NA: ¡Hola! ¿Aún hay alguien al otro lado de la pantalla? ¡Ya volví de mi luna de miel! Y tengo muchas ganas de retomar la escritura después de tanto tiempo de parón :) De momento dejo un capítulo nuevo de esta historia mientras voy viendo con cuál sigo. ¡Espero que os guste!
Capítulo 5:
Había sido un funcionario de prisiones.
Al menos eso era lo que aseguraba el Wizengamot.
Todas las investigaciones que se estaban haciendo apuntaban a algún tipo de venganza personal y, debido a esto, ya estaban interrogando a todos los funcionarios que habían perdido a algún amigo o familiar a manos de simpatizantes de la causa de Voldemort, aunque el asesino en cuestión aún no había sido identificado.
El artículo, sorprendentemente, incluía fotos tan explícitas que rozaban lo inmoral. Había fotos de las paredes ensangrentadas de la celda de la madre de Pansy y de lo que parecía ser el cadáver, en una posición bastante antinatural, tapado con una manta vieja. Algunas mostraban la reacción del marido de la víctima, encerrado en su propia celda, al enterarse de la noticia… Y, sorprendentemente, también había fotografías de Pansy, vestida con un traje negro y una expresión indescifrable mientras miraba la tumba de su madre con la única compañía directa de McGonagall, que se mantenía a varios metros de distancia de su posición.
No estaban en un cementerio del mundo mágico, por supuesto. Eso habría enfurecido a los familiares y amigos de muchas de las víctimas de Voldemort.
Estaban en un campo abierto con algunas tumbas repartidas aquí y allá, en algún lugar recóndito de lo que parecía ser el mundo muggle, seguramente elegido por McGonagall pretendiendo que fuese secreto… pero ahora era muy probable que todos supieran dónde se encontraban los restos de Amanda Parkinson gracias a un paparazzi sin escrúpulos por vender la exclusiva.
Así que eso había estado haciendo Pansy durante los días en los que había estado desaparecida, preparando un funeral.
Y así que por eso se había puesto hecha una furia cuando Draco le había mencionado a su madre el día anterior. Y, claro, por eso ella no parecía tener ganas de mucha fiesta.
Se había corrido la voz y a estas alturas ya todo el mundo sabía lo que le había pasado a su madre, así que últimamente Pansy no se estaba dejando ver mucho por el castillo, lo cual me molestaba un poco, porque buscarla con la mirada a todas horas se estaba volviendo una obsesión para mí. Me preocupaba que se estuviese sintiendo sola de la manera en la que yo me sentí sola cuando… bueno, cuando también pasé por algo traumático.
Draco no hacía más que decirme que estaba bien, que la veía de vez en cuando en la sala común cuando salía del dormitorio de las chicas para coger un libro nuevo o robar algunas golosinas que se dejaban los más pequeños sobre las mesas, porque preocupantemente también se estaba saltando alguna que otra comida en el gran comedor. Mi novio también me había contado que en una ocasión en la que no podía dormir, y siendo bien entrada la noche, la había encontrado frente a la chimenea, sentada en el suelo y agarrándose las piernas contra el pecho con demasiada fuerza. Me contó que intentó aprovechar la oportunidad para tratar de hablar con ella, pero que se negó en rotundo y lo obligó a volver a la habitación a pesar de que había salido para ir a las cocinas en busca de un vaso de leche caliente que le hiciera volver a coger el sueño.
Luego, Draco comentó que, si no había querido hablar del tema con él, que era su mejor amigo, tampoco querría hablar conmigo, y por alguna extraña razón sus inocentes palabras me cabrearon.
—Pero ¿qué te pasa? —me preguntó al notar mi malestar, y yo, como no sabía qué responder, simplemente dije que estaba cansada y que necesitaba un rato a solas.
Al día siguiente tendría lugar mi último examen, así que no fue difícil que me creyera y me diera mi espacio. Por muy enamorada que estuviera de él no dejaba de ser yo, Hermione Granger, y Hermione Granger debía tener momentos a solas cuando se agobiaba por los estudios para evitar el colapso. Y eso Draco lo sabía bien.
Saqué mi reproductor mp3 y me puse música para aislarme del mundo. No sabía a dónde quería llegar, pero sabía que quería estar sola. Y que necesitaba quitarme de la cabeza a Pansy y sus problemas si quería aprobar el examen de mañana. Porque, además, ¿quién me había mandado a preocuparme en primer lugar? Estaba claro que ella no quería mi compasión y, si era totalmente sincera, era muy probable que Draco tuviese razón con lo de que ella no querría hablar conmigo, aunque yo solo quisiera ayudarla.
Oh, no. Hermione Granger y su complejo de heroína que debe salvar a todo el mundo atacando de nuevo.
Diablos, a veces me odiaba por ello, y con razón a mucha gente le parecía un poco repelente. ¿Es que no podía enterarme de que alguien tenía un problema sin querer solucionárselo a la fuerza sin ni siquiera preguntarle a ese alguien si quería mi ayuda? Aunque, claro, nadie protestó cuando literalmente me lancé a salvar al mundo mágico de las garras de Voldemort sin pensármelo dos veces… como tuve que lanzarme a interponerme entre Pansy y Thomas Greene en cuanto doblé la esquina y vi al chico en el aire, a merced de la varita de la Slytherin, colgando de su propia corbata azul y plateada cuyo nudo le estaba apretando el cuello y otorgándole al rostro un preocupante color violáceo.
Como era un asunto de vida o muerte, y como sabía que Thomas claramente quería que lo ayudara, empujé a Pansy, quien trastabilló hasta caer al suelo y perder su varita, cortando el hechizo de raíz. La vi recuperar su varita y retroceder, aún en el suelo, antes de volver a ponerse en pie y salir corriendo. En cuestión de segundos se escuchó un portazo en alguna parte. Fue entonces, cuando me quedé a solas con Thomas, que me percaté de que él también había caído al suelo, de que se había abierto el nudo de la corbata y de que estaba gimiendo contra la pared en busca de todo el aire del que les habían privado a sus pulmones durante a saber cuánto tiempo.
—¿Qué ha pasado? —logré articular en cuanto salí del estupor del momento.
—¿Qué te importa? —me espetó, y luego, en un murmullo, añadió una sola palabra más: "Traidora".
Estuve tentada a estrangularlo con mis propias manos, pero me contuve.
—Imbécil —le dije alto y claro a modo de respuesta, y acto seguido me dispuse a buscar a Pansy para averiguarlo.
A juzgar por el portazo, que se había escuchado bastante nítido, no debía estar muy lejos. Tampoco tuve que buscar mucho gracias a un débil sollozo que empecé a escuchar muy pronto y que solo tuve que seguir unos pocos segundos.
Cuando di con el lugar, la puerta había sido hechizada para evitar su apertura, aunque me sorprendió la facilidad con la que pude deshacerlo: eso decía mucho del estado de Pansy, ¿no? Una de las mejores alumnas de la asignatura de Encantamientos. Definitivamente se hubiera reído de quien fuera que hubiera creado un hechizo tan pobre, así que tenía que estar realmente mal para hacer algo así y conformarse con ello.
Tal vez creía que no la seguiría.
Y si ese había sido el caso entonces había creído mal, porque ahí estaba, frente a ella.
Estaba hecha un ovillo en una esquina del aula, y sabía que no se había dado cuenta de mi presencia porque, de haberlo hecho, habría dejado de sollozar al instante. Daba la sensación de estar luchando consigo misma para no hacerlo más, para parar de una vez, pero estaba claro que estaba fallando estrepitosamente en su cometido.
No podía. Simplemente no podía parar, y eso la frustraba.
Pero yo había tenido razón, porque fue instantáneo: levantó la cabeza, me encontró y dejó de llorar de golpe, aunque su rostro aún reflejaba un dolor profundo y visceral y sus ojos rojos permanecieron en rendijas un poco más, clavados en los míos.
No sabía qué decir. El típico «¿Estás bien?» parecía absurdo viendo su estado y un «¿Qué ha pasado?» se me hacía demasiado violento y entrometido para empezar una conversación, así que decidí decir lo primero que se me pasó por la cabeza cuando sorbió por la nariz y vi el destello de sus mejillas mojadas.
—Creía que no llorabas.
—No estoy llorando —repuso, brusca. Y era cierto, ya no estaba llorando, pero yo había presenciado cómo lo había hecho solo unos segundos atrás.
—Es verdad, solo estás sudando por los ojos. Perdone la confusión, señorita "una roca llora más que yo" —bromeé, haciendo las comillas con los dedos para darle más énfasis a lo que decía.
Esa tontería la hizo reír y, por alguna razón, su risa me hizo sonreír a mí.
Y de repente, yo, que nunca había sido demasiado buena rompiendo el hielo con nadie, acababa de hacerlo con éxito.
Me sentía confiada, así que seguí por ese camino de sarcasmo que tanto parecía gustarle a ella.
—Estás decidida a mantener tu reputación de tía dura, ¿eh? Casi matas al chico.
—Se lo merecía.
—Seguro que sí. Solo espero que no te veas en la obligación de matarme a mí para que no revele tu secreto de que… bueno, de que tú también… —Tosí, dije "lloras" y volví a toser.
—No seas idiota —dijo, aunque las comisuras de sus labios se movieron hacia arriba un instante. Luego, cuando volvieron a caer y su cara volvió a quedar inexpresiva, añadió en un susurro—: Insultó a mi madre.
Ambas nos quedamos en silencio.
Me acerqué y me senté a su lado… ni tan cerca, ni tan lejos.
—Entonces deberías haber apretado con más fuerza —dije. Las palabras habían escapado de mis labios, porque nunca, ni en un millón de años, habría simpatizado con el asesinato de nadie. Pero también condenaba el acoso en todas sus formas y ese chico parecía tener fijación por Pansy. Así que, sí, al menos se merecía el susto.
Ella me miró, apretó los labios y volvió a mirar al frente.
—No merecía lo que le pasó.
Por un instante creí que me había leído el pensamiento y estaba hablando de Greene, pero luego caí en la cuenta de que se estaba refiriendo a su madre.
—Te entiendo.
—Tu madre sigue viva, ¿no? No puedes entenderme.
Sentí un pequeño pinchazo en el corazón.
—Mi madre no puede recordarme, pero sí, sigue viva. Aunque no me refería a ella.
—Sí, bueno, Weasley y compañía ¿verdad? Eran como tus hermanos y todo eso, de acuerdo, y lo lamento… pero la sangre es la sangre.
Me tragué el nudo que acababa de atascar mi garganta. Me costó un par de intentos.
—Yo también he perdido a alguien… de mi sangre. —Se me quebró la voz, pero luché por recuperarla—. Un hermano. Un hermano de verdad. Entiendo la impotencia.
De nuevo, se hizo el silencio, y sumida en él pude darme cuenta de una cosa: era la primera vez en casi una década que mencionaba a Henry delante de alguien. Y nadie, absolutamente nadie que hubiera conocido en Hogwarts sabía del breve paso de mi hermano por el mundo, ni siquiera Draco, pero eso acababa de cambiar. ¿Por qué no le había confiado ese secreto a mi novio y sí a la chica repelente que aparentaba odiar mi presencia? Aunque en ese momento y lugar, sentada junto a ella, no tenía la sensación de estar siendo odiada en absoluto.
—Qué mierda, ¿no? —comentó transcurridos unos minutos. Luego cerró los ojos, apoyó la cabeza contra la pared y suspiró.
—¿Por qué sonríes? —pregunté, curiosa, cuando me percaté de que estaba haciéndolo—. Sigo aquí, y tú tienes una reputación que mantener, ¿recuerdas? Ni lloras, ni sonríes.
Ella hizo caso omiso a mi pequeña burla.
—¿No te pasa a veces? Cierras los ojos y ves a la persona que has perdido. Está ahí, ¡justo ahí! Ha vuelto a la vida, y te sonríe. Está tan cerca, y tú la extrañas tanto… Y entonces estiras la mano… —añadió, haciendo lo que decía, solo para volver a dejar caer el brazo sobre su regazo. Abrió los ojos y se quedó mirando al techo—. Y te das cuenta de que no puedes tocarla, porque ya no está. Aunque sí que está, pero ahora solo vive en tu cabeza. ¿No te ha pasado?
Esbocé una débil sonrisa.
—Muchas veces.
—Qué mierda, ¿no? —repitió—. Podemos mover cosas sin tocarlas, podemos transportarnos de un punto del mundo a otro en cuestión de segundos, podemos incluso transformar a una rata en una copa. Pero no podemos recuperar a nuestros seres queridos, ni tampoco el tiempo que pasamos con ellos. ¿No te frustras? ¿No sientes que es más duro de lo que pensabas y que no es justo que te pase esto a ti? Claro, sabes que no eres la única que está pasando por algo así, pero tu dolor es tu dolor, y eso sí que es único. Nadie más puede entender tu hueco en el pecho, solo tú. ¿Y no extrañas el pasado, cuando seguías teniendo a esa persona que ya no estará en tu futuro? —En algún momento del relato Pansy se había puesto a llorar, y esta vez no estaba intentando ocultarlo—. Pero ya nada es como era, ¿no? Y no podemos hacer nada para cambiar eso.
—Oh, Pansy…
Era la primera vez que hablaba tanto y de forma tan sincera conmigo.
—No necesito tu lástima, ¿vale? Solo me estaba desahogando. —Se limpió los mocos con la manga de su túnica—. Y ni se te ocurra contarle esto a nadie si quieres conservar tu integridad física.
Sí, definitivamente parecía haber vuelto en sí misma.
Le dediqué una sonrisa pícara.
—Bueno, te tendría lástima si no hubiera sentido lo que dices, si nunca hubiera perdido a nadie, pero yo también he pasado por ahí, y yo también he querido volver el tiempo atrás… pero no, ya nada es como era antes y no podemos hacer nada para solucionarlo. Y ¿sabes qué? Tengo la canción ideal para ese sentimiento.
Me puse en pie, me saqué el mp3 de un bolsillo y la varita del otro. Busqué la canción en concreto y, luego, le di un toquecito con la punta de la varita para que, en lugar de escucharse por los auriculares, hiciera un efecto altavoz para que sonase en toda la habitación.
Las primeras notas de una canción rítmica y pegadiza empezaron a sonar y, sin poder evitarlo, empecé a mover las caderas. Le tendí una mano sin apenas pararme a pensarlo. Pansy no reaccionó, se quedó ahí, sentada en el suelo, mientras miraba mi mano con expresión enfurruñada.
—Tú misma —dije al ver que no parecía dispuesta a moverse ni una pizca, y lancé el brazo al aire a la vez que empezaba a cantar el vocalista, un chico del mundo muggle al que consideraba mi nuevo gran descubrimiento gracias a su voz tan dulce e hipnótica. Había comprado su disco en un flea market durante las últimas vacaciones que había pasado con mis padres en Londres y, desde entonces, intentaba mantenerme informada sobre su nueva música siempre que podía.
Holdin' me back
Gravity's holdin' me back
I want you to hold out the palm of your hand
Why don't we leave it at that?
Nothin' to say
When everything gets in the way
Seems you cannot be replaced
And I'm the one who will stay, oh
Cuando Pansy se levantó y se acercó a mí moviendo los hombros, empecé a cantar.
In this world, it's just us
You know it's not the same as it was
In this world, it's just us
You know it's not the same as it was
As it was, as it was
You know it's not the same
—¡No es lo mismo! —le grité para hacerme oír por encima de la música.
—¡No lo es! —repitió y, para mi sorpresa, empezó a reírse y me cogió la mano para hacerme girar sobre mí misma.
Answer the phone
"Harry, you're no good alone
Why are you sittin' at home on the floor?
What kind of pills are you on?"
Ringin' the bell
And nobody's comin' to help
Your daddy lives by himself
He just wants to know that you're well, oh
In this world, it's just us
You know it's not the same as it was
In this world, it's just us
You know it's not the same as it was
As it was, as it was
You know it's not the same
Para entonces ambas estábamos sumidas en una espiral de risas, movimientos de caderas y brazos al aire. Alocadas, dejándonos llevar por la música y por nada más. Ya no había rivalidades entre nosotras, ni prejuicios sobre los de Slytherin y los de Gryffindor, ni el miedo a ser juzgadas por estar disfrutando de la compañía de la otra en un momento así, que había llegado de una manera tan repentina. Simplemente éramos Pansy y Hermione sintiéndonos vivas a pesar de la tragedia que cargábamos a las espaldas.
Go home, get ahead, light-speed internet
I don't wanna talk about the way that it was
Leave America, two kids follow her
I don't wanna talk about who's doin' it first
As it was
You know it's not the same as it was
As it was, as it was
La música nos envolvió hasta la última nota y, luego, de alguna loca manera, ambas acabamos en el suelo partiéndonos de risa.
—Vaya, Granger, bailas de pena —se burló, al borde de la asfixia.
Harry siempre me decía lo mismo cada vez que intentaba bailar los villancicos que ponía Molly en la Madriguera durante las vacaciones de Navidad…
Oh, cielos… ¡Harry! Me había olvidado por completo de lo que se suponía que debía estar haciendo.
—¿Sabes quién baila realmente bien?
—Por favor, no vayas a decirme que Harry Potter.
Sonreí y di media vuelta, apoyando los codos en el suelo.
—Pero es la verdad —dije, aunque lo cierto es que no lo era. Él también bailaba de pena.
—Granger, en serio, no te cargues este momento. Déjalo ya —espetó.
—¿Dejar el qué? —pregunté, haciéndome la inocente.
Pansy giró la cabeza hacia mí.
—¿Te crees que no me doy cuenta?
Empezó a acelerárseme el corazón ante la perspectiva de ser descubierta.
—¿D-De qué tendrías que darte cuenta?
Ella soltó un bufido.
—De que estás intentando que me fije en tu maravilloso y perfecto amigo. Salazar, es demasiado evidente, ¿lo sabías?
Hice un puchero. ¡Genial! Ya me había descubierto, pero el corazón no parecía querer dejar de taladrarme el pecho desde dentro.
—Pero es que es todo un partidazo. Es el mismísimo Harry Potter.
—Ah, ¿sí? ¿Y por qué no estás tú con él si es tan bueno?
—¡Por Merlín! Tan solo somos amigos, no puedo verlo de otra manera, pero… —El corazón quiso salírseme por la boca—. Bueno, en fin, creo que vosotros dos haríais una buena pareja.
Ella se quitó un mechón de brillante cabello lacio y negro hacia atrás.
—Puedes ahorrarte los esfuerzos, Granger. Créeme, no va a funcionar.
—Pero ¿por qué?
Pansy, que estaba tumbada boca arriba, se apoyó en los antebrazos para incorporarse y acercarse a mí hasta el punto de quedar a escasos centímetros. Al principio me pareció un gesto intimidante, pero luego, cuando nos quedamos mirándonos a los ojos de una forma que casi paraliza mi desbocado corazón de un plumazo, se sintió algo… especial.
—Déjalo, ¿vale? No me va Potter. De hecho, no me va ningún otro tío, ¿de acuerdo? Yo…
Pero no tuvo que terminar la frase para que entendiera lo que estaba diciendo.
No es que no le gustara Harry. No es que tuviera otro interés romántico. Es que entre sus opciones entraría yo, Hermione Granger, a quien hasta hacía solo unos días no podía ni ver… antes que cualquier hombre del universo.
Y entonces la vi. La vi de verdad. Con su estilo rudo pero su lado alocado.
Al contrario de lo que todos habían asumido, Pansy Parkinson era, en realidad, lesbiana.
Y yo acababa de darme cuenta de que mi corazón no latía con tanta fuerza porque temiera que ella descubriera mis segundas intenciones de emparejarla con Harry, sino porque ahora, en realidad, odiaba la idea de verla con él.
Y no tenía ni idea de por qué.
¿Me dejas un review? :D
Cristy.
