Hungría, 1865.
Era la noche más lluviosa que el país estaba presenciando.
Entre la inhóspita región del bosque, una persona llevaba en brazos un bulto el cual, al ver la enorme estructura frente suyo, decidió dejar su carga en la entrada del lugar y salió con prisa.
Lo envuelto en varias capas de piel comenzó a llorar con fuerza al sentir el frío y el agua caer sobre si.
Unos pasos se escucharon desde dentro que se fueron acercando a la puerta.
La persona al buscar la fuente del ruido, bajó su vista encontrándose con un pequeño bebé.
-Pobrecito-lo cargó en sus brazos-tranquilo pequeño, yo te cuidaré
Entró con el infante en brazos cerrando la puerta tras de si.
Después de horas de recorrido, la persona encapuchada llegó a su punto de encuentro donde alguien más lo esperaba.
-¿Dejó su encargo bajo cuidado de alguien señora?-comentó un joven de cabello rojo al ver a la mujer descubrir su rostro
-Si, lo dejé en un lugar bosque dentro-el hombre lo miró con horror
-¿Lo dejó en la Abadía?-la mujer asintió viendo preocupada el semblante del pelirrojo
-Entonces váyase despidiendo de su hijo-lo dicho provocó que la mayor comenzara a asustarse-ese lugar no es una iglesia común, ya que durante siglos, gente que ha entrado ahí jamás vuelve a salir, sobre todo los niños
-Por dios, debo regresar por él y decirles que es un malentendido y...-el chico le tomó de los hombros
-Entienda señora, una vez que ya esté dentro de ese lugar, no volverá a verlo jamás
-Pero...
-Debemos irnos o también sufrirá el mismo destino que su hijo
Con pesar, siguió al pelirrojo que le ayudaría a salir del país.
La mujer que rescató al pequeño lo cambió y arropó para evitar que sintiera frío. Le dio de comer donde le sacó los gases para luego acostarlo en un moisés improvisado.
-¿Qué hace este bebé aquí su abadeza?-preguntó una de las monjas quien iba cubierta del rostro
-Lo encontré en la puerta de la Abadía-comentó observando al pequeño dormir
-¿Se hará cargo de él?
-Así es, estará bajo mi cuidado-acomodó la lista de quehaceres de mañana y la entregó a la hermana-reparta las tareas que deben de hacer
-A la orden-se retiró dejando a la encargada observando fijamente al recién nacido
-Hermanas, les presento al nuevo integrante de esta Abadía-estando todas presentes en el desayuno, observaron al bebé en brazos de la autoridad del lugar-el pequeño será tratado con respeto y cariño. Estará bajo mi cuidado, ¿está todo claro?
-Si, su abadeza-dijeron todas al unísono
-Pronto se celebrará el día sagrado del señor, para que estén conscientes de lo que deben conseguir ese día-le miraron atentamente-al hacer lo correspondiente ustedes podrán trascender finalmente a la gloria
-Así sea-corearon las monjas para irse retirando y continuar con sus obligaciones
-Hoy será un día ajetreado pequeño-lo miró comer de un pequeño biberón
Al verlo terminar, le sacó los gases y salieron de la cocina para volver a sus labores.
Pasaron horas en el despacho hasta que observaron cómo la noche cubría a la Abadía.
La mujer sonrió levemente al ver varias sombras oscuras salir desde este lugar.
-Pronto será un buen día para ti pequeño-acarició su mejilla y lo colocó en su moisés mientras concluía lo de hoy
Al terminar, llevó al pequeño a su cuarto y tomó rumbo hacia el santuario.
En la parte superior cerca de la imagen religiosa se encontraba una gran silla de cuero negro y detalles rojos. Antes de sentarse, retiró su hábito con suma elegancia para dejar ver un atuendo revelador hecho de cuero donde sus pechos estaban completamente expuestos además de exponer un enorme falo del tamaño y forma que posee un semental.
Sus botas y guantes de cuero negro resaltaban.
Tomó una fusta que estaba al lado de su silla y se sentó con las piernas cruzadas.
-Es la hora hermanas, iniciemos el día sagrado-anunció haciendo eco dentro de la iglesia donde salían todas las monjas vestidas de manera similar a la Abadeza
-Aquí tiene su llave espiritual su Abadeza-dijo una de las hermanas presentando frente a ella a un pequeño niño el cual lucía aterrado
-Tranquilo pequeño, serás un instrumento útil para llegar al poderoso creador-acarició su rostro tembloroso-inicien el ritual
Las mujeres tomaron a los niños mientras recitaban una oración donde pedían por las almas de los pequeños.
La superiora introdujo de golpe su gran miembro en la boca del menor el cual soltaba gruesas lágrimas por el dolor que sentía en su garganta.
-Te vagy az apátnő eszköze, hogy elérd az urat- aumentó las embestidas de manera violenta mientras el llanto de los niños se dejaban escuchar por todo el lugar
No tardó mucho tiempo para terminar por correrse de forma abundante dentro de la garganta del menor.
-Debes tragarlo, el señor te recompensará si lo haces-lo vio intentar pasar el espeso semen con dificultad por su garganta ya que había quedado lastimada por la gran polla de la mujer-buen niño
Cargó al menor sentándolo en su regazo. Alineó su miembro semi erecto a la entrada del menor el cual estaba asustado.
-Tranquilo, recuerda que esto te será necesario para obtener la gloria del creador-presionó con dificultad la entrada provocando incomodidad en el menor
A pesar de sentir resistencia, se introdujo de golpe dentro de su ano, haciendo que grite de dolor.
-Shhhhh, el dolor pasará-comenzó a moverse bruscamente produciendo gritos y llanto del menor al sentir su entrada desgarrada y siendo profanada
Duró tiempo embistiendo el pequeño cuerpo con violencia hasta que al llegar al clímax, se corrió dentro de él.
-Menj békében az úrral- con una daga oculta entre sus ropas, cortó el cuello del niño provocando un sangrado masivo que manchó a la Abadeza
Los demás niños corrieron esa misma suerte y al terminar con ellos, las monjas también acabaron con sus vidas sin saber que la mujer sonreía con gracia ya que no cumplió el irse también con el creador.
-Lleven todos los cuerpos a la parte sur de la Abadía. Entiérrenlos en las paredes-llamó a los sepultureros y ordenó a que hicieran lo solicitado
