El presente fic participa del reto "Fictober" del grupo "Yo también estoy esperando un nuevo capítulo de Muérdago y Mortífagos". El mundo de "Harry Potter" pertenece a J.K Rowling. Esta autora solo escribe el siguiente contenido por diversión y sin fines de lucro.
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"Frío"
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La silenciosa caminata de Luna y Theodore se detuvo muy cerca del bosque profundo.
Allí, él reconoció el espacio como el claro donde habían alimentado a los Thestrals tiempo atrás, solo que esta vez no había ninguno a la vista. De hecho, no había nada más que árboles con poquísimas hojas, dada la temporada, además de hierbajos que se esforzaban por sobrevivir y rocas con vestigios del invierno en sus bases y cumbres.
― Prefieren estaciones más cálidas―dijo Luna de repente, volteando hacia él y acomodándose sobre una roca alta.
Theo enarcó una ceja.
―Los Thestrals. No les gusta mucho el frío. Curioso, ¿No crees? ―dijo ella―. La cría que conociste tuvo una hermana el año pasado. Se ha vuelto un poco territorial. Hagrid dice que es porque es raro que nazcan hembras de una misma pareja que ya tuvo machos y que deben de cuidarla el doble para que no se pierda o intenten traficar con ella.
―¿Traficar? Dudo que muchos quieran tenerlos de mascotas.
―No; pero sí como animales de carga o medios de transporte―acotó Luna con simpleza―. Los que Hogwarts mantiene están en buenas condiciones, Hagrid los cuida bien; pero afuera pueden ser explotados y maltratados, especialmente por su aspecto.
―Entiendo.
«Magos, muggles. En ciertos casos da lo mismo».
―¿Los visitas seguido?―decidió preguntar, tratando de extender la charla casual y poco a poco ir hacia donde le interesaba.
―No tanto como hubiera querido―respondió Luna con una suave sonrisa―. Al principio de mi cuarto año sí; sin embargo, con todos los decretos de la profesora Umbridge y las reuniones del ED, casi no tuve tiempo. Incluso quise venir antes de terminar el curso; pero…
―Pero estabas ocupada enfrentándote a mortífagos.
Luna lució dolida y Theo se arrepintió de inmediato.
―Lo siento, no se supone que diría algo así, yo…
―Aún estás molesto porque fui a ayudar a Harry. ¿Por eso no quisiste volver a hablarme hasta ahora?
―Sí… ¡No! Quiero decir, es… es lo que vine a explicar, ¿Bien?
―¿No estás molesto?
―Por favor, déjame hablar―dijo él usando un tono demasiado rudo sin querer, por lo que se pasó una mano por el cabello, nervioso y desvió la mirada―. No… no soy bueno haciéndolo. Solo…solo necesito que escuches antes que pierda el valor, ¿puedes?
Luna juntó las manos sobre su regazo y frenó las preguntas que se arremolinaban en su mente.
―De acuerdo―asintió y cuando Theo volvió a mirarla, le sonrió, alentándolo a seguir.
…y haciéndolo sonrojar, por lo cual el muchacho tuvo que aclararse la garganta un poco y tomar un breve respiro antes de comenzar.
―Estuve molesto por lo que hiciste y mucho; pero no por las razones que piensas―le dijo mientras avanzaba, deteniéndose al chocar las puntas de sus zapatos contra la roca donde estaba Luna―. Pudiste morir, Luna. Me da igual que haya sido por Potter, por Dumbledore, por el mismísimo Merlín o toda la comunidad mágica. Tú pudiste morir y no…
―Pero no pasó, Theo…―dijo Luna. Los ojos de él se alzaron hacia los suyos con reproche, más que por haber sido interrumpido, por estar ella empecinada en restarle importancia.
―¿Y si hubiera sucedido?―rebatió―. Potter y su grupo quizá se habrían lamentado por tu pérdida; pero a estas alturas estarían de vuelta a la normalidad, hasta podría apostarlo. ¿Hogwarts? Bien, quizá el banquete de fin de año habría portado las banderolas de luto de Ravenclaw y Dumbledore habría dicho un sentidísimo discurso; pero, ¿Después? Después serías parte del pasado, una cifra más en esta guerra del demonio, ¡como Diggory!
Entonces la tomó de los hombros con una suavidad de la que no se creía capaz.
―En cambio para mí sería todo diferente―continuó―. Yo no lo habría soportado y, créeme… conozco de dolor, lo he vivido desde que tengo memoria.
Luna se estremeció al sentir sus manos acunándole el rostro de repente.
―Por eso pensaba que estaba curtido de él, que era imposible que algo o alguien me afecte si yo no lo permitía; pero cuando supe que estabas en la enfermería, cuando te vi herida… ―. La voz de Theo tembló―. ¿Eso?... Luna, eso hizo que me diera cuenta que el dolor que he conocido es nada, que volvería a pasarlo con gusto, porque no sería nada en comparación a perderte.
Luna, cuyo corazón no había dejado de dar vuelcos imaginando cada palabra de Theo, contuvo el aliento.
Ella podía ser tildada de ingenua o distraída; pero no era tonta. Él no podía estar diciendo todo eso solo porque temiera perderla como amiga, ¿Cierto?
Y sus ojos. ¡Merlín! Sus ojos se habían tornado aún más bellos de lo que eran. Su cercanía, el calor de sus manos en su rostro alejando el frío del ambiente, todo era como… como magia. Sí, era una buena forma de describirlo: Magia. Una que emanaba de él, residía en ella y regresaba y así infinitamente. Una del tipo más puro que podía existir.
¿Qué podía decir entonces? ¿Qué palabras serían las correctas para expresar lo que ya sabía que era real?
―¿Entiendes lo que trato de decirte?―preguntó él. Luna asintió, todavía sin saber qué decir, por lo que Theo retrocedió un poco.
Todo lo que quería hacerle entender era que, aunque había estado lejos, nunca había dejado de preocuparse, de esforzarse por ella y que, dada su tendencia a ponerse en peligro por el bien de Potter y la comunidad mágica, ¡que estaba muerto de miedo!...
… pero bien lo había dicho antes: Hablar no era su fuerte. Seguramente había sido muy tosco, quizá había dicho cosas de más y en ese momento estaría pensando que era un completo loco, quizás…
―Por favor, no te vayas―dijo Luna, bajando de la roca y reteniéndolo de la manga de la túnica, luego lo soltó.
Merlín, ella era tan pequeña en comparación a él. ¿Cómo era posible que con dos sencillos movimientos le provocara querer salir huyendo de ahí?
―Theo yo no sabía que te sentías así―le dijo―. Pensé que te avergonzaba que te vieran conmigo, que era por eso que habías dejado de ser mi amigo, pero luego cuando te vi tan molesto en la enfermería me confundí otra vez. Sentí que te preocupaste por mí…
―Sabes que sí.
―Ahora; pero en ese momento, cuando te fuiste y dejaste de hablarme, creí que sería como la primera vez, que… que había vuelto a perderte.
―Me alejé porque creí que hacía lo mejor para ti―dijo Theo.
―¿Por tu padre?
Theo asintió.
―Él te quiere muerta.
―¿Por qué? No lo conozco. Hasta lo del Ministerio no pude haberle hecho algo para que…
―¡Porque está loco! Es un mortífago, ¿Lo olvidas?―exclamó Theo―. No necesitas hacerle nada. Él te ve como una debilidad para mí y al mismo tiempo como la forma perfecta de castigarme. Suficiente motivo.
―¿Castigarte por qué?
―No lo sé, ¿Por existir? ―replicó él―. Me odia, Luna. Merlín. Creo que odia a todo y a todos excepto a su Señor. Quiere que yo sea igual y por eso, que tú existas en mi vida es un inconveniente, porque se supone que nadie debería importarme, se supone que nadie debería ser cercano a mí, ¿Entiendes? Por eso me alejé, por eso aprendí oclumancia. Creí que al protegerte en mi mente él ya no podría hacerte daño; pero luego vino lo del ataque al Ministerio…
―Y él estuvo ahí―añadió Luna, más para sí misma; pero Theo la oyó.
―Exacto. ¿Te das cuenta de lo que significa? Mi padre no es estúpido, Luna. Si te prestó atención allá, aunque haya sido solo por un segundo, ya debe saber quién eres y, para colmo, tu nombre salió junto al de Potter en "El Profeta".
―Pero tu padre ya no puede hacer nada contra mí. No ahora que está en Azcaban, Theo.
―¿Sí?, ¿Por cuánto tiempo?―ironizó él.
―¿A qué te refieres?―Luna sintió un escalofrío―. ¿Acaso…? ¿…acaso sabes algo?
Theodore se sintió dolido por la mirada incierta que ella le dirigió.
―¿Tendría que saberlo?―refutó y cuando ella no respondió de inmediato, se llenó de enfado―. Ah, claro… es lo que se esperaría del "Hijo del mortífago", ¿Cierto?
Luna boqueó sin saber qué decir y bajó la cabeza, apenada. ¡Theo estaba malentendiendo absolutamente todo!
― ¿Qué?, ¿Quieres revisar mi brazo y cerciorarte si soy el reemplazo de mi padre? ―acusó él, elevando la manga de su túnica, listo para desabotonar su camisa.
―¡Jamás he dicho tal cosa!―reaccionó Luna, sujetándole el antebrazo izquierdo antes que pudiera revelar su piel y, al instante, alzó la mirada―. No eres un mortífago―continuó y le apretó fuerte―. No necesito esto, no necesito pruebas ni las he pedido. Aun si alguien me dijera lo contrario, no lo creería, ¡no de ti!
Ante ello, Theo sintió caer sus defensas; sin embargo, todavía estaba enfadado, así que su orgullo herido lo orilló a dar una última estocada.
―La confianza ciega es virtud de los ingenuos, ¿no lo sabes? ―le dijo―. Soy un Slytherin, cuna de todos los magos tenebrosos conocidos, ¿o no?, también vengo de una familia experta en las artes oscuras, mi padre es un mortífago del círculo cercano a Quien- tú- sabes. Que llevara la marca en mi brazo sería apenas un detalle dados mis antecedentes, ¿No te parecería lógico?
La mano que Luna usaba para sujetarlo tembló un poco; pero no lo dejó ir ni retiró la mirada de la suya.
―No.
―¿No?―ironizó Theo―. El hecho de que no haya ataques diarios por ahora no quiere decir que no los habrá, no quiere decir que no estamos en los inicios de una guerra. ¿Qué te hace estar tan segura de que estás a salvo ahora mismo, Lovegood?
―Porque lo estoy―aseguró ella y tiró de su brazo un poco cuando lo vio intentando refugiarse de nuevo en la ironía―. Porque eres tú, porque te conozco, Theo.
―Solo conoces lo que yo he decidido mostrarte―rebatió él; pero Luna no se rindió.
―No, yo de verdad te conozco. No eres este que intenta alejarme, que intenta que le tenga miedo, no… tú eres el muchacho que se acercó a mí sin ninguna intención más que la de ayudarme, el que me cubrió con el profesor Snape, el que me ayudó cuando lo necesité, el que estuvo conmigo en mis caminatas al bosque, el que se convirtió en mi primer amigo real y que hizo todo a su alcance para protegerme de un peligro que yo misma desconocía. Eres el mismo que fue a verme cuando estuve mal, el que sigue preocupándose por mí, tanto que decidió abrirme su corazón hoy, porque te importa, porque yo te importo. Ese eres tú. Ese es mi Theo. Y mi Theo…―continuó y deslizó su mano hacia la suya―. …él jamás se convertiría en un mortífago. No por voluntad, estoy segura.
―¿Y si lo fuera? ¿si hubiera una marca en mi brazo?
Los ojos de Luna se llenaron de lágrimas y sus labios se apretaron un poco.
―Sé que no la hay. Pero si así fuera, solo tu deseo por ella y por lo que significa podría romperme el corazón―. La primera lágrima cayó y ella le soltó para quitársela aprisa. Luego rió, nerviosa―. Lo siento, yo…
Theodore la estrechó contra su pecho de repente. ¿Defensas? ¡No quedaba ninguna en pie! Luna las había derribado todas, dejándolo solo con urgente necesidad de hacer lo que no debía.
Rodear su menuda figura entre sus brazos fue vital, así como inclinar el rostro contra su largo cabello rubio y llenar su respiración de su aroma. La oyó gimotear y sintió sus pequeñas manos aferrándose a su túnica.
Salazar, ¿Cuánto más hondo podía calar?
―No vas a romper mi corazón, ¿Verdad, Theo? ―su suave voz le dio la respuesta.
―No―dijo él, apretando su abrazo―. Perdóname, Luna. Dije cosas que no tenía que decir. No soy un mortífago, no tengo la marca, no soy como mi padre, ¡lo juro!
Theo no pudo verlo; pero la sonrisa que se formó en los labios de Luna habría podido llenar de luz el espacio más oscuro.
―Lo sé.
Él se separó un poco solo para poder despejarle las mejillas con los pulgares.
―Lo siento, no te traje aquí para esto, solo quería hablar contigo, explicarte. Ha pasado tanto tiempo… yo solo quise…
―Theo, tranquilo―le interrumpió ella y elevó una mano a su mejilla, acariciándole con afecto―. Yo lo sé.
El joven Slytherin sintió su corazón deteniéndose al contemplar sus mejillas rosas y sus ojos grises tan soñadores como siempre. Lucía hermosa, tan pequeña y etérea como un hada. ¿Desaparecería?, ¿Volaría de sus manos si dejaba morir ese instante sin decir o hacer nada por retenerla?
Alzó la mano entonces, tomó un mechón de su cabello entre sus dedos, rozó su mejilla izquierda con suavidad y se concentró en su sonrisa, en esa boca linda tan cerca de él.
«No deberías hacer esto», le recordó aquella voz en su cabeza, convencida de que su presencia suponía un peligro inminente para Luna; sin embargo, casi al instante, recordó también la promesa del fantasma de su madre.
"…un día, mi cielo… un día la pesadilla será solo eso, un mal sueño y tú vas a ser feliz, tan feliz…",
Las dudas acallaron, y entonces la besó.
No tenía la más remota idea de lo que hacía. Sí, había visto a Blaise prodigando ese tipo de atenciones a sus conquistas; pero siempre le había parecido algo un poco burdo e invasivo. Con Luna necesitaba que todo fuera lo inverso a lo que Blaise hacía. Ella no era una conquista, ¡ella era todo!
Por eso, convirtió el roce inicial en suave caricia. Sus manos, poco acostumbradas al afecto acunaron el rostro de Luna con ternura y, de la misma forma movió sus labios contra los de ella, experimentando por primera vez su tersura, el sabor de su aliento, el temblor de su cuerpo, la sensación deliciosa de sus delicados brazos rodeándole el cuello, primero con timidez y luego con decisión.
Deslizó sus manos hacia su cintura y, sin darse cuenta fue retrocediendo con ella en medio del claro, alzándola poco después para sentarla sobre la roca donde había estado minutos atrás. Allí, cuidando de no abandonar sus labios todavía, sintió sus dedos entremezclándose en su cabello. Salazar. No tenía nada con qué comparar lo que estaba viviendo, pero no lo necesitaba, ¿Con qué cosa más hermosa se podía comparar el cielo, después de todo?
Poco a poco, el desborde de sentimientos fue apaciguándose hasta dejar a ambos jóvenes descansando la frente en la del otro, tentando pequeños besos en sus ya hinchados labios, renuentes a dejarse ir por completo. Luego, azul y gris se encontraron y se contemplaron en breve silencio, roto únicamente con el tintinear de sus risas al unísono, como si acabaran de descubrir algo tan; pero tan notorio, que resultaba ridículo el tiempo que habían dejado pasar para estar así.
Se sentía bien. Se sentía correcto. Y era hermoso.
―Estar cerca de mí no es la mejor decisión. Debería estar convenciéndote de eso, ¿sabes? Debería…―intentó decir Theo; pero entonces Luna tocó sus labios, haciendo que olvidara sus argumentos.
―Te he perdido ya dos veces desde que te conozco, Theodore Nott―le dijo―. No lo haré de nuevo. Nunca más.
¿Era una promesa? Él quiso creerlo, así que, sin apartar la mirada de la suya, tomó su mano y besó el dorso de sus dedos, apoyando su frente en la suya después mientras un vaho leve escapaba de sus labios.
―¿Tienes frío?―le preguntó Luna.
Theo negó y volvió a rodearla entre sus brazos, sonriendo al sentirla corresponder.
―Ya no más― le dijo.
Y en más de un sentido, fue por completo verdad.
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¡Hola!
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¡Gracias por leer hasta aquí!
Inicio el NOVTOBER, (#OkayNo); ¡pero en fin! He aquí un capítulo más, deseando que les haya gustado y también, deseando que no llegue a DICTOBER (Aunque no prometo nada XD)
¡Un abrazo a todos, lectores! Les deseo bonito inicio de semana.
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REVIEWS
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Loui.- ¡Hola! Mil gracias de nuevo por comentarme. Fui feliz al saber que mi intención al formar el carácter de cada quién sí surtió el efecto que quería, espero no perderlo jeje. Hoy tocó algo más de romance (Felizmente Theo no acabó con nadie xD... aunque no quita que pueda intentarlo más adelante, quién sabe n.n) Espero que el capítulo te haya gustado, disculpa la demora, el trabajo me tiene un poco loca últimamente. ¡Iniciamos el NOVTOBER xD! ¡un abrazo a la distancoa, Loui, que tengas un buen inicio de semana!.
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ESPACIO PUBLICITARIO
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Como ya he mencionado antes, he escrito una novela original que se encuentra disponible para la venta en Amazon, en sus diversas plataformas, de descarga gratuita para Amazon KDP. Les invito a darle una oportunidad y ayudarme a crecer.
Muchas gracias de antemano a quienes lo hagan.
Nombre: "Un segundo de felicidad", de Paola Alarsil.
TAMBIÉN, si gustan, pueden seguirme en mis Facebook. Me encuentran como Paola Alarsil-Escritora.
Mil gracias.
