está bien— negó Kiyoshi dirigiéndole una mirada serena que le permitió volver a respirar. —Supongo que sabias de la última misión que realizo Sakumo Hatake— mencionó sorprendida de que ella no hubiera oído de las noticias.

—¿Siguen hablando de ello?— cuestionó ella en voz alta y con desprecio por las habladurías. —Ha pasado un tiempo, y sabes que pienso de eso, hizo lo correcto— había pensado en sus camaradas y eso bien merecía la mayor de las felicitaciones. —Ya quisiera alguno de estos palurdos estar en una situación como esa y pensar en sus compañeros en lugar de su propio pellejo...— recriminó gruñendo por lo bajo.

—Se suicidó— interrumpió él debiendo decirle la verdad y que la tomó por sorpresa.

—¿Qué?— suspiró la azabache palideciendo al tomar consciencia de lo que su amigo le había dicho, rogando interiormente que se tratara de un error.

—Realizó sepuku— confirmó Kiyoshi lamentando lo ocurrido pero siendo la realidad, —aparentemente no pudo más con la vergüenza— dependiendo como se interpretara.

Escuchando las palabras de su amigo, Mikoto pensó en el pobre y pequeño Kakashi Hatake, que si bien era arrogante y presumido no dejaba de ser solo un niño de siete años que ya había perdido a su madre Hanami en sus primeros años de vida, perder ahora a su padre…Mikoto había perdido a su padre siendo demasiado joven, ni siquiera recordaría su rostro de no ser por las fotografías que su madre conservaba, pero tener la mente en blanco de recuerdos felices ya de por si era doloroso, tener que perder ahora a la única persona que le quedaba en el mundo y que se preocupaba por él era un dolor que Mikoto no podía dimensionar. Pobre chico, ¿A qué clase de mundo había entrado ahora? Prodigio o no nadie debería vivir ni pasar por algo así, mas la Uchiha intentó pensar en qué joven como era podría contar con sus amigos y que se preocuparían por él como era el caso de Maito Gai o la pequeña Rin Nohara que sabía le tenía mucho afecto, incluso estaba el caso de Obito que si bien lo consideraba un rival siempre sabia como animar a todos. Y más allá de eso Mikoto no pudo evitar pensar en el futuro, en a donde el orgullo y la soberbia de otros habían llevado a alguien tan legendario como el Colmillo Blanco, ¿Realmente había cometido un error tan imperdonable? No, simplemente nadie había sido capaz de tener un alma tan noble para hacer lo mismo y lo habían condenado por su voluntad y lealtad para con los suyos. Como han caído los héroes, pensó la Uchiha con dolor…


Entrenar solo no era lo mismo que entrenar con un rival, alguien que pudiera significarle un desafío, mas en el último tiempo Fugaku no era capaz de encontrar un contendiente que pudiera significarle un reto y por lo que se reservaba a entrenar en solitario, evadiendo la series de shuriken que salieron disparados hacia él en cuanto se activó otra trampa entre las series de estas que se encontraban dispuestas en el campo de entrenamiento en que se encontraba y sin embargo de las que se deshizo sin esfuerzo, aterrizando con una ágil voltereta antes de escuchar el ligero eco de pasos acercarse, irguiéndose y volviendo la mirada por sobre su hombro viendo a Mikoto acercarse con una discreta sonrisa pero parpadeando coquetamente. El Uchiha a nada estuvo de entornar los ojos, si antes había intuido que Mikoto sentía algo por él en el último tiempo era evidente, de hecho sus propios consejeros lo estaban presionando para que se casara con ella, ambos tenían la edad apropiada después de todo—ella dieciocho y él veintitrés—, además Mikoto era ya una Jonin reconocida, pero Fugaku seguía intentando anular su enlace, primero porque sabía que eso le quitaría su libertad a la bella azabache lo que no podría perdonarse…pero también porque si se permitiera sentir lo que llevaba callando durante tanto tiempo, ni siquiera tenía idea el dolor que experimentaría al perderla. Su padre le había enseñado desde muy joven que el amor era lo mismo que la muerte si se perdía y que se debía evitar sentir esa ofuscación apasionada, ¿Pero podría luchar con sus sentimientos?

—¿Puedo interrumpir?— preguntó Mikoto haciendo crecer su sonrisa por ver al ser que más había extrañado en todas estas semanas.

—Volviste— reconoció Fugaku, feliz de volver a verla pero no lo demostró volviéndose para tomar su cantimplora que se encontraba junto a sus pertenencias.

—Hola para ti también, señor agradable— bufó la azabache entornando los ojos ante su habitual actitud. —Te traje el almuerzo, supuse que desayunaste poco como siempre— tendió descolgando el pequeño morral que llevaba sobre su hombro derecho.

—Me conoces demasiado bien— apreció el pelicastaño agradeciendo su generosidad.

—Es mi defecto personal— reconoció ella entregándole el morral, habiendo preparado su favorito.

—Supongo que te enteraste de la noticia— mencionó él yendo directo al punto que tanto era divulgado por toda la aldea.

—Es horrible— asintió Mikoto con una expresión de sincero pesar. —Kiyoshi dijo que lo conociste, al Colmillo Blanco— mencionó viendo asentir al Uchiha, y no habiendo tenido semejante honor.

—Hablamos un par de veces, lo cual es mucho teniendo en cuenta su reputación— confirmó Fugaku, dejando el morral con su almuerzo junto al resto de sus pertenencias. —Lo juzgaron con demasiada severidad; es cierto, es importante cumplir con una misión pero es nada si pierdes a tus camaradas— un día todos comprenderían el error de sus acciones.

—Los Uchiha entendemos eso, todos somos parte de un mismo clan, y si cae uno caemos todos— reflexionó la azabache en voz alta aludiendo el lema del clan. —¿Crees que algo cambie?— inquirió no sabiendo que esperar del futuro.

—¿Con su muerte?— preguntó el pelicastaño viéndola asentir. —No, y si lo hiciera jamás lo reconocerían por lo que viene siendo igual— aceptar que el Colmillo Blanco había muerto en vano implicaría aceptar que se había cometido un error juzgándolo.

Nadie quería decirlo pero en el último tiempo era evidente que los intereses de la aldea en las guerras o conflictos en general eran diferentes de los intereses del clan Uchiha que luchaban por proteger a sus hermanos civiles y a quienes lo necesitaran, pero los aldeanos en general estaban convencidos de que sus líderes—el Hokage y sus consejeros—ya se encargan de esto que eran incapaces de apreciar los riesgos que el clan Uchiha corría por ellos, y ahora la muerte del Colmillo Blanco lo dejaba más claro que nunca, ¿Pero alguien lo vería?, ¿Alguien lo apreciaría siquiera? Era muy poco probable, mas de igual modo los Uchiha seguirían siendo inquebrantablemente leales a su aldea antes que a quienes la dirigían. En el caso del Colmillo Blanco, el sepuku no era solo un acto al azar de suicidio por vergüenza como podía pensarse de buenas a primeras, sí que muchos lo realizaban por ello pero el objetivo de literalmente rajarse el vientre y exponer sus órganos era un acto de protesta, era dejar en claro que se prefería una muerte honorable antes que una vida indigna y quizás al decidir suicidarse el Colmillo Blanco no había querido vivir para ver como sus ideales llegaban a ser elevados porque quizás eso no pasaría si elegía continuar con vida, pero al morir si dejaba en claro que no se sentiría inferior aunque otros quisieran hacerlo sentir así; a entender de Fugaku, Sakumo Hatake se había suicidado para hacer que sus ideales vivieran para siempre y esa era la forma más honorable de morir.

—Bueno, suficiente charla, alístate— redirigió Fugaku enfocándose en lo importante; el entrenamiento.

—Que linda forma de darme la bienvenida— masculló Mikoto preparada para ello pero siempre esperando más de su parte.

—Esa no es una bienvenida; esto sí— diferenció él incapaz de pretender ante ella.

No era bueno con las palabras ni mucho menos con las demostraciones de afecto, especialmente si se esforzaba continuamente en sublimar sus emociones, pero Fugaku si era bueno en aparentar sentir algo que no era real y por lo que dando un paso más cerca de Mikoto la haló del brazo derecho y con un ágil movimiento la envió de golpe al suelo apoyando su mano en su espalda y que chocó un segundo después con el suelo en un ligero quejido de sorpresa mientras ella entornaba los ojos y dejaba libre un suspiro frustrado, ¿Por qué seguía intentando convencerse de que en algún punto Fugaku cambiaria y sería un hombre como los demás? Lo normal no iba con él. Cada vez que estaban juntos, lo que Mikoto y Fugaku hacían juntos era entrenar, el Uchiha no entendía otra forma de pasar el tiempo o trabar amistad que no fuera estando constantemente preparado para la guerra o eso daba a entender pero Mikoto podía ver más allá, sabía que si ella había obtenido el reconocimiento de Jonin ante el Tercer Hokage y sus consejeros eso se debía a lo estricto que era Fugaku con su entrenamiento, en sus palabras un buen Shinobi no debía hacer la guerra; pero sí que debía estar listo para ella o no sobreviviría y le inculcaba constantemente ese ideal a Mikoto esperando endurecerla como el mejor diamante. Irguiéndose velozmente y siempre preparada para enfrentar al líder Uchiha, Mikoto extrajo un kunai de su arsenal mientras se situaba desafiante en posición defensiva, aceptando su reto.

Fugaku sonrió ladinamente.


Luego de reportar al Hokage el resultado de su misión diplomática en estos tiempos inciertos en que ya se sentía de forma inquietante el susurro de otra guerra—y la Uchiha lo sentía como un escalofrió en la nuca—, Mikoto se dirigió a casa de Kushina para pasar tiempo juntas pero no la encontró ahí, por lo que decidió desviarse a su pub favorito para comer algo sabiendo que su madre Eshima no estaría en casa hasta el final del día, llevándose una gran sorpresa al encontrar un ánimo muy festivo y bohemio en el lugar, reinaba la relajación y alegría pero no en un estado usual y al que Mikoto no dudaría en unirse, mucho menos cuando vio a Kushina participando de esto, lo que la hizo entornar los ojos. Le disgusto a la Uchiha el cambio que habían sufrido las cosas durante el tiempo en que ella había estado ausente, sí que quería que Kushina fuese feliz pero teniendo en cuenta el último intento de ataque contra su persona lo último que ella debería hacer seria exponerse, estar en público con tanta gente tenía su lado bueno y disuadía a los tontos de intentar hacerle algo al estar permanentemente rodeada de otras personas, pero comportarse tan frívolamente pese a solo ser una adolescente de quince años—como la mayoría de su generación, excepto la Uchiha de dieciocho—no era mejor. Sin dudarlo, Mikoto salió del pub aunque lo hizo por la parte de atrás que daba con un área de la aldea que conectaba con los campos de entrenamiento si se cruzaba el pequeño bosque colindante, pero lo prefirió en cuanto oyó a Kushina llamarla e intentar seguir sus pasos; lo que faltaba.

—¡Mikoto!— gritó la Uzumaki hasta que finalmente su amiga ralentizó su andar a propósito. —No pensabas irte sin despedirte, ¿o sí?— interrogó con tono burlón y ligeramente arrogante lo que hizo a Mikoto entornar los ojos, su amiga no era así.

—Tengo que dormir para alejarme— se excusó la Uchiha volteando a ver a su amiga que la observó con una sonrisa burlona. —No sabes los riesgos que estas corriendo, no puedes poner un cordero delante de un león y llamarlo asesino, eso es manipulación— increpó, no queriendo que se comportara como una tonta.

—No te preocupes, lo tengo todo controlado, no ha habido ni un solo cotilleo o chisme— sosegó Kushina con una sonrisa de triunfo, mas la Uchiha solo bufo como respuesta. —Solo estas celosa porque neutralice el problema y no tú— alegó la pelirroja en su defensa y creyendo que la Uchiha solo estaba paranoica.

—Neutralizaste un problema; no el problema— difirió Mikoto analizando la situación desde un punto más serio y realista. —Tienes que escucharme, es importante— determinó para llamar la atención de Kushina que la observó sin entender que quería decir. —¿Qué futuro quieres para ti?, ¿Uno trágico y solitario o uno épico como el de lady Mito?— cuestionó haciendo bufar a Kushina que se apartó de ella en el acto.

—Deja de hablarme sobre el pasado y el futuro, porque solo me interesa el presente y si tengo que elegir mejor que sea lo que está pasando ahora— acalló la pelirroja no queriendo pensar en esa maldita realidad.

Como alguien que había perdido su hogar y luego a sus padres, Kushina apreciaba infinitamente a Mikoto como amiga, incluso la veía como una hermana mayor pero el único problema con ella es que siempre intentaba hacerla pensar con seriedad, intentaba que entendiera y se reconciliara con su vida como Jinchuriki pero Kushina no quería nada de eso, todo lo que quería era ser una chica normal como cualquier otra, vivir y enamorarse, corresponder a los sentimientos de Minato quien se había ganado un lugar en su corazón…¿Pero cómo hacerlo si tenía un monstruo sellado en su interior?, ¿Si era vista como un arma por muchos? Nadie lo decía pero ella siempre lo sentía, se sentía aislada y refugiarse en fiestas, actos de adolescente o frivolidades era todo lo que tenía, ¿Qué importaba si estaba mal? Ella solo quería vivir, no todo el mundo podía ser como la legendaria Mito Uzumaki, el gran amor del Primer Hokage. Intentando no entornar los ojos ante la actitud permanentemente desafiante y tozuda por parte de Kushina que siempre seguía solamente lo que iba de acuerdo con sus ideales, Mikoto pretendió seguir confrontando a Kushina al respecto para hacerla entrar en razón, mas sintió los pasos de alguien acercarse a su espalda y por lo que se volvió rápidamente alzando el puño, recibiendo un chillido asustado en respuesta y el rostro de terror de su querida amiga Mebuki Haruno que retrocedió por inercia. Entre molesta con Mebuki y consigo misma, Mikoto se recriminó a si misma por mantener la guardia ante su continuo entrenamiento con Fugaku…su conducta era contagiosa.

—¡Mebuki!— regañó la Uchiha dirigiéndole una mirada serena a modo de disculpa. —¿Estás loca?, ¿Cómo se te ocurre? Créeme, no querrías operarte la nariz— habría tenido que recurrir a ello si realmente la hubiera golpeado.

—Lo siento, perdón, pero…todos se me quedaban viendo— se disculpó la Haruno detestando las fiestas y habiendo acudido a esta solo por Kushina. —¿Qué fue eso?— preguntó escuchando ruido entre los árboles como también hicieron sus amigas.

—No sé, pero no me gusta nada— contestó Mikoto únicamente, instándola a no separarse de ella al igual que a Kushina.

La inmediata acción por parte de las tres jóvenes como Kunoichis fue retroceder una hacia la otra espalda con espalda como un escudo humano en formación pues juntas serían más fuertes y menos vulnerables, especialmente Kushina teniendo en cuenta que ella era la Jinchuriki del Kyubi y el primer deber de Mikoto era protegerla como Uchiha y mantenerse cerca en caso de que su Sharingan fuese necesario. No estaba sucediendo nada pero se percibía algo extraño en el ambiente mientras cada una de las jóvenes retrocedía hacia la otra, pero cuando ya se encontraban muy cerca una de la otra, un ligero click se escuchó sobresaltando a Mikoto pues parecía el sonido procedente de un cronómetro, lo percibía con su oído y por temor su inmediata acción fue empujar fuertemente tanto a Kushina como a Mebuki para protegerlas un segundo antes de que se detonase una explosión en el lugar levantando una gran polvareda. Escuchando las gritos de Kushina y Mebuki quienes tosían fuertemente por el polvo que intentaban apartar mientras corrían hacia ella, Mikoto permaneció consciente pero sintiendo que todo le daba vueltas, ni siquiera intentó ponerse de pie porque sintió que si lo hacía se desplomaría, por lo que simplemente siguió recostada sobre el suelo y sollozando de dolor, bajando la mirada a una de sus piernas y donde sentía un enorme dolor, viendo una fractura expuesta que le heló la sangre, mas intentó permanecer consciente el mayor tiempo posible mientras la Haruno y Uzumaki llegaban velozmente a su lado, permitiéndole caer en la inconciencia…


Todo era confuso en la mente de Mikoto, lo último que recordaba era el agudo dolor en su pierna luego de aquella abrupta explosión, había visto la seria fractura expuesta en su pierna izquierda solo unos instantes antes de desmayarse y suponía que se había debido al dolor. Abriendo lentamente los ojos, la Uchiha no pudo evitar fruncir el ceño al reconocer que se encontraba en una plana habitación de hospital, parpadeando varias veces para orientarse mejor y escuchando ajetreados pasos en el exterior; enfocada como estaba en recuperar la conciencia lo mejor posible, no fue hasta varios segundos después que reparó en la presencia de Fugaku sentado en el escaño vacío junto a su cama y que no tardó en reparar en su despertar. Había abandonado el trabajo inmediatamente al momento de enterarse del ataque que habían sufrido Kushina y Mikoto, la Uzumaki ya se encontraba bajo vigilancia expresa del Tercer Hokage y sus Consejeros que cuidaban de su vida y el Kyubi en su interior como lo más preciado, pero por otro lado y pese a su prestigio como Jonin, solo Fugaku se encontraba cuidando de Mikoto—relevando a su madre lady Eshima—quien se mostraba muy desorientada. Mikoto reparó en la presencia de Fugaku varios segundos después, cuando el líder del Clan advirtió su despertar y se levantó de su lugar para observarla mejor; ella que no pudo evitar esbozar una sonrisa al verlo, recibiendo a cambio esa mirada tan indiferente y seria de siempre pero que la hacía sentir segura.

—Despertaste, al fin— celebró Fugaku únicamente con su estoico tono de voz. —¿Cómo estás?— preguntó viéndola con una mirada desorientada.

—No lo sé, dímelo tú, tengo miedo de mirar— respondió Mikoto encogiéndose de hombros tenuemente. —Puedo moverla, es buena señal ¿no?— en teoría porque dudaba poder mover la pierna tras una fractura tan expuesta.

—Mikoto, no sé cómo decir esto— inició el pelicastaño con expresión seria y cruzando ambos brazos sobre su pecho, —no estas lesionada— contestó finalmente disimulando una sonrisa ladina ante el temor de ella.

—Decirlo es fácil, amigo, oí el crujido y vi el hueso— contrarió la azabache temiendo estar en desacuerdo con él.

No era una especialista en fracturas ni nada parecido—sabia acomodar un hueso fuera de lugar como cualquier Shinobi pues era un gaje más en el entrenamiento cotidiano—, pero dudaba que una persona no sintiera dolor tras una fractura expuesta de tibia y peroné, menos teniendo en cuenta lo que ella había visto un instante antes de desmayarse, por lo que para probar su punto la Uchiha sostuvo la sábana y la apartó con un rápido movimiento para también ver con sus propios ojos el estado de su lesión...llevándose una enorme sorpresa al ver su piel intacta y sin moretones, la fractura no estaba a la vista, era como si no hubiera ocurrido nada y la Uchiha lo confirmó al palpar el lugar en que debería estar antes de alzar la mirada hacia Fugaku quien arqueó una ceja en un silente; te lo dije. En medio de este descubrimiento la puerta de la habitación se abrió revelando a una mujer cuando menos diez años mayor que Mikoto pero de gran belleza, sumamente curvilínea y que vestía una camiseta de redecilla negra de escote redondo con mangas hasta los codos, encima una corta blusa blanca hasta las costillas exponiendo su vientre, de cuello en V y cortas mangas hasta los codos; encima una chaqueta azul de mangas acampanadas que permanecía abierta, falda roja hasta las rodillas y sandalias ninjas de tacón, de largo cabello rubio recogido en dos coletas que le llegaban hasta la cintura y con un flequillo enmarcando los lados de su rostro, en especial sus ojos miel que se enfocaron en la Uchiha.

—Alguien está mejor— sonrió Tsunade al ingresar, acercándose a la cama al ver despierta a su paciente.

—Lady Tsunade…— reconoció Mikoto casi sin aliento al tener delante a una de los Tres Legendarios Sannin.

—Solo Tsunade, sin formalismos— minimizó la Senju impregnando sus manos de un chakra color verde y con el que sondeó a Mikoto de la cabeza a los pies para estar segura de su convalecencia. —De hecho tienen suerte de que aun este aquí— suspiró diciéndose cada día que iba a irse pero algo siempre la detenía.

—¿El Hokage sigue sin brindar apoyo a la causa?— más bien afirmó Fugaku sabiendo de sus esfuerzos por establecer una unidad de Ninjas Médicos en la aldea.

—Ni los tontos del Consejo— asintió Tsunade finalizando su análisis y volviendo la mirada hacia el líder Uchiha, —pero da igual, ya sé a qué atenerme— no seguiría luchando una causa perdida. —Es consolador saber que hay gente con visión en la aldea— agregó pues Fugaku había votado en su favor, como otros igual de inteligentes.

—Lady Tsunade— llamó con apremio una enfermera en el umbral de la habitación.

—Me requieren, con permiso— se excusó la Senju incapaz de evadir su trabajo.

Quizás una de las razones que tenía Tsunade para permanecer en Konoha y porfiar por una causa ya perdida fueran los sueños de su amado Dan y de su fallecido hermano Nawaki…ella ya no tenía sueños, había perdido demasiado como para seguir creyendo en algo, pero su corazón la instaba a seguir luchando, aunque ya empezaba a cansarse de ello. Para nadie era un secreto, todos conocían la historia de Lady Tsunade quien había abandonado su papel como Ninja Medico tras el fallecimiento de su novio Dan Kato en una de las últimas batallas durante la Segunda Guerra Shinobi, lo que le había provocado un terror inmenso a la sangre y contra él que estaba luchando e intentando defender el sueño de su amado, pero le era muy difícil, de hecho esta era su última semana en Konoha antes de emprender su propio viaje junto a Shizune la sobrina de su fallecido novio y a quien había tomado bajo su protección. Ambas ya habían perdido demasiado como para continuar siguiendo el camino Shinobi por más tiempo, ¿Qué caso tenía de cualquier forma? Viendo la puerta de la habitación cerrarse tras la partida de la Sannin, Mikoto no sabía que pensar de lady Tsunade quien era más amable y cálida de lo que decían los rumores representándola como una mujer huraña y extremadamente temperamental; Fugaku por otro lado no apartó su atención de Mikoto, volviendo a sentarse sobre la silla, se sentía más tranquilo al saber que estaba mejor pero su corazón seguía inquieto porque ella hubiera salido lastimada.

—Ahora, ¿Quieres decirme que fue lo que paso exactamente?— interrogó el pelicastaño por fin. —Cuando llegamos al lugar no había pistas, nada— la Policía Militar continuaba investigando pero no había rastros de los responsables.

—¿Hablaste con Kushina?— preguntó la azabache en respuesta y sin saber que decir realmente.

—Sí, y el Consejo la puso bajo vigilancia por su seguridad— asintió Fugaku sabiendo que la seguridad de la Uzumaki era muy importante para ella.

—Genial, justo lo que necesitamos— bufó Mikoto un tanto más tranquila…pero no lo suficiente. —Tendré que hablar con cierto rubiecito— necesitaba la ayuda de Minato.

—Deberías descansar— contrarió él levantándose de su lugar y sabiendo que ella tenía intenciones de levantarse.

—Tú lo dijiste, no estoy lesionada, por lo que no es excusa— insistió ella, apartando las sabanas y moviendo sus piernas para pisar el suelo. —Escucha, Fugaku, no sé qué está pasando pero es una amenaza, algo está rondando a Kushina y si no es a ella es a la aldea— conjeturó alzando la mirada hacia él que no dejo de observarla. —Tienes que confiar en mí— era una teoría pero la más fuerte que tenía hasta ahora.

—Lo hago— sosegó Fugaku creyendo en su palabra. —Aumentare la vigilancia por parte de la policía— se comprometió para vigilar lo mejor posible a Kushina, —y déjame ayudarte— insistió envolviendo uno de sus brazos alrededor de su espalda.

—Okey— suspiró Mikoto con una cansada sonrisa y no teniendo otra opción.

Como capitán de la Policía Militar de la Aldea de la Hoja, Fugaku tenía autoridad para tomar cualquier decisión que considerara pertinente si de la seguridad de la aldea y sus habitantes se trataba, en especial si ello involucraba a Kushina Uzumaki y el Kyubi sellado en su interior, después de todo solo los Uchiha podían controlar al Kyubi según se decía y Kushina era muy cercana a Mikoto por lo que Fugaku no descuidaría su seguridad. Aunque Fugaku mentiría si dijera que en el último tiempo sus subordinados no se sentían heridos con el desprecio de la aldea que no valoraba sus sacrificios durante la Segunda Guerra Shinobi y su entrega en garantizar la vigilancia en la actualidad, ¿Por qué? Era un misterio para Fugaku que prefería no ahondar en ello por el bien del clan. Levantándose de la cama con ayuda de Fugaku, quien solo entonces apartó su brazo de alrededor de su espalda haciéndola estremecer—aunque ella no lo demostró—, Mikoto alisó su falda y camiseta volviéndose hacia la mesita junto a la cama y donde tomó su banda que ciñó a su frente, peinando su largo cabello azabache con sus manos, Interiormente Mikoto agradeció no tener otras pertenencias en la habitación o solo perdería tiempo recolectándolas, tiempo que seguramente era valioso para Fugaku que debía volver al trabajo y por lo que Mikoto dio los primeros pasos hacia la salida...sorprendiéndose cuando Fugaku envolvió uno de sus brazos alrededor de su cintura para darle estabilidad al caminar.

Tuvo que luchar para no sonrojarse.


A tiempos desesperados, medidas desesperadas; Mikoto por lo general no creía en este proverbio, pero antes de finalizar el día y luego de que Fugaku la acompañara en su regreso a casa, la Uchiha se había puesto en contacto con una amiga muy querida que tenía y que formaba parte del departamento de registro de la Torre Hokage, si había alguien que podía tener ojos y oídos en todas parte para seguir inclusive el movimiento de una piedra, ese alguien sin duda era Hazuki Uchiha quien menos de una hora después de salir del trabajo se presentó en casa de Mikoto con una laptop o computadora—presumiblemente del área administrativa, pero ella prefirió no preguntar—y decenas de copias en papel de los últimos registros de actividad hechos por ella misma. Kami, esa mujer era literalmente una hacker, Mikoto sabía lo suficiente de tecnología para no considerarse una inútil y por lo mismo tenía una computadora en casa en la que dejo copias de todos los archivos electrónicos que Hazuki traía en su laptop, pero jamás soñaría ni por asomo en llegarle a los talones a su amiga, ¿Cómo intentarlo siquiera? Por muy ágil y veloz que fuera Mikoto recopilando información, lo primero que concluyo fue que para analizar toda la información recopilada por Hazuki necesitaría dividir el proceso o no se daría abasto ni siquiera en una semana, y necesitaría apoyo esencialmente, pero no de cualquier persona o sus actividades clandestinas se harían conocidas por todos, lo último que necesitaba.

—Aquí hay fotos, recibos, informes...me da hemorragia cerebral— suspiró Mikoto sin aliento ante tanto material a su disposición. —Tienes que enseñarme como haces todo esto, Hazuki— sonrió volviendo la mirada hacia su amiga.

—Es simple; tengo demasiado tiempo libre— contestó Hazuki encogiéndose de hombros.

—Consigue un novio— sugirió la azabache sabiendo que eso era lo único que le faltaba a su amiga.

—Ya tengo— obvió la pelicastaña creyendo que ella ya lo sabía, —pero nos tomamos las cosas con calma— aun eran demasiado jóvenes de cualquier forma.

—¿Y quién es que no lo conozco?— interrogó Mikoto confundida por tanto secretismo aunque ella misma había estado ausente de la Aldea por misiones en el último tiempo.

—Ryuu Sekiya— contestó Hazuki con naturalidad y feliz de poder afirmarlo.

Por pura coincidencia o destino Ryuu Sekiya era uno de los compañeros de equipo de Hazuki de sus días en la academia junto a Kiyoshi Uchiha—gran amigo suyo y de Mikoto—, por lo que en nada era extraño que el afecto el uno por el otro se hubiera dado naturalmente, claro que ninguno había invitado a salir al otro por temor a afectar su amistad, de ahí que ambos fueran "discretos" como ella decía a Mikoto así como porque disponían de poco tiempo, Hazuki era Chunin pero Ryuu por otro lado ya era Jonin y tenía los mejores elogios por su temprana carrera y triunfos, por lo que bien merecida fuera la espera, además ambos eran jóvenes—tenían solo dieciocho años—y no había prisas por llegar al futuro, más si sabían que querían pasar el resto de sus vidas juntos fuera de toda duda. Aunque supiera que Hazuki y Ryuu habían sido compañeros de equipo y por ende cercanos desde hace ya varios años, Mikoto no pudo evitar sorprenderse al tener la certeza de que estaban en una relación, ¿Cómo es que tantos tenían la certeza de tener el amor a la puerta y ella aun no? Kushina y Minato, Kiyoshi y Ena—ambos Uchiha, por lo que sería una unión muy prestigiosa siendo él hijo del legendario Kagami Uchiha—según había escuchado, Teyaki y Uruchi felizmente casados...y ella seguía esperando a que Fugaku se atreviera cuando menos a invitarla a salir, pero aparentemente eso era demasiado, mas Mikoto no se permitió demostrar su sentir sino que esbozó una radiante sonrisa por la felicidad de su amiga.

—¿En serio están juntos?— preguntó Mikoto en voz alta y a nadie en particular. —¿Cómo es que soy la última en enterarse?— inquirió a su amiga y exagerando como de costumbre por su arrogancia característica como buena Uchiha que era.

—No eres la última, y somos discretos— aclaró Hazuki conteniendo una risa ante el dramatismo de su amiga.

—Y que lo digas— masculló la azabache absteniéndose de entornar los ojos. —Muchas gracias con todo esto, de nuevo— apreció no teniendo como pagar su apoyo.

—Sabes que siempre puedes contar conmigo— sosegó la pelicastaña estrechando brevemente una de sus manos contra la suya. —Ahora, con permiso pero debo regresar esto a su lugar— se excusó sosteniendo la computadora de donde había extraído todo ese material.

—Tranquila, yo también debo ir a otra parte— asintió Mikoto intercambiando una mirada con su amiga.

Sobradamente acostumbrada a que Mikoto siempre tuviera algo que hacer pese a haber salido del hospital hace solo un par de horas, Hazuki negó en silencio y prefirió no preguntar nada si ella no quería tocar el tema, sosteniendo su computadora mientras Mikoto apartaba los papeles y se levantaba del sofá de la sala para acompañarla hasta la puerta, despidiéndose ambas con un cálido pero breve abrazo. Permaneciendo en el umbral de la casa por un par de minutos hasta perder a Hazuki de vista y dirigiéndole una sonrisa al verla voltear una vez en su camino, Mikoto cerró la puertas apoyando su espalda contra esta e inspirando aire profundamente; necesitaba dejar de ser tan obsesiva, verdaderamente cuando se le metía algo entre ceja y ceja no descansaba hasta encontrar respuestas y era un gesto negativo de su personalidad pero Mikoto no estaba dispuesta a renunciar a esta búsqueda. Despegándose de la puerta y dirigiendo sus agiles pasos hacia la sala, se arrodilló frente al sofá y recolectó todas las copias de documentos entregadas por Hazuki y que ordenó lo mejor posible para su futura revisión más tarde porque en ese momento sentía que le iba a explotar la cabeza…desearía poder pedir la ayuda de Fugaku pero él siempre estaba ocupado con los informes sobre la seguridad de la aldea y los reportes de las distintas misiones además de sus deberes como líder del clan y no quería molestarlo. Necesitaba la ayuda de cierto adolescente rubio…


Una persona pensaría en condiciones normales que la Gran Biblioteca de Konoha estaría llena o cuando menos abarrotada para tenerla en cuenta como punto de reunión, pero en el último tiempo era el lugar más vacío de la Aldea y silencioso por aquellos que estudiaban incansablemente, especialmente si se trataban de los Genin jóvenes, por lo que Mikoto no dudo en literalmente enviarle una paloma mensajera a Minato el día siguiente indicándole que debían reunirse en la biblioteca lo antes posible. Para no tener testigos indeseables, la Uchiha eligió la sección Chunin, qué más quisiera que elegir la Jonin pero lo último que quería era tener testigos, por lo que Mikoto dejo su computadora sobre la mesa y desplegó lo más ordenadamente que le fue posible las hojas con los registros de la aldea unos instantes antes de que Minato llegara, visiblemente agitado y saludándola con un abrazo antes de sumergirse en toda la investigación que ella tenía. Aunque no lo dijo en voz alta por la apremiante situación de investigar sobre el presunto nuevo ataque contra Kushina, Minato se lamentó interiormente por haber llegado tarde pero su Sensei Jiraiya le estaba enseñando una nueva técnica llamada Rasengan cuya teoría el Namikaze se prometía practica y perfeccionar tan pronto como tuviera tiempo, lo que siempre se le tornaba por demás escaso, y debía visitar a Kushina; no es que ella no pudiera salir de casa o recibir visitas pero era mejor que ella se expusiera lo menos posible.

—No hay por donde comenzar— suspiró Minato sorprendido de toda esa información. —¿De dónde sacaste todo esto?— preguntó con inevitable curiosidad.

—Mi fuente prefiere permanecer secreta— lamentó callar Mikoto defendiendo la identidad de Hazuki. —Dividiremos toda esta información, tú te encargaras de una mitad y yo de la otra o de otro modo no terminaremos nunca— designó realizando una copia de los archivos de su computadora en un disco para él.

—Claro— asintió el Namikaze dividiendo los registros físicos en hojas de papel para quedarse con la mitad y dejarle la otra mitad a ella. —¿Realmente crees que podamos dar con quien está persiguiendo a Kushina?— inquirió temiendo que algo pudiera pasarle.

—No estoy segura de nada— suspiró la Uchiha teniendo su misma incertidumbre. —Trato de entender cuál es el punto de amenazarla una vez pero no tocarla con su siguiente ataque, ¿Quién sería tan obvio?— podía considerar el primer ataque fallido plausible…pero el segundo le daba mala espina. —Que se le acerquen tanto no me gusta— era demasiado importante como Jinchuriki y muchos se aprovecharían de eso.

—Tampoco a mí— asintió el rubio igualmente preocupado. —Quizás es tan obvio que no es obvio; he visto a Hizashi y Hiashi hablando con Demiya Kusou en el último tiempo, y todos saben que ella detesta a Kushina— mencionó en voz alta sabiendo las habladurías que los hermanos Hyuga esparcían en el último tiempo solo por dañar a Kushina y Mikoto. —Sé que suena tonto pero es la única pista que tenemos, y según mi teoría quieren volver loca a Kushina— planteó habiendo pensado en ello desde hace tiempo. —Es la Jinchuriki del Kyubi y hay muchos que le temen por ello— justificó en caso de sonar demasiado ficticio, aunque él no sentía temor sino admiración por ella.

—Me gusta tu manera de pensar— sonrió la azabache, el haber pedido su ayuda daba sus frutos, —y es una posibilidad que considerar, muchísimo— no quería considerar sus enemigos a gente de su propia aldea pero había que tenerlo en cuenta.

Que los mismos habitantes de Konoha fueran sus enemigos, que personas con las que había crecido y por las que había aprendido a sentir amistad pudieran tornarse ahora en una amenaza para la seguridad de todo lo que conocía aunque fuera solo una teoría le puso la piel de gallina; escuchaba los rumores y sabía que muchos Uchiha estaban descontentos con la poca valoración que los habitantes de la aldea tenían de su trabajo como protectores desde el inicio de la Segunda Gran Guerra Shinobi. Claro que Mikoto no unía su voz a este sentir de reclamación, pero era doloroso que su propia gente, que los habitantes de Konoha no entendieran todo lo que los Uchiha estaban dispuestos a hacer por su aldea, ¿Por qué los veían como si fueran diferentes entonces? Como si supiera lo que estaba pensando, Minato alargó una de sus manos por sobre la mesa para entrelazarla con la suya pero no en un gesto romántico ni nada que se pudiera pensar, después de todo Minato era tres años menor que ella pero desde hace ya bastante tiempo ambos se veían como amigos por lo mucho que amaban a Kushina y deseaban protegerla; Mikoto porque la veía como una hermana menor y Minato por sentimientos obviamente románticos. Lo cierto es que Minato estaba profundamente agradecido con Mikoto por ponerlo al tanto de la situación que Kushina había minimizado, de hecho ella no le había comentado nada, como de costumbre se había callado todo incluso cuando él quería ayudarla.

—Gracias por contarme, Mikoto— agradeció el Namikaze con un bajo suspiro, —pero no lo sé...me duele que ella no me lo haya dicho— creía haber ganado su confianza hace tiempo. —Le he demostrado mis sentimientos y que puede confiar en mí, ¿No es suficiente?— preguntó al aire y sin esperar una respuesta, pero sí que deseaba una.

—Calma, rubiecito— sosegó la Uchiha, levantándose de la mesa y que rodeo para atraer al Namikaze en un abrazo…aunque los Uchiha no tendieran a dar abrazos. —Permíteme dejarte algo claro; una mujer, y en especial una Jinchuriki, tiene que sufrir cambios de humor— explicó rompiendo lentamente el abrazo y viéndolo entornar los ojos con una sonrisa. —Nunca es culpa de la mujer ni cuando si es culpa de ella, ¿Es que nadie te lo ha explicado?— inquirió sonriendo al lograr animarlo lo suficiente.

—Evidentemente no— suspiró Minato, sonriendo ante lo fácil que resultaba para ella animar a alguien. —¿Sabes? Si no fueras tan psicótica, serias buena compañía— elogió debiendo admitir que ella era la mejor amiga que hubiera podido pedir.

—Igualmente, chico lindo— correspondió Mikoto con una disimulada sonrisa.

Encontrar un amigo de verdad era lo más difícil que se pudiera hacer pese a lo sencillo que en ocasiones parecía al ver jugar a los niños por las calles, Minato tenía la suerte de tener a muchos amigos partiendo por su Sensei Jiraiya, Inoichi Yamanaka, Shikaku Nara, Choza Akimichi, Hana Hyuga, Mebuki Haruno...conocía a todos en la aldea y no tenía enemigos o alguien que le deseara el mal...hasta donde sabia, pero solo podía confiarle sus temores a Mikoto como solo haría con Kushina por quien tenía sentimientos románticos y que escapaban a su entendimiento, pero de momento ni aún ella era totalmente sincera por lo que él no sabía que pensar, mas Mikoto siempre conseguía animarlo y hacer que no se rindiera, porque no podía hacerlo ni lo haría. No iba a negar que en el principio y años atrás no había estado seguro de ser amigo de Mikoto, ella le había parecido extremadamente arrogante y distante como la mayoría de los Uchiha, pero y si bien era dramática y muy vanidosa, también era sincera, amable y siempre tenía una sonrisa para animar a otros, por lo que no se arrepentía en ningún momento de tratar con ella y entendía porque Kushina y ella eran tan unidas. Sonriendo bajo la mirada de Minato a quien continuaba considerando un "lindo rubiecito" como lo había llamado anteriormente en presencia de Kushina, Mikoto esperaba que toda esta investigación realmente valiera la pena, no se lo decía a nadie pero tenía un palpito en el corazón, y esperaba que no se cumpliera.

Porque no era sobre Kushina sino sobre ella misma.


Tras una entera y larga semana reuniéndose en la biblioteca sin falta cada día, Mikoto y Minato llevaban revisando apenas la mitad de los documentos respecto a la seguridad de la aldea, teniendo muchas críticas que hacer en medio de todo y pruebas que archivar en el proceso; la Policía Militar de los Uchiha cumplía con su papel al pie de la letra si de detectar enemigos se trataba, pero el resto…era otro caso,, no es que Minato quisiera dudar de sus propios conocidos, de la gente de la aldea con la que trataba a diario, pero casi parecía que desde adentro alguien estaba colaborando en estos ataques, bien implícitamente o solo brindando información pero lo cierto es que lo uno era tan condenable como lo otro. ¿Y hasta donde podía llegar eso? La Segunda Guerra Shinobi acababa de terminar hace casi dos años pero las rencillas no estaban saldadas del todo, muchos se encontraban desconformes y/o querían venganza por toda la sangre derramada, o querían territorio de Konoha o sus aliados. Minato y Mikoto no habían participado en la guerra siendo demasiado jóvenes pero ello no les había impedido aprender y sufrir por ello. De cualquier forma aún tenían mucho que continuar revisando hasta concluir su secreta investigación conjunta, pero era suficiente por hoy y por lo que Mikoto y Minato abandonaron la biblioteca al mismo tiempo llevando cada uno sus respectivas copias de los archivos en sus mochilas, el Namikaze cerrando la puerta tras la Uchiha que fue la primera en salir.

—Gracias por todo— sonrió Mikoto tanto por su caballerosidad como por su asistencia diaria, sin falta.

—De nada, cuenta conmigo cuando quieras— asintió Minato gustoso de ayudar y pleno al poder conocerla mejor.

—Te tomo la palabra— la Uchiha arqueó una ceja con fingida coquetería. —Bueno, adiós— decidió despedirse del rubio envolviéndolo en un cálido abrazo.

—Adiós— correspondió el Namikaze envolviendo sus brazos alrededor de ella.

Era un gesto sencillo en apariencia y propio de dos amigos pero que Mikoto entendía era más de lo que aparentaba, ella sabía lo que era ser un prodigio y recibir un trato diferente por lo mismo pero Minato estaba familiarizándose con eso, ser el alumno del legendario Sannin Jiraiya empezaba a ser algo de doble filo, las técnicas o Jutsu que podía aprender de él y su propia sabiduría eran una maravilla pero había consecuencias, las misiones que le eran asignadas eran cada vez más complejas en consonancia con sus habilidades y por otro lado esperaban logros cada vez mayores de su parte. En medio de todo eso era inmensamente valioso poder contar con una persona que no esperase tanto de él, que pudiera ser solo su amiga o voz consejera y ese alguien era Mikoto, por lo que Minato rompió el abrazó dirigiéndole una luminosa sonrisa antes de tomar caminos separados a sus respectivos hogares. El Namikaze camino tranquilamente unos dos metros aproximadamente, sonriendo en su camino a la gente que pasaba antes de ser sorpresivamente abordado por Kushina que aguardaba al final de la calle con una expresión entre seria y muy molesta; inicialmente no le había dicho a Minato porque estaba bajo vigilancia de ANBU y la Policía Militar de los Uchiha pero lo había hecho paulatinamente con el paso de los días sorprendiéndose al darse de que él ya parecía saberlo y ahora entendía porque, Mikoto se lo había dicho y no solo eso sino que ambos llevaban reuniéndose en secreto durante casi una semana, ¿Y por qué? Eso quería saber ella.

—¿Qué hacían Mikoto y tú?— cuestionó Kushina sin poder evitar sentir celos aunque se esforzó por no demostrarlo. —¿Estaban en una cita?— quería respuestas y ya.

—¿En una cita?— repitió Minato esbozando una sonrisa ante lo ridículo que sonaba. —La ayudaba a investigar— contrarió y ante lo que la Uzumaki apartó la mirada antes de volverse. —Espera, Kushina— frenó situando una de sus manos sobre sus hombros para impedir que se fuera, —los dos queremos ayudarte, sabemos que necesitas de tantos amigos como puedas…— ambos la amaban muchísimo.

—No necesito amigos, ni a nadie…— en medio de sus protestas de ella, Minato acunó las mejillas de su rostro y acercó su rostro al suyo para presionar sus labios sorprendiéndola tanto que tardo varios segundos en corresponder, y separarse por lo mismo. —¡Te odio!— gritó no pudiendo creer que la callara con un beso.

Era una completa mentira y Kushina lo sabía, pero se negaba a admitir cuanto tiempo llevaba deseando ese beso y lo demostró—o eso intentó—empujando sus manos contra el pecho del Namikaze para alejarlo, dando media vuelta y siguiendo con su camino apretando los puños, maldiciendo interiormente la tozudez de Minato, la inquietud de Mikoto y sus propios celos por dudar de sus sentimientos. ¿Cuándo aprendería? Pero primero muerta que admitir sus errores o darse el gusto de flaquear, eso jamás. Esa no era la respuesta que Minato había esperado a su primer beso, pero dejando libre un sonoro suspiro y siguiendo con la mirada a Kushina debía reconocer que pese a ser un beso robado había sido perfecto, ella le había correspondido por lo que como de costumbre sus palabras contradecían sus acciones, y con eso habría de conformarse, hasta que ambas fueran una y la misma cosa. Viendo a Minato seguir con la mirada a Kushina hasta perderla de vista y oculta en un callejón de la calle frente a la biblioteca al haber advertido la presencia de Kushina al momento de salir, Mikoto no pudo evitar esbozar una sonrisa burlona mientras pensaba; mentirosa. Ojala y su querida amiga Jinchuriki pudiera ser un poco honesta consigo misma, ojala pudiera ser honesta con Minato y con todos para vivir la vida que tenía mientras aún podía, y pensando en eso ella misma necesitaba distraerse luego de tantos días de investigación. Necesitaba vivir un poco y conocía el lugar indicado para hacerlo...


Pese a su actitud permanentemente arrogante como buena Uchiha, Mikoto no era el tipo de persona que aparentaba coraje y valor solo para parecer más fuerte, pero le gustaba la vida imperante en los clubes o pubs de la aldea, no le gustaba beber alcohol más que en casa o con sus mejores amigas, por lo que simplemente acudió al pub para distraerse, ligeramente recostada sobre uno de los sofás en el rincón, cerrando los ojos y disfrutando de escuchar la música, los cotilleos, las ideas innovadoras que allí se compartían y bebiendo de vez en vez un trago de su vaso de jugo de naranja, carraspeando distraídamente para aclararse la garganta. La Uchiha no podía mentir, sí que sería divertido embriagarse solo para perder el sentido y olvidarse de tantas preocupaciones pero eso no iba con ella, aunque sería lindo dejar de pensar en Fugaku, ¿Por qué siempre se repetía la burda historia de amor en que una de las partes amaba pero la otra no correspondía o no daba a entender eso? Siquiera pensarlo irritaba a Mikoto que suspiro para sí esbozando un puchero antes de tomar otro trago de su vaso dándose cuenta entonces de que este se hallaba vacío lo que la hizo bufar por lo bajo. Hermosa como era, joven, soltera y con una expresión de tristeza bien por el eje de sus pensamientos o por decepcionarse debido a su vaso vacío, en nada debería extrañar que la Uchiha llamase la atención del sexo opuesto como fue el caso de uno de los presentes en el pub y que se atrevió a sentarse frente a ella. ¿Quién dijo que necesitaba compañía? Mikoto se abstuvo de sonreír burlonamente.

—Hola, ¿necesitas otro trago?— se ofreció el galante individuo sin apartar la mirada de ella.

—Tal vez— asintió Mikoto aunque sin aceptar su propuesta, —pero a través de un cuidadoso experimento puede que ya descubriera mi límite— diferenció con una divertida sonrisa, prefiriendo no embriagarse o acabaría lamentando su conducta.

—Bella e inteligente; no estoy seguro si escribirte un poema o pintarte un retrato— elogió él admirándola todavía más.

—Oh, yo me pregunto, ¿A cuántas habrás deslumbrado con papel y pintura?— inquirió ella respondiendo a sus galimatías.

—Eres la última, lo prometo— garantizó el hombre y ante lo que Mikoto no pudo evitar reír por lo bajo. —¿Te divierto?— curioseó con una ligera sonrisa jactanciosa.

—¿Las mujeres realmente caen con palabras tan sosas?— preguntó la Uchiha al aire, no sabiendo si sentirse orgullosa por no caer o tonta por considerarlo cursi.

—Que pedante eres— apreció él, desencantado por su actitud y levantándose del sofá sin dejar de observarla, —una mujer tan...noble y prodigiosa visitando los rincones oscuros y viéndonos como animales en un zoológico— Mikoto lo observó en silencio, sin inmutarse por su tono amenazador. —Aquí no hay barrotes y nosotros no estamos enjaulados— si el sujeto tenía pensado o no hacer algo contra la Uchiha al dar un paso al frente hacia ella, no tuvo ocasión de llevarlo a cabo siendo frenado por alguien que le sujeto los brazos tras la espalda. —¿Qué…?— el hombre se sorprendió por no haber percibido la presencia de nadie tras él.

—La dama no está sola— dejo en claro una voz ronca y muy intimidante a su espalda.

—Fugaku— reconoció Mikoto levantándose de su lugar, abrumada por su inesperada presencia.

Decirse sorprendida sería un eufemismo para Mikoto que por poco y se desmayó al ver a Fugaku quien solo le sostuvo la mirada antes de envolver uno de sus brazos alrededor del torso de aquel hombre y arrojarlo contra una pared con un veloz movimiento sin necesidad de herirlo y no queriendo hacer ningún espectáculo, pero sí que sorprendiendo a los presentes. Agradeciendo la presencia de Fugaku en aquella problemática que la había tomado por sorpresa—aunque no lo hubiera demostrado—, Mikoto se situó a la diestra de Fugaku quien guio sus pasos hacia la barra entregando una generosa cantidad de dinero para el dueño por el escándalo causado y abandonando el lugar sin necesidad de voltear o detenerse y sabiendo que Mikoto se encontraba a su lado, no preguntándose interiormente porque ella estaba en un lugar como ese porque sería hipócrita de su parte, pero si esperando que nadie la hubiera hecho sentir mal o inferior, porque de ser así desearía volver para romperle la cara al o la responsable. Nada más cruzar el umbral del pub hacia el exterior, sintiendo un ligero estremecimiento ante la brisa nocturna, Mikoto tuvo que cubrirse los labios para contener una risa porque el jamás de los jamases se le habría ocurrido imaginar a Fugaku salvándola de un idiota que no entendía que ella no estaba interesada en sus coqueteos…¿Todo era real o ella simplemente estaba soñando? Pese a sentirse muy despierta e intercambiar una mirada con Fugaku que volvió la mirada mientras caminaban a la par, Mikoto seguía sin tenerlo claro como su presencia en el lugar.

—Gracias por la ayuda— sonrió Mikoto tratando de no ruborizarse demasiado bajo su mirada.

—No fue nada— sosegó Fugaku no necesitando de ningún reconocimiento por ayudarla.

—¿Qué hacías en un lugar como este?— inquirió la azabache con inevitable curiosidad. —Yo me codeo con las ratas, ¿Pero tú?— sonrió un deje de burla por lo mismo.

—Lo creas o no me gusta la música, y este bar es famoso por sus fiestas— contestó el pelicastaño con una tenue sonrisa ladina. —No soy tan aburrido— agregó lo que hizo sonreír a Mikoto que encontró su mirada con la suya.

—Nunca pensé eso, solo que eres bastante serio— diferenció ella no deseando que creyera que pensaba así, —pero hoy aprendí algo nuevo de ti— podía decirse satisfecha por ello.

—¿Y tú?, ¿Solo estabas aquí por la vida bohemia?— interrogó él ahora y ante lo que ella apartó ligeramente la mirada. —Estas agobiada— adivinó haciendo que ella alzara la mirada, parecía haberle leído la mente.

—No, solo...— Mikoto pensó en discutir pero sabía que no tenía porque, no con él. —Es por Kushina, estoy preocupada y me inquieta no saber lo suficiente de los peligros que nos rondan— confesó apretándose nerviosamente las manos. —Temo al futuro, a otra guerra— podía ser sincera con él como no podría serlo con nadie más.

—Compartimos temores— correspondió Fugaku honrando su sinceridad y a lo que ella volteó a verlo. —Pero déjame darte un consejo; la vida bohemia es un mal sustituto para la felicidad— era casi cinco años mayor y sabía una o dos cosas de la vida.

—A veces las personas y los lugares para los que estamos hechos nos toman por sorpresa— difirió la azabache defendiendo su proceder.

—Touche— el pelicastaño sonrió ladinamente aceptando sus diferencias de opinión. —¿Te acompaño a casa?— invitó no queriendo que caminara sola por las calles a esa hora.

—Lo harías aunque me negara— sonrió ella conociendo sus buenos modales, —pero si, puedes acompañarme— aceptó no pudiendo decirle que no de todas forma.

Definitivamente esta no era la forma o el plan que había tenido en mente par que finalizase su noche, especialmente si tenía en cuenta que no podía dejar de pensar en Fugaku sin importar cuanto lo intentara, pero era un grato cambio y por el que sonrió ligeramente aunque no lo demostró del todo mientras dirigía sus pasos en dirección a su hogar aunque bien podría seguir a Fugaku quien conocía perfectamente el camino, ambos sumergidos en un silencio que podría resultar tenso o molesto a entender de cualquier otra persona pero no para ellos dos que se reservaron a caminar uno junto al otro y observándose de vez en vez, o eso es lo que hacía Mikoto y regañándose mentalmente por esperar que Fugaku hiciera lo mismo, apartando la mirada cuando vio que esto no sucedía. Pero al contrario de lo que Mikoto podía pensar, cada vez que ella apartaba la mirada, Fugaku la observaba por el rabillo del ojo con silente admiración, deseando decirle tanto y no pudiendo hacerlo; por un lado dejaría en evidencia su vulnerabilidad si lo hiciera, se permitiría expresar más de lo que mostraría con cualquier otra persona y confirmaría esa debilidad…y en el fondo temía tanto no ser correspondido o bien que los sentimientos de ella cambiaran en algún momento por ser aún muy joven y tan despreocupada o libre de sentimientos, una libertad que Fugaku no deseaba arrebatarle, ¿Cómo tener a la mujer que tanto deseaba sabiendo que ello implicaría muy posiblemente hacerla infeliz?

El amor era extremadamente complicado.


PD: Lo se, de verdad me disculpo por haber estado ausente en el último tiempo tras las fiestas pero estuve bajo mucho estrés, problemas familiares, me titule de mi carrera apenas ayer...y bueno, no los voy a agobiar con excusas sino que expongo mi disculpa con una nueva actualización, como prometí, esperando como siempre que mi trabajos sea de su agrado :3 Las próximas actualizaciones serán "El Sentir de un Uchiha" la próxima semana, luego , luego "Kóraka: El Desafío de Eros" y "La Reina Olvidada" antes de cerrar actualizando nuevamente "Avatar: Guerra de Bandos" y "Dragon Ball: Guerreros Saiyajin" :3 Como siempre este nuevo capitulo esta dedicado a mi querida amiga DULCECITO311 (pidiéndole infinitas disculpas y dedicándole siempre todas y cada una de mis historias) a Yashahime-uchiha32 (agradeciendo sus hermosas palabras y dedicándole esta historia por tener en cuenta mi trabajo), a Yi Jie-San (disculpándome por mi tardanza y ausencia, pero dedicándole esta historia por su continua presencia), LadyBlue21 (disculpándome por la demora y dedicándole esta historia por sus hermosas palabras), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.

Personajes & Contexto: Inicio el capitulo hablando de una de las figuras más legendarias en los tiempos de Mikoto y Fugaku como lo fue Sakumo Hatake, llamado también el Colmillo Blanco y que fue padre de Kakashi a quien también menciono en varias escenas, tratando de recalcar sus ideales y porque creo que se suicido a diferencia de como menciona el anime. También menciono a Obito que es un personaje muy recurrente en fics del clan Uchiha de que retraten esa época, sus sentimientos por Rin y que son evidentes a ojos de terceros como Mikoto y a quien le resultan adorables. Me encanto mencionar a Tsunade, y de hecho su papel como medico antes de partir de Konoha con Shizune en nada interfieren con el canon de la obra por lo que fue perfecto ya que también tiene un rol importante en mi fic "El Sentir de un Uchiha" solo que apoyando a Sakura. Al inicio de esta historia mencione que Kiyoshi seria el padre de Izumi, pero por investigaciones que realice caí en la cuenta de mi error y por lo que es el padre de Shisui e hijo de Kagami Uchiha, y tiene una novia de nombre Ena perteneciente al clan Uchiha; paralelamente tenemos a Hazuki que será la madre de Izumi y que si bien aun es joven para casarse ya tiene por novio a un Jonin de la aldea pero no perteneciente a su clan llamado Ryuu Sekiya, por cierto aludo a Hazuki como una hacker por su inteligencia representando esos detalles tecnológicos presentes en el universo de Naruto.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3