Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
~40 días con ella… y con él también.~
(Día 5. Cuarentena.)
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Esto no puede estar pasando, no a él. Senku mira a Kohaku con preocupación y busca en la expresión de su novia una respuesta. Pero ella está incluso igual o más confundida que él.
—No hay problema hijo —Byakuya nota el repentino cambio de actitud en la pareja y puede adivinar el motivo—. Sé que planeaban estar solo una semana, pero se pueden quedar mientras todo esto termine, podemos acondicionar tu vieja habitación para que Kohaku duerma ahí.
Porque ¿Qué opción tenían?
—Viejo, los vuelos se reestablecerán hasta que la tasa de contagio disminuya —Senku decide omitir el hecho de que le ofreciera la habitación a Kohaku, exclusivamente a ella, sin él—. Lo que puede pasar en… no sé… en un mes o dos ¡No podemos quedarnos todo este tiempo aquí!
Encerrados contigo. Termina Senku en su mente, pero sin exteriorizar dicho pensamiento a Byakuya. No es nada personal, una parte de él reconoce que no le molesta del todo la presencia de su padre y que de hecho, lo ha extrañado un poco. Pero, permanecer durante cuarenta días o más, encerrado con Byakuya, bueno no es algo que le entusiasme demasiado.
—Y las fronteras entre las ciudades también, así que no pueden salir de la ciudad.
Genial, la oferta de su padre es la opción más lógica en ese momento.
—Entonces regresaremos al hotel. —Senku se levanta, dispuesto a ir por sus cosas.
Al menos quiere intentarlo.
—Kohaku-chaaaaan. —Pero incluso Byakuya juega su carta secreta cuando mira a su futura nuera con una expresión suplicante en su mirada.
Y ella no puede más que ceder al adorable e infantil gesto en el hombre que ha llegado a considerar como un segundo padre. La cálida mirada que Kohaku le dedica al anciano es una promesa de que hará todo lo posible para convencer a Senku de quedarse.
—Hablaré con él.
—Gracias Kohaku, sé que lo harás entrar en razón. —Byakuya le da un guiño y una brillante sonrisa, dejando de lado el dramatismo anterior.
Sin más que agregar, Kohaku se levanta para ir con Senku, quien se encuentra seguramente en el estudio de Byakuya buscando sus libros y su laptop.
De hecho, lo encuentra ahí, encorvado sobre la laptop buscando algo en lo que Kohaku intuye es Google. Quizá, alguna otra reservación en un hotel más barato del que ya tienen, lo cual es absurdo debido a que los lugares están hasta el tope. Ellos fueron realmente afortunados de conseguir un cuarto disponible la semana pasada a su arribo a la ciudad natal de Senku.
—¿Ya tienes tus cosas Leona? Nos vamos. —No la mira cuando entra, sus ojos siguen fijos en la pantalla de la Laptop.
—Nos quedaremos —ella no deja lugar a dudas y logra su cometido cuando la cabeza de Senku se levanta para mirarla—. Sabes que no podemos darnos el lujo de pagar una habitación de hotel por un mes.
Kohaku nota el imperceptible puchero que enmarca la comisura de los labios de Senku, señal inequívoca de que no está de acuerdo con ella.
—Le pediré un préstamo a Ryusui, es asquerosamente rico —¿cómo no se le ocurrió antes? El mimado de Nanami era la solución—. De hecho, podría pedirle a Ryusui que nos consiga una habitación en uno de los hoteles que su familia tiene en esta ciudad, no, mejor aún, que envíe su avión privado para llevarnos de vuelta a casa. —ahora, está divagando.
Kohaku rueda los ojos por las ideas absurdas que salen de la boca de Senku. La idea de estar encerrado con Byakuya le ha afectado más de lo que puede imaginar, es tan infantil en ese aspecto que es casi gracioso. Casi.
—Sabes que es la mejor y única oferta que tenemos ahora.
La boca de Senku se tuerce aún más si es posible, pero en el fondo reconoce que ella tiene toda la razón. Aún en contra de su mejor juicio decide que puede soportar cuarenta días con Byakuya Ishigami y no morir en el intento.
O eso espera.
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La esperanza murió después de la sexta semana, cuando las autoridades dejaron de llamarle "cuarentena" para renombrarla (con justa razón) "confinamiento".
—¡Byakuya, Kohaku… regresé! —Senku espera que alguien acuda a su llamado para ayudarle con las bolsas de las compras.
Después de prácticamente batallar con una señora por los productos de la despensa indispensables, lo único que espera al llegar a casa es que su padre y su novia lo reciban y reconozcan su labor titánica al enfrentarse con semejante rival por el derecho a una semana más de despensa.
¿Cómo puede una persona de 40 años tener incluso más fuerza y agilidad que él? Como sea, no es algo que realmente le quite el sueño por las noches… de eso ya se encarga el molesto resorte del viejo sofá de la sala donde duerme.
Porque sí, la cama de su antigua habitación apenas es suficiente para esa posesiva y egoísta Leona. Senku realmente está considerando comprar un colchón inflable y dormir en el suelo de la habitación.
—¿Están sordos?
Ni una respuesta.
Resignado y enfurruñado, deja con dificultad las bolsas en la mesita junto a la puerta para desinfectarse las manos y de paso también dichas bolsas. Se cambia los zapatos y comienza su búsqueda.
De hecho, ni siquiera demora diez segundos en encontrar a su padre y a Kohaku. Ambos en el estudio de Byakuya.
—No puedo creerlo —escucha a Kohaku medio chillar en el interior—. ¿De verdad ganó esa competencia?
—No, en realidad el jurado lo descalificó por arrojarle bombas fétidas hechas de diferentes compuestos no nocivos a los demás competidores.
Oh no. Una alarma se enciende en la mente de Senku al registrar las palabras de su padre, él sabe de lo que está hablando y eso sólo puede significar una cosa.
Las risas de Kohaku sólo avivan sus sospechas. Con cuidado, abre la puerta y confirma con horror sus sospechas.
—¡Maldición Byakuya, te dije que quemaras esas fotografías!
Encuentra el suelo del estudio prácticamente tapizado con fotografías vergonzosas de su infancia y adolescencia, y por supuesto, a su novia mirando con una sonrisa burlona cada una de ellas. Eso no puede estar pasando.
—Sabes Senku, creo que esta —ella levanta una de las fotografías donde se puede ver a un Senku de apenas un año de edad con un mameluco y gorro de Doraemon—. Es realmente adorable ¿Quién diría que eras el epítome de lo adorable? No como ahora.
Un tic se instala en el ojo de Senku debido a la vergüenza que se niega a demostrar. El viejo le está dando a esa Leona un buen material de chantaje.
Y ella aprovecha esta oportunidad para sacar su celular y tomar una fotografía de la fotografía sin descaro alguno.
—¡Oye, Sin fotografías! —pero ya es demasiado tarde porque ella ya lo ha hecho y no sólo eso. El celular de Senku emite el sonido de un mensaje de notificación y él teme lo peor—. Dime que no lo hiciste, Leona.
La enorme sonrisa de arrogancia en el rostro de Kohaku habla por sí misma.
—Te etiqueté en Facebook y también las subí a Instagram y Twitter.
La mirada de Senku viaja de Kohaku hacia su padre, quien para el caso se encuentra tecleando algo en el celular. Otro sonido de notificación se hace notar y él ya ni siquiera se molesta en verificar o preguntar.
—Vaya, Gen, Ryusui y los demás están compartiendo y reaccionando a tus fotografías —Kohaku ignora el gruñido de Senku, impresionada por la cantidad de atención que las imágenes vergonzosas de su novio están recibiendo—. Gen hizo unos memes con ellas y unos edits… incluso el Dr. Xeno los compartió…
Fue el colmo. ¿Incluso Xeno?
—Oh, mira… Xeno etiquetó a Stanley —Kohaku encuentra divertido este hecho—. Parece que comentó algo…
Pero Senku no está dispuesto a ser el centro de atención en esa absurda situación.
—Me largo, si me necesitan voy a estar en el laboratorio improvisado buscando una manera de crear una máquina del tiempo para regresar al pasado y quemar esas malditas fotografías.
Senku trata de salvar la poca dignidad que le queda cuando sale de la habitación y se encierra por el resto de la tarde en la bodega que ahora le sirve como un improvisado laboratorio.
Kohaku y Byakuya se echan a reír después de un par de minutos cuando escuchan la puerta de la bodega, no, el laboratorio, cerrarse con más fuerza de la necesaria.
—También tengo vídeos caseros ¿Quieres verlos Kohaku? —la mirada de Byakuya se enciende con una chispa de emoción paternal al recordar las viejas grabaciones que todavía conserva en una de las cajas del armario.
Oh ¡esa oportunidad vale oro! y no la puede dejar pasar por nada del mundo.
—Por supuesto, pero primero prepararé palomitas de maíz.
—Chica lista. —Byakuya levanta el pulgar a manera de aprobación.
Sin mucho más que hacer por el resto de la tarde, la mini maratón de "Infancia vergonzosa de Senku Vol.1" fue realmente entretenida. Aunque fue una lástima que al día siguiente Byakuya y Kohaku encontraran los casetes en el cesto de la basura.
El sospechoso número uno simplemente aceptó la acusación y dejó en claro que nadie hablara del trauma nunca más.
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Ella lo empuja hacia atrás para caer en esa estrecha cama individual, y no pierde oportunidad para sentarse a horcajadas en su regazo. La falda del vestido de Kohaku sube alrededor de sus muslos y es entonces cuando incluso a través de la tela de su pantalón, Senku puede sentir el calor de su núcleo pulsado contra él.
—¿Ansiosa, Leona? —En realidad él también lo está, pero Senku ha aprendido a controlar sus necesidades más básicas.
O al menos lo hace mejor que ella.
—¡Ja! Lo dice el que trató de colarse a la cama esta madrugada.
—Tu también lo harías si durmieras en ese viejo sillón. —intenta parecer ofendido y molesto, pero no puede por más de una razón.
Las nada delicadas manos de Kohaku agarran sus hombros y se deslizan por sus brazos. Ella lo mira a los ojos y
sus labios se curvan en una sonrisa sensual que promete demasiado.
En momentos como este, cuando la necesidad y el deseo nublan la mente de Kohaku, no hay nada tímido sobre ella.
Después de semanas de abstinencia a causa de su propia negativa ante los intentos de Senku y por el recato y consideración a la casa de Byakuya, Kohaku ya no puede soportar más.
Ahora que la oportunidad se presenta, no está dispuesta a desaprovechar la ausencia de Byakuya, quien para el caso, se ofreció a ir por la despensa de esa semana.
Senku desliza sus manos por la espalda de Kohaku y la presiona hacia adelante en un suave movimiento, aplastando los pechos de su novia contra él y atrayéndola lo suficientemente cerca como para besarla, aunque no lo hace. Todavía.
—¿Cuánto tiempo tenemos? —La voz de Kohaku es apenas un susurro jadeante.
—Una hora, dependiendo de la afluencia de los clientes en el supermercado.
Bueno, al menos es algo. Considera ella.
Sin esperar más tiempo (porque en realidad no tienen mucho) Kohaku lo toma del cuello de la camisa y lo besa con necesidad apremiante. De hecho, "necesidad" es la única palabra para describir el contacto de su boca sobre la de él.
Senku inclina sus labios sobre los de ella y ella responde de regreso con una pasión que no sabía que estaba sintiendo hasta que se besaron. Él abraza las suaves curvas del cuerpo de la chica mientras saborea sus labios.
Ella suspira y abre la boca contra la insistente lengua del científico. La mano de Senku busca a tientas uno de los pechos de Kohaku para amasar, con el tiempo se ha vuelto inconsciente de la manera en la que sus manos se han vuelto descaradas en su toque.
Ella rompe el beso para jadear su nombre en su oído, rozando ligeramente su cálido aliento en la sensible y sobre estimulada piel de Senku.
—Leona, no hagas eso o no podré durar lo suficiente. —la amenaza se convierte en un jadeo mal disimulado. Pero no le importa.
Ni tampoco a ella cuando decide acallar las quejas de Senku con sus labios y restregarse contra él para recordarle que no tienen mucho tiempo.
Se separan lo suficiente para mirarse a los ojos y cuando todo está dicho en esa charla silenciosa, deciden dejar los juegos a un lado para saciar su necesidad.
Sin embargo, las cosas no salen según lo planeado cuando alguien rompe el encanto del momento al golpear la puerta.
—Senku, Kohaku, olvidé la lista de las compras así que regresé por ella —la voz de Byakuya se escucha desde el otro lado de la puerta y Kohaku rápidamente se levanta del regazo de Senku—. Espero no estar interrumpiendo nada, pero quería advertirles que no hagan mucho ruido, los vecinos tienen niños y las paredes son muy delgadas.
Sí, definitivamente eso mata el momento y Kohaku no sabe dónde esconder su rostro ruborizado por la vergüenza.
—Viejo, Insonoricé las paredes de esta casa ¿Recuerdas?
—¡Idiota! ¿Por qué le dices eso a tu padre? Pensará que estamos… —Kohaku susurra a Senku mientras le envía una mala mirada de reproche.
—Bien, sólo era para estar seguro. Me voy. Diviértanse entonces.
Senku no puede ver el rostro de su padre, pero está seguro que tiene esa tonta sonrisa al marcharse. Escucha el sonido de la puerta al cerrarse y suspira antes de acostarse por completo en la cama.
Sí, eso definitivamente mató el momento. Kohaku puede notar el súbito cambio de humor en su novio así que no presiona para terminar lo que estaban haciendo, tampoco puede después de ser casi descubierta por su futuro suegro.
No sabe cómo podrá ver a Byakuya a los ojos después de eso. Resignada, se recuesta junto a Senku y rodea su cintura con su brazo en un certero e inocente abrazo. Él no le corresponde pero tampoco espera que lo haga, después de todo, él no es de esa manera y ella mejor que nadie lo sabe.
—¿Sabes si pronto abrirán los aeropuertos?
—Al parecer en dos semanas más, Leona.
Dos semanas más, podrían regresar a casa y recuperar el tiempo perdido.
—¿Sigue en pie la idea de pedir prestado uno de los aviones privados de Ryusui?
Y es el turno de Senku de desestimar la absurda idea y recalcar una vez más, cuánta razón tenía en insistir regresar al hotel. Quizá, se habrían evitado escenas vergonzosas si ella le hubiera hecho caso.
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Fin.
N/A:
Perdón, no se me ocurrió algo mejor XD
Y de todas maneras sólo quería una excusa para meter a Papi Byakuya
Habían varias ideas pero al final me fui por esta y de hecho me divertí mucho escribiéndola XD
¡Tema 5 listo!
Espero les gustara y me disculpen por los errores que pueda tener… nos leemos en la próxima! n.n
