*Mis Verdaderos Sentimientos Por Ti*
—"Se acabó, lo eché todo a perder..."— pensó Uzumaki Boruto. Ahora se encontraba en la cama del hospital. Nunca pensó que estaría en una situación así. Había sido descubierto haciendo trampa en los exámenes Chunnin. Lo peor era que quien lo expuso frente a todos fue su propio padre. Cierto, era el Hokage, pero ¿era necesario avergonzarlo frente a todo el mundo? ¿Qué pensarían sus amigos? ¿Que era solo un tramposo? Nunca lo perdonarían. Estos eran sus pensamientos. Y como si eso no fuera suficiente, su padre le quitó su bandana ninja. Ya ni siquiera era un Shinobi. Pero algo podía ser peor. Luego llegaron dos poderosos enemigos. Ambos Otsutsukis interrumpieron los exámenes. Las palabras de Otsutsuki Momoshiki lo hicieron sentir aún peor.
—Con estas píldoras, podremos obtener poder sin esfuerzo y nos mantendremos jóvenes por siempre.—
Sacudió su cabeza. Era justo lo que él hizo con la herramienta científica ninja. Para colmo, Sakura le dijo que su madre estaba siendo atendida y que su hermanita Hima no dejaba de llorar. Y para ponerle la cereza al pastel, su padre fue secuestrado en la batalla. No tenía nada más que hacer allí. Se levantó de la cama y corrió directamente, escuchando los murmullos de todos.
—Por su culpa, el Hokage está muerto.—
—Solo es una deshonra para la aldea.—
–No tiene por qué estar aquí.–
Boruto escuchó cada palabra, contenía sus lágrimas. Era cierto, solo aumentó la velocidad, queriendo irse de ahí, pero en un descuido se tropezó y cayó sobre su brazo, donde justo tenía la herramienta ninja. Furioso, se la quitó y la arrojó lejos de él.
Todo fue su culpa...
Él no lo sabía, pero cerca de ahí estaba alguien que le tenía un gran aprecio: Sumire Kakei. Fue la delegada durante su tiempo en la academia, fueron compañeros y luego amigos. Frunció el ceño al escuchar las cosas malas que decían sobre Boruto. Es cierto que cometió un gran error, pero todos se equivocan, ¿no? ¿Acaso van a negar que ellos también cometieron errores?
No podía dejarlo solo, menos en un momento así. Un amigo no abandona a otro, deben apoyarse mutuamente.
Boruto siguió su camino sin un rumbo aparente hacia la oficina del Hokage. Allí, además de los cuadros de los anteriores Hokages, en el escritorio de Naruto, había fotos de ellos cuando eran más jóvenes. En una de ellas, estaba Boruto siendo cargado de bebé por su padre, ambos lucían muy felices. En otra foto, estaban un poco más grandes: él, su hermanita Hima y sus padres. Era un día especial, pero no recordaba cuál. Por último, había una foto de su madre, Hinata Hyuga. Más lágrimas cayeron de sus ojos. Su padre realmente los amaba. ¿Cómo pudo dudar de eso? Ser Hokage era una carga muy pesada sobre los hombros de cualquiera. Se limpió las lágrimas, se acercó y vio una chaqueta, la misma que Naruto usó en su infancia. Inspeccionándola, se quitó la que tenía puesta y se puso esa en su lugar.
–La verdad... soy un perdedor—, murmuró.
–No digas eso, Boruto-kun—, interrumpió una voz.
Boruto reconoció esa voz.
—¿Delegada?—, dijo sorprendido.
Ella lo miró con atención.
—¿Por qué dices eso de ti mismo?—, preguntó.
Boruto suspiró.
—Todo lo que está pasando ahora es culpa mía. Papá está muerto, mi madre está hospitalizada, hice llorar a Hima y, para empeorar las cosas, avergoncé a mi padre en los exámenes—, dijo, bajando la mirada.
Sumire frunció el ceño.
—Soy una deshonra para todos los shinobi...—
No pudo terminar la frase porque Sumire le había dado una sonora bofetada, callándolo.
—Delegada—, dijo molesto por el repentino golpe, —¿Por qué?—
—¿En serio crees lo que estás diciendo?—, dijo enojada en un tono que Boruto jamás esperó, —¿Te estás rindiendo? ¿Qué pasó con el chico que nunca se rendía, sin importar lo que sucediera? ¿Dónde está esa sonrisa que siempre tenía? ¿El chico que me salvó de mí misma?—
Lo último lo dijo con los ojos a punto de romper en llanto.
—Delegada...—
—¿En serio crees que tu padre está muerto? Ten más confianza en él. Por algo es el Hokage. Es cierto que cometiste un error, pero no es el fin del mundo—, dijo Sumire con firmeza.
—Sumire...—, respondió con un tono de voz suave, —,..ya no...–
—Boruto-kun, creo que esto te pertenece—, dijo Sumire, dándole su bandana ninja.
—¿De dónde?—, preguntó confundido.
—Lo encontré entre los escombros. No podía dejar algo tan importante en el suelo—, explicó.
Boruto se sentía inseguro de volver a usarla.
—Boruto-kun, ¿sabes qué es importante cuando cometes un error? Que de ellos aprendes y te conviertes en una mejor persona—, dijo con ánimo. Esas palabras conmovieron a Boruto, quien dio una cálida sonrisa mientras pensaba en ello. Luego, se colocó su bandana ninja de vuelta.
—Sumire... gracias—, pronunció. Hacía mucho que no la llamaba por su nombre. No tuvo tiempo de pensar por qué la abrazó, pero se sentía reconfortante.
—Gracias por ser mi amiga—, resonó esa palabra en su mente. Era el momento indicado para decir esas palabras que guardaba en su corazón.
—Boruto-kun... hay algo que quiero decirte—, dijo Sumire en un tono muy nervioso.
Boruto se quedó quieto, esperando su respuesta.
—Y-Yo...—, tartamudeaba.
No pudo terminar la frase porque sintió unos cálidos labios sobre los suyos.
Fue su primer beso con el chico que amaba...
—Sumire, tú también me gustas—, confesó Boruto.
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Sumire, lo que alarmó a Boruto. Quizás había malinterpretado lo que ella iba a decir.
—"Ay, no me equivoqué... fallé en grande"—, pensó, creyendo que había arruinado su amistad.
—¡Boruto-kun, tú también me gustas!—exclamó finalmente.
Compartieron otro beso, sellando sus sentimientos recién confesados.
—Siento interrumpir, pero esto es importante—dijo una voz.
—Sasuke-sensei—dijo Boruto, sorprendido.
—Puedo sentir que el chakra de Naruto es débil... pero está vivo. Iremos a rescatarlo —declaró Sasuke con seriedad.
—¿Iremos?—preguntó Boruto, desconcertado.
Luego, entraron los otros Kages de las distintas aldeas, comprendiendo que debían unirse en esta misión.
—¿Puedo ir con ustedes?—preguntó Boruto.
Sasuke lo miró fijamente.
—Es tu padre. Tienes derecho a hacer esto—aceptó Sasuke, sintiendo que debía llevarlo consigo.
—Boruto-kun... por favor, ten cuidado—dijo Sumire con voz preocupada.
Boruto le dio un tierno beso, transmitiendo sus sentimientos y tranquilidad.
—Volveré a tu lado, Sumire-chan -aseguró, en medio de las risas cómplices de los Kages, antes de despedirse y partir.—
Sumire llevó sus manos al pecho, pensando mientras los veía alejarse:
—Siempre te amaré... ¡estos son mis verdaderos sentimientos por ti!—
