Capítulo 3

Caminos separados que vuelven a unirse

Gracias al financiamiento de la BBA, Lucy y Colmillo habían podido quedarse a descansar cómodamente en la habitación de hotel, durante un par de días.

La noche anterior, Lucy le había dicho a Colmillo que el barco en el que viajarían con el equipo de la BBA, zarparía poco después del mediodía. Por ello, él había estado pendiente de despertarla temprano.

—¡Vamos Lu, despierta ya! —dijo por enésima vez.

—Uhm…, sólo dame cinco minutos más —musitó ella, rehusándose a salir de debajo de la colcha.

—¡No! —dijo Colmillo, con un tono más severo. —Si sigues durmiendo, ¡no alcanzaremos a subir al barco! —le advirtió.

Y en cuanto Lucy lo escuchó decir eso rodó sobre su izquierda, para poder mirar de reojo el reloj que había sobre la mesita de noche.

—¡Rayos! —exclamó molesta, al percatarse de la hora—. ¡Tendremos que correr para llegar a tiempo! —aseguró tras levantarse de un salto.

—Hmph… Eso es justo lo que estaba intentando prevenir —se quejó Colmillo, mientras la veía guardar apresuradamente sus pertenencias en la maleta.


Esa mañana, poco antes de salir junto a sus padres rumbo al puerto de embarque. Kenny recibió una llamada del Sr. Dickinson, y lo que éste le informó lo tomó por sorpresa. Dejándolo bastante contrariado.

—¿Por qué estas tan pensativo? —lo cuestionó su madre, en cuanto terminaron de hacer el check-in—. Pensé que estarías emocionado por tener la oportunidad de viajar en un crucero, con todos los gastos pagados, y junto a tus compañeros de equipo.

—Umh…, si lo estoy —aseguró Kenny, sin salir de su ensimismamiento.

—¡Vamos querida, no lo agobies! —pidió su marido, al ver que su esposa iba a protestar.

La mujer dejó escapar un suspiro, y manteniendo un tono levemente severo pidió:

—¡Sólo prométeme que te alimentarás adecuadamente, y que no te meterás en problemas!

—¡Descuida mamá, estaré bien! —aseguró Kenny, esbozando una sonrisa sincera.

Entonces su madre lo abrazó, y comenzó a sollozar.

—¡Que tengas un buen viaje! —dijo entrecortadamente con lágrimas en los ojos.

—¡Oh… vamos mamá! ¡No te pongas así! —pidió Kenny, intentando mantener la compostura.

Repentinamente, el sonido de un timbre resonó en la sala, seguido por un anuncio del personal de la naviera:

—Atención pasajeros. Solicitamos a todos los que hayan concluido con su check-in, que se dirijan a los filtros de seguridad, para posteriormente abordar el barco.

Al escuchar eso, los tres se apresuraron a presentarse a la puerta correspondiente.

—¡Mucha suerte en el campeonato! —le deseó su padre, dedicándole una gran sonrisa.

—¡Gracias Papá! —expresó Kenny, un poco más animado.

—¡Hasta pronto! —dijo su madre despidiéndose con la mano.

—¡Gracias mamá!¡Gracias papá!¡Nos veremos pronto! —aseguró Kenny, intentando mantener una sonrisa. Parte de él odiaba dejar atrás a sus padres. Pero otra ansiaba encontrarse con sus compañeros de equipo.

Una vez abordo, Kenny se apresuró a dirigirse a la cubierta principal. Ya que anteriormente todos habían acordado que ese sería el punto de reunión.

Por fortuna para él. Tyson, Max y Rai ya estaban ahí. Esperando por él, y por su capitán de equipo.

Como faltaba poco para que el barco zarpase, Kenny supuso que Kai no debía tardar mucho en llegar. Por ello, decidió que lo mejor sería esperarlo para darles la noticia a todos juntos, y discutirla como equipo.

—¡Ya quiero estar en Rusia! ¡No puedo esperar más! —exclamó un eufórico Tyson, dando pequeños saltos.

—Jeje, yo también ansió estar allá —aseguró Rai, que, a diferencia de Tyson, lograba controlar mejor su entusiasmo.

—¡Muero por saber ¿Con que clase de bey luchadores nos encontraremos?! —confesó Max, emocionado.

—Quién sabe —repuso Tyson—, ¡pero de seguro nos irá bien como en los otros campeonatos! —aseguró muy confiado.

Y al escuchar eso último, Kenny no pudo seguir aguardando por Kai.

— Uhm… Chicos, hay algo que debo decirles —dijo un tanto nervioso, atrayendo inmediatamente la atención de sus amigos.

—¿Eh? ¿De qué se trata, jefe? —preguntó Rai.

—Pues… —comenzó a decir, pero rápidamente se interrumpió. Temía que el ánimo de sus compañeros decayera ante lo que estaba por contarles.

—Ajá, ¿y? —apremió Tyson, que no entendía porque su amigo se demoraba tanto en hablar.

Al sentirse presionado por las miradas de sus amigos, Kenny inspiró hondo para tomar valor.

—Uhm…, el Sr. Dickinson me llamó esta mañana… y me dijo que se unirá un nuevo integrante al equipo —consiguió decir al fin.

—¡¿Qué?! —dijeron al unísono Max, Rai y Tyson, tras escuchar la repentina noticia.

—¡Esto es injusto! —protestó Tyson.

—¡Concuerdo, no necesitamos otro compañero! —se quejó Max.

—¿Por qué quiere agregar otro integrante al equipo? —preguntó Rai, pues al igual que sus compañeros, se sentía confundido y sorprendido por la repentina noticia.

—No me dio muchos detalles al respecto —explicó Kenny, intentando retomar la palabra—, solo me dijo que...

—Así que ¿Ustedes son los BladeBreakers? —preguntó una voz femenina, interrumpiendo a Kenny, y tomando por sorpresa al distraído grupo.

Por un breve momento los chicos pensaron que se trataba de alguna fanática. Pero en cuanto se voltearon a verla, Tyson y Kenny la reconocieron de inmediato.

—¡Tú!, ¿de nuevo? — exclamó Tyson, entre sorprendido y molesto al encontrarse una vez más con ella.

—¿La conoces? —preguntó Rai, desconcertado por la reacción de Tyson.

—No exactamente —dijo encogiéndose de hombros—. La verdad es que hace unos días me enfrenté a ella en una beybatalla…, y me venció sin siquiera intentarlo —confesó Tyson, sintiéndose un tanto avergonzado.

—Ja. Eso te pasa por subestimar a tu oponente —le dijo Lucy mirándolo a los ojos, y manteniendo un tono impasible en su voz.

—Si bueno, ¡eso es problema mío! —replicó él, desviando la mirada.

—Disculpa…, ¿podrías decirnos quién eres? —pidió Max.

Lucy suspiró, y procedió a presentarse ante los que serían sus nuevos compañeros de equipo.

—Mi nombre es Lucy Naekino Novikova —dijo manteniendo un acento neutro en su voz—. La BBA me pidió que me uniera a su equipo para...

—¡Esto tiene que ser una broma! —exclamó furioso Kai, interrumpiendo a Lucy y causando desconcierto entre sus compañeros de equipo.

—¿Puedo saber qué problema tienes conmigo? —preguntó molesta, tras girarse para ver de frente, a quien la había interrumpido.

Kai quedó en shock al verla.

—"¡Imposible!" —pensó al notar que la chica que tenía frente a él, tenía un gran parecido con la Lucy que había conocido en su niñez. Especialmente, en el intenso color azul de sus ojos.

Por un breve momento, Kai abrazó la idea de que fueran la misma persona. Pero entonces recordó las crueles palabras de su abuelo: «Fue una pena lo que le ocurrió a esa familia» «Y pensar que ella y tú eran grandes amigos...»

—¿Y bien…, me dirás que problema tienes conmigo, o tendré que adivinar? —preguntó Lucy con impaciencia, al ver que Kai no decía nada.

Kai la miró lleno de ira. Su expresión era bastante amenazante, pero ella no se dejó intimidar.

—¡¿Acaso el viejo te ofreció una buena compensación, si hacías esta broma de mal gusto?! —preguntó casi gritándole, tras recordar como su abuelo le había echado en cara, el hecho de que su amiga había muerto.

—¡¿Qué?! —exclamó confundida.

Como la situación empezaba a tornarse bastante caótica, el resto del equipo temió que las cosas se salieran de control.

— Ajaja, que dicen si nos tranquilizamos un poco —pidió Max un tanto nervioso; pero fue ignorado.

—Escucha…, no sé qué problema tengas conmigo —repuso Lucy, intentando aclarar la situación—. Pero…

—¡Mi problema es que es imposible que seas quien dices ser! —replicó Kai gritando—. ¡Porque la familia Naekino Novikova, murió en un incendio! —aseguró lleno de cólera, provocando una gran conmoción en Lucy, que sintió como si hubiera recibido una bofetada, pues la hizo revivir el dolor que había sentido al saber que sus padres habían muerto.

Colmillo se crispó al ver la reacción de Lucy, y de no ser porque ella le había hecho prometer mantenerse tranquilo, ya se habría abalanzado contra Kai.

—¡Oigan!, estamos empezando a llamar la atención —indicó Kenny, al ver como las personas murmuraban y los señalaban discretamente.

—Creo que será mejor que vayamos a nuestro camarote para aclarar esta situación —sugirió Rai, intentando mantener la calma.

—Descuida…, no tengo nada más que decir —aseguró Kai con fastidio, antes de proceder a retirarse.

Y siguiendo su ejemplo, Lucy se dio media vuelta y se apresuró a retirarse por su cuenta con Colmillo.

—¡Espera…! Aún no hemos terminado de hablar —se quejó Tyson al ver que ella se iba. Pero Lucy lo ignoró, pues se sentía terriblemente abatida, y se rehusaba a permitir que la vieran llorar—. ¡Te digo que espe…!

Pero en cuanto Tyson vio la peligrosa mirada que Colmillo le dedicó, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo de pies a cabeza, haciéndolo callar de inmediato.

Como sus días en la abadía le habían enseñado que no debía dejarse ver vulnerable ante nadie, Lucy quería retirarse cuanto antes a un lugar donde pudiera estar lejos de miradas curiosas. Por ello, se encaminó junto a Colmillo, rumbo al camarote que le habían asignado.

Por su parte, Kai sabía que, de no haberse alejado de ahí, habría terminado perdiendo el control de sí mismo. Ya que en cuanto la escuchó decir: «Mi nombre es Lucy Naekino Novikova» sintió una oleada de sentimientos agolpándose dolorosamente dentro de sí, pues nunca imaginó que escucharía a alguien pronunciar ese nombre de nuevo, al menos no de esa forma tan particular. Y cuando la escuchó decir «La BBA me pidió que me uniera a su equipo para...», algo dentro de él explotó.

—¡Esto no tiene sentido! ¿Por qué la BBA haría algo así? —murmuró lleno de ira. —Si esto es en serio, será una completa injusticia que repentinamente nos obliguen a aceptar a un nuevo integrante en el equipo. —Al pensar en eso, Kai tuvo que reprimir las ganas de asestarle un puñetazo a la pared.

Cuando Lucy encontró la puerta que correspondía con el número que indicaba su tarjeta de acceso, trató de abrirla, pero como la mano le temblaba, tuvo que intentarlo unas cuantas veces antes de conseguirlo.

Una vez dentro, cerró la puerta tras ellos, se apoyó contra la pared, y se dejó caer al suelo hasta quedar sentada junto a la puerta.

Al ver eso, Colmillo gimoteó preocupado.

—Per-perdón Colmillo, pronto estaré bien —logró decir con dificultad. Sentía como si le faltara el aire. Era como si su garganta estuviera hecha un nudo, y algo oprimiera dolorosamente su pecho, y recordando las palabras de ese chico: «¡Porque la familia Naekino Novikova, murió en un incendio!», terminó por romper en llanto.

Colmillo acercó su hocico al empapado rostro de Lucy y comenzó a lamerlo en un intento por consolarla. En respuesta, ella lo abrazó y hundió el rostro en su blanco y suave pelaje, mientras dejaba que las lágrimas calmaran su apesadumbrado corazón.


Harto de deambular por ahí sin rumbo fijo, Kai se las arregló para escabullirse a la bodega de carga del barco, pues le pareció un buen lugar para practicar con su beyblade, mientras se calmaba y dejaba que su mente se aclarara.

—No cabe duda, de que eres un hombre sin escrúpulos, abuelo —dijo lleno de ira, mientras se preparaba para lanzar a su Dranzer, por enésima vez. —Puedo pasarte por alto que me eches en cara lo que pasó, pero, el que hagas que alguien finja ser ella ¡Es algo imperdonable! —exclamó furioso tirando con fuerza de la guía, provocando que Dranzer saliera disparado y se chocara contra un par de cajas de madera.

Una vez más se encaminó a recuperar su Beyblade. Y mientras lo colocaba de vuelta en el lanzador, recordó cuando le enseñó a Lucy, cómo se debía lanzar un beyblade.

Nunca antes lo habían invitado a comer fuera de la mansión. Por ello, se sintió extraño cuando la madre de Lucy lo invitó.

Sabía que lo más sensato hubiese sido negarse. Después de todo no la conocía. Pero ella era tan amable, y su forma de hablar era tan agradable, que sin pensarlo le había dicho que sí.

—¡Muy bien chicos!, pueden ir a jugar al jardín —dijo Lilia, en cuanto llegaron a la casa donde vivía con su pequeña hija, y su marido. —Los llamaré en cuanto la comida esté lista.

Kai y Lucy asintieron, e inmediatamente se fueron al jardín trasero.

—¡Oh…!, ¿tú también juegas al beyblade? —preguntó Kai a Lucy, al ver que había un bey estadio en el jardín.

Pero Lucy negó con la cabeza.

—Aún estoy por aprender —dijo un tanto decepcionada. —Se supone que mi papi iba a enseñarme, pero ha estado muy ocupado con el nuevo trabajo.

¡Si quieres, yo puedo enseñarte! —se ofreció Kai—. Mi casa no está lejos de aquí, así que puedo ir por mi beyblade, para enseñarte como jugar.

¡Qué bien, si tu casa está cerca podremos jugar seguido! —expresó emocionada—. Pero no te preocupes, podemos practicar usando el mío esta vez.

¡Me parece bien! —confirmó Kai.

Entonces iré a buscarlo ¡Volveré en un momento! —aseguró alegremente.

Y mientras esperaba a que volviera, Kai se puso a acomodar algunas botellas vacías en línea recta.

¡Wow! —exclamó Lucy cuando vio a Kai lanzar el beyblade contra las botellas y hacer que pasara en zigzag sin tocarlas.

¿Quieres intentarlo? —preguntó Kai, tras volver a colocar el beyblade en el lanzador.

Lucy asintió, e intentando imitarlo tiró de la guía. Pero su beyblade salió disparado con poca velocidad, por lo que terminó deteniéndose rápidamente.

Hmm, que mal —dijo decepcionada.

—¡No te preocupes! —se apresuró a decir Kai—. Solo inténtalo de nuevo; pero recuerda que debes sostener el lanzador así, y jalar de la guía con fuerza para que tu beyblade tenga impulso y gire por más tiempo —explicó con calma, mientras le iba mostrando como hacerlo correctamente.

Y siguiendo las indicaciones de Kai, Lucy intentó un nuevo lanzamiento. Esta vez, consiguiendo un mejor resultado.

—¡Si! ¡Lo conseguí! —dijo entusiasmada, mientras daba pequeños saltos.

¡Lo hiciste muy bien! —la elogió Kai.

—Y fue todo gracias a ti…, ¡porque eres un excelente maestro! —y tras decirle eso, la pequeña le dio un beso en la mejilla.

Kai se rió de sí mismo al recordar lo rojo que se puso, por el inesperado gesto que Lucy le dedicó.

—Hmm, esa fue la primera vez que sentí que había hecho algo bueno por alguien —dijo para sí, mientras se preparaba para tirar de la guía.

Luego de lo que le pareció una eternidad, Lucy consiguió calmarse. Aun se encontraba abrumada por la situación, pero ya no sentía el nudo en la garganta, ni la opresión en el pecho.

—Lo lamento —se disculpó al ver que había empapado parte del pelaje de Colmillo.

—Descuida —dijo Colmillo, restando importancia al asunto—. ¿Te sientes mejor?

—Si... —aseguró ella en voz baja, pues se sentía avergonzada por haberse desmoronado, pero también se sentía agradecida de tener a Colmillo con ella, pues en más de una ocasión él le había dado la fuerza para seguir adelante. —En definitiva, eres lo más valioso que tengo —pensó en voz alta.

—Tú también eres lo mas valioso que tengo —comentó de vuelta, consiguiendo dibujar una sonrisa en el rostro de Lucy.

—Jeje, que haría yo sin ti —expresó conmovida, mientras lo abrazaba con cariño. —Siempre estaré agradecida de que tu camino y el mío se hayan cruzado.

Colmillo correspondió a su abrazo inclinando levemente su cabeza, sobre la espalda de ella.

—Deberías dormir un rato. Estoy seguro de que te vendrá bien, para que así te repongas del todo —dijo Colmillo, manteniendo un tono dulce y reconfortante.

Lucy asintió. Y en cuanto trató de ponerse de pie, el broche del viejo relicario de plata que portaba oculto bajo su playera se abrió. Provocando que la cadena y el dije en forma de corazón, cayeran sobre el alfombrado piso del camarote. Ella lo tomó con cuidado y lo miró con melancolía.

Aquella pieza de joyería, que años atrás había recibido de parte de Kai, era una especie de reliquia familiar; según le había explicado él.

En un principio ella dudó de si debía aceptar algo tan valioso, pero como él le insistió en que no había problema si se la quedaba, ella lo había aceptado.

Pese a los años que tenía la pieza, la piedra negra de obsidiana que decoraba el dije de corazón, seguía manteniendo su lisa y pulcra superficie, y la plata seguía manteniendo su brillo.

Aquel objeto era como un tesoro para ella, pues no solo era un recuerdo de su preciado amigo de la infancia, también guardaba una fotografía familiar, que muy probablemente sería la única que quedaba.

No quería seguir lamentándose por el pasado, así que, dejó escapar un suspiro al pensar en eso, y se tumbó en la última cama, la cual estaba junto a la ventana que ofrecía una hermosa vista del basto océano.

—«Siempre estaremos juntos pase lo que pase» —dijo para sí, rememorando una promesa hecha años atrás con Kai—. A veces me pregunto si, ¿aún me recuerdas? —murmuró con un deje de tristeza, mientras abrazaba el relicario contra su pecho y cerraba los ojos.

—Estoy seguro de que él, aun piensa en ti —afirmó Colmillo en voz baja, manteniendo un tono dulce y sereno al hablar.


Después de presenciar el desagradable momento ocurrido entre su capitán y su nueva compañera de equipo, Max, Rai, Tyson y Kenny, terminaron yéndose al lujoso restaurante del crucero. Tanto para hablar de lo que pasó, como a petición de un hambriento Tyson, que moría por degustar las delicias que pudiera encontrar en el menú, de un restaurante de cinco estrellas.

—¡Esto es genial! ¡Podemos comer todo lo que queramos y sin tener que pagar! —dijo Tyson, quien ya tenía una gran cantidad de platillos frente a él.

—¡No, esto es vergonzoso! —se quejó Kenny al ver que nuevamente volvían a ser el centro de atención; ya que muchos de los comensales miraban incrédulos hacia su mesa, para ver como una sola persona era capaz de devorar tantos platillos de comida uno tras otro.

—¿No piensan pedir algo? —preguntó Tyson con la boca llena.

—Jeje, Tyson, dudo que quede comida en la cocina luego de que tú ordenaras —bromeó Max.

—Jaja, muy gracioso —se quejó Tyson.

—¿Ocurre algo, Rai? —preguntó Kenny, tras notar lo distraído que estaba él.

—¿Uhm? —. Aquella pregunta lo sacó de sus pensamientos.

—¡Es cierto!, has estado demasiado callado —corroboró Tyson con la boca llena de comida.

—Tan solo estaba pensando en la reacción de Kai —confesó—. Sé que ya lo hemos visto molesto antes, pero esta vez… fue diferente.

Rai no sabía cómo explicarse, pero algo en la reacción de Kai y en sus palabras le hicieron percibir cierto deje de tristeza en él.

—Uhm, quizás… se molestó por el hecho de que tendremos un nuevo integrante en el equipo —opinó Kenny algo dubitativo.

—Ciertamente eso tampoco me agradó mucho cuando Kenny nos lo dijo —confesó Max—, pero tienen que admitir que es una linda chica —comentó saliéndose de contexto.

—¡Max, a ti todas las chicas te parecen lindas! —se quejó Tyson, haciendo que sus amigos se echaran a reír.

—Oye jefe, ¿tienes información sobre la nueva integrante del equipo? —preguntó Max, que moría de curiosidad por saber algo más sobre la misteriosa chica.

—Uhm…, el Sr. Dickinson no me dio información, solo dijo que era un blader bastante capaz, y que esperaba que pudiéramos llevarnos bien —respondió algo desanimado.

—Tyson dijo que se había enfrentado a ella… —comenzó a decir Rai, pues seguía intentando comprender la situación que se había dado en la cubierta del barco.

—Yo, ¿qué? —preguntó Tyson distraídamente al escuchar la mención de su nombre.

—¡Agh, ya deja de tragar como hipopótamo y presta atención a lo que estamos diciendo! —lo regañó Rai.

—¡Ey!, soy perfectamente capaz de escuchar lo que dicen, mientras sigo comiendo —se quejó Tyson.

—Pero está claro que no es así, jeje —se burló Max.

—Cuando ella se enfrentó a Tyson, no supimos cuál era su nombre —comentó Kenny, obligando a sus amigos a dejar de lado su discusión infantil—. Intenté averiguarlo entre los beyluchadores que estaban en el parque, pero como nadie lo sabía, no pude investigar sobre ella. Pero ahora que nos dijo su nombre, le pedí a Dizzy que buscara información —comentó distraídamente, mientras colocaba su laptop sobre la mesa—. Y bien Dizzy, ¿que nos tienes? —preguntó a la IA de su laptop.

—No mucho, Kenny —respondió Dizzy con desánimo—. Por lo visto no ha participado en muchos torneos, eso por no decir ninguno… Hace aproximadamente tres años se inscribió en un torneo regional, logró llegar a las finales sin perder un solo encuentro, pero como se ausentó en la última ronda fue descalificada.

—¡Vaya, que extraño! —expresó Rai con sorpresa.

—Lo que a mí me gustaría saber —decía Tyson, mientras se metía otro bocado de carne en la boca—, es ¿por qué el señor Dickinson, quiere que ella esté en el equipo?

—Uhm… Lo más probable es que quiera que nos preparemos mejor para el campeonato —opinó Kenny, tras meditarlo un momento—. Aún no sabemos cómo son los otros competidores, y desde nuestras victorias anteriores nos hemos estado confiando demasiado.

—Es verdad —dijo Max distraídamente.

—Saben, no sé a ustedes, pero a mí me sorprendió ver al enorme perro blanco que la acompañaba —comentó Tyson—. Es el perro más grande que he visto en mi vida. ¿Se dieron cuenta de la forma en que me miró? Fue espeluznante.

Tyson se estremeció al recordar aquello, provocando que Max y Kenny se rieran.

—Oye jefe, ¿grabaste la beybatalla de Tyson contra ella? —preguntó Rai, intentando devolver la conversación a un tono serio.

Kenny asintió e inmediatamente abrió el archivo y lo reprodujo.

Tanto Rai, como Max observaron atentos.

—Wow, es bastante buena —comentó Max, al ver lo tranquila que Lucy se mantuvo, y lo rápido que su beyblade venció a Dragoon.

—Ja, podrá ser buena, pero será un fastidio tenerla en el equipo —se quejó Tyson.

—Uhm, ¿por qué lo dices? —preguntó Rai.

—¡Porque es una completa orgullosa!, y casi podría asegurarles que es bastante arrogante —replicó Tyson, al recordar la actitud que Lucy mostró cuando la conoció.

—¡Tyson!, recuerda que tú fuiste el que la hizo enfadar al subestimarla por ser una chica —le recordó Kenny.

—Bueno…, admito que no debí menospreciarla —dijo a regañadientes—, pero, ¿qué me dices de la forma en que te habló cuando le pediste que te dejara mirar su beyblade?

—Si, bueno… —Kenny intentó contradecirlo, pero no supo que responderle.

—Aún hay algo extraño en todo esto —comentó Rai—, quiero decir, lo que Kai dijo no tiene sentido...

—Rai, te preocupas demasiado por nada—se quejó Tyson, antes de devorarse un gran trozo de filete.

—¿Cómo puedes sentir el sabor de algo, si apenas lo metes en tu boca ya estas devorando algo más? —se quejó Max.

—Mira quién habla, tú le pones mostaza a todo —replico Tyson.

—¡Oye! La mostaza es deliciosa y va perfecta con todo. Te lo voy a demostrar —dijo colocando una generosa cantidad de aderezo sobre un plato lleno de fetuccini; pero esto solo desató una gran discusión entre ellos, y tanto Kenny con Rai, tuvieron que intervenir.


Para Kai, entrenar con Dranzer siempre era una buena opción para descargar sus emociones. Tras meditar la situación, había concluido que en cuanto le fuera posible se comunicaría con el Sr. Dickinson, para averiguar la verdad sobre esa supuesta nueva integrante.

De ser cierto que la BBA la había incluido en el equipo, él se encargaría de hacerle saber al Sr. Dickinson que no aceptaría esa decisión. Y si este se negaba a sacarla del equipo, él mismo se aseguraría de mandarla a Japón, o de vuelta a dónde sea que hubiese salido, pero por ahora solo quería tomarse un descanso en el camarote que le habían asignado.

Sabía que seguramente tendría que compartirlo con algún otro miembro del equipo, aunque esperaba, que por el momento la habitación estuviera vacía.

Cuando llegó a la puerta de su camarote se sintió aliviado al no escuchar las voces de sus compañeros, pero en cuanto pasó la tarjeta de acceso y la puerta se abrió, se llevó un gran disgusto.

—¡Genial!, tendremos que compartir camarote —murmuró malhumorado al ver a la nueva integrante dormida, en una de las tres camas que había.

Kai, dudó por un momento en si quedarse o no ahí. Sabía que tenía la opción de ir a buscar a los demás y hacer que alguien cambiara de camarote con él, pero como no quería recorrer el barco de arriba abajo para encontrarlos, terminó resignándose a quedarse ahí.

Colmillo tuvo que contener las ganas de gruñirle en cuanto lo vio entrar, pues no quería despertar a Lucy, así que se mantuvo expectante.

De mala gana puso su maleta sobre la cama que estaba más cerca de la puerta, y empezó a desempacar.

Trataba de ignorar que ella estaba en la habitación, pero no podía evitar verla de reojo, sin ser consciente de que un par de hermosos ojos color ámbar lo veían recelosos desde el suelo, a un costado de la cama en la que Lucy dormía.

—"En verdad tiene cierto parecido, pero es imposible que sea ella" —pensó, y un dolor agudo entre la ira y el pesar se apoderaron nuevamente de él; pues seguía convencido de que ella se había prestado a seguir el juego de su abuelo, para presentarse usando el nombre de su amiga de la infancia.

Colmillo empezaba a impacientarse con su presencia, así que en cuanto lo vio con intención de caminar hacia la cama en la que Lucy dormía, se reincorporó rápidamente, y como estaba tan molesto le fue imposible quedarse callado.

—¡Te advierto que si la vuelves a hacer sentir mal no me quedaré sin hacer nada! —dijo manteniendo un tono de voz intimidante, mientras dejaba ver sus afilados dientes.

—¡Ah! —gritó Kai, y debido al susto que se llevó, terminó dando un traspié— ¡¿Qué… qué eres tú, y cómo es que puedes hablar?! —preguntó entre sorprendido y asustado tras conseguir reincorporarse.

Pero Colmillo no le respondió, solo se mantuvo en su posición fulminándolo con la mirada, pues debido al repentino alboroto Lucy terminó despertándose.

—¿Qué sucede? ¿Por qué hay tanto escándalo? —preguntó medio dormida—. ¡Oh…! ¡Eres tú! —dijo sin mucho ánimo, al ver al capitán de su nuevo equipo de pie junto a su cama.

—¿De dónde sacaste eso? —preguntó un atónito Kai, mientras señalaba el relicario que Lucy sostenía en la mano derecha.

Lucy lo miró confundida por la repentina pregunta.

—Fue un regalo que recibí un día de san Blanco hace mucho tiempo —respondió mecánicamente.

Kai quedo atónito al oír aquellas palabras, y casi podría decirse que se había puesto más pálido de lo que estaba, tras el susto que Colmillo le había dado.

—¡No puedo creerlo! ¡En verdad eres tú! —dijo sin salir de su sorpresa.

—¿Qué? —preguntó Lucy desconcertada, pues no entendía el porqué de la extraña actitud, que él había estado teniendo hacia ella.

—¡Yo te di ese relicario hace siete años! —logró decir por fin.

Lucy quedo impactada al oír esas palabras, entonces lo miró con atención, y finalmente pudo reconocer: bajo esas marcas triangulares de pintura facial azul, y el cabello teñido de un azul más obscuro en la parte posterior de la cabeza. A quién por tanto tiempo anheló volver a ver.

—¡Kai! —gritó emocionada.

Y fue tanta la alegría que la embargó al reconocer a su añorado amigo de la infancia, que se arrojó de la cama para abrazarlo. Aquello tomó por sorpresa a Kai, que terminó perdiendo el equilibrio, provocando que ambos cayeran al suelo.

—¡Tenía tantas ganas de verte! —expresó emocionada, sin dejar de abrazarlo.

Kai no pudo decir nada. Las palabras no le salían, así que, solo pudo corresponderle el abrazo.

Ambos se quedaron así por un momento, hasta que Lucy fue consciente de que estaba encima de él.

—¡Ay… Perdóname! —pidió Lucy completamente sonrojada, tras deshacer el abrazo y sentarse a un lado de Kai—. No fue mi intensión hacerte caer... es solo que… yo…

Lucy estaba tan avergonzada por lo que había hecho, que no podía ordenar sus palabras.

Pero Kai no estaba prestando atención a lo que ella le decía, pues estaba completamente absorto mirándola.

Entonces esbozó una sonrisa. Ya no tenía dudas. En definitiva, ella era la Lucy que había conocido cuando era pequeño. Obviamente ya no era la niña pequeña que recordaba, pero esa actitud tan efusiva y las expresiones que hacía, seguían siendo las mismas.

Kai fue el primero en ponerse en pie, así que le tendió la mano a Lucy para ayudarla a levantarse. Ella le aceptó el gesto, y en cuanto se reincorporó, Kai la tomó por sorpresa al abrazarla repentinamente.

—¡Por favor, dime que esto no es un sueño! ¡Dime que en verdad estas aquí conmigo! —suplicó con voz temblorosa.

—No es un sueño —le aseguró ella—. En verdad estoy aquí, contigo.

Y al escucharla decir eso, Kai la abrazó con más fuerza.


Tras concluir su almuerzo, y casi ser echados del restaurante por escandalosos, Tyson y el resto del equipo se fueron a dejar sus pertenencias en los camarotes que les habían asignado.

—¡No es justo! —protestó Tyson—. ¿Por qué Max, Kenny y yo tenemos que compartir camarote, mientras que a Rai le han dado uno para él solo?!

—Ya te dije que seguramente me tocará compartir camarote con Kai, así que deja de quejarte —pidió Rai, con esa infinita paciencia suya.

—Hmmm, eso lo creeré cuando vea que tu habitación no es una suite individual —aseguró el moreno, sin salir de su indignación.

—¡Cómo quieras! Pero ya deja de gritar, o harás que nos regañen como en el restaurante —le advirtió Rai.

En cuanto estuvieron a unos pasos de distancia de la puerta, Tyson se adelantó, para ser el primero en ver el interior de la habitación en cuanto la puerta se abriera. En verdad esperaba ver una suite individual tal como aseguraba que sería.

Kenny y Max caminaban detrás de Rai, pues estaban discutiendo sobre algunos ajustes que harían al anillo de defensa de Draciel.

Cuando Rai entre abrió la puerta quedo en shock al presenciar una situación totalmente inesperada.

—"Pero, ¡¿qué…?!" —pensó Tyson, al ver a Kai y Lucy abrazados.

—¡Oh...! —expresó Max en cuanto se acercó a la puerta, mientras que Kenny tuvo que reprimir un grito de sorpresa.

Por fortuna, Rai consiguió reaccionar a tiempo. Se apresuró a cerrar con sumo cuidado la puerta; y antes de que se desatara el caos entre sus compañeros de equipo, consiguió hacerlos correr de vuelta al otro camarote.

—¡¿Pero qué demonios acabamos de ver?! —vociferó Tyson en cuánto entraron a la otra habitación.

—Una escena inesperadamente dulce —le respondió Max.

—¡Pero es que eso no tiene sentido! —exclamó Kenny sin salir de su shock.

—¿Creen que sean novios? —comentó Max emocionado.

—¡Dejen de sacar conclusiones absurdas y cállense de una vez! —pidió Rai, que intentaba darle sentido a lo ocurrido en la mañana y lo que habían visto recién.

—¡Ya sé! —exclamó Max, tras tener una idea. —Rai, como ese también es tu camarote, puedes regresar, hacer como que no viste nada e intentar averiguar lo que está pasando.

—¡No pienso volver ahí! —sentenció Rai—. Al menos no de momento.

—Chicos, por si no lo han considerado, ninguno de nosotros tiene porqué meterse en asuntos que no nos conciernen —opinó Kenny.

—¡Pero claro que nos conciernen! —se quejó Tyson—. Si ella será parte de este equipo, merecemos saber la verdad de lo que está pasando.

—¡Exacto! —lo secundó Max.

Rai tuvo que respirar hondo para no perder la paciencia, a veces le sorprendía lo infantiles que podían ser sus amigos.


Bueno, finalmente ha ocurrido, el tan esperado reencuentro entre nuestros protagonistas.

He de admitir que escribir este capítulo fue un reto, principalmente porque quería expresar lo mejor posible los sentimientos de cada uno, para dar a entender el porqué de sus reacciones.

Espero haber conseguido que lograras empatizar con ellos.

En verdad agradezco mucho todo su apoyo con las lecturas y los reviews. No saben la ilusión que me hace leer los comentarios que me dejan, sobre sus impresiones de lo que he escrito de este fanfic.