El presente fic participó del reto "Fictober" del grupo "Yo también estoy esperando un nuevo capítulo de Muérdago y Mortífagos". Hoy, solo está en vísperas de ser terminado. El mundo de "Harry Potter" pertenece a J.K Rowling. Esta autora solo escribe el siguiente contenido por diversión y sin fines de lucro.


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"Infierno"

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A los dieciséis se suponía que la vida debía ser una aventura. Una en la que los nuevos descubrimientos, las emociones en revolución y la vitalidad de la propia juventud debieran ser los principales pilares del futuro, para la concreción de sueños, quizá para la creación de otros. Todo… sí, todo, excepto la mierda que era en realidad.

O al menos esa era la percepción de Draco en ese momento.

"Puedo con esto", se decía cada mañana al despertar y también cuando sentía que la desesperación ganaba terreno, lo que era por lo menos dos veces al día desde que su padre fue encerrado en Azcaban.

"Puedo con esto", se dijo cuando recibió la carta de su madre informándole de la suerte de Lucius y aunque eso lo devastó, nadie jamás vio una sola lágrima o tan siquiera un gesto de su parte al recibir las noticias.

"Puedo con esto", se dijo también cuando tuvo que suplir el rol de líder en la familia. Literalmente, pasó las dos primeras semanas de sus vacaciones empapelado en el despacho de Lucius, atendiendo sus negocios lo mejor que podía, creyendo en serio que lo que hacía sería suficiente hasta que su padre volviera. Porque tenía que volver, ¿Cierto? Era Lucius Malfoy, después de todo, él podía arreglar su salida, tenía amigos importantes, contactos, ¡Dinero!

…pero pronto se dio cuenta que, en tiempos de caos, los amigos dejaban de serlo, y que cuando el estúpido Ministerio decidía "Hacer un ejemplo" de justicia en un mago, no había dinero suficiente que pudiera superar su deseo de propaganda.

"Puedo con esto", se dijo a pesar de ello y puso todo su empeño en sus tareas. Hasta que los días grises llegaron a Wiltshire.

Fue un domingo cuando todo comenzó. Ahora suponía que debió presentir que algo malo sucedería en cuando sintió la mansión temblar; pero Draco había trabajado hasta tan tarde que estaba demasiado cansado como para tomarle importancia. Eso fue hasta que, con apenas dos horas de sueño recuperado, escuchó que alguien entraba a su habitación a toda prisa.

―Draco, levántate.

El primer instinto de hundir la cara en la almohada y rogar por cinco minutos más de descanso murió en cuando distinguió el miedo en la voz de su madre. Entonces se levantó de un brinco.

―¡¿Qué pasó?! ¿Estás bien? ¿Has recibido noticias de padre?

―¡Baja la voz!―le susurró ella―. Escúchame, ve a lavarte la cara, tienes que venir conmigo al salón, tenemos visitas.

Dicho ello, se metió al vestidor.

Draco parpadeó sin entender. ¿Su madre en serio esperaba que fuera a recibir visitas a esas infames horas de la madrugada? ¿Quién importunaba de esa forma tan temprano?, ¿Quién…?... Un momento, ¿Qué rayos hacía su madre despertándolo cuando normalmente lo haría un elfo?

Ahora, Draco, no podemos hacerlo esperar―ordenó Narcissa al salir, llevando en sus manos un traje oscuro en una percha, más una camisa y corbata.

―¿Te importaría explicar qué está pasando?―inquirió Draco. La mirada que su madre le dio le hizo contener el aliento.

Estaba llena de miedo.

―El Señor Oscuro está aquí―le informó.

Y fue suficiente para que Draco sintiera que le succionaban el alma.

―¡¿Qué?!, pero… pero, ¡¿por qué?! Es decir, ¿No debería estar…? No sé, ¿Ocultándose o algo?

―Temo que eso es lo que vino a hacer―dijo Narcissa. Draco palideció aún más―. Escúchame, Draco. Vine por ti argumentando que eres la nueva cabeza de la familia mientras tu padre esté ausente; pero si no bloqueas tu mente ahora, hijo, Él podrá leerte como un libro abierto. No puedes permitírselo.

―Pero…

―Concéntrate―interrumpió ella, tomándolo del rostro con manos nerviosas―. ¿Entiendes lo que tienes que hacer?

Draco fijó su mirada en la suya.

―No puedo dejarlo entrar en mi mente―respondió.

―Ni a él, ni a tu tía Bellatrix.

Draco tragó pesado; pero asintió. Narcissa le dirigió una breve sonrisa poco alentadora y luego camufló sus sentimientos tras una careta fría.

―Cuando lleguemos a la sala de estar, no permitirá que me quede. Era usual también cuando se reunía con tu padre. Seguramente Bella me pedirá que le enseñe su habitación y querrá inspeccionar la que él usará, así que solo tenemos este momento para hablar.

Él asintió.

―Debes lealtad a los ideales de tu padre, Draco; pero más allá de eso, debes lealtad a la familia Malfoy y a lo que representamos. Debes ser astuto, actuar con inteligencia, ¿Entiendes? Él seguramente te pedirá algo y también te ofrecerá algo a cambio, es así como funciona. Negocia, hijo. Que nuestra familia mantenga su estatus y su valía, cualesquiera que sean las circunstancias, depende ahora solo de ti.

―¿Estás bromeando? Negociar implica imponer condiciones, madre. ¡Tengo dieciséis años!, ¿Cómo puedo negociar con…? ¡¿…con ÉL?! ¡Me matará!

―No lo hará. Eres el único Malfoy libre ahora, Draco. Como en el pasado, le hacen falta nuestros recursos y tú eres el único acceso a ellos por el momento. Esa es tu ventaja. Úsala.

«Puedo con esto», recitó él en su mente y lo repitió una y otra vez mientras se dirigían a la sala de estar. Una vez allí, todo sucedió como su madre supuso… al menos en parte. El señor Oscuro sí procuró quedarse a solas con él, Draco supuso que para exponer sus términos; pero luego de escuchar un elaborado discurso sobre los ideales del movimiento, sobre el desprecio por los sangre sucia y los mestizos y sobre los beneficios que traería imponer un nuevo orden en el mundo mágico, sus verdaderas intenciones fueron reveladas.

Si la familia Malfoy permanecía fiel a la causa, estarían en la cumbre de todo y de todos cuando el Ministerio y Potter cayeran, pero… si no…

― Ahora, después de todo lo que has escuchado, Draco, debo hacerte una sola pregunta― siseó Voldemort mientras se acercaba al joven mago y fijaba su roja mirada en la de él―. ¿Cuál es tu mayor deseo?

Draco casi pudo sentir que esos ojos infernales le taladraban el alma. "No lo dejes entrar" se conminó y respiró lento. "¿Mi mayor deseo?", se preguntó después y sus hombros se tensaron notablemente cuando el rostro de Hermione Granger se perfiló entre sus recuerdos.

Sacudió la cabeza en el acto.

No podía. No… no debía pensar en ella. Por sobre el mago, por sobre su juventud, por sobre los estúpidos y acelerados latidos de su corazón, él -era-un-MALFOY. Su mente no podía estar en ningún otro lugar, menos al lado de una… una sangre sucia.

Sanctimonia Vincent Semper. ¿Cierto?

"Mi mayor deseo", se repitió entonces. ¿Qué haría que todo volviera a la normalidad? O al menos a la normalidad que él conocía, en la que había crecido y en la que se sentía seguro, ¿Qué?

La imagen de su padre luciendo los harapos y el vergonzoso cartel de prisionero de Azcaban nubló su juicio.

Obedeció su impulso.

―Quiero a mi padre de regreso―decidió y en su afán de mantener la mirada en un punto fijo mientras fingía mirar al Señor Oscuro, no notó la pequeña y maliciosa curva formándose en su boca.

―Lucius siempre ha sido un seguidor notable en mi círculo interno, por supuesto que su libertad, así como la de quienes el Ministerio mantiene cautivos es una de mis prioridades―dijo y, por un segundo, solo por un segundo, Draco sintió lo que era recuperar la calma.

…no volvería a sentir nada similar hasta mucho tiempo después.

―Soy un mago generoso con quienes me son leales, Draco. Grandezas les esperan a quienes me siguen y obedecen. Sin embargo, también sé colocar las cosas en su lugar y no permito que antiguas amistades me nublen el juiciocontinuó Voldemort―. Tu padre fue una pieza clave en mi primer intento de restaurar la pureza de la magia en este mundo; sin embargo, aun cuando sus antiguas glorias son memorables, no le exime de sus… actuales errores―siseó―. Un poderoso mago sangre pura vencido por un puñado de niños, mestizos, traidores a la sangre y sangres sucias, nada menos. Expuso el factor sorpresa de nuestro regreso al mundo mágico y por su incapacidad, no solo él, sino un gran puñado de mis más fieles seguidores fueron apresados.

―E-El grupo del profesor Dumbledore también estuvo ahí, son… son magos y brujas experimentados, son…―intentó justificar Draco; pero su voz se volvió un hilillo apenas sonoro antes de acabar.

―Dumbledore…― la voz de Voldemort hizo eco a la suya―. Llegaremos a ese punto en su momento. Por ahora, volvamos a tu padre.

―E-Estoy seguro que él hará lo necesario para compensar su… su error―dijo Draco―. Solo necesita salir de Azcaban, este tiempo ahí ya ha sido suficiente castigo para lo que…

―No estás en posición de decidir eso.

Draco se mordió la lengua y sudó frío al notar por primera vez que la blanquecina mano del Señor Oscuro sujetaba su varita. ¿La tenía desde el principio? ¿Iba a matarlo? Rápidamente recordó los consejos de su madre y tras un rápido respiro se concentró en bloquear el miedo y la ansiedad de su mente. "No lo dejes entrar. Es tiempo de negociar, Draco, puedes hacerlo".

"Puedo con esto".

―Sigo pensando en el castigo adecuado―continuó Voldemort, elevando su varita solo para acariciarla entre sus dedos largos, pálidos y flacuchos―. No es fácil dados los años de lealtad brindados por Lucius, pero en este caso debo ser severo para prevenir… repeticiones indeseables. A menos claro que…

―¿Señor?―dijo Draco sin pensar y tan impetuoso fue que no logró notar la boca de Voldemort torciéndose en una maliciosa sonrisa.

―Errores como los de tu padre pueden ser perdonados con aciertos―dijo―. Velo de esta forma, si un amigo muy cercano pierde algo tuyo, algo invaluable, no volverías a confiar en él como antes, ¿Cierto?

Draco quiso dar una justificación para el amigo hipotético; pero se mordió la lengua y no se movió.

―Ahora, imagina a ese amigo. Ustedes tienen una larga historia juntos, no puedes solo arrancarlo de tu vida por un error. No si de verdad lo consideras tu amigo―continuó Voldemort―. Tu padre, como ese amigo, cometió un error, no el primero; pero sí uno muy grave: Perdió algo que era invaluable para mí. Ya antes me había defraudado y fui lo suficientemente magnánimo de perdonarlo; sin embargo, ahora, hacer lo mismo daría un mensaje erróneo a los demás. La falsa percepción de que pueden ser descuidados porque no existirán consecuencias.

―Señor, mi padre no volverá a fallarle.

―¿Puedes asegurarlo tan libremente?―le retó Voldemort―. Dime, Draco. Si te vieras en la necesidad de apostar tu vida en este momento para defender lo que acabas de afirmar, ¿Lo harías?

En ese momento, Draco se odió a sí mismo por no poder decir palabra alguna.

―Un penoso y agobiante dilema, ¿No es así?―siseó Voldemort―. Entenderás que me encuentro en una posición muy similar a la que te has enfrentado hipotéticamente en este momento. ¿Castigar a Lucius o perdonarlo una vez más? ¿Puedo perdonar y tener la garantía de que mi confianza no será defraudada de nuevo? ¿O necesito enseñarle a él y a los demás el precio de los errores? ―. Al ver al heredero Malfoy cada vez más pálido, sonrió―. Volvamos al ejemplo del amigo. Digamos que él está tan desesperado por recuperar la confianza de quien defraudó que está dispuesto a hacer lo que sea por lograr su perdón. ¿Qué es lo que sería suficiente?, ¿Qué podría hacer ese amigo para reponer su error?

Draco se tomó un momento para recordar cómo hablar.

―Si… si tiene los medios, pondría todos ellos a disposición de su amigo.

―Uhm, una respuesta cauta. Pero olvidas que lo que se perdió era algo invaluable―acotó Voldemort―. ¿No te parecería justo que, en virtud de igualar circunstancias entre ambos, más que medios, ese amigo en deuda debería ofrecer al otro algo invaluable también?

―Lealtad―propuso Draco. Voldemort ahogó un bufido divertido.

―No puedes otorgar algo que supuestamente ya fue dado, ¿No lo crees? Intenta de nuevo.

La juvenil mente de Draco repasó, tan rápido como pudo, cada pieza invaluable en posesión de la familia Malfoy. Ciertamente eran muchos, algunos tan costosos que raramente eran movidos de su lugar en Gringotts; pero, ¿Qué sería suficientemente valioso para reparar el error de su padre? Quizá alguna reliquia. El propio anillo de los Malfoy, mismo que ahora él portaba era una de ellas; pero solo servía en su plenitud a un miembro de la familia, al Señor Oscuro le resultaría inútil. ¿Qué podía ser?, ¿Qué…?

―¡Argh!―exclamó de repente y se llevó una mano a la cabeza mientras que la otra hallaba apoyo en uno de los muebles de la sala de estar.

¡¿Qué, en nombre de Merlín había sido eso?!

―Oh, esto sí que es una sorpresa―oyó decir a Voldemort y elevó la mirada. Observar su sonrisa le dio escalofríos―. Posees una mente valiosa, joven Draco―siseó Voldemort sonando mitad satisfecho y mitad retado.

«Maldición», blasfemó el joven mago. Había sido muy descuidado al permitir que su ansiedad debilitara sus barreras. Por supuesto que el Señor Oscuro había querido probarlo, su madre se lo había advertido y él en su torpeza lo había dejado entrar.

―Tus barreras son curiosamente fuertes para un muchacho de tu edad―continuó Voldemort, acercándose―. ¿Acaso eres un oclumante?

«Barreras arriba, Draco», se dijo el muchacho, sacudiendo la cabeza un poco para reponerse.

―A-Apenas un aprendiz, señor― contestó con cautela―. Es… estuve leyendo al respecto el último año.

―¿Tan reciente?

Draco asintió. La oclumancia le venía natural gracias a la rama de los Black a la que pertenecía; pero de ninguna manera iba a poner en evidencia a su madre, y la sorpresa en la voz del Señor Oscuro solo confirmaba que el don no estaba presente en su tía Bella.

―Es un don muy escaso―acotó Voldemort―. Alcancé a ver algunos tesoros muy peculiares que asumo están en Gringotts. Claro, antes de ser expulsado.

―Mis… mis disculpas, mi señor, no… no lo hice adrede, yo… solo intentaba pensar en algo que fuera …

―¿Invaluable?

Draco asintió.

―No… no controlo la habilidad de bloquear mi mente del todo, a veces termino con más dolores de cabeza que resultados. Lastimosamente, la oclumancia no es una materia ni siquiera secundaria en Hogwarts―mintió.

Voldemort lo miró fijo algunos segundos y luego elevó su varita solo para probar sus reflejos. Draco, por supuesto se hizo para atrás, haciendo que el Lord Oscuro sonriera.

―Hogwarts. Sí, esa escuela experimentará muchos cambios bajo mi mando―dijo―. Ahora, una advertencia. Haz de saber que nadie en mi círculo está autorizado a levantar barreras contra mí, de ningún tipo; pero por esta vez seré generoso―añadió. Su voz y palabras, filudas y mortales―. La confianza, Draco, es vital para nuestros ideales. Cada uno de mis seguidores debe ofrecerme lealtad absoluta. Ocultar información de mí, por pequeña e insignificante que sea, levantaría suspicacias innecesarias que solo nos harían perder el tiempo y perder de vista nuestras metas.

Draco oyó con atención; pero su mente no dejó de darle vueltas a la afirmación tácita en esa declaración. El Señor Oscuro parecía estar contándolo a él como uno de sus seguidores.

«No te distraigas. Negocia. Él puede traer a tu padre de regreso. Nadie conoce el caudal real de los Malfoy, ¡Negocia!»

―Contamos con reliquias muy antiguas, señor―comenzó, adoptando la postura que había visto perfilar a su padre cientos de veces cada que ofrecía algo por un favor―. Algunas de ellas datan de siglos atrás. Estoy seguro que llamarán su atención. Es más, mañana iré personalmente a Gringotts y le traeré una selección.

Voldemort solo lo miró detenidamente, fingiendo interés, aunque solo estaba burlándose.

―Tendrá que ser algo realmente invaluable.

Draco tuvo que esforzarse por controlar sus emociones. ¿Eso significaba que había ganado? ¿Algún tesoro familiar obtendría el perdón para su padre?

―Me aseguraré de ello―prometió.

―Algo completamente único e irrepetible, que por supuesto signifique demasiado para Lucius y la familia Malfoy―acotó Voldemort mientras comenzaba a acercarse. Draco volvió a asentir.

―Podrá someterlo a cualquier prueba que demuestre su valía.

―¿Y será mío apenas lo nombre?―. Draco lo sintió a sus espaldas; pero se forzó a contener el temblor de sus hombros, así como mantener la dirección de su mirada al frente. Asintió de nuevo.

Voldemort curvó su boca con victoria anticipada.

―No será necesaria tu visita a Gringotts. Sé exactamente lo que quiero―anunció; pero cuando Draco abrió la boca para preguntar, la presión de la huesuda mano del Señor Tenebroso sobre su hombro izquierdo hizo que las palabras murieran en su garganta―. Tú.

Algo invaluable,

único e irrepetible.

que significara demasiado para Lucius y los Malfoy.

¿Cómo no se dio cuenta antes de lo que estaba prometiendo?

No hubo marcha atrás. Apenas dos días después de esa reunión, el trueque fue ejecutado: La vida y libertad de su padre, la seguridad de su madre, a cambio de su vida al servicio de Lord Voldemort.

Tú.

Esa pequeña e insignificante palabra fue su condena al infierno.

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Claro. No lo supo hasta que fue demasiado tarde. Después de todo, la mitad de su vida su padre lo había instruido en los deberes que tenía como miembro y único heredero de la familia Malfoy. Usar su magia, sus habilidades y recursos en defensa de los intereses familiares, así como en defensa de los ideales que perseguían era lo que le correspondía, ¿o no?

La respuesta natural tendría que ser un Sí. Por supuesto que creía en los ideales de su familia, por supuesto que le importaba que no perdieran su status y por supuesto que no contaba con ningún otro maldito camino para lograrlo que permanecer en las filas del Señor Oscuro.

El único problema era que Draco se consideraba a sí mismo un Malfoy atípico. Maldecido, quizás desde la cuna, con una no deseada consciencia que, día a día lo atormentaba cada vez más desde que su Lord le dio la tarea de asesinar a Albus Dumbledore.

Lo había intentado. ¡Merlín!, ¡Llevaba más de medio año intentando acabar con el viejo y simplemente no lo conseguía!

Lo peor de ello era la mezcla odiosa de insatisfacción y alivio cada vez que sus planes fracasaban. Como si aquella remota parte suya donde radicaba esa no querida consciencia, se empecinara en aferrarse a lo poco de inocencia que le quedaba.

Como si a alguien le importara. Ciertamente a él no. Estaba jodido de todos modos.

―¿Qué haces aquí, Draco? Deberías estar en la cama― oyó la voz de Pansy, quien acababa de salir de ala de las chicas en la sala común de Slytherin, vestida con una bata negra con bordados en la basta y el cabello sujeto en un moño alto―. ¿Cuánto llevas ahí?

―Sigue tu propio consejo, Pans. No estoy de humor para charlas―gruñó él.

Pansy pasó por alto su evidente mal humor y avanzó hasta estar tras el sofá donde se hallaba recostado el rubio.

―Iba a escaparme a las cocinas un rato. No puedo dormir, así que pensé que algo de leche tibia me ayudaría.

―Bien por ti.

Pansy curvó la boca.

―¿Son las heridas que te hizo Potter otra vez?―sugirió―. Puedo ir por Madame Pomfrey si…

―Pansy, estoy bien. Como dije, no tengo ganas de charlar, por favor sigue tu camino, ¿Bien?―replicó Draco.

Su amiga no estaba lejos de la verdad respecto a las heridas. Apenas habían pasado unos días desde su duelo en el baño y, aunque prácticamente estaban cerradas gracias al contrahechizo de Snape y la medicina de Pomfrey, su cuerpo no se sentía del todo restablecido. Lógicamente, eso no iba a decirlo, ni eso ni que muy en el fondo pensaba que se lo tenía merecido o que, de vez en cuando, deseaba que Potter hubiera terminado lo que inició en lugar de asustarse.

―Sé que no quieres hablar, Draco; pero ¿No has pensado que quizás lo necesites?―insistió Pansy, sentándose frente a él, sobre la mesa de centro―. No le has dicho a nadie lo que sucedió con Potter, ni siquiera a Blaise o a Theo, es más… ni siquiera les hablas demasiado desde que empezó el curso.

Draco ni siquiera la miró.

―Que Potter casi te matara fue tan sorpresivo. Es decir… es un Gryffindor. Según lo que se rumorea, el hechizo con el que te atacó jamás fue oído hasta ese día, algunos dicen que bien podría considerarse como una imperdonable.

―¿Y qué? ¿San Potter sería incapaz de usar una imperdonable? No me digas que de pronto se te ha antojado unirte a su club de fans―ironizó Draco.

―Claro que no; pero San Potter es demasiado flojo para aprender magia oscura y demasiado blandengue para usarla, es el tipo bueno, ¿no?―replicó Pansy―. Además, ¿Lo aprendería de dónde? ¿La sección prohibida? Ja, si no fuera por Granger, él y la comadreja seguirían en primer año.

Draco se tensó más ante la mención de la Gryffindor.

―Sería una primicia, ¿no lo crees?―continuó Pansy―. "Gran niño que se rehúsa a morir usa hechizos de magia negra contra el heredero único de la familia Malfoy".

―¿Niño que se rehúsa a morir?―repitió Draco, sintiendo cómo se formaba la primera sonrisa sincera del mes (si no era del año) en sus labios. Pansy tomó su oportunidad.

―Y me vas a decir que es mentira―lo retó―. Prácticamente sobrevive cada año. Aún recuerdo todo el barullo que se formó en primero cuando terminó en el hospital, repitió la experiencia en segundo junto a la comadreja menor, en tercero también con el escape de Black, en cuarto con lo del torneo, quinto en el Ministerio… ¡El tipo tiene más vidas que un condenado gato!

―Estás más enterada de su vida que yo―la molestó Draco, tratando de ignorar la mención del Ministerio el año pasado.

―Oh, sí, la verdad es que he vivido enamorada del palurdo desde que lo vi en el tren―ironizó Pansy, entornando la mirada y bloqueando de su mente el insistente recuerdo de unos ojos verdes gentiles e infantiles.

Draco soltó una risa ronca.

―Si eso fuera cierto, no sabría por quién sentir más pena, si por ti o por él.

―¡Eso no fue nada amable!― se quejó Pansy, dándole una patadita en el pie.

―¡Hey, estoy convaleciente!―rio él.

―Oh, ¡Pobre bebé!, ¿Quieres que te deje acurrucar en mis piernas mientras te rasco la cabecita y te froto la pancita?

―Ya quisieras.

Ambos se sostuvieron la mirada por varios segundos hasta que no pudieron aguantar más la risa. Draco se sintió agradecido. ¿Quién hubiera imaginado que Pansy Parkinson sería un remanso de paz en tiempos tan difíciles?

―¿Cómo va tu proyecto?―preguntó entonces―. ¿Ya has dejado calva a alguna pobre incauta?

―Ja, ja―ironizó Pansy―. Para tu información mi proyecto va muy bien. Es más― añadió, llevándose una mano a la cabeza, quitando el broche que aseguraba su largo cabello negro, el cual cayó graciosamente sobre sus hombros.

―Ahm… ¿Cuántos años estuve en la enfermería? ―preguntó Draco, enderezándose un poco y estirando la mano hacia un mechón de cabello de su amiga―. ¿Segura no es peluca?

―Si quieres tira de él; pero no te emociones―se rió Pansy, enarcándole una ceja―. Resulta que tuviste razón en aconsejarme que aumentara las hojas de abedul y usara el extracto en mi poción, eso y le agregué tusilago a la mezcla externa.

―Y experimentaste en ti. Tan segura estás de lo que haces, ¿eh?―la molestó Draco. Pansy, sin embargo, levantó el mentón, muy orgullosa de sí misma.

―Averigüé entre los productos que están de moda según "Corazón de bruja". Ninguno ofrece resultados tan inmediatos como mi mezcla―anunció―. El más caro asegura un crecimiento de 15 centímetros en seis meses sin quebrar el cabello. El mío hace crecer el cabello más de 15 centímetros en solo una semana y, nadie, oye bien, nadie ha experimentado nunca con un tratamiento doble. Tratamiento externo y una poción que además posee propiedades positivas para la piel. Soy un genio, ¿o qué?

Draco ladeó la cabeza y entornó la mirada.

―Es la primera vez que la explicación de un producto de belleza no me provoca sueño.

―No es un producto de belleza, es EL producto de belleza―dijo Pansy―. O lo será. En fin, mejor me lo ato de nuevo, mañana finalizan los días de prueba y tendré que cortarlo o definitivamente llamaré la atención.

―Oh, como si no te encantara.

―Todo a su debido tiempo, querido. Con este tratamiento me libraré del yugo de mis padres, estoy segura, solo debo perfeccionarla y registrarla en cuanto consiga un buen inversor―dijo ella.

Draco solo se le quedó viendo mientras ella ocultaba el largo de su cabello. Por un momento sintió envidia. Hasta Pansy tenía planes y ponía todos sus esfuerzos en lograrlos, ¿Y en cambio él? Era posible que su vida terminara bajo el efecto de un Avada antes de los diecisiete.

―¿Draco?, ¿Estás bien?

―Te diré qué―dijo él, camuflando su depresión bajo una sonrisa poco convincente―. Si Potter no consigue matarme antes de terminar nuestros estudios y si a fin de año no terminas calva, considérame dentro. Te financiaré.

―Oh, por favor no empieces a obsesionarte con Potter de nuevo, ya lo tenías superado desde tercero y….―Pansy pausó y le miró de hito en hito―. ¿Qué…? ¿Qué fue lo que dijiste? Repite, por favor.

―Que si Potter no consigue medio matarme antes de….

―¡Eso no, tonto! ¡Lo último!

―¿Te financiaré?―dijo Draco.

―No juegues.

―Te doy mi palabra.

Tres segundos después Pansy se le lanzó encima con un grito que hubiera hecho que el calamar gigante decidiera mudarse del lago negro.

―¡Pansy, Pansy, Pansy, hombre convaleciente aquí!―exclamó Draco, pudiendo hacer realmente poco por liberarse de su amiga y de los besos que comenzó a prodigar por su rostro.

―¡Eres…!―beso―. ¡…el mejor…!―beso―. ¡…hombre en todo…!―beso―. ¡…el mundo, Draco Malfoy!―beso.

Draco terminó rindiéndose a ser besuqueado criminalmente.

―No te vas a arrepentir, te lo prometo―dijo ella después, acariciando su mejilla con la suya y dándole un fuerte abrazo―. Te quiero mucho, ¿sabes? Y no lo digo solo como potencial socio futuro―se alzó para mirarlo―. Te voy a contar un secreto; pero, como te rías, el hechizo de Potter será nada comparado con lo que te haré, ¿Oíste?

―No me atrevería siquiera a intentarlo.

Pansy le sonrió.

―Verás. Estaba en mi habitación las últimas vacaciones deseando una sola cosa.

―¿Qué tus pretendientes murieran de un infarto?

―¡Draco!

―Ya, ya, me callo. Continúa, por favor.

Ella le achinó la mirada.

―Lo que más deseé ese día, Draco, fue tener a alguien en quién confiar―le dijo. Draco la miró con ceremoniosa seriedad―. Solo eso. Sin segundas intenciones, solo… solo alguien y, de alguna manera… de alguna manera siento que lo mejor que pude hacer en mi vida fue obligarte a hablar conmigo en el tren. Estas ideas que tengo, estos proyectos, no serían una posibilidad si no me hubieras ayudado y ahora… ahora no tienes idea de lo que significa que mi independencia será gracias a ti. Mi amigo.

Draco exhaló un suave suspiro. Era cierto que había ayudado a Pansy con sus pociones, como una forma de escapar de su vida, aunque fuera unas horas y, sin proponérselo había conseguido generar lazos con ella y fortalecerlos. No se sentía mal. De hecho, ahora que lo pensaba, estaba agradecido por esas horas. ¿Quién lo diría?

―Siempre seré tu amigo, Pans―le respondió, rodeando sus hombros con un brazo. «Al menos mientras pueda», añadió en secreto y se permitió disfrutar de ese momento con absoluta libertad.

Hasta que…

―¡HEY, par de indecentes, ¡¿Por qué profanan la sala común?!

Ambos amigos giraron la cabeza a la vez. Blaise Zabini acababa de entrar con una botella y una copa en la mano. Tenía los nudillos rasmillados, el uniforme algo desarreglado y la corbata desanudada.

―Ewww… al menos dígnense a usar un fregotego antes de irse.

―¿Cómo haces tú con tus sábanas cada mañana?―contra atacó Pansy, separándose con gracia del pecho de Draco―. El otro día oí a los elfos quejándose. Uno dijo que reportaría a cierto alumno con Snape si debía tocar una sábana tan llena de fluidos otra vez, y eso que están acostumbrados a limpiar cosas asquerosas. Como sea, ¿De dónde rayos vienes a esta hora y…? Un momento, ¡¿Eso es sangre?!―añadió, olvidando al instante su molestia para correr hacia su amigo y cogerle la mano.

―¡Ouch!, ¡Pansy!―se quejó él, alejándose―. ¿Te han dicho que tienes la delicadeza del sauce boxeador? ¡Me dolió!

―Oh, por Merlín, no otro bebé grande. ¡Ven aquí!―espetó ella, sujetándolo de nuevo para inspeccionar los nudillos raspados y abiertos―. ¡Blaise Zabinni ¿Con quién te peleaste, que tienes la mano en este estado?!

―¡Que me duele, mujer, aleja las uñas!―se quejó él―. Si quisiera atenciones me hubiera ido con Madame Pomfrey. Ahora, ¿Por qué no sigues siendo una buena chica y te ocupas de TU novio en lugar de mi mano?

Pansy rodó la mirada.

―Apuesto a que no fuiste a la enfermería solo para no tener que hablar sobre lo que estuviste haciendo. Por menos que esto, Pomfrey llamaría al profesor Snape y no tendrías más opción que cantar cual canario, ¡Y lo sabes!―refutó.

―¡Draco, controla a tu novia!

―Lo siento. Sigo convaleciente― contestó el rubio, acomodándose en el sofá para disfrutar del show que, estaba seguro, obtendría del otro par.

―¡Eso no parecía ser obstáculo para lo que los vi haciendo!―protestó Blaise. Pansy bufó, indignada; pero lejos de hacer una rabieta, aprovechó que la atención del moreno estaba sobre Draco para quitarle la botella de un manotazo―. ¡Hey! ¡Eso es mío, devuélvemelo!

―Ah, ah, quieto.

―Pansy…

―¡Lo digo en serio!― exclamó ella. Blaise se detuvo al ver que inclinaba la botella hacia el frío piso de las mazmorras. Pansy era de temer.

―Querida, tienes por lo menos unos 500 galeones en tu delicada y suave mano. Ese whisky es de la colección especial de mi madre.

―Oh, entonces con mayor razón te vas a callar y me vas a escuchar si quieres recuperar tu preciada… inversión.

Blaise le miró molesto; pero cuando ella amenazó con inclinar la botella de nuevo, la sobriedad le regresó de golpe.

―¡Escucho, escucho!

―Así está mejor―sonrió ella―. La cosa está así. Tú, querido, te vas a sentar muy calmadito y vas a esperar a que yo regrese con un botiquín para ver qué puedo hacer por esa maltrecha mano tuya―. Blaise frunció el ceño y abrió la boca para protestar; pero Pansy hizo que la cerrara con una sola mirada gélida y otro ademán de derramar el whiskey―. Luego, vas a decirnos qué rayos estuviste haciendo para quedar así―añadió y sus ojos se tornaron preocupados―. Dañaste tu mano derecha, Blaise, es la que usas para todo y algo serio tuvo que pasar para que lo hicieras.

El moreno ladeó la mirada con terquedad. Pansy volvió a su actitud dura.

―Así que, ¿es un sí o un no? Cuento hasta cinco. Uno…

―¡Me estás chantajeando!

―Dos…

―¡Draco, dile algo!―exclamó Blaise; pero el rubio solo se encogió de hombros, claramente divertido con toda la escena.

―Tres…

―No puedes hablar en serio, Pansy. ¡Es un whiskey de 500 galeones, por Salazar!

―Se acaba el tiempo… cuatro.

―¡ESTÁ BIEN!, ¡SÍ, SÍ, TÚ GANAS!

Pansy sonrió, satisfecha y sostuvo la botella con ambas manos.

―¿No es hermoso cuando llegamos a acuerdos que nos convienen a todos?

―Harpía…

―¿Dijiste algo?―advirtió Pansy. Blaise rodó la mirada.

―Ya déjate de juegos y dame la botella―le respondió. Ella achinó la mirada; pero antes de que pudiera amenazar de nuevo con desperdiciar el whiskey, Blaise cedió―. ¡Ve por el botiquín, bruja astuta; pero deja la botella conmigo!

―Oh, claro, y cuando salga habrás desaparecido.

―Me quedaré justo aquí, palabra de Slytherin―aseguró Blaise. Pansy lo evaluó por algunos segundos, luego miró a Draco, quien tenía una ceja arqueada, extrañado por la actitud de Blaise.

―Bien―respondió, acercándose con cautela y dejando que cogiera la botella; sin embargo, no la soltó sin una advertencia―. Atrévete a escaparte y te hechizaré hasta tu cuarta generación, lo digo en serio― le dijo y luego giró hacia su novio falso―. Draco, se un amor, querido, y vigílalo mientras regreso, ¿Sí?

―Lo que digas, Pans―se remitió a decir el rubio, recibiendo un guiño coqueto en agradecimiento.

Ninguno de los muchachos dijo una palabra hasta que la chica se perdió de vista.

―¿Quieres?―ofreció Blaise moviendo la botella en su mano.

―¿Tienes otro copa?

―Uhmm, no; pero tengo otra cosa más útil―dijo Blaise. El rubio arqueó una ceja―. Magia, Draco, magia… a ver…―añadió y sacó la varita del bolsillo de su túnica, apuntando hacia la copa―. "Gemino". Listo.

―¿Ahora usas la izquierda?―dijo Draco acercándose al otro extremo del sofá para coger la copa y dejar que Blaise le sirviera.

―Solo cuando es necesario. Es uno de mis tantos ases bajo la manga―dijo Blaise―. Oye, ¿No irá a hacerte mal beber en…? bueno, ¿tu estado?

―¿Qué más da?―replicó el rubio, dando un sorbo al whiskey―. ¿Y? ¿cuál es la historia de tu mano?, ¿Te pilló el novio de alguna de tus conquistas?

El semblante de Blaise se tornó tenso de repente. Ni siquiera ebrio iba a decir una palabra de lo sucedido. Para empezar, Draco no lo entendería, ¡Ni él lo entendía!


(Horas atrás)


Había recibido el costoso whiskey vía lechuza de manera clandestina en las cercanías del Bosque Prohibido―Por alguna razón, Theo le había dado ese dato―. y se halló en camino a las mazmorras para ponerla a resguardo cuando oyó a un par de niñitas Gryffindor de tercer año cuchicheando en uno de los pasillos.

―¿A Ginny Weasley? ¿En serio?

―Eso te pasa por estar en la biblioteca más horas de lo saludable. ¡Te perdiste de todo!

―Bueno, no iba a poder estudiar en la sala común con todos de fiesta ¿O sí? Pero ya, cuéntame los detalles.

«Vaya, vaya con la mini Granger», se sonrió Blaise, cuando entonces la otra parte del chisme llegó a sus oídos con el poder destructivo del grito de una banshee.

―Todos festejábamos la victoria de Gryffindor y así, de la nada, Harry Potter atravesó la sala común y la besó.

―¡Noooooo!

―¡Que sí! ¡Y debiste ver ese beso! Todos dejamos hasta de respirar. Por un minuto pensé que los hermanos Weasley se le irían encima; pero hasta Ronald pareció a gusto al final. Es decir, no extático; pero bien. ¡Oh!, ¡y Ginny Weasley! Merlín, creo que nunca he visto a nadie más enamorada que ella.

―He de creerte, lo cuentas con una emoción que cualquiera diría que la que recibió el beso fuiste tú.

―¡Oh, calla, boba! ¡Arruinas mis ilusiones!

Las dos se fueron riendo sin saber del torbellino desatado en la mente de Blaise.

A partir de ese momento, cada que cerraba los ojos, los veía. Veía a Potter usando AL FIN los cuatro ojos que tenía para ver a Ginny por quien realmente era, una bruja hecha de fuego puro, hermosa y vibrante, única. Lo veía respirar lento, humedecerse los labios y sonrojarse―el idiota― antes de tener los tres segundos de valor suficientes para ser un maldito hombre y atravesar el gentío en búsqueda de ella.

No obstante, Blaise, estúpidamente quiso creer que quizá, solo quizá las niñas habían exagerado. Sí, no veía a Ginny hacía bastantes días, casi desde el incidente entre Potter y Draco; pero era natural ¿Cierto? Ella estaba ocupada con el entrenamiento del equipo.

«Vendrá hoy», pensó entonces, dirigiéndose al salón en desuso que en el que solían practicar encantamientos. Después de una temporada de deporte arduo, practicar con magia ayudaba. Él iba a ser tan gentil que hasta le daría un poco de su costoso whiskey de contrabando para celebrar su victoria.

Solo que ella nunca llegó.

Imaginarla en los brazos de Potter fue inevitable. Y desde entonces inició su infierno, uno que, acompañó con casi media botella de whiskey de fuego.

Fuego. Qué jodidamente adecuado.

«Maldita sea».


(...)


―¿Blaise?―la voz de Draco lo sacó de sus penosos recuerdos. Y como buen Slytherin, se ocultó tras la ironía.

―Ese es mi nombre, no lo gastes

―¿Vas a decirme lo que te pasó?

―¿Qué tal esto?―replanteó el moreno con una sonrisa encantadora―. No haces preguntas por mi agitada noche y yo no pregunto por tu agitada vida este año.

Draco curvó la boca en un amago de sonrisa y dio otro sorbo.

―Parece justo.

―Lo es. Ahora, ¿Crees que Pansy sea buena enfermera?, prefiero sufrir a perder la mano.

―La perderás de todas formas si decides escabullirte―le contestó Draco―. No haría enojar a Pansy si fuera tú. Dijo que va a curarte y, créeme, no va a descansar hasta hacerlo, así tenga que cazarte por todo el castillo para lograrlo.

―¿Y eso va bien contigo? Digo, tu novia persiguiendo a otro mago por Hogwarts daría de qué hablar, ¿No crees?―le molestó Blaise. Draco apenas y se encogió de hombros.

―Ella no es mi prisionera, puede hacer lo que quiera. Y sobre las habladurías… los chismes me importan una reverenda mierda.

―Lenguaje…

―Oh, ¿Quién eres? ¿Mi madre?

―Solo un amante de las buenas maneras―dijo Blaise, estirando la botella hacia él para volver a servirle. Draco aceptó el gesto―. Por cierto, cuánta pasión hay entre ustedes dos, eh. Lamento si interrumpí tu momento. Aunque pensaba que no eras afecto a los exhibicionismos.

―A esta hora se supone que uno no espera espectadores―respondió Draco―. Por cierto, ¿Qué le dirás a Pansy?

―¿De?

―La historia sobre tu mano―dijo Draco―. Puede que yo no haga más preguntas; pero, ¿Ella? Prepárate a no dormir hasta haberle dado todos los detalles.

Blaise lo pensó un momento. ¿Decirle que había agarrado a puñetazos una pared, imaginando que era la cara de Potter? Oh… claro que no.

―¿Qué tal esto?―dijo entonces, poniéndose de pie y llevándose la mano herida al pecho en actitud dramática―. "Querida Pansy, estaba brindando por el placer de mis últimas conquistas y los encantos de la vida, cuando de repente, por la emoción, resbalé y me caí". ¿Convincente?

―Eres el peor mentiroso que he visto.

―Debe ser el whiskey.

―Doy fe de ello. Yo y la lista entera de tus conquistas que todavía se piensan únicas e irremplazables.

―¿Qué puedo decir? Soy así de bueno. En fin, eliminemos la evidencia antes que regrese tu novia. ¿Un brindis?

―¿Por?

―¿Qué se yo? Porque no te desollaron vivo, porque alguien buenamente haga de Potter un real mártir, tú elige.

―Creo que puedo brindar por lo segundo―contestó Draco acercando su copa hacia la suya para chocarla brevemente―. ¿Hasta el fondo?

―¡Sí, señor!

Ninguno llegó beber la mitad del contenido.

―¡¿SE PUEDE SABER QUÉ ESTÁN HACIENDO?!

En tres zancadas, una muy enfadada Pansy llegó junto a ellos, les arrebató el whiskey y les dio un zape en la cabeza a cada uno.

―¡Pansy, eso me dolió!

―¿Y por qué me pegas a mí? ¡Él es tu novio, no yo!―acotó Blaise.

―¡Porque son un par de irresponsables!―exclamó ella―. ¿Es que no puedo dejarlos 10 minutos sin que hagan alguna tontería? ¡Blaise, ¿Cómo pudiste darle whiskey a Draco?! ¡Está convaleciente!

―Convaleciente, no muerto―dijo el rubio.

―¡Pues, poco te faltó!

―¡Por favor, Pansy, un poco de whiskey no va a hacer nada peor de lo que hizo Potter!―dijo Blaise―. Además, él quiso y los dos estamos bastante grandecitos para saber lo que hacemos.

―Debería reportarlos con el profesor Snape ya mismo, ¿lo sabían?

―¡Yeeesh!, ¿Quién eres y qué hiciste con Pansy Parkinson?―dijo Blaise―. Mejor quédate donde podamos verte la siguiente hora. Me parece que eres una impostora, querida.

―Oh, ¿sí? Y ¿Quién, según tú? Impresióname.

―Por como te estás comportando, bien podrías ser Granger disfrazada.

Automáticamente, Draco se tensó.

―¡Retira lo dicho!―exclamó Pansy―. ¡Compararme con la santurro…!―. Draco gruñó―. ¡Con Granger!―corrigió ella―. ¡Blaise, esta vez te pasaste de la raya!

―Pues entonces deja de actuar como tal―acusó él―. Draco estará de acuerdo conmigo, ¿cierto, Draco?

Él como toda respuesta vació lo que quedaba en su copa. Al ver que la tensión en el rubio aumentaba, Pansy tuvo que improvisar.

―¿Insinúas que MI novio está familiarizado de alguna manera con Granger que debería de saber cómo se comportaría?―replicó con voz fría y la mirada filosa. Blaise sudó frío.

Esa mujer tenía más cambios que Boggart suelto en una muchedumbre.

―Pansy, ¿Podrías relajarte?―intervino al fin Draco. Ambos lo miraron.

―¿Qué yo me…? ¡¿Qué no ves que estoy tratando de…?!

―Sé lo que intentas―interrumpió él―. Pero ya no hace falta, solo míralo. Creo que ya entendió el punto.

Pansy volteó a ver a Blaise, quien no entendía del todo; pero se limitó a asentir una y otra vez con la cabeza.

―Ahora, ¿Por qué no le curas la mano y luego los tres terminamos ese whiskey?

―Oh, no, no me van a arrastrar a sus juegos― dijo Pansy, tomando el botiquín y acercándose a regañadientes a Blaise, quien le dio la mano antes de que tuviera que pedirla―. Me encargo de esto y me voy a la cama, allá ustedes si quieren seguir comportándose como un par de tontos. Y tú― añadió hacia el moreno―. No te atrevas a quejarte.

Draco se limitó a asentir y a servirse más Whiskey.

Blaise, correctamente advertido, no abrió la boca para nada, aunque sí siseó de vez en cuando por el quehacer de Pansy en sus heridas.

Minutos más tarde, la joven bruja se levantó, todavía molesta y anunció su marcha, explicando que le había sacado el botiquín a Tracey Davis y que debía devolverlo. Y lo hubiera hecho, tal cual fue su plan original, si Blaise no le hubiera ofrecido un poco de whiskey so pretexto de hacer las paces, retándola a beberlo y llamándola cobarde cuando ella se negó.

Y eso fue suficiente.

Tres retos después, los tres amigos se escabulleron en las cocinas, bastante mal, si debía decirse, pues fueron descubiertos por un par de elfos y, mientras Pansy los medio amenazaba para que le dieran algo de leche tibia, Draco y Blaise lograron hacerse con un par de botellas de vino, seguramente destinadas a los profesores.

De regreso en la sala común, les bastó una sola de las botellas para quedar realmente ebrios y comenzar a decir disparates.

Ninguno lo recordaría al día siguiente; pero Pansy terminó revelando que lo suyo con Draco era un truco para evitar que sus padres la casaran con alguien que fácilmente pudiera ser su abuelo.

"¿Con un viejo rabo verde?", preguntó Blaise, a lo que ella gritó a todo pulmón: "¡Que no me gusta el verde!", para luego caer muerta de risa en el sofá.

Blaise por su parte confesó que se había batido a muerte con una pared y terminó revelando a medias la existencia de una chica, motivo del conflicto con el mencionado muro, aunque en todo momento la llamó "Roja". Luego, el moreno terminó acomodándose en el sofá junto a sus dos amigos, quedando Pansy recostada en toda su extensión, con las piernas apoyadas en Blaise, quien fue el primero en dormirse, abrazado a sus pies.

―¿Quieres hablar de eso?―le preguntó al rato Pansy, a media voz mientras acomodaba el rostro en el pecho de Draco.

―Creo que ya hemos hablado suficiente de todo por hoy, Pans, intenta dormir―le dijo él.

―Lo digo en serio. Sé que no eres mi novio; pero te veo, Draco―replicó ella―. Estoy lo suficientemente ebria para que me importe un bledo que te enteres que me preocupo por ti. Lo hago. No estás feliz, ya ni siquiera te llama molestar a los de primero o gastarle una broma a alguien. ¿Tan malo es no tener a Granger a tu lado?

―Granger no tiene nada que ver en esto.

―Oh, pero tiene todo que ver contigo―repuso Pansy, elevando el rostro para mirarle―. Desearías que estuviera ella en mi lugar ahora mismo. Ni te molestes en negarlo, vi como te tensaste cuando Blaise la nombró.

Draco se permitió una sonrisa triste y, para no tener que enfrentar la mirada de Pansy, la presionó contra su pecho y le acarició brevemente la cabeza.

¿Si quería que Granger estuviera en sus brazos?... ¡Sí!, la sola imagen era parte de los escasos sueños que tenía como también parte de sus múltiples pesadillas, sumándose a toda la angustia y estrés que el Señor Oscuro había cargado sobre sus hombros. Sí, la quería en sus brazos, consolándolo, ayudándole como Pansy lo hacía, la quería diciéndole que todo estaría bien, que pondría a trabajar su prodigiosa mente para tratar de sacarlo del embrollo en el que estaba o simplemente diciéndole que no era el monstruo que él sentía crecer día con día.

Pero ella estaba muy, muy lejos de él y lo estaría aún más después de ese año, con victoria o sin ella.

Draco conocía el infierno; pero por nada del mundo arrastraría a Granger con él.

―Te aseguro, Pans, que en este momento no te cambiaría por nadie.

Pansy le respondió con un ligero ronquido. Se había quedado dormida.

«Así es mejor», se dijo Draco y se acomodó lo mejor que pudo para dormir.

Esa había sido una noche inesperada. Después de meses se había sentido como un muchacho de dieciséis y, aunque sabía que la sensación sería efímera, se dispuso a disfrutar cada segundo de paz.

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Con las primeras horas de la mañana, gracias a Merlín, fue Theodore Nott quien los halló en tamaña posición.

Oh, ese trío de locos le debían muchas explicaciones.

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¡Hola!

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¡Gracias por leer hasta aquí!

Disculpen la demora. Ya estoy mucho mejor de salud, muchas gracias por sus buenos deseos. Por favor, no duden que terminaré de escribir los capítulos de este reto. Les agradezco de corazón por su paciencia. Ojalá que este capítulo les haya gustado.

¡Un abrazo a todos, lectores! Espero que hayan pasado bonitas fiestas y que este 2021 les sea muy provechoso.

Cariños

Paola Alarsil.

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Como ya he mencionado antes, he escrito una novela original que se encuentra disponible para la venta en Amazon, en sus diversas plataformas, de descarga gratuita para Amazon KDP. Les invito a darle una oportunidad y ayudarme a crecer.

Muchas gracias de antemano a quienes lo hagan.

Nombre: "Un segundo de felicidad", de Paola Alarsil.

TAMBIÉN, si gustan, pueden seguirme en mis Facebook. Me encuentran como Paola Alarsil-Escritora.

Mil gracias.

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Reviews

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Loui: ¡Hola! Ml gracias por escribirme y seguir por aquí, Louie. Lamento mucho la tardanza en la actualización, con las fiestas y algunas reparaciones en mi casa he estado muy ocupada. Espero poder completar este fic antes de que llegue el siguiente Fictober xD! El capítulo de Dora y Remus no sé de dónde salió, ya que no fue una pareja planeada para este fic, solo la imaginé y lo demás solo fluyó. Me alegra mucho que te haya gustado el capítulo, aunque no sé si escriba de nuevo de ellos, al menos no en esta historia ya que trato de que se apegue lo más posible al canon; sin embargo, puede que en el futuro sí escriba otra historia sobre ellos. Por otro lado estoy planeando lo que posiblemente será un longfic, que sé que no debería porque tengo que editar la segunda parte de mi novela original; pero ¡meh!, ya veré como me doy tiempo para ambas cosas. Gracias de nuevo, Loui, espero que hayas disfrutado de este capítulo y que este año te esté resultando provechoso, cuídate mucho, un abrazo y ¡hasta la próxima!

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Higushi: ¡Hola! Te doy la bienvenida oficial a la historia. Muchas gracias por cada review que me escribiste, me alegraron mucho y también me divirtieron. Sobre el capítulo de "Gafas", apuesto a que Draco también hubiera querido que fuera real, bueno… hasta la parte de la pesadilla. Mil disculpas por la tardanza en la actualización, he estado ocupada. No obstante, no dejaré el fic en hiatus, así tenga que entregar el último capítulo en vísperas del siguiente fictober xD! Gracias de nuevo Higushi, espero que este capítulo te haya gustado. ¡Hasta la próxima!

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Nina92: ¡Hola, Nina, bienvenida oficialmente al fic! Owwwwww ¡muchas gracias por tus palabras tan lindas! Me alegra de corazón que estés disfrutando de la historia. Me disculpo por la tardanza en la actualización, ojalá este capítulo haya valido la espera. Me dará gusto saber de ti, espero te encuentres muy bien. ¡Hasta pronto y cuídate mucho!

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Guest: ¡Hola! ¡Bienvenido(a) oficialmente. Muchas gracias por dejarme tu review, lamento mucho la demora en la actualización, espero no repetirla; pero no prometo nada. Lo que sí puedo prometer es que no dejaré la historia en hiatus. Sobre la continuación del Hansy, pues la idea es crearles una subtrama… los estoy dejando un poco desatendidos ya que, en la medida de lo posible, la historia intenta apegarse al curso original de los libros, obvio, con ciertas licencias para lograr que el Dramione, Blinny y Hansy ocurran xD (Y eso que no cuento que todavía no emparejo a Ron). ¡En fin! El punto es que sí voy a escribir más Hansy; pero un poco más adelante. Una vez más gracias por escribirme. Cuídate mucho y ¡Hasta la próxima!