Prólogo: Extracción

Cada reino del mundo enfrentaron a enemigos tanto humanos como bestias y cosas salidas del mismísimo inframundo, pero nunca vieron el poder venido del cielo, desde la oscuridad de las estrellas…

Babilonia.

Persia.

Ni las catapultas podían darle a esas cosas flotantes de acero. Los soldados hacían lo que podían con sus espadas, lanzas y flechas contra armas muy avanzadas. Las murallas estaban en el suelo, las torres de vigilancia eran blanco de los enemigos. Ya estaban dentro del reino.

Persia no era la única que era invadida, fue una invasión a escala mundial.

Dastan, el príncipe de Persia, peleaba hasta el cansancio contra esas cosas junto a Gerald de Rivia que cubría su espalda; Drow Ranger disparaba flechas y tenía que reubicarse para no ser detectada como lo hacían Garret y Shantae; Omniknight junto a Dragonknight y Masha con Kaisa defendían a los más vulnerables chocando espadas y manos contra esas armas extrañas.

El objeto metálico de allá arriba se posó sobre el palacio. Del centro, se abrieron una clase de puertas que desde ahí, una poderosa luz ensordecedora y destructiva hizo colapsar la cúpula.

–¡NO! – exclamó él príncipe – ¡QUIEREN ROBARSE LAS ARENAS DEL TIEMPO!

–¡Vamos, suban!

Dragonknight comenzó a transformarse en aquel dragón rojo gigante, haciendo retroceder tanto a aliados como enemigos. El grupo se subió al lomo y fueron directo al palacio, en donde ya los invasores del espacio estaban luchando contra la guardia personal del rey.

Malik, el soberano de Persia, exhausto al igual que su guardia ultimó a los extraños seres con alas que quedaban. Una segunda oleada apareció pero fue su hermano junto a los demás quienes acabaron con ella. Peleando juntos, fueron los que quedaron en pie.

–¡Hermano! Llegas justo a tiempo. – Le dijo con mucho ánimo.

–¿Tienes una idea de que son esas cosas? – Le preguntó el príncipe Dastan.

–No lo sé; están empeñados en entrar a la cámara secreta. ¡Quieren las Arenas del Tiempo!

–¡Ahí vienen!

Con el grito por delante, Drow Ranger tensó la cuerda de su arco y disparando una flecha helada, que congeló a esos demonios alados, haciéndolos estallar en pedazos cuando chocaron contra el suelo.

Empezaron a venir más. Los siete, sus aliados y Malik junto a sus guerreros empezaron a chocar sus espadas contra el extraño enemigo, que siendo mayor en número y con mejores armas, eran repetidos del lugar.

Desde arriba y destruyendo el techo, apareció lo que imaginaron que era: su líder.

Su armadura negra tenía flechas incrustadas que no llegaron a su carne. Sus ojos vivos y rojizos se proyectaban de su casco con cuernos; y su hacha de guerra tenía sangre persa, tanto del filo como del mango. Las cosas que están bajo su mando dejaron de atacar. Incrustó su hacha en el suelo, haciendo que el lugar retumbe.

–Yo, Steppenwolf, señor de Apokolips, les ordeno que entreguen las Arenas del Tiempo.

–¿Y que te hace pensar que lo haré? – Respondió Malik al enorme intruso.

–Admiro tu capacidad para hacerme frente, pero eso no te llevará a nada. ¡Serán sometidos por mi ira!

Steppenwolf alzó su hacha y machacó el suelo, haciendo temblar su alrededor. Dragonknight se movilizó hacia adelante cubriéndolos de la onda expansiva del golpe. Drow Ranger tensó la cuerda de su arco y lanzó la flecha helada. Omniknight aprovechando el desequilibrio el enorme oponente, cargó su martillo hundiendo su fuerza sobre el cuerpo. Geralt, Dastan, Garrett y Shantae le hicieron todo el daño en sus piernas. Masha y Kaisa dieron los golpes finales. Steppenwolf quedó de rodillas. Al tener la vista baja, no le vieron la media sonrisa. Se levantó velozmente y agarró de la cara a Masha, lanzándola con fuerza hacia ellos.

Sus tropas llegaron a la cámara. Tenían lo que tanto buscaban. La Daga del Tiempo quedó en manos enemigas. Malik y su guardia intentaron detenerlos, y terminaron encontrándose con el hacha de Steppenwolf. El sultán de Persia quedó en el suelo; suerte que su armadura y algunos fieles evitaron lo peor.

Con el tesoro en sus manos, inició la retirada. Los invasores regresaron a esas cosas de metal flotantes del cielo, dejando devastación y sangre en las calles. Steppenwolf se iluminó con una luz que lo hizo ascender hacia la cosa flotante, que era más grande que las demás.

–¡NO DEJARÉ QUE SE LLEVEN LA DAGA OTRA VEZ!

El príncipe Dastan comenzó a treparse por las paredes hasta llegar al techo, como el enorme invasor entraba a su morada voladora. El rugido del dragón y el grito de sus amigos lo hicieron alertar.

–¡SALTA!

El brujo extendió la mano y pudo tomarlo por los aires. A lomo de Dragonknight convertido en esa bestia roja, alzó vuelo.

La fortaleza flotante se estaba alejando del reino, comenzado a ascender. El cielo se estaba poniendo negro ¡Pero si era de día hace unos momentos! Las casas y el palacio se hacían pequeños al subir más y más. Dragonknight comenzó a sentir frío como el resto, y empezaba a faltar aire ¿Por qué? ¿Qué había más arriba? Con toda desesperación, empezó a aumentar el aleteo de las enormes alas, hasta dar con la fortaleza. Penetró el duro metal hasta que estén todos dentro a salvo; por así decirlo.

Detrás suyo, el agujero por dónde entraron, se cerró con más metal, como si de una puerta de tratara.

–¿Están todos bien? – Preguntó Omniknight mientras ayudaba a levantar a Kai'sa.

–¿Por qué me faltaba tanto el aire?

–No eras el único – Le respondió Drow Ranger a Dastan – ¡Ey! Creí que había más aire arriba ¿Qué ocurrió?

–No lo sé – Respondió sinceramente Omniknight – ¿Y que es todo esto? – golpeó las paredes metálicas – hay un montón de luces por todos lados.

Mientras el resto sacaba conclusiones y se recuperaba, Shantae ladeó la vista y al estar ante esa titánica bola gigante, tomó la ropa de Garrett y lo llamó.

–¿Qué pasa..? Oh… es… hermoso… oigan ¡Oigan! Vean esto…

La vista era espectacular. Nunca vieron algo tan maravilloso. A pesar de la tranquilidad de ese lugar tan oscuro y tranquilo, de concentraron y volvieron a lo que tenían que recuperar.

En otro momento gozarán de esta vista…

La fortaleza de metal a una impresionante velocidad incapaz de ser captada por sus tripulantes y sus intrusos apareció en otro sitio. En un lugar extraño. Comenzó a bajar otra vez al suelo. Pero eso no era Persia, era otro lugar desconocido para ellos, principalmente para Dastan que, se asustó al no ver a su hermano y su ejército luchando ¿Dónde estaban?

Con mala gana Steppenwolf bajó a los dominios del árabe que a toda costa quería lo que llevaba en la nave. Pensó que estaría mejor en Apokolips pero con la insistencia de ese humano cambió de planes. Con la Daga del Tiempo en su mano, el general y señor del planeta de fuego se adentró en el palacio apurando el paso hasta la sala de bienvenida.

–Creí que los extraterrestres eran mucho más cuidadosos al mostrarse.

–No quiero un discurso sobre discreción, Ra's Al Ghul. Éste era el trato: me llevaba esto a Apokolips, no aquí.

–Estará más seguro conmigo. Quedamos claros que traerías una gema, no una daga – Dijo el árabe levantándose de su trono.

–Los espías trataron de descifrar cómo funcionaba. Las Arenas del Tiempo no pueden ser manipuladas por cualquiera.

Ra's Al Ghul caminó hacia Steppenwolf y éste le entregó el artefacto. Su construcción era perfecta, tenía filo y elegancia. Le llamó la atención que se parecía a un cuchillo de Oriente. El poderoso general del espacio frunció el seño al ver qué el humano se quedaría con la daga.

–Experimentaré con ella, luego si no funciona. Pon a prueba tus métodos. Continúa buscando las gemas, y haremos lo mismo.

Steppenwolf apretó su mano al mango de su hacha y en un instante fue rodeado de los fieles a Al Ghul. No era momento de cometer errores y mucho menos ahora. Se tragó su orgullo y regresó a su nave, alejándose de la Tierra. El árabe regresó a su trono, y se quedó observando la Daga del Tiempo. Tenía en sus manos una de las tantas armas más poderosas del multiverso, y no la podía usar.

Escuchó unos pasos detrás suyo. No pudo reaccionar a tiempo. Cayó con todo el peso del cuerpo al recibir el puñetazo de la enorme Masha.

–Nos perdimos. – Dijo Drow Ranger volviendo a ver al guarda, ahora fuera de combate.

–Es un maldito laberinto. – Habló Garrett.

–Les dije que teníamos que ir por ahí. – Recordó Geralt de Rivia.

–Era eso o ir directo a las espadas. – Dijo Dragonknight.

–Sigamos por aquí. – Omniknight abrió la puerta.

–Shhh… no hagan tanto ruido ¿Son celdas? – Miró Kai'sa alrededor.

–Es una clase de prisión. – Dijo Masha – ¿Dónde fuimos a parar?

–Me pregunto cómo estarán allí… – Shantae suspiró con pena.

–Recogemos la daga y nos vamos… – Dijo el príncipe Dastan para calmar el clima.

Siguieron caminando por la prisión. No había nadie en las celdas y la oscuridad no ayudaba mucho. La luz que había ahí era del sol que entraba por las aberturas del techo. Unas manos se posaron en las rejas y viendo con asombro aquellos tipos con armaduras y espadas. Necesitaba salir de los dominios de Ras Al Ghul como sea y viendo a esos muchachos, era su pase a la libertad.

–¡Ustedes..! ¡AY!

La flecha que lanzó Drow Ranger se clavó en la ropa y en la pared, evitando que se mueva. Todos ellos se acercaron al prisionero con unos extraños cristales en los ojos y ropa que nunca vieron.

–¡NO NO NO YO NO ESTOY CON ELLOS!

–¡CÁLLATE! Hablas muy fuerte. – Geralt silenció al prisionero.

–¿Quién eres? – le preguntó el príncipe Dastan.

Tragó saliva al ver qué la mujer de piel azul y el encapuchado tensaron las cuerdas de su arco y ballesta. Se calmó para poder convencerlos.

–Me llamo Van Argiano, estoy encerrado desde hace un tiempo. Digamos que soy como un preso con ciertos… lujos.

–Habla. – Dijo Dastan colocándose cerca.

–Noté que ninguno de ustedes es de por aquí. Ni siquiera de este mundo. Podríamos ayudarnos mutuamente, ustedes me sacan de aquí y yo los ayudo a volver a su tierra.

–No tenemos tiempo para esto, ni siquiera tienes buena pinta. Algo me dice que nos traicionaras. – Dijo Garrett muy seguro.

–¡No! – Van Argiano gritó y la mano de Geralt se puso en su boca. Entendió que tenía que bajar el tono. – No. Necesito salir de aquí. Ustedes no entienden: se acerca una guerra. La guerra de guerras. Nadie se salvará, y yo no quiero morir aquí. Sáquenme por favor, y les juro que los ayudaré.

Lo que Van Argiano no sabía, es que tanto Masha, Geralt y Omniknight sabían de lo que hablaba. Pero eso se mantuvo en el grupo a excepción del rey de Persia y algunos aliados. Después se aclararían las cosas. Era tiempo de escapar. Masha y Dragonknight se acercaron a los barrotes.

–Eh no creo que puedan… – Los fornidos guerreros tiraron abajo las rejas de acero.

Argiano los miró con una mezcla de miedo y respeto. – Gracias.

–Eso llamará la atención de los guardias. – Miró Kai'sa hacia los lados.

–No, por aquí no suelen abundar. Rara vez tienen prisioneros. – Argiano buscó debajo de la cama de paja su celular. – Llamaré a mi gente que nos sacará de aquí.

–¿Qué es eso? – Shantae como el resto se quedaron viendo el teléfono.

–Es un celular ¿No saben? Hmmm, Esto se pone mejor. – Sonrió Argiano mientras la otra persona al teléfono esperaba instrucciones. – Escucha: ya es hora. Prepara el helicóptero y vengan lo más rápido que puedas… y deja lugar para más… son 9… okey.

–"okey" – Repitió Shantae la expresión verbal.

–Se que estás emocionado por escapar pero, nosotros vinimos a buscar otra cosa. – Dijo el príncipe Dastan. – Es una daga con poder mágico que de seguro no tienes idea.

–No sé de que estás hablando pero, es probable que lo tenga Ras Al Ghul. Miren, van por aquí, después doblan a la derecha, verán una plaza y entran por la puerta, ahí estará. – Dijo Argiano.

–Y es por eso que vendrás con nosotros. – Dijo Omniknight colocándolo en frente. – Lo siento si soy un poco brusco pero es por bienestar.

–Entiendo. – Respondió el francés Van.

Ya con él guiándolos, el grupo comenzó a correr.

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Lo que había dicho era verdad, no estaba mintiendo. Había un trono vacío con una copa llena de alguna bebida. Además de la luz del sol que entraba por esos ventanales, las antorchas iluminaban los rincones más oscuros del lugar. Empezaron a buscar con la vista hasta que Argiano lo vio, y luego el resto tomó postura defensiva.

Tenía la daga partida a la mitad ¡Era falsa! Hasta él quería golpearse por ser tan iluso. La arrojó a los pies de su dueño que apenas vio el objeto unos segundos.

–Debí ser yo quien iría a por esto… y miren lo que gané. Es una vergüenza. Pero no es molestia, Steppenwolf pagará a su debido tiempo, y ahora debo encargarme de los intrusos que trajeron.

–¡Te dije que no creyeras en él! – Le gritó Argiano. – Pero no escuchaste, debiste hacerle caso a Jedah Dohma.

–También debí cortarte la lengua. – Respondió Ras Al Ghul mirándolo fijamente.

Van Argiano se escondió detrás de Dragonknight y Masha. Garrett negó con la cabeza y Drow Ranger alzó su ceja.

–Entonces ambos perdieron. – Dijo Geralt.

–No, ustedes perdieron. – El árabe chasqueo los dedos.

Del techo y de los rincones salieron sus hombres. Ninjas entrenados para resistir cualquier adversidad. Ras Al Ghul desenvainó dos sables. Con pisar sus dominios y al liberar a su prisionero eran motivo de acabar con ellos. Al otro lado, desde los ventanales se podía ver cómo un helicóptero ascendía. Los intrusos nunca vieron una máquina de esas a excepción de las naves del cielo. El piloto apretó un botón y las ametralladoras empezaron a escupir balas. Acabó con varios ninjas. Sabiendo que venía tras Argiano, el árabe llamó a la batalla.

Los 9 empezaron a pelear contra los rápidos oponentes. Dragonknight envolvió a unos pares de ninjas con fuego mientras Masha los tomaba y los arrojaba como si fueran muñecos de trapo. Kai'sa lanzaba plasma mientras Garret disparaba las flechas de a los que tenía cerca. Shantae fue tras Argiano que por miedo se refugió detrás de las columnas, ella podía sola. Omniknight le lanzó un martillazo a Ras Al Ghul que éste lo esquivó, desvío el ataque de Geralt y su espada pero no la patada del príncipe Dastan. Drow Ranger lo empujó con su ventisca gélida hasta hacerlo golpear contra la pared.

El helicóptero seguía agotando las municiones hasta que recate a Argiano y los demás objetivos. Disparó misiles a los templos de madera, provocando un creciente incendio.

Ral Al Ghul se vio impresionado por la fuerza y destreza de aquellos guerreros de verdad. Súbdito que iba, súbdito derrotado. Se percató de que Argiano estaba siendo protegido por Shantae y fue directo hacia él, para cumplir con lo que dijo.

La medio genio le lanzó fireballs que esquivó sin problemas, hasta deshizo una con los sables. Peleó contra Shantae y se miró el pecho; su ropa tenía un corte en el pecho, dibujando una línea de sangre. La chica le lanzó una sonrisa confiada. Antes de atacar, Ras Al Ghul fue cegado por el hechizo de Geralt, fue congelada de las piernas por la ficha gélida que lanzó Drow Ranger y para derrotarlo, fue arrojado desde el ventanal por la patada del príncipe Dastan.

–¡Por aquí!

Garrett los llamó y éste se encontraba en la puerta. Esquivó el ataque del ninja y lo acabó cortándole el cuello. Kai'sa y Drow Ranger cubrían la retirada hasta que todos estén afuera. El helicóptero bajó y de él salieron dos sujetos. Con esa pequeña mp5 abatió a los ballesteros de las torres y la otra corrió hasta donde estaba el grupo y cortó con su katana a los ninjas que intentaron matarla.

–¡Parece esos insectos que vuelan! ¡¿No?! – Argiano se burló de ellos.

Ya arriba todos, el tipo de la ametralladora pequeña lanzó granadas tanto comunes como incendiarias. Asegurando la huida, la piloto alzó vuelo. El helicóptero aún recibía flechazos como disparos. Antes de abandonar la zona, se colocó en posición de ataque y lanzó los misiles disponibles. Todos ellos apuntando a una cueva.

Uno, dos tres; hasta doce misiles comenzaron a explotar. Derrumbando la cueva como gran parte del templo. Van Argiano suspiró, como si su alma regresara a su cuerpo. Ya cumplida la misión, el helicóptero voló hasta un lugar seguro.

Viendo la casa de su legado en llamas y los pozos de Lázaro enterrados bajo tierra, Ras Al Ghul juró asesinar a Argiano y a aquellos con los que esté. Unos ninjas lo encontraron y lo ayudaron a ponerse de pie.

–¿Dónde está mi hija? Tiene una misión.

El árabe rompió el hielo en sus piernas y se levantó. Su capa flameaba con el viento. Sus ojos se llenaron de rabia al ver el fuego en su templo.

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En algún lugar de Afganistán…

El helicóptero llegó con el tanque casi vacío. Tenían que llenarlo de combustible y retomar vuelo hasta llegar al Mar Negro, donde esperaría un yate con todos los lujos para luego ir rumbo a Francia en una casa segura. El pequeño escondite tenía algunas cosas que ellos no tenían. Dastan accidentalmente rompió una televisión pensado que había gente atrapada dentro. La que piloteaba el helicóptero encendió la radio y al escuchar la música salir de esa "caja mágica", se quedaron quietos.

–La pequeña de pelo morado se comió el dentífrico. – Dijo la chica de la katana.

–Hice seis paquetes de salchichas y se las comieron casi todas. – Dijo la piloto.

–El helicóptero no aguantará hasta el Mar Negro, a menos que nos derriben el ejército yankee o los rebeldes. – Dijo el misterioso tipo de la máscara de gas.

–Oigan – los calmó Argiano – un problema a la vez. ¿Tu que dices Sheva?

La exuberante morena se apoyó contra la pared, cruzada de brazos.

–Tendrás que ser valiente y llamarlos, y decirles la verdad. – Dijo ella señalando con el mentón a los guerreros.

–Si, y no sean tan cobarde en esconderte cuando me presentes, a menos que Kim Possible o Shego me maten otra vez. – Dijo molesta la chica de la katana.

–Prefiero que me maten ellos a que lo haga Ras Al Ghul. No seas tan pesimista, Diva. – Le respondió el francés.

–Entonces no pierdas tiempo, Argiano. Llámalos. – El de la máscara se le puso delante. – Ahora con tu rescate prenderas las alarmas. Al Ghul o cualquiera que sea, vendrá por todos nosotros.

–Lo sé, Hunk…

Van Argiano suspiró. Trató de ocultar su miedo comiendo un caramelo que agarró de la mesa. Antes de llamar por teléfono, recordó un pequeño detalle antes de su escape. Se acercó a los guerreros que aún comían lo que podían. Se habían terminado ya los paquetes de salchichas e iban por más. Puso una silla entre la mujer grande de pelo rubio y el rudo tipo de pelo blanco cuando el amable sujeto del martillo lo llamó.

–Gracias por esta comida mi amigo, pero debemos aclarar algo. – Dijo Omniknight.

–¿Crees en el destino?

–Eh yo creo que el destino lo construye uno mismo, sin ofender. Parece que predica alguna religión, por las runas en su ropa. Respeto las creencias de los demás.

–La omniciencia es para todos. – Dijo el guerrero – Hace unos cuantos… ¿Meses?

–Cinco meses. – Dijo Geralt.

–Eso mismo, hace cinco meses a ella, a mí y a él se nos apareció un extraño con ropas similares a las tuyas. – Paró de hablar para humedecer su garganta con agua. Continuó. – Venía acompañado por un diablo rojo del tamaño de Masha y una especie de animal que habla, tenía un parche en su ojo izquierdo y un sombrero.

–¡¿Estuviste con Nathan Drake?! – Sheva Alomar se acercó. –¿Nathan Drake y Hellboy?

Omniknight afirmó con la cabeza. Tanto Argiano como Hunk y la morena se vieron. El guerrero prosiguió a continuar.

–Los acompañaba Samira, una cazarecompensas. Parece que se cruzaron. Nos lo topamos, después de unos intercambios violentos empezaron a razonar. Buscaban una piedra y además a un chacal y a… Kin…

–Kim Possible. – Dijo Geralt.

Argiano y Diva la recordaron al instante. Al no estar enterado de las cosas, Hunk les informó brevemente. La pelirroja había desaparecido de la existencia; según la información que recopiló.

–Parece importante. – Drow Ranger sonrió.

–Pensé que estabas ebrio cuando pasó eso. – Le dijo Dastan a Omniknight.

Kai'sa lo miró de reojo, haciéndolo callar con la mirada.

–¿En verdad ese Zero manipula la realidad? – Dijo Shantae.

–¿En donde rayos fuimos a parar? – Garrett se cruzó de brazos.

–¿Es probable de que ellos sepan dónde puede estar la Daga del Tiempo? – Dijo Dragonknight.

Hunk afirmó con la cabeza y posó su mano en el hombro de Argiano.

–¿Otra vez subirnos a esa cosa? – Dijo Masha. – ¿Existe otra cosa para viajar?

Van Argiano tenía la respuesta. Supo que tiempo atrás Kim Possible lo detuvo al estar aliado con Albert Wesker. Tal vez sus amigos entiendan que ahora está enderezando el camino. Miró a los suyos, en especial a Diva; y entendió lo que tenía que hacer. Marcó el número que tenía escrito en un papel y lo tecleo en su celular.

–Llamare a Glenn Arias.

Esperó unos momentos y el francés marcó el número de teléfono con las teclas de su celular.

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Continuará…