Holis~

¿Cómo han estado? Espero que bien. Aquí les traigo el siguiente episodio.

Repito que, a pesar de tal vez hacerme un poco pesada, al tratarse de un fanfic… ciertos personajes tal vez os vayan a parecer que actúan diferente a lo normal. Evidentemente, quiero que entendáis que en situaciones como las que ocurren aquí, no todo se puede esperar ni dar por sentado.

Espero que os guste.

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

La historia, salvo los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.


Por favor

Sakura abrió el grifo de la ducha, dejando que este soltara un chorro de agua caliente sobre su cabello lleno de espuma. Empezó a acariciar su cabeza haciendo uso de sus manos para retirar la efervescencia de su champú.

Dijiste que, me querías… – escuchó la voz del Uzumaki en su cabeza de nuevo en su cabeza.

Sakura suspiró bajando sus manos en sus hombros desnudos, intentando relajarse en lo que el agua hacía el trabajo de llevarse con ella la suciedad y el sudor de su cuerpo. Disipando de su cabeza la expresión de shock y tristeza que Naruto había hecho una vez, ella le respondió.

Creo que ya te has culpado demasiado… – escuchó que decía su conciencia.

Sakura ignoró ese pensamiento. Era obvio que iba a sentirse culpable por algo que sabía de sobra que había hecho mal. Había intentado detener a su antiguo amigo para que no se fuera con una mentira cruel. Parecía que se había aprovechado de sus sentimientos hacia ella.

Fui egoísta… – admitió Sakura mirando hacia arriba con los ojos cerrados, dejando que el agua cayera directamente en su rostro.

Si la ojiverde se había sentido observada en su primer día después de regresar de Atami, después de lo de la cafetería, fue a peor. El último periodo de clases resultó ser incómodo, sobre todo en la hora de estudio. Había sentido la mirada azul del Uzumaki en ella, para su desgracia.

Evidentemente, no se atrevió a devolverle la mirada. Fue gracias a Ino quien la salvó de que Naruto llegara a acercarse inventando la excusa que tenía una emergencia femenina con la que requería su ayuda. Lo que había sido una farsa total. Simplemente, quiso venderle la idea de que se uniera a la extracurricular de animadoras, con ella y Temari. No habían conseguido persuadir a Tenten, con Hinata yendo a clases de violín, la morena de los moños había decidido cambiar de aires y suplir a Sakura en el consejo estudiantil.

Según parece, la capitana del grupo de las animadoras ya se había graduado, y fíjate que resulta que nadie se atrevía a serlo. Cabe añadir que una gran porción de alumnas tampoco estaban por la misma razón que la capitana. Lo que dejaba, la extracurricular favorita de la Yamanaka, en pausa. Su mejor amiga insistió que se lo plantease, tenía experiencia como animadora por únicamente un año y era buena deportista. Pero este año ella solo tenía en mente concentrarse para obtener la beca internacional que ofrecían a los estudiantes de último año tras el examen final.

Algo difícil para todo alumno. Si no les gustabas en la entrevista, ya podías darte por vencido a ganarla. Un reto que se había prometido obtener desde hace tiempo, la razón principal por la que se había quedado a estudiar allí. Aunque su padre y demás no les hubiera importado en absoluto.

La Haruno apagó de repente el grifo de la ducha, interrumpiendo los pensamientos relacionados con su padre, haciendo que solo se escuchara el sonido del extractor de vapor del baño.

Más que egoísta, fuiste estúpida. – añadió su conciencia.

Cállate. – musitó mentalmente como respuesta hacia sí misma, quitando la mano de la manivela del grifo.

Eliminando el exceso de agua en su rostro, Sakura tomó su toalla grande color marrón luego de salir de la ducha. Se quedó frente al espejo observando su reflejo borroso debido al calor acumulado en la habitación, a punto de pasar su mano por el cristal, un fuerte trueno la alertó.

El llanto de su mascota se pudo escuchar fuera de la puerta del baño junto al sonido de unas patas rascando la puerta para que esta se abriera. Conociendo a su mascota, sabía que las tormentas de tal magnitud le asustaban demasiado.

Abrió la puerta y el can, no tardó en alzarse por las patas traseras, pidiendo confort de su maestra nervioso, lloriqueando.

Sakura le acarició la cabeza para tranquilizarlo, lo que llevó varios segundos. Al salir del cuarto de baño cubierto con la toalla y el cabello húmedo, un olor a orina y heces le llegó a la nariz.

Fue al comedor, donde descubrió el estropicio que su perro había hecho. Miró a Shiro, quien bajó la cabeza arrepentido esperando una regañina, pero esta no llegó.

Las almohadas decorativas estaban en el suelo, dando por hecho que el can no había encontrado donde esconderse. Su portátil yacía en el suelo, al recogerlo intentó prenderlo pero no pudo.

Oh no… – pensó alarmada yendo a su habitación a paso rápido. – Dios, que solo sea porque no tiene batería…

Para su mala suerte, el portátil no reaccionaba. Intentó pulsar la tecla de encender repetidas veces, pero nada, ni después de ser enchufado a la corriente para una posible carga. Nada de nada.

– Maldito, estúpido montón de chatarra vieja e inútil… – dijo en voz alta con molestia, desistiendo, lanzando el aparato encima de su cama, para luego sentarse en ella, suspirando, cansada.

Otro trueno sonó, haciendo que Shiro volviera a llorar. Sakura se volteó hacia él, viéndole sentado contra la pared frente a la puerta de su habitación con la cabeza gacha. Evidentemente, el animal se sentía mal por lo ocurrido.

– Ven. – invitó la ojiverde palmeando sus muslos para que el animal se acercara, que lo hizo poco a poco todavía con la cabeza gacha. Una vez frente a ella, Shiro se tranquilizó cuando la pelirrosa le acarició de nuevo la cabeza a pesar de haber hecho caer su portátil y otras cosas. Se dejó besar la cabeza mientras era acariciado de la cabeza a la espalda, volviendo a mover el rabo.

– Sé que es un sitio nuevo, pero te acostumbrarás… – comentó mientras continuaba acariciándolo recibiendo varios lametones como respuesta.

– Supongo que no tengo más opción… – habló para sí sola, yendo hacia el armario para tomar su peine y empezar a cepillarse su larga melena aún húmeda. Tomando su teléfono cargando encima de su escritorio, llamó al número de Sasuke y esperó a que contestara. Entró el contestador. Probó un par de veces más en lo que seguía desenredando su cabello, pero todo igual, por lo que bufó resignada.

Me alisto y voy a tu casa. – escribió Sakura con una mano el mensaje impaciente para enseguida enviarlo sin pensarlo dos veces y después dejar el teléfono donde estaba.

Después de limpiar lo que Shiro había provocado en el salón, ya vestida con unos pantalones deportivos anchos de color negro y un top blanco ajustado, fue al baño a secarse el cabello, esta vez dejando que su mascota entrara con ella para que estuviera más tranquilo.


Naruto bufó debido al calor que estaba experimentando en el gimnasio, decidiendo quitarse de encima su gabardina negra. Ni por asomo, a los que estaban entrenando se les ocurrió abrir aunque fuera una de las puertas para que entrara aire por más que no dejara de llover.

Dejó la prenda encima de su mochila, dedicando una mirada furibunda a Neji cuando este se paró a su lado para tomar un poco de agua en su termo, que se encontraba al lado de su propia bolsa de entreno en silencio, ignorándolo por completo. De pronto, una llamada se escuchó proveniente de la mochila de su mejor amigo.

Sasuke se encontraba en ese mismo momento en un shiai, por lo que no se atrevió a distraerle y se quedó en silencio. El teléfono del pelinegro volvió a sonar, haciendo que le entrara la curiosidad al Uzumaki.

– Dile al Uchiha que silencie su teléfono. – comentó Neji quitándose el sudor con una toalla, haciendo que el rubio volteara a verle.

Dili il ichihi qi silinci si tilífini, díselo tu pelo-fregona… – pensó Naruto sin decir nada haciendo una mueca, sin molestarse a responderle, seguía molesto con él por lo de hace días con Sakura. Aunque parecía que al Hyuga le importaba bien poco.

Cuando la tercera vez que el teléfono de su amigo sonó, el rubio no dudó en tomarlo de la bolsa de su amigo sin permiso. Sorprendiéndose al ver que quien había llamado era nada más ni nada menos que Sakura. Tragó saliva en lo que se le ocurría una idea.

A punto de llamarla desde el teléfono del Uchiha, se dio cuenta de que la pelirrosa le acababa de enviar un mensaje.

Me alisto y voy a tu casa. – Naruto apretó el teléfono de su amigo sin cuidado con ambas manos.

Tenemos que hablar… – dijo mentalmente sintiendo rabia por lo ocurrido en la cafetería ese mismo día. – Ella me lo dijo…

Se levantó de las gradas a primera fila de la habitación, guardando el teléfono de su amigo en su bolsillo, marchándose con mochila y gabardina en su otra mano del gimnasio. Ignorando ser visto por el mismo Neji.

La media hora restante del entrenamiento del Uchiha finalizó con él, ganando todos los combates contra los demás estudiantes. Cansado, se dirigió descalzo hacia sus cosas, retirando su casco, sacudiendo su cabeza para despejar el sudor acumulado.

Se sentó en la silla al lado de sus cosas, para ser esta vez él el que tomó sediento su botella de agua para dar un enorme sorbo. Pasó una mano por su cabello, algo extrañado al no ver a su mejor amigo en el sitio de siempre, pero le restó importancia a ese detalle y tomó sus pertenencias para dirigirse a los vestuarios.

Abrió la puerta y el silencio se hizo en la estancia casi al instante en lo que ella se dirigía en silencio con tranquilidad en su taquilla.

– No sé que se cree el Uchiha ese, ni que fuera la gran cosa. – comentó un chico dentro de los vestuarios.

– Acaso cree que puede hacer algo con su espada contra un veterano en las artes marciales, ni de coña, os lo aseguro. – presumió el mismo chico colocándose su toalla encima de los hombros.

– Aparta. – dijo simplemente Sasuke asustando al chico que se giró de golpe tras verlo justo detrás de él. – De mi camino.

El joven solo pudo bajar la cabeza en trance, dejando que el pelinegro avanzara hacia su taquilla sin decir nada más, provocando algunas risas por parte de otros.

– ¿Decías? – cuestionó uno de sus amigos encontrando gracia a lo sucedido.

– Solo calla. – respondió viendo como Sasuke empezaba a quitarse su indumentaria de kendo como si nada. – Atrévete a hablarle tú y me dices…

– ¡Ei, Uchiha! – se atrevió a decir el otro como si nada, haciendo que el mencionado volteara la cabeza con su expresión de siempre, sorprendiendo a su amigo. – ¿Conoces a Haruno, cierto?

– Hn. – respondiendo simplemente para volver a lo suyo, sin molestarse a decir nada más.

– Mi colega, está encaprichado con ella desde hace meses, ¿algún consejo? – preguntó atrevido soltando una risa a pesar de que fuera empujado suavemente por la pregunta.

– Tú y cuantos más, chaval. – habló otro chico interrumpiendo la conversación. – Varios se le han acercado de diversas maneras, todos siendo rechazados para después ser masacrados por Dosu y Zaku.

– Eso es lo que Soichiro aquí, no quiere que pase. ¿Verdad grandullón? – mofó el amigo del mencionado que había hecho la pregunta recibiendo una mueca de regreso. – No quieres terminar como el pobre de Morio.

Sasuke se sentó en el banquillo frente su taquilla en calzoncillos negros, para después abrir su bolsa sin prestar atención a la conversación sobre la pelirrosa. Escuchar conversaciones sobre lo hermosa que se había vuelto la Haruno por parte de niñatos inmaduros y pervertidos sería desencadenar una pelea. No dudaría en empezar una si escuchaba algún comentario que le faltaba el respeto a ella, pero por lo visto, la cosa no iba por ahí con ellos.

Mirando dentro de su bolsa, no encontró su teléfono. Empezó a remover todo lo demás que había dentro con impaciencia, intentando encontrarlo, pero no estaba por ningún lado.

– Uzumaki se lo llevó. – dijo simplemente Neji recién salido de las duchas con el cabello húmedo y una toalla en la cintura abriendo su taquilla.

Sasuke volteó a verle al escuchar el nombre de su amigo. Neji sacó un desodorante de dentro y lo esparció por sus axilas.

– Eso es lo que buscas, ¿Cierto? – preguntó el Hyuga empezando a vacilar al Uchiha con una sonrisa. – Sonó tres veces en lo que tú estabas en combate, poco después tu amiguito se fue con él en su bolsillo.

El pelinegro frunció el ceño en lo que miraba al castaño de pelo largo ensanchar su sonrisa, pero enseguida empezó a ponerse su uniforme con prisas molesto. Conociendo a su amigo, podría tratarse de algún despiste.

– Tiene agallas ese Uzumaki. – siguió Neji pasando su toalla en su melena como si nada. – Pero no me sorprendería que en una de esas, se lleve algún que otro golpe.

– ¿Es una amenaza? – Dijo Sasuke volviendo su cabeza hacia el Hyuga por un segundo en lo que se ataba sus deportivas.

– Por favor… – comentó Neji con sarcasmo ante la estúpida ocurrencia de su compañero de clase. – Simplemente, comento que ese estúpido va cada vez peor.

El pelinegro no dijo nada más, pero no pudo evitar considerar las palabras del primo de Hinata. Algo tenían de ciertas, sobre todo por lo ocurrido en la cafetería. La bombilla se le encendió y de repente recordó que Sakura le había dado su teléfono.

Al no saber ella que estaba en entrenamiento, seguramente le había llamado para quedar sobre lo del trabajo de historia.

Mierda, en qué estará pensando… – pensó mientras suspiraba con mal humor, Sasuke levantándose del banco abrochándose la blusa mal debido a las prisas. Lo bueno es que sabía perfectamente donde tenía pensado ir el Uzumaki.

Subiendo la cremallera de su sudadera tras colocarse la capucha, tomó el resto de sus cosas y sin decir nada más, salió del vestuario apartando a varios chicos de su camino. Ignorando a estos cuando volteaban a verle.

– ¿Cuál es su problema? – dijo el amigo de Soichiro viendo como el Uchiha salió dando un portazo.


Sakura abrió su frigorífico con intenciones de tomar un poco de agua mientras movía levemente el cuerpo al ritmo de una canción de su grupo favorito "one ok rock", descubriendo que apenas tenía comida dentro del mismo. Solo un poco de fruta y huevos.

Tendré que pedir a domicilio… – pensó Sakura abriendo la botella de agua para dar un sorbo. – O podría ir a comprar algo ahora que parece que no llueve.

Decantándose por lo último, Sakura dejó la botella de agua dentro de la nevera otra vez, revisando si Sasuke le había enviado otro mensaje. Al ver que no, la pelirrosa rodó los ojos con molestia, pero nada sorprendida por su actitud. Siempre había sido así.

Estaba por guardar su teléfono cuando escuchó una llamada entrante proveniente del número de Sasuke.

Hablando del rey de Roma… – pensó Sakura alejándose de la zona de la cocina, revisando que Shiro aún tuviera agua y comida en sus boles, parando la música y quitándose los auriculares.

– ¿Diga? – respondió la Haruno extrañada al atenderla, colocando su melena encima de un solo hombro, yendo a tomar su cartera y llaves.

– Sakura soy, Naruto… – escuchó lo que decía el Uzumaki desde la otra línea sorprendiéndola.

Sakura colgó rápidamente la llamada sin molestarse a decir nada más, mirando sorprendida a su móvil.

– ¿Qué demonios? – musitó Sakura cuando escuchó que alguien empezaba a golpear una puerta y llamar al timbre insistentemente bien fuerte.

La ojiverde se acercó para ver por la mirilla de la puerta y se encontró con Naruto pulsando el timbre a la vez que golpeaba la puerta con la palma de su mano repetidas veces, sin parar. Para añadir al ruido, de dentro de la puerta se escucharon los ladridos de un perro.

– ¡Sakura, Abre! ¡Necesito hablar contigo! – pidió Naruto incesable para rápidamente volver a llamar al timbre y a la puerta.

No se molestó en abrir la puerta en ningún momento, evidentemente, aunque pareciera que el rubio no desistía en la idea de no aporrear la puerta de sus vecinos, pidiendo acceso, desde hace bastante rato. Vio que otro de sus vecinos abría la puerta sorprendido ante el alboroto con un teléfono en la mano para enseguida volver a cerrar la puerta con molestia.

¿Pero qué hace? – se preguntó Sakura asombrada ante el comportamiento del Uzumaki sin apartar la vista de la mirilla.

– ¡Sakura por favor! – insistió Naruto intentando abrir la puerta por la manilla de la puerta esperando que estuviera abierta. Los golpes a la puerta no pararon ni un solo segundo.

Sakura silenció su teléfono para que no se escuchara el sonido de su llamada, si es que al muchacho se le ocurría intentar llamarla de nuevo.

– ¿Qué cree que está haciendo, joven? – dijo una voz que Sakura reconoció como la de Chiyo, su casera.

– ¿Qué son esos golpes y gritos? – regañó la anciana aferrada a su bastón, acercándose a Naruto furiosa.

– ¡Solo intento hablar con mi chica! – respondió Naruto mirando a la mujer, apoyando una mano en la puerta del apartamento de los Uchihas.

¡¿Su qué?! – pensó Sakura molesta ante las palabras del Uzumaki hacia su casera.

– Ya claro, aquí no vive ninguna mujer. ¡Largo! – manifestó Chiyo empujando al rubio con su bastón.

– Oiga, pero… – intentó hablar Naruto caminando hacia atrás ante la fuerza de la señora frente a él.

– ¡FUERA! O llamo a la policía. – dijo bien alto la anciana volviendo a empujar con el bastón al rubio.

– Está conmigo, Sra. Akasuna. – interrumpió Sasuke subiendo por las escaleras lentamente.

– ¿Realmente conoce a este joven tan maleducado, Sr. Uchiha? – Indagó Chiyo mirando al recién llegado aún con el ceño fruncido.

– Es amigo mío. – añadió el Uchiha con tranquilidad en lo que terminaba de subir los únicos escalones, llegando al rellano con ellos dos.

Dicho esto, la casera bajó su bastón dando un golpe seco que resonó por el pasillo para después regresar la mirada al escandaloso rubio.

– Que sea la última vez, porque a la próxima, tu amigo se queda sin techo donde dormir. – amenazó la anciana al rubio ajustando su bolso y abrigo dirigiéndose a las escaleras para empezar a subirlas.

– Donde se es visto, vaya juventud la de hoy en día… – refunfuñó Chiyo subiendo las escaleras sin importar que los dos amigos la pudieran escuchar.

Una vez la mujer estuvo fuera de su vista y oído, Sasuke volvió su mirada a Naruto, quien se acariciaba la zona que su casera había empujado con su bastón.

– Joder con la señora… – comentó Naruto después de que se escuchara a la abuela cerrar la puerta de su casa.

Sasuke avanzó y tomó sus llaves de dentro de su bolsillo, metiendo el dedo en el llavero, caminando hacia su puerta. Naruto le siguió de cerca, algo que le molestó.

– Devuélveme el móvil. – dijo el pelinegro con mal humor sin meter la llave en la cerradura mirando hacia su mejor amigo. No le gustó para nada ver como el rubio ensanchaba los ojos levemente para después alzar una ceja ante su forma de hablar.

– Tío, escucha… – intentó otra vez Naruto algo nervioso.

– Ahora. – exigió frunciendo más el ceño, interrumpiendo al Uzumaki con voz grave, obligando a su amigo a extenderle el aparato en silencio y a regañadientes, el cual tomó de malas formas.

Sakura se predispuso a escribir un mensaje al Uchiha rápidamente, viendo como el pelinegro estaba por meter la llave de su apartamento en la cerradura de la puerta frente a él. Tecleó enviar y enseguida pudo escuchar el zumbido de un teléfono.

Dile que se vaya. – leyó Sasuke mentalmente, privando que Naruto lo hiciera también, quien ya le miraba con curiosidad. El pelinegro abrió la pantalla de chat que mantenía con Sakura, logrando leer el primer mensaje. Miró hacia su puerta, pensando que tal vez su hermano habría dejado entrar a la pelirrosa. Entendiendo las intenciones y el comportamiento de su amigo, entonces. Otro mensaje lo distrajo.

Por favor. – Sasuke bloqueó su pantalla volviéndola negra y guardó su teléfono en su bolsillo para seguidamente meter la llave en el cerrojo de una.

– Era ella, ¿Verdad? – interrogó Naruto observándolo girar la llave en silencio.

El Uchiha frenó los movimientos de su mano y miró con molestia a su mejor amigo. No le reconocía, se estaba comportando como un idiota impulsivo y persistente. En otras ocasiones, él encontraba esto como cualidades de su amigo, pero ahora mismo no.

– ¿Qué te ha dicho? – dijo el rubio serio y expectante.

Sasuke fue a abrir la puerta, pero cuando Naruto iba a poner la mano dentro, la cerró antes de que pudiera abrirla de par en par, casi enganchando los dedos del Uzumaki entre el marco y la puerta.

– Lárgate. – mandó el pelinegro de sopetón sorprendiendo al ojiazul.

– Sé que estarás enfadado, pero he de… – intentó excusarse el Uzumaki nerviosamente con una mano detrás de la cabeza, queriendo hacer entender lo que había querido hacer.

– Me da igual. – respondió Sasuke hastiado abriendo la puerta tras él, interponiéndose a que Naruto entrara o intentara ver dentro. Sasuke sintió a Kage acercarse a él por detrás. – Vete.

– ¡Espera, Sas…! – insistió Naruto antes de que su amigo le cerrara la puerta en sus narices con un portazo. – Tch…

Sakura suspiró aliviada, pero no menos molesta con el rubio al ver que Sasuke había accedido a lo que ella le había pedido. Se fue a su habitación en silencio, olvidando por completo su plan de salir a fuera para no encontrarse con Naruto en el rellano. Una notificación captó su atención.

No estás en casa… – leyó Sakura tras volver a desbloquear su teléfono sentándose en su cama.

Gracias, ¿Se ha ido? – respondió rápido en lo que Shiro se subía junto a ella.

Sí, ven. – obtuvo como respuesta casi al instante.

Sakura bajó su teléfono, y se levantó de los pies de su cama, dirigiéndose hacia la ventana del cuarto. Viendo a lo lejos como Naruto se marchaba a paso lento con enfado.

Suspiró, relajándose corriendo las cortinas de su habitación, sin molestarse en escribir una respuesta para el Uchiha. Un trueno se escuchó a lo lejos, haciendo que Shiro volviera a musitar un lloriqueo nervioso ante eso.

– Tranquilo Shiro… – dijo la ojiverde mientras agarraba su mochila y dejando que esta se sostuviera en un hombro, metiendo el teléfono en uno de los bolsillos de esta.

– Vamos. – ordenó al can, que obedeció al instante cuando vio que su dueña apagó la luz del cuarto.


Sasuke ignoró la llamada que le estaba haciendo Naruto en lo que alguien llamaba a su puerta. Tranquilizó con una caricia a Kage quien empezó a gruñir y se dirigió a la entrada para recibir a la pelirrosa. No venía sola.

– Hola. – empezó simplemente Sakura una vez la puerta se abrió, sosteniendo la correa de Shiro con una mano, quien estaba sentado detrás de las piernas de su dueña.

– ¿Tienes perro? – se le ocurrió decir Sasuke mirando al can con curiosidad.

– Sí, ¿No te importará que venga con él, o si? Tiene miedo a los truenos. – explicó la Haruno mirando hacia su mascota detrás de ella.

Sasuke invitó con la cabeza a que los dos entraran a su casa, cerrando la puerta tras él, observando como Sakura miraba a su alrededor junto a Shiro.

– ¿Cómo se llama? – preguntó el pelinegro agachándose a la altura del perro viendo como este se acercaba a olfatearlo con curiosidad.

– Shiro. – respondió la Haruno dejando que su mascota olfateaba de arriba abajo al Uchiha, no quería que se pusiera a ladrar. Su perro podía ser protector y no le caían demasiado bien los hombres. O eso creía…

– Buen chico… – saludó Uchiha acariciando la cabeza del can con cariño después de que este le oliera la entrepierna como saludo moviendo la cola.

Sasuke se dejó lamer por Shiro observando como este era más grande de lo que normalmente eran los Akita Inu de pura raza.

– Raro… – musitó Sakura por lo bajo viendo cómo su perro se alzaba para abrazar al pelinegro lamiendo su cara varias veces.

– ¿Hn? – dijo el Uchiha incorporándose mirando como Sakura le quitaba la correa al chucho.

– No suele ser amigable con los hombres… – explicó la Haruno dejando que Shiro empezara a olfatear la estancia.

– Probablemente huela a Kage. – habló Sasuke avanzando descalzo por el pasillo con Shiro tras él.

¿A quién? – dijo Sakura en pensamientos alzando una ceja, empezando a avanzar después de quitarse el calzado y dejar este en la entrada.

Sakura observó el comedor del apartamento, extrañamente más pequeño que el suyo, aunque con la misma distribución que él. Decorado con muebles modernos aunque acogedores. Sintió alguien olfatear su mano, descubriendo a un perro de ojos azules completamente negro.

Qué preciosidad… – pensó Sakura agachándose para acariciar al Husky sin poder resistirse, esta meneó la cola sentándose frente a ella, en lo que se dejaba acariciar la cabeza y debajo el hocico.

Kage… – recordó lo que le había dicho el Uchiha. Un gruñido alertó a la muchacha, viendo cómo su perro se acercaba sigilosamente en modo protector. Sasuke volteó la cabeza atento.

– Shiro, Basta. – ordenó Sakura al can, apartándose de Kage poniendo sus brazos en jarra mirando a su perro. – Siéntate.

El mencionado obedeció, poco a poco, atento y obediente a las órdenes de la pelirrosa. Caminando hacia el akita, Sakura acarició su cabeza para después sacar de su bolsa lo que parecía ser un premio para el perro y se lo daba.

– Amigo, ¿De acuerdo? – habló la Haruno viendo a Shiro masticar el alimento.

Kage se acercó lentamente hacia Shiro, quien se incorporó, dejando que el husky le oliera el trasero como saludo, acción que él devolvió sin volver a gruñir.

– Buen chico. – dijo Sakura ofreciendo otro premio al can, regalando a otro a Kage quien disfruto el regalo con gusto.

La ojiverde regresó su mirada al Uchiha, viendo que este se acercaba con su bolsa en la espalda.

– Ven. – dijo simplemente yendo hacia el pasillo que llevaba a las habitaciones, abriendo la primera puerta a la izquierda.

Mirando a los dos canes conocerse, terminó por acceder y seguir al pelinegro hacia dentro de lo que parecía ser su habitación. Estudió en silencio la habitación de este, recordando que nunca había estado en ella, ni en su antigua casa, a diferencia de la de Naruto años atrás. Limpia y ordenada, llena de libros en las estanterías junto a diversos premios de Kendo. Vio una cama de perro, a los pies del doble armario empotrado a la pared que daba al salón. Una televisión pequeña, en comparación a la de la sala, con varias consolas de videojuegos.

Descansó su vista en su espaciosa cama, de sábanas blancas y grises, donde Sasuke se encontraba dejando su bolsa de deporte, apoyando su shinai enfundada entre la cabecera de la cama y su mesita de noche. Shiro entró trotando feliz y curioso, subiendo encima de la cama, acercándose al Uchiha, quien no le pareció importar el comportamiento del can. Solo lo acarició levemente, dejando que el animal se tumbara en la cama cómodamente.

– Puedes estar tranquila, ¿sabes? – habló de la nada Sasuke dándole la espalda en lo que encendía su portátil de su escritorio para después bajar la cortina de la ventana que no privaba de que hubiera luz en la estancia.

– Lo estoy. – respondió la Haruno simplemente sentándose en la cama, cruzando las piernas, apoyando sus manos tras ella.

– Estás molesta. – comentó con evidente sarcasmo volteando a ver a Sakura. – Eso no es estar tranquila.

Cuanta inteligencia la de este… – pensó sarcásticamente la ojiverde sin cambiar su expresión al no saber dónde quería ir a parar Sasuke con sus palabras a la vez que se ataba la melena en un moño rápido encima de la cabeza.

– Pues me tranquilizaría que fueras a ducharte. – dijo Sakura antes de levantarse para caminar hacia el escritorio de la habitación hacia donde estaba el Uchiha de pie detrás de su silla, provocando que volteara a verla.

– Por si no te has dado cuenta, apestas peor que un caballo sudado. – añadió mirando de arriba abajo a Sasuke frente a ella.

Es más alto de lo que creía… – pensó mirándole bien una última vez antes de mover la silla frente al escritorio para tomar asiento en ella.

Sasuke se apartó de la pelirrosa, imaginándose literalmente el último comentario en su cabeza, sintiendo su ego desinflarse como un globo. Acercó la blusa a su nariz haciendo lo mismo después con la sudadera. Corroborando el hecho de que realmente desprendía hedor, se sintió un poco abochornado.

– Tómate tu tiempo, yo voy a empezar él… – mandó la Haruno empezando a toquetear su portátil y después volteando a ver al pelinegro quien se encontraba ya sin camisa frente a su armario buscando entre cajones, dejándola boquiabierta. – ¿Pero qué haces?

Ese culo, esos músculos… – proliferó su conciencia maravillada.

El Uchiha volteó los ojos y giró la cabeza como si estuviera preguntando silenciosamente ¿Y ahora qué? Viendo a la ojiverde levemente aunque visiblemente sonrojada mirándolo. Sintió su orgullo volver a hincharse.

– ¡Desnúdate en el baño! – volvió a mandar Sakura notoriamente nerviosa, apartando la mirada, en lo que él colocaba una toalla limpia en su hombro desnudo despreocupadamente.

– Hn. – musitó simplemente volviendo a mirar hacia el ropero sin evitar sonreír satisfactoriamente para finalmente volver a cerrar la puerta de este. Le había gustado desencadenar esa reacción en ella. Sin molestarse en ver si ella seguía mirándole, se dirigió con una muda de ropa limpia y toallas limpias al baño, cerrando la puerta tras él.


Hora y media más tarde, Sakura y Sasuke se encontraban en el comedor, sentados en el suelo delante de la mesa auxiliar de cristal frente al televisor. Ella escribía rápidamente en el teclado del portátil concentrada, con Kage tumbada con la cabeza en uno de sus muslos descansando, mientras él se dedicaba a hacer otras tareas de estudio, con Shiro sentado al lado del pelinegro observando lo que este hacía curioso, pidiendo atención a ratos, mordiendo a modo de juego sin hacer daño la muñeca de Sasuke o golpeando con una pata delantera el rostro del pelinegro. Terminando a ratos con Shiro mostrándole el vientre para que le acariciaran ahí.

La Haruno levantó la vista al escuchar el teléfono de Sasuke vibrar por otra vez en cuestión de minutos, observando como este levantaba pasivamente el aparato para ver de qué se trataba.

Idiota, deja de ignorarme. – leyó Sasuke, molestándolo.

Después de eso, una llamada entrante de Naruto lo hizo suspirar con hastío, haciendo que dejara encima de la mesa su lápiz.

– ¿Qué? – respondió de mala gana descolgando la llamada.

Sakura miró como el Uchiha volteaba a verla sin cambiar de expresión, haciendo que apartara la vista incómoda.

– ¿Qué quieres? – preguntó Sasuke sin apartar la mirada de la Haruno quien había vuelto a concentrarse.

– No. – respondió cortante, masajeando su nuca con la mano libre. – Porque no me da la gana, deja de molestar.

– Sí, estúpido. Lo harías, cómo justo ahora. – prosiguió Sasuke echándose para atrás, apoyando su espalda contra el sofá detrás de él.

– Cuelga, por favor. – pidió Sakura con afán de levantarse tomando el portátil de la mesa una vez de pie para empezar a acercarse al pelinegro lentamente.

Dejando el ordenador encima de las cosas del pelinegro, la Haruno tomó el teléfono de este y colgó sin pensarlo dos veces.

– Que madure. – comentó la pelirrosa lanzándole el teléfono de vuelta, harta del comportamiento inconsiderado del Uzumaki. Sentándose a su lado con las piernas a un lado.

– He hecho la introducción del trabajo, más empezado con los primeros… – Sasuke dejó de prestarle atención, observando como la pelirrosa mostraba con el brazo lo que había escrito señalando a la pantalla. Pudo oler el olor a argán y quien sabe que flor que desprendía su cuerpo, con su cabello sujeto en ese moño, dejando visible una peca en su cuello.

Cuando vio que se colocaba de rodillas un segundo para tocar el teclado de su portátil, provocando que sus ojos bajasen por inercia a su curvilíneo trasero. Su abdomen plano, con unos abdominales no demasiado marcados a la vista gracias a su top ajustado. Jugó con su labio inferior al fijarse en sus senos.

Han crecido… – no pudo evitar pensar Sasuke, no eran ni tan pequeños para él. Tuvo que negar con la cabeza al ver como uno de los tirantes del top que llevaba se deslizaba por el brazo, grabando esa imagen en su cerebro.

– ¿No estás de acuerdo? – dijo Sakura haciéndolo volver a prestar atención y mirarla a la cara.

Joder, mierda… – se quejó mentalmente admitiendo en silencio no haber escuchado nada de lo que ella había estado hablando.

– No me has prestado atención, ¿Me equivoco? – cuestionó la Haruno haciendo una mueca al ver que el chico frente a ella no se molestaba en decir nada. Un cosquilleo apareció en su bajo vientre al observar como los ojos negros de Sasuke tenían un brillo inusual.

No será que él… – pensó la ojiverde mirando como Sasuke seguía jugando con su labio inferior.

Sakura vio como Sasuke bajaba su vista a sus labios por un segundo antes de que sonara el sonido del portátil que indicaba que tenía poca batería, ocasionando que este se levantara del suelo, tomando el portátil de la mesa y empezar a caminar hacia su habitación.

Viendo como el Uchiha se alejaba en silencio, se lamió los labios antes de morderlos, evitando soltar un suspiro entrecortado, acariciando la cabeza de Shiro quien se había acercado a ella. Miró a Kage, quien se había acomodado en el sofá y parecía entretenida lamiéndose sus patas.

Ambos perros voltearon a ver a la pelirrosa levantarse del suelo y caminar en silencio hacia donde apenas un segundo se había dirigido el pelinegro. El Akita ladeó la cabeza cuando su dueña cerró la puerta tras ella.


La Haruno cerró la puerta silenciosamente con una mano, escondiendo sus labios a la vez que se desataba el moño.

Sasuke se encontraba frente a su escritorio de pie, apoyado con una mano contra el pupitre y la otra usando un dedo, guiando el ratón táctil del ordenador leyendo el documento que había escrito ella.

– ¿Y bien? – dijo Sakura cruzada de brazos parada detrás del Uchiha después de entretenerse mirando la espalda viril y demás de este.

– Has escrito más de diez páginas… – complementó Sasuke sin sorprenderse para nada, debía haberlo dado por sentado con ella.

– Mhmh, ¿Y? – repitió colocando su mano en el respaldo de la silla, quedando más cerca de él a propósito.

Sakura no pudo evitar soltar una tenue sonrisa burlona al ver que justo después de que el pelinegro volteara se tensara. Disfrutó en silencio el sonido que hacía al tragar saliva, atrayendo su mirada al cuello, subiendo las manos por sus pectorales hasta sus hombros, oliendo el agradable olor a detergente que desprendía su camisa.

De puntitos, lamió una vez los labios del Uchiha abrumándolo, lo que provocó que él la tomara de un brazo fuerte por una milésima de segundo, conteniéndose. Esa reacción erizó la piel de la pelirrosa armándola de valor para dar llenar de piquitos, los labios de Sasuke, quien a su vez empezó a subir la mano con la que sujetaba a Sakura con a fin de colocarla en la mejilla de esta y rozar de sus labios rosados con su pulgar y así, no dejar que la ojiverde se apartara uniendo sus labios en un beso más largo e intenso.

La Haruno dejó que el pelinegro la acercara más a él con su otra mano, en lo que este seguía besándola con algo de torpeza, prendiéndola todavía más, de manera que no pudo evitar arrastrar sus manos hacia arriba, abrazando su cuello al unísono de que él la rodeaba con el brazo que tenía a su espalda, dándole las riendas del beso a él sin remordimientos.

Quien sabe cuanto tiempo estuvieron besándose, cuando les faltaba el aire, separaban sus bocas para que tan pronto como podían iniciar otro tanto o más intenso que el siguiente. Siendo atrevida, la pelirrosa se separó de Sasuke para guiarle del hombro y del pecho hasta su cama, obligándolo a tumbarse mediante otro candente beso, subiéndose encima a horcajadas de él.

Cuando cortaron el beso de nuevo, Sakura no pudo evitar refregar su entrepierna contra la del Uchiha queriendo sentir su erección de nuevo contra ella.

– Quítate la camisa. – ordenó hiperventilando, Sakura tomando los extremos de la camisa gris que vestía Sasuke hacia arriba, mostrando un poco de sus abdominales, mientras ella seguía friccionando su zona íntima con la de él.

Sasuke se incorpora con ayuda de sus brazos, dejándose ayudar en la tarea de desprenderse de la prenda para a continuación ser empujado otra vez contra su colchón a la vez que sus labios volvían a ser tomados en un corto pico.

– Joder… – susurró el Uchiha tras un siseo de placer, viendo como la ojiverde se enderezaba para empezar a quitarse el top que llevaba y dejarlo caer al suelo, mostrando sus senos recogidos en un bralette de algodón de color blanco una vez se arregló el pelo. No pudo evitar soltar un suspiro cuando sintió los suaves labios de Sakura bajar por su barbilla hasta su cuello sin dejar de acariciar su torso con las manos.

– Tócame… – le susurró Sakura al oído inhibida volviendo a restregarse contra él sin freno.

Ante ese pedido, Sasuke subió sus manos hasta las nalgas de la pelirrosa y las apretó, ocasionando que el vaivén que esta realizaba se volviera más pausado.

Sakura volvió a unir sus labios en un beso y se apartó de nuevo saliendo de la cama para bajar sin preaviso sus pantalones, mostrando unas bragas de color blanco debajo de los mismos. Cuando la prenda cayó al suelo, la pelirrosa enseguida volvió a colocarse encima, aprovechando para desatar el hilo de los de Sasuke y rápidamente empezar a tirar de estos hacia abajo con ayuda, terminando estos al suelo en un movimiento violento de pie.

Acostándose a su lado, Sasuke dejó que la ojiverde tomara una de sus manos y la guiaba dentro de sus calzas, haciendo que sus dedos se empaparan al rozar su vulva. Empezó a mover los dedos instintivamente, provocando un jadeo por parte de la Haruno.

– Ahh… – gimió Sakura ante el roce, acariciando la mejilla de Sasuke y colocando una pierna encima de su cintura, invitándolo a seguir.

Notando que el pelinegro no gozaba de suficiente experiencia, Sakura orientó los dedos del mismo, consiguiendo que este diera con su clítoris.

– Ahí… Ah, Ahn… sigue. – ordenó con los ojos entrecerrados, terminando boca arriba, separando las piernas, acercando la cabeza del Uchiha demandando un beso, dejando que este quedara acostado de lado, aun con la mano en su entrepierna.

La Haruno no pudo evitar jadear alto cuando Sasuke la sorprendió metiendo dos dedos por el orificio de su vagina, agarrando su brazo cuando empezó a moverlos de fuera y dentro bastante rápido.

– Aaaahh~ Sasuke, gira, los dedos… ¡Ah! – dijo la pelirrosa temblando antes de morderse un dedo, sin dejar de jadear.

Volvió a gemir, esta vez más alto, cuando el pelinegro empezó a rozar su punto débil con los dedos todavía dentro. Jugos empezaban a mojar la mano de Sasuke, haciendo que cada roce dejara escapar un sonido húmedo, que lo encendía incesablemente.

– Ahí, Ah… ah, sí… ¡Me vengo!, Sasuke, me vengo, me vengo, me vengo – manifestó Sasuke empezando a convulsionar y levantando las piernas de la cama levemente. Tras un silencioso resoplo pocos segundos después, Sakura soltó un largo y alto gemido al mismo tiempo que eyaculaba en la mano del pelinegro mientras este le besaba el cuello retirando sus dedos.

Volviendo a abrir los ojos tras su orgasmo al sentir como Sasuke retiraba sus dedos, la Haruno tomó su mano para colocar los dedos que habían estado dentro de ella en su boca para chuparlos, queriendo saborear su propio sabor, por un instante.

Sasuke sentía que ya no aguantaba más, por lo que metió una de sus manos para empezar a masturbarse con ella.

– Hn… – gimió cerrando sus ojos, haciendo que Sakura empezara a sentir calentura en su vientre bajo.

Robando un fogoso beso al pelinegro, esta se bajó las bragas, tirándolas al suelo con el resto de prendas, quedando así solo con el sujetador, para rápidamente empujar el cuerpo de Sasuke hacia atrás para que volviera a quedar boca arriba y sin pensarlo dos veces, con ayuda de él mismo, deshacerse de sus boxers.

Sakura no pudo evitar morderse el labio inferior de nuevo al ver el miembro erecto del pelinegro, por lo que volviendo a unir sus labios, se colocó de nuevo a horcajadas de él, empezando a mover las caderas gimiendo casi a la par que el pelinegro ante el roce.

Sintiendo que el aire volvía a hacerles falta, la pelirrosa se apartó para tomar la punta del miembro y guiarlo a su entrada, logrando que este se deslizara sin ninguna dificultad dentro, haciendo a los dos gemir.

– Oh, mierda… – susurró Sasuke jadeando cuando la Haruno empezó con el vaivén acelerado de sus caderas mientras él acariciaba sus muslos.

La pelirrosa jadeaba con los ojos cerrados sin frenar sus movimientos, apoyándose en los abdominales del Uchiha y a veces en los muslos del mismo, cuando quería crear un ritmo más pausado.

– Ah.. Ahh~, se siente, genial… Sasuke. – gimió la ojiverde abriendo los ojos, viendo a un sonrojado Sasuke jadear en lo que seguía moviéndose encima de él.

Echó su cabeza para atrás levemente, dejando que su melena cayera a su espalda, volviendo a acelerar el ritmo de sus caderas.

– ¿Te gusta?, ah~ estar dentro de mí, ¿Sasuke? – preguntó Sakura manteniendo el ritmo, mirando sonrojada hacia él mordiéndose el labio. – Di… Dime, Ahh~ ¿Te, gusta…?

– Si… – respondió jadeante él, sintiendo su miembro ser apretado en cada embestida, colocando una mano en el vientre de la pelirrosa. – Ah~, quiero, besarte…

Sakura se inclinó hacia delante, uniendo los labios con los del Uchiha, regresando a un ritmo más calmado, suspirando de placer al sentir cómo las manos del pelinegro apretaban sus senos por debajo de su bralette. Volvió a pegar sus labios en un beso que fue correspondido efusivamente.

Al querer volver a acelerar el ritmo de sus embestidas, levantó su torso de nuevo, dejando al descubierto sus senos muy para el deleite del pelinegro que disfrutaba, viendo como estos acompañaban al ritmo.

Quitándose el sujetador con prisa, Sakura volvió a apoyar sus manos en el vientre de Sasuke para incrementar todavía más sus movimientos, provocando que el aliento de ambos se volviera errático.

– Joder… – gimió Sasuke escuchando el sonido de sus cuerpos chocar junto al sonido del colchón golpear contra el mueble de la cama. – Sakura, Ah~ … Voy a, estoy…

– Ah~ Dios mío, me …, encanta, como se siente~ ¡Ah~ Sí!… – vociferó jadeando Sakura sin frenar sus movimientos.

Al sentir como el Uchiha eyaculaba dentro de ella, la pelirrosa fue disminuyendo sus movimientos poco a poco, acariciando su clítoris, provocando que ella no tardara nada en venirse.

Sasuke apartó el flequillo de su rostro, intentando recuperar el aliento en lo que la Haruno rodaba hacia un lado, apoyando su cabeza en su brazo estirado, también intentando acompasar su respiración.

Eso fue… – pensó con dificultad el pelinegro, bajando la mirada hacia Sakura quien había tomado la mano del brazo detrás de ella para entrelazar los dedos.

El agotamiento fue llegando poco a poco, en lo que Sakura iba al baño, Sasuke abrió las sábanas de su cama y se metió dentro. No dijo nada cuando Sakura regresó para acostarse contra él en la misma postura hasta quedar ambos dormidos.


La puerta del apartamento se abrió, dejando pasar a un Itachi cansado, seguido por un feliz Shisui arrastrando dentro una maleta de viaje consigo y una Izumi bastante tímida cargando con una caja bastante grande en sus brazos.

– Estamos en casa. – anunció el mayor de los hermanos Uchiha esperando que su hermano dejara salir la cabeza.

Kage apareció de la nada, brincando con la lengua fuera, saludando feliz a todos los recién llegados. Quienes no dudaron en acariciarla de vuelta.

– ¿Cuándo adoptaste a otro perro, Itachi? – preguntó Izumi mirando hacia la entrada que daba al salón, donde Shiro se encontraba sentado con poste recto mirándolos fijamente.

El mencionado alzó la cabeza extrañado ante las palabras de su novia, comprobando cómo, efectivamente, había un Akita observándolos en silencio. Este se dejó lamer el hocico por Kage, sin apenas moverse.

– Menudo bicho más grande, ¿No? – comentó Shisui acercándose al perro desconocido, quien empezó a gruñir al ver al Uchiha de cabello corto acercarse a él, queriendo acariciarlo.

– Shisui, ten cuidado… – advirtió Itachi alzando una ceja extrañado al ver un perro de alguien gruñir a su mejor amigo, en lo que empezaba a acercarse, arrastrando consigo la maleta que había que este último había abandonado en la entrada.

Shiro volvió a gruñir al ver a otro hombre acercarse, colocándose de pie, enseñando los dientes, ignorando a Kage quien le tocó el rostro con una pata para que dejara de hacerlo tras un leve estornudo.

El pelinegro de la coleta se acercó al can para mirarlo a los ojos a pesar de que este siguiera mostrando los dientes. Agachándose a metro y medio de él en pose relajado, se atrevió a decir:

– ¿Amigo? – el perro escondió los dientes entendiendo esa palabra a la par que ladeaba la cabeza. Poco a poco el chucho se acercó cautelosamente a Itachi para olerle, apartando la cabeza cuando intentaba acariciar su cabeza.

Itachi dejó que el perro pasara por su lado para oler su trasero y después se dirigió a Izumi, dejando que esta si pudiera acariciarle.

– Ah… ya veo, solo te gustan las mujeres, ¿eh? – se burló Shisui al ver cómo la muchacha de melena castaña acariciaba el lomo del perro y este no rechistaba.

Al prender la luz del comedor, el hermano de Sasuke se dio cuenta de que este evidentemente se encontraba en casa tras ver que había pertenencias suyas y de otra persona en la mesa frente al televisor, aparte de que la puerta de la habitación de este estaba cerrada.

Vio que Kage rascaba la puerta de la habitación del menor como queriendo entrar en ella, por lo que se acercó, con intenciones de abrirla.

Kage normalmente, suele estar dentro con él… – reflexionó Itachi encontrando extraño ese detalle. Empezaba a estar preocupado.

– Ya le despierto yo… – musitó Shisui colocando una mano en su hombro con ganas de gastarle una broma al hermano de su amigo.

– ¡KEKAW KEKAW, ARRIBA, SASUKE!... oh… Uhm – irrumpió el primo de Itachi quedando en shock.

Itachi entró a la habitación de su hermano prendiendo la luz del techo, sorprendiéndose al encontrarse a un Sasuke medio dormido metido en la cama, incorporado levemente, intentando acostumbrarse a la luz recién prendida de su cuarto, junto a una chica de cabello rosa.

– ¿Podéis iros? – pidió Sasuke de mal humor mirando a su hermano y a su primo quedarse como un par de pasmarotes en la puerta.

Shisui fue tomado de la solapa de su chaqueta y arrastrado fuera de la habitación por Itachi, quien rápidamente cerró la puerta visiblemente incómodo.

– Wow… – soltó Shisui con una sonrisa burlona ante lo ocurrido, caminando hacia el salón, donde Izumi se encontraba dejando su maleta al lado del sofá.

Itachi se rascó la cabeza algo incómodo, sin atreverse a decir nada, ya que no se lo esperaba. Sonrió como su mejor amigo, empezando a encontrar graciosa la situación al ver como este se reía.

– ¿Qué pasó? – preguntó Izumi sin enterarse de nada, sentándose en el sofá con ambos canes a su lado.

– Nada, el pequeño Sasuke ya es todo un hombre… – respondió Shisui prácticamente riendo, en lo que Itachi negaba con la cabeza ante el comentario.


Ya… a ver, que levanten la mano quienes no se esperaban esto.

Espero que os haya gustado la pequeña sorpresita, debéis culpar a una preciosa y talentosa artista de Twitter llamada Riakurou. Diciendo eso, una vez lo leáis, me entenderéis. Si lees esto, te dedico la escena, Ria. Mereces mucho más reconocimiento.

Hablando ahora del capítulo, espero que el método que usé espacio-temporal se haya podido entender. Qué ocurre antes, qué ocurre después y aún así van atados de la mano. Ante cualquier duda, díganmelo.

Qué pasará de aquí en adelante~ Quien sabe…

Espero que os haya gustado este capítulo. Muchas gracias por leer.

Hasta la próxima