Capítulo #13

Confesiones parte 2

La sonrisa de Elisa desapareció lentamente mientras escuchaba la confesión de su mejor amigo; no sabía cómo responder por lo que se quedó en silencio por unos minutos intentando procesar la declaración.

—Jack yo... —contestó finalmente mordiendo su labio, ansiosa—. Agradezco la sinceridad sobre tus sentimientos, pero no sé si puedo corresponderlos —lo miró con miedo, no sabía cómo podría reaccionar—. No sé si realmente siento lo mismo hacia ti.

Aunque de cierta forma ya lo esperaba, escuchar aquel rechazo de parte de Elisa hizo que el corazón de Jack se rompiera, pero trato de no demostrar el dolor que sentía en su interior.

—Tranquila —forzó una pequeña sonrisa—, no lo decía para que me correspondieras, sólo creí que ya era el momento de decirte la verdad. Se que fue algo inesperado, gracias por escucharme.

—Lo lamento —comentó la chica desviando su mirada hacía el piso—. Realmente lo fue, ¿Puedo saber desde hace cuánto tiempo te gusto? —preguntó con curiosidad.

—La verdad —se giró dándole la espalda y colocó las manos en sus bolsillos, no estaba seguro de poder responder si veía el rostro de la chica —. Creo que desde siempre; al inicio pensé que lo que sentía era porque eras mi mejor amiga, pero hace dos años me di cuenta que en realidad es porque me gustas. Lo que siento cuando estoy contigo no lo he sentido con nadie más.

—Son cosas muy lindas las que dices, en verdad lamento no poder corresponderte, siempre has sido muy atento conmigo, debí haberlo imaginado antes.

—No te preocupes por eso, lo comprendo —se giró para ver a la chica a los ojos y sonrió con amabilidad. Colocando en su rostro la misma sonrisa que solía mostrar en las entrevistas, una sonrisa la cual no era del todo sincera—. Lo siento por incomodarte, pero el lado bueno es que ya no hay secretos entre nosotros —trató de bromear el chico.

—No me incómodas en absoluto, pero por favor, no me mires con esa sonrisa —acercó su mano para acariciar su mejilla—. No tienes que forzarte a sonreír frente a mí si no te nace, sabes que no me puedes mentir con eso, esa no es tu sonrisa resplandeciente.

—Veo que necesito mejorar mis actuaciones, no puedo creer que aún siga sin poderte engañar —apartó con delicadeza la mano de la chica y se alejó un poco.

—No importa que tanto mejores, siempre sabré cuando eres sincero y cuando mientes, conozco tus gestos —dijo algo triste, a pesar de la gentileza con la que Jack había actuado le dolía que la apartara.

— Bueno, debo irme pronto, tengo una reunión en el estudio, ¿Hay algo más que quieras decirme? —preguntó cambiando el tema.

—No, solo quería disculparme por mi actitud y por haberte hecho que te enfrentarás a mí.

—No te preocupes por eso, para eso estamos los héroes —guiñó un ojo y sacó las manos de sus bolsillos—, pero me sorprendió mucho tener que luchar contigo, nunca habría imaginado que algún día pasaría.

—Yo tampoco, creía que el tener los miraculous nos daba alguna clase de inmunidad, pero parece que no.

—Bueno para ser sinceros ninguno de los dos teníamos nuestro miraculous en ese momento —levantó sus hombros—, pero no creo que nos den inmunidad, si lo hicieran el guardián no se hubiera preocupado tanto por crear amuletos que nos protejan.

—¿Los amuletos no solo nos protegían de que nuestra identidad fuera revelada? —lo miró con curiosidad.

—¿Eh? ¿No nos protegen de los akumas? —preguntó sorprendido mientras hacía su mayor esfuerzo por recordar—. Creo que debí haber puesto más atención a la explicación del guardián —expreso el chico, despreocupado.

—Eso creo, no recuerdo que el guardián dijera algo sobre los akumas, sólo dijo que los amuletos protegerían nuestras identidades sin importar que.

—Entonces podemos ser akumatizados igual que cualquiera, pero no pondremos en peligro nuestras identidades ¿es así?

—Correcto –asintió de acuerdo a lo que el chico decía y hubo un momento incómodo de silencio.

—Hay algo que quería preguntar —comenzó a decir en voz baja—. Cuando fuiste akumatizada, fue por mi culpa, ¿no es así? —preguntó en voz alta la duda que había estado rondando en su mente—. De haberte dicho antes lo de tu hermano no habrías tenido que pasar por eso.

—No fue tu culpa —Elisa negó rápidamente con la cabeza—, muchas cosas detonaron al mismo tiempo, fue mi culpa haber terminado akumatizada, así que no pienses en eso, ¿Si?.

—Es bueno saber que no fue del todo mi culpa —sonrió algo aliviado—. En serio era mi mayor preocupación pensar que te había lastimado al punto de que fuiste afectada por un akuma.

—Lamento haberte preocupado —la chica volvió a mirar el suelo—. Últimamente solo te he preocupado y traído problemas ¿no es verdad?, lo siento.

—Oh vamos, no tienes que disculparte por eso, es normal preocuparse por las personas que nos importan —de forma automática se acercó a la chica y la abrazó, cómo lo había hecho miles de veces—. Lo siento, es la costumbre —se disculpó al darse cuenta y se alejó rápidamente.

—No tiene porqué cambiar el cómo éramos antes, ¿O si? —dijo Elisa y se tomó su brazo por detrás de la espalda, un poco dolida— ¿Las cosas no continuarán iguales entre nosotros?

—Claro, nuestra amistad no cambiará —afirmó el chico—. Solo creí que un abrazo te incomodaría y no quiero hacerlo —dijo apenado mientras miraba al suelo—, si puedes olvidar que dije que me gustabas sería mejor.

—Para nada, sabes que los únicos abrazos que acepto son los tuyos —forzó una sonrisa, mientras hacía un ademán restándole importancia— ¿Olvidarlo? Claro, si así lo prefieres

—Si, sería lo mejor —respondió guardando las manos en su bolsillo, algo incómodo—. Sobre las galletas —cambió el tema una vez más—, espero que te gusten. Traté de no hacerlas muy dulces.

—Estoy segura que me gustarán, no sabía que sabías hacer postres —sonrió y destapó la caja ofreciéndole una— ¿Quieres comer una conmigo? Estoy ansiosa por probarlas.

—No gracias —negó con la cabeza—, he visto tantas de esas galletas que estoy seguro que aparecerán en mis pesadillas —bromeó el chico—. A mi mamá le encantaba hacer postres así que me enseñó, es bueno saber que aún hay cosas que no conoces de mi.

—Hey, las galletas de maní son deliciosas, no deberían darte pesadillas —dejó escapar una pequeña risa para después levantar los hombros—. Yo creo que nunca terminamos de conocer a las personas, siempre habrá cosas que desconocemos.

—Mi mamá solía decir eso ¿sabías? —sonrió, triste, ante aquel recuerdo—. A veces me recuerdas a ella, también le encantaban las galletas de maní, en lo personal siempre he preferido las de chocolate.

—No dudo que las de chocolate sean buenas, pero si comes muchas te empalagas, en cambio las de maní puedes comer cuántas quieras sin hartarte.

—Bueno, ya —le dio un pequeño golpecito con su codo en el brazo—. Menos charla, es hora de que las pruebes.

Elisa río ante su acción y tomó una galleta.

—Ya voy, no me apures —finalmente le dio una mordida a la galleta, saboreando ese primer bocado—. Están deliciosas y los pequeños trozos de maní las hacen crujientes, tienes buena mano para la repostería, Jack.

—Gracias, me alegro que te gustaran —dijo con una sonrisa y sus mejillas mostraron un leve rubor—. Entonces, es hora de que me retire, como lo dije antes, tengo que ir al estudio, a menos que tengas algo más para decirme —miró a la chica esperando una respuesta.

—Gracias por el obsequio, las guardaré para comerlas más tarde —cerró la caja mientras negaba ligeramente con la cabeza—. Ya he dicho lo que debía, de nuevo gracias por tomarte el tiempo y venir a hablar conmigo.

—No es nada, sabes que siempre tendré tiempo para ti —le guiño un ojo—. Gracias a ti por escucharme, aunque dije cosas raras, no te quitaré más tiempo, también debes estar muy ocupada o castigada.

—Para nada, siempre es agradable hablar contigo —sonrió y después suspiró desanimada—. Estaba castigada antes de todo esto, así que lo más probable es que mi castigo continúe, será mejor irme antes de que mi madre se de cuenta.

—Ten cuidado, si se da cuenta es capaz de poner barrotes en tu ventana para evitar que escapes y no hay nadie que la detenga —bromeó y dio media vuelta.

—Me sorprende que aún no haya hecho algo así pero es mejor no correr riesgo —dejó escapar una pequeña risa.

—En ese caso, nos vemos, ten cuidado, si vuelves a ser akumatizada te aseguro no seré igual de amable

—No volverá a pasar y tú asegúrate de que nunca te akumatizen.

—No tienes que preocuparte por mí, ser akumatizado no está en mis planes.

Con una sonrisa Jack se despidió de Elisa y se marchó del lugar. Aunque habían prometido que su amistad no cambiaría, el chico se sentía algo incómodo después de haber confesado sus sentimientos; por ello eligió no quedarse con la chica más tiempo del necesario, utilizando la excusa de que debía ir al set de grabaciones. Eso no era del todo mentira, James, su representante, le había dejado miles de mensajes diciéndole que lo quería ver en su oficina.

Aunque normalmente el chico habría evitado a toda costa acercarse a ese lugar lleno de recuerdos de su mamá, en esos momentos necesitaba una excusa para alejarse de la chica, además de que había hecho docenas de galletas las cuales prefería dejar en el comedor.

—¿Alguien ordenó unas galletas? —preguntó Jack mientras entraba a la oficina de James y dejó una bolsa con galletas en el escritorio.

—Jack, finalmente apareces —exclamó James; un hombre alto, aunque se encontraba en sus 40s, su apariencia era de alguien más joven—. ¿Tienes idea de lo difícil que es localizarte?

—En realidad no lo es —el chico sonrió—, es solo que prefiero no atender a llamantes no deseados-

—¿Llamantes no deseados? Te recuerdo que aunque soy el secretario de tu padre sigo siendo tu representante, no deberías bloquear mis llamadas —reclamó James, la frustración se podía ver claramente en su rostro.

—Ya te lo dije —suspiró cansado, había tenido muchas veces esa discusión con él—, no tengo la intención de aceptar ningún nuevo trabajo, no me interesa si es una película, una serie, una entrevista o ni siquiera si es una simple aparición.

—Jack —James se quitó los lentes y masajeó sus sienes antes de ponerse en pie y caminar hacia el joven—. Ha pasado más de un año desde tu último trabajo, si sigues así puedes afectar gravemente tu carrera —trató de razonar con el chico. James junto a Kate siempre se había encargado de manejar la carrera de Jack desde que el chico mostró interés en ser actor—. Sé que no te importa, pero debes pensar en tu madre, era su sueño que triunfaras y se esforzó mucho en enseñarte lo que sabes.

—Ya te lo dije, aún no me siento en condiciones para actuar —desvió la mirada, aunque el comentario de James lo hacía sentir culpable no estaba listo para volver a la actuación—. Además me pararé frente a una cámara hasta que vea que mi padre hace su trabajo, en lugar de estar obsesionado con terminar ese guión.

—Entonces les diré que aún necesitas tiempo porque sigues de luto, pero no puedes comparar tu trabajo al de tu padre, tu reputación va a continuar bajando conforme pasa el tiempo.

—Eso no me interesa y hablando de mi padre, iré a verlo, desde que volvimos de viaje no he sabido nada de él

—No, eso es imposible —James se interpuso entre Jack y la puerta que daba a la oficina de su padre—. El señor Liam no está de buen humor y dejó muy en claro que no quiere que nadie lo moleste.

—Soy su hijo, estoy seguro de que esa es una excepción muy grande.

—Cuando dice nadie también te incluye a ti, no importa si es una urgencia, no debes molestarlo.

Jack no podía creer lo que estaba escuchando, su padre no iba a casa y ahora resultaba que tampoco podía verlo en su oficina, estaba tan molesto que perdió el control.

—Típico de mi padre, siempre huyendo de sus problemas —rió de forma sarcástica. Después de la muerte de Kate, Liam no hacía nada más que estar en su oficina; incluso durante su periodo de viaje solo había salido en 3 ocasiones y nadie, más que James, tenía permitido entrar—. Si no me quiere ver así será, dile a mi padre que…

—¿Qué cosa, Jack? —preguntó una voz grave. Liam había oído la pequeña discusión que su hijo y James estaban teniendo y había decidido que era hora de unirse a la fiesta. Al momento en que Jack vio a su padre palideció al instante y desvió su mirada—. Vamos, Jack, estoy aquí, solo di lo que ibas a decir.

—Pa..dre —comenzó a decir con voz temblorosa, pero se aclaró la garganta y trató de recuperar el valor, que había huido de él al momento de ver a su padre—. Quería saber cómo te encontrabas, hace semanas que no sé nada de ti, ¿Volverás pronto a casa?.

—Lo que haga o decida no hacer no es asunto tuyo, Jack, deberías saberlo —respondió en tono frío—. Volveré cuando deba hacerlo.

—Entiendo padre —respondió triste, quería gritarle y expresar en voz alta lo que estaba sintiendo, pero no podía, así que sacó de su mochila otro paquete de galletas—. Te traje unas galletas, sé que te gustaban mucho.

—¿Galletas? —Liam miró con desaprobación a Jack— . Creí que tenías prohibido los postres, ¿Debería decirle a Mary que vigile de cerca tu alimentación? —preguntó mientras escaneaba con la mirada a Jack—. Veo que has engordado, espero que tu condición física no haya disminuido, ¿Acaso debo recordarte lo importante que es tu apariencia?

—No padre, sé muy bien lo importante que es, entrenaré más —contestó el chico mirando el suelo, aunque era verdad que parecía que Jack había engordado, en realidad había recuperado su peso ideal, el cual había perdido en los últimos años.

—Entonces si no tienes nada importante que decirme me retiraré, estoy muy ocupado —respondió y se dio media vuelta para volver a entrar a su oficina—. Por cierto, James —dijo girando su cabeza para mirar a su asistente—. Asegurate de que Jack reciba un buen corte de cabello, el cabello largo lo hace ver descuidado —miró de reojo a Jack y entró a su oficina, cerrando inmediatamente la puerta.

—Te lo advertí, estaba de mal humor—respondió James en cuanto Liam se fue, mientras mordía una galleta

—¿Mal humor? ¿No es esa su forma habitual de ser?, al menos ahora no criticó mi atuendo —bromeó el chico tratando de buscar un lado positivo.

—Debo admitir que las galletas están deliciosas —admitió y mordió otra galleta—, pero me preocupa que sean de mantequilla de maní ¿Acaso tienes instintos suicidas?

—Si quisiera morir hay formas mucho más fáciles y rápidas de hacerlo —contestó poniendo en blanco sus ojos azules.

—Empieza a preocuparme el hecho de que estés sólo en casa, ¿Seguro que no quieres que Mary esté todo el día? O al menos el chef.

—Un minuto, ¿Sabías que estaba completamente sólo en casa? —preguntó el chico sorprendido—. ¿Por qué no dijiste nada? ¿Mi padre lo sabe?

—No, no lo sabe —se recargó en su escritorio—. Pero, ¿De verdad creíste que podías cambiar los horarios de todo el personal sin que nadie se enterara? No seas tan ingenuo, Jack.

—No creí que les importara, no es cómo si los hubiera despedido, sólo les di vacaciones pagadas.

—No eres más que un niño jugando a ser adulto —miró al chico y sonrió—. Es entendible que el personal tenga preocupaciones, las cuales comparten conmigo.

—Tengo 19 años, ya no soy un niño —se quejó Jack mientras cerraba con fuerza sus puños tratando de mantener el control, odiaba que lo trataran como un niño—. No tienen que preocuparse por mí, yo no soy un adicto al trabajo —expresó con lentitud, mostrando su evidente enojo—. Ahora, si me disculpas tengo cosas mejores que hacer.

Sin darle tiempo a James de responder Jack dio media vuelta y salió de la oficina dando un portazo.

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Hola a todos.

Sean bienvenidos al último capitulo del año, espero que les haya gustado.

Feliz año nuevo para todos, espero que se la hayan pasado bien, cuidense mucho.

Agradezco a todos por leer, un fuerte abrazo.

PD: Quiero agradecer a Jenny por ayudarme con la escritura de éste capitulo.

Nos vemos en el siguiente capitulo, chao.