Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.
~Una imagen vale más que mil palabras. ~
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—Si te soy sincero Senku-chan, siempre supe que detrás de toda esa fachada de apatía y desinterés se encontraba el corazón de un joven enamorado… —Gen llevó las mangas de su Kimono a la boca para cubrir su socarrona sonrisa, sin embargo su mirada casi burlesca prevaleció.
Senku en cambio se limitó a gruñir por lo bajo mientras correspondía a dicho comentario de "mal gusto" con una mala mirada hacia su acompañante. En ese momento Ishigami realmente se recriminó por haber llevado a Gen con él en esa "misión" en lugar de a Chrome o incluso a Ryusui… tal vez Ukyo hubiera sido una mejor opción. Aunque claro, nadie podría subestimar las artimañas del mentalista Asagiri y estaba de más decir que en esta ocasión dichas mañas serían de mucha ayuda para conseguir lo que estaba buscando.
El científico miró el reloj de pulsera que Joel le había entregado antes de comenzar con ese viaje, el aparato marcaba apenas las 3:00 de la tarde, estaban aún a tiempo.
—Cierra la boca mentalista —Senku medio siseó al notar esa persistente mirada zorruna en su amigo—. ¿Tienes la cámara?
—Xeno me entregó la más actualizada que tenemos por ahora —Asagiri sacó de sus ropas la pequeña cámara fotográfica, una versión mucho más avanzada que la que el reino científico tuvo desde los días de exploración—. Sabes Senku-chan, creo que Kohaku-chan estará muy contenta con este regalo de cumpleaños. —canturreó, definitivamente no dejaría pasar esta ocasión para molestar a Senku—. ¿Quién lo diría? Que nuestro explotador líder usaría la flamante máquina del tiempo para ir al pasado y conseguir un recuerdo para su amada esposa ¿No es eso romántico? —la cara de Gen prácticamente se iluminó con brillos y estrellas al hacer alusión al más reciente plan de Ishigami debido a la importante "ocasión".
Sí, realmente fue una inesperada sorpresa para todos los involucrados, aunque claro, nadie puso queja u objeción alguna para que el plan no se llevara a cabo. Incluso Xeno estuvo de acuerdo en la premisa y se aseguró de tener todo en órden y vigilar que no hubiera contratiempos. Incluso a Gen le pareció percibir en la expresión del hombre algo ligeramente parecido al ¿Orgullo? ¿Genuina felicidad? No lo sabía.
Pero la relación entre Senku y Xeno se había estrechado con el tiempo, el ex científico malvado ya no era simplemente un mentor, Ishigami ya lo consideraba como parte de su familia y Wingfield también a él.
—Definitivamente Ukyo debió venir conmigo y no tú. —se quejó Senku.
Dicha declaración sólo hizo crecer la sonrisa cínica en los labios de Gen. ¿A quién engañaba? Estaba disfrutando de este pequeño espectáculo y pequeño momento de vulnerabilidad en Senku. Como autoproclamado shipper de antaño, Asagiri realmente esperó lo suficiente para que ese par de testarudos dieran su brazo a torcer y por fin decidieran estar juntos. Quizá fue una odisea de años pero finalmente podría llamar a Senku y Kohaku como una "pareja"... Bueno, en la actualidad incluso un feliz matrimonio y familia.
El ego de casamentero de Gen realmente se elevó de nuevo después de eso.
Asagiri decidió dar un momento de tregua al científico y no avergonzarlo más de lo que seguramente ya estaba, aunque no lo demostrara abiertamente. Senku a pesar de ser ya un adulto, tenía una estabilidad emocional (cuando se trataba de Kohaku) que parecía la de un jovencito… tal como él le había dicho a Homura en esa ocasión, incluso en todos estos años seguía interpretando ese papel con la guerrera.
Ambos caminaron un poco más por aquel sendero que conocían prácticamente de memoria, la aldea estaba muy cerca y tenían que tener cuidado de no ser vistos merodeando por ahí. Esa mañana (habían llegado a esa época un poco más temprano de lo que a su realidad correspondería) encontrarían a su objetivo cerca del río.
—Ruri-chan dijo que Ameji-san solía ir al río todas las mañanas ¿Creés que aún sigue ahí? Los relojes de Joel sólo marcan la hora de nuestro presente, calculo que debe ser menos de medio día justo ahora. —Gen miró hacia arriba para observar la posición del sol, efectivamente aún no se encontraba en lo alto, por lo que serían menos del medio día.
—Tiene qué, o sería un dolor en el trasero querer entrar a la aldea. Tekken y Genbu son los actuales guardias del puente. —eso es lo que Ruri y Chrome le comentaron, o al menos lo que ellos recordaban de esa época.
—Si Tekken-san es como Kinro-chan, en cuanto a su rol como guardia entonces sí será un pequeño problema —Gen no estaba muy seguro ya que después de todo, tuvo poca interacción con el padre de Kinro y Ginro, apenas la necesaria—. Y hablando de eso, Senku-chan… Se supone que Ameji-san es la actual sacerdotisa de la aldea ¿Por qué Kokuyo la dejaría ir al río?
En realidad no tenía sentido, Asagiri aún recordaba lo sobreprotector y estricto que solía ser el ex líder cuando apenas lo conocieron, en esta época no debería ser diferente.
—Ruri me dijo que su madre solía llevarla al río para contarle parte de las cien historias, no solamente en las noches antes de dormir. Kokuyo las acompaña mientras entrena con Kohaku cerca del lugar —Kohaku también le contó sobre esos entrenamientos, Senku sabía que el anciano se había tomado el tiempo para desarrollar las habilidades de la Leona cuando descubrió su potencial a temprana edad—. Además sabemos que el anciano puede parecer duro por fuera pero en el fondo es blando, estoy seguro que no se negaría a ninguna petición de su esposa.
"Él no es el único" pensó Gen, estrechando la mirada en el científico.
—Como sea, date prisa mentalista. Debemos regresar antes de la cena que Ruri está organizando para la Leona. —Senku apremió, ignorando la molesta e insinuante mirada de Asagiri y avanzando un par de pasos por delante del camino.
No podía seguir escuchando más burlas por parte del mentalista. Maldición, sólo quería darle algo significativo a Kohaku para su cumpleaños ¿Cuál era el jodido alboroto por eso?
Y como siempre la suerte nunca parecía estar de su lado.
La madre de Kohaku no estaba en el río esa mañana, quizá llegaron demasiado tarde y ella se había marchado ya a la aldea ¡Rayos! Tendría que ser del modo difícil.
—Siempre el confiable plan B~ —canturreó Gen al tiempo que dejaba caer su pequeña carga al suelo y se acercaba al río para poder lavarse el sudor de la cara—. Sólo déjame refrescarme y podremos ir a la aldea, la presentación de un mago es la verdadera magia después de todo.
Senku simplemente rodó los ojos ante la perorata de Asagiri, chasqueando la lengua en generalizada molestia por el fallo en el plan A. Maldición, se suponía que tenían que pasar desapercibidos (al menos en la medida de lo posible) pero ahora tendrían que infiltrarse en la aldea para conseguir esa fotografía.
Sí, todo ese alboroto se reducía a una fotografía o mejor dicho, al regalo que Senku quería para Kohaku. Quizá ella nunca lo exteriorizaría, pero él sabía que a pesar de todo esos años aún añoraba el recuerdo de su madre, y él la entendía, la nostalgia por Byakuya también dolía.
—Apégate a la hoja de ruta que te hice, distráelos y yo conseguiré esa fotografía.
—Aun sigo pensando que era más fácil obsequiarle a Kohaku-chan un retrato hecho por ese Mangaka, Ruri podría haber ayudado a crear el retrato con sus descripciones. —en realidad no era una mala idea, pero para Senku parecía incluso una ofensa.
La mirada que le dió al menos le dijo que así se lo estaba tomando el científico.
—Deja de parlotear y apúrate, hemos perdido una hora ya.
Gen miró su propio reloj y en efecto, la caminata les llevó aproximadamente poco más de una hora… les quedaba apenas el tiempo suficiente para volver. Sin más remedio que acatar el molesto imperativo del científico, Asagiri se levantó y recogió de nuevo su pequeña mochila del suelo, con una simple señal le indicó a Senku que estaba preparado para emprender de nuevo el camino.
Sin embargo antes de que pudieran retomar el camino a su siguiente destino, el sonido de unos hipidos y ligeros sollozos se hizo presente detrás de uno de los árboles del follaje.
Ishigami le indicó a Gen con un gesto de la mano que guardara silencio y que aguardara, mientras él se acercaba al frondoso árbol que le impedía tener una vista clara del visitante inesperado. Lo único que Senku alcanzó a notar fue un borrón naranja.
—¡No te acerques un paso más! —la pequeña rubia se preparó para el ataque, elevando el familiar escudo que Senku conoció alguna vez y que le fue de gran utilidad para sus primeros proyectos en el reino de la ciencia—. Largo de aquí, no estoy jugando. —la niña levantó entonces un pequeño cuchillo.
Senku también se dió cuenta que era una versión más pequeña de las armas que Kaseki solía hacer. ¿Qué carajos?
—¿Kohaku-chan? —Gen pareció genuinamente sorprendido por la presencia de la niña—. Senku… —trató de alertar a su compañero.
Esto era realmente un inconveniente.
—Sí, ya lo noté mentalista. —Ishigami bufó.
Para agregar más a su dosis de mala suerte, ahí se encontraba una versión más joven de la Leona. Esa mini Leona quizá tenía unos nueve o diez años, no podía estar del todo seguro… esperen, de hecho sí podía estar seguro. Se suponía que era 20 de agosto del 5733, y esta versión de Kohaku debería tener ya unos diez años.
—¡Oye, Tú! ¿Cómo sabes mi nombre? —su mirada suspicaz se dirigió a Gen—. Nunca los había visto en la aldea, deben ser delincuentes exiliados. —Su agarre en el escudo y el arma se hicieron más fuertes.
La pequeña Kohaku se alejó sólo un par de pasos de ellos, era rápida y le bastaría con crear una distracción para huir de ahí.
—Esto se siente como una especie de Deja Vú —Gen soltó con algo de ironía al recordar su primer acercamiento con Senku y la aldea—. No somos delincuentes exiliados pequeña, verás, estamos aquí para una importante misión… ¿Ves a este joven de aquí? —se acercó a Senku y le palmeó la espalda con algo de fuerza, ganándose un par de maldiciones por parte del científico—. Él necesita un favor, quiere conseguir algo para su amada esposa pero para eso tiene que hablar con tu madre…
Gen se ganó una certera mirada de advertencia de Senku, pero al mentalista poco le importó. Quizá este encuentro no era un inconveniente después de todo y era más bien una oportunidad que podrían aprovechar.
—Míralo… ha venido de tan lejos para conseguir el regalo perfecto para su amada —un ligero puchero se hizo presente en los labios de Gen y también su tono fue cambiando a uno que tratara de infundir inocencia y compasión—. ¿Podrías ayudar a este pobre hombre a conseguir lo que necesita? —incluso batió las pestañas para hacer su actuación más creíble.
—¡Ja! Ni creas que me voy a tragar ese cuento, es obvio que estás mintiendo, murciélago. —Kohaku le envió una mala mirada al hombre.
Por supuesto que podía ver a través de la fachada de ese extraño sujeto, por nada del mundo bajaría la guardia.
—Deja de decir tonterías Mentalista —Senku lo apartó de él—. Y baja esa arma Leona, te vas a lastimar. No vamos a hacerte daño… sólo necesito hablar con tu madre, eso es todo. —puso especial énfasis en esa arma, no sólo por su propio bien sino también por el de esa versión más joven de Kohaku.
Bueno bastaba con ser directo, prefería eso a seguir escuchando los cuentos baratos y exagerados de Gen. Si el "plan A" no salió bien y el "plan B" parecía casi imposible…. Entonces quizá algo de improvisación podría funcionar.
—¡No me llames, Leona! Tú… ehhhh —la carita de Kohaku se puso totalmente roja por aquel apelativo. Necesitaba regresar dicha ofensa—. Cabeza de… ehhhh…
Rayos, no se le ocurría nada.
—Cebolla… cabeza de Cebolla, Kohaku-chan. —la sonrisa de Gen se torció en diversión después de "susurrar" aquel apelativo.
—Sí ¡Cabeza de cebolla! —de hecho Kohaku tuvo que admitir que de verdad parecía una cebolla, lo que le causó algo de gracia, aunque no lo suficiente para hacerle bajar la guardia.
Senku por su parte perjuró un par de silenciosas palabras hacia Asagiri, acompañado de una mala mirada que no auguraba nada bueno para cuando regresaran.
—Bueno ya basta los dos. Kohaku, de verdad necesito hablar con tu madre, si logro verla nos iremos después de eso.
Ella no parecía muy convencida, no podía hacer lo que él estaba pidiéndole.
—No… no puedes. Yo no debo ayudarte.
Definitivamente Senku reconoció que esa vena de testarudez se venía gestando desde antes y esta era la prueba. Esa Mini Leona testaruda.
—No estamos aquí para dañar a nadie, sólo necesitamos un favor, eso es todo. Si aceptas, prometemos darte lo que quieras. —Gen intentó de nuevo.
Esta vez ganándose parcialmente la atención de la niña, Asagiri pudo notarlo en el brillo de interés en sus grandes ojos aguamarina. ¡Bingo! Aún había una pequeña oportunidad. ¿Qué querría Kohaku a esta edad? Realmente estaba intrigado.
—¿Lo que sea? —ella bajó brevemente su arma y el escudo—. ¿De verdad pueden hacerlo?
Asagiri codeó ligeramente el costado de Senku para instarlo a responder esa pregunta. Negando con la cabeza y estrechando la mirada en él, Ishigami decidió "seguirle" el juego… aunque técnicamente no estaban mintiendo, o al menos en la medida de lo posible podrían darle algo a Kohaku a cambio de ese favor.
Quizá un poco del ramen instantáneo que tenían en la mochila, o cualquier otra cosa que estuviera a su alcance.
—Si, ¿Qué es lo que quieres a cambio, Leona?
Y su respuesta no tardó en llegar.
—Quiero que curen a mi hermana, ella ha sido castigada por los dioses con una extraña enfermedad —Kohaku miró a ambos con una súplica implícita en sus ojos llorosos—. ¿Pueden hacerlo?
Ella se había enterado esa mañana, cuando escuchó a sus padres hablar sobre los malestares de Ruri. Los dioses estaban castigando injustamente a su hermana y Kohaku tenía que hacer algo por ella, cualquier cosa para salvarla y eso es lo que se prometió. Desde ese día no descansaría hasta salvar a su hermana de esa enfermedad, costara lo que le costara.
—No puedo hacer eso… —Senku fue el primero en hablar, rompiendo así las esperanzas de esa pequeña Leona. Cosa que en el fondo lamentó y le dolió.
Odiaba ver a Kohaku afligida, aún cuando no lo exteriorizara, esa espina se mantenía en su pecho y le incomodaba.
—Senku-chan ¿Pero qué dices? —Gen pareció confundido, por supuesto que podían cumplir con esa petición. Lo único que tenían que hacer era regresar a su tiempo por la medicina y entregárselas a Kohaku en esta época.
Simplemente eso.
—Al menos no ahora —continuó Senku, ignorando la cuestión de Gen y dándole una mirada de advertencia—. Pero lo haré, te lo puedo asegurar.
Y no estaba mintiendo. Lo haría después de todo, al menos esa versión suya en esa línea temporal.
—Mientras tanto puedo darte un consejo, mini Leona, los baños con las aguas termales serán de mucha ayuda para tu hermana. —eso y la determinación de Kohaku para salvar a Ruri.
Le tomó unos minutos a la niña procesar lo que él estaba diciendo, parecía demasiado confiado en su actuar y en sus palabras. Algo en el Interior de Kohaku le dijo que él no tenía mala intención y de hecho que incluso quizá podría dar por hecho su afirmación.
—¿Puedo confiar en tí? —sus ojos buscaron cualquier rastro de absoluta sinceridad.
—Al diez mil millones por ciento.
Y lo encontró.
Kohaku les pidió que esperaran afuera de la aldea, a un par de metros alejados del puente colgante en tanto ella hablaba con su madre. Por alguna extraña razón sintió que la promesa de aquel hombre era sincera.
—¿Dónde demonios te habías metido Kohaku? Tu madre y tu hermana estaban preocupadas. —Kokuyo vociferó hacia la niña, a pesar de su tono estricto, su mirada parecía genuinamente aliviada de tenerla nuevamente ahí.
Por supuesto, antes de pedirle a su madre ese favor, ella tenía que escuchar la reprimenda de su padre por irse de la aldea sin explicación alguna. Fue un acto repentino, un mero impulso debido a la noticia de su hermana… Kohaku no quería perderla.
—Kokuyo ya basta, Kohaku está aquí —Ameji, la madre de Kohaku, intervino apartado a su esposo e instándolo a sentarse de nuevo en su lugar—. Seguramente estaba jugando con Chrome. ¿Estaban recolectando rocas en el río, Kohaku? —ahora se dirigió a su hija, inclinándose a su altura para acomodar sus revoltosos mechones.
—Sí… Estaba en el río con Chrome, me la pasé jugando con él toda la mañana. —mintió, por el momento no podía decir nada sobre los hombres misteriosos frente a su padre.
—¿El niño que vive en esa choza afuera de la aldea? —quiso saber Kokuyo. Tenía una breve noción de ese niño.
No entendía por qué su autoproclamado exilio, jamás se le ordenó vivir fuera, un día simplemente se fue. Aunque Kohaku e incluso Ruri parecían haberse hecho amigas de ese niño solitario.
—Es el pequeño que perdió a sus padres durante la última hambruna. —el hermoso rostro de Ameji se entristeció al recordar esa época, dónde muy pocos lograron sobrevivir y la aldea se redujo considerablemente.
—No puedo permitir que algo como eso vuelva a ocurrir, este año esperamos que la recolección y la caza nos provea mejor que el año pasado.
Como el actual líder, Kokuyo no podría permitir que otra tragedia llegara a la aldea. Ahora más que nunca tenía más de una sola preocupación y prioridades.
—Madre —Kohaku llamó la atención de Ameji, era ahora o nunca—. ¿Podemos salir a pasear un rato? Quiero escuchar de nuevo alguna de las cien historias.
—Kohaku, ¿Acabas de regresar y quieres salir de nuevo? —Kokuyo atajó levantando una ceja con intriga e incredulidad.
Definitivamente esa pequeña era una criatura con demasiada energía y un espíritu libre. De alguna manera le recordó a sí mismo en su infancia aunque su deber como padre era llevarla por el camino de la rectitud. Amaba a sus hijas pero Kohaku a veces era demasiado para él.
—Sólo será un rato y no nos alejaremos, madre, por favor vamos… —insistió la pequeña, mirando con insistencia a la mujer.
Una pequeña sonrisa fue suficiente para darle una respuesta a Kohaku.
Ameji no podía entender del todo lo que estaba pasando ni lo que ese extraño hombre le estaba pidiendo, en primera instancia tuvo la imperiosa necesidad de gritar por ayuda, pero al ver que Kohaku parecía conocerlos y llevarse bien con ellos… bueno, no sabía qué pensar.
Sin embargo lo que vino a continuación fue incluso más confuso.
—¿Ishigami Senku? —susurró apenas por la impresión—. Tú eres… la historia número cien habla de tí…
¿Qué estaba sucediendo? ¿Cómo podría ser eso posible? Este hombre era la misma persona de la que había escuchado hablar de su madre, y ésta a su vez de su abuela… un cuento ancestral que se extendió por generaciones, ahora era realidad.
—Sí y a la vez no —Senku pudo ver la confusión en la mujer, la que por cierto era muy parecida a Kohaku y Ruri, pero sobre todo más con Ruri. Entonces aprovechando que Kohaku estaba jugando a un par de metros con el mentalista fue que decidió poner las cartas sobre la mesa—. Yo soy otro Ishigami Senku, no soy de este tiempo. Vengo del futuro y mi otro yo, el que pertenece a esta época aún se encuentra dormido.
Ameji estaba realmente confundida con las palabras de ese hombre ¿Él venía del futuro? ¿Cómo podría ser eso posible? Y también estaba asegurando que otro como él estaba aún dormido. Ameji supuso entonces que esa otra versión suya era alguna de esas misteriosas estatuas de piedra, la historia número cien hablaba de eso. Aquella misteriosa luz que en el pasado convirtió a todos en piedra.
—Si ese es el caso ¿Qué haces aquí? ¿Cómo pudiste llegar a nosotros y qué es lo que buscas? —ella quiso saber, todo era tan repentino y sin sentido.
Senku pareció buscar las palabras para lo que estaba a punto de decir, de alguna manera sabía que podría confiar en esta mujer para guardar lo que le había revelado. No quería alterar demasiado el rumbo de esa realidad, su sola presencia y el encuentro con Kohaku podría repercutir en el futuro de esa línea temporal, al menos tenía que mantener otras cosas sin alterar.
—En realidad vine a buscarte porque necesito un favor —cartas sobre la mesa—. Necesito una imagen tuya, es para Kohaku… en el futuro ella es mi esposa. La imagen es lo único que necesito y después me iré. —y soltó como si nada.
¿Qué? Este hombre ¿Qué estaba diciendo? Instintivamente Ameji miró en dirección a Kohaku, quién aún parecía entretenida sometiendo en el suelo con una táctica de lucha al hombre de cabellera bicolor mientras este chillaba su rendición.
¿Kohaku iba a conocer a este hombre cuando al fin despertara?
Por otro lado, él había venido desde el futuro sólo para conseguir algo para Kohaku ¿Una imagen suya? ¿De qué estaba hablando?
—¿A qué te refieres con "una imagen"?
—Ah claro —Senku buscó en la mochila que Gen le dejó y sacó de ésta la cámara que Xeno les dió para ese viaje—. Esta es una cámara, sirve para capturar imágenes. —se la tendió a la mujer para que pudiera apreciar mejor el pequeño aparatejo, y ella así lo hizo.
Ameji tomó el diminuto aparato entre sus manos y lo observó detenidamente, jamás había visto algo como eso y mucho menos escuchado que algo así pudiera ser posible.
—¿Por qué ella quiere una imagen mía? —quiso saber, pero en el fondo quizá intuía la verdad.
La mirada de Senku entonces se volvió un poco más seria, pero pudo ver su semblante y por la expresión de la mujer, ella seguramente ya sabía lo que iba a pasar.
—Creo que eso ya lo sabes —Senku la vió asentir en afirmación—. Ella te extraña y ya que tenemos las posibilidades, entonces decidí darle algo por su cumpleaños.
De alguna manera la tristeza quedó en un segundo plano con aquella afirmación, Ameji de alguna manera sintió un poco de alivio al saber que su pequeña no estaría sola y también sintió felicidad por Kohaku, por tener a alguien así a su lado.
—Me hubiera gustado verla crecer y estar con ella y con Ruri el tiempo suficiente. —Había un deje de aflicción en el tono de la mujer que no pasó desapercibido para Senku.
Él no dijo nada y en lugar de eso rebuscó en una de las bolsas que colgaban del cinturón de su rústica bata de antaño para sacar algo, se lo tendió a la mujer sin decir una sola palabra y ella lo tomó.
Los ojos azules de Ameji se llenaron de lágrimas al contemplar el objeto en sus manos, una pintura tan clara y vívida como la realidad misma en la que podía observar a una versión adulta de Kohaku, Ameji debió admitir que se había convertido en una hermosa mujer. Su madre también notó que con ella estaba un jovencito y a una pequeña niña de apenas un par de años, ambos muy parecidos al hombre que tenía al frente. ¿Esa era la familia de su hija? Se preguntó.
Más lágrimas calleron, quizá no podría estar con Kohaku en ese futuro pero al menos pudo ver la felicidad en la mirada de su hija a través de esa imagen.
—Eso es una fotografía, quiero una tuya para Kohaku.
Ameji le daría las que quisiera, sabía que Kohaku nunca la olvidaría y al menos se sentiría feliz de saber que ella tendría algo para recordarla y también para que de esa forma sus nietos pudieran conocerla.
—Espero que mi sacrificio valiera la pena Senku-chan… a esta edad Kohaku-chan también es peligrosa —Gen se sobó la espalda y los hombros, la pequeña Leona le había aplicado varias tácticas de batalla que más bien parecían métodos de tortura—. Realmente ahora no me sorprende que Yugen-chan se parezca tanto a su madre.
—Deja de quejarte mentalista —Senku le enseñó con arrogancia la pequeña cámara en señal de que en efecto su "sacrificio" valió la pena y ahora tenía en sus manos lo que fue a buscar. Observó su reloj dándose cuenta que apenas le quedaba tiempo para regresar a su línea temporal para la cena—. Tenemos que darnos prisa, aún tengo que revelar esto.
Inconscientemente una sonrisa tiró de los labios del científico, ya quería ver la reacción de su Leona. Sí, a veces podía interpretar ese papel de esposo del cual el mentalista se burlaba.
Kohaku agradeció internamente que ese año su cumpleaños fuese un asunto más reservado y familiar a comparación de años anteriores dónde Ryusui y Gen se encargaban de organizar fiestas sorpresa. Le gustaba pasar tiempo con sus amigos pero con el pasar del tiempo la añoranza de una velada más familiar se hizo más deseada.
Amaba la calidez del cariño de sus hijos y también (aunque a puertas cerradas) la de Senku. Esa apariencia estoica y casi reservada era simplemente una fachada en el científico y con los años Kohaku lo reafirmó. Senku no tenía un corazón de piedra como muchos podrían llegar a pensar y de hecho en parte eso fue lo que Kohaku amaba de él.
La cena de esa noche fue tranquila (en la medida de lo posible. Su pequeña cachorra era un torbellino, ahora entendía un poco a su padre) y la convivencia con su familia era todo lo que necesitaba ese día.
—¿Qué haces ahí, Leona?
Ella escuchó la voz de Senku a sus espaldas, él la encontró afuera tomando algo de aire fresco y observando la Luna.
—Los niños están dormidos, y me pediste que esperara mientras estabas en tu improvisado laboratorio, así que decidí salir a tomar algo de aire. —Kohaku se encogió de hombros para restarle importancia al asunto.
La noche era despejada y fresca, Kohaku podía ver con claridad las estrellas y la imponente Luna en lo alto, definitivamente era una vista que no podía perderse. En especial ese día.
—Además recordé lo que dijiste hace años —ella lo miró de soslayo cuando se acercó a su lado y se sentó en uno de los improvisados asientos que más bien consistían en un par de troncos predispuestos en el patio—. Hoy habrá lluvia de estrellas ¿No es verdad? Las Perseidas.
Kohaku recordaba a la perfección ese detalle, de hecho quizá jamás lo olvidaría.
—Diez mil millones de puntos para tí, Leona —Senku esbozó una sonrisa—. Y a tu excelente memoria.
—¡Ja! Creo que es algo que no podría olvidar, después de todo ese fue el día en el que… bueno, ya sabes. —las mejillas de Kohaku se calentaron ligeramente al recordar aquel día, parecía una eternidad pero en su mente el recuerdo de ese primer beso con el científico aún permanecía fresco.
Por supuesto, Senku también recordaba ese día a la perfección y podría considerar aquello también como la primera vez (de muchas otras) en la que celebró el cumpleaños de la Leona. Quizá en esa ocasión había olvidado la fecha en cuestión y fue gracias a Xeno que pudo enmendar ese desliz, pero ahora las cosas eran diferentes y tenía muy presente dicha fecha.
—Tantos años y aún sigues sonrojándote por ese beso.
—¡Fue el primero que recibí en mi vida! No puedo creer tu absurda capacidad para no sonrojarte con esas cosas Senku. —le dió una genuina mirada incrédula, envidiaba eso de él. Senku parecía más hábil para manejar ese tipo de situaciones.
Aunque, claro que había excepciones.
—Recuerdo que de hecho fuiste tú la que iba a besarme mientras estaba tomándome mi tiempo descansando. Leona descarada.
—¡Ja! No sé de qué hablas. —En retrospectiva, bueno sí, Kohaku fue la que iba a besarlo en esa ocasión pero al final fue Senku quien dió ese primer paso que dejó en claro que ambos estaban en la misma página en cuanto a sentimientos.
Sin embargo eso no le impidió a Kohaku fingir falsa indignación y cruzarse de brazos, volteando la cara al lado contrario para que él no pudiera ver el sonrojo en su rostro. No le daría esa ventaja.
Él no dijo nada y en lugar de eso un silencio acogedor cayó e inundó el ambiente entre ambos. Senku decidió entonces que era el momento adecuado para entregarle a Kohaku el regalo de cumpleaños que había preparado ese día.
Del bolsillo de su camisa sacó una pequeña y austera caja de madera, miró de soslayo a Kohaku quién aún permanecía observando la Luna en el cielo. Internamente Senku admitió que esa visión de su esposa era realmente hermosa, tal fascinación en sus ojos aguamarina, aún cuando incluso ella había estado en aquel lugar junto a él acompañándolo en su decisiva batalla contra el Why-man.
Kohaku siempre estuvo a su lado desde el momento en el que la conoció y lo guió a lo que se convirtió en su reino científico, ella era su compañera después de todo y la mujer que de alguna extraña e inesperada manera robó su estoico corazón.
Senku le tendió la pequeña caja y sólo entonces Kohaku pareció dejar su interés por la luna para enfocarse completamente en ese detalle. Lo miró con intriga y después enfocó su mirada interrogante hacia él.
—Feliz cumpleaños, Leona. —una media sonrisa se patentó en los labios de Senku.
—¿Qué es esto?
—Ábrelo y lo velo por tí misma.
Kohaku buscó algo en la mirada de Senku, cualquier indicio que pudiera decirle qué podría ser aquello, pero lo que encontró fue esa cálida sensación de antaño. Entonces la guerrera tomó en sus manos la pequeña caja y con sumo cuidado la abrió, un suspiro de asombro escapó de sus labios cuando miró lo que descansaba dentro.
La mirada de Kohaku se volvió borrosa debido a las lágrimas acumuladas que amenazaban con derramarse en cualquier momento, ella no podía creer lo que estaba viendo.
—Es mi Madre… —susurró con incredulidad y nostalgia.
¡La imagen familiar de su madre en una fotografía! ¿Pero cómo? ¿De dónde había sacado eso Senku? Más aún cuando parecía que Ameji estaba sonriendo directamente hacia ella en esa fotografía, como si realmente hubiera tenido la intención de posar de esa manera en la imagen. Y por sobre todo… se trataba de una fotografía, no simplemente de un retrato… alguien había tomado esa fotografía de su madre.
Y ese alguien era…
—Fuiste… ¿Lo hiciste tú? —Kohaku se volvió hacia Senku, sosteniendo esa fotografía con fuerza en sus manos—. Por eso llegaste tarde a la cena ¿Verdad?
Kohaku pensó que se trató simplemente de pendientes en el laboratorio con los proyectos, con media hora de retraso Senku se presentó en la casa de Ruri y Chrome esa noche. No aparentó nada fuera de lo común y para el caso, Chrome tampoco mencionó nada detrás del misterio y ese regalo.
—Fuimos todos los del equipo en realidad, le pedí a Chrome y a Suika que no dijeran nada. —Ishigami se encogió de hombros, al menos también debió darle parte del crédito al resto del equipo por su ayuda en esa misión.
Sin previo aviso Kohaku envolvió a Senku en un cálido y fuerte abrazo, hundiendo su rostro en el pecho del científico. A diferencia del Senku del pasado, esta vez él correspondió dicho gesto y la sostuvo también, envolviendo a su Leona por la cintura.
—¿Cómo fue que lo conseguiste? —ella quiso saber.
—Siendo directo, sabes que odio los rodeos. —Senku pudo sentir a través de la tela de su camisa, la sonrisa de su esposa.
Por supuesto, a Kohaku ya no podía sorprenderle ese método de él. Senku siempre sería Senku sin importar el paso del tiempo.
Ella se separó de él para poder mirarlo cuando cayó en cuenta de algo importante.
—¿Esto no traerá problemas a esa época?
—Nah, al menos no cambiará demasiado el rumbo de los hechos en esa realidad, puede incluso que sea una posible ventaja para mi yo de esa línea temporal. Tu madre prometió guardar el secreto.
Kohaku no estaba realmente convencida de aquello, pero quiso creer en Senku, después de todo él nunca le había fallado.
Miró nuevamente la fotografía de su madre en sus manos, recordando cada detalle de ella y admirando lo hermosa que era. Su muerte fue tan repentina, ciertamente los síntomas de la neumonía fueron más severos en ella que en Ruri y después de enterarse sobre la condición de su hermana, Kohaku perdió a su madre tres años después.
Cuando Kokuyo le pidió entonces dos años después, ser la sustituta de Ruri debido a la premisa de su inevitable muerte, Kohaku no pudo más que negar ese destino para ella y su hermana. El día que se enteró de la enfermedad de Ruri se juró encontrar la manera de curarla, salvarle la vida costara lo que costara.
Ella conoció a Senku tres años después de la muerte de su madre, de alguna manera él fue ese rayo de esperanza en su vida.
Y aún lo era.
—Gracias. —Kohaku se acercó nuevamente para besarlo, transmitiendo así todo lo que sentía por él.
Senku supo que ese agradecimiento no se reducía simplemente al obsequio en sus manos y ese beso se lo dejó muy en claro.
.
.
.
Fin.
N/A:
Un pequeño fic para el cumpleaños de Kohaku, me tomé la libertad de usar todo el Ooc (personajes fuera de carácter) para esta historia, perdón por eso uwu
También fue la oportunidad de usar a Ameji, la OC que creé como madre de Kohaku y Ruri. Quería hacer también algo con los cachorros pero no tuve tiempo, quizá para la próxima, aunque igual hubo menciones de ellos :3
Y pues nada, un aporte para esta fecha nunca está de más. Espero que les gustara y si es así espero poder leer sus comentarios al respecto, eso ayuda muchísimo n.n
Oh y ya saben, disculpen por los posibles errores ortográficos y de redacción que esto pueda tener.
Hasta la próxima!! (/n.n)/
