Hola estimados lectores,
Se que este capítulo llega, semanas tarde, pero a mediados/finales del mes pasado, cuando apenas llevaba el capítulo por la mitad, ocurrió algo que me devastó emocionalmente bastante. La pérdida de un ser que fue especial en tu vida, es algo inevitable para todos y como comprenderán, he estado de duelo estos días.
Aparte de eso, me han ampliado el contrato en donde trabajo, así que estaré algo más ocupada.
No planeo dejar la historia, tengo un hilo pendiente con ella porque creo que es algo que debo escribir, algo que deseo finalizar, porque me lo paso bien.
En fin, que esperar de este capítulo… ¿Honestamente? Hay buenos capítulos, y malos capítulos. Realmente creo que este es uno de los malos, así que ya me dirán sus opiniones, si les apetece. Les aviso que, puede que no sea uno fácil de leer. Por qué no lo ha sido para mi escribirlo. Ya verán lo que quiero decir.
¡Disfruten de la lectura!
Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.
La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.
ADVERTENCIA DE ESCENAS FUERTES EN EL CAPÍTULO
Intrusa, Intrusiva que el karma no te desviva
La mayoría de los estudiantes de su clase suspiraron con alivio después de que la campana de fin de clases sonara, dando fin al último periodo de clases del semestre. Habían pasado tres días desde la finalización de los exámenes y hoy era el último día antes de que las vacaciones de verano comenzaran.
La peña estaba prácticamente descontrolada, ya se encontraban montando planes para el verano, era algo de lo que Sakura quería hacer su agosto con Sasuke. A pesar de haber podido prevalerse del mínimo tiempo a solas con él que tenían fuera y dentro del campus, no era algo satisfactorio tener que hacer como si nada después de que cualquier persona hiciera explotar su burbuja.
Mordiendo la parte interior de su labio inferior con los dientes, miró al Uchiha. Este, a pesar de estar algo apartado de los demás, quienes estaban escuchando, como no, a Naruto, les prestaba atención apoyado en el borde de su pupitre distraídamente.
– ¡Ei, gente! ¡Fiesta en la piscina de mi casa, esta tarde! – gritó Kiba logrando que toda la clase se alegrara, empezando a aplaudir y a silbar.
La multitud empezó a dispersarse poco a poco, sin querer quedarse más de lo necesario dentro del instituto.
Ino no estaba de humor, por lo que dudaba de si ir a la fiesta, probablemente Sai estaría ahí. No le apetecía nada últimamente, había ideado el verano perfecto y debido a lo ocurrido, no se sentía motivada. Tenten y las demás se acercaron a ella, hablando de la fiesta, ellas irían, hasta Hinata.
– Por un plan que organiza Kiba… – bufó con molestia y con tristeza para seguidamente girar su cabeza, encontrándose con Sakura mirándole de pie al lado de su pupitre.
– ¿Vamos al centro comercial? ¡Hay rebajas! – propuso Temari con ánimos de comprarse un bañador nuevo para asistir a la fiesta, le apetecía mucho asistir a esa fiesta.
Sin querer queriendo, observó como Sai pasaba por la zona libre de pupitres de delante la mesa del profesor sin mirar a nadie, llevaba el cabello todavía más corto, sin apenas flequillo. De no ser porque su cara la reconocería cualquiera y que su palidez inusual destaca de terceros, de espaldas, quién sabe si solo sería ella, pero no se le reconocería.
Algunos lo tomaban como una manera de aceptar sus malas acciones, otros un corte de borrón y cuenta nueva tras ser "rechazado" o una disculpa, quien sabe. Esto último le costaría creerlo, por eso no iba a tomarlo como una esperanza ni algo por ese estilo. Ese barco ya se había hundido y no merecía la pena hurgar en el naufragio. Agradecía que, desde entonces, él guardara sus distancias en general.
Por otro lado, cabe añadir, que últimamente aparecía cierta persona en su mente constantemente. El tipo que la salvó de Zaku y su pandilla de quién sabe qué, sin poder evitarlo, había resguardado el recuerdo de ese hermoso rostro en su memoria. ¿Cómo se llamaría? Desearía haberle preguntado en su momento, pero no pudo… y ahora, se arrepentía. Aguardando a la posibilidad de que, por casualidad, pudiera volver a verlo…
Suspiró con ensoñación, ignorando a las demás a su alrededor, divisó a Sakura todavía sentada en su pupitre. Esta parecía distraída, mirando con impasibilidad su móvil. Esos días habían estado hablando un poco, otro avance, como lo del otro día, pero todavía no seguían como antes.
Temari entrelazó su brazo con el suyo para así levantarla de su asiento y no tuvo más remedio que dejarse guiar por sus amigas fuera del aula.
Por lo que se refiere a Sakura, esta leyó por tercera vez el mensaje de su padre, que le pedía verse con él hoy mismo después de sus clases. Si es cierto que Kakashi la había avisado de que era algo que él iba a hacer, ella ya lo suponía desde hace mucho. Fuera lo que fuera, su padre y puede que también la familia de este, parecían esperar algo de ella. Su instinto casi nunca fallaba con algo así.
– ¿Pero el qué? – pensó ella concentrada mientras leía los demás mensajes que Kizashi le había enviado y que ella solo se había molestado en leer. No había nada de información crucial por ahí. Sentía que se le escapaba algo y no recordaba el qué.
Decidiendo que ya se le aparecería por la cabeza ese detalle con el tiempo, dejó su móvil encima de su pupitre para rápidamente empezar a guardar las pocas pertenencias encima del mismo en su bolsa, cuando recordó que tenía que ir a la biblioteca del campus a devolver los libros que había tomado prestados para sus apuntes.
Cerrando su mochila tras sacar los libros de la bolsa, se giró hacia Sasuke, captando su mirada en lo que colocaba la bolsa encima de su hombro y abrazaba los libros. Con una sonrisa casi imperceptible junto a un sonrojo desprevenido, empezó a salir del aula con el fin de ir a devolver lo que había tomado prestado con tranquilidad, dejando al Uchiha observándola irse en silencio.
Sasuke, tras unos minutos, estaba que ya ni escuchaba a Naruto ni a los demás, tomó sus pertenencias y sin decir nada, se escabulló fuera del aula con un objetivo. Siendo observado en silencio por Neji y este, por Hinata.
No tardó en llegar a la biblioteca, la cual se encontraba desierta, a pesar de saber que la pelirrosa se escondía por algún lado de la zona. En la primera planta no estaba, ya que las estanterías estaban distribuidas contra la pared, salvo las que se apreciaban desde el ventanal de los costados, cada estante dejaba un mínimo de visibilidad, para apreciar si había alguien en el otro lado o no, protegiendo los libros con una pequeña barandilla para evitar que estos cayeran a lo loco.
Sasuke sospechó que su novia se encontraría en la pequeña sala de estudio de la segunda planta, oculta por unos pocos estantes más que hacían de barrera a las mesas para poder estudiar con más tranquilidad. No estaba equivocado.
En lo que subía por las escaleras, la descubrió furtiva detrás del estante, dejando visibles sus preciosos y llamativos ojos verdes que le miraban seductoramente. Cuando llegó al segundo piso, vio como la Haruno intentaba guardar, de puntillas, uno de los dos libros que permanecían sujetos contra su pecho.
Sakura sintió como el pelinegro se colocaba justo detrás de ella, dejando que él le ayudara en dejar el libro de filosofía en su lugar. Sin voltearse, miró el último libro que mantenía sujeto en su brazo, el cual sabía que no podía almacenar ahí porque no era del género de los demás de la zona.
Notó como la mano de Sasuke le apartaba la melena para dejar visible su cuello, haciendo que tuviera que cerrar los ojos. Llevaban, desde el otro día, que durmieron en su habitación, dirigiéndose miradas cada vez que podían, solo que con los exámenes y que a la hora de estar en el instituto casi no tenían un rato a solas, ambos sentían las irremediables ganas de llegar al otro nivel el uno con el otro en un rato que fuera posible.
Dejó que él continuara la labor sin interrupciones, al fin y al cabo, eran escasas las veces en las que el Uchiha iniciaba un íntimo contacto físico, cosa que empezaba a atesorar y disfrutar cuando ocurría. El roce de labios que Sasuke le hizo en esa zona, fueron suficientes para sentir cómo su cuerpo empezaba a entrar en ebullición. Con su otra mano, la pelirrosa observó como su novio le quitaba el libro de su brazo y lo guardaba en un estante cualquiera, en lo que comenzaba a sentir como este le besaba la misma zona e iba subiendo a la vez que apoyaba sus brazos en el estante frente a ambos.
– Sasuke… – musitó ella a la vez que apoyaba su cabeza contra el hombro del pelinegro, quien debido al encontrarse levemente inclinado, siendo ella más pequeña en comparación a él, logró oler de nuevo, la fragancia de él, mezclada con la que emanaba su ropa. – ¿Solamente vas a besarme ahí?
Después de una suave y corta caricia en la zona superior a la nuca de Sasuke, dónde presentaba cabellos más cortos, que le había incitado a acercarse más a ella, decidió girarse, hasta apoyarse contra la estantería repleta de libros y archivos, justo entre los brazos de él.
Colocando ambas manos en los brazos extendidos, que empezó con una caricia con las uñas con la que rozaba los antebrazos para llegar a las manos con el fin de que él entrelazara cada una con las suyas, se deleitó con ver como el pelinegro empezaba a acercarse hasta ella y finalmente empezar a besarla, dejando que él mantuviera el agarre de manos contra el mueble, a cada lado de su cabeza.
El primer beso fue demasiado corto, pero dio paso a muchos más que iban subiendo de tono. Llegó el momento en el que ambos estaban incómodos de la postura con sus manos, por lo que el Uchiha no dudó en soltarlas y aprovechar para colocar las manos en la cintura de Sakura, mientras ella subía las manos por su plano torso hasta de vuelta a su cuello.
Sakura no pudo evitar sorprenderse cuando su cuerpo fue guiado sin romper inmediatamente otro beso para seguidamente ser levantada y sentada encima de una de las mesas, justo la dé al lado donde tenían los dos sus mochilas. Toda ella tembló con impaciencia al notar las manos de Sasuke tocar sus muslos una vez se colocó entre sus piernas.
Iniciando otro beso, del cual esta vez ella tomó las riendas, tomó de la camiseta al Uchiha mientras se inclinaba hacia atrás de la mesa, dejándolo encima de ella. Suspiró de placer cuando se reparó que las manos de él pasaron de largo de aventurarse debajo de su falda hasta debajo de su blusa, la cual subieron lentamente, acariciando su abdomen con lentitud. Dejó que él empezara a desabrocharle la prenda entera, quedando solo con un balconette beige.
Fijándose en cómo esas mismas manos empezaban a aventurarse hasta su espalda, por inercia incorporó un poco su torso, dejando que el Uchiha desabrochara la prenda en el segundo intento, dejando que la prenda pudiera maniobrarse con más facilidad.
A Sakura le pareció ver que las pupilas de los pozos negros que Sasuke tenía como ojos se le dilataban y brillaban ante el panorama cuando él se inclinó más hacia su torso. Respiró con prisa al sentir como el pelinegro terminó por subir sus manos hasta sus pechos, agarrándolos con suavidad.
Con impaciencia, acercó el rostro de su novio con ambas manos para besarlo con pasión, incitando a que las lenguas de ambos empezaran a jugar un poco con la del otro hasta que él lo cortó, bajando de vuelta por su cuello, plantando un pico en esa peca que tanto adoraba, hasta el medio de sus pechos. Tuvo que morderse levemente la parte media de su dedo índice al sentir su caliente lengua, empezar a pasearse por una aureola de uno de sus pezones mientras masajeaba, con la otra el otro pecho.
Sasuke se sentía más que satisfecho al poder, por fin haber agarrado la iniciativa de hacer algo que llevaba días, si no semanas deseando hacer. A Sakura parecía gustarle, por lo que no tardó en empezar a succionar brevemente, sacando un jadeo de la pelirosa bajo él y enseguida volver a lamerlo ante la atenta mirada de ella. Le encantaba verla así, con la piel ardiendo a su tacto, sus mejillas con un notorio rubor y dispuesta a que él tocara por donde ella se dejaba. Era una sensación inigualable y esperaba poder llegar a complacerse con todos sus sentidos.
De pronto, el teléfono de Sasuke empezó a sonar, distrayéndolos a ambos. Haciendo que Sakura volteara la cabeza hacia el sonido de la melodía, y que el pelinegro tuviera que suspirar con hastío. Estaba por seguir con lo suyo cuando la música acabó, pero segundos después volvió a comenzar.
– Estúpido inútil inoportuno… – maldijo Sasuke mientras se incorporaba sin prisas, en lo que refunfuñaba lo mismo en voz baja lo suficiente como para que su novia lo escuchara.
– ¿Cómo sabes que es Naruto? – preguntó Sakura volviendo a incorporarse cubriéndose el torso apretando el balconette contra sus pechos.
– Porque tengo una melodía específica para saber cuando me llama y así no contestar… Algunas veces. – admitió el Uchiha mirando con rabia el aparato en su mano, no lo había desbloqueado para que una tercera llamada entrante empezara a sonar. El rubio, como siempre, estaba siendo insistente e impaciente. La sincera respuesta de su novio le hizo soltar una risita.
– ¿Qué quieres ahora, estúpido? – saludó Sasuke mientras se rascaba el mentón con molestia. – ¿Cómo que dónde estoy? No te importa, bobo.
– ¿Echar una mano para qué? La fiesta es en casa del Inuzaku ese, no veo la razón por la que yo deba acompañaros al supermercado… – Sasuke escuchó como Kiba decía en voz alta – ¡Es Inuzuka, Uchiha! –, lo que le hizo suponer que estaba con las manos libres. Fue entonces que Sakura empezó a abrocharse de nuevo su sostén y la blusa en lo que se acercaba al pelinegro.
– ¿Qué es lo que quieres, Naruto? – preguntó antes de que Naruto pudiera avanzarse a decir cualquier otra cosa, algo que ya había comenzado a hacer, quedando callado al escuchar su voz.
– ¿Sakura? ¿Estás con él? – preguntó él desde la otra línea, tanto Sasuke como Sakura suspiraron, el primero terminó por poner las manos libres a pesar de que en la biblioteca estuviera prohibido, pero para su suerte no parecía haber nadie y la encargada no trabajaba ni los martes o los jueves.
– Sí, ¿Qué quieres? – habló la Haruno acomodándose la ropa a la vez que hablaba, pero Naruto no respondió. – ¿Hola?
– ¿Dónde…? ¡Ei! – se quejó el Uzumaki tras unos varios instantes en silencio, se pudo escuchar como Kiba se había vuelto impaciente y le había tomado el teléfono de las manos.
– Uchiha, planeo hacer una compra masiva para preparar mi fiesta, necesito la mayor cantidad de manos posibles y agradecería tu ayuda. Sakura, si logras convencerlo de que lo haga, te debo una. Estamos llegando al súper que está de camino a mi casa, ya sabes cuál es… – a medida que hablaba parecía que estaba corriendo, no tardó en escuchar como Naruto le gritaba que le devolviera el teléfono. – ¡Chao!
El pitido de llamada finalizada fue con lo único que se quedaron justo después de que Kiba la terminara. Sakura miró a su novio expectante y eso fue suficiente como para saber que lo que habían empezado no iba a culminar, al menos no por ahora. Con un suspiro, Sasuke puso la pantalla de su móvil en negro y lo guardó en los bolsillos de su pantalón, haciendo un leve mohín que la enterneció.
No es que a ella tampoco le hubiera molestado no poder seguir, aprovechándose de la soledad y de que la mayoría de personas dentro del campus querrían irse allí lo más pronto posible para empezar cuanto antes las vacaciones de verano, pero la verdad es que con un Naruto impaciente, no se llegaría a nada, sobre todo cuando este seguramente esperaba que su mejor amigo atendiera a la fiesta junto a él.
– Oh, venga, quita esa cara… – pidió ella riendo risueña mientras tomaba la bolsa de encima de su mesa junto a Sasuke, para empezar bajar las escaleras. – A fin de cuentas, las vacaciones acaban de empezar, tendremos tiempo de hacerlo tantas veces como queramos estos próximos días…
Escuchar a su novio casi tropezar en las escaleras, casi ya totalmente abajo de las mismas, le hizo soltar una sonrisa burlona, feliz con haber conseguido agarrarlo desprevenido, era bastante entretenido provocarlo de esta manera.
Cuatro y veinte de la tarde. Los chicos estaban parados frente al supermercado que Kiba les había dicho, esperando a Sasuke un poco apartados de la entrada para no estorbar a los demás clientes.
– ¿Por qué tenemos que ayudarte a preparar una fiesta que vas a montar tú, en tu casa? – se quejó Naruto rascándose con el meñique, uno de los lados de sus orificios nasales.
– Pues si quieres asistir, así debe ser y de lo contrario, tardas en irte… – dijo Kiba pasivamente mirando a su móvil, casi todos los de su año estaban mandándole mensajes sumándose al plan. Naruto no le hizo gracia escuchar eso y se cruzó de brazos para no tardar en golpear el pie contra el suelo impaciente.
– Ya claro, como si esperar por Sasuke, quien dudo que siquiera quiera asistir sea necesario… – habló Naruto como si nada, alguien resopló con burla detrás de él, lo que le llamó la atención.
– Uzumaki, ¿Crees que no sabemos que al minuto de que el Uchiha llegue, le vas a intentar sonsacar de alguna manera sobre por qué estaba con Haruno sin ti? Dices que no lo es, pero mírate…– dijo Neji sin un ápice de importancia hacia al rubio mientras le miraba de arriba a abajo sentado en un pivote de la acera. – No haces más que contradecirte.
– ¿Has discutido con Sasuke de nuevo? – preguntó Shikamaru mirando al Uzumaki con una postura recta, a la vez que despreocupada con ambas manos en los bolsillos de su pantalón. Intentando evitar una pelea en medio de la calle.
– No… Bueno, no lo sé. – contestó el rubio soltando aire por la nariz con molestia mientras miraba hacia arriba, el cielo despejado todavía anunciaba día. Esa respuesta no ayudó demasiado al Nara, pero tomó esa respuesta como un sí. – Mi prima es amiga de él, recién me entero de que la han apartado del grupo y que Sasuke no la quiere cerca…
Ante esa respuesta, Shikamaru suspiró con desgana ante el estúpido motivo que le daba el rubio como respuesta. Estaba siendo autoritario de nuevo y parecía no darse cuenta. Miró a Chouji quien simplemente se alzó de hombros, ninguno de ellos conocía a la prima del Uzumaki, ni se las había presentado, no entendían por qué le molestaba eso en particular. Era una tontería.
– Ah, cierto… esa pelirroja que lleva gafas. – volvió a hablar Neji recordando a la mencionada. – La verdad es que no me extraña que el Uchiha sea así con ella, esa tipa no tiene escrúpulos.
– Neji… – procuró Shikamaru mirándolo de reojo como aviso para que dejara el tema en paz, Hyuga le dedicó una breve mirada irónica. Cualquier reacción por parte de Naruto le importara un comino.
– Esto no es más que una hipótesis, pero si tanto te urge saber por qué el Uchiha no la quiere cerca, deberías preguntarle a ella lo que me propuso no hace mucho en la azotea. – manifestó el castaño atando su melena en un moño bajo, completamente sereno.
– ¿Me viste dirigirte la palabra, Neji?– dijo Naruto con pasividad, decidiendo no gastar energía ante esa provocación a pesar de que lo dicho le diera curiosidad. El mencionado simplemente sonrió ladinamente, había dicho lo que quería decir y estaba seguro de que había conseguido lo que se proponía, estorbarlo un poco.
– Conozco bastante poco a Sasuke, pero me atrevo a pensar que con el tipo de personas con las que ha tenido que lidiar, es capaz de decidir cuáles tolerar y cuáles no. – razonó Shikamaru con vagancia, Chouji asintió estando de acuerdo. – Tendría sus motivos…
– No le costaría nada explicarlos… – reprochó él, aceptando esa posibilidad propuesta por Shikamaru, tenía algo de sentido.
– Te conozco demasiado para afirmar que esto es una excusa barata para ocultar la verdadera razón de tu enfado, tío. – habló de nuevo Shikamaru, comprobando que estaba en lo cierto cuando este apartó la mirada un poco nervioso. Algo había pasado, obvio. No pudo evitar volver a suspirar.
– A mi modo de ver Naruto, el Uchiha no te debe ni una explicación. – explicó Kiba visualizando al pelinegro, en la lejanía que había empezado a caminar hasta ellos. – Muchas veces, simplemente no le agradas a alguien por tu forma de actuar y luego no se te quiere cerca…
Kiba miró de reojo con una expresión que reflejaba algo de hastío hacia el Uzumaki, pero parecía que este no entendió por qué se le decía eso. Fue entonces que Sasuke se paró frente al grupo, quienes le observaron totalmente en silencio. Antes de que el ojiazul pudiera aventurarse a decir algo, con un gesto mediante su cabeza, Kiba les indicó que le siguieran hacia dentro del local.
Naruto se quedó de los más atrás, mirando la espalda de Sasuke, sin repararse de que cierto Hyuga también era de los que estaban atrás.
– Tiene gracia lo que ha dicho Kiba ¿Sabes?, es literalmente lo que le ocurre a Sakura contigo, es divertido ver como te sale el tiro por la culata cada vez que intentas algo. – soltó el castaño con una sonrisa burlona, girando su cabeza momentáneamente hacia atrás para mirar como el rubio frenaba de golpe y enseguida volver la vista al frente, entrando junto a los demás, dejando a Naruto parado por unos breves instantes fuera del local. No se dio cuenta de que sus puños estaban blancos de nuevo y que le temblaban, hasta que, con apenas consiguiendo controlar su rabia, se adentró dentro de la tienda hasta llegar de vuelta con los demás.
– Bien, como veo que ya estamos todos, nos vamos a dividir. Uchiha, Hyuga y Chouji, patatas, chuches, aperitivos de todo tipo. Llenad un carro y Chouji, no te atrevas a gastar algo del mismo hasta la fiesta, si quieres zamparte algo, lo pagas con tu pasta. – empezó el castaño mirando a los mencionados, Sasuke y Neji se miraron en silencio, sin muchas ganas de tener que lidiar con el otro en nada, pero ninguno se quejó.
– Lee, Shikamaru y Naruto, decoración. Globos, guirnaldas, tonterías de ese tipo para crear ambiente. Nada de cursiladas, Shikamaru, como eres el que mejor gusto tiene de los tres, cuento contigo. – Lee se rascó detrás de la cabeza con una risa burlona admitiendo la verdad, mientras que Naruto hizo una mueca de enfado mirando al castaño, que pasó de él olímpicamente a la vez que Shikamaru suspiraba con pesadez.
– ¿El resto? Bebidas. En menos de una hora, debemos estar en casa para empezar a prepararlo todo. – zanjó Kiba haciendo que cada grupo se dividiera como él lo pidió como si nada.
Naruto, lee y Shikamaru no tardaron en llegar a la parte de las decoraciones de fiesta, por lo que mientras los dos primeros empezaban a mirar los estantes, este simplemente les decidió dejarles todo el trabajo a ellos apoyando los brazos en el manillar del carro de compra con pereza.
– ¿Por qué estamos haciendo esto? Repito, es la fiesta de Kiba… – volvió a quejarse el Uzumaki mientras tiraba tres paquetes de globos que se usarían para llenarlos de agua.
– En vez de rondinar, colabora un poco. Recuerda que no hace mucho estuviste a punto de pelearte con él. Sigue molesto ¿Sabes? Y estuvo a punto de no invitarte, de no ser por Chouji y yo… No es él el único harto de ese comportamiento que tienes, sobre todo lo relacionado con Sakura. – habló el Nara arrastrando el carro sin cambiar de postura, sin siquiera mirar al rubio a su lado, quien hizo una mueca.
– Kiba pudo ahorrarse eso conmigo, fijo quería encabronarme… – afirmó Naruto mirando sin molestarse en asimilar lo que el de la coleta le comentaba, haciendo que este negara con la cabeza. El rubio era capaz de ser inteligente en ciertos momentos dados, pero constantemente era alguien que no se enteraba de nada. No estaba de humor para explicárselo hoy.
– Démonos prisa, cargar tanta bolsa con este calor será demasiado problemático, así que cuanto antes terminemos, mejor… – terminó Shikamaru dejando a Naruto confundido.
Tres pasillos más abajo, se encontraban Sasuke arrastrando el carro en una postura similar a la de Shikamaru, dejando que Chouji tirara toda clase de comida dentro del carro. Neji simplemente caminaba a su lado en silencio.
– ¿Ya le pediste salir a Sakura, Uchiha? – indagó el Hyuga mirando hacia el mencionado quien, sin mover la cabeza, giró sus ojos hacia él con una expresión impasible.
– Eso es algo que no te incumbe… – respondió Sasuke avanzando tranquilamente, siguiendo al Akimichi, el cual estaba entretenido mirando el estante de bollería dulce.
– Uzumaki me lo dijo… – informó Neji guardando su móvil en el bolsillo delantero de su pantalón de uniforme, soltando una sonrisa de suficiencia al ver la cara de consternación del pelinegro. – Su prima, mejor dicho… Esa pelirroja que está ensimismada contigo. El día previo al festival.
Sasuke no dijo nada, sabía de sobra que Karin habría maquinado algo después de estar siguiéndole a cada rato, que intentaría algo. No era la primera vez y por suerte, esperaba que tras el escarmiento de su chica, los grillos hubieran dejado de sonar en su cerebro.
Al no obtener respuesta, Neji inspiró lentamente, disimulando su impaciencia con una expresión seria y calmada, mirando al pelinegro que se encontraba leyendo la etiqueta de ingredientes de un paquete del carro distraídamente.
– Supongo que no te importará que vaya a por ella con el fin de conquistarla, ¿A que no? – indagó el Hyuga colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón, observando cómo el Uchiha hacía una expresión implicando que lo que le había dicho no le sorprendía en absoluto.
– ¿Conquistarla? ¿Acaso es ella un viñedo, un terreno o algo por el estilo? – contestó Sasuke volteando el paquete en sus manos sin molestarse en devolverle la mirada a Neji. – Eres totalmente libre de hacer lo que quieras, pero cuando vuelva a rechazarte seguramente se deba por esto…
– ¿Te estás precipitando, no crees? ¿Cómo sabes que eso sucederá?... Gracias por lo menos por librarme de dudas, me queda claro que, definitivamente, ella no te importa y es raro… Por un momento creí totalmente lo que la prima de tu colega del alma decía. – valoró el castaño tranquilamente, omitiendo el detalle que él también había notado esa chispa entre ellos. – Lo que sea que tengas con Haruno, lo veo como…
– Todo lo que tú quieras, Hyuga. ¿Qué se supone que es esta charla? ¿Un modo de desestabilizarme a modo de venganza por lo del otro día? – interrumpió Sasuke pasivamente, logrando enervar a Neji ante esa osadía al no poder terminar de hablar. – Es ella quien decide con quien estar, parece que a Naruto y a ti os cuesta que esto se os grabe en el cerebro…
– Que no se te olvide, que de los dos, quien la conoce mejor, soy yo… – proclamó Sasuke con seguridad, acallando a Neji a la vez que sonreía con algo de burla para seguidamente volver a mirarle seriamente. – Ella es de las personas más importantes en mi vida, así que si no reacciono como te lo esperabas, no es porque ella escasee de mi interés. Simplemente, te afirmo que ella sabe lo que quiere y no sois ni tú, ni el dobe.
– Os guste aceptarlo o no. – zanjó el Uchiha ocasionando que Neji soltara una exclamación de burla ante esa provocación, aun así, esas palabras le hicieron chasquear la lengua con molestia. – ¡Amichiki! Ya tenemos bastante, volvamos con el resto…
Chouji, al escuchar su apellido mal pronunciado, hizo una mueca, volteando a mirarle, voltear el carro, sin haber escuchado nada, se alzó de hombros y con los brazos llenos de más paquetes de comida, les siguió intentando que nada cayera de sus brazos.
– Es Akimichi, Uchiha… , Eres malo con los apellidos ¿Lo sabías? Llámame Chouji y ya… – pidió el glotón colocándose al lado de sus compañeros de clase. Unos pasos apartados de ellos, Neji suspiró ante las palabras que el pelinegro le había dirigido.
Ya en casa de Kiba, los chicos siguieron al moreno dentro de su casa, siendo recibidos por Hana, entrando por el pasillo con el teléfono en la mano.
– ¿Qué es todo esto, enano? – preguntó la inuzuka alzando las cejas, siguiendo a su hermano hasta la cocina.
– Preparativos para mi fiesta para celebrar el inicio de las vacaciones de verano… – informó Kiba acariciando a Akamaru, quien viendo a su dueño desde su casita en el patio, entró despavorido a saludarle con unos cuantos lametones.
– ¿Cómo que fiesta? ¿Tienes permiso de mamá para ello? Te recuerdo que me dejó a cargo de la casa. – se quejó Hana colocando las manos en su cintura ante la noticia.
El grupo de jóvenes se miraron entre sí y seguidamente colocaron sus miradas en Kiba, quien hizo una careta de escepticismo ante esa afirmación por parte de su hermana hasta que finalmente sonrió.
– ¿Le digo a mamá que tomaste su descapotable azul sin permiso, otra vez, y que la abolladura que está debajo de las luces se la hiciste tú la semana pasada? O qué más… Podría comentarle que la llamada al extranjero de quince mil yenes fue obra tuya, para llamar a tus amigas... – comentó Kiba apoyando sus manos en el mármol de la isla de su cocina con una sonrisa altanera, mientras que Hana abría la boca consternada ante ese atrevimiento. – Elige, tengo más.
– Vale, pero que todo el mundo se quede fuera de mi cuarto. – zanjó la hermana accediendo a esos términos por parte de su hermano menor. – Ya que es tu fiesta, querido hermanito mío, limpiarás tu la casa, niño mimado.
Cuando Hana se marchó de la habitación, Kiba, sin borrar la sonrisa, miró a los demás tan campante.
– La suerte que tienen algunos de ser hijos únicos. – comentó mientras empezaba a sacar todo lo comprado de las bolsas.
Pronto, los chicos empezaron a organizar todo el jardín. Kiba y Chouji colocaban toda la comida en la enorme mesa, toda la comida, etc. Neji y Lee, con ayuda de Naruto y Sasuke, se encargaron de decorar toda la zona, mientras que Shikamaru pasivamente limpiaba la piscina con una pértiga, a pedido del Inuzuka.
– ¡Kiki! – gritó una voz femenina llegando a su casa haciendo que todas las cabezas giraran hacia el ruido.
Pronto, una joven con el cabello largo, liso y suelto entró como un torbellino al patio para colocarse donde el Inuzuka sin dudar en abrazarlo efusivamente, incomodando un poco al resto cuando Kiba y la chica se besaron sin importarles nada.
– Gracias por invitarme a la fiesta. – comentó ella sonriente, dejando que Akamaru se acercara a ella feliz, acariciándolo con amor. – ¿Son ellos tus compañeros de clase? ¿Me los presentas? Nunca lo has hecho…
– Tranquila, Tamaki… ¿Qué te tiene tan eufórica? – preguntó Kiba mientras colocaba un brazo detrás de su cintura despreocupadamente, la morena simplemente sonrió feliz. Estaba feliz de tener tiempo libre para pasarlo bien con su novio.
– ¿Quién es la chica, Kiba? ¿Tu novia? – indagó Chouji apretando entre sus manos la bolsa de plástico de patatas tras haber vertido el alimento en otro plato en medio de la mesa.
Los demás, ya contentos habiendo terminado la tarea, menos Sasuke y Neji quienes continuaron inflando globos y tirándolos aparte de decorar lo que faltaba por ahí sin mostrar interés por la recién llegada, se acercaron a la pareja.
– Tamaki, te presento a Shikamaru, Chouji, Lee y Naruto. Chicos, ella es Tamaki, mi novia. – comentó Kiba a la vez que la mencionada les sonreía educadamente. El último rascándose la cabeza sin poder creer que lo que le dijo Kiba hace algo de tiempo era verdad.
– ¿Y esos dos? – señaló Tamaki inclinándose algo para mirar hacia Neji y Sasuke con curiosidad, quienes se encontraban de espaldas a ellos. Los demás imitaron a Tamaki para mirar a ambos chicos en silencio.
– ¡Uchiha, Hyuga! Ya está bien, podéis dejarlo. – habló Kiba alzando un poco la voz acaparando de una, la atención de ellos haciendo que dejaran de hacer su tarea encomendada.
Ambos chicos empezaron a andar a la vez, lo que provocó que empezara una batalla de miradas cuando estas dos chocaron, aunque eso no duró mucho, ya que Sasuke, tras soltar su característico monosílabo, apartó su vista del Hyuga como si no le costara nada, volviendo a andar colocando ambas manos en sus bolsillos, dejando al último parado sin cambiar su expresión hasta que él también empezó a dirigirse hacia el grupo.
– Espera un minuto… ¿Sasuke? ¿Eres tú? – preguntó Tamaki sin poder evitar que una sonrisa empezara a manifestarse en sus labios, el pelinegro simplemente alzó la vista al escuchar su nombre, no la reconocía. – ¿No te acuerdas de mí? Tamaki… ¿La nieta de Nekoba?
– Hmp. – musitó él asintiendo tras recordar finalmente a la chica con la que solía jugar contadas veces a atrapar gatos, siendo apenas un crío de cinco años, siempre que sus padres le llevaban a él y a Itachi al campo.
– ¡No sabía que eras amigo de Kiki! Qué mundo más pequeño… – habló la morena emocionada, sin repararse en la expresión de curiosidad por parte de Inuzuka y los demás, Lee y Chouji aguantaban las ganas de reírse del apodo de su amigo.
– ¿Se conocen? – preguntó su novio extrañado rascando la parte trasera de su cuello con un dedo mirando a Sasuke, quien no hizo más que asentir con la cabeza en silencio.
– Mi abuela tenía un criadero de perros policía hace años, en la cual la empresa Uchiha solía conseguir los k9, ahora es una perrera aparte de una casa de adopción aunque más de gatos que de perros. Sasuke solía venir con su hermano ahí, sus padres y mi abuela eran uña y carne. – explicó Tamaki mientras colocaba sus manos alrededor del brazo de Kiba como si nada, quien asimiló esa nueva información como si nada.
– ¿Cómo está Nekoba? – preguntó el Uchiha recordando momentos divertidos en esa casa rural. Se lo pasaba bomba jugando con Itachi y Shisui por la enorme pradera y el bosque de los alrededores, solían pasar algunas noches durmiendo en tiendas de campaña y había unas veces que al no querer marcharse se subía alto a los árboles impacientando a su madre hasta que su padre tenía que venir a obligarle a bajar para regresar al suburbio.
Por un momento, ante la expresión afable que apareció en el rostro del pelinegro, Kiba sintió un apretón en su estómago que le decía que se le escapaba algo. La incertidumbre de que estos dos pudieran haber tenido algo de niños, por más estúpido que pareciera, no era descabellado… A menudo hay amores inocentes que empiezas siendo un crío.
– Como un roble, prácticamente igual. Solo que con más canas. – comentó con una risita, mirando completamente enamorada a Kiba, el cual sonrió hacia ella. – Saluda a tu hermano de mi parte y a ver si venís algún día de visita con Itachi, seguro se alegrará de veros.
Antes de que Sasuke pudiera musitar cualquier palabra, Tamaki volteó para ver los alrededores, admirando los preparativos para la fiesta.
– Wow, está genial, buen trabajo, pero ¿Dónde está Shino? – si algo recordaba ahora de Tamaki, es que hablaba sin cesar, era como un loro y en cierto modo eso le recordaba a Sakura años atrás.
Ignorando al grupo, Sasuke se encontró con sed, por lo que acercándose más a la mesa, se sirvió un poco de refresco y casi se lo bebió de golpe. Deberían poner hielo, las bebidas se calentarán con el calor. Alguien se colocó a su lado, no tardó en percatarse de que era Kiba, notó que parecía intranquilo. Volteando la cabeza, se fijó que todos, incluso Tamaki habían decidido adentrarse dentro de la casa, seguramente para no tener que tolerar tanto el calor.
– ¿Necesitas algo? – cuestionó Sasuke sirviéndose otro vaso despreocupadamente en lo que escuchaba al Inuzuka a su lado toser con incomodidad y nerviosismo.
– Pareces conocer bastante a Tamaki… – empezó Kiba sin saber del todo como soltar la pregunta que tenía en la punta de su lengua.
– No mucho la verdad, éramos pequeños y nos veíamos una o dos veces al año… – admitió él, la verdad es que Tamaki tampoco es que jugara con ellos, era la única niña de su edad y ni aun así, intimaron demasiado. Debía reconocer que gran parte de eso se daba por su timidez.
– Así que… ¿No hubo nada? – musitó Kiba mientras el Uchiha arrugaba el entrecejo sin saber a lo que se refería, hasta que de pronto se le encendió la bombilla, Kiba no vio como se le subía una comisura de sus labios con burla, solo le vio permanecer en silencio y dar un sorbo de su vaso.
– Entre… vosotros… – continuó Kiba tragando saliva ante el bochorno.
– Tendrías que ser más específico… – habló Sasuke con algo de mofa en sus palabras, tensando al Inuzuka, quien para su desgracia no dudó en ruborizarse.
Hacía menos de medio año que conocía a Tamaki y debía reconocer, que pese encapricharse severamente en las primeras semanas de conocerse, no empezaron a salir desde hace poco. Descubrir ahora que ella conocía a Sasuke y que su familia conocía la de él, que se llevaban bien, podría indicar un acercamiento o incluso sentimientos… No se lo había preguntado a Tamaki y teniendo al Uchiha ahí, esperaba no tener que hacerlo.
– Tú y Tamaki… erhm… esto, ¿Fuisteis o tuvisteis… algo? Ya sabes…, más tarde, en algún momento. – dijo Kiba intentando hacer entender el doble sentido de la pregunta con su mirada en Sasuke, quien alzó una ceja.
– Hn, no. – respondió Sasuke dejando el objeto en sus manos encima de la mesa y volteando para encarar a Kiba. – Desde que mis padres murieron a mis siete años hasta hoy, no habíamos vuelto a coincidir.
El suspiro de relajación por parte de Kiba entretuvo bastante a Sasuke, aunque lo supo disimular.
– Ella no es mi tipo. – confesó el pelinegro tan campante, dejando al castaño con una mueca contrariada, aunque mucho más tranquilo.
– ¿Tienes un tipo de chica que te gusta? Eso es algo nuevo… – manifestó Kiba con una sonrisa burlona, empezando a caminar junto a Sasuke hasta la puerta de acceso a la sala de estar de su casa. – Así que los rumores son ciertos, el despampanante Uchiha tiene novia.
– No es el tipo de chica, solo es ella… – recalcó Sasuke subiendo la mano para colocarla contra el vidrio de la puerta corredera antes que el Inuzuka. – Sakura.
La cara de Kiba terminó por ser un poema ante tal revelación, abriendo algo la boca a la vez que sus pupilas parecían irse en lados opuestos como si estuviera bizco, recopilando esa noticia.
– Espera… ¿Qué? – habló su conciencia sin acabar de creerlo, para pronto sacudir la cabeza estupefacto.
– Así que relájate. – terminó el pelinegro mientras abría la puerta tranquilamente, dejando a Kiba pasmado frente a la puerta. – Nos vemos luego, voy a casa a cambiarme.
Kiba le vio marcharse en lo que volteaba su estático cuerpo, incapaz de cambiar de postura o expresión.
– ¿Sakura y el Uchiha, huh? Solo han pasado meses desde que se reencontraron… ¿Y ya tienen algo? No pierden el tiempo… Espera, ¿Están saliendo o no?... – Asimiló el moreno cuando otra idea borrosa se manifestó en su mente. – Aguarda un segundo…
Unas risas provenientes del salón no tardaron en aparecer en el salón, momento en el que Kiba volvió en sí para mirar a través del cristal al Uzumaki, que se reía de la cara de sufrimiento de Shikamaru cuando Chouji se sentó encima de él, ahogándolo por no dejarles sitios a los demás en el sofá.
Si bien era algo que era lo más probable que ocurriera, no dejaba de ser sorprendente. Conocía más a Sakura que al Uchiha, eso estaba claro, pero no sabía con seguridad que algo se iba a cocer entre ambos, sobre todo sin saber lo que pasaba por la cabeza de su compañero de clase. Aun así…
– Ánimos, Uchiha… Estoy de tu lado.
Si alguien se apareciera en frente a él con afán de recriminarle su forma de hacer las cosas, se llevaría una patada en el trasero.
Negar que estaba estresado, sería mentir, y eso era algo muy inusual por parte de Itachi. Llevaba días, semanas, estancado. Entre los preparativos para su boda, su trabajo, su embarazada prometida que gestaba a su futuro hijo… se sentía al límite. Eso no era lo peor, era el maldito trasto desamparado en el suelo del salón que no agarraba forma y que cuando intentabas que las piezas se unieran, nada encajaba.
– Esta cuna es la mejor de lo mejor, es ultra fácil de montar… – imitó el Uchiha de la coleta, la voz de la dependienta de la tienda mientras suspiraba con hastío, en lo que soltaba de nuevo dos palos de madera blanca para volver a poner frente a su cara el folleto de instrucciones de montaje. Como quería tirarle la caja vacía del mueble en toda la cara a esa mujer…
Llevaba aquí tres horas y media, sin ningún avance. Se escuchó el ruido de algo crujiente ser masticado, lo que ocasionó que Itachi bajara el manual de instrucciones de su vista para mirar a Shisui sostener con una mano un paquete de patatas que él mismo había traído.
– ¿Qué? – quiso saber Shisui masticando a la vez que le miraba alzando las cejas y después miró a su paquete de patatas. – ¿Quieres?
Shisui no obtuvo respuesta, solo se entretuvo viendo la graciosa y furibunda mirada que su mejor amigo le dedicaba. Era curioso que ver a un genio como él, ser incapaz de entender las instrucciones de montaje de un mísero mueble. ¿Estarían escritas en Húngaro o qué?
– Habéis comprado una cuna bastante grande para un apartamento demasiado pequeño, y oye, cuando el crío crezca ¿Dónde va a dormir? – indagó él Uchiha de cabello corto antes de meter otra patata en su boca tan campante observando como Itachi parecía querer decir algo, pero se quedaba petrificado, sin saber que este lloraba mares mentalmente, hubo un momento que parecía que se le escapaba el alma de la boca.
Alguien llamó al timbre, siendo Itachi el único que se levantó de su asiento haciendo tronar los huesos de su columna al levantarse, al abrir la puerta, se encontró con ni más ni menos que Sakura.
– Hola, Itachi… – saludó la Haruno con una sonrisa amistosa cuando el pelinegro abrió la puerta, el Uchiha le sonrió de vuelta mientras apoyaba su mano libre en el marco de la puerta.
– Sasuke no está, creo que se ha ido a una fiesta de fin de semestre o algo así, lo digo por si viniste por él… – comunicó el de la coleta con una sonrisa conocedora, él también había notado un cambio en el ambiente de este par.
– La verdad, vine a hablar contigo… – contestó ella simplemente bajando de su hombro la bolsa de tela que traía consigo.
Haciendo una leve inclinación con la cabeza cuando el hermano mayor de Sasuke la dejó entrar, la pelirrosa se descalzó de sus sandalias y siguió al primero hacia dentro del comedor, donde se topó con Shisui y un desorden desamparado en el suelo de la habitación.
– Oh, Sakura… Qué agradable sorpresa, ¿No vas a esa fiesta a la que el renacuajo iba? – habló Shisui dejando el paquete de patatas encima de la encimera y levantándose del taburete, la Haruno solo le sonrió cuando se le acercó.
– Sigo considerando la idea de si ir o no, no me apetece demasiado… – dijo Sakura volviendo a mirar hacia el suelo, donde descubrió que en la caja de montaje indicaban que las piezas eran para una cuna.
Tras girar de vuelta hacia Itachi, armándose de valor, sacó un teléfono apagado con la pantalla algo rota junto a varios pendrives de su bolsa y se los entregó, consiguiendo que Itachi la mirase extrañado y Shisui, con curiosidad.
– ¿Un móvil…? – preguntó curioso el Uchiha de la coleta, volteando el aparato por el extremo, intentando encenderlo, apretando el botón del lateral sin aval.
– Es el antiguo teléfono de Dosu Kinuta. – reveló Sakura asombrando a ambos hombres, quienes la miraron con shock. – No se preocupen, no se lo robé ni nada por el estilo… Él lo dio por roto y en vez de repararlo, se compró otro… Sin darse cuenta de que lo único que no funciona es la pantalla.
– ¿Cómo lo conseguiste? – preguntó Shisui mirando a la pelirrosa sin dar creces a esta nueva prueba que podría ayudarles.
– El asunto que me involucra con ese par va a ir a peor, ya lo sabes Itachi. – admitió la pelirrosa mirando al mencionado a los ojos, quien estaba callado y serio. – Tanto Dosu como Zaku, por pura maldad, les gusta grabar o hacer fotos de la gran mayoría de sus pasatiempos atroces…
– ¿Y los pendrives? – cuestionó Itachi mirando ambos objetos en la palma de su mano.
– Están las carpetas de cada maltrato hacia mí por parte de ambos. – confesó ella recordando sin querer algunos de esos momentos, sintiendo escalofríos. – Ahí encontraréis de todo.
– Darle esto a cualquier otra persona, sería contraproducente con los inútiles altos cargos de la directiva del campus, a sabiendas del padre de Zaku. Eso no es difícil de descubrir. – tras dichas estas palabras, Shisui e Itachi se miraron, dándole a entender a la pelirrosa que estaban al corriente de ese hombre.
– Aparte de que, echarlos del centro, sería lo de menos. – añadió su consciencia furiosa por todo lo que esos canallas le hicieron.
– ¿Estás diciendo que Hiruzen podría haberse dejado sobornar por el padre de Abumi? – dijo Itachi con seriedad, valorando esa posible acusación.
Sakura sintió su teléfono vibrar de vuelta, se trataba de su padre de nuevo. Colgando la llamada sin siquiera responder, regresó su teléfono en su bolsa.
– A no ser que sea un mitómano profesional, lo dudo… – los dos pelinegros alzaron una ceja al no saber qué significaba esa palabra. – Pero tal vez Danzou Shimura si…
– Eso es una grave acusación, Sakura ¿Tienes pruebas? – dijo consternado el hermano de Sasuke con seriedad, la susodicha suspiró, anticipando esa pregunta.
– No, no las tengo. – admitió intentando no mostrar tristeza ni desilusión ante el tema de conversación. – Aunque considero curioso el hecho de que Danzou siempre logre prevenir su expulsión definitiva de alguna manera, no es de la única forma en la que se opone al director. Acoso escolar, constantes faltas de asistencia y mucho más… No es normal, esa clase de privilegio en ese instituto, conociendo las normas.
– Siempre he tenido evidencias contundentes de nepotismo por parte de esa gente… – pensó Sakura con indiferencia, recordando de nuevo que la única razón por la que quería terminar sus estudios obligatorios ahí, eran por la beca que aspiraba conseguir a toda costa. Algo que todo su profesorado estaba al corriente, hecho que muchas veces le ganaba miradas con indicios de incredulidad ante su ambición y convicción.
– Si le contara eso a Kakashi, él habría ido directo a Sarutobi y con ello, estaríamos en las mismas. No coleccioné todo esto para que sea considerado una farsa minutos después, quiero que paguen por lo que me hicieron, por lo que le han hecho a Naruto, a Sasuke… Creo que esto último es suficiente razón para evitar que se repita, y obtengan lo que se merecen. Si vengo a ti, Itachi… es porque tengo claro que harías de todo por tu hermano, esto no es para mí, es para protegerlo a él. – confesó la Haruno mirando con seriedad al pelinegro de la coleta, que pareció entonces comprender el mensaje.
Recordando como Sasuke le prometió, no hace mucho que Dosu y Zaku no volverían a molestarla, a modo de protección, más que aliviarla o hacerse sentir segura y apreciada, le avivó más el temor. Esos dos no estaban en sus cabales y relacionarse con ellos, provocarles con siquiera un insulto o palabra, interrumpirles la diversión, oponerse a ellos, etc. Era tarjeta roja.
– Realmente lo ama… – reflexionó Itachi en lo que un atisbo de sonrisa se manifestaba en sus labios. – Es bueno saberlo.
– Le echaré un vistazo a esto, no te preocupes. – aseguró Itachi, colocando una mano en el hombro de la ojiverde, quien relajó los hombros ante esas palabras. Shisui no pudo evitar sonreír con satisfacción mientras cerraba los ojos, satisfecho que, de una manera u otra, su investigación avanzara. Fue en ese instante que recordó cierto detalle que presenció en comisaría, ya se lo contaría a la muchacha en otro rato.
– Serán cuarenta mil yenes por abrir el caso, Haruno. – bromeó Shisui inclinándose hacia ella, ganándose enseguida una colleja en la nuca por parte de su mejor amigo, teniendo que acariciar la zona dolorida ante la atenta mirada de la única adolescente en la habitación. – ¡Era una broma! No es culpa mía que estés de un humor de perros porque no se te dé bien construir una mísera cuna.
– ¿No es una cuna demasiado grande para un apartamento demasiado pequeño? – preguntó Sakura, haciendo que Itachi se tensara de nuevo ante la sonrisa satisfactoria por parte de su amigo.
– Te lo dije. – se atrevió a decir cantarín Shisui sin preámbulos, sin fijarse en la furibunda mirada que el hermano de Sasuke le dedicaba para mirar hacia la Haruno con diversión. – Yo también se lo dije…
– Cierra un poco el hocico y ayúdame, Shisui… – dijo Itachi tendiéndole el manual de instrucciones, el cual ojeó algunas páginas sin prisas, haciendo que al mover las páginas algo de aire llegara a su rostro. El libreto parecía una enciclopedia. ¿Qué eran esas instrucciones, para una cuna que se podía transformar en tanque o algo así? Parecías necesitar un doctorado para montar eso. ¿Dónde demonios estaban las instrucciones en Japonés?
– ¿Sabéis que muchas tiendas hacen videos, montaje, no? Tal vez lo encuentres en su página web y te sea más fácil. – advirtió Sakura, dejando que en la habitación reinara el silencio. Shisui miró hacia su primo, comprobando como este miraba atentamente el su móvil tendido en el suelo, no muy alejado de él.
– No lo necesitamos. – comentó Itachi finalmente, haciendo que Shisui pusiera los ojos en blanco, hacía mucho que no veía el orgullo de este, hacer equipo con su tozudez, salir a la luz.
Itachi y Sasuke definitivamente eran familia, este último alguna que otra vez hacía igual. Aiii, los Uchiha con su cabezonería de negarse a dejarse ayudar…
Sasuke arrugó la nariz al darse cuenta de que habían añadido alcohol en la mayoría de las bebidas servidas afuera. No es que él no lo hubiera probado, totalmente lo contrario. Había tomado más de una vez en las pocas noches que Suigetsu conseguía sacarlo de su habitación tiempo atrás Hokkaido, lo que casi todas las veces terminaba con Suigetsu embriagado colgando de su hombro diciendo tonterías. Juugo, nunca bebía. No podía con sus medicamentos que manejaban su bipolaridad. Por un momento recordó esas noches en los que, tumbados bajo la hierba de su parque usual, repasaba todo lo que añoraba. Sus padres, su infancia con ellos, sus juegos con Itachi, las tonterías en las que Naruto llegaba a involucrarlo y … Sakura.
Cada vez que aparecía en su cabeza, una cesta llena de emociones y sentimientos llegaba en sus manos figuradamente. Arrepentimiento, gratitud, felicidad, empatía y… aunque hubiera tardado en verlo, amor.
No le gustaba admitir esto, pero en cierto modo agradeció que fuera Naruto quien viniera a por él cuando lo hizo. Con Sakura no se habría controlado, y se habría odiado a sí mismo de haber podido ser un capullo con ella, sabiendo ahora lo de Madara y sus padres, la verdad. Habiendo sido lo suficientemente tajante en su despedida años atrás, quiso evitar meterla en todo lo que estaba pasando. Fue egoísta, obviamente… Aparte de estúpido porque estando lejos, solo se podía acordar de esos momentos a solas con ella, echando en falta su ausencia en momentos críticos.
Sonrió ante el recuerdo de él, acariciando sus dedos cada dos por tres, simulando que se trataba de la mano de la Haruno.
No era tonto, había notado la reacia y molesta mirada que su mejor amigo le dedicaba cada dos por tres. Era cambiar de sitio y sentir sus ojos azules, seguirlo con bebida en mano como si se tratara de un paquete de fideos instantáneos andante. Deducir que seguía ofendido por lo del otro día, pero francamente, no iba a disculparse por algo de lo que sentía que no debía hacer. No fue él quien cruzó la línea, al igual que Karin, la cual, desde entonces, había cumplido en mantener las distancias, quedando así más tranquilo.
Yendo a la cocina para servirse un vaso de agua, en la puerta, se chocó con Sakura, que se encontraba hablando con Hana, dirigiéndose hacia el patio con los demás. Abriendo más la puerta en silencio, se hizo a un lado para dejarles paso a ambas chicas, logrando que la pelirrosa se sonrojara un poco al sentir su mirada ónix fija en ella, en lo que se dejaba arrastrar por la Inuzuka.
Ese intercambio de miradas no le agradó nada a Naruto, quien se encontraba en el otro extremo de la mesa, sirviéndose también algo de beber. Observó a Sakura pasar y saludar a los chicos con la mano, sin siquiera mirarlo cuando pasó por su lado. Dolía, que no fuera al revés, que ella no estuviera enamorada de él. De alguien que…
– ¿A dónde vas, Naruto? – dijo Shikamaru intentando acaparar la atención de él, siendo ignorado totalmente, haciéndolo suspirar. – Problemático…
– Tal vez vaya al baño, se ha pasado todo el rato bebiendo… – comentó Chouji masticando un bollo con la boca llena, señalando las bebidas de encima de la mesa.
Sin saber que estaban equivocados, Naruto también se adentró a la casa, siguiendo los pasos de Sasuke hasta la cocina, donde se lo encontró a solas, llenando su vaso en silencio.
Cuando el Uchiha se giró dándole la espalda al fregadero y le vio allí parado, se quedó unos segundos callado.
– ¿Necesitas algo? – preguntó Sasuke dando un sorbo del agua fría que había dentro del vaso.
– Sakura, hace pocos días me dijo… – comentó el rubio con voz grave y seria, algo que extrañó un poco a su amigo, quien tras mirar que traía también su vaso lleno de las bebidas de afuera, podía significar que el alcohol se le había empezado a subir. – Que sigue enamorada de ti.
Al volver a poner sus ojos azules en su mejor amigo, contempló como este se mantenía callado, algo que le enervó todavía más.
– Mantén las distancias con Sakura. – habló Naruto de la nada, dejando su vaso encima de la encimera con un golpe seco de manera estrepitosa. – No quiero verte jugar con ella.
– ¿Jugar con ella cómo, Naruto? – respondió el Uchiha rápidamente una vez el rubio acabó de hablar, sin dejar que este terminara de girarse para regresar a fuera, sin asombrarse de esa actitud por su parte. – Te recuerdo, ella también es amiga mía…
Es más que eso…
– No… – manifestó con enfado el Uzumaki ya mostrando claros indicios de ira. – No lo sois, no es como lo que tengo yo con ella.
– Eso está claro… – contestó sarcásticamente y mentalmente Sasuke arrugando la frente con molestia. – No pienso alejarme de ella, inútil. Ni por ti, ni por nadie. Te guste o no…
No se inmutó cuando Naruto le agarró de la sudadera con ambas manos y lo empotró contra el frigorífico, él tranquilamente regresó la vista a los de su amigo, sin dejarse llevar por la ira que a él también se le estaba empezando a acumular.
– ¡Imbécil! ¡¿Quieres pelea, eh?! ¡No me provoques, bastardo! ¡ELLA NUNCA TE HA GUSTADO! – gritó escandalosamente acaparando la atención de varios en el patio desde la piscina, siendo varias de ellas las chicas.
– ¿Qué sabrás tú, Naruto? – dijo el pelinegro bajando la cabeza para acercar su rostro al del Uzumaki, quien abrió algo los ojos ante esa respuesta. – ¿Acaso te lo he dicho alguna vez?
Sasuke se quitó como si nada el agarre del rubio mediante un empujón que lo envió un paso lejos de él, una vez notó que el rubio se despistaba.
– Hay demasiadas cosas que no sabes, idiota. – habló el Uchiha con seguridad, mirando con seriedad hacia el Uzumaki. Sin repararse de que Kiba y los chicos recién habían llegado de afuera. Shikamaru fue el único valiente de acercarse para poder intervenir.
Molesto con lo que el pelinegro le había dicho, Naruto empujó otra vez con fuerza a Sasuke. El cuerpo de este rebotó de nuevo, aunque con más violencia, contra la nevera. Molestando al Inuzuka quien miraba la escena.
Fue entonces que Sakura llegó con prisas hasta la puerta corredera de la cocina, para abrirla de una y acercarse corriendo hacia los dos, interponiéndose delante de Sasuke, quien colocando la mano en su hombro intentó hacerle a un lado por seguridad, sin conseguirlo. Nadie esperaba que Naruto empujara a Sakura con violencia para apartarla del medio, haciéndola caer al suelo pegando un jadeo de dolor, agresivamente.
Ino intentó avanzar hacia ella, de no ser porque Shikamaru intervino y Temari, comprendiendo lo que pensaba su novio, sostuvo a la Yamanaka, ambas estaban igual de sorprendidas. Hinata se quedó mirando la escena fijamente, apoyada en la puerta de vidrio desde atrás, observando la actitud del Uzumaki, sintiendo su enfado desde bien lejos. Comprendía lo que estaba sintiendo. Miró con frialdad a la pelirrosa, algo satisfecha de que en cierto modo hubiera resultado herida.
– Debería darle una lección… se lo ha ganado. – dijo Hinata mentalmente, dejando que su cabeza se llenara de pensamientos intrusivos de nuevo.
Tras reaccionar con espanto por lo que acababa de hacer, Naruto no tuvo tiempo de acercarse a la pelirrosa que se sujetaba el cuello con dolor. Todos ensancharon los ojos a la vez que Hinata se cubría la boca del horror tras gritar un fuerte -¡No!-, al verle caer al suelo inconsciente tras recibir el inesperado y rápido puñetazo de Sasuke en toda la cara, quedando bocabajo en el suelo de la cocina. Manchándolo con un poco de sangre que le empezó a resbalar por la nariz.
En lo que el pelinegro se sacudía la mano, apreciando que no se le hubiera roto ningún dedo de la mano, la Haruno se levantó del suelo mirando a Naruto con decepción para seguidamente alzar la vista hacia su novio, quien apartó la mirada con ira reprimida y prisa hacia su amigo. No le había gustado ver esa violencia con su chica.
Sin que nadie se lo pidiera, se retiró de ahí guardando silencio, a pesar de sus inmensurables ganas de maldecir todo lo que se le viniera en gana, abriéndose paso entre Shikamaru, Chouji y compañía. Intimidándolos inconscientemente, cuando pasó por el lado de Neji, quien había observado todo el desenlace de brazos cruzados con atención, le dirigió una mirada de aviso para que no intentara esa clase de comportamiento como el idiota de su supuesto mejor amigo.
Con un suspiro cansado, Shikamaru miró a Chouji para indicarle que le ayudara a levantar del suelo a Naruto, solo que Hinata corrió hasta él primero para comprobar que estuviera bien, sin que nada más le importara. Apartando sin cuidado a Sakura del medio, tomó un paño húmedo del fregadero, momento en el que los chicos aprovecharon para girar y levantarle del suelo, regresando con prisa hasta ellos, intentó empezar a sanar la cara del rubio.
– ¡Quita del medio! – dijo Chouji bien alto para Hinata corriendo su cuerpo de donde estaba con hastío en lo que intentaba acomodar, junto al resto, el cuerpo de Naruto en el sofá.
– ¿Sakura estás bien? – preguntó Ino acercándose a su amiga en lo que la ayudaba a levantarse con la ayuda de Tenten. Temari, viendo un teléfono en el suelo, supuso que era el de ella y se lo devolvió. Una vez en sus manos, la Haruno supo que le pertenecía a Naruto, el suyo estaba dentro de su bolso.
Ignorando al resto, Hinata se acercó y se sentó al borde, a su lado, con el paño húmedo, intentó parar la leve hemorragia de la nariz del inconsciente. Presentaba la zona del golpe entumecida, aparte de eso, había un par de cortes en su puente de la misma.
Sakura dejó el teléfono del rubio, encima de la mesita auxiliar frente al sofá con molestia, sin mirar a nadie en particular. La pantalla de bloqueo se abrió, siendo Hinata la única que vio la foto de pelirrosa en la que aparecía sonriente. Tomando el objeto, lo dejó de vuelta en el bolsillo del bañador que el Uzumaki traía puesto.
– ¿Sabes que todo esto es tu culpa, verdad? – habló la Hyuga descaradamente, sin frenar sus acciones de atender a las heridas del Uzumaki.
– ¿Perdona? – dijo la pelirrosa sin poder creer lo que acababa de escuchar, era obvio que se dirigía a ella. – ¿Eres tonta o qué?
Hinata, ante eso, se volteó de golpe y se levantó del sofá para encararla con enfado.
– La próxima vez, a no ser que quieras ser considerada una depravada junto al Uchiha en la biblioteca, asegúrate que no haya nadie… – Hinata no acabó de hablar debido a que se ganó una fuerte bofetada, que no solo la sorprendió a ella, sino a los demás.
–Para que te quede claro, estúpida, que lo que yo haga con mi novio… No es de tu incumbencia. – aclaró Sakura apuntándole con el dedo índice. – Es más ¿Qué tiene que ver? ¿Debo tomar esto como un intento de amenaza? La única depravada aquí serías tú, no había nadie en la biblioteca salvo nosotros dos y cuando yo me fui, seguías en el aula con las demás ¿Me equivoco? Me dan escalofríos solo de pensar en el rato que pudiste quedarte mirándonos…
Temari, Ino y Tenten miraron a ambas chicas frente a ellas, lo que decía la Haruno era cierto. Esta última, preocupada, volteó a mirar hacia Neji, el cual, pese permanecer en silencio, le conocía lo suficiente como para saber que lo que la pelirrosa acababa de revelar, le habría tocado…
– Pégale, te está haciendo quedar en ridículo… – pensó Hinata mientras chasqueaba la lengua ante el bochorno.
– Volviendo al tema, Naruto sabe perfectamente que sigo queriendo a Sasuke y sigue comportándose así, si no me crees es tu puto problema, eres libre de preguntárselo. Estoy más que harta… – Sakura observó como a la pelinegra le temblaban de nuevo los labios. – Venga, dilo… ¿Qué esperas, Hinata? Sé que todavía estás dolida porque le mintiera ese día en la estación… ¡Venga! Aquí me tienes, desahógate, pero que no se te olvide, que fuiste tú la que orquestó una farsa, fingiendo ser yo por beneficio propio…
– Ya me disculpé por lo que hice, sabes perfectamente que me arrepiento, y aun así… tras aclarar este desastre, que TÚ empeoraste con tus mentiras, ¿Soy yo la que debe responsabilizarse de tu marrón? ¿Cuántos años tienes, cuatro? – la primera lágrima salió de los ojos de Hinata, quien seguía con la mirada fija hacia ella. – ¿Vas a hablar o no?
– Cállala de un golpe, hazlo, hazlo… – escuchó que decía su mente continuamente, sin poder evitar que el recuerdo en el que ella escondía las cartas en los documentos de su padre para Jiraiya regresaran. – Es una mentirosa…
Tú has mentido mucho más…
Sakura pudo ver como la zona de la nariz y sus mejillas se iban ruborizando, los orificios nasales de la pelinegra se abrían constantemente intentando aguantar las ganas de llorar.
– Me parece muy bien que quieras estar de su lado, pero eso no me obliga a mí a tolerarle cuando se comporta como un verdadero imbécil. – zanjó la pelirrosa con impasibilidad. Ino y las demás chicas se encontraban escuchando atentamente, comprendiendo lo que estaba diciendo. – No cuando ya he aguantado demasiado…
– Dile de mi parte…– indicó Sakura señalando al rubio con la cabeza sin apartar la vista de los ojos grises de la prima de Neji. – Que a partir de ahora, que él está muerto para mí, que ni se moleste en dirigirme la palabra y si eres tan valiente, lo de la biblioteca. Me da igual.
Tras decir eso, la ojiverde agarró su bolsa de encima del sofá y empezó a dirigirse hacia la puerta principal de la casa de los Inuzuka. Shikamaru, quiso intentar frenarla, tal vez para que no tomara decisiones en caliente colocando su mano en su antebrazo, el cual ipso facto evitó apartándose molesta, saliendo de la casa sin decir nada más.
Hinata apretó el paño que sujetaba entre sus manos con enfado y miró hacia dónde la Haruno se había dirigido. Tendría que haber hecho caso al impulso que le decía pegarla, arañarla, patearla y más, ante semejantes palabras que le dirigía, sentía que eso iba a ser algo que la iba a satisfacer en sobremanera.
– ¿Quién, en su sano juicio, le hablaría así a alguien, Hinata? – habló Kiba volteando a ver a su amiga de la infancia con enfado y decepción. La mencionada no le miró, pero sí que alzó levemente la cabeza reaccionando a su nombre. – No sé si viste lo mismo que los demás, pero fue Naruto estando ebrio, quien atacó a Sasuke, quien le empujó violentamente junto a Sakura… ¿Y sacas esto de la nada?
– Kiba, ella… – dijo la pelinegra, empezando a mover minuciosamente el objeto en sus manos con nerviosismo.
– ¿Por qué le harías eso a Sakura? – interrumpió Temari mirando de arriba abajo a quien creía ser su amiga. – Sabes perfectamente que ella ya aclaró todo ese embrollo… ¿Qué te hace pensar así? ¿Por qué sigues en las mismas?
Al ver a todo el grupo mirándola expectante, Hinata decidió guardar silencio desde entonces. Se lamentaba no haberlo hecho desde un comienzo, para evitar la escena con Sakura, pero qué más daba. Estaba claro, siempre había sido así, todo el mundo se ponía de parte de ella… ¿Para qué darles una respuesta? Qué más daba. Naruto era lo único que necesitaba.
– Lárgate. – terminó por decir Kiba tras ver que su compañera y amiga no iba a decirles nada, quien se sorprendió, no podía creer que… – Lárgate, Hinata…
– Kiba, déjame por lo menos… – se atrevió a decir encarando al castaño y enseguida volviendo a mirar al Uzumaki, pero el primero le quitó el paño de las manos como si nada.
– Vete de mi casa, no te quiero aquí… – zanjó Kiba totalmente impasible, sin dejar acabar a Hinata, cansado de que los dos numeritos hubieran tenido que ocurrir en su casa. El único culpable era Naruto, nadie más. – Agradece que no lo tire afuera en plena calle después de esto.
Hinata no hizo más que quedarse callada otra vez con una expresión de sorpresa y dolor ante el pedido de uno de sus amigos. Fue entonces que, alzando la mirada, descubrió a Neji viéndola detenidamente.
– No sé que me miras, Hinata. – dijo el Hyuga con desdén y frialdad, esas palabras se sentían como una avalancha de nieve en el pico de una montaña. – Tu sola ocasionaste esto. No voy a responsabilizarme de esto.
¿Sola? ¿Responsabilizarse, eh?, tal vez su primo buscaría la manera de echarle en cara lo de ahora, puede que incluso se vengase, quien sabe. Todo siempre, acababa igual…
Logrando que su cabello le ocultara el rostro, dejó el paño encima de la mesa auxiliar para enseguida recoger también su bolsa que resguardaba sus pertenencias y emprender camino hacia la salida ante la mirada de todos los de la sala, sin decir palabra.
Sakura salió de una farmacia con lentitud con una bolsa blanca en su mano y empezó a sentir un dolor en el lateral de su frente, migraña. Otra noche en la que no iba a dormir.
No tendría que haber ido a esa fiesta, de ser honesta, si decidió hacerlo era porque sabía que Sasuke iba a estar ahí. No había una semana en la que no le ocurriera nada. Era penoso admitir que estaba acostumbrada.
Empezando a caminar con el fin de caminar hasta su casa, un escalofrío le recorrió de pies a cabeza. El fantasma de su madre abusando físicamente de ella se hizo presente en su mente tras el recuerdo de Naruto empujándola violentamente, hecho que la hizo tragar saliva e intentar aparentar que no le pasaba nada entre la multitud de personas a su alrededor, limpiando las comisuras de sus ojos para evitar que cualquier lágrima arruinara su maquillaje.
– ¿Sasuke estará bien? – meditó la pelirrosa preocupada por él, no sabía la razón de esa disputa entre ellos, pero francamente era algo que no esperaba volver a presenciar.
De todas maneras, parecía que el pelinegro logró controlarse, a pesar de tumbar de un golpe al Uzumaki al final, a su modo de ver, únicamente se estaba defendiendo y no lo culpaba de ello.
Parando frente a un paso de peatones situado al centro de la ciudad, Sakura se agachó justo encima de una rendija de aire para recoger una lata vacía y se acercó al vertedero al lado de local para tirarlo en la papelera distraídamente, cuando le llegó una notificación en su teléfono. No se daba cuenta de que alguien la estaba observando con odio, debido a que quien le había enviado el mensaje, no era nada más ni nada menos que Sasuke, quien le preguntaba dónde estaba. Regresando al paso de peatones con la mirada fija a su móvil, se quedó quieta observando de reojo las luces de semáforo LED del suelo que indicaban cuando atravesarlo, esperando que se pusieran de color verde.
– Espérame en donde estás, te acompaño a casa, estoy cerca. – leyó Sakura, una leve sonrisa amaneció en su rostro.
Mientras la Haruno se colocaba los auriculares, empezó a teclear una respuesta sin prisas al ver que al final tendría que permanecer ahí para esperar a que él llegara, chocó con alguien al girar, pero no levantó la vista y simplemente se disculpó.
No vio que se trataba de Hinata, quien se había acercado sigilosamente a su espalda ya con una de sus manos a punto de rozar la espalda de la Haruno, con ese leve empujón, el tacón de su sandalia volvió a hacer de las suyas, quedando enganchada en la rendija de aire. Con rabia, intentó estrepitosamente con dificultad liberarse cuando la luz verde indicaba a los transeúntes que podían cruzar. No fue cuando, en un momento de ira y descontrol, logró que el zapato se liberara de ahí y también de su pie, terminando en medio de la carretera debido al impulso. Justo en el momento en el que el semáforo volvía a cambiar de color, la Hyuga atravesó el sitio para agarrar su zapato.
Fue demasiado tarde cuando el conductor del coche tocó el claxon de su vehículo para avisarla mientras pisaba los frenos.
Hinata se giró en shock cuando volteó la cabeza para que segundos después su cuerpo se levantara por los aires debido a la colisión contra el parabrisas hasta caer contra el suelo en un golpe seco, sintiendo dolor en todo el cuerpo. Sintió gritos a su alrededor, caos. Cuerpos borrosos rodeándola que ni se atrevían a tocarla, pudo escuchar como alguien parecía llamar a emergencias
– ¿Realmente iba a…? – sintiendo lágrimas empañar su otro ojo que daba al suelo, por el otro, a pesar de todo, no le costó comprobar que la Haruno ya no se encontraba dónde antes, antes de desmayarse lo único que sintió fue algo de arrepentimiento, estando consciente, por lo que había estado a punto de hacer.
Yo… Socorro… Naruto, te quiero… quiero estar contigo…
Lo siento
Ya entrada la noche, fue el momento en el que Naruto se despertó del sofá, con un dolor de cabeza tremendo. Cuando se colocó una mano en su rostro, tuvo que retirarla al ver que este también le dolía. Un pañuelo cayó de su nariz, algo ensangrentado, para después notar que tenía otro en su otro orificio.
Fue entonces que se dio cuenta de que tenía ambos brazos pintados de arriba abajo con diferentes rotuladores, dibujos de genitales masculinos, insultos, pero lo que le llamó la atención fue cierto mensaje escrito en la zona de su antebrazo, dentro de un cuadrado como si se pretendiera evitar que cualquier otro listo dibujara por encima.
– Soy un idiota que se emborrachó en casa de mi amigo, el cual no quería invitarme desde el principio a su fiesta. Me peleé con Sasuke Uchiha y, tras empujar violentamente a la chica que me gusta al suelo haciéndole daño, provoqué que el primero me tumbara inconsciente, en el suelo, de un puñetazo. – leyó el Uzumaki, provocando que todas las alarmas de su cuerpo se encendieran. – ¿Qué?
– Mira Nanako, parece que el idiota del que Hana nos estaba hablando al fin ha despertado… – habló una chica universitaria que salía de la cocina con su amiga, riendo del aspecto que presentaba el rubio, caminando hasta la terraza de nuevo con bebidas en sus manos. – Al pobre le han pintado hasta la cara…
– Shh, que puede oírnos Mei, vamos… – comentó su acompañante soltando otra risita de burla, pasando de largo, abriendo la puerta corredera de la sala para salir a fuera.
Quitando las piernas de encima del sofá, Naruto miró hacia el patio, comprobando como la fiesta parecía seguir, aunque la gente que estaba afuera parecía estar más mayor que él y sus amigos.
– Hablando de ellos… ¿Dónde están? – pensó volviendo a ponerse la mano en su frente, sintiendo la boca pastosa, decidió levantarse y se dirigió lentamente hacia la cocina, se escuchaba como había alguien adentro de la habitación.
– Oh, al fin despiertas… – dijo Hana repasando el cambio en billetes que le había devuelto el repartidor de pizzas que le había traído su pedido, tuvo que regresar su vista hacia él al ver la hinchazón en su rostro. – Deberías ir a que te miren la cara, como sea que te llames, creo que tienes la nariz rota.
Al escuchar eso, el rubio puso su mirada azulada hacia el mensaje escrito en su brazo, no recordaba casi nada de la fiesta, solo hacer tonterías en la piscina por un rato con los demás mientras esperaban a que la gente empezara a llegar, para empezar a beber y beber, sin darse cuenta de que a los tragos, se les había añadido alcohol. Lo demás estaba borroso.
– Debes disculpar a mis amigos, ya era demasiado tarde para cuando les vi que grafitearon tu cuerpo… – explicó la morena mirando a Naruto de arriba abajo, sin sorprenderse de las bromas usuales que se le hacía a la peña que se dormía en medio de una fiesta. El Uzumaki no se había dado cuenta de que tenía hasta las piernas llenas de dibujos.
– Algo me dice que cierto "tatuaje" no fue obra de estos… – reflexionó él escuchando el barullo que hacían varios chicos dentro de la piscina.
– Lamento, pedirte que te vayas, así que… – pidió Hana volviendo a meter los billetes en su cartera despreocupadamente. – Ya sabes donde queda la salida.
Hana estuvo por deslizar la puerta que daba al patio de la cocina, pero Naruto la siguió con la mirada hasta que se atrevió a hablar.
– ¿Dónde están Kiba y los demás? – preguntó Naruto con la esperanza de obtener respuestas.
– No tengo ni idea, se fueron hace bastante rato. Tampoco hace mucho que el resto de gente de tu instituto se marchara… Si tanto te importa, llámale y dile de mi parte que no se va a escaquear de limpiar lo de su estúpida fiesta.
Y con esto, Naruto se quedó solo en la cocina, sin llegar a creer que los demás ni se hubieran molestado en despertarlo o quien sabe, advertirle que se iban. Sobre todo Sasuke, el tipo le noquea ¿Y se va? Estaba claro que necesitaban saldar cuentas, hablar, esto se estaba volviendo ridículo.
Una punzada de dolor en su nariz, le sugirió que lo mejor sería visitar a un médico que le atendiera la herida. El daño le llegaba hasta los ojos y la verdad es que seguía sintiéndose algo ebrio, todavía, aunque lo suficientemente capaz como para regresar a casa. Algo que, con las pintas que llevaba…
Mirando su reflejo por el vidrio de las ventanas de la cocina, pudo comprobar que llevaba pintado todo el rostro. Llevaba unas gafas gruesas, una cicatriz de Harry Potter, una barba de cierto dictador alemán, junto a varias pecas, le habían pintado las cejas de color negro, además de un entrecejo y un triángulo simulando nariz de gato.
– Quien sea que lo haya hecho, lo pagará caro… – dijo molesto arrepintiéndose de hacer una mueca saliendo con prisas de la cocina para dirigirse de regreso a la sala, ponerse una sudadera tomándola prestada de alguien, subiendo la capucha y marcharse de casa de Kiba, suspirando aliviado de que su teléfono estuviera en su bolsillo de su bañador que traía puesto.
Ya fuera de ahí, agachó la cabeza tras ver a una pareja de ancianos mirarle raro de pies a cabeza, empezando a andar más deprisa, lo más lejos posible de la zona, hasta que adentrándose en un parque que daba a un atajo para regresar a su casa, tomó su teléfono para llamar a Sasuke. Necesitaban hablar. Cuando de repente un flash le vino a la mente en el que estaban él y este último en la cocina durante la fiesta.
¡ELLA NUNCA TE HA GUSTADO!
¿Qué sabrás tú, Naruto? ¿Acaso te lo he dicho…?
Negando con la cabeza, volvió a recordar lo que había escrito en su antebrazo… Apretando el teléfono contra su oreja, se mantuvo a la espera de que el pelinegro atendiera la llamada, sin suerte.
– Mierda… – maldijo Naruto exasperado, lamentándose de todo mientras colocaba una mano encima de su cabeza.
– Contesta, bastardo… venga. – pidió él mentalmente, asustándose al ver que su llamada entrante era cortada y saltaba el contestador, quedando parado en medio de la calle mirando la pantalla de su teléfono.
En casa de Sakura, esta se encontraba frente al espejo de su baño, el cual cada vez estaba más empañado debido al vapor que desprendía el agua de su ducha. El sonido del teléfono de Sasuke, que se descansaba encima de la encimera del lavabo, hizo que bajara la vista hacia el objeto.
– ¿Te importaría colgar? – dijo el pelinegro desde la ducha, dejando que el agua mojara su cabello. Había reconocido el tono de llamada del Uzumaki otra vez.
– ¿No vas a responder? – avisó ella mirando la pantalla del aparato con discrepancia, creía oportuno que ambos chicos hablaran a pesar de que ella no quisiera involucrarse con Naruto desde ahora en adelante.
– No, por ahora no me apetece… – respondió con franqueza el Uchiha, echando su cabello hacia atrás con ambas manos. Sakura, intuyendo de que lo mejor era cumplir con los deseos de su novio, deslizó el dedo por encima de la tecla roja de la pantalla, finalizando la llamada al instante, pero no podía evitar sentir curiosidad y tampoco el pensamiento de que todo esto la involucrara a ella, todo apuntaba a eso. En la fiesta no se les había visto interactuar en ningún momento hasta eso…
Sintiendo que otra llamada entrante por parte de Naruto empezaba, volvía a empezar segundos después, no dudó en repetir la acción de nuevo, hasta el punto de usar las teclas laterales que bajaban el volumen hasta dejarlo en silencio. Siempre hacía lo mismo.
Mirando hacia la ducha, no tuvo más remedio que suspirar. Se bajó la falda ceñida negra que llevaba puesta encima del bañador blanco, cuando la prenda cayó al suelo, desató el nudo de atrás en su cuello y se quitó su traje de baño, quedando completamente desnuda.
Se adentró junto con el pelinegro, cambiando con la manivela para que el agua cayera desde la alcachofa del techo en vez de la extensible. Su cuerpo no tardó en estar empapado como el de Sasuke. La pareja se miró en silencio, hasta que la pelirrosa le sonrió cariñosamente, alzando una mano para acariciar la mejilla de Sasuke. Se le veía más triste que molesto, algo que no le gustaba ¿Qué le habría dicho Naruto?...
– Lo siento… – dijo Sakura de la nada, se sentía culpable de lo ocurrido. – Creo que no medí mis palabras con lo último que le dije.
Sasuke agarró la muñeca suavemente de la mano con la que la pelirrosa le acariciaba la cara, bajando está hasta sus labios para besar la palma de la misma mientras subía la suya por su brazo, sin dudar en acercarse más a ella.
Le apartó los mechones húmedos que caían encima de sus hombros para que estos quedaran por la espalda, dejando visibles sus divinos pechos. Toda ella era hermosa.
– No hiciste nada malo, Sakura, así que no te disculpes. – aclaró el Uchiha a la vez que colocaba los pulgares en cada mejilla de su novia. – Naruto fue demasiado lejos esta vez y sé… , que lo que te ha hecho, te ha dolido.
– Sé, cuando intentas aparentar que todo está bien, desde que saliste de la fiesta y vine a por ti, que apenas me has hablado o mirado a los ojos. – dijo Sasuke observando como Sakura agachaba la mirada pensativa.
– Tiene razón. – pensó Sakura, es como si ella fuera un libro abierto para él, a diferencia de los demás, solo que no se sentía preparada para contarle lo privado a Sasuke todavía, era algo difícil, aunque el momento actual fuera oportuno.
– ¿Por qué discutisteis? – cuestionó la Haruno mirando finalmente los ojos negros de Sasuke, quien relajó la vista.
– Naruto quería que me alejara de ti, me negué y se molestó… Está convencido de que tú nunca me gustaste y que lo que él tiene contigo vale mucho más como para que surja algo entre vosotros. – resumió Sasuke. Sakura no hizo más que suspirar nasalmente ante la escena que parecía repetirse. No obstante, le gustó saber que el pelinegro no cedió ante esa amenaza, pero sobre todo lo que acababa de confesar… ¿Debía entender que le gustaba a Sasuke desde hace tiempo? Quería saber más sobre ello.
Satisfecha con la respuesta, la Haruno se alzó de puntillas para robarle un beso al chico que tenía en frente, después del primero siguieron un par más que fueron subiendo de tono.
– ¿Te gustaba tanto o más que tú a mí, Sasuke? – indagó Sakura con una sonrisa juguetona, consiguiendo ruborizar a su novio inesperadamente que le hizo morder el labio. No obtuvo respuesta, pero algo le decía que no andaba equivocada, por lo que volvió a besarlo, esta vez más apasionadamente.
Colocando ambas manos en su espalda, dejó que las del pelinegro pasearan por todo su cuerpo libremente. Ambos parecían tener ganas de continuar lo que no habían podido terminar en la biblioteca y esta vez, no iban a tener interrupciones.
Mientras tanto, el zumbido del teléfono de Sasuke volvía a sonar anunciando otra llamada entrante por parte de Naruto.
Heh, en fin… ¿Hola? ¿Alguien terminó el capítulo?
Antes de nada, aclaro, de nuevo, que no odio a Hinata, Naruto o la pareja que hacen estos dos. En esta historia, simplemente le dí más rasgos a Hinata y defectos a Naruto. Con la trama que tengo prevista, deben actuar así.
Debo decir que puedo predecir lo que muchos estaréis sintiendo a la hora de leer esto, puede que no, quien sabe… , pero ya ha habido dos lectores que me han dicho que Naruto no está siendo él. Entiendo porque dirían eso, pero la verdad es que yo discrepo. Naruto siempre ha estado dispuesto a defender su punto de vista en el manga, si tenía que llegar a los golpes para que mediante o al final, el adversario comprendiera ese punto de vista, lo hacía. ¿Pero qué pasaría si Naruto no tuviera la razón? Ese es el concepto con el que voy con su personaje. Aquí, hay cosas que él no sabe, hay cosas que quiere a su manera que no deben serlo, momentos de terceros que él no ha visto como en el original, etc. Naruto sigue siendo él, pero yo muestro sus defectos a base de interpretación lógica, quiero decir, me baso en comportamientos con los que yo he tenido que lidiar, lamentablemente. Sigue siendo un reto escribirlo así, pero quiero que entiendan que Naruto mismamente se enfrentó a su lado oscuro. Aquí, vive con él.
Los que intuyeron que Hinata iba pisando camino de lava (No miro a nadie, ¿eh? Hikari), debo decir que andaban en lo cierto. ¿A dónde se dirigirá su personaje ahora?
¿Les gustaron las escenas de Sasuke y Sakura?, puede que más de alguno esté molesto de que no pusiera nada +18, -Hehe- Perdón… ¿Que pueden decirme de Sasuke en general en este capítulo? ¿Están de acuerdo con él? ¿Sobre Neji? Díganme algo o hago que Sasuke pronuncie mal su nombre -mira a todos acusatoriamente-
Bien, eso es todo. Muchas gracias por leer,
Hasta la próxima.
