New Opportunitty

Los días pasaron lentamente mientras Boruto permanecía en el hospital en estado crítico. Sumire, Wasabi y Namida no se separaron de su lado, visitándolo todos los días en la esperanza de que finalmente despertara. Su compañerismo se fortaleció aún más durante este tiempo de espera, y compartieron sus esperanzas y temores mientras mantenían una vigilia constante junto a la cama de Boruto.

En una tarde en particular, Sumire se sentó al lado de la cama de Boruto, sujetando su mano vendada con ternura mientras las lágrimas llenaban sus ojos. Sus emociones se desbordaron, sus sentimientos de preocupación y afecto encontrando una salida en sus lágrimas. Mientras las lágrimas caían, algunas de ellas aterrizaron en el rostro de Boruto, y un movimiento ligero pasó por sus características.

Boruto sintió la humedad en su rostro y poco a poco comenzó a despertar de su estado de inconsciencia. Sus ojos parpadeantes se encontraron con los de Sumire, y un suave susurro escapó de sus labios.

—Sumire...

Las palabras de Boruto llegaron a los oídos de Sumire, y sus ojos se agrandaron en asombro y alegría. Boruto estaba despertando. Sin embargo, en lugar de responder, su corazón habló por ella y las palabras salieron de sus labios sin previo aviso.

—Te amo, Boruto...

Las palabras colgaron en el aire, y un momento de silencio llenó la habitación. Boruto miró a Sumire con sorpresa y calidez, sus ojos llenos de emociones no expresadas. Lentamente, una sonrisa cansada pero genuina se formó en los labios de Boruto.

—Yo también te amo, Sumire...

El alivio y la felicidad inundaron el corazón de Sumire mientras Boruto expresaba sus sentimientos. Se acercó a él, sus ojos llenos de lágrimas de alegría. Los dos compartieron un momento íntimo y profundo, uniendo sus labios en un beso suave y lleno de emoción.

Sin embargo, antes de que el momento pudiera prolongarse, la puerta de la habitación se abrió de repente y las voces de Namida y Wasabi interrumpieron la escena. Las dos chicas entraron riendo y bromeando, sin darse cuenta de la situación en la habitación. Fueron testigos de la escena y las risas se convirtieron en expresiones de sorpresa y asombro.

—¡Vaya, vaya, qué romántico!—exclamó Namida, su voz llena de picardía.

—Sumire, si quieres, puedo ser la madrina en tu boda—agregó Wasabi con una sonrisa traviesa.

Sumire y Boruto se separaron rápidamente, sus rostros enrojecidos por la vergüenza. Namida y Wasabi rieron entre dientes, disfrutando del momento incómodo que habían creado.

—¡Chicas, no es lo que parece!—exclamó Sumire, tratando de recuperar la compostura.

—Claro, claro, lo que tú digas —dijo Namida, guiñando un ojo con complicidad.

Mientras las risas llenaban la habitación, Sumire y Boruto compartieron una mirada cómplice. A pesar de la interrupción y la vergüenza, habían encontrado un momento de conexión sincera y amorosa en medio de las circunstancias difíciles. Y mientras Namida y Wasabi continuaban bromeando y felicitándolos de manera juguetona, Sumire y Boruto sabían que este era solo el comienzo de un nuevo capítulo en su relación.

Un día soleado, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas del hospital, iluminando la habitación de Boruto. En medio de la tranquilidad, la puerta se abrió y Sarada Uchiha entró con paso decidido. Su mirada se posó en Boruto, quien estaba sentado en la cama, observando el exterior a través de la ventana.

El silencio llenó la habitación mientras Sarada se acercaba, y Boruto la miró con una mezcla de sorpresa y cautela. Sus interacciones en el pasado habían sido tensas, y no sabía qué esperar de su visita.

—Hola, Boruto—dijo Sarada finalmente, su voz tranquila pero sincera.

Boruto asintió en respuesta, su expresión seria mientras esperaba a que ella continuara. Sarada parecía diferente en ese momento, su postura no era de desafío, sino más bien de respeto.

—No vine para burlarme o hacer comentarios sarcásticos. Vine para desearte una pronta recuperación—dijo Sarada, su mirada fija en Boruto.

Boruto se sorprendió por sus palabras, su ceño fruncido relajándose ligeramente. Sarada continuó hablando mientras se acercaba a la cama.

—Sé que nuestras diferencias pueden haber creado malentendidos en el pasado, pero eso no significa que no desee que te recuperes. Así que traje esto para ti—dijo Sarada mientras dejaba una canasta de frutas en la mesita junto a la cama.

Boruto miró la canasta de frutas, su expresión mostrando una mezcla de sorpresa y confusión. No esperaba este gesto de amabilidad por parte de Sarada. Sin embargo, en ese momento, recordó que Sumire ya había dejado una canasta similar para él.

—Oh, Sumire ya me dejó una canasta de frutas, pero gracias de todos modos—dijo Boruto con gratitud, su tono sorprendentemente suave.

Sarada asintió, su mirada se desvió hacia la canasta de Sumire por un momento antes de volver a encontrarse con la de Boruto.

—Entonces, te dejaré descansar. Cuídate—dijo Sarada con un atisbo de sinceridad en su voz.

Boruto asintió, su expresión relajándose aún más mientras observaba a Sarada salir de la habitación. Aunque sus interacciones con ella habían sido tumultuosas en el pasado, esa breve conversación había arrojado una nueva luz sobre su relación. Boruto sintió un atisbo de aprecio por el gesto inesperado de Sarada y se prometió a sí mismo no juzgar tan rápidamente en el futuro.

Mientras la puerta se cerraba tras la partida de Sarada, Boruto se encontró con sus pensamientos. Había aprendido que las percepciones y las relaciones podían cambiar con el tiempo, y que a veces, las personas podían sorprenderlo de maneras inesperadas.

Después de días de recuperación, la noticia de que Boruto finalmente había despertado se extendió rápidamente por la Aldea de la Hoja. En un cálido día de sol, la habitación de Boruto se llenó de risas y voces familiares. Shikadai, Inojin y Mitsuki entraron uno tras otro, sus expresiones llenas de alivio y alegría al ver a su amigo en recuperación.

—¡Boruto, finalmente despiertas, tío!—exclamó Shikadai con una sonrisa, su tono cargado de alivio.

—Sí, y vaya, ya era hora -añadió Inojin, su voz tranquila pero sus ojos brillando con afecto.

Mitsuki se unió a la conversación con su típica calma y serenidad.

—Nos alegra verte de nuevo, Boruto. Todos hemos estado preocupados.—

Boruto les devolvió la sonrisa, sintiendo una calidez en su corazón al ver a sus amigos allí con él. Habían pasado por muchas aventuras juntos, y su apoyo significaba mucho para él.

—Gracias a todos por preocuparse. Estoy bien ahora—dijo Boruto, su voz llena de gratitud.

Con el tiempo, las conversaciones se llenaron de risas y anécdotas compartidas. Hablaban sobre las últimas misiones y aventuras que habían tenido, tratando de mantener el ambiente lo más ligero posible. Boruto compartió algunas historias de su tiempo en el hospital, haciendo que sus amigos rieran y bromeasen.

Sin embargo, después de un tiempo, Sumire intervino con una mirada severa.

—¿No ven que Boruto necesita descansar? No lo están ayudando haciendo tanto ruido—dijo Sumire en tono regañón.

Los amigos de Boruto se miraron entre sí, sorprendidos por la intervención repentina de Sumire. Se dieron cuenta de que tenía razón y que Boruto necesitaba descansar para recuperarse por completo. Con una risa nerviosa, empezaron a despedirse.

—Tienes razón, Sumire. Nos veremos después, Boruto. Cuídate—dijo Shikadai mientras se retiraba.

— Descansa bien, Boruto. Nos vemos pronto—agregó Inojin mientras salía de la habitación.

Mitsuki asintió, su expresión tranquila mientras se dirigía hacia la puerta.

—Cuídate, Boruto. Si necesitas algo, no dudes en decírmelo.—

Finalmente, quedaron Sumire y Boruto en la habitación. Sumire miró a Boruto con una mezcla de ternura y preocupación en sus ojos.

—Debes descansar, Boruto. Necesitas recuperarte por completo —dijo Sumire en tono suave.

Boruto asintió, una sonrisa cansada en su rostro.

—Sí, lo sé. Gracias, Sumire.—

Justo cuando los amigos de Boruto estaban a punto de salir por completo, Sumire se acercó a la cama de Boruto. Sus ojos se encontraron y una sensación de calma y conexión pasó entre ellos.

—Boruto, quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, sin importar qué—dijo Sumire, su voz cargada de sinceridad.

Boruto sintió un nudo en la garganta mientras la miraba. Sumire se inclinó y le dio un beso suave en la frente, dejando una sensación de afecto y promesa en su piel.

—Siempre te amaré, Boruto—susurró Sumire antes de alejarse lentamente.

Boruto la observó mientras se retiraba de la habitación, su corazón lleno de gratitud y cariño. A medida que el silencio volvía a llenar la habitación, Boruto se dejó llevar por la sensación de paz y seguridad, sabiendo que tenía amigos y seres queridos que estarían ahí para él, sin importar las circunstancias.

FIN