Por qué Yui vive sola
Esta historia está basada entre los capítulos dos y tres de la primera temporada, pocos meses después de que Yui cumpliera 14 años.
El padre y la madre de Yui iban a salir a comprar, quedándose Yui sola en casa. Antes de salir, la madre le preguntó a su hija.
–¿Quieres que te compre algo en específico?
–No, gracias. De momento no me hace falta de nada.
–Está bien. En seguida volvemos.
–Que vaya bien. – Se despidió Yui.
Cuando sus padres ya habían salido, Yui sonrió.
–¡Bien!
Yui se fue a su habitación y buscó hentai en internet para masturbarse. No lo hacía muy a menudo, pero era una chica de 14 años, después de todo. Como todos, de vez en cuando tenía la necesidad de hacerlo, y más con esa edad. Y si bien por la noche podía hacerlo siempre que quisiera, de vez en cuando también quería ver hentai o porno para tener estímulos visuales, y como ya hacía unos cuantos días que no veía nada, decidió aprovechar ahora que sus padres estaban fuera. Yui se puso los auriculares y empezó a ver el hentai.
Tras pocos minutos de introducción, llegaron las escenas de sexo. Yui, con la boca algo abierta, miraba aquello atentamente. Empezando a notar una especie de picor en su entrepierna, Yui llevó su mano derecha ahí, metiéndola debajo de sus pantalones.
–Ah…
Yui empezó a mover su mano arriba y abajo, primero lentamente, pero aumentando poco a poco la velocidad. La respiración de Yui era cada vez más rápida y audible…
En ese momento, la madre de Yui se dio cuenta de algo.
–Oh, acabo de recordar que tenía unos vales de descuento para frutas. Voy a buscarlos, en seguida vuelvo. – Dijo, para después regresar a casa.
Yui llevó su mano izquierda a su pecho derecho, empezando a frotarse el pecho, y en especial el pezón. Eso mientras seguía moviendo su mano derecha por su vulva, metiendo de vez en cuando algún dedo dentro de su vagina, y frotando su clítoris.
–Aaah… Aaaaah…
Yui se sentía tan bien que no podía tener los ojos abiertos del todo, pudiendo ver solo una parte del hentai que estaba viendo.
En ese momento su madre entró en casa.
–Me había olvidado de que tenía unos vales de descuento. – Dijo, pensando que Yui la habría oído entrar.
La madre fue a su habitación, que estaba al lado de la de Yui, donde cogió los vales.
–Vale, ya los tengo. Ahora sí me voy, Yui. – Dijo, pero Yui no dijo nada, extrañando un poco a su madre. – ¿Yui?
Pero Yui no podía oírla porque estaba escuchando hentai con los auriculares puestos, mientras cada vez movía sus manos más rápidamente, en especial la derecha, con la que estaba frotando su vulva.
–Ah, ah, aaaaah… Aaaaaaaaaah…
La madre escuchó a Yui soltar algunos sonidos, lo cual la extrañó, pensando que a lo mejor Yui no se encontraba bien.
–¿Yui? ¿Estás bien? – La madre se acercó a la habitación de Yui, quedando delante de su puerta. – ¿Yui?
Yui, por su parte, estaba a punto de llegar al orgasmo.
–Aaaaah… Me corro, me corro…
–¿Yui?
La madre abrió la puerta.
–¡Me corroooooooooo!
Yui arqueó su espalda por el placer, tanto que su cabeza quedó mirando hacia atrás. La chica cerró los ojos con fuerza mientras su cuerpo temblaba y tenía algunos espasmos producidos por el orgasmo. Tras casi medio minuto, la chica quedó muy relajada. Ese orgasmo la había hecho sentir muy bien. Yui entonces abrió un poco los ojos, abriéndoles del todo justo después al darse cuenta de lo que vio. Su madre estaba en la puerta de la habitación, con la sombra de su pelo tapándole los ojos, la boca ligeramente abierta y una gota de sudor en su mejilla. En ese momento Yui sintió el verdadero terror. La chica, paralizada, no podía hacer nada más que tener los ojos y la boca abiertos con una expresión de terror total en su rostro mientras veía a su madre. Esta no dijo nada, simplemente cerró lentamente la puerta y se fue de ahí.
Cuando volvió con su marido, este se extrañó al ver que tenía una expresión extraña.
–¿Qué ocurre? ¿Pasa algo?
–Nada… – Dijo la mujer tapándose la boca con la mano y con la mirada bajada, impidiendo ver sus ojos. – Vamos…
El marido se extrañó un poco, pero no le dio importancia y se fue con ella a comprar.
Yui, por su parte, estaba tan avergonzada que quería morir. No es que su madre la hubiera visto masturbándose, es que la había visto mientras estaba teniendo un orgasmo justo en el momento de correrse. Eso era humillante, y que en ese momento gritara "¡Me corroooooooooo!" con todas sus fuerzas no ayudaba a mejorar su imagen. Yui estaba en su cama completamente tapada por las sábanas y la manta con las manos en la cabeza, prácticamente traumatizada.
Al volver los padres de Yui de comprar, ya en casa, la madre se dirigió al padre.
–Querido, ¿te importaría hacer tú hoy la comida? Quiero hablar con Yui.
–¿Hablar con Yui? ¿Sobre qué? – Preguntó el marido algo intrigado.
–Quiero tener… Una charla de chicas con ella.
Tras unos segundos, el hombre entendió.
–Oh. Está bien.
El padre de Yui se fue a la cocina a preparar la cena, mientras la madre fue a la habitación de Yui. La mujer llamó a la puerta.
–Yui, ¿puedo entrar?
–¡No! ¡No entres! – Se escuchó desde el otro lado.
La madre suspiró.
–Yui, voy a entrar, ¿vale?
La madre entró, cerrando la puerta tras ella, encontrándose con un bulto en la cama. La madre se sentó en el borde de la cama.
–Yui, ¿quieres salir de aquí?
–¡No! ¡Me quiero morir!
–Vamos, no montes un numerito. No estoy enfadada ni quiero regañarte ni nada. Solo quiero hablar. Vamos, Yui.
Tras unos segundos, Yui se destapó, sentándose en la cama, pero aún sin atreverse a mirar a su madre, manteniendo la mirada bajada, y viéndose claramente incómoda y avergonzada.
–No estoy enfadada contigo por masturbarte. Es algo normal a tu edad, y no hay nada de malo en eso. Tampoco en mirar vídeos o imágenes para excitarse, así que no voy a regañarte. – Aunque su madre estaba siendo muy amable, cada palabra que decía hacía avergonzar más a Yui, que solo quería que su madre callara. – Sin embargo, entiendo que no quieres que te vea haciéndolo. No es algo que quieras que tus padres vean. Y la verdad es que para los padres tampoco es agradable ver a su hijo o hija haciéndolo. Así que déjame recomendarte un par de cosas.
Yui se sorprendió al oír aquello, creyendo haber oído mal. ¿Su madre iba a darle consejos para masturbarse?
–Lo primero, está bien que uses auriculares para escuchar porno si estás en una casa donde puede venir gente, pero no te los pongas. Déjalos encima de la mesa, al lado del teclado, así podrás oír el audio y al mismo tiempo también si viene alguien, así podrás quitar el vídeo. – Yui no decía nada, solo escuchaba aquello claramente avergonzada. – Y lo segundo… No hace falta que digas cosas como "me corro" en voz alta. – Aquí sí que Yui se puso completamente roja y empezó a temblar. – Ni "me corro" ni nada. En el porno lo dicen en voz alta para causar más excitación, pero no hace falta que digas nada. Puedes pensarlo si quieres, pero no hace falta decir nada si lo estás haciendo tú sola. Y más en una casa donde puede venir más gente. Es mejor hacerlo en silencio para evitar que alguien más te escuche.
–¡Mooo! ¡Para ya! – Gritó Yui agarrándose fuertemente la cabeza con las manos. – ¡No quiero oírte!
Eso molestó un poco a la madre.
–Oye, que te estoy diciendo esto por tu bien. ¿Es que quieres que te vuelva a pillar masturbándote otra vez?
–¡Aaaaaaaaaah! ¡Calla, calla! ¡No quiero oírte hablar de eso!
La madre suspiró.
–Muy bien, ¿entonces por qué no te vas a vivir tú sola?
Eso tomó por sorpresa a Yui, que dejó de gritar y por primera vez desde que su madre entró a la habitación, la miró a los ojos, sorprendida.
–¿Eh?
–Lo que oyes, ¿por qué no te vas a vivir tú sola?
Yui seguía extrañada.
–¿Lo dices en serio?
La madre asintió.
–¿Sabes? Desde hace tiempo he visto que eres más madura que la mayoría de chicas de tu edad. Aunque tengas 14 años es como si tuvieras 17 o 18. Creo que podrías vivir sola en tu propio apartamento.
Yui estaba sorprendida.
–¿Me ves capaz de vivir sola?
La madre asintió.
–Por supuesto. Ya te encargas de varias tareas del hogar. Creo que podrías encargarte tú sola de un apartamento. Además, sería un buen entrenamiento por si algún día tienes que irte a Tokyo a estudiar. Tengo un pariente que tiene unos apartamentos en alquiler, por lo que nos haría un buen precio, y además sabríamos que estás con alguien de confianza. Además, está más cerca de la escuela que esta casa, así que no tendrías que madrugar tanto. ¿Qué me dices? Todos salimos ganando.
Eso extrañó un poco a Yui.
–¿Todos?
La madre asintió.
–Para empezar, tú podrías masturbarte siempre que quisieras sin riesgo a que nadie te pille.
Eso volvió a poner nerviosa y avergonzada a Yui.
–¡Jo, mamá! ¡Ya te he dicho que no quiero hablar de eso! – La madre soltó unas risitas. – Y… ¿Vosotros qué ganáis?
La madre puso una sonrisa pícara.
–Pues que tu padre y yo podríamos tener sexo siempre que quisiéramos sin riesgo a que tú nos pilles.
Yui se puso completamente roja y aún más nerviosa que antes
–¡¿Q-Q-Qu-Qué?!
–Tenemos que hacerlo por la noche y en silencio para no despertarte, o aprovechar cuando te vas de colonias con la escuela, y eso es una vez o dos al año. Si vives en otro apartamento podríamos hacerlo siempre que quisiéramos y en cualquier lugar de la casa, y sin tener que contener nuestra voz.
Yui sentía como si saliera humo de su cuerpo debido a lo avergonzada que estaba.
–¡Aaaaah! ¡Callaaaaaaaaaa!
En la cena, la madre de Yui le dijo a su marido lo de que Yui se fuera a vivir por su cuenta. Este no estaba demasiado convencido, y no quería que Yui, con solo 14 años viviese sola, pero cuando la madre le dijo (sin la presencia de Yui) que de esa forma podrían tener sexo siempre que quisieran, aceptó en cuestión de segundos.
En pocos días se hizo efectivo el traslado y Yui empezó a vivir en su apartamento. Ya había desempaquetado la mayoría de cosas, pero aún quedaban algunas para desempaquetar. Sin embargo, como era ya bastante tarde, Yui decidió que cenaría y luego se iría a dormir, por lo que ya desempaquetaría el resto mañana.
Como acababa de mudarse, se llevó solo comida envasada o precocinada, para que no se estropeara durante la mudanza. Ya el día siguiente iría a comprar comida decente. Así que esa noche cenó unos fideos instantáneos. No eran nada del otro mundo, pero tampoco estaban tan mal como Yui se esperaba. Poco después de cenar, Yui se puso el pijama y puso su futón en el suelo para dormir, estirándose en él.
–Ah… Hoy ha sido un día agotador…
Realmente lo había sido. Habían estado casi todo el día con la mudanza, y Yui estaba agotada. Necesitaba relajarse y liberar tensiones de alguna forma, así que la chica llevó su mano derecha a su entrepierna y empezó a frotar suavemente.
–Ah…
De pronto, vino a la mente de Yui la imagen de su madre sonriendo mientras le decía:
–Podrías masturbarte siempre que quisieras sin riesgo a que nadie te pille.
–¡Mooo! ¡Así no puedo hacerlo!
Yui tardó varios días en poder volver a masturbarse sin pensar en su madre.
