La primera vez de Akane

Esta historia está basada en cuando Akane tenía 5 años y 8 meses.

Hacía unas semanas que en la residencia Akaza había un nuevo miembro. Una linda niña a la que le pusieron de nombre Akari había nacido el 24 de julio pasado. Akane estaba muy contenta de tener una hermana pequeña, y se pasaba la mayor parte del día cerca de ella. Durante todo el tiempo que pasó cerca de ella, Akane pudo ver que su madre le daba el pecho a la bebé, y esta lo chupaba, extrañando a Akane, por lo que un día, mientras su madre daba de mamar a Akari, le preguntó por qué lo hacía.

–Mamá, ¿por qué Akari te chupa el pecho?

La madre soltó unas risitas.

–Tú también lo hacías, Akane.

–¿Ah, sí? – Preguntó la niña entre sorprendida y extrañada, pues no se acordaba de eso.

La madre asintió.

–Sí, todos los bebés chupan del pecho de sus madres. Es para amamantarlas, dándoles leche.

–¿Pero la leche no sale de las vacas?

La madre volvió a reír.

–Todos los mamíferos producen leche. Los humanos también.

Akane, curiosa, preguntó:

–¿Puedo darle yo leche a Akari?

La madre rió de nuevo.

–No, tú no tienes leche, Akane.

–¿Eh? ¿Por qué no?

–Solo las madres producen leche.

La niña insistió.

–Entonces, ¿qué debo hacer para ser madre?

–Ya lo entenderás cuando seas mayor.

–¿Eeeeeh? Pero yo quiero entenderlo ahora…

–Todavía eres muy pequeña. Vamos, déjame darle el pecho a Akari tranquilamente. – Dijo la madre con calma.

Akane hizo un puchero y se fue de allí algo molesta. En pocos meses haría 6 años, por lo que le molestaba que le llamaran pequeña. Ella se consideraba "mediana".

Unos días más tarde

Era pleno agosto, y hacía mucho calor, por lo que dentro de casa Akane llevaba solo bragas, y Akari solo pañales, sin ninguna camiseta, igual que su padre, que llevaba solo calzoncillos. Su madre, por su parte, iba en ropa interior. Eso las ayudaba a pasar mejor el calor.

Akane, que seguía queriendo darle el pecho a Akari, aprovechó después de comer, a que sus padres tomaran una siesta, para coger a Akari de la cuna y llevarla a su cama. Akane se estiró en la cama con Akari encima suyo.

–Akari. Eh, Akari, despierta. – Dijo moviendo suavemente a la bebé. – Akari…

Akari finalmente se despertó, parpadeando un par de veces antes de abrir los ojos del todo, viendo a Akane delante suyo. La niña sonrió.

–Ey, Akari. ¿Quieres chupar mi pecho? – Dijo la niña, acercando a Akari a su pezón derecho. – Vamos, chúpalo.

Akari, que aún no tenía uso de la razón, simplemente vio que aquello se parecía mucho al pecho de su madre, por lo que, por asociación de ideas, empezó a chuparlo también.

Akane soltó unas risitas mientras le acariciaba suavemente la cabeza a la bebé.

–Eso, eso, buena chica.

Akari, extrañada de que no saliera nada, empezó a chupar más fuerte, haciendo sentir a Akane algo extraña. Tras unos segundos, Akari, extrañada, dejó de chupar el pecho de su hermana, mirándolo algo extrañada. Akari decidió probar una vez más y volvió a chuparlo, más fuerte que antes.

–Ah…

Akane sintió algo en su pecho cuando Akari volvió a chuparlo. No sabía qué era esa sensación, pero cada vez se hacía más fuerte, y Akane empezaba a respirar más rápidamente y más fuerte.

¿Qué… ¿Qué es esto? ¿Por qué me siento así? ¿Mamá se siente siempre así cuando Akari chupa su pecho?

Akari, asumiendo que de ese pezón no saldría nada, cambió y empezó a chupar el otro.

–¡Ah!

Esta vez la sensación que sintió Akane fue más fuerte.

–Ah, ah, ah… Ah…

Akari seguía chupando fuertemente, intentando inútilmente sacar algo de leche. Akane, en un acto reflejo, agarró a Akari por la cabeza y por la espalda, intentando hacer el máximo contacto de su piel con la de Akari. Esta se movió un poco para intentar acomodarse sobre el cuerpo de su hermana, y al hacerlo, la rodilla de la pequeña golpeó suavemente la entrepierna de Akane, causando que esta gritara.

–¡Ah!

Akane estaba sorprendida y algo asustada. No sabía qué era aquella sensación.

¿Qué… ¿Qué ha sido eso? – Pensó la niña mirando a su entrepierna.

Akane, lentamente, llevó una de sus manos allí y empezó a frotar suavemente, volviendo a notar esa sensación, aunque de forma más suave que antes.

Akane empezó a frotarse su entrepierna por encima de las bragas, primero lentamente y acelerando poco a poco su ritmo, frotándola cada vez más rápido. Todo esto mientras Akari seguía chupando su pecho.

Aaah… ¿Qué es esto…? No puedo parar… Uaaa… Uaaaaaa…

El uso de la razón de Akane estaba casi completamente nublado por el placer, y usó el poco que le quedaba para pensar que si en vez de frotar su entrepierna por encima de sus bragas, si la frotaba directamente se sentiría mucho mejor. Y así lo hizo. Akane metió su mano dentro de sus bragas, haciéndole soltar un gemido.

–¡Kya! ¿Qué… Se siente mucho mejor que antes…

Akane empezó a frotar directamente su entrepierna, haciéndole sentir aún más placer que antes. La niña aceleró su ritmo, yendo cada vez más rápido, frotando fuertemente su entrepierna, incluso de forma algo violenta. Akane estaba cada vez más sumergida en el placer, haciéndole mover su cuerpo de lado a lado mientras frotaba su entrepierna. Todo esto mientras la pequeña Akari seguía encima de ella, que no entendía qué estaba haciendo su hermana.

¡Ah! ¡Ah, aaah! ¡No puedo más! ¡Me voy a volver loca! – Akane, instintivamente, empezó a mover su mano todavía más rápido que antes. – ¡Ah, ah! ¡Aaaaaaah!

Akane tuvo su primer orgasmo. La niña arqueó su espalda, levantándola varios centímetros de la cama, mientras todo su cuerpo empezó a tener fuertes convulsiones y espasmos. Akane estaba totalmente sumergida en placer. No entendía qué estaba pasando, pero tampoco podía preguntárselo, pues su mente estaba completamente nublada por ese inmenso placer. Había perdido toda capacidad de pensar o razonar, lo único que podía hacer era sentir ese placer mientras su cuerpo seguía convulsionándose.

Estuvo así por poco más de medio minuto, cuando el orgasmo empezó a perder intensidad y la niña se dejó caer de espaldas sobre la cama. Allí tuvo unos cuantos pequeños espasmos más, ya residuales. Tras aquello, Akane simplemente se quedó dormida, y Akari se durmió también poco después encima de su hermana.


En otra habitación, la madre de las niñas se despertó. Cuando fue a la cuna de Akari se asustó un poco al ver que no estaba allí. Intentando mantener la calma, pensó que tal vez Akane la había cogido, así que fue a la habitación de esta, encontrándose a las dos niñas dormidas, suspirando aliviada.

La madre vio a la pequeña Akari dormida encima de su hermana, con el pezón de esta justo al lado de su boca. La madre sonrió.

–No importa que te dijera que no podías, tenías que hacerlo igualmente. – Dijo para sí misma.

La madre sonrió tiernamente al ver esa escena tan tierna… Tal vez no sonreiría si supiera que Akane se había masturbado y había tenido su primer orgasmo con eso. Pero eso ella no lo sabía… La mujer se quitó el sujetador y agarró a Akari con cuidado para no despertar a Akane.

–Akari… Vamos, despierta. – Dijo suavemente mientras acariciaba su mejilla para despertarla, haciendo que abriera sus ojos. – Vamos, ¿quieres leche?

La bebé reconoció los pechos de su madre y empezó a chuparle un pezón, primero fuertemente, pero cuando vio que de este sí que salía leche, rápidamente se relajó y empezó a chupar con más suavidad, cerrando incluso los ojos. Su madre le pasó la mano por el pelo.

–Aquí sí que hay leche. Debía extrañarte que chuparas y no saliera nada, ¿verdad?

Sin embargo, Akari no entendía las palabras de su madre. Solo siguió chupando de su pecho. La mujer se sentó en la cama, al lado de Akane, y mientras con una mano acariciaba la cabeza de Akari, con la otra acariciaba la de Akane, y también su mejilla, mientras miraba a su hija mayor, que tenía una expresión adorable mientras dormía.

La madre mostró una tierna sonrisa. Estar de esa forma con sus dos hijas la hacía sentir muy feliz. La mujer disfrutó todo lo que pudo de ese momento, atesorándolo dentro de su corazón. Momentos como ese eran los que la hacían sentir tan feliz de ser madre.


Akane abrió lentamente los ojos. La niña se incorporó en la cama, viendo que estaba sola, por lo que intuyó que su madre se había llevado a Akari a su habitación con ella. La niña se puso a pensar sobre lo ocurrido. Se sentía algo extraña. No sabía qué había sido esa sensación. Nunca antes se había sentido así, y que su cuerpo tuviera esos espasmos de esa forma tan violenta la había asustado un poco. Sin embargo, también se había sentido muy bien, por lo que sentía algo de curiosidad por hacerlo de nuevo.

La niña llevó su mano izquierda sobre su pecho izquierdo y la mano derecha a su entrepierna, y empezó a moverlas suavemente, pero no notó nada. La niña empezó a acelerar sus movimientos, y a hacerlos más fuertes, y empezó anotar algo… Pero no era placentero, sino doloroso. Akane aceleró sus movimientos y apretó más, haciéndole aún más daño. Al final la niña se rindió y se dejó caer de espaldas sobre la cama.

¿Por qué? ¿Por qué no puedo sentirme como antes? Antes se ha sentido muy bien, ¿por qué ahora no puedo? ¿Qué diferencia hay? – Akane se dio cuenta rápidamente de la única diferencia que había. Akari no estaba. – Antes, Akari estaba chupando mi pecho… ¿Eso significa… Que para sentirme bien ella tiene que chupar mi pecho?

Akane llegó a la conclusión de que para volver a sentir esa sensación Akari tenía que chuparle su pecho. Y sabiendo que su madre no quería que Akane le diera el pecho, la niña tuvo dificultades para encontrar un momento para hacer que Akari le chupase su pecho sin que su madre se enterara. Y solo lo consiguió durante un rato, ya que Akari aprendió la diferencia entre los pechos de Akane y los de su madre, por lo que, entendiendo que chupando los de Akane no saldría leche, dejó de chupárselos. Sin embargo, vio que no hacía falta que le chupase el pecho para hacerla sentir de esa forma otra vez. Con que se los frotara era suficiente. Y como Akari no lo hacía voluntariamente, Akane tomaba con sus manos las pequeñas manos de Akari y empezaba a frotarse sus pechos con ellas. A veces sin siquiera despertar a Akari.

También aprovechó el baño para hacer eso, diciéndole a su madre que quería bañarse sola con Akari, poniendo como excusa que quería aprender a lavar ella sola a Akari. En el baño descubrió varias formas más de alcanzar el orgasmo, siempre utilizando a Akari para eso, llegando a obsesionarse con ella.

Pasaron los años y Akane aprendió más formas de masturbarse y que no necesitaba a Akari para ello. Pero ya daba igual. Akane ya estaba obsesionada con Akari, por lo que, cuando se masturbaba, siempre pensaba en ella. Ya no podía usar a Akari para masturbarse porque la niña ya tenía uso de la razón, y aunque no supiera lo que Akane estuviese haciendo, sí que vería que algo raro pasaba, y tal vez años más tarde atara cabos y entendiera que su hermana la usaba para masturbarse, llegando a darle asco u odiarla. Akane no quería para nada eso, por lo que ya no utilizaba a Akari para masturbarse, sino que solo pensaba en ella cuando lo hacía. Ya fuera en Akari chupándole los pezones y frotando su entrepierna, o en ella haciéndole eso mismo a Akari, imaginándose a Akari teniendo un orgasmo tan fuerte como el primero que tuvo ella.

Cada vez que se imaginaba el pequeño cuerpo de Akari teniendo espasmos y convulsiones de esa forma, Akane se corría rápidamente. Realmente deseaba ver a Akari corriéndose. Sin embargo, sabía que aquello era prácticamente imposible. Tenía que conformarse con imaginárselo. Igual como también tenía que imaginarse a Akari desnuda, ya que ahora que ella tenía 13 años y Akari 7, ya no se bañaban juntas salvo en contadas ocasiones. Akane intentó alargar aquello lo máximo que pudo, pero sabía que tarde o temprano llegaría el día en que Akari y ella tendrían que dejar de bañarse juntas. Básicamente fue porque su madre le dijo a Akari que tenía que aprender a bañarse sola. Akari aceptó, aunque a ella no le molestaba en absoluto bañarse con Akane, por eso cuando la mayor se lo proponía, Akari aceptaba.

Akane sabía que tarde o temprano dejarían de bañarse juntas definitivamente. Que ya no habría "contadas ocasiones", que simplemente ya no se bañarían juntas nunca más. Aquello la entristecía, pero no estaba dispuesta a dejar que la tristeza la invadiera. Aprovecharía todas las oportunidades que tuviera para bañarse con su hermana, grabando en su mente cada centímetro de su cuerpo, para después poder recrearlo en privado.

Akane disfrutaría de Akari todo lo que pudiese.