Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de LyricalKris, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from LyricalKris, I'm just translating with the permission of the author.
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Bella estaba estirada en el sofá, mirando a la nada. Se apretó más la sudadera prestada, enterrando la nariz en el cuello y respirando profundamente. Cerró los ojos con un suspiro.
A ella le gustaba su olor. Seguramente ese era un punto a favor para la columna positiva.
Bella escuchó pasos que venían hacia ella y no se sorprendió del todo cuando alguien levantó sus piernas. El sofá se movió cuando él se sentó y bajó las piernas de ella hasta su regazo. Bella abrió un ojo y miró a Jake con los labios fruncidos.
Él le devolvió la sonrisa como si no acabara de interrumpir su reposo. Él se acercó y puso la yema de su dedo justo entre sus cejas fruncidas.
―¿Qué está pasando por esa cabeza tuya, Bells? Esa es una mirada demasiado seria para un sábado.
Ella suspiró. Este bastardo la conocía demasiado bien.
―Invité a Paul.
―Oh. ―Arrugó la nariz―. No es de extrañar que luzcas así. Tampoco estaría feliz conmigo mismo si tuviera que soportar a ese tipo.
―Sé amable ―lo amonestó por millonésima vez―. ¿Cuál es tu problema con él, de todos modos?
―Eh. ―Se encogió de hombros, pero la expresión de su rostro sugería que estaba considerando la pregunta seriamente―. No sabría decirte cuál es, de verdad. Supongo que solo es mi sentido de lobo. Parece un imbécil.
El sentido del lobo era la forma en que Jacob explicaba cómo decidía elegir pareja. Era sólo un sentimiento que tenía sobre a quién sería mejor no conocer. Pero, como sus amigos señalaron muchas veces, su teoría no había sido probada. Si no se involucraba con los chicos, ¿cómo podría saber si su sentido de lobo era exacto?
Y además, Jacob estuvo allí el día que ella conoció a Paul, y su "sentido de lobo" no envió ninguna alarma en ese momento.
Al leer su rostro, Jacob puso los ojos en blanco.
―Y aún así no vienes en su defensa con historias sobre lo maravilloso que es.
―No hay nada sorprendente en él. ―Bella se sentó, cruzó las piernas y lo miró―. Ese no es el punto, ¿verdad? ¿Se supone que debo rechazar a cualquier tipo que no haga aparecer mariposas de repente o que no me salgan fuegos artificiales del culo?
―Vaya. ―Jacob agitó los brazos en un movimiento cruzado―. Créele a alguien que sabe mucho sobre culos, los fuegos artificiales no deberían salir de ahí.
Bella negó con la cabeza.
―El punto es que me han gustado las citas que hemos tenido. Paul es gracioso. Divertido. Puede ser dulce. ―Ella hizo una mueca―. Actuó como un idiota con Edward el otro día, pero se mostró receptivo cuando se lo hice ver.
Jacob arqueó una ceja y su sonrisa se volvió traviesa.
―Oh, así que Paul ya conoció a Edward, ¿eh? ¿Y no me dijiste nada? ―Se acarició la barbilla como si fuera él quien tuviera la barba de papá―. Y dijiste que no salió bien, ¿eh? ¿Cuál fue el problema de Paul con Edward? ¿Estuviste mirándolo demasiado tiempo?
―Yo no estaba… ―Bella gruñó en voz baja―. Ni siquiera estaba mirando a Edward. Paul solo hizo un comentario condescendiente, eso es todo. ―Ahora Bella sonrió maliciosamente―. En realidad, tú y Paul podrían tener más en común de lo que piensas. Dijo algo sobre que Edward no le caía bien. Tal vez él también tenga sentido de lobo.
Jacob frunció el ceño.
―No soy como Paul. Paul no tiene sentido de lobo. ¿Has considerado que él sea solo un idiota?
―Es una posibilidad. Pero si vamos a seguir la regla de "un strike, estás fuera" cuando se trata de comentarios condescendientes, entonces puedes callarte sobre Edward también. Se regodeó frente a Paul. Tenía que tener la última palabra. ―Bella escondió una sonrisa detrás de su mano―. Tal vez ustedes, muchachos, al final no puedan evitar sacarse las pollas.
―Oh. ¿Hubo un concurso de medición de pollas? Nunca me cuentas las cosas buenas, Bells. ―Él se inclinó hacia ella―. Entonces, dime la verdad. Edward ganó, ¿verdad?
―Sí.
Jacob aplaudió.
―Oh, sí. Se nota por la forma en que cuelga su cinturón de herramientas. Llama la atención.
―Sabes que sacarse la polla es una metáfora, ¿verdad? En realidad, no he visto la polla de Edward. ¿Lo entiendes?
―Bueno, deberías remediarlo.
―Jake.
―Sólo digo. ¿Alguna vez has tenido un hombre barbudo? La barba entre tus piernas… ―Dio un exagerado escalofrío de deleite.
Bella se golpeó la cabeza contra el respaldo del sofá.
»Claro, claro, claro. Estábamos hablando de Paul. Y de por qué estás disgustada por el hecho de que invitaste a este chico supuestamente no tan horrible con el que estás saliendo.
―Se puso un poco posesivo el otro día y actuó como si tuviera derechos sobre mi tiempo. No de una manera preocupante. Tal vez un poco. Tal vez. Si fuera mi novio, tendría derecho a esperar que le dedique tiempo; tendría razón para ser un poco posesivo y no aterrador.
―Pero no es tu novio.
―Exacto. Y ni siquiera sé si él está pensando de esa manera o es solo... Ya sabes, es bueno que alguien con quien estás saliendo quiera verte más, ¿verdad? Podría ser solo cuestión de que yo averigüe qué límites tengo que establecer, pero eso significa descubrir en qué página estamos, y a qué página nos dirigimos. ―Se pasó una mano por los ojos―. Mi cerebro está tan frito con esta disertación y el trabajo y… ―Ella agitó su mano, impotente.
―La pandemia y el estado del mundo, etc., ―completó Jacob―, constituyen una realidad agitada para la mayoría. No es un buen espacio mental para nadie.
―Correcto. Así que hoy, cuando tengo un minuto para respirar y no pensar, desearía no tener que pensar en Paul y páginas ―refunfuñó―. ¿Por qué no podemos abordar una cosa importante a la vez?
―A veces el momento oportuno es la única razón por la que necesitas cerrar el libro, Bells.
―Sí.
Sonó un golpe en la puerta y Jacob le dio unas palmaditas en la rodilla.
―Bueno, de todos modos. Buena suerte. ―Hizo una mueca―. Y sea cual sea el rumbo que tome esto, lo que sea que decidas hacer, recuerda, hay un bebé en la casa, y ni ella ni mis inocentes oídos necesitan escuchar todo eso.
Bella le dio un fuerte golpe en el trasero cuando él pasó junto a ella camino a su habitación.
Saludó a Paul con un beso rápido y le dijo que se pusiera cómodo en su habitación. Se dirigió a la cocina para recoger provisiones.
El día que él y Edward se enfrentaron, Paul terminó disculpándose con Bella por no tomar en serio su trabajo en su tesis. Y ella lo comprendió. Paul no tuvo las mismas ventajas que ella y le tomó varios años llegar al punto en que pudo ir a la universidad. No tenía contexto para la tremenda cantidad de trabajo, energía y estrés que implicaba una tesis. No era algo de lo que hubieran hablado en sus pocas citas. Por ella valía la pena tener un poco de paciencia, le dijo.
Había sido muy dulce con ella.
Así que, iban a relajarse en su habitación y disfrutar de un rato de Netflix mientras Bella intentaba descubrir cómo iniciar una conversación sobre si estaban o no en la misma página.
Paul, sin embargo, claramente tenía ideas diferentes. Bella regresó de la cocina con los bocadillos preparados, encontró a Paul no descansando en su cama, sino sentado, esperando. Él tomó los bocadillos de sus manos, los dejó a un lado y la atrajo hacia él.
―¿Tienes frío, nena? ―Le pasó las manos arriba abajo por la espalda y tiró del borde de la sudadera―. Estás toda abrigada. Hoy no hace tanto frío afuera, pero tengo algunas sugerencias si necesitas calentarte.
Bella sonrió.
―¿Estás diciendo que quieres recuperar tu suéter? ―preguntó ella, con voz tímida―. Sabes lo que sucede cuando dejas tus cosas tiradas por ahí. Quien lo encuentra, se lo queda. ―Ella le agitó un dedo en broma.
Paul no estaba sonriendo. Tenía fruncido el ceño, confundido.
―¿Mi suéter? Ese no es mi suéter.
―¿Qué? ―Bella miró hacia abajo y se encogió de hombros―. Pensé que era tuyo.
Levantó la mirada, esperando regresar al pequeño baile de seducción que habían comenzado, sólo para descubrir que la mirada en sus ojos era dura.
―Este es un suéter de hombre, Bella ―espetó, su voz llena de ira―. Si no es tuyo y no es mío, ¿de quién es?
Bella ladeó la cabeza, mirándolo con dureza.
―¿En serio estás enojado porque este no es mi suéter?
―Quiero saber a cuántos tipos metes en tu casa para que te estés confundiendo.
Bella apretó los puños a sus costados, furiosa y no asustada.
―Cero ―masculló con la voz gélida―. Y lo digo en serio. Cero. Incluyéndote a ti. Sal de mi casa.
Eso claramente lo tomó por sorpresa. Si bien no se había acercado a ella, sí se había inclinado hacia ella. Se enderezó, parpadeando, aunque la ira todavía no desaparecía de su expresión.
―¿De qué estás hablando? Yo…
―Esto no es algo difícil de entender, Paul. No tolero estúpidos celos. ¿Pasas de cero a cien al ver un suéter? No me interesa. Adiós. ―Abrió la puerta de su habitación.
Él presionó los labios formando una delgada línea y tragó con fuerza varias veces. Cuando volvió a hablar, estaba más tranquilo, apaciguador, pero todavía con un tono tenso en su voz.
―Mira, cariño, estás exagerando. No quise decir...
―¿Vas a duplicar los agravios con gaslighting* ? Se acabó. Terminamos. Lárgate.
Parecía que Paul iba a discutir, pero Jacob se apareció justo afuera de la puerta. Y atrás de él, Maggie con Ciara en la cadera. Jacob se cruzó de brazos.
―Si has olvidado dónde está la puerta de entrada, estaré encantado de ayudarte a encontrarla ―ofreció alegremente.
―Sí, apuesto que sí. Mira, ya sabes; o tal vez no, porque eres gay; lo que sea, las mujeres a veces tienen que ser dramáticas. Dale un segundo y todos podremos hablar como adultos.
―Qué desagradable ―escupió Maggie con una risa incrédula.
Y ella que lo creyó dulce.
―Vaya. ―Bella negó con la cabeza―. Escucha, idiota, tengo una política de cero tolerancia y no estupideces, y has hecho al menos tres de esas en el espacio de dos minutos. Sal de aquí y pierde mi número.
Jacob no esperó una respuesta. Agarró a Paul por el cuello de su camisa y lo arrastró fuera de la habitación de Bella.
―Está bien, déjame en paz. ―Paul levantó los brazos y empujó a Jacob―. Ya me voy. Todos están locos.
―No te extrañaremos, maldito muppet ―dijo Maggie con un alegre gesto mientras Paul se alejaba furioso.
―Maldito, maldito, maldito ―cantó Ciara dulcemente―. Adiós. ―Se despidió alegremente de Paul que se alejaba.
*Gaslighting: es un patrón de abuso emocional en el que el agresor trata de confundir a la víctima haciendo que cuestione sus propios pensamientos, instintos y cordura. Las víctimas suelen sentirse confundidas y ansiosas y pierden la confianza en sí mismas.
