Capítulo 2

Primer encuentro

Los rumores sobre el nuevo beyluchador que había estado causando revuelo en la ciudad terminaron llegando a oídos de Kenny.

Todos decían que era muy hábil y que hasta el momento nadie había logrado vencerlo. Eso último despertó su curiosidad.

Le intrigaba muchísimo saber qué tipo de técnica de juego usaba, pero sobre todo ansiaba ver cómo sería su beyblade.

Estaba seguro de que los chicos se entusiasmarían con la noticia, así que ni bien se enteró de aquello salió a toda prisa a contarles.

Primero se dirigió a la casa de Tyson, pues era la que le quedaba más cerca.

Ni bien llegó se encontró con el señor Granger, quien como de costumbre estaba barriendo la entrada de la vieja casa de estilo japones.

—¡Buenos días, señor Granger! —saludó alegremente Kenny.

—¡Oh, hola Kenny! —saludó de vuelta el anciano—. ¿Buscas al pequeño campeón?

—Jaja, sí —confirmó divertido.

—¡Vamos, pasa! —indicó el anciano, dejando de lado su labor matutina—. Estoy seguro que le alegrará verte.

—Gracias, Sr. Granger —se apresuró a decir Kenny.

—¡Increíblemente, se levantó temprano esta mañana y se puso a entrenar kendo! —comentó divertido, mientras lo guiaba hacia el dojo.

—¡Wow! Eso sí que es raro en él —dijo sorprendido—. Por cierto, ¿y Rai?

—Salió hace un rato —comentó el anciano sin detenerse—, creo que se fue a casa de Max.

—Ya veo —dijo un tanto desilusionado, pues esperaba poder contarle las nuevas noticias a él también.

—¡Oye Tyson, tienes visita! —informó levantando un poco la voz, para llamar la atención de su nieto.

—¿Qué? —preguntó confundido, pero entonces vio a Kenny de pie junto a su abuelo—. ¡Hola jefe! ¿Qué te trae tan temprano por aquí?

—¡Hola!, ¿tienes un minuto? —preguntó animadamente.

Tyson se sintió confuso por las palabras de su amigo, pero supuso que quizás quería hablarle de algo relacionado con el campeonato, por lo que no tuvo problema con interrumpir su sesión de entrenamiento para escucharlo.

—¿Y bien, de que se trata? —preguntó lleno de curiosidad, tras sentarse en el piso de madera.

—Me enteré que han estado corriendo rumores sobre un nuevo beyluchador. Dicen que llegó recientemente a la ciudad, pero lo sorprendente es que todos aseguran que no ha perdido una sola beybatalla…

Eso último fue más que suficiente para despertar el entusiasmo de Tyson.

—¿Y qué estamos esperando? ¡Vayamos a buscarlo! —exclamó emocionado tras ponerse en pie.

—… Jeje, ¿no crees que primero deberías cambiarte de ropa? Aun tienes puesto tu traje de kendo —observó Kenny.

—¡Oh rayos!, olvidé que estaba practicando. ¡Arg!, solo dame un minuto para cambiarme y saldremos enseguida —pidió antes de salir corriendo hacia su habitación.

Y sorprendentemente, concluyó dicha tarea en tiempo récord.

—¡Tyson, espera! ¡Harás que me caiga! —indicó Kenny, que estaba siendo casi arrastrado por un eufórico Tyson, que lo había sujetado por la muñeca para salir corriendo en busca del beyluchador misterioso.

—¡Nos vemos luego, abuelo! —se despidió sin dejar de correr, tras cruzar el umbral de la entrada principal.

—¡Hasta luego, señor Granger! —alcanzó a decir Kenny.

—Jaja. ¡Que les vaya bien, chicos!


Lucy y Colmillo caminaban sin rumbo fijo por las calles de la ciudad, cuando el repentino sonido de una llamada entrante en el celular de Lucy les hizo detenerse.

Sin mucho ánimo, Lucy lo extrajo del bolsillo trasero de su pantalón y presionó la pantalla para aceptar la llamada.

—¿Disfrutando de tu libertad? —preguntó de forma burlona una voz masculina, pero Lucy se abstuvo de responderle, pues no quería caer en sus provocaciones.

—¿En qué puedo servirle, señor? —preguntó ella, intentando cambiar de tema.

—¡Hmm! Solo llamé para informarte que debes pasar a las oficinas de la BBA —dijo Boris, usando un tono de voz más formal—. Ahí te darán informes sobre el itinerario que el equipo seguirá para ir al campeonato mundial, entre otras cosas.

—¡Entendido, señor! —confirmó Lucy, manteniendo un tono monótono en su voz.

—¡Por cierto!, no te olvides de lo que pasará si incumples con tu deber —dijo con un tono ligeramente amenazante.

Esto hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de Lucy.

— ¡Por supuesto que no, señor! —aseguró ella, intentando disimular su nerviosismo.

—¡Bien!, seguiremos en contacto —dijo Boris, finalizando la llamada.

—"¡Te odio!, ¡te odio!" —repitió Lucy en su mente con gran rabia.

—Lu, ¿te encuentras bien? —preguntó Colmillo, al notar que le temblaba la mano.

—S-si —respondió entrecortadamente Lucy.

Pero para Colmillo era evidente que no lo estaba.

—¿Segura que te encuentras bien? —volvió a preguntarle.

—¡Si! –aseguró.

Pero al ver la expresión de reproche de su lobuno amigo agregó:

»Es solo que desde que llegamos aquí, he estado sintiéndome algo extraña —dijo para desviar la atención de lo que Boris le había recordado en la llamada.

Colmillo imaginó que eso se debía a la nostalgia que le traía estar en la ciudad.

—¿Y si vamos a buscar a Kai? —sugirió, pues sabía lo mucho que ella añoraba verlo.

—¿Eh?

—¿Acaso, no quieres verlo? —preguntó confuso ante la reacción de Lucy.

La respuesta a esa pregunta era ovia: "claro que quiero verlo", pero dada la situación en la que se encontraba no consideraba que ir a la mansión para buscarlo fuera lo más sensato.

—Por supuesto que me encantaría verlo de nuevo, pero…

— Descuida, no tienes que explicarme nada… ¿Hoy también irás a jugar beyblade? —preguntó para distraerla.

—Uhm… quizás sí —titubeó—. La verdad es que me resulta aburrido enfrentar a un montón de novatos, pero creo que será lo mejor para aclarar mi mente.

—En ese caso, yo iré de cacería.

—Ok, solo procura no meterte en problemas.

—Ja, eso debería decirlo yo —se burló Colmillo.


—¡Wow! ¡¿Qué es todo esto?!, ¿por qué hay tanta gente jugando al beyblade? —preguntó Tyson un poco abrumado, al ver que por todo el parque había personas de diversas edades jugando animadamente.

—Jeje. Desde que se supo que iríamos al campeonato mundial, todo el mundo se volvió loco por el beyblade —le explicó Kenny.

—¡Genial, soy una celebridad!

—¡Veo que la fama se te subió a la cabeza! —comentó a modo de broma un chico alto, que vestía como un jugador de baloncesto.

Tyson y Kenny lo reconocieron al instante.

—¡Andru! —dijeron al unísono.

— Jeje. ¿Qué tal chicos?, cuanto tiempo sin vernos. ¿Qué los trae por aquí?

—¡Vine a enfrentarme a ese supuesto bey luchador invencible! —respondió Tyson, con su acostumbrada actitud de campeón.

—Jaja, ya veo, pero no creo que puedas enfrentártele. Muchos le han pedido una beybatalla desde que llegó, pero los ha rechazado a todos.

—Ja, pues yo dudo que rechace la oportunidad de enfrentarse a un campeón como yo —aseguró—. Y si lo hace, seguro que es porque tendrá miedo de perder.

Mientras tanto, Lucy se encontraba sentada en una banca cercana a los bey estadios. No tenía ánimo de nada, pues aún se sentía alterada por la llamada de Boris.

—Lo siento, pero hoy solo estaré de espectadora —dijo a un par de chicos, que se retiraron decepcionados.

Ansiaba irse del parque, pero como había acordado reunirse con Colmillo ahí, no podía hacerlo. Y como estaba tan absorta en sus pensamientos, no había advertido que Andru, Tyson y Kenny caminaban hacia ella.

—¡Mira Tyson, ahí está! —dijo Andru señalando en dirección a Lucy.

—¡Qué! ¡El bey luchador invencible del que todos hablan, ¿es una chica?! —gritó Tyson, provocando que varias miradas curiosas se fijaran en él.

Lucy lo miró con fastidio, pues no estaba de ánimos para soportar a un bobo que la menospreciara por su género.

—No deberías subestimarme por ser una chica —dijo molesta, en cuanto los tuvo frente a ella.

Y por un momento, Tyson se perdió en su mirada, pues sintió que expresaba una gran determinación y fuerza.

»¡Hmph!, me marcho —dijo fastidiada, pues no tenía ánimo ni paciencia para tratar con alguien como Tyson.

—¡Por favor espera!, no te vayas —pidió Kenny.

—¡No tengo por qué quedarme! —exclamó molesta—. Además, ¡ya estoy harta de enfrentarme a novatos!

—¡Pues déjame decirte que yo no soy ningún novato! —se apresuró a decir Tyson—. Mi nombre es Tyson Granger, y soy miembro del equipo BladeBreakers, campeones de los torneos de china y estados unidos.

Aquello fue más que suficiente para despertar el interés de Lucy.

—"¡Hmm, esta será una buena oportunidad para medir las habilidades del equipo de la BBA!" —pensó—. ¡Bien, entonces demuéstrame que tan buen jugador eres! —dijo retando a Tyson.

—¡Jaja, pero por supuesto que lo haré! —le aseguró.

Ambos contendientes se colocaron en su respectivo lado del mini bey estadio, y pronto una multitud empezó a reunirse en torno a ellos.

—El primero en sacar a su oponente del plato será el ganador —indicó Kenny.

—¡Listos!¡Tres, dos, uno… Let it rip! —gritaron al unísono los chicos que se habían reunido en torno a ellos.

—¡Vamos, Dragoon! —exclamó Tyson, y entonces Dragoon se precipitó contra el beyblade azul celeste de Lucy.

—Ja, eres demasiado predecible —comentó ella.

—¡¿Qué?! ¡¿A dónde se fue?! —preguntó Tyson, un tanto confundido al ver que su ataque había sido esquivado en el último momento.

—¡Increíble!, su beyblade aumentó la velocidad en una fracción de segundo para esquivar el ataque de Tyson —murmuró Kenny sin apartar la vista de su laptop, pues quería conseguir las mejores tomas del enfrentamiento, para poder hacer un análisis detallado más tarde.

—Mi turno —dijo esbozando una sonrisa, y entonces exclamó: —. ¡Graywolf, usa doble equipo!

Y tras dar esa indicación, el beyblade de Lucy disminuyó por intervalos de tiempo su velocidad, creando así la ilusión de que eran dos beyblades los que flanqueaban a Dragoon.

Tyson estaba sorprendido y confundido, pues no sabía desde que lado vendría el ataque del beyblade de Lucy.

—"¿Derecha o Izquierda?" —se preguntaba sin apartar la mirada del plato de juego.

Y cuando el beyblade de Lucy se detuvo por un instante a su izquierda, se precipitó a hacer que Dragoon atacara.

—¡Error! —dijo Lucy manteniendo la calma, e inmediatamente hizo que Graywolf atacara desde el lado contrario, provocando que Dragoon saliera despedido hacia arriba.

—¡Dragoon! —gritó Tyson, para hacer emerger al Dragón azul de su bit de poder.

—¡Interesante!, ¡pero no lograrás volver al bey estadio a tiempo! —le advirtió ella.

—¡Vamos Tyson, tú puedes hacerlo! —lo animó Kenny.

—Hmph… ¡Graywolf, terminemos con esto! ¡Embístelo! —ordenó Lucy a su beyblade.

Y tras esa indicación, un fuerte resplandor los envolvió por un instante, entonces Tyson sintió que algo pasó a toda velocidad por su izquierda.

—¡Ja, otra victoria fácil! —exclamó Lucy triunfante, en cuanto vio que su beyblade continuaba girando, mientras que el de Tyson había quedado a varios metros de distancia del plato de juego.

Nadie entendía lo que había ocurrido; ni siquiera Kenny, que había estado al pendiente de cada movimiento.

—… ¡Oh!...

—… ¡Eso fue increíble!...

Murmuraron algunos chicos de entre la multitud.

Y cuando Lucy detuvo su beyblade, Kenny pudo apreciar lo complejo de su diseño.

—¡Wow! ¡Que beyblade tan sofisticado! ¿Podría verlo por un momento? —preguntó emocionado.

—No… Lo lamento, pero no permito que nadie analice mis cosas.

Fue la fría respuesta que recibió por parte de Lucy, quien inmediatamente les dio la espalda y se retiró del lugar.

—Hmph…, ¿cuál es su problema? —preguntó Tyson molesto, por la actitud de Lucy para con Kenny.

—"Esa chica es muy hábil, me gustaría saber un poco más sobre ella" —pensó el jefe, mientras la veía retirarse.

—Creí que harías salir a Graywolf, en cuanto ese chico liberó a su bestia bit —comentó Colmillo, tras salir de entre unos arbustos.

—Hmph, ¿para enfrentar a un fanfarrón como él? —exclamó molesta.

—Jeje, por lo visto te hizo enfadar —comentó divertido.

—¡Agh! ¡Será una molestia ser compañeros de equipo! —comentó frustrada— ¡Tsh!, como sea. Vayamos a las oficinas de la BBA, pues tengo que ir a recoger algunos documentos.


Lucy sintió una punzada en el estómago en cuanto llegó junto a Colmillo al edificio de la BBA.

Ciertamente las instalaciones se veían diferentes de como las recordaba, pero, aun así, podía rememorar las contadas ocasiones en las que había ido acompañando a su padre, cuando este tenía que entregar los planos de los nuevos diseños que había terminado.

Tras inspirar hondo para calmarse, se encaminó con paso firme hacia la recepción, seguida por Colmillo que miraba con curiosidad todo el lugar, pues encontraba interesante ver lo diferente que era en comparación con la abadía.

Y tras informarle al recepcionista el asunto por el que estaba ahí, este le entregó un pase de visitante y le indicó hacia dónde debía dirigirse.

—Uhm… Creo que es aquí —comentó Lucy, tras salir del elevador.

Una vez más inspiró hondo para tranquilizarse, y entonces se dirigió al único escritorio que había afuera de lo que parecía una oficina principal; ahí una mujer le saludó cortésmente, y le indicó que tomara asiento.

—En un momento te entregare la carpeta con los documentos que te serán necesarios para participar en el campeonato —dijo la mujer manteniendo un tono formal, pero agradable en su voz.

—Entendido, gracias —confirmó Lucy.

Y mientras esperaba a que ella volviera con la carpeta, un hombre mayor de aspecto jovial salió por la puerta de la oficina y se encaminó hacia ella.

En cuanto Lucy se percató de eso, se levantó de su asiento y lo saludó cortésmente, haciendo una reverencia al estilo japones.

Esto tomó por sorpresa al anciano, pues no esperaba que ella lo saludara tan formalmente.

—¡Hola Lucy!, soy el Señor Dickinson —se presentó manteniendo un tono jovial en su voz—. Sé que han pasado muchos años desde la última vez que nos vimos, así que quizás no me recuerdes.

—Creo que lo recuerdo vagamente, señor. Por lo que le ruego me perdone —se apresuró a decir Lucy, manteniendo un tono formal.

—Jeje, descuida, no pasa nada —aseguró—. Y no te preocupes, puedes hablar de manera casual conmigo.

—¡Buenas tardes, Sr. Dickinson! —saludó la secretaria, que estaba de regreso con la carpeta que le entregaría a Lucy.

—¡Buenas tardes, Srta. Fukuda! —saludó de vuelta el anciano.

Y tras finalizar con las formalidades, la mujer le entregó a Lucy la carpeta, e inmediatamente le explicó lo que contenía:

—Dentro de la carpeta podrás encontrar tu boleto para el crucero que los llevará hasta Hong Kong, así como el itinerario de viaje y el código del vuelo que los llevará a Moscú... Como las fechas del campeonato aún no han sido definidas, se les harán saber después —agregó la mujer.

—De acuerdo —confirmó Lucy.

El señor Dickinson sonrió complacido al escuchar la explicación de la Srta. Fukuda, y en cuanto ella hubo terminado de hablar, se apresuró a entregarle una tarjeta de presentación a Lucy.

—¡Te dejare mi tarjeta en caso de que necesites ayuda con algo! —comentó repentinamente, sin dejar de lado su actitud jovial.

—Uhm…, gracias —dijo distraídamente mientras leía la tarjeta.

Y por un breve momento, Lucy consideró la posibilidad de que, quizás, él podría ayudarla con su situación; pero descartó rápidamente la idea, ante el riesgo que implicaba hablarle a alguien de ello.

—¡Puedes contactarme con total confianza! —aseveró el Sr. Dickinson al notarla pensativa—. ¿De acuerdo?

—Sí, gracias Sr. Dickinson —respondió Lucy.

Y antes de proceder a retirarse; por curiosidad, abrió la carpeta y empezó a revisar vagamente los documentos.

»¿Uhm?... Disculpe, ¿para qué es esta tarjeta? —preguntó mostrándosela a la secretaria.

—¡Pero que distraída soy! —expresó apenada—. Esa tarjeta, te servirá para pagar todos tus gastos: como comida, hospedaje y ropa, en caso de que la requieras.

—¡Oh!, entiendo.

—"¿Uhm?" —. Colmillo se extrañó al ver que Lucy se sorprendió y emocionó al oír aquello.

—Bueno… Si me disculpan, me iré retirando. En verdad les agradezco mucho su amabilidad.

—Jeje…, no fue nada, pequeña —aseguró el anciano.

—¡Buena suerte en el campeonato! —le deseó la Srta. Fukuda.

Y una vez más, Lucy hizo una reverencia para despedirse de ambos.

En cuanto ella se retiró, el Sr. Dickinson regresó a su oficina e inmediatamente hizo una llamada desde su teléfono.

—… Jeje si, sigue siendo una jovencita muy educada; y parece estar mejor de lo que pensábamos —aseguró el señor Dickinson mientras hablaba por teléfono.

—¡Me alegra escuchar eso! —comentó aliviada la persona con la que el señor Dickinson hablaba por teléfono.

—Y no se preocupe, déjelo todo en mis manos. Me aseguraré de que esté a salvo…

—¿Por qué estas tan feliz? —preguntó Colmillo, en cuanto salieron del edificio.

—¡Porque ella dijo!: Esa tarjeta, te servirá para cubrir todos tus gastos —dijo repitiendo las palabras de la Srta. Fukuda.

—¿Y, que con eso? —preguntó Colmillo, pues seguía sin comprender.

—¡Pues es que, con esa tarjeta podremos comprar tanta comida como queramos!, ¡incluso podremos pagar una habitación de hotel! —decía emocionada— ¡No imaginas las ganas que tengo de meterme a un ofuru!

—¡La idea de la comida me agrada! —dijo Colmillo con entusiasmo.

—¡Entonces, vayamos a conseguir algo delicioso! —propuso Lucy, y Colmillo asintió.


Tras deleitarse con un par de ordenes de takoyaki, y un tonkatsu de cerdo, Lucy y Colmillo ingresaron a un combini en busca de algunas golosinas.

—Uhm, ¿podemos llevar una bolsa de esto? —preguntó Colmillo señalando con la nariz una bolsa de galletas, cuyo aroma había capturado su atención.

—¡Claro! —aseguró Lucy, pero cuando leyó la etiqueta de la bolsa, dudó en si debía o no explicarle que esas eran galletas para perros.

Pero como lo vio tan interesado en ellas decidió no decirle nada, y solo dejar que las disfrutara.

Y tras hacerse con una pequeña variedad de golosinas, ambos optaron por retirarse a un parque infantil cercano para disfrutarlas con tranquilidad.

—¡Estas cosas están bastante sabrosas! —aseguró Colmillo, tras haberse terminado la mitad de la bolsa de galletas.

—"Jeje, si supiera lo que son esas galletas en realidad" —pensó divertida.

—¿En qué piensas? —preguntó Colmillo, al ver que Lucy observaba a una pareja de niños de entre cinco y seis años de edad, que se divertían practicando beyblade.

—Solo estaba recordando los momentos que pasé practicando beyblade junto a Kai —confesó.

Y mientras le decía eso, el beyblade de la niña salió disparado en su dirección; pero por fortuna, terminó cayendo a los pies de Lucy.

—¡Perdón, onee-chan! —se disculpó la niña.

—Descuida, no pasó nada —dijo amablemente Lucy, tras entregarle el beyblade.

—¡Wow! ¡Qué bonito perrito tienes! —exclamó la niña, provocando que tanto Lucy, como Colmillo se sorprendieran al saber que podía verlo.

»¡¿Puedo acariciarlo?! —preguntó emocionada.

—Uhm… —Lucy dudaba un poco sobre que responderle, pero entonces Colmillo tomó la iniciativa y acercó su cabeza a la mano de la pequeña.

—¡Wow, estás muy suave Sr. perrito!

—Ajaja, él no es un perrito, es un lobo —la corrigió Lucy.

— ¡Oh!, perdón Sr. Lobito, no quise ofenderte —se disculpó la niña, y en respuesta Colmillo le dio un beso en la mejilla.

—Jejeje, me haces cosquillas —dijo entre risas la pequeña.

—¡Nanami! —la llamó su compañero, al ver que se estaba demorando en volver.

—¡Ya voy! —respondió.

—¡Buena suerte con la práctica! —le deseó Lucy.

—¡Gracias!, ¡nos vemos onee-chan, y señor lobito! —se despidió la niña.

—Ajaja. Nunca imaginé que alguien, además de los que poseen una bestia bit, pudiera verte cuando ocultas tu presencia —comentó sorprendida.

—Uhm… tendré que ser más cuidadoso —dijo Colmillo con aire pensativo.


—¡Si!, al fin podré darme una ducha con agua caliente! —exclamó emocionada en cuanto entraron a la habitación de hotel.

—¿Uhm?... ¿Qué se supone que es eso? —preguntó Colmillo, al ver lo que le pareció un enorme objeto forrado con tela blanca.

—Jeje, eso es una cama —explicó Lucy divertida.

—¿Y para qué sirve? —preguntó confuso, pues nunca antes había visto una.

—Pues para dormir —respondió Lucy distraídamente, mientras se preparaba para entrar al baño—. Deberías subirte y probarla, estoy segura de que te gustará—. Le aseguró antes de cerrar la puerta del baño.

Pero Colmillo no acababa de sentirse cómodo con la idea de que podían bajar la guardia estando en ese lugar.

—Uhm… ¿Estás segura de que podemos relajarnos estando aquí adentro? —preguntó Colmillo, mientras echaba un rápido vistazo alrededor de la habitación.

—¡Por supuesto que sí! —le aseguró Lucy desde la ducha.

—Uhm… ¡De acuerdo! —confirmó más tranquilo, tras verificar que no había nada peligroso en la habitación.

Y mientras esperaba a que Lucy terminara de disfrutar del ofuru, se dispuso a verificar que tan cómoda era la cosa que ella había llamado cama.

—¿Uhm?… Esto es extraño, mis patas se hunden como en la nieve, pero no se siente frio —dijo para sí, tras subirse de un salto.

—En verdad extrañaba lo bien que se está en el ofuru —comentó Lucy saliendo del baño, tras pasar un agradable rato metida en el ofuru.

Pero pronto se dio cuenta de que Colmillo no había escuchado lo que dijo.

—"Jeje, supongo que si le agradó" —pensó al ver que su lobuno compañero dormía plácidamente en la cama.

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