Metales desgarrándose se escuchó. Sensaciones de adrenalinas que emocionarían a los locos, y sentimientos de odio se olía por estos lugares, en los campos de batallas. Más floreció el olor de los bosques quemados que aullaban ayuda del creador.

Las batallas fueron implacables, ruines y malvadas. Todos perdieron un familiar, un amigo... sus humanidad, convertidos en nada mas que maquinas de matar. El clásico color del pasto se desvaneció a la fuerza, simplemente carbonizados. Culpa de estos sucesos, los animales huyeron de su hábitat, de la batalla que todo, a su paso destruía sin compasión.

Gritos de guerras se volvieron a escuchar. Era lamentable, una batalla que jamás debió de pasar, pero el destino así lo quiso.

Porque la vida anhelaba la sangre.

Dos sombras combatían, el fulgor de lo que parecían ser katanas que se repelían sin cesar. De un momento a otro, las sombras tomaron distancias prudentes, el primero realizo varios sellados de manos, y de la boca del mismo salió un dragón de agua que se impulsó en movimientos serpentinos, arrasando la tierra ya estéril con el fin de rodear a su objetivo, quien hábilmente lo esquivo.

La segunda figura termino los movimientos de sellos, toco el suelo, surgiendo varios kanjis rodeando a la primera figura que no pudo esquivar.

La primera figura fue encerrada por una barrera de poco espacio. Poco duro la barrera, de alguna manera el sellado se rompió, y una forma de samurái dorado de un tamaño considerable lo rodeo, protegiéndolo de los posibles ataques.

la aparición repentina de aquella forma dorada hizo retroceder a su contrincante, era claro la razón. Desenvaino la otra katana que estaba detrás de su espalda.

—Prepárate—dijo la segunda figura, con una voz tensa, extrañamente arrepentida.

Se puso en pose de combate, en una de "L" simétrica, su mano derecha junto a su brazo se extendían hacia adelante, lo mismo sucedió con una pie y pierna derecha hasta llegar a un punto equilibrado, el brazo izquierdo se movió hacia arriba y atrás mientras su antebrazo permanecía extendido, teniendo en su frente la katana, y la otra en la derecha casi apuntando al objetivo.

Sin esperar al enemigo, arremetió sin pensarlo, sin embargo, su fuerza natural no fue suficiente para quebrantar al samurái dorado, por lo que, potencio sus capacidades musculares para obtener mayor fuerza.

Dio un resultado muy bueno. Fue tan bueno, que la armadura impenetrable de aquellos ojos rojos ahora revelado bajo la luz de la luna, que se destruyó de un solo golpe.

El enemigo no evito sentirse aturdido, pero luego recordó con certeza quien era su oponente.

Un Uzumaki poderoso, un joven Ashina Uzumaki en su mejor momento.

Por otro lado, él era un Uchiha poderoso. Rivalizaba con el propio Uchiha Madara, aunque esto fue un secreto bien oculto, era un asesino desertado de su clan, y se aseguró de borrar su nombre de los registros.

—¡Potenciar tu cuerpo con chakra no es suficiente! —se burló el Uchiha. Realizo varios sellados de mano, y escupió cinco bolas de fuegos con gran rapidez dirigido a su enemigo.

El Uzumaki con las katana, dividió las bolas de fuego, a excepción de una que lo golpeo desde atrás, provocando que se arrodillara momentáneamente.

Los Uzumaki eran descendientes directos del sabio, de Ashura Otsutsuki. Ellos eran poderosos por una razón, cuerpos fuertes y resistencia irreales, además de eso, Uzumaki Ashina no era cualquier persona, era un líder del clan más poderoso y salvaje.

—No, no lo es—dijo Ashina, agitado por el dolor, con una mirada seria planeo estrategias—, ¿Es necesario seguir combatiendo? Viejo amigo.

Una risa maliciosa resonó, cascado por una meta mitológica; la paz del mundo.

—El sabio les dejo a los Uchiha la respuesta hacia la paz—grito el Uchiha, con una sonrisa brillante, los ojos rojos brillaron ferozmente, desprendiendo emociones poderosas—La piedra me dio una razón... ¡Para encerrar a este mundo en un infinito sueño! donde la paz jamás sea perjudicada por nosotros—agrego con tintes de locura.

El Uzumaki negó con la cabeza, como un investigador de la era del sabio, se dio cuenta que había cosas que no cuadraban, después de todo, el sabio luchó para impedir la existencia de algo mucho mas grande que ellos desconocían.

Alguien manipulo el legado del creador, debía de encontrar al responsable, antes que el mal gobernara los rincones del mundo, en la luz.

—Has caído muy bajo, Hiroshi—dijo Ashina mientras corría por el costado, evitando los muros de tierras que intentaban aplastarlo con brutalidad—. Presumes saber de paz, una respuesta demasiada compleja, para nosotros; cuya naturaleza recae en la violencia.

Movió sus brazos junto a sus manos, realizando movimientos indescriptibles que crearon diez estatuas de tierra impenetrable que se desplazaron en contra del Uchiha.

Los reflejos sobrenaturales ayudaron a Hiroshi esquivar los golpes de las estatuas, pero no espero que explotaran en una explosión de viento, cosa que lo mando a volar, hasta que otra estatua le dio en el estómago, causando que escupiera sangre por la fuerza utilizada en su cuerpo.

Incluso cuando cayó al suelo, no hubo tiempo para pensar, otra estatua apareció y quebró sus piernas con cadenas de agua.

El grito de dolor no se hizo esperar.

Ashina procedió hacer una mueca, estaba agotado físicamente, sus reservas casi nulas, la batalla estaba durando demasiado y utilizo demasiado jutsus defensivos para no matar a su amigo. No obstante, pensaba en tomar la vida de su amigo, perdía la esperanza de regresarlo por el buen camino.

Las estatuas que invoco habían hecho que gastara más chakra de lo que tenía, por lo que, rastro de cabello blanco se veía, era una consecuencia de exceder el uso del chakra.

El Uchiha yacía en el suelo, enojado como nunca. A pesar de sus piernas rota, no detuvo el combarte y siguió combatiendo con terquedad.

Era un hombre admirable.

Pero nadie se percató de una presencia que observaba desde la sombra, cuyos ojos destellaban el verde claro.

Uchiha Hiroshi invoco, otra vez, la armadura samurái, pero esta vez fue diferente, su tamaño era comparable kyuubi en su máximo esplendor, era un susanoo perfecto, brillando el elegante color dorado.

Dentro de la capa, dos especies de huesos atravesaron la pierna del Uchiha, manteniendo su voluntad mientras gemía de dolor, los huesos que lo atravesaron cambiaron de forma y se hicieron uno con sus piernas quebradas.

Podía caminar, sin embargo, debía de gastar mucho chakra, teniendo en cuenta que tenía poco, ya notaba como su cabello se iba emblanqueciendo. Su amigo Uzumaki ya tenía el cabello blanco.

Los siguientes eventos fueron presenciados por aquellos ojos verdes, impasible ante el irreal combate, dos monstruos luchando entre ellos, sin importar la destrucción que causaran, ninguno de ellos cedería, solo uno viviría.

Dos voluntades de hierro, dos ideales diferentes combatiendo a muerte.

Sin embargo, aqui estaba, listo para intervenir en contra del destino.

Entre el choque de fuego y ola de agua, Asahi salto al combate interrumpiendo a los ninjas. Sin pensarlo dos veces, desenvaino una katana que tenía en su espalda, y con gran rapidez corto por la mitad al Uchiha, no le dio tiempo para esquivar, como era propio del santo maldito, separo la cabeza de Hiroshi de su cuerpo ante la mirada asustada y agotada del Uzumaki.

—¡¿Qué hiciste?! —exigió saber la respuesta, la desesperación brillo en los ojos morados del hombre. No fue justo para su amigo, morir de esa manera poco honorable.

Los ojos ámbar claro lo observaron fijamente en silencio, el iris se movía de arriba y abajo, analizando científicamente, como si realmente dudara que tomo la decisión correcta.

—Tú...—dijo Asahi bajo una mirada seca, carente de emoción— Vivirás...

Estiro el brazo, y el Uzumaki vio un pergamino. Con sospecha lo acepto, estaba debilitado, no le quedo de otra que evitar el combate. El pergamino se veía ambiguo, el color amarillo era incoloro, casi degastado por un tiempo desconocido. Incluso las palabras del hombre sonaron antiguas, atrapadas en un tiempo olvidado.

Cuando la luz del sol llego, cuando apenas levanto la mirada, aquel hombre había desaparecido de alguna manera. Debido a que tenía la vista desenfocada, no pudo observar bien la apariencia del hombre.

Sin posibilidad de soportar el cansancio, cayó al suelo e inconsciente. Inocente de los gritos preocupada de su clan, sus gentes preciosas.

Asahi que se mantenía oculto, abandono el lugar con una pequeña sonrisa.

Su legado había sido bien recibido, y fueron capaces de superarlo en cuanto técnicas, no fue una mala elección legarle el fuinjutsu al segundo hijo de Ashura Otsutsuki. Por supuesto, Ashina no era el hijo del propio Ashura, después de todo el clan Uzumaki descendía de Asahi y el segundo hijo era una mujer, con el que Asahi realizo un tratado; él le daría un hijo, la descendencia heredarían la capacidad innata del fuinjutsu y el kenjutsu, sin embargo ella debía de criarlos con buenos valores sin su presencia.

Así fue como el Clan Uzumaki Nació.

70 años después; cerca de Uzushiogakure no sato.

—Ataquen—Ordeno un shinobi de alto rango.

Una horda veinte mil ninjas avanzaron, compuestos por tres aldeas grandes; kirigakure no sato, iwakagure no sato, y kumogakure no sato. Unidos por un mismo objetivo, la destrucción de la aldea de los Uzumaki, Uzushiogakure no sato.

—Guíen a los niños, mujeres y anciano a los refugios secretos de la realeza—grito un hombre, con una expresión seria. Pese a la edad de ciento veinte años, poseía una gran vitalidad junto a ello, un gran poder. Como líder del clan, ejecuto la primera ley; defender a los débiles y a la siguiente generación.

Debido a la orden, comando a quince ninjas de elite para proteger a los civiles, y en cuanto escaparan ilesos, tales ninjas debían guiar los destinos de cada uno.

El tiempo fue el cruel, a causa de la guerra, lentamente iban perdiendo la vida. Antes de la guerra, habían mil quinientos Uzumaki, pero ahora solo quedaban sesenta, incluido al Uzukage, mejor conocido como Uzumaki Ashina.

Sin embargo, a pesar de haber diezmado diez mil ninjas, todavía quedaba la otra mitad, eran numerosos. Alguien rompió la protección del sellado, el líder sabía que no fue uno de los suyos, si no alguien que se infiltro muy bien.

Los Uzumaki no romperían los sellados de Barrera, después de todo, seguían la tradición de proteger a la familia, incluso si sus personalidades eran salvajes y extrovertidas, no eran tontos.

Cincuenta de los sesentas ninjas Uzumaki se encontraban heridos. Algunos perdieron extremidades, otros sufrieron heridas graves, y poco estaban con heridas suave. El cansancio era algo peligroso, sin embargo, la voluntad de fuego persistió.

La voluntad del sabio los mantuvo de pie.

Incluso si ellos eran un clan poderoso, dotado de grandes reservas y talentos complejos, todavía seguían siendo humanos.

Aquellos hermosos lugares que caracterizaban a su aldea, se convirtieron en nada más que lúgubres recuerdos. Mas no importo, sus personas eran el pueblo, el legado que resurgiría algún las llamas apagas del remolino.

El suelo mancillado por la sangre de las víctimas, estructuras únicas destruidas por ataques múltiples del enemigo. Cientos de cadáveres cayeron inerte antes la naturaleza.

Todo parecía perdido para los últimos Uzumaki en pie.

El faro lentamente se apaciguaba. Los enemigos avanzaban sin cesar destruyendo todo a su paso. La luz verde de la naturaleza se apagaba por culpa de la codicia.

Cuando todo parecía perdido.

Una luz dorada resurgió entre el cielo y la tierra. Ascendiendo lentamente por el aire, fue tan fuerte el destellar dorado que la luna blanco brillo amarillentas y sus estrellas plateadas se llenaron de fulgor.

Por un momento, la batalla se detuvo. Los enemigos cesaron sus pasos, observaron temerosos el suceso antinatural.

Lo que vieron, estremeció sus corazones y lo llenaron de temores inentendible.

Entre las estrellas, un humano se hallaba en aire como si fuera algo común y corriente, desbordando un poder único, tan desconocido como lo era la época del origen de los shinobis.

Su chakra poderosamente denso, que inconscientemente creaba una barrera que protegía al receptáculo. Cuyo cuerpo era cubierto de un rebosante chakra blanco, a excepción de sus ojos.

Una mirada fría observaba a los enemigos por igual, juzgando la manera debían de morir, las escleróticas eran tan negra como el abismo de la oscuridad y aquellos ojos brillaban un jade malicioso.

—Descendientes del sabio, he oído sus suplicas—sentenció con una voz poderosa, sonaba antigua y llena de sabiduría como así mismo, un rencor incomprensible. Los ojos de la entidad se movieron hacia los Uzumaki.

—Tú—dijo Ashina sorprendido, reconoció al instante ese chakra familiar. No fue un recuerdo fácil de superar, no. No era un recuerdo fácil de olvidar, cuando tu amigo cayó bajo la mano de un hombre desconocido.

—El quien soy, no importa ahora—miro al líder del clan, y estiro su mano—tienes una elección importante. De usted, dependerá el destino que sufrirá el clan.

—¿Qué quiere decir? —grito un miembro del clan.

Un suspiro amargo escapo de la boca del ente.

—A cambio de sus vidas, yo salvaré la aldea de su inminente caída—dijo, y una sensación de paz calmo a los Uzumaki, por alguna razón que desconocían—¿Qué dicen? ¿Ofrecerán sus almas? No habrá despedida, es ahora o morirán siendo usados para fines malvados.

La solicitud impacto a los ninjas, fue inesperado. Tal elección era difícil de tomar, no obstante, tomaron una decisión por la cual no iban a retroceder.

—Lo haré—dijo uno, entre todos los que dudaban.

Esto causo una respuesta colectiva, cada uno tomo una fuerza de voluntad y un deseo de despedirse de sus seres más allá de la muerte los motivo.

Ashina miraba los eventos callado, con una tristeza por estos jóvenes que habían decidido sacrificarse. No lo confundas, él estaba orgulloso de sus miembros, solo que no quería, que murieran jóvenes...

—Un día las corrientes de agua caerán sobre la aldea, y cuando eso suceda. Los remolinos surgirán para proteger a la siguiente generación, los siguientes fuegos del sabio—recordó un recuerdo, no sabía quién dijo esas palabras, más sabia que calaron su mente y paso su voluntad a los más jóvenes, como el creador del fuinjutsu le lego a su familia y a los siguientes porvenires.

A ojos de los enemigos, fue algo escalofriante. Horroroso por el poder que desprendía y la presión que les causaba, los hizo arrodillarse inconscientemente.

Cuando la luz dorada desapareció en forma de polvo, una máscara roja oni los observaba con esos inquietantes ojos verdes. Tenía un kimono blanco puro, encima de ello una armadura roja que les recordó a Uchiha Madara por lo similar que eran, en sus hombros adornaba una capa que llegaba hasta el final de su espalda.

Su mirada era la de un juez enojado, casi como si hubieran tocado algo precioso de él.

Debido a la apariencia, muchos comenzaron a recordar la leyenda del santo maldito. En la historia moderna, llevaba una capa negra, una máscara oni roja y una armadura carmesí y debajo de ella un kimono blanco puro, además de dos espadas que se encontraban a sus lados.

Creían que era un mito, tal como lo era el sabio de los seis caminos.

Pero aquí estaba, observándolos fijamente.

Desde este día entendieron el concepto de "Dios", o al menos una fracción de ella. La apariencia de la entidad fue cambiando, a causa del kimono y la máscara el cambio no fue visto, no obstante, un cuerno sueco de punta hacia arriba en su frente derecho fue visto a lo lejos.

El aire que desprendía se transformó en algo más poderoso, más incompresible. En su mirar, la emoción humana fue carente. Un aura poderosa domino al resto de los enemigos, su presencia hacía temer a los enemigos, por la manera que observaba, los trataba como simple seres molestos.

La luz de la luna amarillenta floreció el brillar de los ojos jade. Sin pensarlo dos veces, realizo movimientos de manos que crearon una barrera invisible para evitar que sus enemigos desafortunados escaparan.

Fue consciente que los tres kage huyeron junto a dos mil quinientos ninjas, sin embargo, lo que quedaron era suficiente para calmar su ira. Después de todo, seguían siendo numerosos.

No hubo piedad en su endurecido corazón. Cuando el trato de los Uzumaki se confirmó, los enemigos temieron por sus vidas, mirando impotentes como sus líderes escapaban junto a otros numerosos ninjas que apenas escaparon.

Fue entonces que el terror estremeció las almas de los shinobis, una presión poderosa de instintos asesinos hizo arrodillar a sus enemigos como perros rendidos, el chakra del ente irradiaba odio y un enojo sin control, esperando a ser desatado.

Las consecuencias fueron severas, de ser arrodillados pasaron lentamente a perder la vida, cayendo inertes antes la inevitable muerte. Nadie se salvó de la ira del santo maldito, desde los más débiles hasta los más fuertes perdieron la vida en igualdad de condiciones, por supuesto, algunos aguantaron más que otros.

El clan salvaje observo los eventos, con una sonrisa cerraron paulatinamente los ojos, sus objetivos habían sido cumplidos.

Era hora de descansar, mientras se disipaban en polvo dorado, escucharon el refrán sentenciado:

—Mi justicia sufrirán—junto las dos palmas, las separo con cuidado y dentro de ella, un circulo dorada surgió—, el odio perderá ante la compasión, el amor prevalecerá y la codicia será controlada cuidadosamente, que la ambición no ciegues aquellos que huyeron.

el circulo dorado comenzó a esparcir bolas pequeñas que se dirigieron al campo de batalla, para eliminar a los enemigos restantes, en el momento que impactaban contra el suelo o un cuerpo, explotaban con mayor expansión y el daño era lo suficientemente fuerte como para pulverizar un cuerpo humano.

El líder de los Uzumaki permaneció, sus soldados se disiparon en arenas doradas hasta que el viento se los llevó, sonrió plácidamente cuando los enemigos cayeron rendidos antes la muerte.

—Gracias por no romper su palabra—agradeció el hombre, lentamente desvaneciéndose en polvo dorado mientras el viento lo guiaba a su próximo destino—Rikudo Sennin, dejo al mundo... En tus manos y proteja a mi clan, por favor.

La figura del hombre se desvaneció formando un yin y yang por unos momentos.

Los ojos verdes de la entidad se apagaron al igual que la esclerótica, regresaron a la normalidad, sus ojos ámbares tenían más azules que verde. A través de ellos, observo la despedida de su legado, estaba sorprendido, ser llamado sabio de los seis caminos fue algo que no esperaba, sabiendo que sus ideales eran diferentes al del hombre.

Camino entre los cadáveres, noto como curiosamente también se volvían cenizas y el viento se los llevaba. Pronto, sintió como el dolor se distribuía por todo el cuerpo, provocando que cayera al suelo con una respiración agitada mientras hacia todo lo posible para mantenerse consciente.

Por unos segundos, vio a Hagoromo, con una leve sonrisa pegada en su envejecido rostro. No obstante, cuando se desvaneció de su visón, escucho voces exclamando por sus seres queridos.

Logro esconderse de ellos con dificultad, la presión que sentía en su cuerpo, dificulto sus movimientos, la técnica que realizo tenía un gran precio a costa de los demás y el sufrimiento de los usuarios.

—Llegamos tarde—exclamo una voz masculina.

Entonces una mujer pelirroja adulta llego al campo, seguido de una niña peliroja, quienes observaban con gran tristeza al lugar, a su hogar destruido por viles codiciosos de poder.

El mundo recordaría la caída el clan Uzumaki y de su aldea.

Entre las sombras, Asahi descansaba con su espalda apoyada sobre el árbol. Los shinobis de la hoja habían llegado demasiado tarde, más la barrera que impuso les impidió llegar a ver cómo los últimos ninjas Uzumaki morían.

Se alejó del lugar lentamente, sin importar si tenía cojera, dada la técnica utilizada, tardaría al menos 2 semanas en recuperarse por completo. Entro a una multitud y se lentamente se alejó de la vista de todo ser vivo, sin darse cuenta que era observado por aquellas mujeres pelirojas que sintieron su presencia, pero afortunadamente no vieron su rostro.

—¿Quién era? Mito-sama—dijo la pequeña con curiosidad.

Mito negó con la cabeza, todavía había pesar en su frágil corazón. Mas aquel desconocido cargaba con un gran dolor, no sabía porque, le parecía familiar.

Ese aspecto parecido al fundador que narraban, el creador del Fuinjutsu que llego sus enseñanzas a la familia uzumaki por misteriosas razones. Dentro del estómago de Kushina, un zorro colosal observaba la salida del hombre a través de los ojos de la mujer.

Se le veía triste, sin saber la razón, supuso que era por la caída del clan. Fue impresionante para el zorro, quizá los Uzumaki descendían de él, por eso poseían el innato talento de la espada y los sellos, aunque no al nivel de él, su fundador.

A través de la experiencia percibió como el humano, maestro de su creador, había cambiado rotundamente. Con los mismos ideales, pero sin duda en su corazón, cometería crímenes con tal de lograr la tan ansiada paz mundial.

Sin embargo, su humanidad continúo vagando en su corazón de piedra.

—¿Quién sabe? —respondió la mujer, miro a la niña con una triste sonrisa—. Quizás vio la situación impotente, sin posibilidad de hacer algo.

—¿Eso crees? —Kushina miro curiosa a la figura que se desvaneció antes sus ojos, sus instintos le decían que era el causante de aquel destello que ilumino al mundo como un sol—. Pienso que él ocasiono el brillo que vimos de lejos.

La mujer mayor no pudo evitar ver con curiosidad a la niña.

—¿Dices que ese hombre es el responsable de esta tragedia?

Kushina asintió no muy segura.

Mito regreso la mirada, donde aquel brillo alguna estuvo iluminando majestuosamente todo a su paso. Regresaron a la aldea de la hoja cargando emociones de tristezas, mantuvieron en secreto la apariencia del hombre, y difundieron los rumores de su persona sin contar su apariencia.

Asahi fue llamado "El santo de la tragedia" , debido a los sucesos pasado.