PASIÓN E INTRIGA
PARTE II
La mañana comenzaba otra vez… los cuerpos entrelazados, las almas juntas, los espíritus reunidos uno al lado del otro, se habían movido suavemente durante el sueño…
Aún seguían abrazados, cuando Óscar se despertó, estirándose voluptuosamente…. Al lado de ella, respiraba con expresión de dulzura y satisfacción, aquel hombre que había devorado la noche anterior…
André abrió los ojos pesadamente, sonrió al verla entre sus brazos…- ¿decías algo, mi amor? - la acarició dulcemente… Óscar, se ruborizó, se quedó en silencio… lo miró, perdida en el verde de sus ojos… André entendió, como siempre.
- Quieres desayunar? ¿nos bañamos primero? -
- Nos bañamos primero - respondió Óscar…
- lo que tú digas- Aún somnoliento, se levantó y vistió. Con cuidado que nadie lo viera, fue a su habitación para cambiarse de ropa. Ya en la cocina, encontró a la Nanny preparando el desayuno.
- Buenos días abuela -
- Buenos día André, pronto estará listo todo, ¿sabes si se despertó mi niña?
- Si, me pidió que llenara la bañera, desayunará después…
- Oh, bien, hay agua caliente, lleva eso.
- Perfecto.
André llenó las cubetas con agua caliente y subió hacia la habitación de Óscar. Al llegar, abrió la puerta indiscretamente.
-No, debí tocar- pensó - tengo que ser cuidadoso…, por ella-
Entró con cuidado al dormitorio y sigiloso, vio a Óscar de espaldas, tensa. No lo dijo, pero se percató claramente que ella se apresuró en guardar algo pesado en su cómoda. En silencio y extrañado vertió el agua en la bañera, con cuidado, puso las cubetas en el suelo, se acercó a ella, y la abrazó por detrás. -faltan algunas cubetas, no podré bañarme contigo, la abuela ya se despertó-
Besó un costado de su frente, ella recibió la caricia satisfecha, aún así; André se había percatado de la humedad de su transpiración, estaba nerviosa…
- ¿Óscar, está todo bien?.-
Claro Grandier ¿porqué, me lo preguntas?
Estas sudando, y hace algo de frío…- Le acarició el cabello
No es nada- se volteó y lo abrazó, besó sus labios lentamente, André le respondió con la misma ternura, sin embargo, se sentía inquieto…
Llenaré de una vez la tina para que te bañes y bajes a desayunar.
Bien…
De reojo, vió que Oscar cerraba el cajón de su cómoda, poniendo la llave encima del tocador. -que ocultas, mi amor ¿acaso es algo malo, y por eso no me lo quieres mostrar? - pensó preocupado.
Al terminar de llenar la tina con agua tibia, rápidamente bajó con las cubetas para guardarlas en la cocina… su desayuno estaba servido, caliente y abundante. Comió gustoso, al levantarse para limpiar los restos, Nanny lo abordó:
André si ya terminaste, lleva estas camisas limpias a mi niña, guárdalas con cuidado… pregúntale si quiere el desayuno en su habitación…
Claro abuela, se los llevaré -
Estaba alegre, tenía una buena excusa para estar en su habitación, André subió corriendo hacia a la alcoba de Óscar, la puerta estaba cerrada, y esta vez, sí tocó despacio.
La encontró ya cambiada…
Mi amor, la abuela te mandó estas camisas, quiere saber si desayunarás aquí-
No, bajaré a desayunar, te veo en el establo para ir a las barracas, dame un beso-
Estoy ahí en un momento- le respondió André, luego de besar sus labios.
Ya solo, André se acercó a la cómoda, guardo las camisas y cerró el cajón. No era su intención, pero al incorporarse, vió la llave. ..
No es correcto- pensó. - ella me ama, me dirá que guarda ahí-
Decidido, caminó hacia la puerta, ya a punto de atravesar el umbral, se detuvo, giró en sí mismo, y sin pensarlo, ingresó de nuevo cerrando la puerta tras de sí.
Ajena a lo que ocurría en su habitación, la comandante se alimentaba como todos los días.
Gracias Nanny, estuvo todo muy rico, como siempre-
Gracias, mi lady ¿van a salir hoy a las barracas?
Si, recibiremos órdenes importantes del general Bouillé. Es probable que pernocte ahí por dos días, no te vayas a preocupar.
Si mi niña, cuídese.
Óscar se apresuró para llegar al establo, quería deleitarse con esa figura masculina, causa de su deseo, nunca se cansaría de gozar de él. Abrió la puerta del establo, ansiosa
- ¿André..., André? - miró a todos lados, no había rastros de él. -Qué raro, me dijo que estaría aquí- regresó rápido, al entrar casi choca con Nany…
¿Nany, has visto a André?
No mi niña, desde que subió llevando tus camisas…
Si lo ves, dile que estoy buscándolo
Si mi niña, pero antes que pruebe mi nuevo cucharón, por hacerte esperar
Si no lo encuentro, yo misma lo golpearé…
A pesar de lo dicho, una pequeña angustia nació en su corazón, André no tenía la costumbre de desparecer así, preocupada entró a la casa, estaba extrañada por esta repentina situación.
– bueno no está por ningún lado, ni siquiera por los pasadizos, me falta su habitación – Pensó. Caminó apresurada, al pasar por la alcoba de él, la vio con la puerta cerrada, - no hay nadie… - continuó caminando, más intrigada que antes, llegó a su habitación y un pensamiento la atacó como un látigo…
–No…. olvidé guardar la llave, y…¿ si lo encontró?… no, mi André, pensaría mal si lo viera aquí en la mansión, peor aún, guardado en mi alcoba… -
Entró sin más y en un rincón, vio la tina aún con agua
- Me dijo que la vaciaría – pensó
- ¿qué está pasando aquí? - casi molesta entró hasta el dormitorio…
Allí estaba, sentado en la orilla de su cama, con los codos apoyados en sus rodillas, la cabeza agachada, el chaleco abierto…
André! Te he estado buscando ¿te sientes bien?
No Óscar, no lo estoy, he cometido una falta, y por eso…
¿Qué? ¿Aquí en la habitación? ¿qué podría ser?
Perdóname.. busqué tus cosas… no pude esperar... No, no pude pasarlo por alto - Una vaga sonrisa amarga, se dibujó en sus labios; su tono era triste, con una pizca de enojo.
¿Encontraste lo que buscabas? ¿Porqué, no me lo pediste?
Porque, algo me decía que no me lo mostrarías…
¿Puedes decirme que es eso que tiene así?
Si - se volteó a mirarla
Óscar frunció el ceño sorprendida.
- ¿qué te pasa? - Pero que… -
André se levantó lentamente, con su mano derecha cogió un objeto escondido a su costado…
es esto -
Que…- Óscar enmudeció
no, no puede ser, como pudo darse cuenta… Claro, cuando entró con las cubetas - maldición… no-
André tiró el objeto a la cama… era uno de los "juguetes" decomisados en las barracas.
André… yo
No soy suficiente para ti ¿verdad?
¡De que hablas! ¡No es así! ¡Te amo!
Sí, me amas. Pero, ¿te gusto tanto como para esconder esto? …. Me haces el amor, vibras en mis brazos y aun así ¿lo necesitas? - agachó la cabeza, murmuró casi al borde del llanto - yo sólo te necesito a ti. -
¡no hables estupideces!
¡Sé sincera! Al menos eso merezco…
Óscar enmudeció, como podría explicarle…
- no, no por favor- se repetía en su mente. Respiró hondo, tenía que calmarlo, ella, no quería que se sintiese así…
Claro, no soy tan atractivo para ti. Es cierto, nunca me sentí así. Sólo soy un plebeyo que te ama hasta morir, que siempre te desea, que siempre está dispuesto… - le reprochó con ira y dolor
¡Ya basta!- La rubia intentó calmarse, sin conseguirlo
Perdón por no ser lo que esperabas -
¡Dije basta!
Si claro.
¡Tu sabes que me encantas! - Se acercó, para abrazarlo.
Tus acciones dicen otra cosa- Se alejó unos pasos, mientras lágrimas ardientes se asomaron por sus ojos. - Quizás alguien dejó la valla muy alta en tus expectativas… alguien como…. el conde Fersen.-
¿Qué tiene que ver él, en esto?
¿Piensas que no sé lo que sentías por él?
¡Eso ya pasó, hace mucho tiempo! ¡creí amarlo! interrumpió Oscar. - No se compara, en lo absoluto; a lo que siento por ti-
A pesar de la sinceridad de esas palabras, André ya no pudo tranquilizarse
- ¿Acaso tus ojos se embelesaron tanto, que ya no puedes encontrar suficiente belleza en nadie más? ¿En qué piensas cuando hacemos el amor, Óscar? ¿Haces el amor conmigo? ¿me haces el amor a mí?
Una fuerte bofetada, fue el final de esa frase ... las lágrimas masculinas dejaron de brotar, levantó la mirada, una mezcla de dolor, amor, ira, frustación, se mezcló con sus palabras
Siento haberle faltado el respeto Madamigela, no volverá a ocurrir -
Lo lamento. -
No tiene porque, yo lo lamento, pretendí mucho, como un ingenuo… -
¡Es suficiente! Adelántate a las barracas…
Bastante dolido, André se dirigió a la salida
te lo explicaré, todo, mi amor-pensó ella. – tienes que creerme –
Al borde del llanto, se acercó al ventanal, las lágrimas ardientes de deseo rodaron por sus mejillas.
Ya casi estaba fuera de la habitación, cuando André resuelto, preguntó
También, tienes el libro ¿verdad?
Óscar no respondió… continuó de mirando por al cielo por el ventanal
Lo sabía, soy un imbécil por preguntar- Sin decir más, se marchó.
Óscar se sentó en la cama llevando las manos a su cabeza, hizo el ademán de jalarse los cabellos. - no es lo que crees, mi amor, lo que quiero es... es…- agachando su cabeza, lloró en silencio.
Mientras a la distancia se escuchaba el galopar de un caballo montado por una figura arrolladora, que le quitaba el aliento… su asistente se dirigía a las barracas…
Bastante se había lamentado, se secó el rostro de un manotazo, se cambió rápidamente, resuelta a aclarar la situación. - Maldición, casi muero de placer ayer y tengo que escuchar esas idioteces…- Sin embargo, su expresión cambió al recordar la mirada de André, humedecida por el llanto… - te amo André, sólo tú estás en mi mente, en mi corazón, en mi alma, en mi deseo, no lo dudes, mi amor- Suspiró angustiada, hace mucho que ni se acordaba de Fersen y ahora Grandier, piensa que lo no lo tiene resuelto.
Esforzándose mucho para esconder sus sentimientos, André llegó a las barracas. Al menos el haber estado a solas un momento, lo ayudó a despejarse. Descendió del caballo, cogió las riendas y lo jaló hacia el establo, al avanzar notó una ligera cojera en el animal… -Que pasó bonito, déjame ver…- Una roca algo grande se había introducido en la pezuña delantera del equino. –Ah, era esto- Sacó la piedra y la aventó lejos. –Si vieras por donde corres, no te pasaría. Tan solo prestas atención a dónde quieres llegar, pero olvidaste ver el camino que estabas pisando- dijo mientras acariciaba al corcel, - Somos parecidos ¿sabes? quedé maravillado por lo que estaba frente a mí, al fin pude tenerla, pero, estúpidamente, olvidé que el piso por donde me desplazo… -
-André! Llegaste temprano, extraño no verte con la comandante ¿llegará después?
- Alain!, Si, tuvo cosas que hacer.
- Vaya, si no te conociera, diría que se pelearon. Se te nota en la cara.-
- Atiende tus asuntos, Alain- ¿qué hay para hoy? -
-fiuuuuu… estuvo seria la cosa… - - Estamos a la espera de las órdenes de Bouillé, probablemente para patrullar París, sólo espero que lleguen mañana o pasado, mientras tanto aprovecha este día casi de descanso, contando fusiles- Te estaré llamando en breve- dicho esto, se retiró hacia el almacén.
André respiró hondo, tenía que concentrarse, sino todos iban a murmurar… una última acariciada al hermoso caballo y salió hacia el almacén. Lasalle, Armand, Jean y Alain, revisaban los fusiles.
Jefe de escuadrón Soisson, aquí el soldado Grandier reportándose-
Ya deja eso, André, redacta un informe de la contabilidad, indica la cantidad de fusiles en buen estado, y los que necesitan reparación.
También los que ya no pueden repararse- le respondió el ojiverde acercándose al escritorio.
Yo te ayudo André-
Jean, tu a las justas escribes tu nombre -
Una risa alegre se escuchó por todo el recinto…. Ellos eran casi analfabetos..
Oye - una patada cayó en la pierna de Armand
algún día escribiré un libro y te lo haré tragar entero-
Se titulará, memorias de un soldado pequeño- mas risas invadieron el lugar
¡He crecido tonto! ¡mira! -
¡tú has crecido! ¿Y tú pistolita? - señaló, Lassalle
¡Es lo más largo que tengo! ¡Miren perras! - Se bajó los pantalones - ¡ Para sus ojos! -
¡Ajjjjj, tapa eso! - ¡Qué asco! - ¡Mis ojos! -
¡Guácatela! Ya arréglate el uniforme- Alain habló con asco - no vaya a llegar la comandante y te vea el culo -
En ese preciso momento, la puerta se abrió de improviso. Una inconfundible y hermosa cabellera rubia brilló a través de la entrada.
¡Buenos días, comandante! - Todos saludaron
No voy a creer que es la comandante. ¡idiotas!, el pantalón de Jean estaba en sus rodillas, sus nalgas se podían apreciar completamente. Además, quedaría muda contemplando esta grandeza -
¡Buenos días soldados! -
Al escuchar la voz de su superior, Jean palideció, intento levantarse el pantalón, pero lo soltó cayendo de nuevo. Para subirlos, tuvo que agacharse mucho, separando las nalgas y mostrando todo lo que no quería mostrar.
Ante esa escena, Óscar miró seria a otro lado. André contenía con esfuerzo la risa. Lasalle, vomitó. Armand se puso detrás de él simulando ser su pareja. Alain no pudo más y rió estrepitosamente.
¡Ya déjense de tonterías! ¡hay mucho que hacer! ¡Jefe de escuadrón, Soisson!
¡Si comandante!
Espero el informe de esta revisión para la tarde, ¿quién es el encargado de redactarlo?
El soldado Grandier, empezará en este momento.
¡Bien! - su mirada se enterneció cuando se fijó en él.
¡Jean Cignet! Termine de vestirse, 80 vueltas al local, así aprenderá a respetar el uniforme de nuestro ejército francés. -
¡Si comandante!- Respondió un muy avergonzado Jean.
¡Lasalle! Limpie eso -
¡Si comandante! -
Seria y molesta Óscar se dirigió a su oficina, había mucho que revisar.
Todo transcurrió con tranquilidad inusual, estaba ansiosa por hablar con André, quería explicarle porque tenía el libro y el juguete guardados. Se concentró para terminar pronto los informes de la semana.
Unos golpes en la puerta..
¡Comandante le traigo el informe solicitado!
Bien, Alain…. Por favor, llama a André. -
Lo siento, comandante. Pero hace media hora, se dirigió a París. -
¿Qué? -
Al terminar el almuerzo un mensajero avisó que el general Bouillé no emitirá ni una orden hasta pasado mañana, olvidé decirle, lo siento. -
Pero y ¿André?
Me tomé la libertad de darles un descanso, trabajamos duro, los demás tienen limpias sus barracas. Invitamos a André a una taberna, nos dijo que se adelantaría, quería pensar, a decir por su semblante, parece que algo le ocurrió. -
Está bien, Dagout también está de descanso. Sabes a que taberna fue, necesito conversar con él.
Es la de siempre…. Se lo veía muy dolido Óscar, quiere estar solo- La miró fijamente.
Óscar sintió el reproche de esas palabras, Alain sabía que él la amaba desde siempre…
Eso es todo, puedes retirarte. -
¡Con su permiso comandante! -
Ya a solas en su oficina, la rubia se sentó en su escritorio… -¡Mi amor, André! ¡No dudes de mi amor por ti! ¡Sólo es por ti! ¡Sólo para ti! - sin pensarlo dos veces, sacó, una botella de vino, la inclinó y bebió del pico para calmarse, pero en cada pensamiento, sólo recordaba la angustia en la palabras de André..
En París, André había llegado a la taberna. Luego de dejar a su caballo encargado, se dirigió a la mesa más alejada y oscura para sentarse; su mantel tapaba hasta el final de las patas, era perfecta, pidió dos jarras de cerveza... - para empezar - se dijo, sonriendo amargamente…
En la otra esquina, dos voluptuosas meretrices, lo habían visto llegar, y pensando en una noche fabulosa, se acercaron gustosas a convencerlo….
- ¿Porqué tan sólo? - ven conmigo, voy a hacerte sonreir, estas muy tenso - dijo la morena, había puesto sus manos sobre sus hombros, dándole suaves masajes…
¡Oye!, protestó la rubia, ¡primero conmigo y luego tú! -
¡Vete al carajo! - La empujó la bella meretriz
¿Qué has dicho barata? -
¡que te largues! -
La discusión de las hermosas meretrices, lejos de enorgullecer a André, lo hicieron sentir peor, recordó aquel juguete. - ¿no puedo complacerte completamente, Óscar?
Señoritas, les agradezco su interés, pero quiero estar solo. -
Bien guapo, si cambias de opinión búscame…. Y tú chiruza ¡ya escuchaste, retírate! -
Si yo me voy, tú también. La jaló, con fuerza. A empujones, se alejaron. -
Sentado en aquel rincón oscuro, André quedó bebiendo, rumiando su amargura y frustración mientras una lágrima rodó por su mejilla.. empinaba el codo a vaso lleno.
Ya de noche, la taberna se había llenado de gente. Todo era alegría, risas estruendosas, soldados riendo, la música bulliciosa, canciones de cantina. Lasalle, Jean, Armand y Alain, ya habían llegado, vieron a André sentado al fondo en la mesa más solitaria.
Voy a llamarlo -
Espera Armand - Alain detuvo a su amigo,
déjalo sólo, necesita pensar, lo traeré más tarde… -
¡No te olvides! Me debe un trago -
Dicho esto, se sentó de nuevo a beber con los demás. Hasta ese momento, todo transcurría como siempre, todos reían, algunos reñían. Cuando, intempestivamente, Óscar aparece en medio del salón… totalmente ebria.
¿Dónde está? -
Al fondo comandante-, contestaron todos
Dando tumbos, Óscar se dirigió hacia el lugar
Ahora si se armó, prepárense para separarlos. - Exclamó Alain - Pero antes pidamos tres jarras más. - Sonriendo, llamó a la camarera, todos aplaudieron.
André continuaba ensimismado en sus pensamientos. –Óscar- dijo tristemente. Los ruidos de unas firmes pisadas, lo sacaron de su letargo, volteó para ver quien se acercaba.
¡Óscar!
Ella ni siquiera le dio tiempo para pararse, cogió una silla cercana y la pegó con fuerza a la de él. Dejó una bolsa en la mesa. - ¡No te mueves de aquí hasta que hablemos! -
¡Óscar! ¡estas, ebria!
¡Y eso que! ¡te amo! - sacó el juguete de la bolsa - ¡nunca lo use, no lo necesito! ¡sólo tuve curiosidad por las últimas imágenes que estaban en el libro! ¡No porque necesitara sentir más! -
¿Porqué, no lo devolviste entonces?, ¿Porqué, sudabas cuando te abracé? -
¡No lo he devuelto, porque lo olvidé! ¡Sudaba, porque me imaginaba a nosotros haciendo lo de ese libro! -
Óscar acercó su cara a la de André - ¡No necesito nada! ¡ni pensar en nadie más que no seas tú! ¡Te amo! ¡te deseo todo el tiempo! ¡No puedo dejar de pensar en ti!. - -Esto - cogiendo el objeto - ¡sólo fue una curiosidad! –
Acercó su rostro al de él, estaba a punto de llorar, ya no soportaba la idea de que dudara de su amor, que se sintiera ignorado o marginado por el pasado. Frotó suavemente sus labios con la mejilla del ojiverde, se dejó invadir por su perfume, mordió el lóbulo de la oreja masculina, mientras que su mano descendía para tocar el miembro por encima del pantalón.
André, se sobresaltó sorprendido, era la primera vez que ella lo acariciaba así, y era terriblemente delicioso. Sin poderlo evitar, gimió de placer.
¡Basta Óscar! - logró decir con dificultad. - La taberna está llena de gente. -
¡No me importa! – La rubia enceguecida por el deseo, siguió frotando su miembro con amor, mordía su cuello sin parar. Incapaz de liberarse de su toque, André la abrazó.
Para suerte de ambos, en varias mesas algo cercanas a ellos, empezaron cánticos alegóricos a la futura rebelión… Una bulla intensa llenó el lugar, André gimió más fuerte.
Sintiendo el efecto de sus caricias, la comandante se envalentonaba más, ya no podía detenerse, estaba atrapada por el gozo de escucharlo, cada gemido, … André apretó los dientes. – por favor Óscar, ya no… ¡detente! ¡siento que voy a morir! -
No había marcha atrás, totalmente humedecida, la rubia desabrochó el pantalón debajo de la mesa, para liberar la poderosa erección palpitante, lo enrolló con su mano, grueso, duro, enorme… El olvidó donde estaba y la besó apasionadamente, ella continuaba moviendo su mano, dándole más placer.
Aquella excitante escena, el vino, el beso de André, su miembro grande e hirviente, la drogaron, se perdió totalmente, no iba a parar…. No pensó, sólo actuó, separándose del beso, se deslizó ágilmente por debajo y delante de él, sin dejar de estimular el pedazo de carne, quedando de rodillas debajo de la mesa, tapada por el mantel
André se inquietó, asustado y ansioso adivinó lo que iba a pasar… le agarró su mano libre.
¡No! ¡Óscar, levántate!
Con fuerza, la comandante se liberó de su agarre, pensaba utilizar sus dos manos, mientras una viajaba de arriba y abajo recorriendo el miembro viril, la otra buscaba la piel debajo de su camisa… André empezó a temblar…
La masculinidad del ojiverde goteaba sin parar, las manos de Óscar se humedecieron… Sentía su vulva palpitar húmeda, pero no iba a soltar aquel poder que había descubierto.
La rubia no se aguantó más, abriendo la boca introdujo la carne caliente de su hombre, cerró los ojos, y suavemente lo saboreó…. Sentir su dureza y grosor, le nublaron la conciencia, todo era … delicioso.
¡No, Óscar! ¡NOOOOO! - André movió sus piernas una tras otra, metió la mano debajo de la mesa, cogió su cabello… iba jalar hacia atrás, tenía que poner fin a esa tortura exquisita, pero los viajes de arriba abajo de la boca femenina, aquella mano que acariciaba lo demás, se lo impidieron. No pudo evitarlo más y un grito de placer incontrolable se perdió entre el ruido de la taberna.
Mesas más allá, Alain y los demás seguían cantando… Sin embargo, un ruido reconocible llegó hasta los oídos de Alain.
Alto, silencio, me pareció escuchar a André -
Yo no escuché nada. Debe estar con la comandante -
Tampoco yo, sigamos en lo nuestro -
Voy a verlo, ustedes sigan.
Preocupado, se dirigió hacia el fondo, y como lo imaginó, vio a André tumbado en la mesa, dando de puñetes encima, se levantaba apretando los dientes, los ojos cerrados con fuerza, no paraba de golpear la mesa con sus manos, se tumbó nuevamente, la cara contra el mantel.
Al verlo así aceleró el paso… - ¡Demonios! ¡esa marimacho, lo ha dejado solo, después de haberle dicho, sabe Dios qué cosas! ¡Idiota! ¡debes estar llorando, porque tu amada coronela se fue! -
André Que te pasa!¡Ven con nosotros, te estamos esperando! -
¡Alain! - sus ojos estaban casi nublados por lágrimas - ¡déjame sólo! -
¡No seas idiota! ¡deja de sufrir, por ella!
¡Vete Alain! - ahora tenía la mitad de la frente pegada a la pared.
¡No me moveré de aquí! -
Debajo de la mesa, Óscar continuaba deleitándose con aquel órgano masculino. Sin dejar de hacerlo, subió una mano para acariciar su vientre hasta casi llegar al pecho de él.
¡Pero que! - Alain vio una blanca y delgada mano cubierta por una impecable manga azul adornada con detalles dorados salir entre las piernas de su amigo, la mesa estaba cubierta completamente por el mantel. André agarró la mano de Óscar, e intentó esconderla, pero ya era tarde.
Sorprendido hasta los huesos, Alain se dirigió a su compañero.
-Los dejo solos, provecho - Se alejó rápido, ya no quería "interrumpir"
¿Dónde está André?, Porque no vino? -
Está muy ocupado… -
¿Con la comandante? - Sonrió maliciosamente, Lasalle
No, ella se retiró, pero regresará. Le dejó a cuidar unos cuantos papeles importantes, no lo molesten. - Soisson se sirvió más cerveza, pero se le derramó…
Estas nervioso Alain, que habrás visto- bromeó Jean, provocando las risas de los demás…
En el rincón más lejano, Óscar continuaba con su deliciosa y ardua tarea, chupaba, lamía acariciaba… Unos movimientos más, y sintió la punta más hinchada, el miembro más caliente…
¡Óscar!¡ voy a…! André se tumbó nuevamente sobre la mesa, agitado, sudoroso con media cara contra el mantel, no lo soportó más y soltó otro grito. Su esencia baño la boca de Óscar.
Sorprendida, la rubia sintió el empuje caliente de su semen, el líquido espeso pasó por su garganta, ardiente. Desesperada por escuchar su grito lleno de placer, se movió con más ahínco…. Las manos de André le habían cogido el cabello, en medio del éxtasis, había comenzado a mover sus caderas, por reflejo.
Su miembro vibraba, buscando vaciarse en su totalidad, a cada deliciosa salida se movía más rápido, gemía más fuerte, la mesa empezó a saltar. Óscar estaba maravillada al sentirlo así tan suyo, de ser ella la causa de su descontrol total… sintió que ella, se humedecía más.
Ya todo derramado. Un jadeante André, se incorporó para poner media cara en la pared, necesitaba aire. Soltó el hermoso cabello rubio para acariciar el rostro de la mujer que amaba.
Aún debajo de la mesa, Óscar, tuvo cuidado de guardar aquello que le había dado tanto placer. Luego de abrochar el pantalón, salió hasta sentarse al lado de su ex ordenanza, que aún respiraba con dificultad, pegó su rostro en su oreja, y aspirando su aroma, le soltó sin una pizca de pudor, relamiéndose los labios
Eres delicioso, eres exquisito… -
André la miró a los ojos, enamorado. Gracias a Dios, nadie se había percatado que Óscar había salido por debajo de él y con un profundo suspiro de alivio, se levantó y la cargó sin ninguna dificultad.
Atravesó el recinto, llevando su valiosa carga. Tuvo cuidado de no ser vistos por lo demás en las mesas de adelante. Llegó hasta la barra, para llamar al encargado
Dame una habitación -
Por supuesto soldado, la de al fondo a la derecha, recién hemos colocado agua en la bañera, es la mejor que tenemos- le respondió dándole la llave.
André se apresuró en subir, Óscar no dejaba de mirarlo, estaba hipnotizada, por ese estupendo perfil.
La habitación era sencilla, pero muy limpia, André hizo parar con mucho cuidado a Óscar y con rapidez se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada.
Ya no se contuvo, la abrazó para besarla. Desesperado, le quitó la chaqueta, la blusa, apareciendo esas vendas que tapaban esos montes áureos, fuente de momentos imborrables… No iba a esperar más, sacó su cuchillo y con un hábil movimiento, las vendas cayeron hasta el suelo, arrancando un grito de sorpresa y placer por parte de la rubia.
La cogió de la cintura y la depositó en la cama, la besó, lamió su cuello con vehemencia y deseo interminables. Haciendo un camino de besos y mordidas, descendió hasta sus senos… Hizo lo que quiso, lo que no era atendido por su boca, era atendido por sus manos. Óscar no paraba de gemir y jadear. Siguió bajando hasta el ombligo saboreando todo. La rubia, acariciaba sus cabellos, suplicándole que siguiera.
André se incorporó para quitarle las botas y sus pantalones, besando sus piernas en el proceso. Un par de movimiento y ya estaba desnuda a el único hombre capaz de morir por ella.
Perdido irremediablemente, separó las piernas de la comandante, su flor humedecida se abrió totalmente para él. Se abalanzó sobre ella, lamió su clítoris, la entrada húmeda de aquella cavidad divina, introducía su lengua, la sacaba, volvía a lamer con furia, con avidez, con hambre… Óscar, arqueaba su cuerpo, estrujando las sábanas, gritando de placer, mencionando su nombre como si la vida se le fuera.
El soldado sintió que el vientre femenino empezaba a vibrar, sabía que el clímax estaba cerca. Un poco más y un grito más agudo salió de los labios de la militar, un fluido blanquecino bajó humedeciéndola aún más. A cada contracción de su vientre Óscar, gemía con más fuerza.
André se levantó, mirando a aquella hermosa mujer extasiada por sus caricias, se desvistió lo más rápido que pudo. Óscar mantenía sus piernas abiertas mostrándose, ella misma las sostenía con sus manos para mantenerse así, mientras el orgasmo venía otra vez. Él, la miraba hipnotizado, erecto, totalmente desnudo, sin ni siquiera parpadear. Cada vez que el fluido femenino salía, ella se desesperaba otra vez. André, se chupó el dedo índice, y con delicadeza extrema, estiró su brazo casi sin respirar, para tocar el exquisito clítoris, frotándolo suave y repetidamente.
Bajo ese toque, Óscar vibró toda, sus gritos se volvieron más agudos, sus gestos reflejaban más angustia, su fluido se derramaba constantemente. André se abalanzó de nuevo su erección húmeda masculina le empezaba a doler, ya era el momento, si no se hundía en ella moriría. Cogió los blancos talones de óscar para estirar sus piernas hacia arriba y adelante, separándolas hasta casi llegar a la altura de la hermosa cabeza rubia.
Subió más sobre ella y la penetró. Un grito masculino de inmenso placer fue música para la comandante, las embestidas no se hicieron esperar, André lamía sus piernas estiradas debajo él… Óscar parecía una bisagra … La cama empezó a saltar.
El empuje era más rápido cada vez. Ambos gemían, ambos se llamaban, se decían te amo casi a la vez. Cuando de pronto, André se detuvo, retiró su miembro aún erecto, y la volteó, cogió sus caderas por detrás y la atrajo hacia él, la rubia por instinto separó más las piernas. Con suma delicadeza, el ojiverde la empujó por la nuca para que ella apoyara su cabeza en el colchón.
Así, con su cadera levantada y su cabeza pegada a la cama. El ojiverde, la penetró otra vez, cogiendo sus glúteos, se movió rápido, fuerte y profundo. Óscar hundió media cara en el colchón para que sus gritos no se escucharán hasta abajo. André gemía cada vez más fuerte….
La cama volvió a saltar repetidamente con fuerza. Ellos no lo imaginaban, pero esa habitación estaba exactamente sobre la mesa donde Alain y los demás bebían alegremente.
Escuchen, alguien martillea arriba de nosotros, quieren hacer un hueco- exclamó asustado Lasalle.
Nadie martillea tan rápido, no seas tonto, parece otra cosa- respondió Armand
Esperen, voy a ver algo- Alain se dirigió a la mesa de André y tal como lo sospechaba sólo estaba su gorro tirado en el suelo.
Al regresar a la mesa, encontró a todos empolvados, hasta las jarras de cerveza se habían llenado de polvo. Una lluvia de tierra había caído de imprevisto sobre ellos.
Con la cara y la peluca empolbada, Jean se levantó estrepitosamente.
¡Carajo! Esos golpes van a tirar el techo… ¡corran por sus vidas! ¡sálvense! -
¡Cállate idiota! ¡Vas a asustar a todos!
¡Demasiado tarde! -
La música y los cantos alegres fueron reemplazados por gritos de miedo, todos desalojaron el local, excepto las prostitutas y el dueño, ellos sabían que nadie podía estar martillando a esas horas.
Alain, intentó calmar a todos:
ya pasó, todos regresen a sus casas. Ustedes regresen a las barracas, voy a buscar a André, aún está adentro –
Si Alain, no se demoren – Lasalle y los demás se dirigieron a la salida.
Soisson ingresó al local, llamó al dueño, pero nadie respondió. Una voluptuosa meretriz le dijo que estaba arriba buscando el origen del "martilleo". Alain la miró divertido, con una mirada pícara, le agradeció.
Se dispuso a encontrar a sus compañeros, para eso, subió por las escaleras y en el pasadizo pudo divisar al dueño cruzado de brazos parado delante de una de las puertas…
Quiero encontrar a dos imbéciles, uno gritó que el techo se iba a caer, y el otro les dijo a todos que se fueran. Todos se marcharon sin pagarme. El ruido lo estaba haciendo esta pareja, hace un momento dejaron de gritar y ya no se escucha el martilleo
Ya veo. ¿recuerda quiénes son? – Alain habló como si con él no fuera la cosa.
Si, uno de ellos es un soldado, alto como usted, joven, buen mozo, de cabello negro, mis chicas casi se sacan los ojos para estar con él, pero las despachó. Luego llegó un rubio, parecía una adonis, delgado, no tan alto, por el uniforme era su superior, se tambaleaba un poco cuando llegó, con el cabello largo, yo lo noté, era una mujer, se sentó al lado del soldado y luego desapareció por un largo momento… Cuando regresé a la barra, el joven alto tenía cargada a la rubia, me pidió una habitación y le di la llave de esta. Justo se encuentra sobre la mesa de sus amigos…
Alain rió discretamente.
Bien no se preocupe, yo los esperaré y cuando salgan les diré que deben arreglar esa parte del techo. -
Gracias, ¿sabe quién dijo a los demás que podían retirarse? -
Eh… no. -
Estoy más tranquilo, le enviaré a una de mis chicas para que no se aburra esperando, aquí tiene la llave, sé que su reconocimiento será generoso. -
¡Por supuesto!
Una bella y bien despachada morena, no se dejó esperar. Alain sonrió, abrió la puerta de la habitación, y la cerró con fuerza.
La joven morena, lo besó introduciendo su lengua hasta el fondo, Alain la llevó hasta la cama y la desvistió. Admirándola, se desvistió rápidamente para abalanzarse sobre ella.
Luego de varios minutos, descansando uno al lado del otro, la meretriz le pidió que se echara boca abajo… Alain sonrió
preciosa, eres una pillina-
En realidad, acabo de encontrar algo que quiero probar contigo, estoy segura que te encantará - Deslizando su mano hacia su vestido, sacó el juguete sexual que Óscar había traído de su mansión. -Relájate, grandulón. - Echando saliva en la punta, introdujo el primer tercio del aparato, en el casto trasero de Alain….
Un grito, atravesó, las paredes de la habitación…
AAAAAAAAAHHHHH! TIENE ASTILLAS!
El dueño sonrió complacido – eso te pasa por despachar a todos y hacerme perder la noche… -
