El presente fic participa del reto "Fictober" del grupo "Yo también estoy esperando un nuevo capítulo de Muérdago y Mortífagos". El mundo de "Harry Potter" pertenece a J.K Rowling. Esta autora solo escribe el siguiente contenido por diversión y sin fines de lucro.
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"Café"
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― No estoy desconfiando de las habilidades de Nymphadora, Albus. Sería como desconfiar de las mías, yo la entrené. Pero por la misma razón preferiría que estuviera acompañada por alguien que calmara sus ímpetus.
―¡No me llame Nymphadora! ―protestó la auror, su cabello castaño se puso tan rojo como el de un Weasley―. Además, ¿Qué ímpetus?, lo pienso dos veces antes de sacar la varita, ¡Soy una profesional, muchas gracias!
Moody la miró con cierta diversión. La bruja no había tenido un cambio metamórfago tan radical desde hacía ya un buen tiempo. Era bueno ver algo de color y no siempre ese deslucido castaño apagado en su cabello. Sin embargo, el gusto pasó rápido y cambió sus gestos, severo.
―Lo eras―afirmó―. Desde lo del Departamento de Misterios te parece ver a Lestrange en cada esquina y, ciertamente no me creo que sea idóneo para nuestro trabajo encubierto el tener una batalla diaria en Hogsmeade cada que algo o alguien parezca sospechoso.
Tonks frunció el ceño. Bien. Admitía que la derrota de Bellatrix Lestrange se había convertido en su vendetta personal desde lo que pasó con Sirius; pero no tenía nada que ver. Su loca tía no iba a causar tumultos en Hogsmeade. ¡Por Merlín! No era necesario que tuviera un compañero de guardias si solo tenía que vigilar a aldeanos simples y estudiantes ocasionalmente, ¿o sí?
―Tal vez no sea mala idea asignarle un compañero, señorita Tonks. Dos cabezas piensan mejor que una. Además, le cubriría las espaldas y viceversa―dijo Dumbledore en tono conciliador. Tonks pretendió replicar; pero el habilidoso mago se adelantó―. Tendría que ser alguien de la Orden. Dos aurores llamarían mucho la atención en Hogsmeade.
Tonks de repente lució interesada. Para ambos magos mayores fue sorpresa que el tono rojo furioso de su cabello se tornara de un rosa pálido.
―¿Arthur Weasley?―sugirió Moody.
―Me temo que Arthur es más útil desde su puesto en el Ministerio―dijo Albus―. ¿Tal vez Kingsley?
―No, es el que tiene mayor afinidad como político. Pensaba sugerirte que hablaras con él para que se postule como encargado de la protección del Primer Ministro muggle―opinó Moody. Dumbledore pareció gratamente sorprendido y asintió, acariciando leve su barba.
Tonks rodó la mirada y carraspeó, recordándole al otro par que ella todavía seguía ahí.
―Ah, claro, ejem… hablaremos de Kingsley más tarde. ¿De quién más disponemos? Snape está fuera de cuestión.
―Uhm, déjame pensar.
― ¿Alguno de los tantos hijos de Arthur?
― Podría ser Bill Weasley. Es un rompedor de maldiciones notable, después de todo.
― Bill Weasley es un nexo importante con Gringotts, además sus habilidades deberían mantenerse en reserva, ¿No crees? Pensaba más en el domador de dragones.
―¿Charlie? No, imposible. Aun cuando lo convenciera de dejar por un tiempo a sus dragones, temo que es, en carácter, tan similar a la señorita Tonks... o incluso más.
…eso quiso decir entre líneas: "O incluso peor". Tonks tuvo suficiente.
―Disculpen―intervino―. Ya que han repasado cada miembro activo de la Orden para vigilarme y/o hacerla de mi niñera deberían de rendirse. Yo me basto sola.
Moody no lució muy convencido.
― ¿Qué hay de Lupin?―propuso a Dumbledore. La aurora no pudo evitar que su corazón diera un vuelco.
―Me temo que ha sido asignado a una misión diferente.
«Claro… otra vez», ironizó Tonks en silencio, forzándose a no mostrar gesto alguno.
―¿Otra vez?―preguntó Moody, como si le hubiera leído la mente―. Lástima, habría sido ideal. Ha trabajado con Nymphadora antes y los resultados fueron óptimos. Ya es la sexta vez que se niega a trabajar en equipo. ¿Pasó algo que deba saber?―preguntó a su pupila.
―¿Cómo qué? Lo dijo claramente. Los resultados de los trabajos en equipo fueron óptimos―respondió ella a la defensiva.
―Remus insistió en desempeñar esta misión en particular―informó Dumbledore―. Estoy absolutamente seguro que no tiene nada que ver con la señorita Tonks. Remus la tiene en muy alta estima.
«Sí, cómo no», pensaron la pupila y su maestro.
―Bien, en ese caso―dijo Dora, parándose de su silla―. Si no hay más qué discutir, me retiro. Tengo que prepararme y hacer papeleo en el Ministerio para justificar mi presencia en Hogsmeade. Profesor Dumbledore. Señor―añadió hacia sus mayores y con la nariz en alto, el rostro frío, digno de una descendiente de los Black, salió del comedor de Grimmauld Place azotando la puerta tras ella.
―¿Dije algo malo?―preguntó Dumbledore. Moody se encogió de hombros y esperó un poco, haciendo que su ojo rodara una y otra vez antes de apoyar el brazo sobre la mesa.
―¿De qué va esa misión especial de Lupin, Albus? Hasta hace no mucho, apenas y podías sacarlo de aquí a menos que se tratara de algo relacionado con Potter. Estaba ávido por obtener cuanto conocimiento pudiese de la biblioteca Black y, me atrevo a decir, bastante a gusto con la colaboración de Nymphadora.
Dumbledore respiró con suavidad.
―Si estás ocultándome alguna rencilla entre ellos…
―No ha habido ninguna―se apresuró a decir Dumbledore―. Como sabes, Alastor, hasta que Voldemort muestre alguna señal de acción pareciera que estamos en una especie de tiempo muerto. Lo que significa, en este caso, dos cosas: Que está reclutando y que está ideando la manera de recuperar a sus seguidores caídos. Con lo segundo no podemos hacer nada más que esperar, el control de Azcaban lo tiene el Ministerio después de todo; pero con lo primero, podemos prevenir. Es en esta parte en la que Remus considera que puede hacer una diferencia―. Moody escuchaba con total atención―. Antes que Voldemort o alguno de sus seguidores, como Greyback, logre una alianza con los hombres lobo, Remus se infiltrará en una de las manadas más importantes y tratará de convencerlos de luchar a nuestro favor, o, en el peor de los casos, de mantenerse al margen.
―¡¿Qué?! ¡¿Se volvió loco?!, ¿Una manada, Albus? Lupin nunca ha vivido con una manada, no conoce sus costumbres, además, ¿Con qué garantía se le ocurrió tamaña idea? ¡Él ni siquiera es un alfa!
―No lo es; pero quiere intentar mediar entre aquellos que temen a Greyback y aquellos que quieran desafiarlo.
―¿Mediar?―ironizó Moody y chasqueó la lengua ante la aparente tranquilidad de Dumbledore―. ¿Por qué estás de acuerdo en esto?, ¿Qué piensas que va a pasar? ¿Que Lupin irá en luna llena, los encontrará retozando alrededor de una fogata, levantará la pata y que simplemente le darán la… ejem, el aullido?
―Está consciente de los riesgos, me temo que no hay argumento que le haga cambiar de opinión. Todo lo que has dicho, se lo he planteado ya, amigo mío; pero él está decidido. Partirá en tres días para rastrear la manada―dijo Dumbledore, cuyos ojillos astutos se dirigieron por una fracción de segundo hacia la diminuta rendija entreabierta de la puerta―. Tengo entendido que vendrá hoy en la noche por provisiones, ya avisé a Molly para que prepare lo básico. Remus se reunirá esta tarde con Severus para que le proporcione algunas dotaciones de poción matalobos, para él y quizá como medio de "pago" u ofrenda de buena fe para la manada… aún hay muchos jóvenes que no llevan bien los cambios.
Moody lo miró críticamente.
―Lupin no se despertó de la noche a la mañana con la idea, ¿Desde cuándo está planeando esto?
―En realidad no lo sé. Desde hace un tiempo, supongo, esencialmente después de la muerte de Sirius, aunque…
―¿Aunque?
Dumbledore pareció meditar la respuesta algunos segundos.
―No creo que sea algo de importancia.
―Albus…
Él suspiró, apenado.
―Lo propuso en el momento en que le planteé volver a trabajar con la señorita Tonks.
La madera crujió de repente. Moody empuñó su varita.
―Tranquilo, amigo, tranquilo―dijo Dumbledore―. Solo es la Ancestral casa de los Black demostrando por qué es ancestral.
Moody movió su ojo por toda la estancia concienzudamente y luego gruñó.
―Vale más estar prevenidos.
―Alerta permanente―dijeron ambos y compartieron una pequeñísima sonrisa. Luego, Moody volvió a acomodar su varita en su túnica.
―Así que, ¿seguro que todo esto no tiene nada que ver con mi pupila?―retomó.
―No que Remus me lo hubiera expresado así. No.
―Lupin siempre me ha parecido demasiado melancólico, aunque cauto y certero, pensé que también tenía una mente más estratégica; pero esto en mi opinión es un intento de suicidio en toda regla―dijo Moody.
―Ya ha experimentado los cambios de las dos últimas lunas sin la poción. Confía en que una más será suficiente para…incentivar instintos.
― ¿Y si muere, Albus?―repuso Moody―. Enfrentar a un Alfa suena sencillo para un mago experimentado y Lupin lo es; pero en este caso una varita no será de ayuda si lo que quiere es que le escuchen, tendrá que ganarse ese derecho y eso solo será al modo de ellos. Tendrá suerte si logra someter al Alfa y más suerte aún si toda la manada no se le va encima.
Otro crujir de madera más fuerte interrumpió la charla y esta vez Moody no esperó a alguna excusa tranquilizadora de Dumbledore.
―¡Homenum Revelio!―conjuró y enseguida su varita vibró, por lo que el auror avanzó a zancadas y abrió la puerta del comedor de par en par, causando tal estrépito que no alcanzó a oír un "pop"―. ¡Te atrapé, fisgón, suelta la…!
Un estrépito llenó el pasillo junto a un grito peliagudo. Cuando Dumbledore se asomó, alcanzó a cubrir su boca y ahogar una suave risita.
El pasillo estaba lleno de comestibles, verduras desparramándose de una caja de madera, manzanas rodando hacia las esquinas y un pastel de calabaza hecho trozos y acentuando el ya llamativo color de cabello de una muy perpleja Molly Weasley.
―¡ALASTOR MOODY, TIENES MUCHO QUE EXPLICAR!
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Su reunión con Snape fue tan agradable como hiel sobre hojuelas. No era que Remus hubiera esperado algo diferente; pero lo había retrasado más de lo debido y ya llegaba tarde a su segunda cita. Con algo de suerte no tendría que aparecerse en la Madriguera si es que no hallaba a Molly en la antigua casa Black. Dudaba que sus energías fueran suficientes para aparecerse tres veces en un día, no después de cambiar en luna llena sin la poción, no sin resultar severamente herido antes de tiempo.
«Sin que haya valido la pena», añadió en su mente y afianzó el maletín que llevaba en su mano antes de cerrar los ojos, concentrarse y aparecer justo en la acera de enfrente de su destino. Grimmauld Place.
Sin mucha parsimonia entró en la ancestral casa y dejó su abrigo y su maletín en el sombrío recibidor. La casa crujía y el silencio era tal que de vez en cuanto, filtraciones de aire se asemejaban a susurros en los pasillos. Podían causar calosfríos a cualquiera; pero no a él. A él lo serenaba.
Pronto un sonido metálico atrajo su atención y, tras avanzar un poco logró ver luz filtrándose del comedor. Un agradable aroma llegó a su nariz e hizo que su estómago se retorciera. Solo entonces recordó que, por las largas pausas, cortesía de Snape, no había probado bocado desde el desayuno.
Gracias a Merlín, Molly seguía en la casa.
―Buenas noches, Molly. No tengo cómo empezar a disculparme por la demora, yo no…―dijo mientras entraba; pero cuando vio que quien salía de la cocina con un un gran pastel de calabaza levitando a punta de varita, no era otra que Tonks, retrocedió un paso por instinto.
―Buenas noches, Remus―dijo ella, manteniéndole la mirada por algunos segundos antes de dejar el pastel sobre la mesa―. La señora Weasley se fue hace poco, me ofrecí a ayudarla en la cocina mientras resolvía un contratiempo del señor Weasley en "La Madriguera", al parecer uno de sus aparatos muggle se salió de control y atrapó su varita adentro― continuó mientras sacaba una de las sillas y usaba la varita para conjurar un par de tazas y la cafetera―. ¿Gustas un poco mientras el pastel se enfría?
Remus miró hacia la silla que ella le ofrecía, luego a Dora y después las tazas y el café.
Debía irse. Sabía que debía irse; ¡¿Pero por qué rayos no se movía?!
―¿También te desagrada el café ahora?―preguntó Tonks. Los ojos de Remus volvieron a ella―. Solía gustarte cuando pasábamos noche tras noche investigando o patrullando… supongo que las cosas cambian. Creo que queda algo de té en la alacena, ¿Quieres…?
―¿Qué estás haciendo aquí a esta hora, Tonks?
―Es Tonks, ¿Eh?―sonrió ella y solo para tener qué hacer y evitar soltarse a llorar, comenzó a servir el aromático y oscuro líquido en las tazas, colocando apenas un terrón de azúcar en una y tres en la otra, para luego ocupar el lugar en la cabecera de la mesa, junto a la silla que había dispuesto para él―. Casi nada de azúcar para ti, si no recuerdo mal. ¿No vas a sentarte?
Remus se aclaró la garganta y le miró, apenado. Apenas y notó que el castaño de su cabello se había tornado más opaco aún.
―Será mejor que vuelva cuando Molly esté aquí. Esperaré en la biblioteca. Fue bueno verte, Tonks―dijo y tras un movimiento de cabeza giró sobre sus talones.
El ruido de una taza y después el de una silla raspando el piso fueron premonitorios a la risa irónica de la joven aurora.
― ¿Te cansarás de huir algún día, Remus?
Él volteó.
―No lo hago. Tengo que reunir algunos datos, me espera un viaje largo y ya cené―justificó; pero ella bufó.
―Insistes en verme y tratarme como una niña; pero por enésima vez te repito que no lo soy.
―Tonks, yo no…
―¡No he terminado!―espetó ella―. No soy tonta y sí estás huyendo. No hablo de tu salida táctica a una biblioteca que has repasado de arriba abajo hasta el cansancio, ¡llevas huyendo de mí desde hace meses!
Remus se obligó a permanecer en calma; pero no alzó la mirada más que por unos segundos. Y eso hizo que a Tonks le doliera el corazón.
Luego de escuchar la conversación de Moody y Dumbledore más temprano, no pudo dejar de preocuparse por la suerte a la que Remus parecía empeñado en aferrarse. Por eso regresó cuando moría la tarde y se ofreció a ayudar a la señora Weasley en la cocina, en parte porque se sentía culpable por el lío que había causado y en parte como excusa para poder estar en Grimmauld Place cuando Remus llegara.
No cesó de preguntarse ni un minuto: ¿Por qué?, ¿Por qué Remus hacía lo que hacía?, ¿Por qué un destino posiblemente fatal era preferible, a su juicio, en lugar de estar cerca de ella?, ¿Tan desagradable le resultaba?, ¿Tan torpe era que había cansado la paciencia de ese hombre? Tenía que saber, tenía que persuadirlo a como diera lugar para que desistiera.
― ¿Por qué Remus?―preguntó entonces, su voz se quebró―. Dumbledore habló de tu misión. Dijo que lo propusiste cuando te ofreció trabajar conmigo.
Remus lució desarmado.
―¿Dumbledore te dijo eso?
―Lo escuché; pero ese no es el punto, sino que es cierto. ¡Prefieres enfrentarte a una manada de hombres lobo que respirar del mismo aire que yo!
El mago titubeó y se frotó el puente de la nariz.
―Una cosa no tiene nada que ver con la otra, Tonks. Lo que voy a hacer es necesario para…
―¡Para estar lejos de mí!―interrumpió ella―. ¿Piensas que no tengo memoria?, tú mismo dijiste que lo mejor que podías hacer por mi bienestar era estar lejos. Desde entonces nunca te apareces por aquí cuando sabes que estoy yo, tampoco entras a la biblioteca si sabes que estoy investigando, pones una y otra excusa para no trabajar conmigo y, si por fuerza tenemos que estar en el mismo lugar, apenas me miras o me diriges la palabra―. Remus desvió la mirada―. Ahí vas de nuevo. Solo mírate, lo que más deseas ahora es salir corriendo. Tan repelente te parezco que ni siquiera puedes compartir una simple taza de café.
La aurora plantó ambas manos sobre la mesa y agachó la cabeza. Sus cabellos adoptaron un color pajoso, sin vida. Remus no pudo tolerar la visión y, desoyendo todas las advertencias autoimpuestas, exhaló con cansancio y caminó hasta la silla junto a Tonks, sentándose mansamente a su lado.
Ella lo miró con ojos llorosos y a su mente acudieron una fila de preguntas ansiosas por respuestas; pero obligándose a no decirlas, se sentó también y al no saber qué más hacer empujó la taza de café hacia él.
Remus la acogió en silencio. Estaba, al igual que Tonks, sin saber cómo reaccionar o qué decir. Sentía que cualquier cosa, excusa, explicación o tan siquiera una charla ligera podía llegar a ser insultante en ese momento y, sobretodo, terriblemente incorrecto. Pero sus palabras le habían calado. Todo lo que Tonks le decía o hacía lograba traspasar sus defensas con una facilidad abrumadora, dejándolo expuesto y tan temeroso como un niño que, de tanto dolor y desprecio, propio y ajeno, no lograba distinguir el afecto genuino, porque sencillamente no se consideraba merecedor de el, mucho menos si venía de alguien tan luminoso y lleno de vida como Tonks.
Bebió un poco. Ojalá ella pudiera entenderlo. Haría las cosas más fáciles.
―No vayas― la oyó decir y al girar la cabeza, encontró sus ojos marrones fijos en él―. Por favor, Remus, desiste de la misión con los Hombres Lobo.
―No debiste escuchar. La discreción máxima en esto es la clave para que sirva de algo, además es un asunto privado.
―Actúas en nombre de la Orden, nada es privado entre sus miembros y no me cambies el tema―rebatió ella; pero suavizó sus gestos―. Te lo estoy suplicando. Dumbledore entenderá si desistes. No lucía convencido esta mañana, tampoco Moody lo está, creen que es un suicidio ¡Y lo es! Por favor…―le imploró y llevó su mano a la suya.
―Tonks…―dijo él, intentando alejarse; pero ella se rehusó a soltarlo.
―¿Es por mí, Remus? ¿Haces todo esto por alejarte de mí, porque te hablé de mis sentimientos?
Él no contestó; pero sí intentó alejarse otra vez. Por supuesto, Tonks se lo impidió. Estaba harta de verlo huir, harta de dejar que lo hiciera.
―¡Lo sé! ¿Bien? Sé que no soy la bruja más excepcional del mundo. Soy torpe. ¡Merlín, soy la torpeza hecha persona y algunos dicen que demasiado optimista para mi propio bienestar!, lo sé y sé que no soy alguien fácil de tratar, aunque lo intento―le dijo poniéndose de pie y alcanzando el rostro de un perplejo Remus con las manos―. Tú, hombre tonto, óyeme bien, si todo eso, todo lo que soy es lo que te impide responder a mis sentimientos, entonces, está bien, no tienes que hacerlo, puedo manejarlo ¡Pero podrías ser menos fatalista y decirme claramente que no estás interesado, que… que te da risa la sola idea de que pueda darse algo entre nosotros!,¡Lo que sea, salvo ir a ofrecerte de cebo para que te despedacen solo porque no quieres hacerme frente!
―Dora…―musitó Remus con los ojos muy abiertos y el aliento contenido.
El rostro de la joven bruja estaba a escasos centímetros del suyo, sus suaves manos lo sujetaban con fuerza; pero no le hacían daño, podía incluso sentir que acariciaba los fines de sus cicatrices. Sus ojos. Merlín, sus ojos todavía tenían esa pasión que tanto le cautivaba; pero también estaban tristes y llenos de miedo. ¿Se lo había provocado él? ¿Es que acaso solo podía hacerle daño aún sin siquiera proponérselo?
«Eres peligroso para ella», se recordó en ese momento. Lo sabía, no podía olvidarlo ni deseándolo con todas sus fuerzas. Como hombre, como bestia, él era peligroso en todos los sentidos. Indigno, tan indigno siquiera de esa inmerecida y efímera felicidad por sentirla cerca.
Maldita sea. La vida era tan injusta.
Abatido, exhaló largamente y se puso de pie con lentitud, sin que ella le soltase y sin tener el valor suficiente de apartarla todavía.
―Si existe un hombre en este mundo que no te ame por todo lo que eres, Dora, entonces no merece ni siquiera un pensamiento tuyo―le dijo, tocando su mano con la suya―. No vuelvas a devaluarte a ti misma jamás, ¿me oyes?, jamás. Tú eres perfecta tal y como eres.
Tonks sollozó una sonrisa y elevó el rostro al encuentro del de Remus, que apoyó la frente contra la suya.
―Tienes razón―continuó Remus―. He estado huyendo de ti.
―Remus…
―Estás llena de vida, de tantas metas, sueños y alegría que es casi contagioso―continuó él―. A tu lado la tristeza se dispersa, lo oscuro es menos tétrico y la esperanza brota como una flor sobreviviendo a un frío invierno. Por eso, alejarme ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer; pero no voy a detenerme.
Tonks abrió los ojos al sentir un hincón en el corazón. La mirada de Remus lucía atormentadoramente triste.
―No voy a mentirme ni a mentirte más ― dijo él―. Cuando me hablaste de tus sentimientos, yo estaba convencido de que estaban dirigidos hacia Sirius, nunca hacía a mí, ni en el más loco sueño hacia mí; pero fuiste tan generosa. "¿Cómo?", me preguntaba, ¿Cómo alguien como ella puede fijarse en alguien como yo? Jamás sabré qué hice para merecer tu cariño; pero aquí y ahora puedo jurarte que cuando lo supe, probé lo que significaba ser feliz por primera vez en muchos años―le dijo, apartando unos cuantos cabellos de su cara―. Tú eres un regalo, Nymphadora Tonks, un hermoso e invaluable regalo y yo sería el hombre más afortunado en el mundo si pudiera permanecer a tu lado; pero eso es imposible.
―¿Por qué no?―dijo ella―. A mí no me importa tu condición, Remus, nunca me ha importado. Lo que yo veo en ti es a un hombre bueno, apuesto, gentil, valiente e inteligente. Alguien en quien puedo confiar, con quien puedo ser yo sin miedo alguno y a quien puedo admirar. ¿Por qué no puedo aferrarme a ti? ¿No me ves acaso? Sin ti soy infeliz, Remus. No logro emocionarme con nada, no logro concentrarme en lo que debo. Te busco, sigo a Moody a toda reunión posible, me quedo con la señora Weasley cuando no es necesario solo si por casualidad logro verte y cuando no lo logro no hago más que pensar en ti, preguntarme si estarás bien, si no estarás solo y después solo me queda extrañarte hasta quedarme dormida. No puedes decirme que eso es bienestar, no puedes estar oyéndome, verme y jurar que estoy o que estaré mejor sin ti, porque no es así, yo te quiero a mi lado, ¡Te quiero, te quiero!
Entonces se alzó sobre sus puntas y trató de alcanzar sus labios; pero, aunque sí logró rozarlos y aunque él pareció absorber de su aliento por segundos, las manos de Remus sobre sus hombros la obligaron a apartarse.
―Y tú no puedes oírme, verme y jurar que no correrás peligro―rebatió él―. No soy un hombre, Dora. Soy un monstruo.
―¡No lo eres!―protestó Tonks.
― Que quieras ver más allá de la piel del lobo no ahuyenta a la bestia de mí ―dijo Remus con severidad―. Soy un hombre lobo, un hombre marcado que no puede escapar de lo que es. Soy peligroso para todo el que está cerca y en especial lo soy para ti. En uno de los dos debe caber la prudencia. Yo no puedo ponerte en peligro, no puedo permitir tu deshonra ni nada que te lastime, sobre todo si yo soy la causa.
―¿De qué rayos estás hablando? ¿Qué deshonra? ¡¿Qué daño?!
―El que llega tarde o temprano a todo aquél relacionado con alguien como yo―sentenció Remus―. Sé de primera mano lo que significa. La sociedad mágica no es gentil con los que considera peligrosos ni con sus allegados. Jamás me perdonaría que sufrieras humillaciones e injusticias por amarme. No. Por eso debo irme. Por eso necesito estar lejos y tratar de ser útil de otra forma. Tú eres joven, hermosa, inteligente… puedes superar todo esto. No verme será de ayuda. Pronto verás que hay muchos otros dispuestos a poner el mundo a tus pies, personas enteras, jóvenes, con un futuro por delante. No alguien como yo, acabado, sin futuro, enfermo y pobre. Permítetelo, Dora, permítetelo.
―Y mientras tanto, tú correrás hacia tu muerte―dijo Tonks con amargura. Remus agachó la cabeza―. ¡Pues no!―dijo ella―. No lo acepto, ¿Escuchas? Podrán desfilar miles más hermosos, jóvenes o enteros, como has dicho; pero no miraré a ninguno, porque ninguno serás tú, porque te guste o no, yo ya te escogí a ti.
―Basta, Tonks, no…
―Tú haz lo que creas necesario―le retó ella―. No puedo obligarte a quedarte si no quieres hacerlo y tampoco puedo obligarte a amarme con la libertad que tú mismo te niegas; pero recuerda esto muy bien, Remus Lupin―añadió y, súbitamente le cogió del cuello de la camisa, forzándolo a acercarse hasta casi rozar sus labios de nuevo―. Hagas lo que hagas, no te atrevas a morir, ¿Te ha quedado claro? porque si lo haces, ten por seguro que voy a perseguirte y te voy a demostrar que este amor que tengo por ti es más fuerte que la misma muerte.
Dicho eso se permitió liberar un sollozo triste y antes que Remus pudiera decir algo, lo soltó y salió casi corriendo del comedor, cubriéndose los labios con una mano. Estaba demasiado alterada como para aparecerse con seguridad, por lo que optó por la puerta principal, topándose en el camino con Molly Weasley, a quien dirigió una apresurada disculpa antes de internarse en las calles aledañas a la propiedad.
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La matriarca Weasley entró en Grimmauld Place sumamente preocupada, imaginando que la condición de la joven Tonks solo podía atribuirse a dos cosas: O había recibido un severo regaño de parte de Alastor o, en su afán de ayudar y cubrirla mientras ella iba a socorrer a Arthur, la pobre chica habría descuidado el pastel de calabaza que tenía que vigilar.
Nada que ella no pudiera solucionar, desde luego; pero se sintió mal por la muchacha. Ella era un sol, siempre tratando de ayudar y dando esos chispazos de alegría necesarios para aliviar la rutina y las circunstancias tan pesadas que les tocaba vivir desde el regreso de Voldemort.
«Pobrecilla, seguramente le pasó algo al pastel», pensó Molly y exhaló un suspiró mientras se quitaba el abrigo para dejarlo en el recibidor, lista para arreglar cualquier desperfecto que encontrara en la cocina; sin embargo, fue en ese momento en que notó otro abrigo, algo desteñido, aunque formal y un maletín con las iniciales "R.J Lupin".
Frunció el ceño. Si Remus estaba en la casa no había lógica alguna para el comportamiento de Tonks, ¿o sí? Más preocupada aún se dirigió aprisa hacia el comedor, cuya puerta estaba entreabierta; pero mayor fue su sorpresa y, de hecho, fue la razón por la que se detuvo antes de ser notada, al ver la figura de un alicaído mago, cerca de un muy perfecto y recién horneado pastel de calabaza; pero con la cabeza gacha, una mano enterrada entre sus cabellos y aparentemente llorando "Perdón" sobre una taza de café todavía humeante y medio llena.
Con mucha cautela volvió al pasillo. Mirando en dirección a la puerta principal de Grimmauld Place recordó el semblante de Tonks, tan dolido, sus ojos húmedos y brillantes y sus mejillas rojas por el esfuerzo de aguantar el llanto. Luego volvió la vista hacia la puerta entreabierta del comedor y entonces la comparó con la de la figura de Lupin, cuyos sollozos roncos todavía alcanzaba a oír.
«Merlín», pensó, llevándose una mano a la altura de su pecho.
Un corazón como el suyo no podía ser engañado. El dolor que había visto en ambos tenía un mismo origen.
Amor.
Todo tuvo sentido entonces, la insistencia de Tonks en estar en la base de la Orden, lo radiante que se veía meses atrás cuando trabajaba en equipo con Remus, contrario a lo pálida, ojerosa y opaca que lucía desde que él marcó su distancia. Y vaya que lo hizo, era casi un milagro que asistiera a las reuniones en pleno y cuando lo hacía, apenas y se dirigía a Moody o al mismo Dumbledore. Con Tonks apenas pasaba de un saludo cortés y luego, total indiferencia.
―Oh, cielos― musitó para sí, acunando su propia mejilla con preocupación, consciente por primera vez de la magnitud del problema.
Amor.
¿Por qué personas tan buenas como Tonks y Remus podían sufrir así por un sentimiento tan hermoso en lugar de hallar en el un consuelo? Merlín sabía que el mundo en que vivían necesitaba de consuelo como nunca, más en el caso de aquellos que tarde o temprano tendrían que estar en la primera línea de batalla… si es que no lo estaban ya.
Una furtiva lágrima rodó por su mejilla; pero Molly se apresuró a limpiarla. Luego respiró hondo y se arregló el cabello con las manos, acomodando brevemente su vestido, deshaciéndose de la inexistente arruga de su falda.
Tonks había sido demasiado rápida en su huida, ya tendría oportunidad de pillarla a solas; pero por lo pronto, todavía había un mago que sermonear.
Remus Lupin no iba a salir de Grimmauld Place sin escuchar un par de cosas de su parte.
Como que se llamaba Molly Weasley.
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¡Hola!
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¡Gracias por leer hasta aquí!
Continuo el NOVTOBER, próximo a convertirse en DICTOBER… (Parece chiste; pero va a ser anécdota) Disculpen la demora, de veras lo siento mucho. Lo que pasó es que me enfermé, fui a dar a la clínica y en las últimas semanas he estado tan débil que apenas y salí de mi cama para comer y luego volver a dormir. Ya me siento mejor; aunque todavía adolorida. Por favor, no duden que terminaré de escribir los capítulos de este reto. Les agradezco de corazón por su comprensión y su paciencia. Ojalá que este capítulo les haya gustado.
¡Un abrazo a todos, lectores!
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REVIEWS
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Nao Saotome Malfoy.- ¡Hola! Nao, no sé cómo empezar a agradecerte por cada review, llegaron como un bálsamo en mis momentos más difíciles del último mes y en más, me siento sumamente honrada de tenerte como lectora, en especial porque soy tu fan desde que leí "De cómo Lucius Malfoy avergonzó a su hijo" (Amo esa historia y siempre que puedo le doy una relectura, está entre mis favoritos definitivos en Fanfiction). De corazón te agradezco, tú tranquila, déjame mil reviews y yo me enamoraré de cada uno ¡n.n! Te envío un abrazo a la distancia, esperando que el capítulo te haya gustado (No estaba entre mis planes incluir a esta pareja; pero no sé qué me dio que salió). Ya volveré pronto con más NottGood, Dramione (que los tengo algo abandonados) Blinny y Dios quiera, Hansy xD. ¡Hasta pronto!
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GinellMalfoy.- ¡Hola Ginell!, ¡Mil perdones por la demora!, la enfermedad me tuvo lejos de la computadora, y de todo el mundo en sí. Ya estoy mejor y espero no volver a retrasarme tanto. Mil gracias por tu review, lo valoro de corazón y, del mismo modo, espero que te haya gustado el capítulo. ¡Un abrazo a la distancia y hasta pronto! ¡n.n!
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ESPACIO PUBLICITARIO
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Como ya he mencionado antes, he escrito una novela original que se encuentra disponible para la venta en Amazon, en sus diversas plataformas, de descarga gratuita para Amazon KDP. Les invito a darle una oportunidad y ayudarme a crecer.
Muchas gracias de antemano a quienes lo hagan.
Nombre: "Un segundo de felicidad", de Paola Alarsil.
TAMBIÉN, si gustan, pueden seguirme en mis Facebook. Me encuentran como Paola Alarsil-Escritora.
Mil gracias.
