.

"Vino"

.


Desde el momento en que Blaise terminó de escuchar lo que había sucedido entre Theo y su padre (Al menos la parte que no incluyera la identidad de Luna ni el asesinato de la señora Nott), guardó casi un minuto de silencio antes de llamar a uno de sus elfos, encargándole que trajera una botella de vino y dos copas limpias.

Theo le sonrió con debilidad desde la cama que ocupaba.

―¿Tu madre te da libre acceso a sus bodegas?

―Siempre que la entregue en su siguiente matrimonio con una sonrisa en la cara, sí―dijo su moreno amigo mientras descorchaba la botella―. Fue a Francia para distraerse de su repentina viudez. Sospecho que el amor la encontrará de nuevo para antes de fin de año. En fin, ¿Lleno o a la mitad?

―No creo que sea buena idea mezclar alcohol con la poción de mi madre, amigo. Además, ¿No estamos algo jóvenes para…?

―¿Para qué?―interrumpió Blaise―. ¿Una copa vespertina…?

―O botella…

―Bien, bien, ¿…o botella de vez en cuando?―concedió Blaise―. Pues, verás, eso depende. Desde hace un año es lo único que me mantiene en calma cuando estoy en casa. Dile pasatiempo, si quieres. Además, no es como si mi madre fuera a notarlo. Una botella más, una botella menos… ella las colecciona con tanto afán como colecciona maridos―añadió con cierta ironía amarga―. Y yo no tengo nada mejor qué hacer que tratar de divertirme un poco a su costa, así que…

―Ahora sí me siento bienvenido.

Blaise sonrió.

―Digamos que eres una variación muy afortunada en mis aburridas vacaciones. No que disfrute tus…circunstancias; pero, ya me entiendes. A tu salud.

Theo le miró con comprensión y no dijo más en contra del peculiar pasatiempo de Blaise. Al fin y al cabo, cada quien lidiaba con sus demonios a su manera. Y siendo sincero, probablemente él habría caído en lo mismo de no ser por la mezquindad de su padre, quien le tenía terminantemente prohibido acercarse a sus bodegas.

«Irónico», pensó. Acababa de descubrir que sí le debía algo más que la vida a ese ser miserable.

―Estamos jodidos, ¿no?―comentó Blaise al rato, sentándose al pie de la cama.

―Dímelo a mí―dijo Theo, ahogando un quejido al moverse muy rápido. Blaise tensó la boca.

―Hijo de puta…―siseó―. ¿Cuántas veces te maldijo?

―No lo sé, hasta que se cansó, supongo―contestó Theo, viendo a su amigo vaciar la copa de un trago―. Es lo que ganas cuando no le das a un sádico lo que quiere. Aunque en el caso de mi padre, posiblemente me habría matado con o sin expulsarlo de mi mente.

―Aún no puedo creer que lograras sacarlo sin saber oclumancia… o que sigas cuerdo después de los legeremens y tantos cruciatus.

―Tuve una manifestación de magia accidental la primera vez que invadió mi mente―le contó Theo. Blaise le miró, sorprendido―. Lo sé, no me preguntes cómo, pero pasó. Lo mandé a volar contra un muro.

―Lástima que no se rompió algo… el cuello, de preferencia.

Theo soltó una risita que terminó en quejido.

―Por cierto, nunca me dijiste qué fue lo que quería saber con tanto afán.

―Nada de importancia.

―Tienes que aprender a mentir mejor―le dijo Blaise, sirviéndose vino de nuevo―. ¿Dos legéremens y la maratón de crucios solo para enterarse de algo sin importancia? Vamos, amigo, llevo menos de dos copas, hace falta más para emborracharme y que me crea cualquier cosa.

Theo ladeó la mirada.

―¿Qué sería lo peor que podría hacer con tu pequeño secreto?, dime. ¿Reírme?―insistió Blaise―. Theo, yo me río de todo y de todos con o sin excusa, es parte de mi encanto―añadió y bebió otro largo sorbo ―. Además, terminaré averiguándolo de todas formas. Tengo una ligera sospecha, de hecho.

―¿Qué?

―No eres tan cauto como crees. Por mencionar un par de cosas, ¿Tu repentino interés por la magizoología?, ¿La manía que te nació después de la Navidad pasada? Eso de andar contando tus zapatos antes de dormir… y la lista solo empieza. No me hagas hablar de las veces que te pillé saliendo del Bosque Prohibido.

―¡¿Cuándo se supone que hice…?!

Blaise ladeó la cabeza hacia él y enarcó una ceja con mucha ironía, tanto que Theo acabó sonrojándose y desvió la mirada de la suya, conflictuado.

Sabía que Blaise era su amigo. De hecho, fue el primero que tuvo en Slytherin. No un aliado, como le había dicho a su padre. No. Blaise era un amigo, no por nada había acudido a él en busca de auxilio en lugar de Draco. Sin embargo… ¿Podía tenerle la suficiente confianza como para confesarle lo de Luna?

―¿Te avergüenza?

―¡No!―exclamó Theo sin pensarlo y enseguida se frenó. Lo estaba haciendo de nuevo. Estaba actuando fuera de sí. Demasiado emocional―. No sé lo que creas que hayas visto, Blaise; pero…

―Oh, bueno, tengo una mente prodigiosa, eso no te lo voy a negar― interrumpió su amigo―. Sin embargo, nunca he volado tan lejos.

Otro sorbo de vino después se cruzó de piernas sobre la cama y le miró, divertido.

―Te propongo algo. Tu secreto por uno mío―le dijo. Theo le frunció el ceño.

―Ya tengo secuelas de tortura, Blaise, creo que mi mente y yo estamos bien sin más que añadirle, muchas gracias. Además, dudo que mañana estés muy contento de revelarme alguna intimidad tuya.

―Oh, vamos, no seas aguafiestas. No estoy tan ebrio como para revelar mis secretos más oscuros. Créeme.

―Solo quieres saberlo para divertirte a mi costa.

―O quizás solo estoy buscando una excusa para hablar de mí―repuso Blaise―. ¿No lo has pensado?

Esta vez, fue Theo quien enarcó una ceja.

―¿A qué estás jugando?

―¿Jugando? Ja, ya quisiera… soy experto en jugar.

―Blaise…

―Solo di sí o no―interrumpió él―. Te pondré un poco en contexto. La primera vez que te vi saliendo del Bosque Prohibido, yo estaba guardando cierto libro de Gwendolyn Mckellen luego de usarlo en cierta estrategia que…

―¿La pobre chica que llamó tu atención en el baile de Navidad?―dijo Theo―. Por favor, Blaise, tus conquistas semanales son diametralmente menos importantes que mi… mi asunto.

―Solo que la chica en mi historia no fue una conquista semanal―contestó Blaise―. Intenté que lo fuera, pero… no sé, supongo que me di cuenta del jaque demasiado tarde. Y ahora no sé qué hacer al respecto.

―¿Jaque?, como, ¿Jaque mate? ¿A ti?

―¿Quieres los detalles?... te va a costar un nombre.

Theo curvó la boca.

―Si entiendo bien, tratas de chantajearme para que hable de mi asunto solo porque necesitas hablar del tuyo.

―Básicamente, sí―respondió Blaise, terminando su copa de vino de un solo trago―. Eso y que soy un digno Slytherin en la materia de ser absolutamente incapaz de decir: "Amigo, necesito un jodido consejo", no sin tener la garantía de que lo que revele quedará entre estas cuatro paredes… Oh, y sin sentirme como un condenado Hufflepuff, para variar.

―Blaise…

―Última chance. Intercambio de nombres, ¿Sí o no?

«No», pensó Theo de inmediato; pero se tomó un momento. La insistencia de Blaise no podía obedecer únicamente a la curiosidad, ¿cierto? «Un amigo. Es tu amigo», se recordó. Además… por cualquier percance, tendría la garantía de saber su secreto a cambio.

―Una sola burla y te juro por Salazar…

―Tomaré eso como un sí―interrumpió Blaise―. ¿Empiezo yo?, ¿Tú?

Theo se lo pensó un poco.

―Me hago viejo aquí―apremió el moreno y se sirvió otra copa de vino, dándole un breve sorbo antes de volver a mirar a su amigo―. Ginevra Weasley. Ahí está, ya lo dije.

―¿Weasley? Pero Blaise, ¿Te volviste…?

―Ah, ah. Nombre primero, detalles escabrosos después. Un trato es un trato―dijo él, y le dirigió una miradita divertida mientras bebía lentamente su vino.

Theo resopló y se cruzó de brazos.

―Luna Lovegood―confesó al fin.

Y no hubo burlas…

Tampoco reclamos (no inmediatos al menos) …

… solo un chorro de vino tinto saliendo de la boca de un Blaise en shock.

―Sutil.

―¡¿Me estás jodiendo?!―exclamó Blaise, tosiendo con ímpetu―. ¿Lovegood? ¡¿Lunática Love…?!

―¡Hey!, ¿Quieres que comencemos con los apodos? Pobretona, comadreja menor, weaselette, la noviecita de Potter… puedo seguir y seguir.

―Ya entendí el mensaje, muchas gracias―replicó Blaise―. Y solo para aclarar, ella no es la noviecita de Potter, ¿De acuerdo?

―¿Escucho celos acaso?

―NO… sí, ¡Argh! ¿Tal vez? ¡Demonios, ese es precisamente el problema! Blaise Zabini no siente celos de nadie, ¿De acuerdo? Mucho menos de San Potter; ¡pero no puedo evitar enojarme cuando la pillo mirando a ese idiota como si fuera…!

―¿El elegido?―sugirió Theo.

―"Cuatro ojos con pelos de limpiachimeneas", le queda mejor―gruñó Blaise―. ¡Ahí está! ¿Me oyes?, en lo que va de las vacaciones he escrito todo un pergamino, digno de las tareas de Snape, solo con apodos que le inventé a cara rajada.

―Esa es de Draco.

―¡Me importa un pimiento de quién sea! El punto es que yo no debería sentirme así. ¡Mucho menos a causa de una niña que se supone que iba a ser, como bien dijiste, mi conquista semanal! Pero así estoy. Y Salazar me ayude, tengo tantas ganas de que empiece el año en Hogwarts como terror de que lo haga, porque la veré de nuevo, porque podré pillarla en la biblioteca o en el salón abandonado que usa para practicar sus hechizos, porque sé que la seguiré aunque me recrimine todo el camino mientras lo hago y porque sé que usaré la estúpida excusa de "Soy tu amigo" solo para poder estar cerca de ella, para enseñarle, para corregirle, para… Merlín, voy a enfermarme… ¡para solo charlar con la condenada Ginny- jodida- Weasley!

Theo no se atrevió a interrumpir ni con un respiro fuerte la apasionada declaración de su amigo. Blaise, por supuesto, no esperó una respuesta antes de beberse toda su copa de un trago. Se había sentido bien sacar aquello de su mente; sin embargo, la cara de perplejidad de Theo comenzaba a hacerle desear jamás haber abierto la boca. Ni él mismo se entendía ni podía darse una solución, ¿En serio esperaba que Theodore, con su baaasta experiencia de una chica, lo hiciera?... se notaba que estaba desesperado.

―¿Le has dicho algo de esto a ella?―preguntó al fin su amigo.

―¡Claro!, después de echármela al hombro tras el final de curso mientras les hacía adiós a la cáfila de hermanos que tiene―ironizó Blaise―. ¡Por supuesto que no!, ¡No soy estúpido!... además, ella sigue babeando por Potty. ¡Hasta me lo dijo, la muy…! Ingenua. Es ridícula la fascinación que siente por el idiota.

―¿Estás seguro que son celos, Blaise? Quizá solo te molesta porque Weasley no… cayó en tu juego, por así decirlo. La chica te agrada y como no puedes enfadarte con ella, pues Potter se hace una mejor opción, ¿no?

―Ojalá fuera tan sencillo―dijo Blaise―. Sé lidiar con el despecho. Sé desquitarme cuando me lo provocan; pero con ella… Theo, con ella, fui yo quien no quiso jugar.

―¿Qué?

―Ya me oíste. Tuve la oportunidad. Después de ayudarle con el trabajo, ella me debía una. Con cualquier otra chica habría usado esa ventaja a mi favor, me habría divertido y al día siguiente me habría olvidado hasta de su nombre… pero ella, ja… ella no es materia de juego. Casi me sentí culpable de imaginarnos a ambos solos en un sofá. Sabía que no estaba lista y me importó―añadió, como si apenas se lo estuviera creyendo―. ¡Me importó! No quise jugar, no quise usarla… pero tampoco pude alejarme. Lo intenté; pero a la larga se me hizo más y más atrayente pasar mis horas con ella que con alguna otra comiéndonos la boca en algún lugar. Ella habla conmigo, me reta, me… me hace reír. ¡Carajo, estoy peor de lo que creí!

―Si con peor te refieres a enamo…

―No-te-atrevas a terminar esa frase―siseó Blaise, mirando con horror el vino restante en su botella. Estaba a menos de la mitad.

―Bueno, ¿Y qué piensas hacer este año? ―preguntó Theo―. Por lo que entiendo son… amigos. Los Gryffindor no suelen desatender a sus amistades. Dudo que la… ejem, la pequeña Weasley vaya a ignorarte.

―Y si lo hiciera, dudo que solucionara algo. Probablemente no pararía hasta tener su atención de nuevo, aunque luego no sepa qué hacer con ella de todos modos―añadió Blaise, sirviéndose su última copa―. No lo sé. A ratos siento que no le soy indiferente, pero se contiene tanto, es como si sintiera que está bajo escrutinio todo el tiempo o como si estuviera guardándose para alguien más ¡Y me revienta el hígado imaginar que sea Potter!

―Creo que Potter y el vino hacen una mala combinación. Ya deja eso, Blaise―intervino Theo, estirando la mano para que le diera la copa. Blaise en respuesta, bebió otro sorbo.

―… aunque, por otro lado, sería esperable, ¿No lo crees?―continuó, como si nada―. Su familia prácticamente tiene adoptado al idiota, sus hermanos mayores juegan con él en el equipo de Quidditch, su otro hermano es su mejor amigo. ¿Qué tan ciego tiene que estar para no notarla alguno de estos días? Sería un sueño hecho realidad para ella… la novia del puñetero Elegido.

―Blaise…―murmuró Theo al notar la amargura en la voz de su amigo.

―En cambio conmigo―siguió Blaise, dando otro sorbo―. Conmigo solo sería la zorra de un consumado supremacista sangre pura… o la zorra traidora a la sangre oportunista, dependiendo del bando que opine.

―Por favor, Blaise. Eres tan supremacista como yo―dijo Theo. El moreno levantó ambas cejas y se encogió de hombros mientras volvía a beber―. Es el papel que representamos desde la cuna. No somos amigables con los hijos de muggles; pero tampoco creemos que cazarlos sea una solución y en tu caso, menos, tu familia siempre ha sido neutral.

―Solo en práctica, mi amigo. No pondría la mano al fuego por mi madre, si me lo preguntas.

―Da igual. No somos supremacistas, no lo eres. Y dudo que estarías tan conflictuado si Ginevra Weasley fuera una zorra.

Blaise pareció reír.

―No, no lo es. Tiene el temperamento de un volcán y una pasión que ella misma desconoce aún; pero no es una zorra. Si lo fuera, sería casi una bendición para mi tormento en este momento.

―Lo que me regresa a la pregunta. ¿Qué vas a hacer? ¿Alejarte? ¿Seguir fingiendo que eres su amigo?, ¿tratar de conquistarla en serio?

―No lo sé―respondió Blaise―. Solo sé que estoy jodido… aunque en medio de todo, no tanto como tú. Luna Lovegood, ¿hu?, ahora entiendo por qué la protegiste de tu padre con tanto ahínco. Debo reconocer que me sorprendiste de verdad, Theo… De todas las Ravenclaw en el castillo te vienes a fijar en la más…

Su amigo le lanzó una mirada de advertencia.

Peculiar―completó.

―Ella es diferente―defendió Theo.

―Oh, sí, seguro.

―Lo es; pero no como la describen los demás. Punto uno: Ella no está loca.

Blaise cuidó de no soltar alguna ironía. Theodore no era un mago de apasionamientos; sin embargo, no había otra palabra para definir el brillo de sus ojos al defender a Lovegood. Lo mejor era no provocarlo.

―Punto dos: No me fijé en ella de la manera en que estás pensando.

―De acuerdo, me callo―dijo Blaise―. En serio quiero escuchar tu historia, Theo, solo cuéntame, ¿Sí? ¿Qué es lo que hace a Loo… a Luna Lovegood tan diferente, según tú?

―Todo―decidió responder Theo―. No sé cómo explicarlo.

―¿Cómo es que coincidieron, para empezar?

―El baile de Navidad. Yo estaba ayudando a Snape con los alumnos que aprovecharon la fiesta para irse a besuquear por los rincones del castillo. Pillé a Luna cuando espiaba por la puerta del Gran Comedor, fue solo un momento, ni siquiera sabía quién era ella. Luego el fantasma de Gryffindor atravesó la puerta gritando que venía el profesor Snape. Luna corrió tras el fantasma y se fueron…

―¿Y Snape no dio con ella?

―La cubrí―dijo Theo, incómodo por la mirada sorprendida de Blaise―. Como sea, no sé qué me poseyó; pero me propuse encontrarla. La hallé bailando bajo la lluvia, ¡Con Nick casi decapitado, ni más ni menos!

Blaise no pudo aguantar la risa y la disimuló colocando una mano en su boca. Para su buena suerte, Theo no se lo reclamó.

―Esa noche una cosa llevó a la otra―continuó y Blaise pareció ahogarse―. ¡¿Quieres dejar de formarte ideas en tu mente cochambrosa?!

―¡Lo siento, lo siento, es que me das material!―rió él, bebiendo otro poco para calmarse―. Vamos, sigue… la dama bailaba con el fantasma, ¿Y qué pasó?

―Resbaló. Y no era mi asunto, lo sé; pero no pude irme. Consideré entregarla a Snape, estaba fuera de la cama a deshoras, vi los puntos para Slytherin cayendo en el reloj; pero no lo hice… la ayudé, o intenté hacerlo y en eso Peeves nos descubrió―relató Theo―. Comenzó a lanzarnos lodo y ella… ella usó mi varita, Blaise.

―¡¿QUÉ?! ¿Y le respondió?

―Perfectamente. Ni siquiera me di cuenta cuando la sacó.

―Pero, ¿Sabe ella lo íntimo que es eso?... si estuviéramos en épocas antiguas, sería como si ella te hubiera reclamado como suyo. Y que tu varita le respondiera, ¡Es alucinante!, es decir, no es que te hubiera desarmado primero.

«No al menos en un duelo», consideró Theo; pero prefirió guardarlo para sí.

―Quizá fue solo una casualidad―propuso Blaise.

―La usó dos veces―aclaró Theo, sorprendiendo a su amigo de nuevo―. La primera para petrificar a Peeves, la segunda para quitarle el hechizo.

―¿Cómo no estuve ahí? Tu cara debió ser épica.

―Creo que estabas muy entretenido en nuestro dormitorio.

―Oh, sí, la alumna de Beauxbatons―sonrió Blaise―. Bueno, ¿Y qué pasó después?

―Como era de esperarse, Peeves dio guerra. Luna y yo escapamos por unas escalinatas exteriores y después la llevé a la enfermería. La siguiente vez que la vi fue en el bosque.

―El día que te pillé leyendo sobre magizoología.

―Exactamente.

―¿A ella le interesan las criaturas mágicas?

―Ahm, sí, supongo… tiene cierto don con las bestias―dijo Theo, recordando el episodio con los Thestrals.

―Bien, entiendo lo del baile, lo de la lluvia y un poco lo de su encuentro en el bosque―dijo Blaise―. Pero ¿Qué hizo que siguieras viéndola? Es decir, todo lo demás fue fortuito… pero ¿Después?

―Después me pasó lo mismo que a ti… simplemente no pude alejarme―contestó Theo―. Luna parece saber más de los demás que ellos de sí mismos… y solo con tratarlos un poco―continuó―. Lo hizo conmigo, me leyó como si mi mente fuera un libro abierto y aun así no se alejó, no me miró con miedo.

Blaise respiró profundo cuando vio una sonrisa, una de verdad, perfilándose en los labios de su amigo, quien inmerso en su historia y posiblemente en sus recuerdos, ni siquiera se molestó en esconderla.

―Ella tiene todos los motivos para sentirse triste, insultada y menospreciada a menudo; pero no dedica ni un poco de su tiempo a dejarse afectar por ello. Simplemente no le importa―continuó―. ¿Eso la hace rara? Sí, y mucho. Ni tú ni yo estamos acostumbrados a toparnos con personas así. Si nos hicieran algo, si nos miraran mal en un pasillo o si murmuraran a nuestras espaldas, los responsables terminarían en la enfermería y lo sabes bien. Pero con Luna es diferente. Es como si en el mundo en el que ella habita, esos sentimientos no existieran. Como si la revancha no importara… y créeme, no es que ella sea un cero a la izquierda con la varita; pero dañar a otros no está en su naturaleza, ni siquiera si le dan motivos. Ella es así, no representa un papel ni se hace la tonta porque le conviene. A su lado puedes ser tú mismo sin temor de que te juzgue o te trate diferente por tu apellido o la grandeza de tu bóveda en Gringotts… Rayos, hasta es capaz de encontrar belleza en monstruos, que otros, por sentido común solo repelerían. Ella es tan…

Pura―dijo Blaise. Theo negó con la cabeza.

―No estoy hablando de su estatus de sangre.

―Tampoco yo―dijo el moreno, bebiendo lo último que le quedaba de vino―. Me quedó corta la botella. En fin… ¿Cuándo me vas a presentar a la futura señora Nott?

―Creo que ya te afectó la bebida. Luna es mi amiga solamente.

Blaise le miró con incredulidad.

―Ajá, y mi querida amiga, la botella, no era de vino; sino de jugo de arándanos―ironizó―. ¿Me vas a decir que me soltaste tooodo ese rollo de hace rato y te enojaste cuando la llamé Lunática…? Eso sin mencionar, por enésima vez, la ronda de tortura gratuita de tu padre, ¿… solo porque es tu amiga? Insisto, Theo. Estoy algo tomado, no ebrio.

―Pues es lo que somos.

―Eres un lento.

―¡Quién fue a hablar, casanova! No me habría topado con Luna en Navidad de no ser por ti y tus aventuras de una noche, para empezar.

―Oh, ¿Yo fui la razón de que conocieras a la futura señora Nott? Eso me asegura el puesto de padrino, ¿No? Espera a que se lo diga a Draco, se va a enojar solo porque no es el primero en…

―¡No puedes decírselo a Draco, Blaise! ¡A nadie!―reaccionó Theo―. Su padre y el mío son demasiado cercanos.

―Draco no te delataría si sabe que es importante para ti.

―Draco hará lo que su padre le ordene que haga, lo sabes. Y a Lucius Malfoy le conviene que mi padre le deba un favor. No puedes subestimarlos, Blaise, ahora menos que nunca.

―¿De qué hablas?

―Por favor, no te hagas el ingenuo. Después de lo del torneo, la respuesta es obvia.

Blaise superó un poco el efecto del alcohol y frunció el ceño.

―¿Crees que Potter dijo la verdad? ¿Qué quién-tu-sabes…?

―Mi padre está más… activo que de costumbre―dijo Theo―. No me extrañaría que sí. Sea como fuere, mientras menos personas sepan de Luna, será mejor.

―¿Y no crees que Draco se dará cuenta este año? Estuvo algo distraído antes; pero tonto no es…

―No se dará cuenta de nada―aseguró Theo y luego se estiró con cuidado hasta el cajón de la mesita de noche, donde había guardado su varita. Blaise enarcó una ceja, curioso―. Primero lo primero. Necesito que me jures, sobre tu magia, que no dirás una palabra de Luna, así como yo no diré nada de Ginny Weasley.

―¿Tanto rollo solo por una amiga, Theo?

―Tu varita, Blaise. No estoy jugando―insistió él. Blaise resopló; pero terminó sacando su varita y chocó la punta con la de Theo.

―Juro, sobre mi magia, que no diré nada de tu relación actual con Luna Lovegood.

―Y yo juro, sobre mi magia, que no diré nada de tu relación actual con Ginny Wasley.

Las varitas brillaron un segundo y luego ambas las bajaron.

―¿Contento?

―Bastante, sí―dijo Theo.

―Bien, ahora explícame ¿Cómo piensas hacer que Draco o alguien más no note tu amistad con Lovegood?

Theo acarició su varita por un momento.

―Porque no habrá una amistad qué notar―respondió―. Me alejaré de ella.

―¿Estás de broma? Acabas de describirla casi como tu puñetera alma gemela, ¿Y la vas a abandonar?

―No dije que fuera mi alma gemela, yo no creo en esas cosas. Todo lo que sé es que mi padre no cesará en su intento de dar con ella para herirme a mí. No puedo permitirlo. Lo más seguro para Luna es que nadie la relacione conmigo, que no existan recuerdos suyos en mi mente. Este año me dedicaré a aprender oclumancia, si logro dominarla y para entonces ella no me odia, quizás pueda…

―Creo que estás exagerando, amigo.

―Es posible; pero prefiero pecar de precavido que lamentar no serlo.

Blaise lo miró largamente. Jamás habría creído que Theodore Nott pudiera demostrar tal grado de preocupación por otro que no fuera él mismo. Estaba enamorado. Podía negarlo hasta el cansancio, pero Blaise lo conocía bien.

―¿Crees que ella corra peligro este año, de verdad?

Theo pensó un momento en su padre. En su mirada insana mientras le prometía que no le dolería mucho perder a Luna en cuanto diera con ella.

―Es posible―respondió. Blaise lo meditó algunos segundos y luego se rascó la nuca.

―De acuerdo. Tendré un ojo puesto sobre Lovegood cuando estés ocupado, ¿Bien?...

―No tienes que hacer eso.

―Bueno, es tu culpa. Tú y tu historia me dieron ganas de ser el padrino de la boda. Tengo que cuidar de mis intereses, en este caso, la novia.

Theo se sonrojó.

―¡Que no va a haber ninguna…!―. No logró terminar―. ¿Sabes qué? Haz lo que quieras.

―Siempre―sonrió Blaise―. Vanni―llamó luego. Su elfo apareció enseguida―. Te quedarás al pendiente de mi invitado.

―Sí, amo.

Theo le miró, molesto.

―No necesito niñeros.

―Sí, lo necesitas―replicó su amigo―. Vanni controlará las dosis de tu poción esta noche. Sé que prefieres que lo haga yo; pero temo que estoy a dos minutos de dormirme. Un terrible efecto secundario de un buen vino y una larga charla, me temo, así que deja de rezongar y colabora, o no habrá cuerpo que resista las lecciones de oclumancia este año.

Dicho ello, le señaló al elfo la botella y las copas vacías y giró sobre sus talones, andando todo lo derechamente posible hasta la puerta.

―Blaise…―lo llamó Theo y él volteó la cabeza por sobre su hombro para verlo―. Gracias… por todo. Gracias.

Blaise sonrió y le dirigió un breve guiño juguetón.

―Cuando quieras, amigo. Descansa.

.


.

¡Hola!

.

Gracias por leer hasta aquí.

Déjame un review, si gustan. 😊

Un abrazo.

Paola Alarsil.

.


.

ESPACIO PUBLICITARIO

.

Mi novela original que se encuentra disponible para la venta en Amazon, en sus diversas plataformas, de descarga gratuita para Amazon KDP. Les invito a darle una oportunidad y ayudarme a crecer.

Muchas gracias de antemano a quienes lo hagan.

Nombre: "Un segundo de felicidad", de Paola Alarsil.