Capítulo 16

Sally corrió hasta la pequeña mesa redonda frente a la cocina americana mientras Jackson maldecía con ganas, recuperándose del dolor del golpe para ir a por la mujer, alcanzándola antes de que pudiera hallar el objeto dentro del bolso.

El hombre agarró a la camarera del cuello sin amenazarla con la navaja, metiéndola en el dormitorio mientras le escupía con rencor y enfado amenazas y crueles declaraciones de sus nuevas intenciones por sobrepasar los límites.

Ninguno escuchó que, por la misma ventana del salón por la cual había entrado Jackson, Rust había conseguido introducirse tras soportar el dolor de sus heridas, que para su suerte, habían aguantado la acción.

El rubio ignoró el susurro de Marty cuando estuvo dentro, diciéndole que le abriera la puerta principal, puesto que no cabía por la ventana. Acto seguido, recuperando la postura con el arma preparada, caminó hasta el foco del sonido de pelea en el dormitorio donde Sally intentaba con todas sus fuerzas que el hombre no pudiera propasarse con ella.

Rust aprovechó la sorpresa para acercarle el cañón de la pistola al extraño a la nuca hasta que lo notara, hablando con firmeza.

-Estate quieto o te vuelo la cabeza, y te juro que va enserio.

El hombre se detuvo, y tanto él como Sally dejaron de gritar, pero Jackson no relajó la presión sobre el cuello de la camarera, sino que hizo lo contrario a la par que respondía.

-Deja que me largue, o si no apretaré más hasta asfixiarla, tío.

Finalmente, tras unos segundos de duda, Cohle se alejó unos pasos y bajó el arma al ver que Jackson estaba decidido a continuar sin vacilar.

-Vamos, ahora deja la pipa en el suelo y pégate a la pared, tío. Si no haces nada raro me largo, pero si no, tengo la navaja en el bolsillo y seré muy rápido.

-Vale, no voy a hacer nada; vete ya. Déjame decirle a mi compañero de ahí fuera que te deje, para que veas que voy de buen rollo. -Agregó con un leve quejido mientras se agachaba para dejar la pistola, alzando las manos lentamente ante la mirada atenta de Jackson, quien se levantó de la cama.

Sally tosió a la vez que se incorporaba, llevándose las manos al cuello a la par que Rust alzaba la voz.

-¡Marty, Jackson va a salir por la ventana del salón. Quédate en la puerta y no hagas nada, ¿me oyes?

Al poco escucharon la confirmación dudosa del detective, y tras un rápido intercambio de miradas entre los dos hombres, Jackson salió rápido del dormitorio para huir con premura, haciendo que un absoluto silencio surgiera en el cuarto.

-¿Estás bien? -Preguntó el camarero con suavidad, fijando la vista en la morena, sentada en la cama abrazándose las rodillas, evitando mirarle.

-Sí, no ha pasado nada.

El murmullo de la chica se vio acallado por los porrazos de Marty en la puerta principal, lo cual hizo que Cohle dijera que iba a abrirle, dejando a la camarera sola en el cuarto. Sally tuvo que hacer un enorme esfuerzo por no llorar ni dejarse llevar por la ansiedad, tomando aire con ganas en cuanto escuchó que la pareja iba a su encuentro.

-¿Estás bien Sally? ¿Qué ha pasado? -Preguntó abruptamente Marty en cuanto llegaron al umbral de la puerta, pero se detuvo al ver que ella estaba semidesnuda.

La camarera fue consciente de todo aquello en ese momento de verlo avergonzado, y sin darle importancia se levantó para recuperar del suelo la camiseta de su pijama, cubriéndose a la vez que respondía.

-Estoy bien… Está nervioso porque sabe que lo busca la poli, y nosotros. Dice que no ha matado a Elisabeth, y que no la veía desde antes de que desapareciera, que su movida es sólo de drogas. Tiene un negocio con el tal D; quizás le pasa meta, no sé.

La pareja de ex policías se miró un segundo ante su respuesta acelerada, viendo cómo la chica salía del dormitorio y rebuscaba por el salón su tabaco, encendiendo un cigarro con ansiedad, para después llevarse la mano al cuello al sentir que algo resbalaba por él. Hart volvió a hablar al verla limpiarse las leves gotas de sangre del corte de la zona, sin darle importancia.

-Oye, ¿seguro que estás bien? Quizás no es buena idea que te quedes sola esta noche. Puedes venir a mi casa si lo necesitas, o puedo quedarme aquí por si ese capullo vuelve…

-No, muchas gracias, Marty. Quiero estar sola, en serio. Estaré bien. Gracias a los dos.

-¿Estás segura? -Intervino Rust tras unos segundos de silencio, viendo que ella asentía con ganas.

-Vale, pues… nos vamos entonces, Sally. Llámanos si necesitas algo, ¿vale? En serio, cuándo sea.

La morena asintió de nuevo, regalándole una falsa sonrisa mientras contenía su nerviosismo, focalizándose en fumar y evitar mirar a ninguno a los ojos hasta que se dirigieron a la puerta. Rust se detuvo antes de cerrar, mirando a la chica al hablar.

-Si me preguntas ahora, te diré que la oscuridad no gana; tenías razón.

Sally dibujó una triste sonrisa antes de ver al rubio desaparecer tras cerrar, recordando aquella conversación fuera del hospital en la que trató de consolarlo. No obstante, no pudo reprimir las lágrimas que había estado aguantando con fuerza.


Rust alzó la vista de su cuaderno, contemplando en el espejo tras la barra que Sally llegaba en su coche, apareciendo en el bar como le había pedido tras su mensaje de aquella mañana. Habían pasado 4 días en los que había puesto excusas para no reunirse con él y su antiguo compañero.

Cerrando la libreta intercambió una breve mirada con Robert, pero pasó a ignorar que estaba allí, a pesar de que una parte en su interior se sintió incómoda porque fuera a poder escucharlos hablar.

El rubio contempló de reojo como Sally entraba en el pequeño bar, pasando a quitarse sus gafas de sol con un discreto suspiro, tratando de fingir naturalidad con una leve sonrisa a modo de saludo, pero no pudo ocultar las secuelas de sus malos días pasados. La morena habló en primer lugar, sin sentarse.

-¿Ya estás trabajando? Pensé por tu mensaje que no estabas tan bien. ¿Qué ayuda necesitas? -Preguntó mientras arrugaba el ceño, contemplando al hombre coger unas cajas y llevarlas al suelo de un extremo de la barra antes de responderle.

-Estoy bien, no necesito nada, pero Marty me dijo que rehusabas hablar con él y empezaste a pasar de coger el teléfono. Sabía que si no actuaba diferente pasarías de hablar o ver a nadie. Eres de las solitarias, como yo.

-¿Has hecho eso sólo para que viniera y ver cómo estaba? No te ofendas, pero no te pega mucho. -Agregó con una pequeña sonrisa, viendo como él se encendía un cigarro, quedándose quieto frente a ella.

-Mira, si esto hubiera pasado hace años, seguramente hubiera sido un capullo diciendo que no es asunto mío y pasando de involucrarme; pero lo que dije es verdad, y quiero hacerlo porque es el puto momento; quiero salir de mi bucle, así que te estoy haciendo caso. Como ya hemos concluido ambos, todo lleva implícito el egoísmo.

-Sí, ya… gracias de todos modos. -Susurró con una sonrisa sincera, fijando sus ojos en los de Rust un segundo antes de proseguir. -Estoy bien, sólo he necesitado tiempo para volver a encontrarme con el pasado, ya sabes.

-Y para buscar respuestas por tu cuenta, ¿no? ¿Qué pasó? -Preguntó el hombre mientras observaba la herida del labio de la mujer, sabiendo que aquello era el rastro de un punto de sutura antiguo.

-Tenía que intentar encontrar al tal D para saber si Jackson decía la verdad, pero me lo encontré en uno de esos garitos que visitamos y nos peleamos. Después de lo que pasó y encima ver que no le hice caso… estaba colérico. Pude hacer que se acojonara amenazándolo con tu arma.

-Joder, Sally… tienes que parar y relajarte o acabaras por joderlo, y por cosas peores; y es un puto chiste que esto te lo diga yo.

-Rust, no puedo, joder. No puedo dejar de pensar en acabar toda esta mierda y de sentir la puta culpabilidad día tras día. -Se sinceró dejando fluir velozmente las palabras, tomando aire con fuerza antes de seguir de forma más relajada. -Trabajar en esto, arriesgarme y llegar hasta los límites es lo único que tengo y me distrae del hecho de saber que tengo culpa y la he jodido muchísimo. Es paradójico; cuando más vivo te sientes es cuando estás peor, a punto de morir, al límite… y esa sensación es una puta droga, la peor de todas, porque el subidón y el ansia de supervivencia no vuelven más, salvo si crees que vas a morir, y por eso actúo de esa forma. Todo me importa una mierda; no siento nada salvo cuando tengo esa puta dosis. Nadie deja de ser un drogadicto; todos lo somos desde el día que nacemos, porque no lo somos por meternos lo que se consideran drogas, cualquier cosa puede serlo, y todos tenemos nuestro puto talón de Aquiles.

El rubio no supo qué decir, sabiendo que desde luego su punto fuerte no era consolar o tratar de maquillar la verdad, pero sintió una gran empatía al ver como todo el tormento de la mujer se materializaba en lágrimas que se acumularon en sus ojos mientras encendía un cigarro. Le recordaba demasiado a él mismo, y ni siquiera estaba preparado para afrontar sus propios problemas.

Finalmente, Rust llevó su mano hasta colocarla sobre la de ella, la cual reposaba en la barra, hablando cuando la morena centró su mirada en la de él tras limpiar rápidamente las lágrimas de sus ojos.

-Tienes mucho camino recorrido, y tienes lo más importante para no acabar jodida como casi todos, Sally; sabes la verdad, que es una mierda, y aun así la afrontas y no te engañas. Acabaremos con esto en algún momento. Puede que hoy sea uno de esos días especiales en los que tomarse una cerveza, ¿qué me dices?

Ella rió levemente, pasando a asentir y volver a pasarse la mano por los ojos para limpiar las últimas lágrimas que querían escapar de sus ojos castaños.