UN ENCUENTRO INESPERADO

EN VIDA Y MUERTE

Ver que dentro de la cabaña la mesa estaba puesta para dos, y además con sus flores, su comida y su postre favorito fue algo que sorprendió a Makoto, y no porque creyera que aquello fuera obra de algo sobrenatural, sino porque para ella lo evidente era que Andrew había planeado en vida cada detalle para esa noche; y aunque era hermoso, los ojos se le humedecieron de lágrimas y un sollozo escapó de su garganta al pensar que de no haber ocurrido la tragedia él estaría a su lado en ese momento y ella estaría a mitad de un embarazo que sería motivo de felicidad para ambos.

Dado que no tenía hambre y quería anestesiar el dolor del alma, Makoto abrió la botella de vino blanco qué se encontraba sobre la mesa, y tras tomar un par de tragos el llanto cesó y vino un momento de calma; sin embargo, no tenía sueño, así que queriendo distraer su mente, quitó todo de la mesa del comedor, y utilizando además las mesitas de centro de la sala y cajones de los muebles de la cabaña, fue dando forma a las bases de un altar de siete pisos que después cubrió con un mantel blanco y adornó con papel picado en colores morado, rosa fucsia, anaranjado y marillo.

Tras cubrir el altar, Makoto salió al patio para cortar algunas flores de cempasúchil, y dado que tenía experiencia como florista y decoradora, no le fue difícil crear un precioso arco que colocó en la entrada de la casa, y después , con los pétalos sobrantes, creó un camino de pétalos de cempasúchil que llevaban al altar.

Cuando el trabajo pesado había terminado, apegándose a las tradiciones del dia de muertos que celebraban los mexicanos, colocó en el altar una jarra con agua, la lasagna, el pay de cereza, la botella de vino que aún tenía la mitad de su contenido, las calaveritas de azúcar que había comprado, el helado de cempasúchil, y por supuesto, el pan de muerto que estaba seguro que le hubiera encantado a Andrew, pues tenía un sabor a naranja y anís justo como el pastel que tanto le gustaba en vida y que ella muchas veces le preparó.

Finalmente, el trabajo de armar cada detalle cansó a Makoto, sin embargo, antes de irse a dormir sacó de su bolso una fotografía donde ellos dos aparecían juntos y la colocó en el altar. Después encendió cuatro veladoras blancas, y estando satisfecha con su obra, se acostó en el sofá, hasta que poco a poco el cansancio la venció y se quedó profundamente dormida.

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Los gritos de terror despertaron a la senshi del trueno, sin embargo, al abrir los ojos una espesa niebla le impedía ver donde se encontraba y a la gente que a su alrededor clamaba por auxilio; sin embargo, lo peor fue cuando entre esos gritos escuchó a su amado Andrew llamándola.

¡Makoto!

¡Andrew!..¿Dónde estás?

¡Mi amor, no me dejes morir!

¿Dónde estás?— Gritó Makoto desesperada; pero entonces, tuvo un momento de calma cuando en medio de la niebla alcanzó a visualizar a su amado— ¡Andrew!— Exclamó corriendo hasta donde estaba él, sin embargo, cuando estaba a punto de acercarse él se alejó de su lado.

¿Por qué me dejaste morir?— Le reprochó él

¡Andrew, yo…

Makoto se quedó sin respuesta, pues la muerte de su amado no solamente dolía, sino que también era algo de lo que se sentía culpable.

¡Si te hubieras transformado a tiempo podrías haberme puesto a salvo!— Le recriminó él

¡Andrew, yo no podía transformarme porque…

A Makoto se le formó un nudo en la garganta que le impidió seguir hablando, y rompió en llanto al pensar en el hijo que deliberadamente abortó al haber invocado los poderes jovianos.

¡Tampoco te importó abortar a nuestro hijo!— Le reprochó Andrew

¡Eso no es verdad!— Exclamó Makoto— Si no me transformaba los tres habríamos muerto y….

¡Y quienes morimos fuimos nuestro hijo y yo porque fuiste una idiota incapaz de salvarnos!— Le reprochó Andrew

¡No!— Exclamó Makoto con los ojos llenos de lágrimas, y una vez más intentó acercarse a Andrew, pero él la empujó y ella cayó al piso

¡No te atrevas a tocarme, asesina! — Le gritó Andrew— ¡Qué conveniente! Nuestro hijo y yo muertos para que tengas libre el camino con Neflyte, tu eterno amor.

¡Eso no es verdad!— Exclamó Makoto— ¡No hay ningún día en que no llore por tu ausencia! Por favor, perdóname

¡Asesina!— Le gritó Andrew antes de desaparecer

¡Andrew!— Gritó ella desde el fondo de su alma adolorida.

Sin embargo, él no volvió a hacerse presente, todo se oscureció a su alrededor, y de nuevo, los gritos de terror volvieron a escucharse; sin embargo, no eran los gritos de cualquier persona, sino los de Andrew que parecía estar agonizando en el averno, y el llanto de un bebé que parecía estar siendo torturado.

¡ANDREW!

De pronto, una mano acarició su rostro, y no muy lejos de ahí, volvió a escuchar la voz de Andrew, pero ya no sonaba molesto como en sus pesadillas post Fundación Tokio de Cristal, sino como la voz del marido atento y cariñoso que fue siempre en vida.

—¡Makoto, cariño, mi bella rosa!

Cuando Makoto finalmente abrió los ojos, se encontró con Andrew sentado en el borde del sofá mirándola con ternura; y temiendo que de nuevo él se alejara de su lado, se sentó en el sofá y buscó el calor de aquel abrazo que tanto había necesitado y rompió a llorar de emoción cuando una vez más aspiro su aroma y sintió el calor de su cuerpo.

—¡Perdóname !— Exclamó Makoto desconsolada, temiendo que de nuevo el rencor se apoderara del alma de su amado y que él escapara de su lado.— ¡Yo no quería….

—Lo sé todo, mi bella rosa— Le susurró él — Y no tengo nada que perdonarte.

Andrew entonces rompió aquel abrazo, pero no para alejarse de ella, sino para llevar sus manos al rostro de Makoto y enjuagarle las lágrimas.

—Lo sé todo— Repitió él — No era una decisión fácil la que tenías que tomar. Si yo hubiera estado en tu lugar no sé que habría hecho.

—Si no me hubiera opuesto a la fundación seguirías vivo

—¿Y olvidarte como Richard olvidó a Ami?— Cuestionó Andrew— Volvería a morir si el precio de seguir viviendo fuera olvidar cada momento que viví a tu lado.

Por primera vez en muchos meses, Makoto volvió a sonreír de nuevo, sin embargo, poco después esa sonrisa desapareció en los labios de Andrew que rompió la distancia entre ambos para darle ese beso que los dos habían anhelado a pesar de estar separados por la muerte, y que avivó la llama de la pasión que nunca se apagó.

Cuando la falta de aire los hizo romper aquel beso, Andrew se puso de pie, y sin decir una palabra, levantó en brazos a su amada esposa y la llevó a la habitación , donde finalmente la acostó con delicadeza en la cama para después tumbarse a su lado.

—¡Te he extrañado cada maldito día!— Exclamó Makoto perdida en la mirada color celeste de su amado

—¡Y yo a ti, mi querida esposa!— Susurró Andrew perdido en el verde esmeralda de sus ojos.

El ambiente estaba cargado de electricidad y el aire se llenaba de la intensidad de su deseo, así que una vez más, como muchas otras tantas veces, sus labios se unieron en un apasionado beso, y perdidos en la noción del tiempo, la molesta ropa que cubría sus cuerpos terminó en el piso, permitiéndoles explorar cada centímetro de su piel y entregarse el uno al otro sin reservas.

El sonido de sus suspiros y gemidos llenaba la habitación, mientras ambos se fundían en una apasionada danza de cuerpos entrelazados, hasta que finamente el clímax llegó, envolviendolos en una explosión de sensaciones indescriptibles.

Cuando la calma volvió, Andrew se tumbó sobre el cuerpo de Makoto, y ella que temía perderlo de nuevo enredó sus brazos alrededor del cuerpo masculino, dispuesta a no dejarlo ir.

—¡Quédate a mi lado!— Pidió Makoto

Andrew entonces se apoyó en sus antebrazos para levantarse un poco y encontrarse con su mirada.

—Te lo prometo— Susurró él, y después besó su frente con ternura

Pese a que no se quería dormir, Makoto comenzó a sentir pesadez en los párpados; sin embargo, la voz de Andrew susurrándole lo mucho que la amaba y que siempre estaría a su lado le dieron a ella la confianza suficiente para dormir con tranquilidad.

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Cuando Makoto despertó y vio que se encontraba sola en la cama, sintió el corazón rompersele en pedazos al creer que su encuentro con Andrew había sido solo un hermoso sueño, y una vez más como en los meses anteriores, el nudo se formó en su garganta y los ojos se le humedecieron, pero entonces la puerta se abrió y se encontró con su amado que la miraba con una sonrisa.

—¡Andrew!— Exclamó ella saliendo de la cama completamente desnuda para encontrarse con su marido que la recibió en sus brazos— ¡Creí que me habías dejado!

—Yo nunca te he dejado, mi bella rosa— Le susurró él— Sólo fui a calentar el desayuno.

—¡Idiota!— Exclamó ella— No tengo hambre

—Tienes que comer— Le dijo Andrew— Vamos

Makoto se puso el vestido verde que traía la noche anterior, y entonces, tomada de la mano de Andrew, se dejó guiar hasta que llegaron al altar, donde dos platos de lasaña caliente y dos copas de vino blanco los esperaban.

—¿Tú cocinaste?— Preguntó Makoto

—Sí — Respondió Andrew

Makoto le lanzó una mirada de reproche, y Andrew soltó una sonora carcajada.

—Te amo demasiado para cocinarte, cariño.

Mientras recordaban sus momentos juntos, ambos comieron aquella lasagna, y después, de entre los postres que había, ambos escogieron comer el exquisito pan de muerto, que tal como Makoto había supuesto, le encantó a Andrew.

—¡Podría comer esto por siempre!

—¡Y a partir de hoy te lo cocinaré todos los dias!— Exclamó Makoto

Andrew pasó un brazo por alrededor de los hombros de ella, y después, tras darle un beso en la frente, busco su mirada.

—¡Quiero que vivas tu vida!— Le susurró él

Makoto se quedó en silencio ante aquellas palabras que no fueron de su agrado, y él continuó hablando.

—A partir de hoy quiero volver a verte sonreír — Le dijo él — Ya no quiero que te culpes por lo que ocurrió ni que llores por las noches, mi amor

—¿Por qué me dices eso?— Preguntó Makoto con voz quebrada

—Porque te amo y me duele verte sufriendo

—¡Me prometiste que estarías siempre a mi lado!— Reclamó Makoto, y enseguida rompió a llorar

—Y lo he estado siempre y lo voy a estar mientras vivas— Le dijo él— A veces soy el aire que mueve tus cabellos, el inesperado toque de electricidad en tu cuello, el aroma que…

—¡No!— Exclamó Makoto entre lágrimas— ¡Quiero que te quedes a mi lado como antes de Tokio de Cristal!

—No puedo, Makoto— Susurró Andrew

—¡Entonces le daremos solución a esto!— Exclamó Makoto haciendo aparecer en una de sus manos un poderoso trueno que pensaba utilizar para acabar con su propia vida, sin embargo, Andrew la detuvo en el acto.

—¿Deseas que mi alma arda en el averno?

—¡Claro que no, idiota!— Exclamo ella— ¡Estar ahí sería una tortura eterna!

—Ahí es a donde van las almas de los suicidas— Le respondio él — Y es a donde yo iría si tú te quitas la vida porque no querría estar en el Mictlán sabiendo que el alma de mi amada está condenada al sufrimiento eterno.

Makoto entonces desistió de su idea de quitarse la vida, y se arrojó a los brazos de Andrew llorando desconsolada.

—¡Te amo!— Susurro él— Y me haría muy feliz si a partir de hoy dejas de estar encerrada y vuelves a ser la Makoto de antes. Quiero verte disfrutar mientras cocinas, ver tu sonrisa cuando los jardines florecen en primavera, verte divirtiéndote en la pista de patinaje y…. — Andrew hizo una pausa, y continuó hablando— Y también quiero que te vuelvas a enamorar. Neflyte es un buen hombre y….

—¡No amo a Neflyte!— Exclamó Makoto— No en esta vida.

—Bueno, no tiene que ser Neflyte. Puede ser otro. Lo importante es que mi bella rosa vuelva a ser feliz. Sólo así podré estar tranquilo.

Makoto, ahogada por el llanto, era incapaz de decir palabra alguna, sin embargo, por toda respuesta asintió, y entonces, sus labios se unieron a los de su amado en un cálido beso, hasta que poco a poco ella dejó de sentir la tibieza de sus labios y el calor de su cuerpo; y entonces, al abrir los ojos se dio cuenta de que no solamente él había desaparecido, sino también El Mictlán, pues a su alrededor sólo había un bosque de flores de cempasúchil.

—¡Makoto!— Escuchó una voz masculina que ya conocía llamándola, así que rápidamente se limpió las lágrimas, y al darse media vuelta se encontró con la mirada de un hombre que había amado mucho antes que a Andrew: Neflyte, o más bien dicho, Masato—¿Estás bien?

—Sí — Respondió Makoto— ¿Cómo supiste que estaba aquí, Nef?

—Las chicas estaban preocupadas porque desapareciste, así que me pidieron que le preguntara a los astros donde te encontrabas— Dijo él — Temían que…

Neflyte guardó silencio, y Makoto sonrió.

—¡Descuida! No tengo intención de suicidarme, pero tampoco quiero regresar en este momento a Tokio de Cristal— Dijo Makoto— ¿Te gustaría ir a las Pirámides de Teotihuacan conmigo?

Nefloyte, o mas bien dicho, Masato, se sorprendió ante la pregunta de Makoto, sin embargo, terminó aceptando la invitación de quien hubiera sido su amada en el Milenio de Plata.

En cuanto a Makoto, si bien no estaba muy entusiasmada, quería que Andrew descansara en paz, así que ese día se prometió a sí misma ayudarse a ser feliz de nuevo, y aunque no tenía grandes espectativas, terminó disfrutando aquella tarde.

FIN

¡Hola!

Pues bien, chicas, aquí está el final, aunque aún falta el epílogo, el cual yo creo que voy a subir hasta el lunes porque este fin de semana voy a salir fuera de la ciudad.

Hospitaller Knight, Gaby Kahio Pierce, Genesis; muchas gracias por sus reviews.

¡Saludos!