Disclaimer: Naruto no me pertenece.
Aclaraciones: Modern Times. Universo Alternativo.
.
Néctar de Lavandas
.
Capítulo 3
Otoño prácticamente estaba a la vuelta de la esquina. Las flores de cerezo dejaron de colgar en los árboles para abrirle paso a las hojas secas que caían al asfalto. Naruto disfrutaba pisarlas y escuchar el crujir debajo de las suelas de sus zapatos, aunque también le agradaba la idea de no sufrir ningún golpe de calor y amaba especialmente el mes de octubre por ser su cumpleaños.
―Viernes al fin ―lo primero que hizo al salir de su aula fue respirar hondamente el aire fresco y observar las farolas iluminarse.
La noche caía más pronto y era normal ver todo el campus lleno de luz. Se cubrió más el cuello con la chaqueta que usaba ese día al no sentirse tan valiente como antes de enfrentarse a la naturaleza y su frío, optando por cubrirse mejor.
―Nos vemos, Naruto ―se despidió una compañera de clase, sonriéndole.
Él respondió del mismo modo.
―Hasta el lunes, Shion.
Saltó los últimos tres escalones para cruzar lo más pronto el campus y así llegar a la Facultad de Medicina. Ya no era fechas de exámenes. Al menos podría disfrutar su vida como estudiante sin preocuparse en las próximas dos semanas; Sakura debería tener el mismo calendario, lo cual significaba que podían pasar más tiempo juntos. Pronto sería su cumpleaños y la perspectiva de que Sakura planeara algo especial para él le emocionaba.
Sería el primer cumpleaños que pasaba junto a ella. Obviamente tenía que ser algo especial.
Al ser de las últimas clases era normal ver a todos los estudiantes de distintas facultades transitar a lo largo del campus. En ocasiones Naruto debía convertirse en un experto para esquivar o se lo llevarían de corrido; él no era el único quien disfrutaba de los viernes y tenía la urgencia de llegar a casa rápido, sobre todo cuando en Tokio las horas pico eran una pesadilla.
Pero mañana era sábado, podía darse el lujo de acompañar a Sakura hasta su departamento y asegurarse de que ella llegara bien. Sakura aún vivía con sus padres en lo que buscaba ella una compañera de piso con quien compartir los gastos. La primera solución de Naruto para resolver el percance de Sakura y ayudarla a independizarse de sus padres ―algo que había querido desde preparatoria― fue ofrecerle vivir con él, más Sakura se negó por varias razones, entre ellas que: los dos eran demasiado jóvenes para vivir juntos, no tendrían tanta tolerancia entre sí; además del enorme obstáculo que Naruto no vivía solo, sino con Menma.
Tener a Menma y a Sakura bajo el mismo techo sería como crear una Tercera Guerra Mundial.
A Naruto no le importaba mucho si los padres de Sakura les llegaban a ver despidiéndose en el portón del hogar de la Haruno, ¡para él mejor! Naruto veía su relación con Sakura como algo serio, había deseado tanto que la rosada fuera su novia como para no considerar planes a futuro con ella. Si en algún momento debía ser presentado por los progenitores de su novia, él quería darles una buena impresión.
―Para eso tengo que esforzarme ―se dijo a sí mismo al recordar las materias en las cuales presentaba ciertos problemas por comprender. Sería más fácil si le preguntara directamente a Menma sobre cómo solucionar unas ecuaciones que venía en su ingeniería pero sabía de antemano que el azabache jamás le prestaría su ayuda sin recibir algo a cambio.
No le quedaba de otra que ir a pedirle ayuda a Sasuke. Pero eso sería después de pasar por Sakura, dejarla segura en casa no sin antes pasar a comprar algo de café y donas, platicar en la cafetería que ella quisiera y saber las novedades de cada uno…
Naruto sintió que chocó contra un cuerpo más pequeño y frágil. Por inercia sostuvo a la persona que iba a caer, tirándola hacia adelante. Escuchó la caída de pesados libros y un quejido lleno de sorpresa.
―Lo siento ―comenzó a disculparse; había sido su error por estar tan metido en sus pensamientos.
―No hay problema… ―la chica interrumpió su frase para quedar cara a cara con su salvador. Abrió la boca sorprendida―. ¿Naruto-kun?
―¿Eh? ―tuvo que alejarse para ver el rostro de la chica. La oscuridad de los árboles la tapaban un poco pero la luz de las farolas dar con esas perlas mirarle le hizo reconocerla―. ¡Hinata-chan! ―saludó, alejándose de ella. De inmediato se agachó para ayudarle a recoger los libros―. Perdón, no andaba muy atento al camino ―reunió casi todos pues la chica también se puso al mismo nivel para recoger aquellos cerca de ella.
―No te preocupes, yo tampoco ―contestó Hinata con una sonrisa penosa, guardando sus libros en su mochila.
Naruto sonrió a modo de respuesta, pensando que la chica se disculpaba demasiado por nimiedades. Terminó por tomar el último libro y la portada de éste le hizo enarcar una ceja con sorpresa.
―Wow. Finanzas Corporativas ―leyó en voz alta, poniéndose de pie y ayudándole a meter todo a la mochila de la chica. Le resultó sorprendente que alguien de su tamaño cargara con esas piedras todo el día―. ¿Estudias Economía, Hinata-chan? ―preguntó realmente curioso.
Hinata asintió mientras cerraba su bolso.
―Eh, sí. Bueno, estudio Finanzas y Economía.
―¡¿En serio?! Igual que el teme ―notó la cara de confusión de la chica. Carraspeó―. Digo, Sasuke.
―¿Uchiha-kun? Sí, somos compañeros en unas cuantas clases ―respondió Hinata.
―¿Ah, sí? Vaya, qué pequeño es el mundo ―dijo―. Entonces, ¿se conocen?
―Solo de lejos. No hemos entablado muchas conversaciones, solo convivimos cuando se trata de trabajos en equipo.
―Ah, pobre de ti. Trabajar con el teme no es un cuento de hadas.
―N-No lo vería así, e-es decir ―de inmediato Hinata se corrigió pues delante de ella estaba el mejor amigo de Uchiha-kun―, Uchiha-kun es reservado y demasiado silencioso, pero no es una mala persona…
―Vamos, Hinata-chan, puedes ser franca conmigo ―Naruto se señaló―. Sé cómo es el teme, no necesitas engañarme.
―Uh, n-no es que quiera decir algo precipitado sobre Uchiha-kun, d-después de todo no le conozco lo suficiente. Nuestras familias se conocen pero no a profundidad…
―Ah ―eso explicaba por qué Shisui Uchiha le comentaba a Hinata en sus publicaciones―. Claro, claro. ¿Sus familias son ricas, no?
El rostro de Hinata se sonrojó violentamente y él pensó que dijo algo incorrecto.
―¡Perdón! ―se tapó la boca. Si Sakura estuviera ahí seguramente le hubiera dado un estirón de orejas por su brusquedad.
―N-No, ehm, p-podría decirse que sí ―terminó diciendo, bajando por un momento la mirada.
―Perdón, no quise incomodarte… ―probablemente como Sasuke a Hinata no le gustaba que le recordaran la fortuna de su familia debido a las insinuaciones de otros de que todo lo que habían obtenido era por méritos e influencias de su familia.
No era que él pudiera sentirse mínimamente identificado porque ninguno de sus padres era dueño de una cuenta bancaria con muchos ceros. Venía de una familia promedio. A veces se le olvidaba que Sasuke era alguien que nació con cuchara de oro porque éste no se comportaba como todos esos hijos estirados ricachones; Sasuke era un bastardo con o sin dinero, por eso era fácil llevarse con él.
―Para nada ―negó Hinata, nerviosa de repente―. No lo hiciste, Naruto-kun, es solo que ―otra sonrisa― mucha gente no suele ser así de directos. Como tú.
―No creo que eso sea una buena cualidad…
―Pienso que sí ―le dijo, volviendo a usar una dulce sonrisa, similar a la que le vio cuando ella estuvo en su departamento las primeras veces que Naruto comenzaba a adaptarse a las visitas de la Hyuga―. Es una de tus virtudes.
―¿Mis virtudes…?
―¡Oi, Hinata!
La voz de Kiba en la lejanía interrumpió la conversación de ambos. Naruto estiró el cuello para ver detrás de la petite figura de la morena al castaño amigo de ésta venir hacia ellos. La respiración de Kiba era agitada cuando llegó, seguramente había estado corriendo por un largo rato.
―Hey, Naruto ―saludó el Inuzuka al rubio, quien estrelló el puño con éste a modo de saludo―. Qué milagro verte solo ―le sonrió maliciosamente―. Casi no te veo salir sin que Sakura te tenga agarrado de la correa.
―Já, muy gracioso ―dijo entre dientes a Kiba quien soltó una carcajada―. Puedes burlarle todo lo que quieras, eso no hará que dejes de tenerme envidia por tener a una linda novia como Sakura…
―¡¿Envidia?! No me hagas reír ―expresó Kiba―. Es todo lo contrario, estoy aliviado de no tener que vivir lo mismo que tú. Menos con una chica como Sakura.
―Eso dices ahora, ¡ya quiero verte en Navidad y San Valentín! Seguramente te arrepentirás ―dijo ahora él con una sonrisa malvada.
―Sí, sí, pobre de mí ―Kiba rodó los ojos sin importarle lo dicho por Naruto. Él disfrutaba mucho su soltería. Luego recordó la verdadera razón por la cual estaba ahí, se giró para la chica―. Hinata ―pasó un brazo por los hombros de la chica, atrayéndola hacia él, provocando que la otra se sonrojara pero no hiperventiló, seguramente acostumbrada por las muestras de afecto del castaño―. Aun no me respondes.
―Ah, n-no sé, Kiba-kun ―respondió ella desde el agarre de su amigo―. Tengo clases y…
―Ningún profesor puede ser tan maldito de dejarte tarea el 31. ¡Es Halloween!
―¿Qué pasa con Halloween? ―el interés de Naruto incrementó a cien por la mención. Amaba los disfraces, comer dulces y ver películas de horror, aunque éstas siempre le generaban pesadillas.
Kiba posó sus ojos afilados en el rostro del rubio y puso una enorme sonrisa.
―Los chicos de mi facultad harán una fiesta. Me dieron un pase ilimitado, así que puedo llevar a quien quiera ―Kiba se fijó en Hinata―. Le hablé a Hinata sobre la fiesta mucho antes de que sacara alguna excusa para no acompañarme. ¡Hasta el antisocial de Shino irá!
―Shino-kun no es antisocial, Kiba-kun, s-simplemente no le gusta estar entre multitudes ―Hinata defendió a su otro amigo de las acusaciones de Kiba―. Además se está esforzando mucho.
―Hai, hai ―asentía Kiba a lo dicho por su amiga a pesar de que para él su silencioso mejor amigo seguía actuando igual a cuando le conoció desde primaria―. En fin, no me puedes rechazar. ¡Te has negado a acompañarnos en las últimas semanas! Y no te atrevas a negarlo.
―N-No iba a negarlo ―señaló Hinata, con un fruncimiento ligero de cejas que Naruto nunca imaginó apreciar en la chica―. Acepto que he tenido poco tiempo para ustedes, y me disculpo. Prometo salir más y acompañarlos, p-pero no creo tener libre ese día. N-No sé si Menma-kun y yo haremos algo para la ocasión.
Kiba soltó a Hinata como si ésta tuviera la peste, alejándose con los brazos cruzados y una cara de ofensa.
―Claro, ese bastardo sale contigo y te olvidas de nosotros. A nosotros. Tus mejores amigos.
―N-No es eso ―la cara de Hinata comenzaba a entrar en pánico, incluso movía sus manos con nerviosismo―. U-Ustedes siempre serán mis amigos, c-casi mis hermanos, yo nunca…
Más la sonrisa divertida de Kiba borró cualquier situación incómoda que él estaba sintiendo adentro; por un momento creía que vería la pelea de esos dos, pero le aliviaba que no fuera así.
―Solo estoy jugando contigo ―Kiba regresó al lado de Hinata, alborotando los cabellos de la chica como si fuera un cachorro―. Todavía tengo mis dudas sobre qué tipo de brujería te puso Menma para que terminaras aceptando ser su novia, y ten por seguro que entre Shino y yo le romperemos los huesos si se atreve a hacerte algo, pero si te sientes bien con él ―el castaño se encogió de hombros, echando un suspiro de completa resignación―. No nos queda de otra que aceptar tu gusto por los chicos malos…
―¡Kiba-kun! ―Hinata, avergonzada por lo que Kiba dijo, se acercó a éste y comenzó a darle golpecitos a su brazo que a él le hacían reír, sobre todo porque las mejillas de la Hyuga estaban rojas.
Naruto tuvo que carraspear para ser notado y eso solo incrementó el calor en el rostro de Hinata quien se disculpaba por no tomarlo a consideración en la plática pero Naruto restó importancia. No era como si la de orbes aperlados fuera la culpable de todo.
―Eh, ¿hablabas sobre una fiesta, no? ―recordó de nuevo el asunto que Kiba trajo a conversación, bastante interesado.
El año pasado no pudo disfrutar de ir a ninguna fiesta o al pase de Shibuya a celebrar tal día porque tuvo que quedarse en casa estudiando para pasar sus pruebas y tener la oportunidad de graduarse de la preparatoria. Había visto con tanta envidia las publicaciones de compañeros y amigos disfrutar de la celebración y él añoró tanto acompañarlos. Incluso lloriqueó por no haber estado ahí, apreciando el disfraz de ángel que Sakura se puso para la ocasión, teniendo que concentrarse y dejar de pensar en todos los pervertidos que la mirarían embobados.
Ese año quería que fuera todo diferente. Naruto se esforzaría por terminar todo para tener su agenda libre y disfrutar algo de diversión que la etapa universitaria prometía. Y sería mucho mejor si Sakura le acompañaba. Una fiesta sonaba como la ocasión perfecta para hacerlo.
―Sí ―respondió Kiba. Subió una ceja―. ¿Por qué? ¿Te interesa ir?
―Claro que sí. ¿Quién rechazaría ir a una fiesta? Sobre todo estando en la universidad.
―Esta chica de aquí ―señaló a su amiga quien volvió a mirar mal a su amigo.
―Kiba-kun.
―Hai, hai. No te molestes ―rio el Inuzuka al pellizcar juguetonamente la mejilla de la chica.
Naruto silbó, impresionado por la cercanía de esos dos. Sí, eran amigos pero no había visto que el castaño se comportara así de juguetón con nadie. Ni siquiera con las chicas a quienes coqueteaba. Su manera de tratar a Hinata era cariñosa.
―¿Qué? ―cuestionó Kiba por el gesto de Naruto y esa mirada puesta sobre él e Hinata.
―Uh, nada, nada ―negó varias veces, pensando que fue muy obvio con su mirada―. Solo me pregunto cómo es que actúas así con Hinata sin tener miedo.
―¿Miedo de qué?
―Pues de Menma, dah.
Kiba bufó con una sonrisa divertida.
―Ah, ¿eso? ―nuevamente atrajo a Hinata quien ahora sí soltó una exclamación de sorpresa―. No le tengo miedo a Menma. Además, Hinata es mi amiga, casi mi hermana pequeña. Jamás la vería con otros ojos ―apegó más a Hinata para restregar su cabeza con la de ella, logrando despeinarla y hacerle cosquillas por el inicio de barba que crecía en la barbilla del Inuzuka―. Y por último, ¿cómo puedes contenerte con alguien así? Es natural querer protegerla, cuidarla, abrazarle y hacerla enojar...
―¡Kiba-kun! ―Hinata soltaba risas entre sus quejas―. ¡Me haces cosquillas!
―Si Menma tiene celos, eso es porque es inseguro ―terminó por hacer caso a lo que Hinata decía cuando se separó de ésta, dejando que la morena se arreglara su cabello.
―¿Quién es inseguro?
Menma apareció detrás de Naruto, con una mueca indiferente de encontrarse no solo a Kiba ahí, sino también a Naruto. Ése se giró para verlo, tocándose el pecho por el tremendo susto que su gemelo menor le dio.
―¡Mierda, Menma! ―gritó―. Odio que aparezcas así. Casi me matas de un susto.
―Una lástima no haberlo hecho ―musitó el azabache al pasar por su costado y ponerse al lado de Hinata quien le dedicó una sonrisa mucho más dulce de la que Naruto vio con anterioridad. El Uzumaki menor alzó la vista y la posó en Kiba―. ¿Y bien? ¿A quién llamas inseguro?
―Nadie en particular ―contestó Kiba con los hombros encogidos―. Solo le explicaba a Naruto que no eres la clase de novio controlador que se enfada de que su chica tenga amigos hombres.
―¿Por qué me sentiría inseguro? Especialmente con un tipo como tú ―bufó Menma como si tal idea fuera una tontería.
Kiba gruñó.
―¡¿Hah?! ¡¿Qué dijiste, bastardo?!
Hinata se puso delante de Menma para evitar que éste hiciera algo. En ocasiones su mejor amigo era fácil ante las provocaciones, especialmente las de Menma cuando Ino no estaba cerca, quien tenía un gusto culposo en hacer rabiar a Kiba.
―Límpiate las orejas, así no tendrías que estar preguntando que te repitan lo mismo dos veces ―siguió Menma sin sentir miedo de que el Inuzuka tuviera claras intenciones de molerlo a golpes.
―Mira, hijo de…
―Kiba-kun ―pidió Hinata, mirando a su amigo con profundidad, haciendo que éste le mirase, frunciera los labios y luego bufara, mirando hacia otro lado.
―Él comenzó ―mascullaba entre dientes.
―¿Qué eres? ¿Un niño de primaria? ―preguntó Menma con burla. Más cuando Hinata se giró hacia él con el ceño arrugado, la sonrisa se borró―. ¿Qué?
La mirada fija de Hinata hizo a Menma bufar, cerrando los ojos por un rato para observar al castaño. Chasqueó la lengua por sentirse regañado sin que la chica dijera una sola palabra. Solo bastaba que Hinata le diese una mirada, con esos orbes aperlados traspasarle el alma para saber lo que ella pensaba en esos momentos.
―Sí, como sea ―miró al castaño―. ¿Puedo llevarme a Hinata, o debo pedirte permiso?
―No sin antes de que ella me diga algo.
―¿Decirte qué?
―Kiba quiere invitar a Hinata a una fiesta que su facultad hará el día de Halloween ―respondió Naruto por el castaño para que no se generara otra pelea; quería saber los detalles, el lugar y el código de vestimenta para comenzar a prepararse y pedirle a Sakura con tiempo la salida―. Suena divertido, pero ella dijo que primero quería saber si ustedes dos harán algo ese día…
Menma observó a su hermano por un largo minuto en el que cual el rubio se sintió incómodo por el pesado zafiro que representaba su inspección.
―¿Y a ti qué te importa? ―preguntó secamente.
Naruto rio, nervioso.
―Bueno, es que pensaba que podríamos ir los cuatro, Hinata y tú, Sakura y yo… ¡Como una doble cita…!
―¿Por qué gastaría mi tiempo en acompañarte a ti y a Sakura al mismo lugar? ―Menma resopló―. Si quieres ir, ve, pero sin meterme a mí o a Hinata en tus planes…
―¡Vamos! ―Naruto se acercó a su hermano para tomarlo del cuello en un abrazo fraternal que practicaban desde pequeños, pero Menma se mantuvo firme y le miró con asco―. Apuesto a que será divertido. ¿Neh, Hinata?
Hinata respingo en su sitio por la pregunta, mirando al rubio y luego a su novio sin saber qué responder. Entendía a la perfección que la relación de hermanos de Menma y Naruto no era como la de Hanabi-chan y ella; ambas disfrutaban de pasar tiempo juntas, incluso con Neji. Tenía la costumbre de ir todos los miércoles al cine, o comer en la cafetería favorita de su hermanita sin importar los compromisos que tenían. Pero en el caso de Menma con su hermano mayor, Naruto, no era lo mismo. Tenían sus razones y eran completamente respetadas, incluso siendo novia de Menma ella no podía dar su opinión sin considerar los sentimientos del azabache primero.
Lo que le dijo a Kiba sobre estar insegura de sus planes era cierto. Por lo general disfrutaba Halloween en casa con Hanabi, Neji y Tenten viendo películas de terror o jugando algún juego de mesas. O si había algún convivio al que Ino y Sakura deseaban ir, ella acudía con ellas, teniendo diversión en el centro comercial días antes para buscar un disfraz que le agradece y pasarla bien.
Sin embargo ahora salía con Menma. Ese tipo de actividades también debía considerarlas con él. Menma no era un chico controlador, de hecho confiaba plenamente en ella al punto de dejarle asistir a cualquier fiesta que Ino o Sakura la invitasen. Incluso Karin quien no era completamente cercana a ella. Le daba su libertad. Ambos eran conscientes de los horarios de cada uno y respetaban el tiempo del otro.
La carrera de Menma era igual de demandante que la suya, dejando pocos espacios para verse. Su lugar preferido era el departamento de éste, a quien le había permitido hacer parte de su rutina desde hace un par de meses. Ella no dejaba de sentirse feliz de ver los pasos que iban tomando su relación. Siempre pensó que sería un problema para ella desarrollar confianza con una pareja debido a su nula experiencia.
Menma era su primer novio; el primero en muchos sentidos. Cada cosa nueva lo estaba experimentando con él. Y a pesar de sentirse nerviosa en ciertos temas, él la había hecho sentir cómoda, sin presión de complacer sus expectativas con ella.
Por esa razón buscaba tomar las decisiones correctas para no incomodarlo o lastimarlo.
A pesar de que Menma conociera su círculo de amigos, él no era apegado a todos. Podía contar con los dedos las personas a las que realmente el azabache consideraba cercanos. Como Suigetsu-kun y Juugo-san.
Miró de nuevo a Menma como buscando una señal que le indicara que rechazara la propuesta de Naruto pero en su azulado mirar no había nada, simplemente se dedicaba a esperar su contestación.
―B-Bueno ―susurró, echándose un mechón detrás de la oreja―. N-No lo sé, p-primero tendríamos que verificar que nuestros horarios coincidan…
―¡No te preocupes por eso! ―Naruto se quitó del lado de Menma antes de que éste le golpeara―. ¡Yo me encargo de convencer a Sakura! ―le guiñó el ojo―. Tú haz lo mismo con Menma.
―Ah, N-Naruto-kun, e-espera… ―Hinata quería decirle algo a Naruto respecto al plan pero éste se había marchado emocionado, casi dando saltos, dejándolos a ellos tres.
Menma soltó un suspiro cansado.
―Ni lo intentes, hace lo que quiere. Siempre ha sido así ―le dijo a la chica, tomando su mochila sin que ella dijera nada. Era hora de marcharse―. Hoy no viene nadie por ti, ¿verdad? Te acompaño a casa.
―P-Pero mi casa está muy lejos, tardarás demasiado en llegar a tu departamento…
―Para eso existen los taxis ―resolvió el problema. Luego dio un último vistazo a Kiba quien negaba con la cabeza por la precipitación de Naruto a quien ni siquiera le había dicho que estaba invitado―. Si no vas a decirle nada más a Hinata, nos vamos.
―No, ha sido todo ―respondió Kiba, riendo ligeramente―. Ahora debo ver cómo le diré a mis compañeros que invitaré a más personas de las que anticipé.
―Sí, eso suena como tu problema ―Menma se colgó la mochila de Hinata en el otro hombro―. Adiós.
Ella se despidió de su amigo con una sonrisa tímida a modo de disculpa por la actitud de Menma quien ya caminaba lejos, más se detuvo para esperarla en silencio. Kiba rodó los ojos y murmuró un "Bastardo" mudo que solo Hinata escuchó, haciéndola regañarlo otra vez para luego Kiba despedirse igualmente.
Trotó hasta llegar con Menma y los dos comenzaron a caminar hacia la salida más próxima del campus.
―Lamento la tardanza ―se disculpó en cuanto quedaron solos―. No esperaba quedarme más tiempo en la facultad…
―Ni siquiera me di cuenta, estaba adelantando unos trabajos en la biblioteca. Aunque me extrañó no verte en el jardín oeste, supuse que algo había pasado ―los parpados de Menma cayeron ligeramente―. Y así fue. Dos idiotas te interceptaron.
―A-Ah, no fue a propósito. Naruto-kun y yo tropezamos accidentalmente. Nos quedamos platicando un rato y después Kiba-kun llegó ―explicó sin dejar de sentir avergonzada de haber hecho esperar más a Menma, pues ambos quedaron en verse hacía media hora―. Lo siento de todos modos.
―Esa manía de disculparte por todo ―suspiró Menma, viéndola por un par de segundos―. No fue tu culpa. A menos que lo hayas planeado.
―Eh, no, no lo hice… F-Fue un accidente… Y Kiba-kun…
―¿Lo ves? Entonces no tienes que disculparte. Solo paso y ya. Está bien, no estoy enojado ―señaló su cara―. ¿O me veo enojado?
Hinata negó.
―No, no luces enojado. Pero, cuando Naruto-kun preguntó lo de la fiesta y sobre ir con Sakura-chan y él… Bueno, n-no quise responder nada porque… Uhm, sé que no te llevas muy bien con Sakura-chan…
―El sentimiento es mutuo ―respondió Menma sin intención de contradecir nada; era de conocimiento general que la rosada y él no se llevaban bien. Era un repelús natural que Menma sentía hacia la Haruno―. Y creo que no me llevo bien con muchas personas, lo cual no es novedoso.
―P-Por eso no quise decir nada sin antes, bueno, discutirlo contigo…
Salieron del campus y esperaron a que la luz verde del cruce peatonal volviera a iluminarse al otro extremo. Ella se acomodó su bufanda pues el aire helado le congelaba la piel de sus mejillas y no quería enfermarse, menos en una época en la que los próximos exámenes se acercaban. Cuando la luz cambió Menma le tomó de la mano, asegurando que ella le siguiera todo el tiempo para cruzar del otro lado y retomar el ritmo de caminata. Ella intentó no sonrojarse ni que su corazón latiera apresurado por el contacto, pero esos gestos continuaban haciéndole sentir mariposillas en el estómago. Ni siquiera eran la gran cosa pero viniendo de alguien como Menma quien no era ameno al apego físico le provocaba sentirse especial.
Él no la soltó, manteniendo sus manos entrelazadas en un relajado agarre. Hinata no dijo nada y se dedicó a disfrutar del silencio, viendo en breves momentos el perfil del chico que la acompañaba a casa.
Los viernes eran los días en que su horario no tenía ningún descanso. Se la pasaba prácticamente todo el día en la facultad. Había quedado con un par de compañeros para adelantar unas cuantas cosas de un trabajo grupal y eso le había tomado casi toda la tarde. Solo cuando miró a través de los ventanales que el cielo se teñía de tonos naranjas se dio cuenta que ya era tarde. Menma había salido desde hace cuatro horas, y hacerle esperar más no hubiera sido algo que le gustara. Ella hubiera preferido que se marchara a casa, pero él le contestó por vía mensaje que no tenía problemas en esperarla, después de todo mañana era sábado y era el día libre en el trabajo de medio tiempo del muchacho.
Aun así Hinata no dejaba de sentirse mal por todo el recorrido que Menma tendría que hacer con ella. Por lo general un chofer venía a recogerla casi diario, pero ella había optado por hablar con su padre para pedirle ser un poco más independiente y tomar el transporte público como todos. No le gustaba recibir miradas de las demás personas sobre los lujos que poseía, o que especularan a sus espaldas cosas que no eran ciertas. De ese modo aprendía a valerse más por su cuenta y tener la excusa perfecta para pasar más tiempo con Menma.
―No me agrada la idea de ir con esos dos ―masculló Menma después caminar varias cuadras para llegar a la parada de autobús. Aún tenía a Hinata tomada de la mano. La zona era seguro pero nunca faltaba el cretino que quisiera pasarse de listo con un par de estudiantes como ellos, sobre todo con Hinata―. Pero si tú quieres ir… ―bufó―. Podré soportarlo.
―¿E-En serio?
―Sí, ¿no me escuchaste?
―L-Lo hice pero… ―le miró y él alzó una ceja por su oración a medias.
―¿Pero…?
―Es que… No quiero que vayas solo porque yo quiero ir ―aclaró―. S-Si no quieres ir, no hay problema. Kiba-kun entenderá, y-y estoy segura que Sakura-chan y Naruto-kun igualmente se divertirán ―puso una sonrisa y apretó un poco más la mano de Menma entre las suyas―. N-Nosotros podemos hacer otros planes.
La sonrisa malvada de Menma apareció.
―¿Otros planes, eh? ¿Cómo cuáles? ―Menma jaló a Hinata hacia ella, tomándola por sorpresa y acercando el cuerpo pequeño de ella hasta el propio, sin que nada les separara, colocando sus labios cerca del oído de ella.
―A-Ah… B-Bueno ―Hinata balbuceaba sin poder evitarlo. El aliento caliente de Menma chocaba contra la piel expuesta de su oreja derecha. Y él usaba su voz intencionalmente baja, ¡él sabía lo que estaba haciendo al actuar así!―. P-Pensé que podríamos… Uhm. N-No sé… Pasar el día… J-Juntos y…
―¿Tanto quieres pasar el tiempo conmigo, uh?
―¡S-Solo si tú quieres! ―se encargó de aclarar, tratando de recuperar su espacio personal pero el agarre del azabache era firme y ni siquiera pudo moverse un centímetro―. M-Menma-kun.
―Admito que verte lucir un disfraz es tentador ―Menma amplió más la sonrisa al ver el estado de Hinata; tenía toda la cara rojiza y se negaba a mirarle―. Pero la idea de quitártelo…
―¡N-No tienes que decir esas cosas!
Menma se limitó a soltar una risa, dejando libre a Hinata para que ésta se recuperara de la pena y el bochorno, manteniendo una distancia entre ambas y mirarle con reproche. Sin embargo el rojo en sus mejillas le hacía lucir adorable en lugar de amenazante.
―Solo bromeo contigo ―dijo para calmarla, mirando por un rato los comercios de enfrente. El bus no tardaría en pasar y el lapso para llegar a la casa de Hinata tomaría cuarenta minutos―. Si nos quedamos por un par de horas no me resultará tan molesto, así que… ―la miró, notando como sus ojos perlados brillaban por su aceptación―. Tsk, no me mires así o cambiaré de opinión. Solo debiste decir que querías ir y no habría sido tan difícil aceptar.
―Quería escuchar tu opinión también, Menma-kun.
―Sí, sí ―nuevamente Memna tomó de la mano de Hinata en cuanto vio el transporte acercarse a ellos―. Dejemos de hablar del tema antes de que también me hagas aceptar hacer más cosas de las que me arrepentiré después.
.
Naruto no dejaba de fijarse en cada cara escondida detrás del resto que salían de las puertas principales de la Facultad de Medicina, tratando de encontrar el de Sakura. Pero no había rastro de ella. Sacó el celular para llamarle y preguntar si estaba a punto de salir, se quedaría más tiempo o dónde se encontraba. Había aprendido de memoria los días más ocupados de la Haruno para acoplares a sus horarios también. Mañana tendría el día libre así que podía hacer planes con ella.
―Otra vez si contestar ―masculló después de terminarse el tiempo de llamada, viendo al celular con el ceño fruncido. ¿Qué ocurría con Sakura y ese nuevo hábito? Cuando estaba con él siempre respondía a las llamadas de sus padres, Ino e incluso compañeros de la escuela.
No recordaba haberla hecho enojar esos últimos días. La vez más reciente que se vieron, ella accedió a acompañarlo a su departamento ―por supuesto que Menma estuvo fuera trabajando―. Comieron algo y después Sakura comenzó a besarlo hasta que ninguno de los dos pudo soportar el calor de sus respectivos cuerpos incrementar y terminó llevándola a su habitación. Ella lo besó tan urgentemente que a Naruto le tomó por sorpresa la iniciativa de parte de su novia, pues era él quien siempre buscaba dar el primer paso en cada uno de sus acercamientos.
Después de terminar Naruto tenía una sonrisa de oreja en oreja, besando a Sakura múltiples veces en la cabeza, viéndola dormir, sin duda la estampa más hermosa que quisiera tener todos los días de su vida.
Por eso no creía que nada malo estuviera sucediendo con ellos si ella se entregó así con él.
―Quizá esté pasando uno de esos días en los que quiera estar sola ―murmuró.
Viendo que Sakura no salía, él comenzó a preocuparse. ¿Estaría bien? ¿Se habría ido antes? ¿Ya estaría en casa? Las dudas comenzaron a carcomerle la cabeza ante miles de posibilidades en las cuales Sakura pudo tener un percance o algo malo sucedió con ella durante el día.
Buscó el contacto de Ino y llamó. A los dos timbres la voz fastidiada de la rubia le contestó.
―¿Qué? ―preguntó al otro lado de la línea, notablemente molesta.
Naruto carraspeó; de no ser porque ésta fuera la mejor amiga de Sakura, ni siquiera la tendría en sus contactos.
―Hola, Ino, perdón por molestarte, y antes de que me grites solo quiero que me digas si viste a Sakura durante el día.
―¿Me interrumpes solo porque no encuentras a la Frentona? ―escuchó movimiento que le hizo enarcar una ceja. Silencio y después más movimiento―. La próxima vez ponle un GPS y así dejas de molestarme…
―Solo responde, Ino, yo tampoco quiero hablar demasiado tiempo contigo.
Ino soltó una risa, como si lo dicho le hubiera ofendido.
―Sí, la vi. Pero después de mi tercera clase desapareció. ¿A dónde? No lo sé. Ya no somos niñas de seis años que vamos a todos lados con las manos agarradas. Cada una hacemos lo que queremos.
―Ya. Gracias ―Naruto tenía la intención de colgar cuando Ino le interrumpió.
―Oye, espera… ―una pequeña pausa. Más ruido y luego un suspiro de cansancio―. ¿Sigues en el campus?
―Sí.
―Habla con Sasuke-kun.
―¿Sasuke? ¿Qué tiene que ver Sasuke…?
―Solo háblale, él debe saber algo de Sakura. ¿Siguen siendo amigos, no?
Naruto apretó los labios sin saber cómo responder a aquellos. ¿Amigos? Era complicado catalogar la relación entre Sakura y Sasuke así. Sí, se llevaban bien; Sakura era las pocas chicas a quienes Sasuke escuchaba y no trataba de sacársela de encima como el resto, pero el lazo que existía entre los dos dejó de sentirse como antes, cuando Sakura solía ver a Sasuke con brillos en los ojos, mejillas sonrojadas y el amor destilar por cada poro de su bonita piel. Ya fuera la decepción o el rechazo constante, Sakura terminó madurando, haciéndose la idea de que nunca conseguiría de Sasuke Uchiha algo más que su amistad. Sin embargo para ella debió resultarle muy duro convivir con el chico quien le rompió el corazón innumerables veces.
No es que ahora hablaran demasiado, los horarios de los tres los mantenían ocupados. Incluso las noches de videojuegos que Naruto mantenía con Sasuke en la casa de Itachi-niichan con Shisui-niichan habían disminuido por los deberes de cada uno. Con quien Sakura se veía más era con él a comparación de Sasuke.
―Eh, sí ―respondió, incluso inseguro de lo que decía―. Lo son… Tú los has visto, Ino.
―Sí, los he visto, por eso te pregunto… Pero olvídalo, no es el momento para eso. Intenta hablar con Sasuke, seguro él sabe algo. Bye. Y no vuelvas a llamarme, ¿entendido?
―Hai ―Naruto alargó la palabra con los ojos caídos de irritación, terminando la llamada y mirando al celular, intrigado por lo que la rubia le dijo.
Ino y sus frases sin sentidos; era por chicas como ella que resultaba cada vez más complicado entender a las mujeres.
―Y hablando del Diablo… ―dijo al ver en el identificador de llamadas el contacto de Sasuke. Contestó―. Hey, Sasuke-teme…
―¿Dónde estás? ―el susodicho dejó pasar por alto la manera en la que Naruto se refería a él para preguntar directamente la ubicación del rubio.
Él se quedó confundido y algo fastidiado de que a todos los que llamaba le preguntaran tan rudamente las cosas.
―Sí, hola para ti también.
―¿En dónde estás?
―Sigo en el campus. ¿Por…?
―Genial ―Sasuke se despegó un poco el teléfono. Él no entendió.
―¿Teme? ¿Sigues ahí? ¡Oi!
Después de un rato Sasuke volvió a hablarle.
―Estoy en el estacionamiento sur, trae tu trasero para acá.
―¿Hah? ¿Y por qué?
―Sakura está conmigo.
El golpe que cayó en su estómago lo hizo tener la sensación que perdía el equilibrio. Incluso las cosas rodearle pasaron a adoptar un ritmo mucho más lento de que verdaderamente era. El eco de Sasuke se repetía en sus oídos en una infinita cadena que se cercioraba de entrar por cada tramo de su mente.
Tragó, sintiéndose nervioso de repente, con la sensación de querer correr hacia el lugar que Sasuke le pedía ir.
No fue hasta que limpió sus manos sobre el vaquero que descubrió que sudaba de las palmas.
―¿S-Sakura está contigo? ―intentó que su voz no saliera sorprendida o dolida, o que reflejada un tono distinto al habitual―. V-Vaya, ¿y-y eso…?
―Es complicado explicarlo por teléfono, debes venir.
Naruto mordió sus labios. ¿Complicado? ¿A qué mierda se refería Sasuke con eso?
Pensar que su novia y mejor amigo estaban juntos por una desconocida razón le hacía sentir tan nervioso y enojado a la vez. Era como revivir esos momentos en los que estaba en el salón de la preparatoria, buscando a Sakura con la mirada sin que Iruka-sensei se diese cuenta de su desinterés en la clase y hallarla observando la espalda de Sasuke con tanta ilusión. El dolor en su pecho que sentía cada vez que el amor de Sakura era tan obvio en su mirada jada ahora mismo se le colaba otra vez bajo el corazón.
―Teme…
―¿Eres su novio, no?
Naruto frunció el ceño.
―Por supuesto que soy el novio de Sakura. ¡Por eso no entiendo que hace ella contigo, si se supone que…!
Se puso un alto él mismo al darse cuenta que comenzaba a alterarse. No quería discutir con Sasuke, no así, pero no dejaba de sudar ni sentirse nervioso, pero también increíblemente inseguro. Confiaba en Sasuke, confiaba plenamente en su mejor amigo y novia. Tenía la certeza de que ellos nunca le traicionarían. Nunca. Pero era distinta la sensación cuando imaginaba esos posibles escenarios a que Sasuke le confirmara su peor pesadilla.
Tuvo que respirar un par de veces para serenarse.
―Está bien ―respondió lo más calmadamente posible―. Iré para allá.
―Te espero.
Y con eso Sasuke colgó.
.
Quiso estar tranquilo y solo caminar, pero el instinto y ese nudo formársele en la garganta le hicieron correr sin detenerse. No importó que sintiera que sus pulmones ardían o que todo comenzaba a girar, él no paró hasta llegar al estacionamiento sur de la Facultad de Finanzas y Economía. Aun había varios autos pero supo distinguir al Audio negro que Itachi-niichan le prestaba a Sasuke en ocasiones. Éste se hallaba recargado sobre el cofre delantero con los brazos cruzados, esperando. No vio a Sakura por ningún lado y eso le preocupó todavía más.
Naruto acordó la distancia y estuvo frente a Sasuke, casi desplomándose pero llegando hacia él y tomando del cuello de Sasuke para quitarlo del carro y verlo directamente a los ojos. Ninguna facción de Sasuke se movió y éste se limitó a observarle en silencio.
―¿Qué mierda pasa? ¿Por qué Sakura está contigo? ¿Y por qué Ino supo que tú tenías algo que ver…? ―cuestionó sin respirar, mirando a Sasuke, tratando de hallar algo que pudiese confirmarle sus peores pesadillas.
Sasuke simplemente se separó de él, acomodándose el cuello de su playera.
―Primero respira y tranquilízate ―pidió con tranquilidad.
Naruto arrugó el ceño.
―¡¿Cómo quieres que me…?!
―¿Naruto? ―el clic de la puerta del auto abrirse y el indicador del interior de éste desvió la mirada de Naruto para posarla en la figura de Sakura, quien se asomaba fuera del auto con desconfianza.
―¡Sakura! ―olvidó a Sasuke y la furia repentina que despertó en él para acudir a ella―. ¿Estás bien? ¿Dónde estabas? ¿No te pasó nada malo? ¿Te duele algo…?
―Una pregunta a la vez, bobo ―Sakura regañó pero tenía una pequeña sonrisa en los labios―. Estoy bien. ¿Qué creías que me pasó?
―N-Nada. Es solo que te esperé fuera de tu facultad pero no salías. Me preocupé. Y no contestabas mi mensajes y...
―Lo siento por eso ―Sakura suspiró y buscó algo en su chaqueta. Sacó su celular hecho una mierda―. Mi celular se estropeó y no pude comunicarme contigo. Quise enviarte un mensaje antes pero… ¡¿Uh?!
Sakura dejó de hablar al sentir los cálidos brazos de su novio apresarla. Era tanta su fuerza que ella prefirió quedarse quieta sin reclamarle a Naruto el repentino movimiento. Dio un par de palmadas a su espalda, esperando que con ello Naruto se calmara.
―H-Hey, me hallo bien.
―Pensé que algo malo había pasado contigo.
―Nada pasó, estoy aquí. Bien de pies a cabeza.
Ella comenzó a despegarse de él y Naruto supo que ahí terminó el abrazo. Estudió la vestimenta de Sakura y no halló irregularidades, usaba la ropa en su lugar, su maquillaje ligero seguía intacto y el cabello rosado en completo orden. Se acercó a ella y le brindó un beso en la frente que la sonrojó.
―¡No hagas eso de la nada, tonto! ―golpeó su brazo seguidamente, pero a Naruto no le molestó y solo puso una sonrisa aliviada.
Sasuke carraspeó, decidiendo interrumpir la escena.
―Unos tipos quisieron atacar a Sakura fuera del campus. Yo estaba llegando cuando la vi y le ayudé. Quise atraparlos pero salieron huyendo y me quede a tranquilizarla. Entre la riña terminó rompiendo su celular, así que no pudo hablarte. Tuvimos que ir con la seguridad del campus para levantar el reporte, lo pasarán a la policía metropolitana para dar con ellos. Para cuando nos dimos cuenta ya era tarde. Por eso quise que vinieras para explicarte bien las cosas. No ha dejado de decir que se sentiría segura cuando estuvieras aquí, fue por eso que no la he llevado a casa.
La explicación de Sasuke le estaba generando una enorme culpa por haber pensado mal de su amigo y novia. Sakura estuvo en peligro y él ni en cuenta. Pudo haberle sucedido algo grave.
―Sakura ―nuevamente la atrajo hacia él―. Mierda, debí haber estado más pendiente de ti.
―No fue tu culpa, Naruto, simplemente pasó. Son cosas con las que uno lidia a veces. Pero afortunadamente no escaló a mayores. No me lastimaron, solo me asustaron un poco.
Naruto acarició la espalda de Sakura, atrayéndola más a él. Su plan de comunicarle sobre la fiesta dejó de importarle ahora que el bienestar de su novia era prioridad.
―A partir de ahora vendré a buscarte. No, iré a tu casa y vendremos juntos a la escuela.
―No hay por qué tomar esas medidas… ―quiso replicar pero Naruto se negó.
―Claro que hay que hacerlo. ¡Estuviste en peligro! No voy a dejar que eso suceda otra vez. Lo prometo.
Para sellar dicha promesa se separó de ella, aprovechando el desconcierto de Sakura para besarle los labios a modo de juramente. Sintió el cuerpo de la chica respingar pero a él no le importó.
Sasuke rodó los ojos y les dio la espalda.
―Avísenme cuando terminen.
Sakura fue la primera en alejarse, mirando a Naruto con el ceño fruncido y las mejillas coloreadas, más la mirada del rubio estaba llena de determinación.
―¡Te he dicho que no beses así! ―se quejó al tratar de recuperar el aliento y la calma―. ¡Menos en frente de Sasuke-kun!
―Pero a Sasuke no le importa…
―Y estás en lo cierto ―habló el mencionado desde su posición―, no me importa.
Sakura miró a Naruto de nuevo y soltó un suspiro de resignación.
―Estoy tan cansada que no quiero regañarte más… ―miró a su novio, haciendo notar su mueca de obvia fatiga, no solo por las clases sino por el inesperado ataque―. Así que solo quiero ir a casa, ¿sí?
Él asintió, tomando de la mano de su chica y cargando sus cosas. Incluso se ofreció a cargarla pero Sakura se negó. Fue ahí que Sasuke dejó de ignorarles para ofrecerles un aventón a la casa de la chica y después dejarlo a él a su departamento. Sakura aceptó, diciendo que no quería lidiar con el bus ni el metro y sería más cómo en el auto. No pudo rechazar porque ya era noche, y a pesar de no tener trabajo mañana, quería descansar lo más pronto posible.
Entraron al auto, Sakura se pasó a la parte de atrás y Naruto al copiloto. Sasuke encendió el motor y salieron del estacionamiento del campus de la Universidad de Tokio.
.
Sakura se despidió de Sasuke fuera del auto mientras éste asentía. Naruto bajó para encaminarla hasta la entrada, aunque la rosada le insistía en que todo estaba bien y no debía comportarse tan sobreprotector.
―Ya estoy en casa, no necesitas preocuparte más ―le dijo a Naruto con una sonrisa.
―Hasta no ver que entres, no me sentiré tranquilo.
―Siempre tan dramático ―soltó Sakura. Palmó el hombro de Naruto―. Prometo llamarte… Desde el teléfono de casa. Mañana tendré que ir a comprar un nuevo celular ―eso último lo dijo suspirando al recordar el peso de su móvil muerto en el bolsillo de su chamarra.
―Si quieres podemos ir juntos al centro comercial para que lo elijas.
―Pero, ¿no tienes trabajo?
―Nope, mañana descanso ―dijo con una sonrisa alegre―. Así que mañana soy todo tuyo.
―¿Eso debo considerarle un premio…?
―¡Sakura-chan, qué mala eres con tu novio…!
La queja infantil de Naruto logró sacarle una risa a Sakura.
―Está bien, podemos ir mañana al centro comercial ―aceptó ella y Naruto se sintió completamente feliz―. Más te vale venir temprano por mí, o me iré sin ti.
―Me tendrás fuera de tu casa antes de que el Sol salga.
―Me conformo con que estés a las ocho.
―Hecho.
Sakura negó. Ese chico no tenía remedio. No era el más maduro y con frecuencia actuaba como un bobo, pero no dejaba de ser tierno. Era un buen chico.
―Debo entrar ya ―anunció cuando se quedaron en silencio, con el azul claro de Naruto quedarse fijo en su rostro―. O papá saldrá a revisar por qué no he llegado aún ―rio.
―Claro ―él rascó su nuca; definitivamente no quería que la introducción de su persona a los padres de Sakura fuera así. Debía estar preparado―. Entonces… Nos vemos mañana.
―Sí, hasta mañana.
―Descansa, y cualquiera cosa no dudes en llamarme. No importa si son las tres o las cuatro de la madrugada, estaré aquí. ¿Okay?
Una lluvia de estrellas pareció reflejarse en el par de jades de Sakura que a Naruto le hizo enarcar una ceja por el inesperado gesto, más ella desvió la mirada y asintió.
―Gracias, Naruto ―sonrió con dulzura―. En serio, muchas gracias.
―¿Por qué agradeces de repente? ―rio―. Soy tu novio. Es natural que me comporte así contigo, ¿no? Eres alguien especial para mí.
―Tú… ―Sakura se mordió los labios. Después le dio un golpecito en el pecho―. Tú también lo eres ―se acercó al rubio inesperadamente, alzándose de puntillas para alcanzar a besarle la mejilla fugazmente y darse la vuelta―. Buenas noches ―y entró rápidamente a casa, cerrando el portón.
Naruto parpadeó un par de veces sin comprender lo sucedido, pero sentir el contacto de los besos de Sakura sobre su mejilla le hizo sonreír como idiota.
Realmente la amaba. A ella y a todas sus facetas.
―¿Te quedarás como un idiota ahí o quieres que te lleve a casa?
―¡Ya voy! ―gritó Naruto, dando saltos de felicidad hacia el otro lado del auto y subirse.
Sasuke no paraba de rodar los ojos por ese comportamiento de su amigo.
―Eres un idiota.
―Sí, pero soy el idiota más feliz en estos momentos ―le contestó al ponerse el cinturón y mirar hacia el frente.
Todo peso en su cuerpo y corazón se esfumó, dejando a su paso la misma tranquilidad con la cual había despertado esa mañana.
