El presente fic participa del reto "Fictober" del grupo "Yo también estoy esperando un nuevo capítulo de Muérdago y Mortífagos". El mundo de "Harry Potter" pertenece a J.K Rowling. Esta autora solo escribe el siguiente contenido por diversión y sin fines de lucro.


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"Masaje"

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―¿Estás seguro que no olvidas nada?

Draco apretó los labios. Era la décima vez que su madre le preguntaba lo mismo; sin embargo, se obligó a controlar su ahora casi diario malhumor. Era la mañana de su partida anual a Hogwarts y, si todo salía mal (Como posiblemente sería), quizá también sería la última vez que estuviera junto a ella.

―Sí, madre, no te preocupes. Revisé todo dos veces.

Narcissa Malfoy correspondió la respuesta con una breve sonrisa. Poco después, el pitido del tren la hizo respingar. El expreso de Hogwarts anunciaba su primer llamado.

Draco aprovechó el momento para recorrer la estación con la mirada. Era aterradoramente asombroso la facilidad con la que uno cambiaba de perspectivas dependiendo de las circunstancias. Hacía un año, él y su padre habían estado en ese mismo lugar, esperando por el abordaje del alumnado al tren. En ese entonces, los magos y brujas que pasaron junto a ellos no cesaron de saludarles, o de incluso iniciar alguna breve charla, otros tantos los miraron con temor o incluso con envidia. Lo usual, lo que debía ser.

Pero, ¿Ahora?, ahora todos les evitaban. No los miraban y, si lo hacían, era con burla para luego alejarse cuchicheando. Ninguno de aquellos zalameros se había dignado a rendirle alguna cortesía a su madre, cuando en otros tiempos se habrían desvivido porque ella siquiera los mirara.

¿Molestaba? ¡Claro! Pero era tolerable. O eso se decía Draco para no explotar. Después de todo, con su padre en Azcaban o no, ellos todavía tenían al menos la mitad del oro de toda la comunidad mágica en sus bóvedas intangibles en Gringotts. Su madre y él, aunque a muchos no les gustara, seguían siendo Malfoys y eso todavía pesaba. ¡A la mierda los demás!, ¡A la mierda! Pronto todo volvería a la normalidad, él ya había comenzado a pagar el precio porque así fuera, ¿Cierto?

―Ignórala―dijo Narcissa, rompiendo el silencio. Había pillado a Draco cuando se disponía a tocar su brazo izquierdo―. Si lo haces, los demás no se percatarán. No puedes llamar la atención de nadie este año, Draco, lo sabes.

Él regresó sus brazos a sus respectivos costados.

―Un desliz―murmuró.

―Por supuesto―respondió Narcissa―. He ordenado la fabricación de un bálsamo especial para ti. Herbolarios en Francia se están haciendo cargo, en cuanto lo tenga, te lo enviaré al colegio con un surtido de los pasteles que tanto te gustan.

―No soy más un niño, madre―protestó Draco y Narcissa lo miró, firme.

Lo eres―sentenció, regresando sus ojos hacia el punto fijo al frente casi al instante siguiente.

Luego apretó sus enguantadas manos sobre su bajo vientre.

―Me gustaría saber de ti mientras estás fuera―le dijo luego―. Pero dadas las circunstancias, lo mejor será que solo contestes las cartas que yo te envíe este año. Notas cortas, nada de más, ¿Lo entiendes?

―Claro.

―Tu regreso a casa para Navidad todavía no es seguro.

―Lo entiendo. Y creo que lo prefiero así―dijo Draco―. Estaré ocupado.

Narcissa apretó más las manos entre sí.

―¿Tía Bella se quedará contigo?

―Draco, su nombre…

―Estoy apenas susurrando, madre―rebatió él―. Te lo pregunto porque si es así, lo mejor es que visites Marsella o París. Malfoy Manor no será segura.

―Temo que no es una opción―interrumpió Narcissa―. Ella me necesita en la mansión para que la acepte. Además, me ha comunicado que pronto recibiremos más… visitas.

En el acto, Draco sintió un hincón en el brazo izquierdo. O eso pensó, ya no sabía distinguirlo de verdad. El tatuaje ardía desde la mañana hasta la noche… y cuando ÉL llamaba, era peor.

―Cédele otra propiedad―repuso a su madre―. ¿Por qué tiene que ser Malfoy Manor? Cédele cualquier otra a ella y a las…visitas. Tú aún puedes salir de Inglaterra, nadie podría impedírtelo.

―No lo haré, Draco―dijo ella mirándole con calma―. No soy una Malfoy por sangre; pero sí por matrimonio. Es mi hogar y mientras tú y tu padre estén lejos, es mi deber permanecer. Además, así la opción de huir se diera, no podría dejar a mi familia detrás. No ahora que la esperanza de que tu padre regrese está tan cerca.

Draco apretó su puño izquierdo. «Claro», respondió en su mente.

―Supongo que esperas con ansia la publicación de tu esperanza en el diario.

Narcissa miró a su hijo con ojos brillantes.

―Draco yo…

De pronto, un segundo pitido los sobresaltó a ambos.

―Subiré ya―anunció él con prisa―. Que tengas un buen viaje de regreso a… a casa, madre.

Narcissa luchó por no llorar y, antes que se alejara, lo retuvo del hombro.

―Estarás a salvo, Draco―le dijo―. Créeme, hijo. Yo sé que lo estarás.

Él solo la miró en silencio por unos cuantos segundos, luego cogió su mano con la suya y besó su dorso sobre la fina tela del guante.

―El regreso de mi padre ya lo aseguré, madre―le dijo―. No mantengas tus esperanzas altas respecto a mí. Será lo mejor.

Dicho ello, no le dio tiempo para añadir nada más y subió al tren.

No se detuvo hasta encontrar un vagón vacío y cerró la puerta de inmediato, dejó su baúl en el portaequipaje y se sentó junto a la ventana. El silencio era gratificante, así como la soledad. Significaban paz en todo el caos del que estaba emergiendo, toda la paz que tanto necesitaba para enfrentar el caos en el que estaba a punto de entrar.

Pero por supuesto, como a la vida le encantaba joderle, no pasó ni cinco minutos para que Pansy Parkinson quebrara su tan hermosa quietud.

―Aquí estás. He estado buscándote por toda la estación―dijo ella, cerrando el vagón tras de ella y bajando las persianas plegables de las ventanillas interiores―. Tengo que hablar contigo, Draco.

Él enarcó una ceja. «¿Hablar?», pensó. Eso era nuevo.

―Escogiste un pésimo día, Pansy.

―Lo sé―dijo ella, sentándose en frente―. Sé que no estás pasando por buenos momentos ahora; pero…

―Entonces comprenderás que no estoy de humor. Así que, si no te importa…―dijo Draco, señalando hacia la puerta.

Pansy no se movió. Llegar hasta ahí había sido difícil. Estaba doblegando su orgullo y demostrando valor. ¡Salazar sabía que lo último no era un atributo propio de ella! Pero al menos debía intentar, ¿O no?

―Draco, por favor, es importante. Solo escúchame esta vez, ¿Sí? Antes de que Blaise y los demás vengan, por favor…

Draco le miró de mala gana.

―¿Qué te hace pensar que algo de lo que es importante para ti, lo es para mí?―le dijo con crueldad―. ¿Qué es? ¿Algún chisme que tengas que contarme con urgencia, a ver si me caes en gracia?, ¿Algún chiste bobo? ¿Me quieres comentar alguna noticia de "Corazón de Bruja" o de alguna de las estupideces que lees? ¿De tu nuevo guardarropa?

―¿Qué? ¡No!, yo no…

―¡Porque me importa una mierda!―espetó Draco, poniéndose de pie―. ¿Oíste? Todo lo que tenga que ver con tus boberías me importa una MIER-DA, así que, si viniste a eso, ¡Ya puedes dar la vuelta y esfumarte de mi vista!... Claro, a menos que quieras que te saque yo mismo, ¡A ver si de una buena vez me dejas en paz y metes en tu pequeña cabecita que NO me gustas, NO me interesas y…!

―¡Tú a mí tampoco me gustas, cretino idiota!―exclamó Pansy, poniéndose de pie.

Draco se quedó sin habla por un momento. Pansy explotó.

―¡Me importa un knut partido en cien si te caigo en gracia o no, tarado!, si estoy aquí es porque no tengo de otra. ¡Ahh!, pero claro, para el señorito nada ni nadie es más importante que él mismo, ¿Cierto? ¡Urgh!, ¡Estás tan pagado de ti mismo que piensas que eres el centro del mundo, señor "Yo todo lo puedo y nadie es mejor que yo" Malfoy!―continuó―. Pero te tengo grandes noticias, querido. ¡Del mío NO! Ahora, vas a cerrar la condenada boca viperina que tienes, te vas a sentar en este maldito instante ¡y vas a escuchar cada jodida palabra que tenga que decir! ¡¿Entendiste?! Y como se te ocurra volverme a gritar, ¡Te juro por Salazar Slytherin que te ataré, te voy a amordazar, te encogeré al tamaño de mi esmalte de uñas y te encerraré en mi maldito baúl hasta el siguiente siglo!, ¡¿Estamos o no estamos claros?!

Draco, quien jamás había recibido tales gritos en toda su vida, estaba anonadado. La poca paciencia que le quedaba a Pansy se agotó al ver que él ni siquiera se movía, así que sacó la varita.

―¡Ya, ya!―reaccionó Draco, sentándose de inmediato.

«Merlín, de saber que era así de fácil, no me habría contenido años atrás», pensó la chica, cuidando de no lucir demasiado sorprendida.

Bien―retomó, sentándose en frente de nuevo; pero manteniendo la varita en su mano, solo por si acaso―. Iré directo al grano, ¿de acuerdo? Mi padre está ofertando mi mano al mejor postor.

―¿Qué?

―Lo que oíste.

Pansy evaluó su reacción. No que esperara verlo indignado o sorprendido, después de todo, en el mundo en el que ambos habían crecido, los matrimonios arreglados eran pan de cada día; sin embargo, la edad pesaba en algo para ese tipo de convenios. Por lo usual los compromisos se daban al terminar Hogwarts, no antes.

Draco; no obstante, todavía saturado de sus propios problemas, lejos de sentir empatía se sintió incómodo.

―Oye, sin ofender; pero si todo esto es para que yo me meta en la puja, te equivocaste, de nuevo.

―¡Por supuesto que no, engreído!―espetó Pansy. Draco respingó en su asiento al ver su varita―. No me casaría contigo ni aunque me lo suplicaras de rodillas, muchas gracias.

―Entonces no entiendo por qué me lo estás contando.

―¡Porque se supone que serías tú!―dijo ella sin pensar, arrepintiéndose enseguida―. Urgh, esto no está saliendo como esperaba. Escucha, te simplificaré las cosas, ¿Sí?... Desde que te conozco he estado detrás de ti, ¿Correcto?

―Correcto.

―Y sin importar lo mal que me tratabas, y admite que lo hiciste, nunca te dejé en paz.

―Ahm… ¿sí?

―Porque según todo el mundo, estoy perdidamente enamorada de ti, ¿cierto?―continuó Pansy sin poder evitar rodar la mirada.

―¿Ajá?―. Draco cada vez entendía menos.

―Bueno, ¿Qué crees? No lo estoy―dijo ella―. Me gustaste hasta cuando estuvimos en tercero; pero luego tú y tu mal humor se volvieron casi insoportables.

―Aún así fuiste al baile conmigo.

―¿Con quién más?, ¿Crabbe?

―Y montaste una escena de celos.

―¡Porque me pusiste por debajo de Granger! Heriste mi orgullo; pero eso no fue porque rompieras mi corazón, ¿Sabes?―Dijo Pansy―. En fin, ya llegaremos a ese punto más tarde. A lo que iba. Yo… fingí, ¿Sí? Mis padres siempre motivaron la amistad entre nosotros con miras a que en el futuro nos comprometiéramos y yo me adecué al plan porque siempre fui consciente de lo que me esperaba si me negaba: Precisamente lo que me está pasando.

―Que tu padre ofreciera tu mano.

―¡Sí!... Lo hubieras visto, hizo que mamá preparara una fiesta enorme, supuestamente para celebrar mi cumpleaños; pero curiosamente ningún amigo mío fue invitado, solo los suyos, ¿Lo entiendes, Draco? ¡El más joven de ellos me doblaba la edad, como mínimo!

―¿Y te ofertó? Así… ¿De la nada?

―No en frente mío―dijo ella―. Esperó a reunirse con ellos en su salón privado. Fue casi accidente que los escuchara―. La joven cerró los ojos y arrugó la cara―. Fue horrible, Draco. Mi propio padre poniéndome precio, negociándome.

Por primera vez, Draco se sintió apenado por ella.

―Al día siguiente, en el desayuno, me dijo que había causado una muy buena impresión entre tres de los invitados. Yo supongo que fueron los que más pujaron en la negociación―continuó Pansy―. Me preguntó si estaría interesada en organizar otra velada para invitarlos de nuevo, para que así vieran lo buena anfitriona que soy. Cuando me negué se enfadó tanto… me dijo que debía pensar en mi futuro, que, ya que la familia Malfoy y Nott estaban en declive, las mejores opciones para mí estaban entre…

―¡¿Qué mi familia cayó en declive?!―interrumpió Draco, indignado―. ¿Quién se piensa tu padre que es?

―Fueron sus palabras, no las mías, ¿Por qué mejor no esperas a verlo y le gritas a él en lugar de a mí, eh? ―reclamó Pansy con disgusto―. Entre los de nuestro círculo, tanto tú como Theodore ya no son opciones preferibles, ¿De acuerdo? Esencialmente porque no se sabe lo que pasará con sus padres y con Quien-tú-sabes. ¡Y como sea, ese es lo de menos! El punto es que me negué. ¡Estaba aterrorizada de ser comprometida con algún anciano decrépito!, así que hice lo que pude para que mi papá no me obligara a dar esa dichosa fiesta. Monté un berrinche y cuando digo berrinche, fue EL berrinche. Arrojé mi plato, el suyo ¡por poco y vuelco la mesa!

Draco tuvo que forzarse para no reír. Imaginar a Pansy haciendo un pandemónium del desayuno familiar era tan fácil como gracioso imaginar la cara bigotona del señor Parkinson sin poder adivinar cuándo se descontroló todo.

― Grité, lloré y dije que me mataría si me obligaba a volver a ver a esos viejos. Pero papá estaba decidido…

«Cerdo»¸ pensó Draco. Luego, su compañera le miró con súplica.

―Ahí es donde entraste ―le dijo. Él frunció el ceño―. Le dije a mi padre que jamás me casaría con nadie que no fueras tú.

―¡¿Qué hiciste qué?!

―Oh, Draco, por favor deja el drama, ¿Sí? Que suficiente tengo con mi vida―espetó Pansy―. Dije lo que tenía que decir. Convencí a papá de que lo que sea que sucediera con tu padre no terminaría por arrastrarte a ti, que no tenía por qué alterar mi futuro contigo y al parecer lo logré. Apenas hace un par de horas me recalcó lo importante que sería que te apoyara este año más que nunca y que él le escribiría a tu madre para iniciar la formalización de nuestro compromiso.

―¡¿Estás loca?!―exclamó Draco―. NO. Lo lamento, Pansy; pero NO. Me niego rotundamente, no me pienso comprometer contigo y mucho menos casarme.

―Sí, bueno, ¡ya somos dos!―dijo ella. Draco le miró sin entender―. No dije que lo hiciéramos, no es por eso que te conté todo esto.

―¿Entonces?

―¡Es que necesito tu ayuda!―dijo Pansy―. Mi padre le escribirá a tu madre, intentará negociar con ella, ya que tu padre no está y, atendiendo a nuestras costumbres, ella de seguro te escribirá a ti para comentártelo. Necesito que ganes tiempo para mí, necesito que le digas que vas a pensarlo. Yo por mi parte le diré a mi padre que estoy en una relación contigo; pero que no queremos formalizar nada oficialmente hasta que tu situación familiar mejore.

Draco entendió la idea; sin embargo, ya tenía demasiado en su plato como para agregar los problemas de Pansy.

― Si le digo eso a mi madre, ella asumirá que formalizaré tarde o temprano y no lo voy a hacer.

―Tampoco quiero que lo hagas―dijo ella, yendo a sentarse a su lado―. No vamos a casarnos Draco, si quieres puedo jurarlo sobre mi magia si es que no confías en mí. Todo lo que necesito es tiempo y tú eres el único que puede ayudarme. ¡por favor! Si no lo haces, mi padre me comprometerá con algún anciano y ahora mismo no podré negarme.

―¿Y crees que cambiará algo con el dichoso tiempo que necesitas? Cuando esta maroma caiga, tu padre te comprometerá de todas formas.

―Sí; pero yo ya no tendré dieciséis años―argumentó ella―. No seré una molestia, te lo juro. El hecho de que finjamos tener una relación, no implica que esté detrás de ti como antes.

―Eso dices ahora; pero luego…

― Tengo un plan, ¿Sí? ―dijo ella―. No puedo hablarte de él todavía, solo te puedo decir que para que funcione necesito terminar Hogwarts; pero si mi padre me obliga a casarme ahora, ni siquiera podré hacer eso.

Draco respiró, incómodo. Pansy lo tomó como que estaba ideando una nueva forma de negarse, así que se adelantó.

―Haré lo que tú quieras―ofreció―. Si me ayudas en esto, haré lo que quieras. Lo que sea, Draco―. Él la miró profundamente―. Puedo… puedo cubrirte con Granger.

―¡¿Qué demonios?!―espetó él, poniéndose de pie―. ¡¿Qué rayos tiene que ver esa sangre sucia en lo que estamos hablando?!

Pansy le miró con comprensión.

―De hecho, nada; pero sí tiene que ver contigo.

―¡JA! ¡Ahora sí enloqueciste! ¿Sabes?... Estaba considerando colaborar contigo; pero no ayudo a locos.

―Oh; pero sí que ayudas a sangresucias con pociones y hechizos oscuros a mitad de la noche, ¿No?―rebatió Pansy, logrando que Draco palideciera―. ¿En serio creíste que podías escabullirte por casi dos semanas de las mazmorras sin que alguien lo notara?

El ceño de Draco se frunció y, por un segundo consideró sacar su varita y aplicar un obliviate sobre su compañera; pero entonces, casi previendo que iba a atacarla de alguna forma, Pansy exhaló con cansancio y se puso de pie con gracia, enfrentándolo de nuevo.

―No creí que serías capaz de hacer por nadie lo que hiciste por Granger en la enfermería―le dijo. Draco lució casi ofendido y abrió la boca para protestar; pero Pansy elevó la mano con sutileza―. Negarlo es inútil, te vi. El obliviate a Madame Pomfrey fue un poco excesivo; pero supongo que necesario.

―¿Cómo…?

―¿Cómo? Te seguí. Cuando se supo lo de tu padre, creí que te irías de Hogwarts o que no querrías salir de tu dormitorio, pero por alguna razón siempre lo hiciste de noche, así que te seguí una vez y fue suficiente para comprobar lo que quería…

―Y ahora quieres usarlo para chantajearme―acusó Draco, tratando de ganar algo de tiempo para inventar algún argumento desdeñoso para deslindarse del asunto de Granger. Era eso o desmemoriar a Pansy.

No obstante, no supo qué odió más, si verse descubierto o que su compañera le mirara con tanta simpatía (Que, dicho sea de paso, viniendo de Pansy, comenzaba a darle miedo)

―Oh, Draco, puede que lo hayas olvidado, pero tú y yo solíamos ser amigos. No los mejores; pero nos entendíamos, ¿O no? ― dijo ella y, sin previo aviso, le colocó las manos sobre los hombros―. Lo que te estoy ofreciendo no es un chantaje, te estoy ofreciendo mi apoyo incondicional. Olvidemos a Granger un momento. No estás bien, puedo decírtelo con solo verte y lo entiendo, lo que estás viviendo no debe ser nada fácil, pero ¿No estás cansado de llevarlo todo solo?

Eso hizo que Draco flaqueara; pero un hincón en su brazo lo forzó a levantar sus defensas de nuevo.

―¿Amigos?, no me hagas reír―respondió, alejándose de su alcance―. Nosotros no tenemos amigos…

―…solo aliados―completó ella―. Esa es la consigna de toda la vida. Nunca confiar de más en nadie, solo contar con uno mismo y usar a los demás en lo que nos convenga, ¿Cierto?; pero me he dado cuenta en estas últimas vacaciones que eso es exactamente lo que nuestros padres hacen con nosotros, usarnos, de uno o de otro modo y… y ya estoy cansada, ¿Tú no?

―¿No te estás contradiciendo? Porque pretendes usarme para mantener lejos a tus padres y a sus amigos vejestorios.

―Hey, que quiera cambiar mi vida no significa que deje de ser una Slytherin―se defendió ella, regalándole una sonrisa pequeña―. En todo caso, nos usaríamos mutuamente. Ya te dije, puedo cubrirte las veces que lo necesites y ni siquiera te pediré detalles o explicaciones de ningún tipo. Tampoco me entrometeré en tu vida. No más seguirte a hurtadillas ni contarte de mis últimos vestidos o de qué tan fabulosa me veo con algún estilo diferente de cabello.

Mientras hablaba, Pansy no se daba cuenta; pero Draco estaba comenzando a considerar la propuesta desde la perspectiva de su misión ese año. No sabía si necesitaría ausentarse de clases o saltarse el toque de queda. Tener a alguien que le sirviera de coartada podía ser útil.

―¿Y qué tal esto como bonus? No más llamarte "Drakie" a voz en cuello en los pasillos.

Eso, contra todo pronóstico, hizo que Draco se riera y sintiera un vuelco en su corazón al percatarse que era la primera vez en meses que lo hacía con total sinceridad.

―Ahora estás negociando.

―Oh, ¡Engreído! Bien que te encantaba en segundo año―lo fastidió Pansy. Draco entornó la mirada, divertido―. Entonces… ¿Sí me ayudarás?

Draco le miró algunos segundos y luego exhaló largamente.

―Vas a odiarme por el resto de tu vida si no lo hago, ¿o no?―le dijo―. Bien, ganaré tiempo para ti si mi madre me emplaza, ¿De acuerdo? A fin que ya medio Hogwarts piensa que estamos juntos.

Decir que a Pansy se le iluminó la cara fue poco.

―¡Gracias!― chilló, lanzándosele al cuello―. ¡Gracias, gracias, gracias! Te juro que cumpliré mi palabra, en serio, lo que sea Draco, cuentas conmigo para lo que quieras… ―añadió, separándose―. ¡Ah! Y prometo no volver a decir nada de Granger en tu cara. Sí puedo criticarla en secreto al menos, ¿Verdad? Es que es uno de mis placeres personales―sonrió maliciosa.

Esa era la Pansy que él conocía.

―Mejor dejemos a Granger fuera de esto, ¿De acuerdo?

―Oh, no me molesta, en serio. Quiero decir, sí, tus gustos son algo cuestionables y, ahm, y raritos en mi opinión; pero allá tú. Es más, si quieres le puedes contar a ella de nuestro trato, ya sabes, para que no piense que vamos en serio con lo del noviazgo. Eso sí, dile de mi parte que si se le ocurre abrir la boca sobre mí o mi familia vende-hijos le pondré de vuelta esos horribles dientes de castor que tenía antes y…

―¡Pansy!―reclamó Draco―. Nada-de-Granger.

Ella simuló dibujar una línea sobre su boca y apretó los labios.

―Gracias― dijo él y se dejó caer sobre el asiento del vagón, frotándose el cuello tenso.

―¿Estás bien?―preguntó Pansy, volviendo a su lado.

―Mala noche, es todo―mintió Draco continuando con su auto masaje.

Ella lo analizó algunos segundos y luego detuvo su mano con la suya.

―¿Qué haces?

―Más bien la pregunta es, ¿Qué haces tú?―replicó ella―. Al paso que vas te vas a desviar las vértebras en lugar de relajarte. Anda, desabróchate un poco la camisa, déjame hacerlo a mí.

Draco no entendió de inmediato, por lo que una muy impaciente Pansy le jaló el nudo de la corbata, desabotonó un poco su camisa y lo obligó a girar de medio cuerpo, haciéndolo quedar de espaldas a ella para luego meter las manos entre la tela, alcanzando sus músculos trapecio y el inicio del cuello.

―O-Oye, ¿no se supone que no ibas a intentar nada conmigo?―titubeó Draco, incómodo por la invasión de la chica.

Ella ahogó una risita.

―Y no lo estoy haciendo, te estoy ayudando. Ahora calla, que me desconcentras―respondió.

―¿Desconcentrar…? ¡OH, Merlín!

Placer. Eso era placer puro, ¡Casi orgásmico! (Al menos Draco eso creía, no que tuviera nada con qué compararlo en sí)… ¡Demonios! ¡Pansy tenía unas manos virtuosas!

―¿Cómo es que vives con el cuello tan tenso? Oh, Circe, debes estar agradecido de tener a una amiga como yo en tus filas―dijo ella, presionando otro punto que hizo a Draco gemir―. Ja, así de buena soy, ¿Uhm?

―¿Dónde rayos aprendiste a hacer esto?― le preguntó Draco.

―Lecciones de mi madre. La parte de "Cómo aliviar a tu amado esposo cuando llega cansado de administrar sus negocios". Créeme, podría dar clases que salvarían matrimonios.

Draco rió de nuevo; pero al segundo siguiente volvió a gemir de placer.

―¿Segura que no tienes…? ¡Ah!, ¿…motivos ocultos, Pans?

―Oh, ¡Me llamaste Pans!―dijo ella―. No lo hacías desde segundo año, ¡Qué ternura!

―¡Hey, yo no soy tierno!

―No tú, mi nombre, tontillo―dijo ella―. Y por enésima vez, no estoy coqueteando contigo, ¿De acuerdo? Así que ya relájate, que tu virtud está a salvo en mis manos.

―Más arriba―ordenó él luego de entornar la mirada, aunque con una pequeñísima sonrisa en los labios―. Y te creo, por cierto. Mientras no quieras que te esté alabando… ¡Oh, sí, justo ahí!... o me obligues a llevarte de mi brazo todo el tiempo… ¡Dulce Morgana, no pares!... puedo creer que no estás coqueteando.

Pansy liberó una suave risa cantarina.

―Oh, Draco, ¿Llamas a eso coquetear? ―replicó―. ¿Alardear de mis vestidos? ¿Querer colgar de tu brazo todo el tiempo? Querido, esas eran mis tácticas para mantenerte a raya.

―¿Qué?

Pansy frotó su cuello de arriba hacia abajo, masajeando de nuevo sus músculos trapecio antes de atraerlo hacia ella lo suficiente para poder verlo de reojo y hablarle al oído.

―Créeme, Draco Malfoy, jamás coqueteé contigo, solo me preocupaba por ti de vez en cuando, me simpatizabas―le dijo, logrando que la mirara. Entonces le sonrió felinamente―. Si hubiera coqueteado en serio, no habríamos tenido toda esta charla. A estas alturas, tú ya me habrías asegurado como la futura señora Malfoy, querido.

Y para sorpresa de ambos, Draco se sonrojó.

― Ya, ya, te estás tensando de nuevo―dijo Pansy, separándose y volviendo a su tarea.

Esta vez Draco no se atrevió a decir ni pío y solo se dedicó a disfrutar de sus atenciones. Rato después, el tercer llamado del tren los alertó de que su tiempo a solas estaba por terminar, por lo que Pansy le ayudó a arreglar su ropa y luego le propuso que descansara un poco con la cabeza sobre su regazo, argumentando que conocía otra "técnica de relajación" muy efectiva.

Fue así como sus compañeros los encontraron. Draco recostado sobre sus piernas y ella de lo más contenta aplicando un suave masaje sobre sus sienes pálidas, entremezclando sus finos dedos entre sus cabellos rubios de vez en cuando.

Todo lo que los demás vieron fue a Pansy coqueteando con Draco y Draco aprovechando los mimos, como siempre. Nada fuera de lo común.

Ellos se sonrieron, cómplices.

Tener un amigo no estaba tan mal.

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¡Hola!

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¡Gracias por leer hasta aquí, por todos sus comentarios y los follows, me alegran el día!

Espero que les haya gustado el capítulo. No sé si termine con todas las palabras del Fictober a tiempo; pero pues, voy a esforzarme por terminar la mayoría 😊. A ver qué se me ocurre para la siguiente historia.

¡Un abrazo!

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REVIEWS

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Louí: ¡Qué palabras más gentiles!, Ahora siento que he sido yo la suertuda porque decidieras darle una oportunidad al fic, definitivamente. "Hello Fictober" nació con la intención de ser Dramione; pero por alguna razón hay más Nottgood y Blinny. Hoy salió algo muy cercano al Dransy; pero donde quise reflejar una amistad muy "a lo Slytherin" y que al mismo tiempo "encajara" de cierta forma con los eventos del libro. Espero no haberme salido mucho de la personalidad de los dos. ¡Gracias por comentarme!, espero que te guste el capítulo, Louí. ¡Un abrazo, hasta la próxima!

Leslie: ¡Un placer alegrarte el día, Leslie! ¡Mil gracias por mandarme tu review! Lo valoro muchísimo. Ojalá este capítulo también te haya gustado. Te envío un abrazo y, ¡Hasta la próxima!

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ESPACIO PUBLICITARIO

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Como ya he mencionado antes, he escrito una novela original que se encuentra disponible para la venta en Amazon, en sus diversas plataformas, de descarga gratuita para Amazon KDP. Les invito a darle una oportunidad y ayudarme a crecer.

Muchas gracias de antemano a quienes lo hagan.

Nombre: "Un segundo de felicidad", de Paola Alarsil.

TAMBIÉN, si gustan, pueden seguirme en mis Facebook. Me encuentran como Paola Alarsil-Escritora.

Mil gracias.