Caí en la cuenta de que, al intentar contar una historia que es heavy en el drama, muchas escenas que son de relleno (pero a su vez importantes y hermosas) quedan fuera y terminan dejándose a la imaginación del lector. Que tampoco es que esté mal, pero me di cuenta de que son escenas que deseo contar. Y si bien algunas llegarán a tener su espacio en la narrativa principal, decidí crear este espacio para las que no lo consigan.
Disfruten!
Disclaimer: Nobuhiro Watsuki tiene aún (creo) los derechos de autor. So... yo sólo juego con sus creaciones... *_*
"Un día en el santuario."
Kenshin abrió sus ojos tras parpadear un par de veces. Se sorprendió de que la cama en la que descansaba era cómoda y cálida, contraria a su dura cama en la choza de su maestro. Tras pensar esto, los recuerdos del día anterior se vaciaron en su mente.
"Eso explica el cambio de techo." Pensó para sí.
Además de la altura, la estructura se notaba mucho más resistente. Considerando que el techo debía soportar el segundo piso, se dijo que aquello tenía sentido.
A su lado, detrás de la pantalla, Kaoru, la aprendiz de miko, todavía dormía.
El pelirrojo era capaz de sentir la tenue vibración del ki de la niña. Cada que lo sentía, el color azul se le venía a la mente.
En su cabeza reverberaron todas y cada una de las frases de la joven que habían tocado una vena sensible en su centro.
"Rojo. Shinta."
"Pero eres Shinta, no?"
"¿Por qué peleas?"
Kenshin suspiró. La joven aprendiz de miko era todo un enigma para él. Uno del que aparentemente no podía alejarse. Más debía hacerlo. Su camino no era ése, se dijo.
"¿A dónde debo ir realmente?" Se cuestionó.
-Vuelve a dormir, Kenshin.
El aludido se sobresaltó al escuchar la voz de Kaoru, notaba clara la irritación en ésta, aunque estaba aún más sorprendido de no darse cuenta de cuando ella se había despertado.
Echando una mirada a través de la ventana, se dió cuenta de que eran apenas las primeras horas de la madrugada, pero hábitos de antaño son difíciles de olvidar.
-Lo lamento, ¿te desperté? -preguntó, dándose cuenta hasta entonces de lo absurda de su pregunta.
Hubo un breve silencio antes de que Kaoru contestará.
-Sólo la mitad de mi cerebro.
-¿Qué?
-Y no quiero que despiertes la otra mitad, así que vuelve a dormir! -Le ordenó.
Silencio.
Quizá había sido la pantalla, después de todo era una especie de muro que hacía esa conversación un tanto impersonal -a pesar de estar compartiendo la misma habitación- lo que hacía el que fuera fácil el dejar libres sus emociones, las mismas que siempre procuraba mantener a raya.
-¿Sabes algo? Tenía entendido que las personas del santuario se levantaban temprano -Refutó con cierto enfado, volviendo a arrebullarse en el futón.
El ki de la niña volvió a vibrar.
Kenshin contuvo el deseo de reír, casi podía imaginar que a la propia pantalla le había salido una vena de enojo.
-Hay una diferencia entre levantarse temprano y madrugar a horas profanas.
El samurai sintió un tic en el ojo.
-¿En serio? ¿Profanas? -se burló. -Mejor admite que eres una dormilona. -Sonrió de medio lado. -Puedo entenderlo perfectamente, no tienes que excusarte. Seguro que es uno de los beneficios de ser la elegida de Kamisama, ne?
Hubo un tenso silencio entonces.
Al menos éso fue lo último que recordaba Kenshin antes de caer inconsciente, tras de que misteriosamente, tanto la pantalla como su futón -y él dentro de éste - rodarán y salieran "volando" hasta chocar con la pared.
-Buenos días, Himura Kun. ¿Dormiste bien? -Le saludó Kago, uno de los chokkai que había conocido el día anterior.
Kenshin agradeció entonces lo largo de su melena. Al peinar su coleta baja, no se notaba el tremendo chichón que se había hecho en la madrugada.
-La mayor parte -Contestó, tomando su lugar a la mesa justo al lado del chokkai; su sonrisa se veía irritada.
-Oh no -exclamó Kago dándose cuenta del estado del muchacho. -No tienes sentido común, cierto? -Observó el moreno, en un gesto entre serio y divertido. -Mira que conocer el gancho derecho de Kaoru dono en el primer día.
-Una advertencia me hubiera venido bien -se quejó.
Kago acabó por terminar riendo.
-Aprenderás sobre la marcha supongo.
-Supongo... -concedió con un suspiro.
Tomó su plato y comenzó a comer. Al echar una mirada en dirección a Kaoru, quién comía en la otra sala contigua, todas sus anteriores dudas parecieron disiparae en el brillo de la sonrisa de la aprendiz de ojos azules.
-Supongo que puedo quedarme por un tiempo. -Dijo para sí con una sonrisa.
Después de esto, el samurai procuró levantarse únicamente después de que la aprendiz de miko le diese los buenos días.
Ya encontraría algo más con qué molestarla...
A/N: Les gustó?
