N/A: gracias por leer
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Capítulo 3
Señales
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El camino a la escuela de Tokio fue en completo silencio. Yaga lo miraba de soslayo, él iba con su atención en el camino, aunque sus pensamientos en ella. No pudo despedirse, lo último que vio de Kasumi fue su flequillo reflejarse en el vidrio de su ventana antes de que el auto se pusiera en marcha.
No sabía cuándo la volvería a ver, una parte de él esperaba que pronto, si bien la había visto el día anterior y ese mismo día, sentía que no era suficiente. Había pasado un año y medio anhelándola, y si consideraba sus sentires desde su versión adolescente el tiempo era mayor, pero sabía que era lo mejor para ella.
No podía permitirse perder el control y era consciente de que, si sus encuentros continuaban, tarde o temprano terminaría cediendo. Porque lo que sentía por Kasumi era más fuerte de lo que jamás había sentido, un tipo de apego/amor que recién estudiaba y no sabía qué paso dar, pero de lo que sí estaba seguro era de que no podía estar con ella. No ahora.
Kasumi tenía 18 años, en unas semanas cumpliría 19, y con la nueva ley en Japón, una relación entre ambos no era ilegal, no solo porque tenía edad de consentimiento-desde los 16 en Japón-, sino que ahora era considerada una adulta, pero él era consciente de que eso no bastaba, que no significaba que lo fuera. Kasumi estaba en la flor de su juventud, no podía arrebatársela.
No quería quitarle más tiempo. Había sido el primer hombre en su vida, y si continuaba rondándola la condenaría a estar solo con él y no se le hacía justo. Tenía mucho por vivir y experimentar, no podía ni sentía que fuera correcto, quedarse con todo de ella, no se lo merecía.
La amaba, y porque la amaba quería que viviera su vida, que experimentara, disfrutara su juventud y no se saltara etapas por él, incluso si eso significaba que cuando ella ya fuera una adulta, decidiera seguir sin él. Era un riesgo que estaba dispuesto a correr, aunque le dolía imaginarlo, con el tiempo estaba seguro que se acostumbraría.
Si tenía suerte, sus sentimientos también cambiarían y ambos darían vuelta la página, porque lo de ellos no podía darse ahora. Le era curioso llegar a esa conclusión ahora, cuando estuvo meses atrás imaginándosela desnuda debajo de su cuerpo, pensando en qué posiciones la tomaría y ahora la tenía a unos kilómetros de distancia y había decidido no hacer nada. Sonrió al pensarlo, burlándose de sí mismo.
Cuando decidió ir a entregarle su móvil, incluso se imaginó haciendo algo más que hablar, pero apenas la vio supo allí en ese momento, que no podía hacerlo. Al ver sus grandes ojos azules verlo con la misma admiración y amor que cuando tenía 18 años, supo que estaba mal. Sentía que se estaba aprovechando del enamoramiento de una adolescente, él era un hombre adulto de 30 años, ella una jovencita que recién experimentaba el deseo y amor por una pareja. No estaban en el mismo nivel ni en la misma etapa. Seguramente nunca lo estarían, pero al menos cuando ella fuera mayor no estaría bajo su influencia y podría decidir por sí misma qué era lo que quería realmente.
Si no hubieran pasado parte de su adolescencia juntos, no estaría calentándose la cabeza por tanto pensar en ella; estaba completamente seguro que no se habría fijado en Kasumi. Desde que la conoció la encontró linda, y le llamó la atención que parecía ser una buena persona y era algo extraño en el mundo en que vivían, pero solo eso. Nunca la vio con otros ojos, jamás pensó en sobrepasarse con una menor, ni se había fijado en personas menores que él, y ahora buscaba soluciones a una posible relación con una mujer 12 años menor que él.
Una mujer.
Nuevamente pensaba en ella como una mujer, y ya nada de lo que se dijera o pensara le haría cambiar de opinión. Porque la había tratado como mujer, la soñó como una y la imaginaba y añoraba como una, no como una niña. Era consciente de que quería esperarla, pero eso no quitaba el hecho de que pensara que Kasumi ya no era una niña. Estaba mal que pensara en algo con ella ahora porque seguía siendo muy joven, pero no la veía como una cría, la veía como una posible pareja y era lo que hacía difícil el decidir mantener la distancia.
Dio un profundo suspiro y tomó su móvil, esperando ver alguna notificación importante, solo vio trabajo y algunos mensajes de sus estudiantes. Volvió a guardarlo y miró el paisaje.
Aunque haya llegado a una conclusión sobre su relación con Kasumi, sentía que había sido muy distante y frío con ella. Tenía que disculparse, no quería que entre ellos hubiera malos entendidos, ya era difícil el desearla y no poder estar con ella, y sumarle problemas de comunicación era una mala ecuación. Era un adulto, debía comportarse como tal… darle el ejemplo de cómo debía ser una relación entre dos iguales. «Pero no lo somos… no somos iguales», su semblante se ensombreció al recordarlo. Sus pensamientos relacionados a Kasumi estaban al borde de una invisible línea, entre lo que era y lo que quería que fuera. Quizás era de ese modo porque aún no procesaba que fue su compañera, y ahora era la estudiante de Utahime, dos roles completamente diferentes en pocos días. A cualquiera le confundía. Se le escapó otro suspiro y se cruzó de brazos, sin despegar sus ojos del camino.
—No recordaba a Miwa-chan —murmuró el director, Gojo volteó a verlo apenas le escuchó—cuando la vi hoy, a mi memoria vinieron momentos que sé que no viví, pero a la vez, sé que los experimenté ¿te pasó igual?
—Uhm —respondió desviando la mirada— ¿no recuerdas detalles?
— ¿Tú sí? —Satoru pensó en su respuesta, sentía que cualquier cosa que dijera le podía causar problemas, y normalmente no le importaría, pero le preocupaba que pudiera traer consecuencias para Kasumi.
—Algunos —susurró sin mirarlo.
—Ya veo —asintió el director—aun no entiendo por qué te diste cuenta desde un principio que ella estaba en el pasado, y en mi caso, solo con verla pude recordar algunas cosas.
Se apresuró en responder, pensando que así podía evitar que Yaga llegara a las conclusiones correctas si lo analizaba con cuidado, o peor, si recordaba más detalles del tiempo que Kasumi fue su estudiante.
—Porque soy más talentoso ¿por qué más? —sonrió soberbio y tragó en seco; recordaba bien que los primeros recuerdos de ella los confundió con sueños húmedos, pero no podía decir eso. Solo podía reír con culpa y disfrutar en silencio de su desgracia.
—Es posible —suspiró el director— ¿Shoko la recuerda?
—No lo sé —y esperaba que no, pues tanto ella como Nanami se habían dado cuenta de lo que pasó entre él y Kasumi—pero Nanami tiene algunos vagos recuerdos —y se paralizó al decirlo en voz alta.
¡Nanami! Sintió un escalofrío recorrerle el espinazo. Recordar al hechicero le hizo sudar frío, él tenía recuerdos de Kasumi desde el principio, o al menos lo corroboró con él en un comienzo. No habían vuelto a hablar del tema ¿qué más recordaría? Debía calmarse, se dijo, después de todo lo que había pasado con Kasumi fue cuando él mismo había sido un crío inmaduro, si bien en ese momento igual era consciente de que había una diferencia de edad-aunque no real en cierto modo-, lo que realmente le importaba era qué podía llegar a pensar o deducir en la actualidad el rubio hechicero, debía descartar que él supiera que lo que su versión adolescente había sentido por Kasumi seguía existiendo en su versión del presente, incluso era más intenso que antes.
Pero ¿qué tenía de malo amarla? Era solo eso, no haría nada más, ya lo había decidido. Por algún motivo que desconocía, no quería que nadie lo supiera por ahora. Tal vez porque temía que ya no podría moverse con libertad si todos estaban atentos a sus movimientos sobre la joven. Una vez más se repitió que, aunque así lo fuera, no estaba haciendo nada legalmente malo, si éticamente, pero ¿quién era santo a esas alturas? Si había decidido no intentar algo más con Kasumi era exclusivamente por el bien estar de la joven, no porque fuera una buena persona o un hombre respetable, eso lo sabía y no necesitaba que le dieran una medalla por ello, sin embargo, sentía que lo que fuera que estaba creciendo entre Kasumi y él, correspondía solo a ellos, y si el día de mañana aquello fuera de conocimiento público, quería que fuera bajo sus condiciones y no porque lo descubrieran.
Amar era confuso. Complicado e incluso molesto, y sentirlo por alguien con quién no debía estar era más complicado.
—Debo ser paciente… —susurró para sí mismo.
— ¿Qué cosa? —preguntó Yaga al escuchar su murmullo.
—Nada —medio sonrió y volvió a tomar su móvil.
(…)
Habían llegado hace unas horas al colegio de Kioto. Casi anochecía, pero un grupo de estudiantes nuevos seguía practicando en el patio. Se quedó viéndolos por un buen rato. Eran cuatro, dos chicas y dos chicos, recordaba que cuando llegó por la mañana había más estudiantes, se preguntó si ya les habrían asignado alguna misión.
No podía dejar de mirar a las chicas del grupo, aparentaban más edad que ella a su parecer, vestían calzas ajustadas en vez del uniforme deportivo y unos tops a la cintura; no creía que en tan poco tiempo la moda cambiara a ese extremo en Japón, se veían bien, se imaginó por un momento usando el mismo vestuario, pero creía que no se vería igual de bien que ellas.
— ¿Cómo te fue? —la voz de Momo la trajo de vuelta a la realidad, estaba con Mai, ambas sentadas en la escalera a la entrada del edificio.
—Bien, creo —se encogió de hombros—hicieron preguntas estúpidas —murmuró desviando la mirada.
—Sí, a nosotras también —reconoció Mai.
—Ah… ¿interrogaron a todos?
—Sí —murmuró Momo mirando al grupo que ejercitaba a lo lejos—pero ellos vinieron, no tuvimos que ir nosotros.
—Ya veo —asintió y volvió a mirar al grupo— ¿En qué grado están?
—Las chicas son grado 3, y el chico de pelo negro 2, y el de pelo marrón también es 3 —Kasumi asintió, estaban en su mismo nivel. Quizás con el entrenamiento de Nanami había mejorado, quiso pensar que era así y pronto subiría a nivel 2. Debía esforzarse.
—Y… ¿ustedes? —preguntó con timidez— ¿siguen en los mismos grados?
—Sí —sonrió Momo— ¿temes quedarte atrás?
—La verdad… sí —sonrió sin ganas—pero quiero esforzarme —dijo animándose—entrené mucho este último tiempo.
—Qué tontería —bufó Mai y miró al grupo que entrenaba—entrenar y entrenar, solo para morir jóvenes —se encogió de hombros—yo me siento cómoda en el nivel que estoy.
—Y eso es bueno —respondió Momo—pero si Miwa quiere subir de grado, es su decisión —le dijo en tono acusador.
—Como sea —dijo Mai moviendo la mano, restándole importancia—vamos a cenar, me apesta ver a esas mocosas.
— ¿Las nuevas? —preguntó Kasumi volteando a ver al grupo— ¿son pesadas?
—Algo engreídas —dijo Momo cruzándose de brazos—se creen la última coca cola en el desierto.
—Ah… —sonrió divertida, volvió a mirarlas y notó que las chicas también miraban en su dirección, en otro momento habría apartado la vista sintiéndose avergonzada, pero su tiempo con los hechiceros de Tokio le había ayudado a ganar un poco más de confianza en sí misma, era el resultado de lidiar con personas tan avasalladoras como Satoru—me gusta cómo se visten.
—Son vulgares —respondió Momo y Mai se rio—pareciera que andan desesperadas por buscar novios o destacar.
—Pero se ven lindas —susurró, se preguntó si pensaban así realmente o era porque no les agradaban ¿si se vestía así, también la considerarían vulgar? No quería saber la respuesta.
—Eres demasiado buena para opinar mal de alguien —dijo Mai en tono de burla—ya vamos a cenar, tengo hambre.
—Sí, antes que se llene el comedor de adolescentes hormonales. —Soltó Momo caminando detrás de Mai.
Kasumi sonrió sin ganas, no apoyaba los comentarios de sus compañeras, pero tampoco podía juzgarlas, no sabía si habían tenido algún roce con las estudiantes, o simplemente les caían mal. Ya se formaría su propia opinión cuando los conociera mejor. Dio un último vistazo al grupo que ahora recogía sus cosas terminando el entrenamiento y siguió a ambas chicas al comedor.
Parecía que el tiempo no había pasado, Mai y Momo hablaban de cosas triviales como si ella no se hubiera ido. Como si Mechamaru no hubiera desertado… como si todo fuera igual que antes, sentía una pesadez en el pecho al pensarlo. La aparente calma que la rodeaba le incomodaba, quizás se sentía de ese modo porque para ella todo era reciente, en cambio sus compañeras ya habían vivido la deserción de Mechamaru.
— ¡Ah! Kamo ¿cómo te fue? —Kasumi levantó la vista al oír a Momo, sonrió al futuro líder del clan Kamo cuando le vio de pie a unos metros de distancia.
Kamo vestía su ropa tradicional sin ninguna arruga ni suciedad, tal como lo recordaba. En su expresión había asombro, quizás era la primera vez que veía algo más en su rostro que seriedad. Levantó su mano tímidamente y le saludó sonriendo.
—Miwa… —susurró cuando la vio acercarse y sorprendiéndolas, trotó los últimos pasos hasta quedar frente a ella—volviste…
—Sí, ayer la verdad —rio nerviosa—pero estaba con mis hermanos… —su voz fue perdiendo fuerza al notar la excesiva atención que el hechicero le daba. Su inseguridad le hizo pensar que estaba aburriéndolo con información que no era relevante, por lo que prefirió callar.
—Yo… quería disculparme contigo —dijo el hechicero. Kasumi alzó ambas cejas y le miró con sorpresa.
— ¿Qué? ¿Por qué? —negó moviendo sus manos.
—Siendo el líder de la misión, debí ser más precavido —murmuró apenado—debí cuidarte más. —Kasumi contuvo la respiración por unos segundos y volvió a negar.
— ¡No, Kamo-senpai! No es tu culpa —se apresuró en decir—debí ser más cuidosa.
—De verdad… lo siento mucho —terminó diciendo, ignorando sus palabras para finalmente darle una reverencia a modo de disculpas y Kasumi quedó perpleja.
Observó su cabello ordenado inclinarse, su perfecta postura en su reverencia y los murmullos a su lado la hicieron reaccionar. Sintió sus mejillas sonrojarse y balbuceó nerviosa para que se reincorporara.
—Kamo-san… no es necesario —murmuró afligida—pero entiendo tu sentir. También debo disculparme —sonrió apenada—mira, ya todo está bien ¿sí?
—Me alegro que hayas podido regresar a salvo —terminó diciendo, suspiró cansado y asintió en su dirección—nos vemos.
—Claro, descansa. —Se quedó viendo su espalda al marcharse mientras entrelazaba sus dedos nerviosa. Oyó un carraspeo de garganta detrás y volteó a ver a sus compañeras, que la miraban con una sonrisa llena de suspicacia que, sin entender, la hizo ruborizar— ¿Qué?
—Eso fue curioso —comenzó diciendo Momo alargando las palabras.
—Muy curioso —le siguió el juego Mai. Kasumi no era tan ingenua para no entenderlas, y sabía que estaban equivocadas, pero sus suposiciones le avergonzaron igualmente.
—No es así —susurró desviando la mirada—Kamo-san es muy correcto, es solo eso.
—Pero de verdad lo sentía —murmuró Momo, recuperando la seriedad llamando la atención de Mai y Kasumi. El semblante de la rubia se entristeció de repente y sin mirarlas, continuó hablando—Kamo estaba muy angustiado cuando desapareciste.
—Lo siento —susurró Kasumi sin saber qué más decir.
—No lo sientas, no fue tu culpa —suspiró Momo—le costó trabajo a Kamo recuperarse, y cuando supo de tus hermanos la culpa creció.
—Estuvo visitándolos por lo que supe —dijo Mai y Kasumi abrió los ojos de par en par al oírla.
— ¡¿Qué?! ¿fue a ver a mis hermanos? —no lograba imaginar a Kano y Sochi junto al hechicero, en especial porque no conocía lo suficiente al heredero de los Kamo, hasta hace poco le temía.
—Ya ves, lo que hace la culpa ¿no? —sonrió Mai—ya vamos, tengo hambre. —Repitió.
Kasumi asintió, tendría que hablar con sus hermanos y averiguar qué más había pasado en su ausencia. Recordó al auxiliar que los estuvo ayudando en ese tiempo, como nota mental se dijo que debía buscarlo para agradecerle personalmente.
La cena pasó sin novedades, casi al final llegaron los estudiantes de primer año y Kasumi les sonrió al verlos pasar. No tuvo la recepción que esperaba, las chicas la miraron de pies a cabeza y los chicos se quedaron viéndola sin reaccionar. Tal vez en otro momento se presentaría con más calma. Estaba cansada, el día había sido bastante pesado con el viaje y el interrogatorio, y ni siquiera quería pensar en lo que había pasado con Satoru Gojo porque le hacía mal y estaba segura que no podría disimularlo.
Se puso de pie con su bandeja con platos vacíos y los dejó sobre la cocina, iba a lavarlos cuando Momo le quitó la esponja y lo hizo ella. Sonrió y la acompañó secando los platos mientras Mai las miraba sin decir una palabra.
Salieron del comedor en silencio, por lo que pudieron escuchar a la perfección el ruido detrás de ellas. Kasumi volteó rápido y sonrió al ver a Aoi Todou correr por el pasillo hacia ellas. Al igual que a Kamo, le tenía miedo, pero al ver su entusiasmo no pudo evitar pensar que incluso a él lo había extrañado.
—Hola Todou-san ¿Te acuerdas de mi…? —alcanzó a decir antes que Todou acelerara el paso y se abalanzara sobre ella, Kasumi gritó en respuesta y él la tomó con facilidad desde la cintura levantándola y haciéndola girar varias veces— ¡¿Todou-san?!
—¡Miwa-chan! —gritó Todou sin dejar de dar vueltas con ella en sus brazos. Kasumi parecía una muñeca inerte, él la sujetaba desde su cintura y sus grandes manos cubrían en totalidad su cuerpo. Sus pies estaban al menos a un metro de separación del suelo si es que no más, su cabello giraba al ritmo de las vueltas y pronto las carcajadas de sus amigas se hicieron escuchar.
Kasumi miró afligida hacia el comedor cuando el grupo de estudiantes nuevos se asomó a mirar por el ruido que hacían, sintió sus mejillas sonrojarse y balbuceó varias veces para que Todou la bajara, pero este estaba más concentrado en hacerla girar. Cerró sus ojos con fuerza cuando sintió que las vueltas estaban pasándole la cuenta.
— ¡Me estoy mareando! —dijo afligida—por favor ¡Todou-san!
—Ya bájala —exigió Mai sin dejar de sonreír.
— ¡Si vomita, tú limpias! —le amenazó Momo y Todou se rio fuerte deteniendo sus vueltas.
Kasumi se tambaleó al tocar el suelo, sintió que su cuerpo se iba hacia los lados y Momo fue rápida en atajarla antes de que chocara con la pared.
— ¡Volviste! —exclamó Todou poniendo ambas manos en su propia cintura—ya se te extrañaba por acá.
—G-gracias —sonrió Kasumi.
Definitivamente no esperaba esa recepción. Todos a su manera le hicieron ver lo mucho que la habían extrañado, se sentía agradecida y feliz de estar de vuelta. Estaba llena de energía, quería retribuirles a todos sus buenos deseos y trabajar duro para nunca más preocupar a nadie. Todou se acercó y le revolvió el cabello, Kasumi se rio bajito, era primera vez que cruzaba palabras con el hechicero sin asustarse o que le gritara. No sabía si realmente la había extrañado o había cambiado, ya no lo veía tan distante. A ninguno, y le gustaba que fuera de ese modo. No estaban ni cerca de ser cercanos como lo fueron Satoru con sus compañeros en su adolescencia, pero sentía que estaban acercándose y estaba feliz de que fuera así.
—Estás más guapa —comentó Todou, mirándola serio. Kasumi alzó ambas cejas al escucharlo y volteó hacia Mai y Momo que la miraban asintiendo.
—Sí, te ves diferente —murmuró Momo.
— ¿Te pasó algo o hiciste algo? —preguntó Todou y la imagen de Satoru vino a su memoria al instante. Sintió sus mejillas sonrojarse y negó rápido, sacudiendo su flequillo y mechones que rodeaban su rostro. —Hm —sonrió Todou y Kasumi encogió sus cejas, su sonrisa le inquietó.
—Q-quizás cambié el champú —sonrió nerviosa.
Cuando por fin pudo ir a su habitación, notó que ya la habían preparado por su llegada. La habían ventilado mientras estuvo en su interrogatorio, había ropa de cama limpia y no había polvo acumulado en ningún espacio. Pero sus cosas seguían allí tal cual las había dejado. Suspiró cansada, se acercó a su mueble y abrió el primer cajón para sacar ropa de interior limpia, pero sus ojos azules quedaron fijos en el muñeco rosado que Gojo Satoru le regaló en el juego de intercambio. Sintió su pecho apretarse, había pasado mucho desde entonces, en ese momento lo admiraba tanto y ahora lo seguía haciendo, pero sus sentimientos por él eran más grandes que su admiración por ser el hechicero más fuerte.
Su semblante se ensombreció, recordando la conversación de la tarde. Sabía que él tenía razón, que no lo dijo por herirla, que realmente él lo habría hecho por cualquiera, pero no podía evitar sentirse menospreciada de alguna manera. Quizás fue la forma o el contexto de su relación lo que la hacía más sensible a sus palabras. Buscaba desesperadamente alguna señal de su parte, lo que fuera que le dijera que sentía algo por ella.
Su móvil vibró en su pantalón y lo buscó curiosa, un mensaje de Kano preguntándole si volvería. Iba a responder cuando sin querer retrocedió y volvió a la pantalla principal, sus ojos quedaron fijos en la imagen de fondo, Satoru adolescente sonriendo mientras hacía amor y paz con su mano. Sonrió con ternura, debería cambiar el fondo por si alguien lo veía, pero sentía que al hacerlo perdería la conexión con esos días y no quería. Sabía que debía seguir adelante, pero era tan reciente todo que podía esperar un poco antes de actuar como si nada hubiera pasado.
Olvidando el mensaje de su hermano, se puso a buscar en el móvil alguna señal de Satoru, algo que le recordara que él estuvo usando su celular mientras estuvo en Tokio. Sonrió al ver la larga lista de juegos que había instalado, seguramente le usaban la mitad de la memoria, pero no quería borrarlos, no aún. Se metió a la galería y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver la infinidad de fotos que Satoru se tomó. Quizás era la persona con mejor autoestima que conocía, no había vergüenza en sus fotografías, incluso se tomó algunas sin camisa y definitivamente no las borraría. Estuvo concentrada mirando cada foto que Satoru de 18 años se tomó, sonriéndole a la pantalla, completamente enamorada viendo sus ojos, su sonrisa, recordando cómo era tocarle el cabello.
Al llegar al final de la galería notó una carpeta que ella no había creado, como nombre solo aparecía un corazón celeste. Frunció el entrecejo, curiosa y abrió la carpeta. Alzó ambas cejas al ver una serie de fotos suyas que Satoru le tomó sin darse cuenta. Todas eran en su habitación, y reconoció rápido el contexto de éstas. Todas después del sexo. Sintió sus mejillas sonrojarse, había diversas imágenes de ella durmiendo, algunas incluso babeando, otras en donde solo le tomó a su cabello esparramado en la almohada, unas le avergonzaron, pues le tomó capturas a su cuerpo desnudo, pero nada con un enfoque vulgar, al contrario, parecían casi artísticas. La curva de su cuello, el comienzo de su pecho, la curva de su seno por el costado, su cintura, había muchas de su cintura, otras donde la sábana cubría hasta su trasero y podía ver en su totalidad su espalda. Había una que le gustó bastante, en donde se veía la mano de él simulando ser una persona que caminaba por la curva de su cintura, se rio bajito al verla.
Mordió su labio inferior, ¿qué significaba todas esas fotos? ¿cuál era el trasfondo? No fue para molestarla, se las hubiera mostrado cuando las tomó ¿entonces? Su corazón latió deprisa, parecía un álbum casi de admiración y la idea le ilusionaba sin poder evitarlo. No podía dejar la carpeta allí, por lo que la dejó oculta y con una clave que solo ella podría adivinar. Siguió revisando su móvil, llegó a las notas y sonrió al ver la serie de combinaciones de juegos que él dejó, entonces llegó a una que le sorprendió.
"4 de abril, cumpleaños de Kasumi."
Suspiró, ahora lamentaba no haberle dicho antes su cumpleaños, quizás habría celebrado con todos y tendría un lindo recuerdo, no un "pudimos hacer esto", ahora estaba llena de preguntas que no tendrían respuestas. Iba a dejar el móvil a un lado cuando recordó en primer lugar porque lo tenía en la mano, antes de responderle a su hermano pensó que quizás no tendría saldo para hacerlo y marcó a la operadora, alzó ambas cejas al escuchar que su plan móvil estaba con la cuenta al día y tenía minutos e internet disponible. Seguramente Satoru se encargó de eso, no quiso emocionarse al respecto, recordó al instante sus palabras y prefirió centrarse en la respuesta de su hermano.
Iba a llamarlo, por lo que buscó su contacto en su agenda, pero antes de marcarle notó un contacto nuevo y entreabrió los labios al leer el nombre "Satoru" junto a un emoticón de corazón.
— ¿Qué…? —susurró sintiendo sus mejillas sonrojarse. Tal vez no era su contacto, quiso creerlo al menos, mordió su labio inferior y simuló enviarle un mensaje, entonces cuando la pestaña de chat se abrió, sus ojos miraron en completo asombro que junto a su nombre decía "en línea". —Es… su número. —Sintió el corazón latirle deprisa, sus dedos se movieron rápido por la pantalla táctil escribiendo un saludo, pero lo borró al instante y cerró el chat, sus mejillas estaban calientes, abanicó su mano libre en su rostro y negó para sí misma.
No podía escribirle. No soportaría otro rechazo, aunque fuera indirecto. En estos momentos estaba demasiado sensible sobre lo de ellos y cualquier palabra o gesto le afectaba. Prefirió llamar a su hermano e informarle que se quedaría en la escuela, y después de una ducha rápida se acostó.
Pero nuevamente no pudo dormir bien, se dio vueltas una y otra vez en la cama, buscándolo. Extrañándolo.
(…)
Dos semanas habían pasado desde que llegó a su época. Tiempo en el que se había presentado con los estudiantes nuevos y a su parecer, no eran como Mai y Momo le habían dicho, pero tampoco eran del todo simpáticos, notó mucha competencia y si bien entendía las ganas de mejorar, sentía que no era sano esforzarse por ganarle a los demás. Pero no era asunto suyo.
Ya le habían asignado unas tres misiones desde que había llegado, para su sorpresa, la habían enviado acompañada solo de estudiantes nuevos, al parecer como líder de misión, cosa que aún no comprendía porqué pues sentía que no se lo merecía.
Miró de soslayo a su compañera, Chiharu Ikari, una estudiante nueva de segundo año de 17 años, no hablaba mucho y miraba todo el tiempo su móvil. Llevaba el cabello hasta los hombros y recto, podía ver la raíz de color marrón pero lo demás estaba tintado de color magenta.
—Ya debe estar por llegar la policía, Ikari-san —dijo sonriéndole. Chiharu suspiró y la miró de soslayo.
—No sé por qué los esperamos, deberíamos irnos. —Kasumi la miró confundida.
—Debemos esperar que Miura-san hable con ellos y arregle el papeleo. —Le comentó insegura; creía que el grupo nuevo ya había completado misiones por lo que no lograba comprender del todo sus quejas.
— ¡Ya lo sé! —Kasumi desvió la mirada para evitar que viera su gesto cansado, empezaba a comprender los comentarios de Mai y Momo. No entendía bien su actitud infantil, no eran tan jóvenes como pensó, el menor del grupo nuevo tenía 16 y se veía más comprometido con la causa. Parecía que eran las chicas las conflictivas. Se le escapó un suspiro y miró la hora en su móvil.
Había exorcizado con éxito dos maldiciones de grado 3 y una de grado 4. Estaba orgullosa, Chiharu no tuvo tiempo de reaccionar y se quedó con todo el mérito, claro que nadie lo había visto. Pero estaba conforme consigo misma.
—Bien, ya está todo listo. Podemos irnos —dijo Miura al llegar junto a ellas.
Utahime las esperaba cuando llegaron al colegio. Kasumi le sonrió como solía hacerlo, pero el gesto de cansancio de su maestra le llamó la atención, notó enseguida que ese gesto iba para Chiharu y volteó a verla, entonces lo comprendió. La chica estaba con el ceño fruncido, de brazos cruzados y sumamente enojada, no se molestaba en esconder su irritación.
— ¿Cómo les fue? —se atrevió a preguntar Utahime.
—No entiendo para qué nos envió juntas —comenzó hablando Chiharu antes de darle tiempo de responder—somos del mismo grado y con una bastaba para la misión.
—No podemos enviarte sola, Ikari-chan —suspiró la maestra—Miwa, ven un momento a mi oficina.
—Nos vemos, Ikari-chan —sonrió Kasumi y la joven se despidió moviendo la mano sin ganas.
Suspiró al alejarse y alcanzó a su profesora en segundos.
—Estas chicas son complicadas —habló Utahime acariciándose la sien—es como tener a dos Mai, pero más insolentes.
—Bueno… Mai nunca fue insolente —se rio bajito—solo un poco inexpresiva.
—Sí, es cierto —asintió Utahime—pero estas niñas… nunca en el tiempo que llevo enseñando me había topado con estudiantes tan conflictivas. No quieren trabajar, entrenar ni hablar de estudiar. No sé a qué se inscribieron.
— ¿Son reclutadas?
—No, de familia de hechiceros —suspiró—por eso son tan arrogantes.
—Ya veo… ¿Qué quiere hablar conmigo? —preguntó al llegar a la oficina.
—Miwa, hemos decidido que darás unos exámenes finales para cerrar tu año escolar ¿te parece bien? —Kasumi asintió—los programaremos para un mes más, para que te prepares. Esto es lo que se te evaluará de cada materia —dijo extendiéndole unas páginas. Kasumi tomó las hojas y las ojeó rápidamente y volvió a asentir— ¿Necesitas repaso de algún contenido?
—No, no es necesario —murmuró sin dejar de leer—ya vi estas cosas… puedo repasar por mi cuenta —sonrió levantando la vista.
—Bien… una cosa más —Kasumi la miró atenta y dobló las hojas para guardarlas en el bolsillo de su chaqueta—creo que estás en condiciones de ir sola a misiones, pero este grupo nuevo… no me atrevo a dejarlos sin vigilancia aun ¿te molesta seguir acompañándolos de vez en cuando?
—N-no —negó sorprendida—no me molesta… ¿de verdad cree que puedo ir sola a misiones?
—Sí —sonrió Utahime—no me sorprendería que te promocionemos pronto.
—Oh… eso… ¡Me esforzaré! —dijo animada y Utahime le sonrió, si tan solo el resto de chicas fueran la mitad de educadas que Miwa, su labor sería mucho más sencilla.
—Otra cosa… El director Yaga quiere que lo vayas a visitar hoy. Podemos llevarte a la estación y un auto del colegio de Tokio te esperaría allá ¿te sientes con ánimos para ir?
—Oh… sí, puedo ir. No hay problema —tragó saliva—eh… ¿sabe por qué necesita que vaya?
—Debes firmar unos documentos, que no se pueden enviar por correo. —Más aliviada, asintió.
—Me daré un baño rápido y saldré. —Se despidió de su profesora y salió de su oficina.
(…)
Estaba nerviosa. Sabía que las posibilidades de encontrarse con Satoru Gojo eran altas, y por una parte quería verlo, pero a la vez, prefería que no se encontraran. Sentía el abdomen pesado, la ansiedad le estaba carcomiendo y no sabía cómo controlarse. Mordía la mejilla interna derecha a cada momento, o sus dedos o el pie; por más que imaginaba un escenario en donde lo encontraba en el pasillo, en cada escena sucedía lo mismo, él no la saludaba y pasaba de largo como si no la conociera, o la saludaba y continuaba su camino, no conversaban más de dos palabras y no sabía qué era peor.
La indiferencia dolía, pero tal vez era lo mejor para dejarle en claro que lo de ellos ya era pasado pisado, aunque sus sentimientos por él estuvieran frescos. Suspiró y miró la hora en su móvil, iban a ser las cinco y media de la tarde, nuevamente llegaría tarde al colegio. Pero no le molestaba, no tenía prisa por irse a dormir pues no estaba descansando bien desde que había regresado a su presente.
Se había acostumbrado a dormir con Satoru, por las noches se daba vueltas y vueltas, buscándolo, terminaba viendo vídeos en su móvil o estudiando, y a pesar de dormir poco, tenía tanto en la cabeza que no sentía que le estuviera pasando la cuenta, al menos no todavía.
Cuando el auxiliar estacionó el auto, se quedó adentro por unos minutos, reuniendo el valor para enfrentarlo si es que lo veía. Suspiró con pesadez y salió del vehículo, agradeció al conductor y caminó lentamente por las escaleras de la entrada del colegio de Tokio.
El viento a esa hora del día era un poco fresquillo, pero no lo suficiente para estremecerla. Acomodó varias veces mechones de su cabello detrás de su oreja, y ordenaba su flequillo cada vez que se sacudía con la brisa. Al llegar al colegio, no se escuchaba mayor ruido que algunos insectos sacudiendo sus alas. Por un momento pensó que vería a sus antiguos compañeros en la cancha entrenando, o molestando a Nanami, sonrió al recordarlo e ingresó al inmueble sin dejar de mirar nostálgica hacia el patio.
— ¿Miwa? —la voz de Maki Zenin la sorprendió. Venía sola, cargaba una espada en su hombro y vestía un pantalón ajustado oscuro y un top del mismo color.
—H-hola —saludó nerviosa, la presencia de la gemela de Mai la intimidaba un poco.
— ¿Qué haces por acá? —preguntó deteniéndose antes de salir.
—El director me citó —respondió mirando hacia el pasillo, inconscientemente buscándolo.
—Ah ya veo… que te vaya bien —sonrió la gemela.
— ¿Vas a una misión? —ella asintió— ¿sola?
—Sí, a veces tengo esa suerte —dijo orgullosa—nos vemos.
—Que te vaya bien —se despidió moviendo su mano. —Estoy a años luz de Maki-san… —susurró viendo su espalda mientras se alejaba.
Esperó unos diez minutos afuera de la oficina del director, a esas alturas los nervios ya se habían calmado. Tenía la ligera sospecha de que él no estaba, era la única explicación que encontró para tanto silencio.
—Siento la demora —dijo el director al abrir la puerta—pasa.
—Descuide —sonrió y le reverenció.
—Estaba coordinando unos apoyos para los de primero —susurró buscando entre los papeles de su escritorio— ¿dónde está? Estoy seguro que lo dejé por acá.
Kasumi miró atenta al hombre, luego hacia la ventana y abrió los ojos de par en par cuando vio a Satoru Gojo en la entrada, riéndose junto a Itadori Yuji y Nobara Kugisaki. Sintió sus mejillas sonrojarse a pesar de que él estaba a varios metros de distancia y ni siquiera la había visto, pero el solo saber que estaban al mismo tiempo en el colegio le revolvía el estómago. Esperaba que no tuviera que ir a ver al director, que como siempre tardara en dar su informe de la misión, si es que venían de una.
— ¡Aquí está! —su atención volvió al director, lo vio tomar un papel y revisarlo por unos segundos, asintió para sí mismo y se lo entregó. Kasumi alzó ambas cejas y lo recibió—me tomó un poco de tiempo girarlo en tu nombre, estaba en un fondo común.
Kasumi abrió la boca cuando vio el cheque. Era el sueldo que debió recibir cuando estuvo haciendo misiones en Tokio en el pasado, ahora que veía su trabajo acumulado en un año y medio le pareció mucho dinero.
—Yo… no puedo —susurró sin dejar de mirar la suma, imaginando cuánto podría ahorrar, ya que no contaba con ese ingreso.
—Es tu trabajo —le dijo él—si no lo recibes, seguirá en una cuenta de fondo común.
—E-entiendo —asintió—gracias —sonrió— ¿debo firmar algo? —el director asintió y le entregó una serie de copias que firmó con cuidado.
—Lamento hacerte esperar tanto para unas cuantas firmas ¿alcanzas el metro de regreso? —preguntó mirando la hora en su reloj de muñeca—creo que sí.
—Sí, si me voy rápido no habrá problemas —sonrió poniéndose de pie—muchas gracias —le reverenció.
— ¿Te ha ido bien? Digo, retomando tu vida —preguntó el hombre y Kasumi asintió.
—Todos han sido muy amables, eso me ha ayudado bastante.
—Ya veo, cualquier cosa, puedes contar con el colegio de Tokio también —Kasumi le sonrió y volvió a reverenciarle.
Al salir de su oficina, se quedó leyendo sus datos en el cheque, aun le costaba asimilar que había recibido tal suma. Iba concentrada caminando lentamente cuando escuchó las quejas de Nobara. Levantó la vista hacia el frente y entonces los vio. Sintió el corazón latirle rápido, sus labios se pegaron fuerte, tensándose en su sitio y guardó el cheque rápidamente en su chaqueta cuando ellos la vieron.
—B-buenas tardes —saludó a los tres cuando estuvieron frente a ella.
—Kasumi… ¿Qué estás haciendo aquí? —la voz de Satoru se oía genuinamente sorprendida. La joven desvió la mirada, sintiendo sus mejillas acaloradas y rogaba no estar sonrojada.
—El director me citó —susurró y le miró por unos segundos—debo irme —sonrió a los tres y se despidió moviendo su mano.
— ¡Espera! —Kasumi volteó rápido al oírlo, el hechicero se quedó en silencio por unos segundos y sonrió, relamió sus labios y le dio una palmada en la espalda a Itadori que los miraba atentos—iremos por unos helados con los chicos ¿quieres ir?
— ¿Eh? —soltó mirándolo confundida.
— ¿Qué? ¡Pero si nos dijiste que no! —se quejó Nobara.
—Gojo-sensei, si nos ibas a decir que sí, ¿no hubiera sido más rápido visitar la heladería antes de llegar al colegio? —Satoru los miró nervioso y volvió a darle una palmada en la espalda a su estudiante que lo hizo tambalearse.
— ¡Me entendieron mal! Les dije que esperemos a Megumi en el colegio —se carcajeó ruidoso.
—No, no lo dijiste —siguió quejándose Nobara.
— ¿Quieren comer helado o no? si no quieren no vayan —les susurró entre dientes.
— ¡Si queremos! —exclamaron ambos al mismo tiempo, como un ejército sincronizado.
— ¿Y? ¿vienes? —sonrió Gojo.
—Yo… me perderé el metro —susurró no muy convencida.
—Puedes quedarte —sonrió Itadori—vamos, no siempre podemos comer todos juntos. Y así nos cuentas de Gojo-sensei cuando era adolescente.
—Oirás puras maravillas —sonrió Gojo— ¿verdad, Kasumi-chan? —preguntó medio sonriéndole.
Y el rubor se apoderó de sus mejillas. El corazón le latía deprisa, después de no verse en dos semanas ni saber nada de él, tenía esa oportunidad y no sabía bien cómo tomarla. Relamió su labio inferior y asintió, no estaba segura de lo mucho que podría afectarle compartir con él, pero quería verlo y escucharlo.
Así que se arriesgaría.
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N/A: Gracias por leer! espero el cap no haya sido tan aburrido, pero era necesaria esta transición antes de lo que se viene xD me emociona el próximo cap hahah
Bueno, espero se comprenda lo que siente Gojo, la ama, pero a pesar de que legalmente pueden estar juntos, para él Kasumi sigue siendo muy joven.
Espero poder escribir pronto lo que sigue, y que no haya tantos errores en la redacción ni ortografía.
Nos leemos!
