N/A: Gracias por leer!


.

.

.

Capítulo 2

Igual que los demás

.

.

.

Sus pisadas eran el único ruido que rompía el silencio en esos pasillos de la escuela. Iba algo desilusionado pues no encontró pastel, y un pudín no era lo suficientemente dulce, lo recibió de todas formas. Miró el patio de camino a la oficina del director, siempre que se encontraba solo lo hacía y rememoraba su adolescencia-que a su parecer era hasta el momento su mejor etapa-solo arruinado por la partida de Geto-y ahora Kasumi-pero, a la vez, sentía ese mismo hito marcaba el término de su adolescencia y por lo mismo seguía considerando que fue su mejor momento.

La adultez traía responsabilidad y libertades que no tenía antes, pero el tiempo que pasó con sus amigos era más gratificante. Sonrió viendo los espacios vacíos, últimamente se encontraba pensando en el pasado con frecuencia, y la nostalgia no siempre era de ayuda. Frunció el ceño, quizás no soltaba su pasado porque en el fondo, al vivir ese tiempo con Kasumi y que ella ahora estuviera en su presente, traía consigo toda la añoranza de aquellos días. Era pronto para cuestionarse cuando dejaría de pensar en ella, y tenía la sospecha de que no sucedería. Sonrió sin ganas y entró a la oficina, iba a hablar alguna tontería, pero cuando vio al director hablando por teléfono prefirió callar.

No se sentó, se quedó de pie con las manos en sus bolsillos mirando al que alguna vez fue su maestro. Yaga a pesar de su edad se mantenía bien, a veces se veía algo cansado, pero era normal para cualquiera en su posición.

—Entiendo, iré enseguida —dijo serio, con el ceño fruncido.

— ¿Se suspende la reunión? —preguntó esperanzado, sin dejar de sonreír lo que molestó al director.

—Sí, te salvaste —Satoru carcajeó burlesco—seguiremos en otro momento. El alto mando me citó a una reunión junto al director Gakuganji —la sonrisa de Satoru titubeó.

No era extraño que los citaran de repente, e incluso a ambos directores, pero su intuición le dio una alerta, no sabía a ciencia cierta porqué, pero prefirió preguntar. Normalmente no lo haría, después de todo si era algo importante o que le competía, Yaga se lo diría. Siempre era ese el conducto regular-a menos que hubiera alguna excepción, como cuando se involucraba en asuntos de estudiantes especiales-Yaga evitaba que se comunique directamente con el alto mando pues sabía lo que pensaba de ellos.

— ¿Una reunión exprés con ambos directores? ¿y eso por qué? —preguntó ladeando la cabeza hacia la derecha al mismo tiempo, simulando una diminuta sonrisa. El silencio se prolongó por unos minutos, y con eso, las sospechas de Satoru solo crecieron. Miró atento la expresión de su antiguo profesor, lucía serio, más que de costumbre, también cansado.

—Tiene que ver con el traidor de Kioto —murmuró y Satoru asintió, aun inquieto con la respuesta—el estudiante que desertó el año pasado.

— ¿Tienen más información? —preguntó y se cruzó de brazos. El director negó meneando la cabeza.

—Eso quieren averiguar… regresó una antigua compañera de él, la quieren interrogar —la sonrisa murió en el rostro del hechicero. No necesitaba preguntar más para saber que se refería a su Kasumi. Contuvo la respiración por unos segundos, sintiendo todo el cuerpo tenso—Miwa Kasumi.

— ¿Qué tiene que ver ella? —preguntó entre dientes.

—Eso quieren averiguar —dijo mientras buscaba sus objetos personales de su escritorio, lo último que sacó fue su chaqueta. La abotonó sin mirar al hechicero y continuó hablando—el alto mando exigió un interrogatorio de carácter urgente.

—Y una mierda —ladró molesto, ganándose una mirada del director— ¿Qué tiene que ver ella? —insistió—no estaba cuando ese joven desertó. Kasumi no tiene porqué andar a los antojos de esos viejos insoportables.

—Son órdenes —respondió Yaga mirándolo, sabía lo mucho que Satoru odiaba que el alto mando se involucrara con los jóvenes.

— ¡Ella sería la última en hacer o saber algo! —exclamó molesto, golpeando el aire con su mano, dándole énfasis a sus palabras—ella es una buena chica. Demasiado buena y…—se calló apenas notó la mirada del director. Se sintió expuesto de repente, y tonto. Mordió su mejilla interna y bufó. Si seguía hablando se delataría, y no podía permitirlo. No estaba siendo cuidadoso y ella llevaba recién un día en el presente.

— ¿Quieres venir? —preguntó Yaga y Satoru alzó ambas cejas. Entendía que se sorprendiera, después de su espectáculo y antecedentes, que se acercara al alto mando era lo que debían evitar, pero su entusiasmo por proteger a los jóvenes a Yaga no le parecía ser un defecto. Al contrario, consideraba que era una de las mejores virtudes de su antiguo estudiante. Que buscara siempre el beneficio de sus alumnos sin importarle contra quién iba-aunque le provocara dolores de cabeza-después de todo, muchas veces las normas no eran suficientemente comprensivas cuando más se necesitaba.

Satoru asintió, ni siquiera lo pensó. Lo único que sabía en ese momento era que no dejaría que un grupo de viejos asquerosos molestaran a su Kasumi. No lo permitiría, estaría allí para defenderla. Solo debía intentar mantener su enojo bajo control.


(…)


Cuando llegaron al recinto, el director de Kioto ya estaba allí. Resopló molesto mirándolo con odio debajo de su venda. Apretó las manos en un puño, y por más que intentó mostrarse sereno, la mueca en sus labios lo delataba. Miró a su alrededor buscándola, pero no la vio por ningún lado, tampoco a Utahime. Al llegar junto al viejo, Yaga fue el primero en saludar, él no lo hizo. No tenía ánimos ni paciencia para protocolos con quien no lo valía.

—Quiero estar presente en el interrogatorio —ladró serio, alzando la barbilla. Mirándolo despectivamente, aunque él no pudiera ver sus ojos. El viejo lo observó con quizás la misma rabia, debió ser una sorpresa molesta verlo allí, pero no le importaba.

—Ah… Gojo Satoru —murmuró con su tono de voz avejentado—no entiendo por qué estás aquí.

—No me interesa que no lo entiendas. Quizás ya tienes demencia senil ¿no has pensado en retirarte, viejo? —dijo medio sonriéndole. Se oía la burla en su voz.

—Satoru… —susurró Yaga, como si fuera una correa alrededor de su cuello—queremos escuchar lo que dirá tu estudiante ¿Podemos entrar?

—No será posible —la voz de Utahime los interrumpió, alzó ambas cejas al ver a Satoru, hizo una mueca de desagrado y miró al director de Tokio—pero podemos observar desde la sala contigua, y escuchar lo que dicen. Acaban de darme el permiso.

—Tan amables —soltó con sarcasmo y se cruzó de brazos.

Fueron guiados a un cuarto cerrado con una única ventana de vidrio que cubría la mitad de la pared, parecía como las habitaciones de hospitales donde observan cirugías, o lo que realmente era, un interrogatorio con testigos. Satoru se quedó en una esquina, apoyado en la pared y de brazos cruzados. Él mismo estuvo muchas veces en la situación de Kasumi, pero nunca le importó. Él podía manejar esas cosas sin importarle lo que le dijeran, y por muy a oscuras que dejaran el cuarto, nunca lo intimidaron, pero ¿y ella? ¿cómo se sentiría ella? Mordió su mejilla interna al verla en medio de la sala oscura, rodeada de shoji iluminados con una luz amarillenta.

Ella estaba sentada en medio del círculo de shoji, si bien tenía la espalda recta pegada a la silla, estaba cabizbaja. Sus piernas bien juntas y ambas manos sobre sus muslos, una sobre la otra. Podía sentir su miedo, miró impotente como la sometían a esa tontería. Contuvo las ganas de entrar a la sala, tomarla de la mano y llevársela. Sentía que hacer algo así era más por él que por ella, para calmarse por actuar, para no verla así. No podía saber qué opinaba Kasumi de esa situación, tenía la impresión que la acataba bien, ella era una chica buena que seguía las reglas. Solo estaba asustada, y lo entendía.

Pero no le ayudaba a calmarse. Seguía furioso. Tragó con disimulo cuando el interrogatorio comenzó y miró atento cada expresión de la joven, buscando cualquier señal por si debía intervenir.


(…)


Estaba segura que la expulsarían y no sabía bien por qué motivo, pero toda la parafernalia del interrogatorio le hacía ruido. Quizás por ser débil, o pensaban que podía ser algún tipo de amenaza ¿y si ya sabían lo que pasó con Satoru? Sintió un escalofrío recorrerle el espinazo ¿podían expulsarla por algo así? Si lo llevaba a un plano cotidiano, era como involucrarse con un profesor en el colegio ¿no? aunque su contexto haya sido un poco diferente. Y ¿qué le harían a él por relacionarse con una estudiante? Deberían quitarle la licencia de educación, incluso tener conflictos legales, pero sospechaba que no le harían nada pues era Satoru Gojo. La única perjudicada en una situación así sería ella. Tragó saliva, barajando sus opciones ¿realmente ya lo sabían? «pero tengo 18 ahora… en unas semanas cumplo 19 ¿sigue siendo grave?» su semblante se ensombreció al pensarlo.

Respiró profundamente, buscando calmarse. Tenía que ser objetiva, no era posible que ya supieran lo suyo con Satoru Gojo, y si fuera así, él no era su profesor directo. Además, ya le habían dicho que era por Mechamaru, hizo una mueca al pensarlo. Si bien sabía que ese era el motivo principal, por su tipo de relación con su antiguo compañero, sentía que era una pérdida de tiempo que la interroguen, por lo que volvía a dudar y pensar que lo único malo que había hecho en el último tiempo era enamorarse de Satoru.

— ¿Miwa Kasumi? —levantó la vista apenas oyó la voz masculina, se tensó en su sitio y miró el shoji de dónde había salido la voz.

—S-sí —asintió nerviosa.

— ¿Sabes por qué estás aquí? —preguntaron desde atrás. La joven volteó esperando encontrarse con alguna persona, pero nuevamente era un shoji vacío, sin sombras que delatara que había alguien detrás.

—Me dijeron que me harían unas preguntas por mi antiguo compañero, Mechamaru… —murmuró insegura.

— ¿El nombre Muta Kokichi, significa algo para ti? —oyó desde el costado. Miró confundida el shoji y negó.

—Nunca lo había escuchado… ¿quién es?

—Limítese a contestar las preguntas, no a hacerlas —dijo otra voz y asintió apenada. Tenía una presión incómoda en el vientre, temía que le sonaran las tripas en medio de todo ese silencio abrumador que solo era interrumpido por las severas voces del alto mando.

—Lo siento.

— ¿Cuál es su relación con Mechamaru? —Kasumi miró sus manos, pensó en cada momento con su antiguo compañero, desde que lo conoció hasta el último día que lo vio. Cuando le dijo que tuviera cuidado, eran pocas las misiones en las que no salía con su grupo, casi siempre estaba él y Mai. Tragó con dificultad, sentía un nudo en la garganta, quizás por los nervios o por tristeza, pero era incómodo.

—Era mi compañero —murmuró bajito, carraspeó la garganta y repitió en un tono más seguro—era mi compañero, junto con Mai Zenin.

—Repetiré la pregunta, parece que no la entendió ¿cuál es su relación con Mechamaru? —Kasumi frunció el entrecejo, negó confundida y murmuró.

—Le acabo de decir que era mi compañero —relamió su labio inferior y siguió negando—solo eso. No éramos amigos cercanos, pero siempre fue amable conmigo.

—De compañeros a amigos, hay una gran diferencia —habló una voz que no había escuchado antes.

—Dije que no éramos amigos cercanos —repitió, algo cansada de la actitud de los hombres que la interrogaban.

—Pero amigos, a fin de cuentas —dijo el que estaba ubicado en frente de ella.

—Podría decirse —se encogió de hombros—solo me relacioné con él en el colegio, no sé nada más.

—Nosotros decidiremos eso —respondió una voz femenina.

— ¿Qué? ¿Decidirán lo que sé o no sé? —preguntó incrédula, no pensó en el momento que estaba cuestionando al alto mando, ni supo que Satoru Gojo la miró sonriendo orgulloso en la otra habitación.

—Cuando termina este interrogatorio. —Aclaró la misma voz.

—Por supuesto —asintió Kasumi y contuvo el suspiro.

—Dijo que él fue amable ¿Qué tipo de amabilidad? Detalle sobre eso

—Siempre fue distante con todos… pero cuando le pedíamos algún favor, nunca protestaba —susurró recordando las veces que habló con él. —Fue un compañero bastante considerado, con todos.

—Entonces, tienes cierta simpatía con él —afirmó una voz que venía detrás de ella. Kasumi iba a asentir, pero recordó los consejos de su maestra Utahime, quién le repitió en todo el trayecto que se mostrara lo más neutral posible al respecto. Sentía que era mentir, pero en su situación no encontró otra salida. Parecía que los altos mandos a fuerzas querían sacarle información, aunque no fuera cierta.

—Como con todos mis compañeros —prefirió decir.

— ¿Vio alguna señal o algo, que delatara sus verdaderas motivaciones? —Kasumi frunció el ceño, era la pregunta más estúpida que le hubieran hecho, pero no lo dijo. Apretó sus labios con fuerza, para que no se le escapara en voz alta aquel pensamiento. Contuvo el suspiro y negó, meciendo su flequillo y mechones de pelo que le rodeaban el rostro.

—No —se encogió de hombros—siempre fue igual. Considerado y protector con todos en Kioto.

— ¿Sabe qué pudo hacerlo desertar? —ella volvió a negar.

—No lo conocía lo suficiente como para saber sus motivaciones o lo que pensaba o sentía… —al decirlo en voz alta, pensó en lo mal que estuvo esos años el no querer relacionarse con sus compañeros. Si bien, su pensamiento no era del todo errado-no podía encariñarse de personas con las que no sabría si vería al día siguiente-, pero sentía que estuvo ignorando a sus compañeros, y ellos no se lo merecían. Si hubiera sido más cercana a Mechamaru, quizás podría entender porque se había ido.

— ¿Desde cuándo cree que pudo estar conspirando contra el mundo de la hechicería? —Kasumi negó y mordió su labio inferior, pensando, dándole una oportunidad de respuesta a la tonta pregunta. Suspiró y volvió a negar.

—No, ni siquiera sé los detalles de su deserción. A dónde se fue o si solo se retiró del colegio —recordaba bien que sus compañeras le dijeron que ahora era un usuario maldito, pero prefirió omitir ese detalle para darle más solidez a sus palabras. —No estaba aquí cuando pasó…

—Mechamaru está trabajando con un grupo de maldiciones —Kasumi quedó paralizada, sus ojos viraron al suelo, luego a sus manos, al shoij que tenía en frente, luego a sus manos otra vez y por más que intentaba imaginar el escenario, no podía.

— ¿C-cómo dice? —pudo decir después de unos minutos intentando pensar— ¿eso es seguro?

No respondieron. Tragó con dificultad, sentía que el aire escaseaba en la habitación al mismo tiempo que la temperatura bajaba, pero sentía el cuerpo caliente. Quizás estaba afiebrada, el corazón le latía rápido, sentía que el pecho le subía y bajaba al son de su respiración profunda que buscaba acaparar el aire que sentía no tenía. Relamió sus labios, le hicieron un par de preguntas más, pero a esas alturas no recordaba qué, ni lo que respondió.

—Puede retirarse, Miwa Kasumi —cuando escuchó esas palabras, el cuerpo se le relajó.

Pensó en preguntar en qué quedaba toda la situación, qué pasaba con ella. Pero sentía la garganta seca, no pudo ni quiso hablar más. Contuvo el suspiro cuando se puso de pie, frunció el ceño por el esfuerzo de despegarse del asiento. La espalda la sentía tirante, por un momento quiso hacerla sonar, pero no se sentía cómoda ni lo encontró adecuado. Dio una pequeña reverencia y salió rápido del cuarto, iba mirándose los zapatos cuando se topó a la salida de la habitación a los directores de las escuelas hermanas de hechicería y a sus maestros.

«No ahora…» pensó cuando lo vio al lado del director Yaga. Se tensó, el solo hecho de compartir espacio con él le alteraba, pero ahora estaban las autoridades de los colegios, no sabía cómo reaccionar, qué decir, que no decir. Pensó en actuar, fingir que nada pasaba, que solo era el gran Satoru Gojo, el hechicero más fuerte, no el hombre que amaba profundamente. Sin embargo, al mirarlo-a pesar de la distancia en la que se encontraba-sus ojos viraron hacia sus labios y recordó el beso que le había dado el día de ayer.

Se relamió sus propios labios de forma inconsciente, incluso fuera de la habitación el aire le faltaba, esta vez por una presión completamente diferente. Esperaba no estar sonrojada, pero lo dudaba. No supo cuánto tiempo lo estuvo mirando, solo pudo apartar la vista cuando el hechicero la ignoró por completo. No la saludó, parecía que miraba hacia su maestra y director, estaba serio y distante. La presión en su pecho fue inmediata, al mismo tiempo que el calor se esfumaba de su cuerpo. Se sintió tonta.

¿Qué podía significar un casto beso para Satoru Gojo? Nada. Y para ella todo. La sensación de ser insuficiente le sacudió fuerte. No valía como para que él se arriesgara a siquiera mirar en su dirección. Supo en ese momento-lo reafirmó-que cuando él le dijo que se olvidara de la promesa, era porque él ya lo había hecho, o le había restado importancia. Cuando para ella había sido algo tan reciente-ayer-para él no tenía significado y se lo dejó claro.

«¿Entonces por qué me besó? ¿Para qué lo hizo?», se preguntó, la frustración le confundía aún más. Desvió la mirada, avergonzada de que la vieran en esa situación, tan vulnerable por tantas cosas al mismo tiempo.

—Lo hiciste bien —habló Utahime llegando a su lado.

Kasumi no respondió. Se quedó cabizbaja, incapaz de levantar la vista y enfrentar a los adultos que la rodeaban. Sentía ganas de salir corriendo y olvidarse de todo, pero sus pies estaban pegados al suelo como un imán al metal. Sintió la mano de su profesora en el hombro, la miró por unos segundos, ella le sonreía, no pudo devolverle la sonrisa.

—Podemos irnos —habló el director Gakuganji.

—Quisiera hablar unos minutos con ustedes —la voz de Satoru se oyó severa y fría. Kasumi recordaba bien cómo le hablaba al director, pero esta vez su timbre tenía una hostilidad que no le había escuchado antes. Sabía que no lo conocía lo suficiente, que había muchas características de él que desconocía, aun así, no pudo evitar sorprenderse e inquietarse al mismo tiempo.

Yaga observó a Satoru, lo estudió con atención, intentando anticiparse y así prepararse a lo que diría, pero no encontró nada que lo delatara. Volvió sus ojos a la joven, que al levantar la mirada hacia ellos y encontrarse de frente con sus grandes ojos azules, a su memoria vinieron escenas de golpe, una tras otra, de ella sonriendo junto a sus estudiantes, despidiéndose y reverenciándolos, dándoles las gracias. Esos momentos de su pasado que fue modificado por la maldición que la atacó habían estado bloqueados, de repente comprendió el enojo del hechicero, pero sentía que se le estaba escapando un detalle importante y no lograba descifrarlo.

Utahime miró al hechicero, seria, luego al director Gakuganji y éste a ella, el viejo asintió en su dirección y ella suspiró cansada. Volteó hacia su estudiante y le señaló la salida moviendo la barbilla.

—Espéranos en el auto —Kasumi dudó por unos segundos, sin embargo, el ambiente estaba demasiado tenso para su gusto, a pesar de sentir curiosidad, estaba algo cansada de secretos y cuestionamientos, por lo que asintió.

Reverenció a los mayores, tanto a los de Kioto como los de Tokio, y sin mirar a Satoru, se alejó rápidamente.

Satoru la miró de principio a fin, sin perderse detalle su silueta, expresión o movimiento mientras se alejaba. La gracia de ir con lentes o su venda, nadie sabía qué realmente estaba viendo. Su respiración era pesada, ver su semblante decaído, sus ojos normalmente llenos de brillo completamente apagados, se veía cansada y deprimida, no podía tolerarlo. Tenía rabia, mucha, quizás igual que la vez que conspiraron en contra de Yuji, con la diferencia que Kasumi no corría riesgo físicamente, pero el mero hecho de que la expusieran a tal estrés le irritaba. Ella no se lo merecía.

— ¿Y bien? —habló el director de Kioto—no tenemos tanto tiempo libre como tú, Gojo Satoru.

— ¿Ah sí? —respondió con el mismo tono gélido de voz, le estaba costando no levantar la voz, por lo que a conciencia hablaba en decibeles más bajos, haciendo que su timbre se oyera grave y hostil—si fueran más eficientes, quizás lo tendrían.

—Satoru —le regañó Yaga. El hechicero lo miró por unos segundos y luego volvió su atención a los representantes de la escuela hermana de Kioto.

—Por más que pienso… no entiendo ¿Cómo mierda, permitieron que le hicieran esto a K-Miwa? —preguntó entre dientes. Utahime suspiró en respuesta y lo miró de soslayo, el viejo tosió, y se rascó la barbilla.

—Eran órdenes del alto mando —explicó y se encogió de hombros—no espero que lo entiendas, siempre te has creído con el derecho de pasar por encima de todos porque eres Satoru Gojo —Satoru resopló riéndose, estaba harto de que le enrostraran su supuesta arrogancia-no era su culpa ser como era-pero no tenía ánimos de discutir aquello, no ahora.

— ¡Qué excusa tan patética, viejo! —exclamó alzando ambas manos al aire—esfuérzate un poco para hacernos creer que no eres un viejo cobarde ¿podrías hacer eso al menos?

— ¡Satoru! —exclamó Yaga, Utahime miraba la escena incómoda, atenta a cualquier comentario por si debía intervenir.

— ¡Es la verdad! —se excusó rápido mirando a su antiguo profesor—sabían muy bien que Miwa no tenía nada que ver con ese estudiante que desertó y aun así decidieron exponerla a esta mierda —bufó y miró al viejo y a Utahime, apuntándolos con el dedo— ¡ni siquiera estaba aquí cuando se fue!

— ¡Lo sabemos! —le interrumpió Utahime, ya alterada por la actitud del hechicero—pero debía hacerse.

—Ah, por favor —negó riéndose—prefieren lamerle las botas a los del alto mando que proteger a su estudiante —dijo ahora serio.

— ¡Tú qué sabes! —le gritó Utahime y caminó en su dirección, pero el viejo la detuvo solo moviendo su mano libre del bastón y ella asintió en modo de disculpa. —Solo por haber gastado unos cuantos yenes en ellos, no te da el derecho de opinar libremente, estúpido arrogante.

—Ella ya venía inestable por el tiempo que pasó sin sus hermanos —respondió conteniéndose; gritarle que no la conocía se le hacía de lo más injusto. Estaba seguro que sabía más de ella que su propia maestra, pero no podía gritárselo en la cara. Más por Kasumi que por él, o lo que pensarían los demás. No quería exponerla a más cuestionamientos. —Y en vez de recibirla con una acogedora bienvenida, la exponen a esta mierda.

— ¡Quieres calmarte! —le gritó Utahime.

—La histérica aquí eres tú —dijo moviendo su mano derecha, restándole importancia a sus palabras, y la maestra se sonrojó apretando las manos en puños, estaba seguro que, si pudiera darle, aunque fuera un golpe, ya lo habría hecho.

—Como sea —refunfuñó mirándolo con rabia—sabemos que Miwa no tiene nada que ver con Mechamaru, pero debía hacerse. Si no acatábamos, su espacio en la escuela de Kioto corría riesgo. —Reconoció desviando la mirada y Satoru soltó una risa sin ganas.

Negó sin dejar de sonreír ¡como odiaba al alto mando! Lo más frustrante era saber que tenía el poder para eliminarlos en ese mismo instante y no poder hacerlo porque a la larga, no serviría de nada. El camino que había elegido era el más lento-la docencia-pero estaba convencido que valdría la pena para el futuro que quería construir en el mundo de la hechicería.

— ¿Los amenazaron con expulsarla? —preguntó medio sonriendo. Utahime desvió la mirada y agachó la cabeza, su actitud a la defensiva se borró al instante, dejando una mujer débil no solo físicamente, también de carácter. Incapaz de sostenerle la mirada, Satoru la observó con rabia, su silencio solo le confirmaba todo lo que pensaba de ellos: eran unos cobardes de mierda— ¿Y lo habrías permitido?

— ¡Ya cállate! —estalló nuevamente la maestra y le miró furiosa—no es asunto tuyo en primer lugar porque no es tu estudiante, no tienes ningún derecho a opinar —Satoru frunció el ceño, dio un paso hacia ella, pero no siguió avanzando, no solo porque la mano de Yaga intentó tocar su hombro-no lo consiguió por su infinito-sino que ya empezaba a hartarle la situación. No tenía caso discutir con un par de tercos conservadores.

—En primer lugar —comenzó diciendo, sin dejar de sonreír—si fuera mi estudiante, a estas alturas ya sería cuasi primer grado —dijo soberbio alzando la barbilla—y, en segundo lugar, no habría permitido que la amenazaran ni que la vulneraran con esta mierda. Habría dado la cara por ella.

El rostro de Utahime se tornó rojo, sus ojos cafés brillaron de rabia y contuvo la respiración por varios segundos antes de lanzar su insulto a gritos. Siempre era una molestia lidiar con Gojo Satoru, y nunca se acostumbraría a que la llamara debilucha, pero no toleraría que cuestionara su vocación como maestra. En el fondo, lo que también le molestaba era que sentía que él tenía razón en algo, no había hecho lo suficiente para proteger a Miwa y la culpa comenzó a incomodarla, más porque era él quien se lo estaba haciendo ver, él de entre todas las personas la estaba cuestionando.

— ¡Basta! —se interpuso Yaga antes de que pudiera contestar la maestra—es suficiente, esta discusión no los llevará a ningún lado.

—Estoy de acuerdo —habló Gakuganji y Satoru se rio en su cara.

—Claro, te conviene —se encogió de hombros, mirando al viejo con desprecio.

—Lo importante es que todo salió bien para Miwa —les recordó Yaga—ahora debemos concentrarnos en su re inserción, en brindarle el apoyo necesario. Cuenten con el colegio de Tokio para cualquier cosa —dijo serio—si bien, ya terminó sus estudios formales, aún debe practicar para subir de grado ¿O estudiará en la universidad? —preguntó a Utahime.

Satoru se mordió la lengua, estuvo a punto de responder que Kasumi quería seguir siendo hechicera, pero él no era su profesor como para saber ese detalle.

—Debo hablar con ella de eso aun —susurró Utahime, más calmada y Satoru blanqueó los ojos, ni siquiera sabía lo que Kasumi aspiraba para su futuro ¿y se hacía llamar su profesora? Resopló y giró sobre su talón, no se despidió de ninguno y caminó hacia la salida.

Afuera el sol brillaba con intensidad, sin su banda sus ojos a esas alturas le estarían ardiendo. Soltó un profundo suspiro, aún estaba molesto, pero ahora sin ver al par de cobardes de Kioto, pensó que quizás se había expuesto demasiado. No se arrepentía de defender a Kasumi, sin embargo, tal vez había demostrado demasiado lo mucho que le afectaba lo que había pasado. Debió disimular un poco más, no alterarse tanto ¿y si sospechaban de ellos? Por más que pensaba en la posibilidad de que se supiera el tipo de relación que habían tenido-y lo que sentían actualmente el uno por el otro-, por lo único que temía era por el futuro de Kasumi.

Su relación con el alto mando no era la mejor ¿y si solo por represalias contra él, la expulsaban de Kioto? le exigiría a Yaga que la integraran a Tokio. En el mundo de la hechicería no podían darse el lujo de perder hechiceros. Eso podía solucionarse, a su parecer al menos, pero lo que le preocupaba más era cómo se sentiría Kasumi si algo así pasara. Estaba seguro que para ella sería más complicado lidiar con lo que opinaran los demás, y aunque quisiera apoyarla de alguna manera, dudaba que lo aceptara. Su Kasumi era terca después de todo.

De forma inconsciente, sus ojos viraron hacia el jardín que decoraba la salida del recinto, como si una parte de él supiera que ella estaba allí antes siquiera de notar su energía maldita. Tragó en seco, se quedó de pie en la salida del inmueble mirándola. Kasumi estaba apoyada en el tronco de un árbol bajo la sombra de sus ramas frondosas. Sin siquiera meditarlo, con ningún pensamiento en mente, caminó hacia ella.

Su cuerpo se sintió atraído a ella. Sentía la urgencia de estar cerca, de poder admirar sus rasgos y memorizarlos, si tenía suerte, poder olerla-no se atrevía a tocarla, mucho menos ahora después de que con solo un rato estando juntos la había besado-, saber cómo se sentía o pensaba. No vio nada de malo en ello, por lo que no temió si alguien lo veía, estaban a plena luz del día y expuestos ¿por qué lo verían con malos ojos? Volvió a tragar, quizás lo pensaba porque en el fondo, él tenía otras intenciones que se esforzaba por esconder incluso de sí mismo para no perder el control.

—Hey… —la saludó al llegar a su lado.

Kasumi no se había percatado de su presencia hasta que habló. Había sido sigiloso al caminar y a la vez, ella tenía mucho en mente como para estar consciente de su entorno.

La joven lo miró sorprendida, sus mejillas se tiñeron de un tierno rosa pálido, pero en sus ojos azules no había emoción por verlo, lo que le inquietó. Nervioso-impropio en él-le sonrió animado, metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y pensó uno segundos qué decir. Volvió a tragar ¿realmente estaba paralizado por estar cerca de una mujer? ¿él? «una mujer…» se repitió en su mente y negó medio sonriendo, exhibiendo su perfecta dentadura a la expectante chica.

No había vuelta atrás. Ya no la veía como una estudiante ni compañera de curso. Para él, Kasumi era la mujer con la que quería estar, pero no era el momento. Y luchaba por tener presente aquello.

— ¿Estas… estás bien? —genial ¡ahora tartamudeaba! ¿qué diablos le había hecho Kasumi?

Ella no respondió ni le miró, simplemente asintió sin dejar de mirar la punta de sus zapatos. Sintió que algo no andaba bien, y que no solo se trataba del asunto del interrogatorio ¿había hecho algo que le había ofendido? ¿cómo saberlo? ¿simplemente se lo preguntaba? Intentó pensar, recordar cada palabra que habían cruzado en el último día, o gesto o mirada, pero a su parecer no había hecho nada malo. Entonces lo recordó, sus ojos azules bien abiertos al verlo cuando salió del interrogatorio, brillando con sorpresa e ilusión, y él simplemente la ignoró. Se sintió un patán. Suspiró derrotado por su propia estupidez y se acercó un poco, ella levantó la vista cuando quedó a un metro de distancia.

—Siento no saludarte antes —comenzó diciendo—no supe… qué decirte o cómo decirlo, no quería incomodarte frente a todos —confesó y se rascó la cabeza, nervioso.

—Está bien —susurró—no tiene que explicarme.

—No está bien si te hice sentir mal —Kasumi entreabrió los labios, sorprendida, agachó la mirada avergonzada y negó, meciendo su flequillo y él sonrió ante la postal. Siempre le hipnotizaba su pelo, moría de ganas por enredar sus dedos en su suavidad.

Parecía que Satoru Gojo no solo lucía más maduro, al menos emocionalmente hasta el momento, había tenido bastante tacto con sus sentimientos de niña enamorada, lo que no podía evitar ilusionarla y enamorarla más. Era el mismo Satoru con el que se había besado y acostado tantas veces, pero era más considerado ¿cómo no caer a rendida a sus pies?

—Está bien… es extraño para ambos —susurró apenada—y nuevo. Al menos para mí —lo miró por unos segundos, deseando poder ver sus ojos color cielo, que hubiera un poco más de intimidad en ese momento.

—Sí, también para mí —sonrió Satoru—no sabía que eras cercana a Mechamaru —murmuró curioso. No lograba imaginarla hablando o compartiendo con otras personas que no fuera él o sus compañeros de colegio de Tokio. La idea de que Kasumi tuviera otro entorno social que desconocía le incomodaba, pero solo por no saber los detalles. Era como si quisiera saber todo de ella, no era consciente si eso era sano o no. En el momento al menos, solo le interesaba saber más sobre su vida.

— ¿También me interrogará? —preguntó seria al recordar a su antiguo compañero. Satoru hizo una mueca al mismo tiempo que fruncía levemente el ceño, no era la respuesta que esperaba de una tierna y considerada Kasumi; la presión por el asunto con el desertor le afectaba, y eso encendió sus alarmas. No entendía bien porqué.

—No —se apresuró en responder. —Solo es curiosidad, nunca hablaste de tus compañeros de Kioto —dijo encogiéndose de hombros.

Kasumi desvió la mirada, era extraño aun el mantener una conversación con Satoru adulto como si el tiempo no hubiera pasado. Él realmente recordaba cada detalle de su tiempo juntos en el pasado, tanto que le asustaba y avergonzaba al mismo tiempo.

—Nunca fuimos amigos cercanos —murmuró mirándolo—pero… lo estimaba mucho. —Tragó saliva con dificultad, a esas alturas el nudo en la garganta era inminente, y estaba segura que con Satoru podía exponerse y mostrarse vulnerable sobre ese tema ¿quién mejor que él la podía entender? —la verdad… me siento mal, no sé por qué se fue.

Satoru mordió su mejilla interna derecha al ver como sus ojos se llenaban de lágrimas. Prefirió no concentrarse en el hecho de que ella estaba así de triste por otra persona-el bichito del ego y celos le susurraba en el oído, pero aún no le prestaba suficiente atención, no tenía experiencia en ello-; le dio prioridad al hecho de que ella se estaba abriendo con él porque le tenía confianza, y ahora tenían algo en común.

—Bueno… es probable que nunca lo sepas —susurró en un tono suave, intentando sonar condescendiente por lo que le diría, respiró profundamente y dio un paso más, estuvo tentado en secarle las lágrimas, pero fue fuerte y resistió—siento decirte esto ahora—Kasumi lo miró expectante, él le sonrió con dulzura y negó—pero esta sensibilidad no te servirá a partir de ahora.

Kasumi observó al hechicero por varios segundos, pedirle que no se sintiera mal o no estuviera triste por lo de Mechamaru era, a su parecer, su forma de decirle que no fuera débil. Quizás la debilidad en todos sus ámbitos era su talón de Aquiles y por eso pensaba que le estaba pidiendo ser fuerte. Pero no estaba de acuerdo con él. Ahora más que nunca consideraba que no estaba mal sentir. Relacionarse con los demás y apoyarse en ellos. Relamió sus labios y susurró, esperó no verse tonta por lo que le preguntaría, o al menos que no lo pensara.

— ¿Por qué está mal que me sienta así? —preguntó y Satoru dejó de sonreír. Él se sostuvo la barbilla mientras inclinaba la cabeza hacia arriba, pensando por unos segundos, cuando no halló las palabras adecuadas, prefirió hablarle con honestidad. La miró hacia abajo-por la diferencia de altura-y serio le respondió.

—Ahora es nuestro enemigo, Kasumi —ella se tensó, abrió sus ojos con sorpresa al mismo tiempo que el pecho se le volvía pesado de repente—tienes que prepararte por si algún día tienes que enfrentarlo.

Kasumi no respondió. Se quedó tensa en su sitio, recargando su espalda en el tronco duro, pensando e imaginando un escenario de ella plantándole cara a Mechamaru. Estaba segura que perdería, pero en el momento lo único que le angustiaba era el tener que luchar contra un amigo, entonces lo entendió. Ella no era mejor amiga ni cercana a Mechamaru, Satoru si fue el mejor amigo de Suguru y aun así se enfrentaron. Él tenía razón, en ese momento reafirmó su admiración por el hechicero. Él no solo era fuerte por su técnica y destrezas, también lo era de carácter. Quizás seguía sufriendo, pero seguía adelante y no se deprimía como ella lo estaba haciendo ahora.

Satoru suspiró con disimulo, quizás estaba siendo muy directo y sin tacto con ella. Normalmente le restaría importancia, pero si se trataba de Kasumi, el panorama cambiaba radicalmente. Surgía en él una necesidad por cuidarla que no podía ignorar. Un poco derrotado y arrepentido por hablarle con esa franqueza, se acercó y le revolvió el cabello, Kasumi lo miró sorprendida y él le sonrió. Le dio la espalda y caminó hacia la salida, despidiéndose con ese gesto.

— ¡Espere! —Satoru giró al oírla; Kasumi se había alejado del árbol siguiéndolo. Tenía una mano empuñada sobre su pecho y la otra daba golpecitos suaves en su muslo derecho, estaba nerviosa. Sonrió divertido, mirándola atento—yo… supe lo que hizo por mis hermanos —comenzó diciendo avergonzada—me gustaría devolvérselo ¿hay alguna posibilidad de hacerlo en cuotas?

—Ah… olvídalo, olvídalo —sonrió moviendo su mano, restándole importancia—nos vemos —se despidió y siguió caminando.

—Yo… —la voz de Kasumi lo detuvo otra vez, volteó a verla curioso, ella ahora tenía ambas manos sobre su pecho, sonrojada y evitaba mirarlo a la cara. Sintió el corazón latirle deprisa, los nervios se instalaron en su abdomen y dudó de escucharla, pues sentía que, si la situación escalaba, no iba a poder ponerle atajo— ¿puedo preguntar… porqué lo hizo? —tragó saliva, nervioso y le dio la espalda, intentando poner distancia.

—Lo hubiera hecho por cualquier estudiante —respondió girando un poco para poder verla.

Algo se rompió en su pecho cuando la vio perpleja, mirándolo con decepción. Pensó en disculparse, o explicarle con mayor detalle, pero se quedó en blanco, completamente ausente mientras la veía desmoronarse emocionalmente.

—Ya veo —asintió con un nudo en la garganta—gracias. —Le reverenció rápido y se alejó de él, pasó por su lado sin mirarlo, y cuando sintió que le seguía, comenzó a correr para llegar al auto, conteniendo las lágrimas.

De verdad era la chica más tonta del mundo.

.

.

.

.

.

.


N/A: Gracias infinitas por leer y comentar! siempre digo lo mismo, pero de verdad que esta historia me tiene entusiasmada, y quiero aprovechar eso para ir avanzando.

Espero no sea confuso todo :C , y se entiendan las emociones o pensamientos de los personajes, me asusta un poco hahaha de ellos en el pasado había más chance de que hicieran tonterías, pero ahora siendo Gojo adulto, le tengo tanto amor al personaje que no quiero arruinarlo.

Espero leernos pronto y muchas gracias por leer y comentar!

PD: sorry si hay muchos errores ortográficos o gramaticales, edité rápido porque quería subirlo haha