Capítulo #12

Confesiones parte 1

—¡Jack! —gritó Wolfry mientras volaba molesto hacia su portador— me estás comenzando a marear, ¿Podías sentarte?, por favor, a este paso dejarás un gran agujero en el piso.

Desde que habían llegado a su casa, el chico se encontraba perdido en sus pensamientos y no dejaba de caminar de un lado al otro de su habitación, al inicio el pequeño kwami no le tomó importancia, pero, pasados los 15 minutos su paciencia disminuyó.

—¡Eh! —exclamó el chico despertando de la especie de trance en la que se encontraba—. Lo siento, no me di cuenta que eso te molestaba —se disculpó y se acostó en su cama, su nerviosismo no se calmaba por lo que no podía evitar mover una pierna mientras veía el techo y se perdía en sus pensamientos, mordiendo su labio inferior.

—Ya, basta —exclamó Wolfry 5 minutos después—, no puedes pasar lo que resta de la tarde perdido en tus pensamientos, necesitas animarte

—¿Y por qué no hacerlo? —se encogió de hombros— A nadie le importa, además no hay nada que deba hacer, mi padre no vendrá, no tengo trabajo por ahora, la escuela no ha comenzado y Elisa me odia lo suficiente para no querer volver a verme.

—Deja de ser tan dramático —el kwami suspiró—, ella no te odia, si es probable que haya estado algo molesta después de descubrir todo, pero en algún momento se iba a enterar.

—Es que no estuviste ahí, Wolfry, si hubieras visto la forma en la que me miró, se veía muy herida —dijo con la voz temblorosa—. Yo sólo quería protegerla y terminé lastimandola, a tal punto que fue akumatizada.

—Oh, Jack, decir la verdad puede ser muy duro, pero es mejor que seguir mintiendo —se acercó al chico tratando de animarlo—. Además de que no había ningún motivo por el cual seguir manteniendo ese secreto, ella sabe sobre los miraculous y es una portadora al igual que tú, tiene todo el derecho a saber.

—Lo sé, sabía que en algún momento tendría que decirlo, después de todo ya van 2 años de la desaparición de Erick, pero quería alargarlo lo más posible, no quería perder a mi mejor amiga por algo así.

—Si sientes que perdiste a tu amiga, ¿Por qué no haces algo para recuperarla? —propuso Wolfry mientras flotaba alrededor del chico—. Estoy seguro que si le explicas todo desde el inicio ella entenderá y te perdonará, después de todo no hiciste nada que ella no hubiera hecho.

—Já —soltó una risa incrédula—, si voy a hablar con ella estoy seguro que no me va a escuchar, quizá me cierre la puerta en la cara mientras me dirige su mirada furiosa.

—¿Y si le das un regalo? Una especie de soborno para que escuche —propuso el kwami con una sonrisa—, así como lo hiciste con el guardián.

—¿Tú cómo sabes eso? —preguntó sorprendido, pero negó con la cabeza, no estaba seguro si en realidad quería oír la respuesta—. Mejor olvidalo, creo que es una buena idea.

—Y bien, ¿Qué es lo que le darás?, ¿Harás un pastel, así como lo hiciste con el guardián?, o ¿Le comprarás algo costoso?

—No —negó con la cabeza—, aparte de una computadora nueva, tarjetas, cables y piezas extrañas de robótica, no hay nada "costoso" que pueda hacerla muy feliz —se levantó de la cama, decidido—, le prepararé unas galletas.

—¿Unas galletas? ¿No es eso algo muy simple? ¿Por qué mejor no un pay?, oh, ya sé ¿Por qué no preparas ese pastel de doble chocolate que aprendiste a hacer en Italia?

—Eso no serviría de mucho —respondió bajando las escaleras y caminó rumbo a la cocina— a Elisa no le gustan las cosas dulces, pero, siempre ha tenido una gran debilidad por las galletas rellenas de mantequilla de maní.

—Si conoces su debilidad entonces hay que usarla en su contra —respondió Wolfry con entusiasmo.

Después de un rato y de revisar el refrigerador, cada almacén de la cocina, alacena y lugares dónde guardan comúnmente los alimentos, alineó en la isla de la cocina todos los materiales e instrumentos de repostería que encontró y se cruzó de brazos.

—No es suficiente —el chico hizo una mueca—, la harina no es suficiente, falta polvo para hornear, no hay mantequilla de maní —comenzó a enlistar las cosas que faltaban y dio un gran suspiro frustrado—. Tenemos que ir de compras Wolfry.

..—..

Una hora después Jack regresó a su casa cargado de bolsas con los materiales faltantes y algunas cosas extras que encontró en el mercado y llamaron su atención.

—Jack, ¿No creés que compraste demasiadas cosas?

—Nah, solo lo necesario y bueno los dulces extra también son necesarios —sacó de la bolsa una barra de chocolate y le entregó a Wolfry un pedazo.

—Está bien, lo que tu digas —sonrió y tomó el chocolate.

—Entonces vamos a ver si aún puedo hacerlas —abrió un cajón, sacó una libreta de recetas y buscó entre sus páginas hasta encontrar la indicada—. Hace dos años, cuando mi madre estaba internada en el hospital, hacía estas galletas al menos una vez a la semana, eran sus favoritas —miró el recetario con nostalgia, las cantidades e ingredientes estaban escritas a mano de una forma cuidadosa—. No las he preparado desde su muerte.

—Así que te volviste un experto en esas galletas, estoy seguro que a tu madre le encantaban porque tu las hacías para ella —sonrió tratando de animarlo—. Tienes suerte que tu madre y novia hayan tenido el mismo gusto, así podías hacer felices a las dos al mismo tiempo.

—Elisa no es mi novia, es mi mejor amiga —corrigió Jack, algo sonrojado—. Es mejor iniciar o pasaremos toda la noche horneando.

—O tal vez no es tu novia aún —se sentó en la mesa mientras veía a Jack pesar la harina y colocarla en un bowl—. Es obvio que te gusta.

—¿Tú cómo sabes eso? —preguntó sorprendido y sonrojado—, me gustaría negarlo, pero no serviría de nada, es muy difícil ocultarte las cosas. ¿Soy tan obvio? —preguntó dejando a un lado el bowl en el que había puesto todos los ingredientes.

—La verdad eres muy fácil de leer —confesó el kwami—, no eres obvio, pero actúas muy diferente frente a ella, te vuelves más relajado.

—Eso es porque la conozco desde hace años y confío en ella —sonrió sonrojado y clavó su mirada en su tarea actual de batir la mezcla.

—¿Y por qué no has confesado tus sentimientos?, puede que ella se sienta igual y serían una pareja genial, se complementan bien—. Jack dio un largo suspiro.

—Es porque cuando me di cuenta de mis sentimientos y estaba listo para confesarlos a Elisa, las cosas se complicaron —sonrió con tristeza—. Primero no era el momento adecuado porque su hermano había desaparecido, luego estaba preocupado porque mi madre se enfermó, después vino todo el tema de los miraculous y la aparición de Vlinder, después mi madre murió, dejé mi trabajo como actor y me encargué del trabajo de mi padre.

—Vaya, si era muy complicado —exclamó el kwami sorprendido—. Algún día encontrarás el momento adecuado, así que cuando eso pase deja ir todos tus preocupaciones y hazlo, no lo pienses mucho.

Las horas pasaron, un rico olor a galletas recién horneadas inundaba el lugar, al igual que el desastre. Jack no había sido nada cuidadoso, había masa pegada a la isla, tazas medidoras, cucharas y bandejas sucias esparcidas por el lugar, al igual que la harina, que cubría el mandil y la cara de Jack, e incluso el pelaje de Wolfry.

—Vamos, sólo una más —insistió Jack; el pequeño kwami había ayudado a su portador a probar las galletas para modificar la receta y hacerla más apta para el paladar de Elisa—. Me dijiste que te gustaban.

—Me gusta comer las galletas, pero tener que evaluarlas es algo muy diferente —se dejó caer sobre la mesa, exhausto—. He comido demasiadas galletas, estoy lleno, deberías de probarlas tú, no has comido ninguna.

—No es que no quiera probarlas, se que se ven deliciosas —contestó dejando en la mesa la bandeja que acababa de salir del horno—, es sólo que no puedo comerlas, a menos que quiera ir al hospital —se quitó los guantes y los dejó en la mesa—. Soy alérgico a la mantequilla de maní.

—¿Qué? ¿De verdad? —preguntó Wolfry sorprendido— ¿Por qué preparas algo que podría matarte?

—Pues no me mata al instante, toma su tiempo, te puedo mostrar, si quieres —sonrió tomando una galleta y la acercó a su boca fingiendo morderla, pero dejándola a milímetros de sus labios. Dejó caer la galleta y comenzó a toser fuertemente, llevándose las manos al cuello.

—¡Jack! —gritó preocupado mientras flotaba rápidamente hacia dónde estaba el chico.

—No… Pue… do… Resp… —habló con dificultad el chico y cayó de rodillas al suelo, la tos había sido reemplazada por fuertes jadeos e inspiraciones forzadas. Wolfry estaba asustado, era la primera vez que estaba ante una situación como esa.

—Yo me encargo ¿Dónde dejaste tu celular? —preguntó Wolfry mientras volaba rápidamente por todo el lugar tratando de encontrar el celular—. Por favor no te desmayes, no sé cómo hacer llamadas.

—Dile a Elisa que…—dijo con dificultad, entre jadeos, y cayó al suelo con los ojos cerrados.

Su pecho se movía rápidamente debido al aumento de su respiración.

—No, no, por favor despierta, no puedes morir aquí —se acercó al chico y trató de despertarlo.

—Dile que… —comenzó a decir en voz baja, las comisuras de sus labios se elevaron dibujando una gran sonrisa— …Que soy un gran actor —continuó su frase, riendo con fuerza y abriendo completamente los ojos.

—¡Jack! Tú… No puedo creer que jugaras con algo así —exclamó molesto Wolfry, su expresión preocupaba había desaparecido, al darse cuenta que había sido una broma del chico y le había dado paso a un ceño fruncido.

—Perdón, pero fue divertido verte por primera vez nervioso —dijo entre risas, mientras se ponía de pie—. No puedo creer que cayeras, sabes, no soy tan tonto como para comer algo que me mataría.

—En serio Jack, eres el peor portador que he tenido —murmuró molesto y se fue del lugar atravesando la pared.

—Vamos, regresa Wolfry, sólo era una broma —gritó tratando de contener la risa y fue hasta su habitación, en donde encontró al kwami—. Lo siento, no volveré a hacer esa clase de bromas —se disculpó, pero Wolfry lo ignoró—. Bueno, estaré en la cocina si me necesitas, te dejo una pequeña ofrenda de paz —el chico dejó en la mesa algunos dulces y regresó a la cocina.

Miró con cansancio el desastre que reinaba el lugar, así como los platos y bandejas llenas de galletas y dio un largo suspiro, probablemente le llevaría toda la noche limpiar la cocina.

Inició separó las mejores galletas para el regalo de Elisa y las acomodó en una caja, al terminar la decoró con un moño; guardó el resto de las galletas en diferentes bolsitas y después de colocar los utensilios sucios en el lavavajillas, comenzó a limpiar el lugar.

—Sabes, fue muy cruel que bromearas de esa forma —expresó Wolfry apareciendo en la cocina—, en verdad pensé que ibas a morir.

—Lo siento, no quería asustarte, tanto, sólo un poco —sonrió y miró al kwami—, es bueno saber que te preocupas por mí, pero tranquilo, no tengo la intención de morir pronto.

Jack iba agregar algo más, pero su celular sonó y corrió para revisar que era. Una sonrisa apareció en su cara cuando leyó que había un mensaje de Elisa y se apresuró a abrirlo.

» Hola Jack. Se que sueles estar ocupado pero quisiera pedirte que nos reuniéramos mañana por la tarde, en nuestro lugar, hay algo importante de lo que quisiera hablar contigo.

» Cuenta con ello, no estoy ocupado, allá nos vemos, también hay algo que quiero decirte.

Sin esperar, Jack envió rápidamente su respuesta y dejó su celular en la mesa.

—¿Qué dice Elisa? —preguntó Wolfry acercándose a Jack— ¿Ya no está enojada?

—Sabes, tengo más amigos, no cada que suene mi celular significa que es Elisa

—Lo se, pero tienes esa sonrisa de idiota que pones cada que Elisa te escribe.

—Si vas a estar solo molestando ve a otro lado —dijo lanzándole el trapo con el que estaba limpiando.

Wolfry sonrió y ayudó a Jack a limpiar todo, entre los dos lograron terminar antes de medianoche y fueron a dormir, exhaustos.

..—..

Al día siguiente Jack se despertó temprano y se arregló para poder ir a ver a Elisa. Estaba tan nervioso y ansioso por poder reconciliarse con ella que no pudo esperar y salió temprano de su casa.

—Hola —saludó Jack al llegar al lugar y ver que la chica ya se encontraba ahí, esperándolo. —Hola —respondió el saludo, sin mirarlo, estaba apenada por lo sucedido—, veo que has aprendido a llegar temprano —bromeó tratando de aligerar el ambiente.

—Y tú has aprendido a bromear —rio el chico, tratando de disimular su nerviosismo—. Te traje algo —sacó de su mochila la caja llena de galletas rellenas de mantequilla de maní que había preparado la noche anterior, y se la entregó.

—Gracias —agradeció y tomó la caja, algo confundida— no era necesario que me trajeras un regalo.

—Es una pequeña ofrenda de disculpa —miró al suelo apenado—, se que hice mal al no contarte lo de tu hermano, debí haber sido más comprensivo, espero que me perdones. Te prometo que entre nosotros ya no habrá más secretos.

—Yo soy la que debe pedirte disculpas—comenzó a decir y suspiró—. Fui muy entrometida, habías hecho una promesa y no tenía derecho a obligarte a contármelo —bajó la mirada avergonzada de su comportamiento.

—No te preocupes, no pienso que seas entrometida, solo eres muy curiosa —sonrió y desvió su mirada hacia el piso—. Y eso es algo que me gusta de ti —susurró en un tono tan bajo que la chica no logró escucharlo.

—Aún así, —hizo una pequeña mueca— no actué de forma adecuada y solo provoque problemas, espero que puedas aceptar mis disculpas.

—En ese caso estamos a mano, ambos nos equivocamos —sonrió y extendió su mano hacia Elisa—. Por supuesto que te perdono.

—Te prometo que dejaré de ser tan entrometida —miró al chico a los ojos, mostrando en su mirada un sincero arrepentimiento y extendió su mano, estrechándola.

—Sabes, si no quieres no tienes que forzarte a cambiar, no me molesta que seas así —se acercó a Elisa y acarició suavemente su mejilla—. Después de todo este tiempo juntos ya estoy acostumbrado.

—Sería lo mejor —soltó la mano del chico y dijo decidida—, tengo que aprender a respetar tus decisiones, no estuvo para nada bien forzarte a qué me contarás —Elisa quería mirar al chico a los ojos, pero estaba tan apenada que ni siquiera podía hacer eso— ¿Por qué no me pones límites Jack?

—No te pongo límites porque no me gustaría forzarte a ser alguien que no eres, es mejor cambiar por ti misma, si lo deseas y no porque alguien te lo dijo —sonrió y levantó un poco la cabeza de la chica haciendo que lo mirara—. Además, prohibirte algo sólo haría que tuvieras más ganas de hacerlo —bromeó el chico.

—Sin duda me conoces —dejó escapar una risa ante la broma del chico—. En verdad deseo cambiar, pero necesito tu ayuda —lo miro en forma de súplica— Por favor, te pido que me hagas saber si estoy siendo entrometida, prometo no molestarme.

—Si eso es lo que en verdad quieres, lo haré —contestó con una gran sonrisa.

—Gracias por ser mi amigo y soportarme por tantos años — lo abrazó con fuerza—. No se que haría sin ti.

—No hay de que —le regresó el abrazo, en ese instante las palabras de Wolfry vinieron a su mente, ese era el momento adecuado, debía aprovecharlo—. Bueno, hay algo que también quiero decirte, se que te prometí que entre nosotros ya no habría secretos —se separó de la chica, apenado—, pero antes de decirte mi mayor secreto quiero que me prometas que nada de lo que diga arruinará nuestra amistad.

—Puedes contarme —respondió con una sonrisa—, dudo que en verdad exista algo que pudiera arruinarla.

—Entonces solo lo diré —suspiró y esperó unos segundos tratando de tomar todo el valor posible—. La verdad es que me gustas, Elisa, enserio me gustas mucho.

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Hola a todos.

Una disculpa por la tardanza, pero la página se negaba a dejarme subir el capítulo.

Y bueno, al fin se pudo, espero que les guste el capítulo que se divide en dos partes.

Agradezco a todos por leer, un fuerte abrazo.

PD: Quiero agradecer a Jenny por ayudarme con la escritura de éste capitulo.

Nos vemos en el siguiente capitulo, chao.