Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

~No simplemente el medio para un fin.~

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Las desgarbadas puertas del granero casi en ruinas estaban abiertas, un pequeño espacio desvencijado por el tiempo, ubicado quizá un poco más allá en una de las esquinas alejadas dentro de los terrenos del castillo. Estaba en desuso debido al nuevo establo que mandó construir años atrás.

Era verano y los rayos dorados durante la puesta de sol pasaban exactamente junto a esa puerta, justo antes de que las primeras estrellas asomaran en el firmamento y la luz se extinguiera en el exterior.

Casi la hora en la que la cena sería servida. Ese breve instante en el que podían pasar un momento verdaderamente a solas.

Dos siluetas acurrucadas en el oscuro rincón.

—Sen… Senku… quizá deberíamos volver. Gen y los demás podrían estar buscándonos. —murmuró Kohaku con un ligero temblor en su tono de voz.

Llevaba puesto un precioso pero sencillo vestido de lana azúl y sus ojos, a pesar de esa tenue oscuridad, eran tan brillantes.

—No creo que nadie esté buscándonos, Leona. —aseguró con tal convicción.

Nadie se atrevería después de todo, al menos no cuando él les dijo tajantemente que no los molestaran durante sus visitas al granero para observar la salida de las primeras estrellas al anochecer. Una pequeña costumbre que se había enraizado en ambos desde la llegada de Kohaku al reino y que de alguna manera se hizo más fuerte después de la inusitada visita de Xeno para tratar de impedir que el matrimonio se llevara a cabo.

—Tal vez están esperándonos para cenar. —reiteró.

—O quizás nuestra valiente doncella guerrera sólo tiene miedo de estar a solas con el dragón. —devolvió él con un ligero tinte de sarcasmo y picardía.

Ella hacía que él… que él se olvidase de las constantes amenazas hacia su Reino, el peligro de Xeno esperando por una oportunidad para eliminarlo y quedarse con el trono… pero sobre todo, lo hacía olvidarse del pacto que habían hecho en el pasado.

No, de hecho aquel pacto ahora se sentía tan real.

Podía ser un experimentado en el arte del liderazgo o en la rebelión contra su tirano tío, pero cuando se trataba del amor, el corazón de Senku era como el de un niño.

—¡Ja! ¿Quién te tiene miedo Dragón? —sus ojos aguamarina se dirigieron a Senku antes de levantar una ceja en señal de desafío, pero cualquier resquicio de valor se esfumó en cuanto ella lo notó.

Senku estaba mirándola con tanto ahínco que le dio vergüenza al darse cuenta. Aunque a pesar de saberse descubierto no se apartó de ella.

El espacio entre la fría pared del granero con la espalda de Kohaku era casi inexistente, sin poder resistir la mirada carmín y la cercanía, desvió la vista hacia abajo, por lo que Senku sólo pudo ver el leve destello de un sentimiento en sus hermosos ojos aguamarina a través de la delicada cortina de sus pestañas.

—Falta sólo una semana para que nuestro matrimonio se lleve a cabo Kohaku ¿Sabes lo que eso significa? —y sonrió, dejando al aire el entendimiento en sus palabras.

Vergüenza o excitación… él no podía discernir con exactitud el motivo de ese evidente sonrojo en el rostro de la chica.

—¿Podrías no decirlo así? Tan a la ligera. —Ella se movió fingiendo aburrimiento y quizá ligera incomodidad, aunque en realidad, estaba pendiente de cada uno de los movimientos de él—. Sé cuál es mi deber. —resopló.

Los carnosos labios de Kohaku tenían dos expresiones: el adorable puchero al que se aferraba cuando él la sacaba de quicio o el regalo de una breve sonrisa que, a veces, era dirigida específicamente a Senku sin siquiera darse cuenta.

Ambas deseables a decir verdad. Sin embargo, en ese momento ella solamente podía esbozar un tembloroso puchero en esos delicados labios.

—De nuevo, lo dices como si esto fuese un sacrificio. Pensé que habíamos dejado esto en claro la última vez Kohaku —el ceño de Senku se frunció ligeramente al recordar el pequeño episodio suscitado un mes atrás, cuando ambos dejaron en claro los sentimientos que hasta entonces se negaron a pronunciar—. Vas a ser mi compañera, no solamente por el acuerdo al que llegamos.

Kohaku lo miró a los ojos preguntándose en silencio por qué la simple palabra "compañera" viniendo de él la hizo sentir mejor… feliz.

Pero ella mejor que nadie lo sabía, fue algo que aprendió en el transcurso de esos meses; para los dragones el término "compañera" o "compañero" era algo realmente vinculante y que se adjudicaba únicamente a una potencial pareja de por vida entre los de su especie.

Ella era humana, sin embargo Senku no solamente la estaba escogiendo como una "esposa" para conseguir el título definitivo en el reino, sino también como su pareja. Algo que muy pocos dragones se atrevieron a hacer… entre ese reducido número, el padre de Senku.

Kohaku soltó un suspiro lentamente mientras su corazón latía con tanta fuerza. Lo miró con sorpresa silenciosa porque honestamente nunca pensó que él llegara a verbalizar de nuevo sus sentimientos. Senku quizá no era el caballero andante en reluciente armadura que sus padres o incluso ella esperó encontrar, pero de alguna inexplicable manera que Kohaku todavía no podía entender, se había enamorado de él en ese tiempo.

—Compañera…—repitió ella, saboreando aquel título así como el significado y el impacto que aquello tendría en su vida.

La mirada de Senku entonces recayó en la boca de la chica al pronunciar esa palabra, y en un acto reflejo sus labios se separaron por voluntad propia y con evidente expectativa.

La respuesta no tardó en llegar cuando Kohaku agarró un puñado de tela de su camisa para atraerlo hacia ella, ya no le importaba quién o incluso qué era, todo lo que sabía es que lo necesitaba. Lo sintió tensarse por una fracción de segundo ante la impresión de sus acciones, pero aplacó aquello ahuecando el rostro del dragón entre sus manos y buscando su mirada carmín.

Sus ojos se encontraron por una fracción de segundo con el entendimiento de lo que estaba a punto de pasar.

Un inaudible gemido escapó de la garganta de Senku antes de que Kohaku presionara sus labios contra los de él por primera vez. Algo incendió el interior de la doncella como si su alma se hubiese electrizado. El cuerpo de la chica se tensó intentando no hacer nada que estropease ese momento.

Los labios de Senku se soldaron a los de ella torpemente mientras Kohaku se retorcía en su abrazo. Su lengua se encontró con la de ella, los labios de la chica eran erráticos e insistentes, un tanto exigentes al punto que casi le robó el aliento.

Ella le tomó las manos y él no se alejó. Sus caderas se tocaron a través de sus ropas dejando entrever las consecuencias de ese encuentro.

A medida que el beso se hizo más profundo y la pasión se intensificó, ambos perdieron todo concepto de tiempo y espacio. Humana y dragón, no había tal cosa, sólo era Senku quien la besaba como si no hubiera un mañana… como si hubiera esperado una eternidad para besarla.

Eso era todo lo que importaba en ese instante.

Senku terminó gradualmente aquel beso, presionando su frente contra la de ella mientras ambos trataban de controlar sus erráticas respiraciones. Sus caras estaban a centímetros de distancia.

—¿Sabes Leona? Realmente no importa si concebimos a nuestro hijo antes o después del matrimonio, de todas maneras serás mi esposa en una semana —los labios de Senku se entreabrieron con una sonrisa seductora—. Así que ¿Por qué no te mudas de una vez a mi habitación?

Los ojos de Kohaku se agrandaron ante la atrevida propuesta ¿Acaso escuchó bien? Sus ojos atraparon los de Senku mientras la miraba intensamente, dejándole en claro que no se trataba de una broma. Entonces sus manos abandonaron las del Dragón para tocar su pecho e instalarse ahí, sintiendo brevemente el latir de su desbocado corazón antes de rodearle el cuello para fundirse en otro beso.

Pero no duró lo suficiente antes de que Kohaku se apartara con una sonrisa en el rostro ante la confusión de Senku.

—No tientes tu suerte… Dragón —lo miró con ligera burla, sus labios curvándose aún más en las comisuras—. Creo que ambos podemos esperar una semana más. Ahora regresemos, Francois está a punto de servir la cena.

Aún con esa sonrisa en su semblante, Kohaku comenzó a alejarse hacia la salida, no sin antes voltear la mirada hacia él y extender la mano para que la tomara.

—Ya veremos… Leona. —una promesa tácita dicha al aire cuando le dio alcance.

Él ni siquiera dudó en volver a tocarla y la sonrisa que le dedicó le dijo que aquellas no serían palabras vacías… ninguna en realidad.

Kohaku ya no era simplemente un medio para conseguir la corona de su reino… ella era su compañera y la futura madre de su hijo.

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Fin (?)

N/A:

Tenía insomnio y un poco de ganas de continuar con este AU de Senku Dragón (?) Aunque la verdad creo que no he profundizado mucho en eso u.u al menos no como me gustaría…

Algo cortito y random de este AU… quizá falten dos partecitas más para terminar con este mini Fic dentro de la colección…

En fin, me sentía con un poco de ánimos de escribir para no oxidarme mucho y al menos subir algo u.u

De nuevo reitero, mil gracias a quienes leen estás cosas y a quienes dejan sus comentarios, eso ayuda bastante a decir verdad n.n

También una enorme disculpa por los atrasos y la espera u.u y también por los errores de redacción y faltas de ortografía que esto pueda tener.

Los y las amo un montón! Hasta la próxima…