Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 1
Llegué corriendo. Agitada. Y seguramente despeinada.
La impuntualidad era un mal hábito que perjudicaba directamente mi currículum laboral. Era consciente de ello, mas no podía hacer nada para remediarlo. En la editorial pasada me hicieron perder tres horas importantes de mi vida que bien debí invertir en comer.
Suspiré largamente mientras disimuladamente pasaba mis palmas por mi corta falda. Apenas di unos pasos, pude sentir las miradas de todos en mí persona.
Esa última mujer de cabello rojizo que pasó hace segundos sabía que yo era una Swan. Podía jurar que cada persona que pasaba delante de mí lo sabían y seguramente se hacían la misma pregunta: ¿Qué hace una Swan en Cullen Marketing?
Me acerqué a la chica de recepción.
― Hola, estoy aquí para una entrevista de trabajo.
Llamó mi atención que una joven mujer salió corriendo dejando atrás las grandes puertas de cristal.
Mi vista periferia captó la silueta de un hombre alto y con gabardina. Lo reconocí.
No, no, no, no puede ser él, ¿no se supone que vivía fuera del país?
Volteé de inmediato, enfocando mi vista hacia la joven alegre que me observaba detrás del escritorio de cristal.
― Disculpe, ¿dónde está el director de esta empresa, el señor Carlisle Cullen?
La chica rubia me sonrió amablemente y echó disimuladamente su cuerpo hacia adelante. Se notaba que ella era la encargada de llevar y traer todos los pormenores de la empresa.
― Hace una semana dejó el cargo a su hijo ―musitó, viendo de reojo hacia donde estaba mi peor pesadilla―. Edward nos tiene vueltos locos, ha hecho cambios de imprevisto y no sabemos cuándo nos cortará la cabeza.
Mis hombros cayeron en derrota. Podía irme despidiendo de los últimos ahorros que disponía para este mes.
Juraba que mis pies querían emprender el camino hacia la puerta. De hecho, me visualicé corriendo lo más rápido que mis zapatos Louis Vuitton me permitían sin importar sus doce centímetros de tacón.
¡Basta Bella! No eres cobarde, no puedes huir. No, cuando es tu última oportunidad para posicionarte en un empleo.
― ¡Demonios! ―Cullen gruñó― No puede ser que ninguna de esas cuatro mujeres tengan idea siquiera de lo que es preparar un simple café latte. ¿Quién es la siguiente, Jane?
Jane. Así era como se llamaba la secretaria frente a mí. Ella me sonrió apenada y miró las hojas que mantenía en sus manos temblorosas.
No dejaría que dijera mi nombre. La pobre chica parecía aterrada siquiera para mover la lengua.
Saqué mi pecho en alto y volteé hacia donde estaba Edward. Él no tardó en reconocerme, me di cuenta porque su semblante se desencajó y de sus labios brotó una mueca molesta.
― Isabella Marie Swan ―me presenté como si no lo conociera, manteniendo mi mentón en alto.
― Esto debe ser una jodida broma, una cámara escondida o cualquier programucho de hoy día ―masculló―. ¿Dónde están las cámaras? Los he descubierto.
Rodé los ojos. Reconocía que el sarcasmo no era lo suyo.
― Al menos Carlisle Cullen, era un verdadero profesional ―murmuré― su lugar te queda grande. ―Escupí las palabras y me sentí mejor.
La mirada jade de Cullen se endureció, no pudo ocultar que había herido su ego.
¡Al diablo si no me daba trabajo! Yo estaba disfrutando su mal humor y me regocijaba en ello.
Eso de llevarlo al límite era pan comido.
― Jane ―me ignoró, dirigiéndose a la secretaria― ¿quién es la siguiente en la lista?
La chica rubia inclinó el biógrafo que sostenía en sus dedos y me señaló.
Cullen no tuvo opción que mirarme.
Sí que había cambiado desde la última vez que lo vi; ya no usaba frenillos ni tenía espinillas en el rostro, su cuerpo esquelético se transformó por uno, no tan atlético, pero sí firme.
Apreté mis labios para ocultar mi sonrisa cuando noté que su desastroso pelo rebelde seguía siendo un caos. Muy Cullen.
― ¿Qué haces aquí? ―Preguntó, inclinándose a mí.
Sabía que intentaba intimidarme con su imponente altura. No funcionó porque yo di un paso hacia él, confrontándolo.
― Vine a una entrevista de trabajo.
Malhumorado arrebató mi currículum de las manos de la secretaria.
― Isabella Marie Swan ―pronunció mi nombre viéndolo directamente impreso de mi expediente laboral.
Crucé los brazos bajo mis pechos.
Por supuesto que él no perdió el tiempo, su lasciva mirada me recorrió de pies a cabeza, deteniéndose de más en mi escote.
Resoplé.
Sus ojos por fin se enfocaron en los míos y esbozó una breve sonrisa. Una sonrisa sexy que por momentos me hizo mirarlo con profundidad.
― Vamos a mi oficina ―me guió, caminando a una distancia necesaria de mí.
El corto camino de apenas veinte pasos antes de entrar en su oficina. Era un lugar muy amplio y minimalista.
Lo vi despojarse de su gabardina color miel y colgarla en el perchero.
Captó mi atención que no había ningún poco de privacidad con las paredes de cristal, era algo que siempre había admirado de la agencia Cullen Marketing. La sencillez que prevalecía siempre.
Definitivamente era todo lo opuesto a la elegancia y buen gusto de la agencia Swan.
― ¿Ya terminaste de perder tiempo mirando mi oficina?
Sus duras palabras me hicieron fruncir el ceño. También me di cuenta que yo seguía de pie y con la boca abierta mirando anonadada la vista que daba hacía la parte trasera, esa lluvia de hojas secas era la mejor vista otoñal.
Ahora tenía una duda: ¿Quién construye una oficina con un bosque a sus espaldas?
Salí de mi letargo y me senté en la única silla frente al escritorio; crucé mis piernas y enderecé mi espalda, mirándolo.
― La decoración es horrible ―respondí.
― ¿Qué haces aquí? ―volvió a gruñir, parecía que no tenía otra forma para dirigirse a mí―. ¿Te envió tu padre? Porque si Charlie Swan se atrevió a hacer esta jugarreta contra nosotros, quiere decir que está perdiendo clientes.
Recargó su espalda en la acojinable silla de cuero y empezó a moverse de un lado a otro.
― No sé si tienes algún problema de comprensión ―hablé lo más lento que pude―. Estoy aquí porque vine a una entrevista de trabajo, se supone qué hay una vacante para el puesto de asistente del director de marketing, ¿no?
Bufó, pasando una mano por su pelo.
― Tu expediente laboral está en blanco ―rumió.
Eso fue un golpe bajo para mí. Reconocía que no tenía experiencia, en cambio tenía muchas ganas de obtenerla, solo necesitaba una maldita oportunidad, ¿era tan difícil de entender?
― Estoy en busca de mi primer empleo ―dije sin ninguna vergüenza y viendo fijamente sus ojos verdes.
Sonrió de lado.
― ¿En serio? Eres la heredera de la Agencia Swan, deberías estar trabajando ahí y no buscando inmiscuirte en mi negocio.
― Mira, Cullen. Estoy aquí porque vine por una vacante, si no estás necesitando a nadie solo dímelo y ya. No me hagas perder el tiempo.
― Estás desaliñada y parece que acabas de correr una maratón ―espetó, mirando mi cabello. El hombre parecía buscar el mínimo defecto en mí―. En mi empresa el vestuario en los empleados es de suma importancia, ya que intentamos transmitir confianza y profesionalismo.
Pasé distraídamente mis dedos por mi larga melena.
― En la otra agencia me entretuvieron ―mascullé―. Me hicieron perder mi valioso tiempo para decirme que ellos no estaban necesitando personal.
Hizo un chasquido de dientes.
― No tienes experiencia. Así que no entiendo qué puedes hacer aquí.
Estreché los ojos. No podía mirarlo de otra forma que no fuera con odio.
― Puede ser que no tenga experiencia ―mantuve mi voz baja― créeme que estoy preparada para cualquier puesto en tu agencia.
Exhaló ruidosamente antes de enfocar sus bonitos ojos en mi expediente académico.
Su boca se abrió. Su semblante era de asombro y probablemente de negación.
― Es increíble que de todas las chicas que han venido a la entrevista, seas la única con máster en ingeniería de software. Dominas cuatro idiomas y académicamente eres la mejor preparada para el puesto.
Sonreí orgullosa y un poco engreída. Me sentía bien que reconociera que estaba preparada.
»El problema ―añadió en un tono burlón― es que no quiero a una Swan en mi empresa.
Mi sonrisa se desvaneció.
Me removí en la silla. Quería morder mi lengua para no hablar más de la cuenta, pero, ¡vamos! Cullen lo pedía a gritos.
― ¿Por qué? ―cuestioné―. ¿Me sigues odiando porque rechacé ser tu novia?
Hola. Iniciamos una nueva historia dulce y tranquila que va muy acorde para esta temporada. Es una trama llena de romance, solo sean pacientes para que este par de testarudos se den cuenta.
No olviden que en mi grupo de Facebook dejaré imágenes de los capítulos.
Gracias totales por leer 🍂
