Capítulo 19
Rust exhaló el humo de su última calada mientras contemplaba por la ventana de su coche de nuevo, apoyando el brazo en la puerta para tirar el cigarro. Parecía que Sally estaba terminando el papeleo con el mecánico del taller donde habían llevado su coche.
Aquella mañana había sido demasiado silenciosa, reflejo de que ella aún estaba asimilando lo ocurrido la madrugada anterior, y a pesar de que Sally había dicho a cada ofrecimiento del rubio que no, él había insistido, puesto que sabía que realmente no era lo que quería, ni mucho menos necesitaba.
Así habían llegado a aquella situación; habían conducido hasta casa de la camarera, donde ella se había quedado para prepararse antes del trabajo mientras Rust llevaba su coche agujereado a aquel taller cercano al hogar en el cual ambos estaban ahora.
El hombre volvió a fijar la vista en la escena que tenía a unos metros, viendo como Sally guardaba los papeles en su bolso con un disimulado resoplido, sin duda fruto del coste de aquel desastre y de la imposibilidad de que tuviera coche al día siguiente. Rust apartó la vista cuando ella salió del taller, encaminándose hacia su posición.
-¿Cómo ha ido? -Preguntó cuando ella entró en la camioneta, accionando el motor.
-Bueno, al menos me ha dicho que pasado mañana lo tendrá, que va a darse prisa.
-No está mal.
-No, desde luego. Mañana hablaré con alguno de mis compañeros del turno para que me lleven a casa al salir, porque el autobús sólo pasa hasta las 12, y con suerte al día siguiente podré ir con el coche.
-Bien; si necesitas algo o ves cualquier cosa rara, avísanos.
-Gracias. -Susurró la chica, sintiendo el peso del reciente recuerdo aplastar su pecho. Carraspeó para cambiar de tema mientras seguían de camino a su trabajo. – Hoy no trabajas. ¿Vas a volver a casa y luego piensas volver con Marty a las 8?
-No. Voy a investigar también quién de los alrededores vende esos neumáticos que tanto gustan a nuestro violador, a ver si encuentro algo. Me reuniré con vosotros en el restaurante directamente.
El silencio volvió a hacerse protagonista en el vehículo hasta finalizar el corto trayecto que los llevó al parking del restaurante de carretera. Cuando el hombre detuvo el coche en una de las plazas, se sorprendió con la voz firme de la morena, quien tras quitarse el cinturón de seguridad se giró para encararlo.
-No sé cómo agradecerte lo que estás haciendo, Rust, en serio. Sobre todo porque, a pesar de que te digo que me dejes sola, tú sabes que no es lo que necesito ni quiero y has estado ahí, cuando podrías haberlo ignorado. Siento tantos problemas, pero muchas gracias. Eres un buen hombre, un amigo, aunque no quieras.
Rust dibujó una breve sonrisa ladeada cuando ella bromeó en último lugar, volviendo a centrar sus ojos en los marrones de la mujer para responder.
-Puede que hasta acabe creyéndolo después de todo.
-Ojalá. Gracias otra vez. Te veré esta noche.
Sally sonrió de nuevo, esta vez de forma cariñosa, antes de salir del coche rápido ante la sensación de vergüenza y miedo que la embargó al sentir aquellas ganas de tener al hombre más cerca.
Marty había llegado algo pronto al restaurante de carretera donde trabajaba Sally, con lo que había decidido sentarse en una de las mesas, evitando la zona que atendía su compañera, para tomar algo mientras la esperaba.
El detective pensó nuevamente en aquella llamada de Cohle hacía horas contándole escuetamente los cambios de planes para la noche. A pesar de haber aceptado dejarle actuar solo, Hart no podía deshacerse de la mala sensación que eso le ocasionaba, y eso sin contar el tener que engañar a la camarera sobre el asunto.
El hombre bebió de nuevo de su té helado, asintiendo como saludo a la morena que acababa de darse cuenta de su presencia al pasar de largo por la zona. Marty continuó mirando cuando vio que el hombre de detrás de la barra, por lo que sabía, el gerente, había salido a hablar con ella antes de que desapareciera hacia la zona de personal para recoger sus cosas.
Hart no perdió detalle de la actitud del hombre mientras bebía leves sorbos, ni si quiera cuando Sally le dio la espalda tras despedirse y se perdió por una puerta de personal.
Tras un par de minutos, la camarera salió de aquella puerta privada cambiada de ropa, despidiéndose de sus compañeros con una sonrisa para encaminarse hacia la mesa que ocupaba el antiguo policía. Él hizo un gesto para que se sentara, hablando poco después.
-Parece que al jefe no le importaría que hicieras horas extras, ¿eh?
-Ya… me hago un poco la loca; liarse con un superior nunca acaba bien. -Respondió con sinceridad, colocándose unos mechones de pelo tras la oreja derecha, evitando la mirada del hombre, quien continuó por el mismo tema.
-Pero, ¿te gusta? No está nada mal, y parece majo.
-Lo es, sí. Pero no estoy para muchos líos ahora, y menos con alguien del curro. ¿Por qué tanto interés en mi vida amorosa? -Agregó con un deje de burla, centrando la vista en él, quien se encogió de hombros con indiferencia.
-Por nada en especial, sólo me sorprendió ver cómo te trataba, y estaba seguro de que te habías dado cuenta; nada más que curiosidad por saber por qué pasas. ¿Cómo te encuentras? ¿Estás más calmada?
Ambos se pusieron más serios al cambiar de tema, pero Sally trató de no hablar de aquello de nuevo, fingiendo una indiferencia que realmente no sentía aún.
-Estoy mejor, gracias, Marty. Aún necesito algo de tiempo, pero no pasa nada. Por cierto, ¿dónde está Rust? Él no llega tarde. -Agregó tras mirar la hora en su móvil, escuchando que el detective carraspeaba antes de responder.
-Ah, sí. No va a venir, me lo dijo hace unas horas. Le ha surgido algo, así que podemos ir tú y yo a preguntar al puti. He estado además indagando sobre los neumáticos, y parece que podremos cerrar un poco el círculo, porque son de una clase especial que se usan para campo, y no valen para cualquier tipo de ranchera, pero llevará unos días tener más datos.
-Vale, por mí bien si tú lo ves, Marty. ¿No te parece raro lo de Rust? No hace nada salvo trabajar en el bar, y hoy se supone que no lo hacía. ¿No te ha dicho nada más?
-No… ya sabes cómo es, no da detalles. -Comentó con un tono esquivo, dándole vueltas al vaso en sus manos sin mirarla.
La camarera lo escudriñó unos instantes antes de hablar nuevamente, aún mirándolo con fijeza.
-Marty, ¿por qué me da la sensación de que estás callándote algo? Te voy conociendo bien, ¿sabes? Desembucha; ¿en qué movida va a meterse Rust?
Hart suspiró al verse sin opciones, alzando la vista a la par que se sinceraba con un resumen.
-Cuando me contó lo que sucedió anoche, hablamos sobre cómo actuar. Yo dije que, visto lo visto, quizás deberías denunciarlo a la poli. Rust no estaba de acuerdo; piensa que eso quizás cabrearía más a Jackson, así que sugirió que podría ser más eficaz hablarle a las claras, sin mirones. Ha ido a buscarlo él mismo.
-No me jodas… -Susurró con sorpresa y temor, pasando a salir de aquella sensación para mirar a su compañero. -Marty, eso no es buena idea en absoluto, joder. Hay que ir a buscarlo. Jackson es peligroso, y está paranoico, joder. ¿Qué te ha dicho Rust?
-No mucho… estaba buscando pistas de Jackson en los bares donde estuvimos preguntando y eso, y parece que ha dado con él. No vive por aquí, sino a las afueras de Lafayette. No dijo nada más ¿Cómo coño lo vamos a encontrar?
Sally pensó tras recibir aquella información, y rápidamente su ceño se arrugó ante la llegada de ciertos recuerdos.
-Claro… Ya sé dónde está Jackson, Marty. Su abuela tenía una casa de campo allí. ¡Vamos, hay que darse prisa!
El antiguo policía no tuvo tiempo de decir nada cuando la joven ya se había puesto en pie para salir del local. Marty maldijo interiormente a la par que dejaba unos billetes sobre la mesa, para después correr tras Sally y poner rumbo a Lafayette.
