Capítulo 3

Rust alzó la vista cuando Marty salió de su coche, tras aparcar delante de su oficina de detective privado. No se irguió, continuando apoyado contra el capó de su camioneta roja mientras su antiguo compañero se acercaba.

No estaba muy seguro de que aquello que iba a ocurrir le pareciera bien, puesto que no había puesto al tanto al hombre sobre las recientes novedades, y para colmo habían vuelto a hablarse y verse, después de 10 años, hacía apenas 5 días.

Hart se había unido a su plan de buscar al asesino en serie, que nunca habían capturado, después de convencerlo de que la policía estatal estaba equivocada en poner al propio Rust bajo sospecha del crimen del lago Charles.

Desde luego no se les podía culpar a ninguno de dudar ante el historial de drogas y comportamiento del rubio, pero enseñarle todo lo que guardaba en su trastero hizo que cualquier duda se disipara, incluso que olvidara el odio que podía quedarle después de lo que ocurrió con su ex mujer en el 2002.

-¿Has traído todos tus papelajos? -Preguntó al verlo allí parado aún. Rust asintió, pasando a quitarse el cigarro de la boca. -Venga, pues entremos y pongámonos al lío.

-Espera un segundo. Hay una novedad. -Agregó antes de que se pusiera en marcha, pero en aquel momento el destartalado coche gris de Sally apareció en la zona, haciendo que ambos hombres la miraran aparcar.

-¿Qué pasa, Rust? ¿Tan pronto vas a empezar con tus mierdas, tío?

-Lo siento, Marty, pero las cosas han sucedido de repente.

-¿De qué coño me hablas, qué…?

El hombre se calló cuando la mujer que no conocía se acercó portando una caja de cartón, hasta quedar a sólo unos pasos de la pareja; fue entonces cuando Rust habló tras tirar la colilla del cigarro y pisarla.

-Marty, esta mujer va a trabajar con nosotros, más o menos…

-Eh, no empieces con eso, ¿vale? -Habló al instante la morena, señalándole con un dedo. Enseguida se fijó en el detective, encontrando su total sorpresa en el rostro ceñudo. -Hola, soy Sally Pinkman. Investigo para tratar de encontrar al asesino de mi hermana; creo que es un violador en serie que se entrecruza con el que ustedes buscaban en el 95, el satánico.

-Martin Hart. -Murmuró mientras le estrechaba la mano que le tendía con algo de dificultad. El hombre no fue capaz de articular palabra antes de que lo hiciera su antiguo compañero.

-Vamos dentro y te contaremos de qué va todo esto, Marty. Las cosas se han complicado un poco.

-Para variar, joder… -Refunfuñó tras un quejido a modo de risa, para después suspirar y comenzar a caminar hacia la entrada.

Sally lo siguió con un deje de duda, mientras que Rust fue a recoger las cajas de su maletero antes de emprender el camino hacia la oficina.

Todos entraron en el amplio espacio con cuatro escritorios principales, pero se adentraron en la sala contigua, el despacho del inspector donde había otro gran escritorio oscuro, y un archivador. Todos dejaron las cajas sobre la mesa y el suelo en estricto silencio, el cual se vio roto por Hart al segundo de que todos se irguieran y mirasen al frente.

-Quiero saber toda la verdad, nos jugamos mucho aquí.

-Sabes que si no pensara que es útil no hubiera accedido a nada, Marty.

-Ya, pero también sé que estás pirado y te gusta exceder los límites, Rust. Hable, señorita.

Sally comenzó a contar la misma historia que había relatado a Rust al conocerlo, no perdiendo detalles para que el detective viera su grado de compromiso y trabajo exhaustivo.

Por su lado, Hart escuchó con atención, no pudiendo evitar que su rostro reflejara la sorpresa y el desagrado ante toda aquella maraña de negligencias y sufrimiento, que fueron soportados por todas las pruebas que la mujer había guardado y descubierto durante años. Cuando Sally terminó, el hombre se aclaró la garganta antes de intervenir, dejando de llamarla de usted por petición de la joven.

-Tiene sentido todo lo que cuentas, sí, y siento mucho que te ocurriera algo así. Entiendo que quieras resolver esto, pero ¿cómo puedes ayudarnos? Yo soy el que tiene recursos y contactos, por eso Rust me metió en esto; él es el de la mente privilegiada, el obsesivo… tú ni siquiera has sido poli; aunque desde luego tienes madera para ello, porque esto es increíble.

-No os pido investigar exhaustivamente como vosotros, soy consciente de mis limitaciones, pero necesito estar involucrada en esto y que me ayudéis; yo puedo serviros también, trabajo duro y no soy idiota, como espero que haya quedado patente.

-Sí, eso está claro -agregó Hart rápido- No estoy insinuando el no ayudarte. Además, la conexión entre ambos asesinos nos va a hacer al final investigar al presunto violador serial, es sólo que quizás no puedas ayudarnos mucho. -Terminó por decir, tratando de no sonar borde.

La morena respondió con firmeza, casi rogando con el tono mientras clavaba sus ojos en los del expolicía.

-Prometo que, a pesar de que eso pueda ocurrir, no seré una carga. Pero, por favor… necesito intervenir en esto, es lo único que tiene sentido para mí. En parte yo lo jodí, y no voy a mirar a otro lado nunca más, pase lo que pase.

El hombre asintió levemente, manteniendo el rictus serio al comprender que aquello era complejo, pero comprensible ante lo que toda esa historia debía suponer para aquella desconocida.

-Bien, pues como todos estamos de acuerdo, empecemos a organizar todo esto.

Tras la frase de Marty todos empezaron a sacar papeles y fotografías de las cajas, ordenando los datos para crear un gran dossier en la pared de detrás del escritorio, que acabó por extenderse hacia la contigua entre una conversación que recopilaba el resumen de lo que tenían.


Habían pasado un par de horas hasta que todo fue organizado en aquella sala, y Sally había conocido todas las novedades que Rust había averiguado sobre los crímenes satánicos desde hacía dos años.

Las cosas parecían teñirse aún más de oscuridad y perversión ante el descubrimiento de aquella cinta con el sacrificio de una niña, y la sospecha de que un antiguo cargo público había estado implicado, o al menos haciendo la vista gorda ante tal atrocidad.

La mujer agradeció no ver algo así, teniendo más que suficiente con las palabras de Cohle, quien aún parecía que trataba de convencer de algunas de sus sospechas a su antiguo compañero. Se veía prudente y con cierta reticencia ante tales conjeturas, y aquello les había llevado a discutir durante el proceso, aunque terminó por dar crédito a aquellas hipótesis que empezarían a investigar.

-Bueno, por hoy ha sido más que suficiente, ¿eh? ¿Un trago? -Preguntó Martin mientras sacaba del cajón de su escritorio una botella de Bourbon, y un par de vasos.

-No, gracias. Trabajo a las 12. ¿Se puede fumar aquí? -Respondió Sally, sentándose en una de las sillas frente a Hart, al lado de Rust, quien si tomó el vaso que su compañero le tendía mientras el exinspector volvía a hablar.

-Adelante, a pesar de todo Rust iba a hacerlo igualmente… ¿En qué trabajas? Si vamos a ser algo así como compañeros, no estaría mal conocernos un poco, ¿no? -Agregó ante el gesto socarrón que hizo el rubio, volviendo a centrarse en la mujer, quien tras dar su primera calada respondió.

-Soy camarera en uno de esos restaurantes de carretera 24 horas; está a las afueras de Baton Rouge, por la 10, de camino a Nueva Orleans.

-¿Así que ya no vives en Shreveport?

-No. Me fui poco después de todo aquello. Mi madre acabó odiándome por lo que había pasado, nos dejamos de hablar… perdió la poca cordura que le quedaba después de tantas cosas que tuvo que aguantar. Ahora vivo en Baton Rouge.

-Lo siento. -Murmuró Hart, carraspeando antes de mirar a Rust para dirigirse a él. Maldijo interiormente al ver el panorama que tenía con aquellos dos, tan reservados y serios.

-¿Y qué ha pasado contigo todo este tiempo? ¿Por qué has vuelto?

El rubio se acercó el cigarro a los labios, fumando con tranquilidad antes de responder con indiferencia, evitando la mirada de ambos presentes.

-Ya te lo dije, un hombre recuerda sus deudas. Esto no puede quedarse a medias, hay que acabar lo que empezamos, Marty. He estado en Alaska, trabajando en bares y en pesqueros hasta que regresé hace dos años. Nada más. ¿Qué hay de ti, aparte de que dejaste el curro, qué tal te ha ido?

El detective arqueó las cejas ante la pregunta, contemplando cómo Rust fingía que aquello no era extraño.

-Joder… pues sí que han cambiado las cosas. Lo siento, no esperaba nunca escuchar una pregunta personal viniendo de ti, tío.

-Tenéis un rollo muy raro vosotros dos… -Intervino la morena con una leve sonrisa, contagiando a Marty, quien respondió.

-Y no has visto nada aún, Sally… pero me gusta que las cosas tomen este derrotero, es un buen presagio, así que responderé. Vida tranquila; intento mantenerme ocupado con hobbies de cincuentón, y prácticamente del trabajo a casa. No estoy por ahí hasta tarde y apenas ya ni bebo. Por cierto, si vamos a meternos en algo tan gordo como esto, espero que el pasado de excesos quede aparcado, al menos por un tiempo; esa mierda puede jodernos.

El rubio asintió mientras aplastaba la colilla en el cenicero para pasar a responder.

-No te preocupes, Marty. Ya no me drogo de esa forma, ni siquiera con alcohol. He venido a resolver esto para pasar página. Mi vida ha sido un círculo de violencia y degradación, pero estoy preparado para salir.

El camarero se levantó de su asiento, despidiéndose lacónicamente antes de abandonar a la pareja en la silenciosa estancia. Sally no entendió aquello al desconocer su historia, pero pudo vislumbrar en el rostro de Hart, quien asentía meditabundo, que era algo bueno.