Capítulo 1
1781…
George Darcy estaba feliz porque la ceremonia en la iglesia había resultado mejor de lo que esperaba y Anne era por fin su esposa. Después de casi dos años de cortejar a la hermosa Lady Anne, ella finalmente había aceptado ser su esposa. Desde el momento que él la conoció, quedó prendado de ella. Anne Fitzwilliam era una mujer cuya piel se asemejaba a la porcelana, con unos ojos azules oscuros que parecían ser capaz de mirar más allá. George sabía que pese a su riqueza, él era inferior socialmente a ella, por eso se sentía tan contento. Él había logrado traspasar esas barreras sociales y conquistar el corazón de la única mujer que había amado y que sabía siempre iba a amar.
George se arregló el pañuelo para ir en busca de su flamante nueva esposa. Él quería compartir su alegría con los cientos de invitados que habían asistido al desayuno de boda, para luego partir rumbo a Pemberley y comenzar su nueva vida.
Después de mirarse al espejo por última vez, George respiró y se dirigió al cuarto donde estaba su mujer. Él se sentó en una silla que estaba junto a la puerta de la sala de estar del cuarto de Lady Anne para esperar hasta que estuviera lista. Lamentablemente, no pudo evitar escuchar una alarmante conversación que su querida esposa estaba teniendo con su hermana mayor.
"Anne, por favor cambia esa cara. Hoy es el día de tu boda y debes lucir feliz. Sabes que detesto provocar chismes y rumores entre esta gente que siempre nos ha envidiado," dijo Lady Catherine mientras arreglaba el pelo de su hermana.
"Lo siento, Catherine, pero no puedo fingir lo que siento. Sabes muy bien que yo no amo a George y me casé con él porque tú y Henry insistieron en que lo hiciera. Mi corazón pertenece a otro…"
"Por favor, Anne, deja de comportarte como una niña malcriada. Sabes muy bien que Lord Westwood necesitaba una esposa con una jugosa dote y nuestra familia está casi en la ruina. Además, tú has sido mucho más afortunada que yo, al menos tu esposo es joven y guapo mientras el mío es un viejo inservible bueno para nada," explicó Lady Catherine.
"Es tan injusto todo esto, Catherine. Nosotras no deberíamos sacrificar nuestras vidas por nada," dijo Lady Anne mortificada.
"¿Por nada? ¿De qué hablas, Anne? No puedo creer que seas tan irresponsable. Cómo no te das cuenta que lo más importante es mantener el prestigio de nuestra familia. Tú y yo seremos las señoras de dos haciendas de mucho prestigio y tendremos maridos ricos que podrán ayudar a Henry a levantar a nuestra familia y sacarla del hoyo en el que la hundió nuestro irresponsable padre. Anne, cómo no comprendes que nosotras debemos apoyar a nuestro hermano, que él nos necesita…"
"Catherine, yo comprendo, es sólo que no me resigno a saber que viviré toda mi vida lejos de Frederick y con un hombre al que jamás podré amar," dijo Anne enojada.
"Basta, Anne…"
George Darcy no pudo escuchar más de aquella conversación. Necesitaba ir a un lugar donde nadie pudiera verlo, aunque fuera por unos minutos para poner su mente en orden, para convencerse que nada de lo que había escuchado era cierto.
En los días siguientes, George se dedicó a observar a su esposa detenidamente, y llegó a la conclusión que todo lo que había escuchado era cierto. Entonces, cerró su corazón y se dedicó a trabajar e invertir el dinero que ganaba en diversas empresas. A medida que pasaron los años, el amor que alguna vez sintió por su esposa se transformó en indiferencia.
George Darcy se transformó en el dueño de medio Derbyshire y Pemberley en una de las mansiones más hermosas del norte del país. Además, se compró una hermosa mansión en Londres en uno de los barrios más exclusivos y populares, en donde moraban sólo distinguidos miembros de los primeros círculos. Gracias a su dinero, inteligencia y distinción se transformó en uno de los hombres más admirados, pero él aprendió a no confiar en nadie y a desconfiar de todos. Su único amigo real fue su cuñado Lewis de Bourgh, y la única vez que lloró, fue cuando falleció.
Por el contrario, al poco tiempo de estar casados, Anne comenzó a admirar a su esposo. Después de ver cómo su amado Frederick se comportaba con su nueva esposa, como pasaba prácticamente toda su vida de fiesta en fiesta y cómo cambiaba de amante cada mes, ella comenzó a apreciar las cualidades y la sobriedad de su esposo. Lamentablemente, cuando ella se enamoró de George, él ya había dejado de amarla. Por eso, después de que nació el pequeño Fitzwilliam, ellos casi no pasaban tiempo juntos.
Anne nunca supo que su marido había escuchado esa absurda conversación que tuvo con su hermana Catherine, y nunca logró comprender por qué su esposo había cambiado tanto después de que se casaron. Cuando su hijo tenía casi diez años, ella quiso buscar un acercamiento con su esposo y le dijo que era conveniente que tuvieran otro hijo. George, pensando en el futuro de Pemberley aceptó yacer con su esposa, pero lamentablemente, Anne sólo pudo darle una niña a su marido. Además, aquel embarazo debilitó mucho la vida de Lady Anne, y dos años más tarde falleció.
George Darcy había sido un joven afable, soñador y lleno de ilusiones. Él siempre pensó que eso lo había hecho vulnerable y no le había permitido darse cuenta que su esposa no lo amaba. Su hijo Fitzwilliam heredaría una fortuna cuantiosamente mayor a la que él había heredado, entonces, él se aseguró de transformarlo en un hombre fuerte, con los pies en la tierra. Le enseñó a desconfiar de todos, a sentir orgullo de ser un Darcy y a ser el mejor en todo.
Desafortunadamente, George Darcy nunca le demostró cariño a su hijo. Él tenía los mismos ojos de su madre, y de cierta forma, él hizo que su hijo pagara por las culpas de su madre. Por su parte, el pequeño Fitzwilliam siempre hizo todo lo que pudo para hacer que su padre se sintiera orgulloso de él, para recibir alguna palabra de cariño o apoyo, pero nada de lo que él hacía era suficiente para su padre.
Cuando Lady Anne murió, el pequeño Fitzwilliam se quedó prácticamente solo en el mundo y se refugió en el cariño que le brindaba su pequeña hermana, y la amistad de su querido primo Richard Fitzwilliam.
Felizmente, la pequeña Georgiana tuvo mucha más suerte que su hermano. Ella se parecía mucho a su abuela paterna y eso hizo que su padre no le cerrara su corazón como lo había hecho con su hijo. Además, la pequeña Georgiana era una niña muy tímida y dulce, muy distinta a su madre, entonces su padre le dio todo el cariño que había guardado en su corazón por tanto tiempo. Además, la pequeña Georgiana logró unir un poco más a su hermano con su padre, aunque él siempre se mantuvo distante.
Todas las atenciones que George Darcy no tuvo con su hijo, las tuvo con su ahijado. El pequeño George Wickham era un niño alegre, carismático, amable y muy simpático. Muy distinto al pequeño Fitzwilliam, siempre serio, temeroso y sumergido en libros tratando de aprender todo lo que pudiera para ser el hijo que su padre soñaba.
P&P
1806…
Fitzwilliam Darcy caminaba por la inmensa galería en la cual estaban los retratos de todos los integrantes de su ilustre familia. Él se detuvo para observar el retrato de su madre, su querida madre que siempre lo había querido incondicionalmente. Lady Anne había intentado compensar a su hijo al ver que su padre nunca lo había tratado con amor.
Fitzwilliam había cumplido hace pocos días los veintidós años. Él se había graduado de Cambridge con honores y estaba aprendiendo desde hace pocos meses el manejo de la hacienda. Todos los días se levantaba muy temprano y trabajaba codo a codo con los empleados de la hacienda y los inquilinos. Conocía el terreno de norte a sur y de este a oeste, había estudiado los cauces de los dos ríos importantes que atravesaban la propiedad, además de estudiar los suelos y sus propiedades. Sabía cuáles eran los mejores terrenos para plantar bosques, los que debía ser dedicados a la ganadería y al cultivo, y últimamente estaba aprendiendo sobre las propiedades de ciertos minerales que había en la parte oeste de los vastos terrenos que pertenecían a su padre. Él había pasado varios días redactando un acabado informe que pensaba presentarle a su padre y al administrador de la hacienda.
Cuando se asomó a uno de los grandes ventanales de la galería, vio a un jinete acercarse. Incluso a la distancia, él pudo distinguir quien era. George Wickham siempre vestía a la última moda y se paseaba por Pemberley como si fuera su casa porque sabía que el señor Darcy sentía un cariño casi paternal por él.
Mirando a su supuesto amigo de infancia, Fitzwilliam recordó las muchas instancias en que su padre prefería pasar tiempo con su ahijado que con él. Hasta ese día, él recordaba cómo Wickham se burlaba de él porque tartamudeaba, y como su padre lo castigaba por no poder hablar de corrido. Pero además recordaba con especial amargura las veces que él le advirtió a su padre del comportamiento desviado de su ahijado, y como el señor Darcy siempre le restó importancia diciendo que eran cosas de niño. Por eso, Fitzwilliam prefirió no hablar más de aquel tema e ignorar lo que hacía Wickham.
Fitzwilliam decidió ir al estudio de su padre y preparar todo lo que deseaba exponer. El señor Darcy estaba en una hacienda vecina comprando nuevos caballos para la hacienda. Pero él se llevó una sorpresa muy grande cuando vio que Wickham estaba robando dinero de uno de los cajones en donde su padre mantenía efectivo para gastos imprevistos.
"Wickham, ¿qué estás haciendo?"
George Wickham se puso muy nervioso por unos segundos, pero luego sacó el dinero que se había guardado en el bolsillo de la chaqueta, lo regresó al cajón y respondió con naturalidad. "No estoy haciendo nada, sólo esperando por mi padrino."
"No seas mentiroso, te vi sacando dinero de ese cajón, y al verte sorprendido lo has devuelto."
"No sé de qué estás hablando…"
"Buenas tardes, Fitzwilliam, George," dijo el señor Darcy. "Les voy a pedir por favor que no discutan porque no estoy de humor para escuchar peleas. El señor Lloyd intentó venderme caballos corrientes diciéndome que eran pura sangre. No hay nada más que deteste en este mundo es a la gente falsa y mentirosa," dijo el señor Darcy mirando a su hijo.
"Lo siento mucho, padre. Pero no puedo dejar pasar lo que quiso hacer tu ahijado. Cuando entré en esta oficina lo vi robando el dinero que mantienes en el cajón para gastos de emergencia," dijo el joven Darcy.
"¿Es eso cierto, George?" preguntó el señor Darcy.
"Por supuesto que no, padrino. Yo estaba esperándote porque te tengo muy buenas noticias. He decidido pasar más tiempo con el párroco para aprender y estar listo para cuando sea mi tiempo. No sé por qué tu hijo siempre ha intentado enlodar todo lo que hago. A veces pienso que es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir lo que quiere," dijo Wickham con tono apesadumbrado.
"¡Cómo puedes ser tan hipócrita, Wickham! Sabes muy bien…" intentó decir el joven Fitzwilliam.
"¡SILENCIO!" gritó el señor Darcy. "Fitzwilliam, te daré la oportunidad de retractarte de lo que has dicho y pedirle disculpas a George." El señor Darcy había visto en los ojos de su hijo la misma expresión que en los ojos de su esposa cuando le decía que lo amaba y asumió que estaba mintiendo.
"Padre, no puedes tratarme así, no puedes poner la palabra de este miserable sobre la mía. ¿Qué ha hecho él en los últimos años? NADA. En Cambridge se dedicó a beber y jugar, después dijo que aprendería el trabajo de administrador y se levanta pasado el mediodía, y ahora dice que quiere aprender el trabajo de párroco y en pocos días más, cambiará de opinión. Por favor abres los ojos…"
"Discúlpate, Fitzwilliam, o me veré en la obligación de pedirte que te retires," dijo el señor Darcy.
"Padre, sabes muy bien que he trabajado muy duro en los últimos meses y que he preparado un proyecto…"
"Discúlpate, o retírate de mi oficina, Fitzwilliam."
"Padrino, no es necesario… Yo lo disculpo," agregó Wickham con falso remordimiento.
"No, George, no permitiré que mi hijo se comporte como un hombre sin honor."
"Lo siento, padre, pero creo que es mejor que me retire," dijo el joven Fitzwilliam con lágrimas en los ojos. "Creo que no tengo nada más que hacer en este lugar.
Fitzwilliam Darcy corrió hasta su habitación, guardó todo lo que pudo en una pequeña maleta de viaje y fue al cuarto de su pequeña hermana. Cuando estuvo allí, la besó con mucha ternura en la mejilla y le dijo que la amaba y que siempre la llevaría en su corazón. La pequeña Georgiana no comprendió que su hermano se estaba despidiendo para siempre de ella.
Luego, Fitzwilliam se despidió de los sirvientes de la hacienda y les dijo que cuidaran mucho de Georgiana. "Señora Reynolds, espero podamos mantener contacto para que me mantenga informado de lo que pasa en la vida de mi hermana."
"Mi niño, por favor, no te vayas…"
"Señora Reynolds, es importante que me prometa que me mantendrá informado de lo que pasa con mi hermana, usted es la única persona en la que puedo confiar."
"Por supuesto, mi querido niño," dijo la señora Reynolds con lágrimas en los ojos. Desde que conoció al joven master Fitzwilliam, ella siempre lo había querido y lamentaba mucho que su padre jamás hubiera podido darse cuenta del gran hijo que tenía.
Media hora más tarde, Fitzwilliam Darcy abandonó la hacienda de su padre pensando dejar atrás el pasado que tanto le dolía. Él deseaba comenzar de cero en algún lugar donde nadie lo conociera y hacerse rico para demostrarle a su padre que él no lo necesitaba.
P&P
Mayo, 1811…
"Darcy, debo decirte que esta casa está mucho mejor que la anterior," dijo Richard a su primo.
"No me llames Darcy, acá soy William Davenport, no te olvides."
"Lo sé, pero aquí estamos solos y nadie nos escucha. Y disculpa, pero no me siento cómodo llamándote Davenport."
"Está bien, pero sólo cuando estemos solos me puedes llamar así. Con respecto a esta casa, la conseguí a un buen precio, por eso la compré. Pero créeme que vivía muy cómodo en la otra casa. Sabes que para lograr lo que quiero debo ahorrar todo lo que pueda y gastar lo menos posible," explicó William.
"¿Y cuánto dinero te falta? Te juro que me parece tan increíble que el heredero de una de las fortunas más grandes de este país tenga que vivir como un monje porque necesita ahorrar dinero," dijo Richard riendo.
"Esa fortuna sólo será mía el día que el señor Darcy fallezca. Mientras tanto, yo debo vivir de mi esfuerzo y trabajo. Y la verdad es que creo que tengo lo suficiente para iniciar mi propia firma, pero necesito un poco más de experiencia en el rubro, eso es todo."
"Comprendo. Sé que siempre has sido muy metódico y que no hay nada imposible para ti. De hecho, cuando me retire del ejército pienso pedirte empleo," dijo Richard antes de beber un poco del brandy que su primo le acababa de servir.
"Si estás bromeando, no me parece gracioso. Pero si hablas en serio, no me parece tan mala idea," replicó William.
"Que bueno que te parezca una buena idea porque no estaba bromeando," dijo Richard e hizo salud en honor de la futura firma de abogados Davenport y Fitzwilliam.
Fitzwilliam Darcy había trabajado los últimos cinco años en Manchester en una de las oficinas de abogados más prestigiosas de la zona. El señor Rupert Easton era un connotado abogado que llevaba las cuentas de importantes hombres de negocios y personas de la nobleza. Fitzwilliam había solicitado empleo en aquella importante firma y había comenzado como ayudante de procurador. Gracias a sus estudios en Cambridge, no le fue difícil aprender al trabajo, y al cabo de un año, trabajaba como asistente del señor Easton.
Rupert Easton era un señor de casi sesenta años con dos hijas casadas y nietos aún pequeños a quienes traspasar su conocimiento y experiencia. El señor Easton, conocedor de la historia del joven Fitzwilliam le aconsejó usar un seudónimo, de esa forma no tendría que estar permanentemente dando explicaciones. Entonces, el joven Fitzwilliam decidió usar el nombre de William Davenport, ya que ese era el apellido de su abuela materna.
Gracias a su trabajo diligente, y a todas las inversiones que había hecho gracias a la asesoría de su mentor, William había logrado amasar una pequeña fortuna con la que planeaba abrir su propia oficina de abogados en Londres. El mundo del comercio cada vez se hacía más importante, y William sabía que podría lograr fama y dinero si hacía las cosas bien.
"Bueno,querido primo, debo decirte que mi visita no es sólamente de cortesía," dijo Richard un poco tenso. Él sabía que William no deseaba saber nada de su padre, pero él estaba en la obligación de decirle algunas cosas.
"¿Pasa algo con Georgie? ¿Está todo bien con ella?" preguntó William un poco preocupado.
"No, ella está bien. Tío Darcy contrató una dama de compañía para ella, señora Younge, y ella le sugirió a tu… a tío Darcy que ella necesitaba aprender a llevar una casa y tener un poco más de independencia. Así que tío Darcy le montó un establecimiento en Ramsgate donde Georgie pasará la temporada."
"No sé, pero no me parece que sea una buena idea," dijo William preocupado.
"Estás igual que la señora Reynolds, ella tampoco quería que Georgie fuera a Ramsgate porque dice que no le gusta la señora Younge. Si te soy sincero, creo que ella está un poco celosa de que otra dama pueda cuidar y ocuparse de Georgiana," explicó Richard.
"Espero que ella disfrute mucho el tiempo que está cerca del mar. Por cierto, escribiré una carta para que se la entregues y le digas que me escriba, que me gusta mucho leer sus anécdotas y saber de ella."
William y Georgiana mantenían correspondencia a través de Richard, ya que él era el único que conocía el paradero de su primo y jamás se lo revelaría a nadie.
"Bueno, aclarado que este asunto no compete a Georgiana, debo contarte algo de lo que me enteré hace unos días por mi padre. Darcy, tu padre te está buscando y creo que ha contratado un investigador privado para que te localice."
"¿En serio? ¿Qué puede querer ese señor de mí, un vulgar mentiroso que nunca ha hecho nada bien en su vida," dijo William con amargura.
A Richard le entristeció escuchar a su primo con tanto resentimiento y amargura, pero sabía que sus sentimientos estaban plenamente justificados. "Creo que tu padre está enfermo. Hace mucho tiempo que no lo he visto, pero es lo que dice mi madre. Tal vez por eso quiere verte."
"Ese señor no es mi padre, Fitzwilliam. Y que se quede tranquilo, si el fallece, yo me haré cargo de todo e intentaré ser un buen Master de Pemberley. Aunque claro, no creo que él crea lo mismo. Tal vez quiere localizarme para decirme que quiere dejarle todo a Georgiana, o mejor aún, a su querido Wickham."
"La verdad no sé cuáles sean sus intenciones, pero quiero prevenirte. Si tío Darcy quiere encontrarte, creo que tiene los medios suficientes para lograrlo. Además, es bueno pasar unos días contigo antes de tener que retornar a las barracas en Newcastle."
Los primos siguieron conversando sobre Georgiana, amigos que tenían en común y la familia. El Coronel se quedó tres días en Manchester y luego continuó con su camino.
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Tres semanas después de que Richard se fuera de Manchester, William se enteró que cierto caballero deseaba hablar con él. A él le pareció un poco sospechoso, y tras hacer algunas averiguaciones con algunos conocidos, logró enterarse que aquel señor que decía ser un inversionista en busca de consejo, era realmente un investigador privado.
William supo que era momento de dejar Manchester y establecerse en Londres. Por lo tanto, mandó a su secretario a buscar un lugar en donde montar su primera oficina y comprar una casa en donde poder vivir.
"Mi estimado William, ha sido un placer trabajar contigo muchacho. Quiero que sepas que en cuanto abras tu oficina, viajaré personalmente para presentarte a todos mis contactos. Dos de mis mejores amigos son importantes banqueros que tienen contactos tanto con destacados comerciantes como con nobles en busca de fondos para invertir en sus haciendas. Estoy seguro que triunfarás y en pocos años tendrás la cartera de clientes más importante de Londres."
"Soy yo quien tiene que agradecer todo lo que usted me ha enseñado, señor Easton. Sin su guía, consejo y ayuda, yo jamás hubiera logrado cumplir mis sueños," dijo William con sincero agradecimiento.
"Si me permites darte un último consejo o sugerencia…" dijo el señor Easton tentativamente.
"Por supuesto, siempre he valorado su opinión, señor Easton."
"Si no deseas que tu padre interfiera en tu vida, o por lo menos que no te localice hasta que hayas montado tu oficina, creo que no debes establecerte en Londres aún. Mientras obtienes tu licencia y montas tu oficina, sería conveniente que buscaras otro lugar para vivir.
"Entiendo, y por supuesto, creo que tiene razón. ¿Pero dónde?"
"Tengo un viejo amigo, compañero de universidad que se radicó en un pequeño pueblo cerca de Londres. Él siempre fue un tipo muy inteligente, uno de los hombres que más conoce de derecho comercial, una verdadera biblioteca con pies. Pero como muchas veces pasa, se enamoró, se casó y quedó a cargo de la oficina de su suegro porque su cuñado prefirió dedicarse al comercio. ¿Qué te parece si le escribo y le pido que te reciba como su ayudante? Le diré que estás dispuesto a trabajar por muy poco porque andas en busca de experiencia y no de dinero. Te aseguro que aprenderás mucho con él."
"Me parece una muy buena idea, muchas gracias, señor Easton."
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Septiembre, 1811…
William llegó al pequeño pueblo llamado Meryton y no le gustó para nada lo que vio. Sin duda alguna, era un lugar donde la gente vivía de forma muy modesta y probablemente nadie allí tenía la sofisticación o los modales para llamar su atención. Sin duda alguna, el lugar perfecto para esconderse por unos meses sin que nadie lo perturbara.
Después de golpear la puerta de la pequeña oficina, William esperó a que abrieran la puerta con algo de impaciencia. Al parecer, no había nadie y él debía esperar parado en aquella calle llena del bullicio del comercio matinal.
"Señor, ¿busca a alguien?" preguntó una señorita.
"¿Me habla a mí, señorita?" preguntó William un poco molesto.
"¿Ve a alguien más a quién yo podría estarle hablando, señor?" preguntó Elizabeth divertida.
"Supongo que no," replicó William exasperado. "Estoy buscando al señor Phillips, ¿lo conoce usted?"
"Sí, lo conozco…" replicó Elizabeth. Ella no entendía por qué aquel caballero parecía estar disgustado. "Espere un momento, señor, le avisaré que alguien le busca," dijo Elizabeth. Luego fue rumbo a casa de su tío que vivía a una cuadra de su oficina. Ella pensó que tal vez era alguien en busca de asesoría legal y sabía que a su tío no le sobraban los clientes.
El señor Phillips le agradeció mucho a su sobrina, se tomó el último sorbo de café que le quedaba y se fue a preparar para poder abrir la oficina y atender a aquel señor que lo buscaba.
Elizabeth decidió regresar donde estaba el caballero para avisarle que su tío venía en camino y se encontró con el desconocido hablando con Sir William Lucas.
"Seguramente la señorita con la que usted acaba de conversar fue nuestra querida Lizzy. Ella es la sobrina del señor Phillips y una de nuestras bellezas locales."
"Si ella es una belleza local, no quiero ni pensar cómo son el resto de las señoritas de este lugar," dijo William con desdén. Él no comprendía por qué toda la gente de ese pueblo insistía en hablar con él. A él no le interesaba conocer a nadie y nunca había sido bueno fingiendo que le interesaba conversar con meros desconocidos.
Afortunadamente para él, un carruaje pasó en aquel momento y Sir William no escuchó lo que dijo. Pero Elizabeth, que estaba mucho más cerca si escuchó y no pudo evitar sentir indignación ante la rudeza de aquel hombre. Por eso, decidió regresar a su casa y no dirigirle la palabra a ese hombre nunca más.
Sir William también decidió dejar al extraño en paz al ver que no tenía ningún interés en conversar con él. Más tarde le preguntaría a su amigo Alfred la razón de la visita de aquel hombre de aspecto noble y de modales tan rudos.
"Señor, disculpe que lo haya hecho esperar. Mi nombre es Alfred Phillips, por favor dígame cómo puedo ayudarle?"
"Señor Phillips, mi nombre es William Davenport. Mi mentor, el señor Easton, le habló de mí. Vengo a trabajar como su asistente por los próximos meses."
Por primera vez, desde que conoció al señor Easton, William estaba dudando si había sido buena idea haber aceptado su consejo. Él no estaba seguro de que haber viajado hasta ese lugar hubiera sido una buena decisión.
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Queridos lectores de habla hispana y a todos a los que se atreven a leer a través del traductor, esta es mi nueva historia que pretendo comenzar a escribir una vez termine con "El Trato."
Por favor, díganme qué les parece. Estoy ansiosa por saber su opinión.
Un saludo grande a todos y muchas gracias por siempre ayudarme con esta afición que empezó unos años atrás cuando estaba obligada a pasar gran parte del día encerrada en casa debido al Covid.
Saludos,
Yo
