¡Hola!

Al fin, después de tanto he vuelto a actualizar y se que me he tardado, me disculpo por la demora, espero sus comentarios. Ojalá este capítulo les guste.

Los personajes de Dragón Ball Z no me pertenecen, son propiedad de Akira Toriyama al igual que los personajes de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi . Yo solo los tomo prestados sin fines de lucro.

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Capitulo : 66-67 INUYASHA

Michael Jackson — Scape

Advertencia: Violencia/ Sangr e

PD: Perdón si tengo algún errorcito de ortografía

XxXxXxXxX

Esa persona era yo

Sus ojos seguían perdidos sobre el cielo que poco a poco iba tomando color nuevamente, la impureza que había nacido de la fusión de Tsubaki con ese demonio había alterado el entorno y el molesto olor que aún se percibía de la carne al desvanecerse la mantenían alerta, la sensación de haberle dado aunque fuese un final, le liberaba parte del peso que sentía encima, rogando ingenuamente por un par de segundos que ese acto, ese pequeño cambio en ese mundo fuera más que suficiente para poder cumplir, poder sentir que había echo lo posible por que su cometido fuera un éxito.

¡Tonta!

Se reprendió pese a haberle hecho frente en ese momento, el que en su instinto hubiese tomado la decisión de desaparecer aun ser vivo, consiente, capaz de trasmitir sensaciones iguales a ella, había actuado como muchas veces soñó con hacerlo, ser capaz e indispensable en una situación crítica, pero había llegado a su mente como un rayo eliminando la tenue satisfacción que había sentido en su cuerpo, recordándole que no se diferenciaba mucho su situación de la de aquel chico proveniente del futuro, Trunks, se había presentado, gran sorpresa fue saber que el era él pequeño retoño de la mejor amiga de su esposo, esa que le había destrozado, aunque sin saber a ciencia cierta, por lo narrado por la rubia, no sabía si era una artimaña más de Tsubaki o en verdad la habían traicionado. Cuando Goku enfermo ese doce de mayo, había sentido morirse, la información había permanecido fuera de su alcance y tarde fue cuando entendió porque el afán de ocultar aquel frasco, con la escusa de que era un recuerdo de uno de sus entrenamientos, el que él sufriera al omitir esa información la hizo sentirse peor de inútil, fueron días realmente duros y la impotencia de verlo retorcerse de dolor la maniataban, esa era una de las principales razones por la que odiaba verlo envuelto en batallas, no tenía el estómago, ni mucho menos el corazón para ver a esa persona importante dejar su vida ante un enemigo, aunque se considerara también una luchadora, no podía con esas situaciones, pero su escusa siempre era no preocuparla y en muchas ocasiones pensó que era su frase clave para mantenerla al margen, y que el siguiera disfrutando de sus combates, pero nada salía cómo en su mente se imaginaba, las palabras que habían salido de los labios de ese chico, esa pulsante acción que hacia el viaje en el tiempo tan delicado como para solo ejecutarlo en momentos sumamente importantes, claves para la vida humana y que por supuesto, el viejo Brief había recreado en un modelo más práctico y solamente para uso personal o eso creía, ante su lapsus en plena situación tensa seguía remarcando en su mente, El tiempo era inmutable, ese corto espacio que convivió con el chico pelilila y lo que alcanzó a escuchar de las conversaciones entre el maestro Roshi y Bulma, cuando la creían ausente al solo cuidar de Goku, el que él cambiará ese pasado, esa terrible situación de dónde curiosamente había aparecido la rubia, el que le permitiera a su esposo no morir de una enfermedad fatal y el advertir la destrucción gracias a los androides, no le beneficiaba en nada, el futuro del que provenía no podía modificarse, no significaba ningún cambio para la línea del tiempo del que él venía, solo había creado una tangente, dónde su futuro y el de ellos se separaban en un punto clave y fue tres años antes de que al Dr. Gero le diera rienda suelta a sus creaciones, ese simple hecho, era el que la había mantenido aletargada después de darle fin a esa mujer, pese a que Trunks volvió para impedir la muerte de Goku, al final el término falleciendo aunque las condiciones fueran distintas, la tierra no resultó destruida ante los androides, pero si arraso gran parte de la vida humana aquella verdosa criatura llamada Cell, muy pocos sucesos se mantuvieron, tal cual el chico había contado, aunque muchas otras cambiaran, esa simple razón la había traído de vuelta a la realidad, y Kami-sama parecía ser consiente de ello, Dende se lo había anunciado a la rubia ese día. La estaba matando de incertidumbre, su garganta seguía seca y la sensación en sus manos quemaba, el deshacerse de ella ahí la había llevado a conocer solo un poco más, el porque había decidido tomarla con ella, aunque no tuviera el cien porciento de su razón original, no sabía si había hecho bien o si sus acciones conllevaría a verse igual, menos o peor en el futuro, a diferencia, no tenía una razón clara o información previa ante estos hechos, solo el sentimiento de odio que esa mujer sentía hacia Aome o Inuyasha o quizás a esa mujer llamada Kikyo, más sobre ello simplemente desconocía y para confirmar algo más tendría que volver, buscar la manera para volver a su lugar y el recuerdo de aquella extraña máquina perdida junto a la vaga promesa en la mirada de esa mujer… Dios, sabía que nada estaba seguro pero temía, temía mucho a cualquier otra sorpresa que pudieran darle, el tal vez de sus ojos se le hizo genuino y era una posibilidad que no podría permitirse simplemente descartar, y por ello los recuerdos de esa época llegó a su mente, casi ocho años atrás y eso la hizo entender que no era tiempo de celebrar o creer que había finalizado. Podría estar segura de ello y aunque el reencuentro entre su ahora y el futuro le carcomieran, aún no era suficiente, era humillante de alguna forma pero con la fuerza y conocimiento que había adquirido, aún no era un digno oponente para todos ellos, no era suficiente, es más, se reía de si por pretender hacerles frente, a las personas más fuertes del universo, su único consuelo era la rubia, la única que estaba igual de implicada que ella, y rogaba no volver a ser tan dependiente y retomar las raíces que había cortado tan pronto se sintió segura en un ingenuo y apresurado matrimonio.

Tomó aire y la idea de una confrontación cercana le helo la piel, no podría con todos y la táctica en medio del combate era lo único a lo que podía recurrir, era la ventaja que tenía, el que a groso modo podría jactarse de conocerlos a cada uno en medio del combate, pero si la capturaban igual que aquella vez, la someterían a esa mujer antes de matarla sino tenía algo más entre manos, el como voltear sus jugadas a su favor, El encontrar ese talón de Aquiles que le diera la victoria, porque hacerles frente así no mas, solo traería la derrota absoluta y eso dolía, ¡Demonios! Dolía en su orgullo y en lo más profundo de su corazón, porque eran realmente importantes para ella y Dieciocho, aunque los sucesos los llevarán a ser de bandos opuestos, sus hijos, esposos y amigos, todos eran parte de ese ahora rompecabezas que llamaban vida, aunque no fuera de su agrado en varias ocasiones, aunque la apuñalase la situación vivida poco antes de llegar ahí, no quería destruir lo que por tantos años había construido, tan arduamente, aunque después solo tuviera de nuevo como consuelo su carácter y el amor de sus hijos, de Goku aún era un limbo su situación, porque no conocía ciertamente sus sentimientos y puede que la sensación de dependencia fuera el pilar de los años que convivieron, pero para ello aún tenía bastante tramo por recorrer y el quemar en sus pulmones le hizo soltar el aire que había inhalado, no podía seguir divagando, tenía que actuar, ordenar sus ideas, ingeniar un plan y poco a poco llevarlo a cavo, la dependencia que había puesto sobre la rubia debía finalizar y poner ese peso sobre si misma, las escenas que aquel ente le había obligado a ver y que estaba segura, era uno de los causantes de cuánta extraña sensación vivía en ese apartado de Japón, era el punto de partida qué debía seguir, Si esa imagen era suya, algo en ese pasado la había llevado para que aprendiera, comprendiera y puliera cada acción que tomaba como propia y esos errores se hicieran inexistentes. Ahora se arrepentía de no haber seguido por el camino que había marcado su padre, pero siempre fue testaruda y eso ahora debía volverla en una virtud, y el esforzarse para ser realmente apta en ese mundo, si quería poder cambiar su futuro, aunque solo fuera para tener a su familia realmente a salvo. Aunque fuera solo por una vez.

—¡Cof!— tosió levemente al sentir su garganta seca y sus pulmones reclamar por un aire más fresco, el dolor punzante en su vientre la hizo distorsionar el rostro, bajando la mano libre, soltando la flecha y arco, sintió la herida en su vientre empezar a cerrarse lentamente, pero provocándole un par de retorcijones como si su interior estuviera dando un vuelco, apoyando su mano derecha en el nacimiento de ese dolor, doblándose apenas para soportar esa sensación—¡Hmm!— soltó mientras su cuerpo temblaba pero no pretendía siquiera mostrarse más débil, no podía hacerlo más.

—¡Por Dios!— comentaron las chiquillas, impresionadas ante los hechos, sin comprender del todo como habían terminado envueltas en todo ese desastre—Esa criatura— soltaron de nuevo, aturdidas, aquel enorme demonio, al que le habían temido tanto. Simplemente ya no existía y se había ido junto a Tsubaki, su superior—¡Increíble!—se soltaron del monje y corrieron hacia la zona del combate, admirando los escombros y lo que aún quedaba de tan fugaz enfrentamiento, miraban cada extremo, sin alejarse mucho, sintiendo las leves miradas curiosas sobre ellas, un leve carraspeo por parte del monje y la figura a unos pasos las frenó, acercándose veloz a la pelinegra, abriendo descaradamente aquel pequeño agujero sobre su espalda baja.

—¿Estás herida?— Botán había recordado aquella extraña desaparición de la mujer y por inercia quiso confirmar su estado, quedando con la no muy agradable vista de la herida semiabierta de la morena — ¿¡T-También eres un monstruo!?— alego la pelilarga, sin desaparecer la mueca, cuando la carne se movía entre si, fusionando la piel, cerrando aquella herida que extrañamente no tenía rastros de sangre, aparentemente, dejando un rastro rosa donde los músculos habían cubierto aquel espacio, se había visto asqueroso.

—¿¡Q-Que haces!?—riño la morena, girándose y cubriendo con sus manos la piel expuesta, rosando en una pequeña palmada las manos de la joven y mirándola ceñudamente —¡No vuelvas a hacer eso!— le crispó nerviosa y más cuando las miradas se habían clavado en ella, ¡ Carajo! Rogaba porque no se hubiesen dado cuenta de aquel incidente.

—¿Dónde estabas?— corrió la rubia hacia ella y la miró aún alterada por el reciente combate, tragando pesado y escaneándola con rapidez—desapareciste...

—¡La raptaron!—recordó la chiquilla pelicorta que se había acercado en un par de zancadas— nosotras lo vimos ¿Verdad Botán?—las manos de la pelicorta se habían metido entre su traje, sujetando una de sus manos la tela y empujándola como si alguna extremidad fuera a salir de ahí—¡Blee!—exclamo generando una pequeña risa en su hermana pero recibió un pequeño coscorrón de parte de la morena—¡Ay!— ¿Acaso estaba intentando imitar a su extraño agresor?

—Estoy bien— aclaro su garganta—solo, algo conmocionada, supongo— parpadeo un poco y termino de ajustar la tela sobre su cuerpo, anudándola para que no se notara ese par de aberturas.

—Venciste a Tsubaki…—susurró la rubia—¿Sabes que significa eso?— había esbozado una pequeña sonrisa ante la sensación de libertad que sintió cuando la presencia de esa mujer desapareció, pero la morena no le correspondió, esta aún seguía con el ceño serio y con las manos temblorosas —¿Milk?—aquel gesto se desvaneció tan rápido como había aparecido.

—No bajemos la guardia Dieciocho, aún no hemos terminado—apretó su mandíbula y se acercó más a la rubia, pese a las miradas curiosas de las chiquillas—Aun tenemos mucho que hacer— soltó un suspiro y apretó una de las manos de la mujer, haciéndola bufar cuando la sensación de bienestar se desvaneció.

—Tienes razón…—escupió esas palabras algo molesta, se había dejado llevar por las emociones y no estaba siendo consiente en que lugar aún estaban, vio a la morena asentir y alejarse hacia el par de jóvenes.

—Ustedes dijeron que Tsubaki era su superior...— apretó sus labios y pudo escuchar los pasos de los demás acercarse— Quisiera ver sus registros, por favor…— el par de chicas enarcaron una ceja y se miraron entre si, sorprendidas y algo dudosas a pesar de lo que habían presenciado, ¿Por qué querrían esa información? Si ya no había rastro alguno de esa mujer.

—¿Para que? esa mujer está muerta y no hay nada que nos pueda decir que nos sirva ahora…—El peliblanco había intervenido y su voz ronca y fuerte se escuchó casi con eco al estar en ese claro, Milk podría confirmar que el sentido auditivo del hombre era mucho más desarrollado que el suyo, y había podido escuchar claramente sus palabras, agradecía que se hubiese mantenido al margen, sin embargo, había algo en lo que Dieciocho había acertado en su momento, por más que quisiera, no siempre podría estar con ellos, sus caminos solo se habían cruzado y no tenían el porque seguir juntos, por ende había roto el silencio y decidió que lo mejor sería dejarlo seguir su propio camino, pero él no había coincidido con sus pensamientos, acercándose a ella, guardando su espada en la fusta y ocultando sus manos entre las mangas de su traje.

—Para ti no, Inuyasha, pero para nosotras, si lo es— miró a la rubia y está le asintió, como si sintiendo el malestar que en su pecho nacía, comprendiendo sus palabras— sus raíces están aquí, todo lo que pueda conocer de ella, sus dones y debilidades, su historia, sus técnicas, todo esa información es necesaria para mi— mordió su mejilla interna—Quiero conocerla tanto o más de lo que ella misma pudo hacer— Agacho la mirada un par de segundos y aunque se sentía segura con todos ellos. No podía mesclar sus caminos mucho más.—Yo…—Apretó sus manos, aún no tenía el coraje de decirles toda la verdad pese a sentir que los conocía de toda la vida.

—Nos quedaremos aquí—Confirmo la androide cuando acortó la distancia y se posicionó casi protectora a su lado, cruzando sus brazos y restándole importancia con su rostro relajado, pero sin apartar la mirada del peliblanco.

La sensación de liberación se expresó en un suspiro por parte de Milk, sintiendo como ahora algún peso extraño parecía mermar de sus hombros, pero sentía nervios de alguna réplica por parte de Inuyasha o Aome y por ello, levantó su mirada apenas lo suficiente para captar sus expresiones.

—¿¡Están locas!?— alego un tono bajo pero rudo el peliblanco, cerrando sus ojos solo unos segundos mientras curvaba una de sus cejas, mientras el resto del grupo se mantenía en silencio—¿Quién te asegura que no haya otro demonio como ese aquí?—insistió el ojimiel, fijándose sobre la morena y aunque Dieciocho solo bufó molesta no pensaba replicar mucho, en fin de cuentas, quien había decidido acercarse de más había sido Milk, no ella.

—Inuyasha— riñó Aome, sumándose a la conversación mientras tiraba de una parte del traje del chico, sacándole un gruñido—¿Están seguras? Yo pensé…

—Son unas malagradecidas— alzó la voz de nuevo, señalando acusadora a la morena, sintiendo una extraña molestia en su pecho, entre rabia y pesar, confundiendo sus sensaciones y aunque la segunda no se demostrase mucho bajo la máscara de tozudez que llevaba siempre, se había acostumbrado a sus presencias en tan solo ese par de días que había logrado convivir, sintiéndolas parte del equipo.

—Inuyasha—Miroku se acercó dudoso al chico y apoyó una mano sobre su hombro, haciéndolo bufar de nuevo, como si con esa acción le restringiera comentar algo más, soltó un suspiro y miro fijamente a la morena—pensé que ahora nos acompañarían, Después de todo…

—Miroku— freno la chica alzando una mano cuando sintió las miradas acusadoras sobre ella, a excepción de una marrón que aún seguí al margen y que al fijarse, está solo le sonrió y cerro sus ojos con un pequeño asentimiento antes de volverla a mirar, Sango, había comprendido sus acciones sin llegar a chistar y eso le aliviaba—N-no es como que vayamos a desaparecer— intento bromear pero no logro sacar más que una risilla de si misma—Solo quiero entender a esta mujer— una mirada fugaz a la rubia y alzó sus manos intentando acentuar sus palabras — comprenderla y… volver a nuestra realidad— la mirada de la ojiazul pareció enternecerse, comprendió los sentimientos de la chica y las extrañas sensaciones que había tenido que soportar a su alrededor, la hacía vulnerable a ellos, una extraña conexión que poco se había conocido con el grupo de amigos con los que ellos se relacionaban en el futuro. El apego entre ese par y su compañera había sido evidente, rogaba por entender el porque ocurrió precisamente con ellos, sin contar con el otro gruñón con el que Milk había tenido relación, lo comprendía aunque no lo entendiera del todo, ver el rostro bajo de la otra morena y que no se había atrevido a decir nada en su contra, solo retorciendo entre sus manos el borde de su falda a la espera de alguna decisión.

—Si así Milk lo quiere, Debemos respetarlo— intervino Sango cuando el silencio se interpuso entre ellos y la mirada vacilante del monje no había tomado un veredicto final, así que, decidió equilibrar un poco más la balanza, está vez considerando más al par de foráneas que a los demás, siendo una fuerte respuesta a su afirmación, cargando el peso de sus ojos, por un par de segundos sin saber a ciencia cierta que expresaban tantas miradas—Creo que es lo mejor—finalizo acercándose está vez y posicionándose al otro costado de la morena, sintiendo la ventaja de ser la única entre todos de convivir más tiempo con ellas, de saber levemente algo más que aún no comprendía, y que de alguna manera sentir que su relación podría ser más cercana si se daban un poco más de tiempo, sin contar la extraña similitud en sus vidas, independiente del final que está había tomado para llegar ahí, por ello, comprendio sus deseos, de conocer a quien en su momento fue su oponente, pese a la curiosidad del porque de sus acciones con esa mujer, decidió que esperar por las respuestas sería la senda a seguir en esta ocasión, porque a diferencia de los demás, ninguna de esas dos tenía relación a un hecho cercano o inducido por Naraku, no que ellos pudieran confirmar, había algo más grande que llegaba a unirlos y esperaba conocerlo pronto.

—Pero Sango— Chisto Aome, alzando el rostro hacia su compañera recibiendo una negativa por parte de la castaña, volvió la vista a la morena y con solo un paso sintió como la conexión con ella se fuera a perder—No pueden…

—¡Jmm! si eso es lo que quieren. Me da igual—alego el peliblanco girando el rostro fruncido antes de dar media vuelta— solo no nos Busquen después, pidiendo ayuda…

—¡Abajo!— riñó fuerte Aome pasando de largo al chico incrustado en el suelo, apretando sus manos un poco más al borde de su falda ¿cuando aprendería a cerrar la boca?

—Que grosero…— susurró la morena, restándole importancia, viendo el cuerpo clavado del chico entre la tierra, mientras sus manos iban al hueco de su cintura, extrañaría esos arrebatos de su parte…

—Milk, de verdad, no quisiera que nos separáramos —sus manos se estiraron a las lastimadas de la morena y en un pequeño apretón solo sintió la calidez atraves de la tela— creí que nos ayudaríamos en esto… — no sabía específicamente de que hablaba, por su parte, había encontrado una compañera valiosa para el equipo y aunque ninguno lo dijese, con esos escasos acercamientos lo había previsto, y aunque su persona le resultará aún un enigma, quería poder seguir sintiendo que ella estaba ahí para ayudarles, y ayudarla, esbozó una pequeña sonrisa recordando aquel leve entrenamiento en la aldea de los exterminadores, como sintió entenderla un poco mas—Yo…

— Aome…—soltó un suspiro, mirándola enternecida, era aun pequeña a comparación aunque no lo pareciera físicamente. Le hubiera encantado en algún momento de su vida tener una hija, pero con el ritmo de todo, sería más seguro volverse abuela antes de volver a ser madre, negó suavemente soltando una sonrisa y apretó el agarre en sus manos— aún podemos hacerlo, pero sino aprovecho está oportunidad, sería una idiota— suspiro suave y soltándose definitivamente, dio media vuelta hacia el par de chiquillas que miraba la escena divertidas— así que, les pido nuevamente su colaboración. Tengo que saber quién es realmente Tsubaki— el par de chicas se miraron entre si, dieron tres pasos atrás, agachándose comenzando a cuchichear entre ellas.

—Momiji ¿Qué vamos a Hacer?— le susurró Botán sin saber que decisión tomar, acababan de presenciar un combate arduo y fuerte, habían sido engatusadas por esa mujer y el tener que permitir otro acercamiento por una extraña la asustaba, su hermana parecía un poco más calmada pero no podía simplemente aceptarlo—Exponer los conocimientos del maestro a una completa desconocida, no me parece correcto, además, viste que tipo de amigos tiene…— ambas miraron por sobre sus hombros al grupo antes de volver a susurrar.

—Lo se, pero viste lo tiernos que pueden ser también esos pequeñitos—un leve recuerdo de como había llegado allí apretujando a la gatita de dos colas y al joven zorrito las hizo sentir el rubor en sus mejillas— yo creo que sí puede ser, aunque me causa duda sino es un demonio— volvieron a mirarlos una vez mas— pero ese hombre de rojo causa terror, si es igual de violenta, podría matarnos.

—¿Y si tiene las mañas del monje?—un escalofrío recorrió sus espaldas.

—¡Ni lo digas! Nos traumaría de por vida— volvieron a verlos está vez recibiendo una mirada nada amistosa del peliblanco y los brazos cruzados de la azabache, torciendo el ceño, ¿Qué tanto podían discutir si les habían salvado el pellejo?

—¿Si o no?— alego mientras empezaba a desesperarse, el peliblanco por desgracia ya estaba perdiendo la paciencia de lo que el par de chicas decía, odiaba ser el único en escuchar perfectamente sus susurros, que molestas.

—¡Oigan!

—¡Perdón! — exclamo la peliazul por inercia mientras se incorporaba y levantaba una mano, el leve golpe a su costado la hizo chillar, pero la pelicorta solo aclaro su garganta y se acercó a paso firme hacia la morena.

—Tenemos una condición— La pelicorta se sacó de entre sus ropas un pergamino con el sello del templo cuando estuvo frente a la chica— la única manera que te permitiremos entrar y conocer todo respecto a la señora Tsubaki y nuestras habilidades, es si te vuelves una aprendiz igual que nosotras.

¿Qué?

La azabache enarco una de sus cejas procesando aún lo dicho, apenas logrando sujetar el papel que le extendía, antes de que la chiquilla fuera jalada hacia atrás por su hermana. ¿ Convertirse en una sacerdotisa? Era demasiado.

—¡Momiji!—alego la joven pellizcando el brazo de su hermana— ¿Cómo se te ocurre decirle eso? ¿Estás loca? El maestro falleció ¿Cómo pretendes mantener esa mentira? no hay manera, no hay quien le pueda enseñar.

—¡Claro que si!— se soltó de su agarre sobando rápidamente la zona afectada y sujetando las manos de su hermana entre las suyas— nosotras, nosotras podemos hacerlo, fuimos las últimas aprendices del maestro, no somos tan buenas como él, pero conocemos este lugar de pies a cabeza, podemos enseñarle, además…— se acercó, susurrándole al oído— Seremos sus superiores — sonrió burlonamente — No podemos desaprovechar está oportunidad…—rio suavemente mientras se imaginaba poniéndola a pulir la madera del suelo del templo, contagiando de alguna manera a su hermana.

Basta

—¡Así que piensan aprovecharse! Malditas...— el peliblanco se acercó de un brinco, enojado y mostrando su peor cara y tronando los huesos de sus manos con las atemorizantes garras— ¿¡Cómo se atreven!?

—¡Déjalas, Inuyasha! — el espacio que los separaba fue acortado por Milk, tirando de la manga del joven, acercándolo a ella rogando porque Aome no hiciera uso de aquel truco infalible sobre él, corría peligro si estaba cerca— no las asustes— riñó, mientras palmeaba suavemente las manos aún amenazantes del chico, siendo esta vez ella la receptora del ceño fruncido— es solo una condición, puedo aceptarlo…— el bufido que exclamó él y los ojos rodando la sorprendieron. ¿¡Lo había exasperado!?

—¡Te estas tomando todo a la ligera!— alegó, apuntándola a la nariz, haciéndola retroceder un paso y mirar la garra dirigida a su rostro.

—Claro que no, puedo intentarlo…— no entendía la molestia de Inuyasha y la reacción brusca, la estaba desarmando ¿Qué tenía de malo?

—¡Eres una tonta!…— un tic apareció en la ceja del chico, tomándola de los brazos zarandeándola un poco, desorganizando aun más sus cabellos al sentir la impotencia ¿Qué acaso no era obvio?— ¡Estarás metida aquí por años!

—¿Qué?— el tenue mareo la hizo clavar los ojos en el rostro del chico, según entendía el ser una aprendiz de un templo no tendría que ser a tiempo completo, no pensaba ejercer la profesión o dedicarse a eso de por vida, solo era una escusa para poder obtener información.

—¿Cómo que qué? ¡Tonta!— alego sin dejar de moverla de esa manera, provocando vergüenza en la otra pelinegra, aunque sintiera algo de calma al no sentirlos tan tensos.

—Déjala Inuyasha…—Intento acercarse pero este no parecía quererse detener, las chiquillas a unos pasos solo se cubrían la boca para que no se notase su burla.

—Señorita Milk— los pasos del monje fueron veloces, terminando cerca a la pareja, poniendo el rostro más serio posible enterrando su cetro en el pasto para tener sus manos libres— los aprendices de monjes o sacerdotisas tiene que pasar un arduo entrenamiento, el conocimiento que se requiere no se puede aprender de la noche a la mañana— sus manos se levantaron suavemente, juntando ambas palmas frente a su pecho, haciendo que el peliblanco detuviera sus movimientos y mirara fastidiado al pelinegro—¿Cree poder soportarlo?—sus manos habían viajado al pecho de cada uno, ejerciendo presión para poder separarlos.

Maldito

—¡Aprovechado!— el sonoro estruendo retumbó en el bosque y la mejilla del monje apenas era perceptible al estar de cabeza en el suelo por el tremendo golpe, su pierna temblaba y la morena solo se cruzó de brazos protegiendo su anatomía, al sentir el apretón de uno de sus senos.

—¿Cuándo vas a aprender monje libidinoso?— susurró Inuyasha viendo como Sango se agachaba molesta al costado del moreno y lo movía con uno de sus dedos.

—Que horror— susurró Aome con el rostro ensombrecido y acariciando su frente— Dieciocho, ¿Tu qué piensas de esto?— pregunto a la androide que aún lado un poco más cercana a ella se había cruzado de brazos analizando la situación sin comentar nada, la oportunidad se había presentado ante ellas y era evidente la acción a ejecutar, solo una mirada había tomado como positiva la decisión de su compañera y ante la interrogante por la otra joven solo había asentido, alzando los hombros restándole importancia.

—Creo que es una condición razonable, aunque yo no lo haré, no tengo madera para esto, pero si lo hace Milk puede que funcione, sin embargó, eso de que nos tome años, no me parece algo fiable— miró a las chiquillas está vez sombreando el rostro, que sin duda las intimido más que la expresión del peliblanco— podremos llegar a un consenso ¿No?— estás sonrieron nerviosas, casi abrazándose y entrelazando sus dedos. Una pequeña gota de sudor bajo por sus sienes y asintieron nerviosas.

—C-Claro— exclamó una de ellas mientras se miraban entre si, era evidente que ya no podrían aprovechar aquella situación a su antojo, la rubia sería como una sombra para la otra mujer y con solo verla, supieron que no sería buena idea subestimarla. Ya habían terminado envueltas en ese embrollo, como para no conocer su situación, habían tenido suerte de no morir, así que no estaban para objetar demasiado, estaban en deuda con ellos, pasar un tiempo más en el lugar para reforzar sus habilidades en compañía de esa morena no sería tan mala idea, se les presentaba una oportunidad de mejora y podría ser de gran utilidad su enseñanza, sin contar que la compañía sería grata en ese inmenso lugar, ya no se sentirían presas en la oscuridad de la noche y menos con la fuerza bruta que portaba ese par.

—B-Bien, teniendo en cuenta las circunstancias, podemos ajustar nuestros conocimientos a lo básico— la pelicorta tomo una vez más el liderazgo de la conversación y está vez miró a la anciana que en todo ese momento se había mantenido al margen— está vez, si puedo suponer que eres una sacerdotisa y tus conocimientos puede beneficiarnos también, pero…— carraspeó un poco más fuerte mientras la anciana Kaede se acercaba a ellas.

—Se a qué te refieres pequeña, entiendo muy bien, yo también estuve un ligero tiempo en este lugar en compañía de mi hermana, así que si, pondré de mi parte en esto.

—¿De que está hablando anciana?— chasqueo el peliblanco y la mujer solo cerro su ojo visible un par de segundos.

—Jovencita… — se acercó a Milk mirándola directamente a los ojos— debes pasar una prueba para poder ser aceptada como aprendiz de este templo.

—¿Qué?

—Una prueba, ¿De que sería?— cuestiono la rubia.

—Es nuestra condición— volvió a hablar la chiquilla acercándose también a la morena, sujetando el pergamino que le había entregado, abriéndolo ante ella viendo en una caligrafía perfecta una frase en medio del pliegue—para ayudarte.

"Aguja del Alma"

—Si pasas está prueba, entonces podrás ser parte del templo y merecedora de sus conocimientos, de lo contrario, no podrás acceder a esta información…

—De acuerdo— soltó sin reparo y la pequeña sonrió ampliamente.

—Siendo así—junto sus manos sonoramente y sonrió—hay que prepararte— la sujeto de la mano y empezó a tirar de ella hacia el templo principal—rápido, rápido.

—Oye espera— alego la morena aún así dejándose llevar por la pequeña, que después de un par de metros volteo a ver a su hermana que se había quedado algo perdida viéndola partir, moviendo su mano en señal de acompañamiento.

—¡V-Vamos, que esperan!— alego la pelilarga algo temerosa, corriendo para alcanzar a su hermana, la primera en seguir el paso fue la rubia y los demás curiosos no pudieron evitar hacer igual, Aunque el peliplata estuviera molesto.

—No será algo fácil para ella…— la anciana monto su caballo rápidamente y empezó a caminar junto al grupo, que curiosos se acercaron, a diferencia del peliplata, que parecía querer alcanzar al pequeño grupo de enfrente.

—Señora Kaede ¿Sabe que tipo de prueba debe pasar?—Aome la miró desde su posición, caminando un poco rápido para no quedarse rezagada.

—Si, el monje Miroku también debe conocer que cada templo tiene una prueba de ingreso, para escoger a los mejores candidatos.

—Así es, Cuando yo decidi tomar este trabajo arduo tuve que pasar por un doloroso entrenamiento, mi padre era muy diestro en eso.

—Su excelencia, no sabía que su padre fuera también un monje.

—La verdad no fue mucho, me llevo a un templo budista dónde aprendí casi todo lo que se, pero supongo que los genes no se pierden— aclaró un tanto coqueto mientras acomodaba un par de cabellos.

—Claro, incluso las mañas que tiene— la exterminadora giro el rostro a otro costado soltando un pequeño bufido.

—Señora ¿Podría especificar que prueba sería esa?— la rubia por primera vez intervino, siendo está vez ella quien centrará su atención el la anciana, el que dijera que no era una prueba fácil la había alertado, conocía las habilidades de las que Milk era portadora y su tenacidad al completar algo, pero en cuanto a cosas más espirituales como las que había empezado a vivir en ese lugar no sabía si podía llegar a ser igual de diestra.

—Es algo peligroso, el alma es tan poderosa como delicada y la prueba de este templó puede llegar a ser terrorífica— la mujer, cerro su ojo y soltó un suspiro—el templo Yin Yang trabaja con los elementos, la luz y la oscuridad, el bien y el mal— la mujer pudo percibir el ceño fruncido de la rubia y alzando la mirada diviso la espalda a lo lejos de las tres chicas— el equilibrio de todo, sin el bien, no puede existir el mal, esa era la esencia de este lugar, cada aprendiz debía rebasar su límite, no me extrañó en absoluto ver qué Tsubaki escogió su lugar, a pesar de haber sido una grandiosa Sacerdotisa.

—Señora Kaede. Eso quiere decir que ¿Aquí trabajan con la magia negra?— pregunto Aome, curiosa y con un poco más de energía.

—No se podría decir que con magia, pero el conocer esa información daba más amplitud para purificar, eliminar o sanar criaturas o a los aldeanos, dónde cada monje o sacerdotisa fueran encargados.

—Eso explicaría porque la Señorita Kikyo pudo atravesar el campo de Tsubaki sin problema—comento por lo bajo el monje, llevando una mano a su mentón mientras el recuerdo de la pelilarga cruzar a su lado, cuando Aome estuvo en peligro.

—Mi hermana respetaba mucho el trabajo que aquí se exponía, los conjuros de pergamino solían asombrarme pero ella prefería siempre depender de su fuerza, los Shikigamis no le agradaban mucho, pero en este lugar eran fundamentales.

—Pero, yo no escuché de este templó en mi aldea, a pesar de que las sacerdotisas y monjes eran parte esencial para nosotros poder trabajar como exterminadores.

—Después del fallecimiento de mi hermana, se corrió el rumor de que una sacerdotisa la había maldecido, y que sus orígenes venían de este lugar, la reputación cayó cuando los maleantes deseaban conocer la maldad sin su debido equilibrio, sin contar que no pasaban de la prueba inicial— el camino se había angostado y el suelo terroso había empezado a suplirse por un camino real creando un sendero hacia lo que un par de metros más adelante se encontraba una enorme edificación— me sorprende que esas dos pequeñas sean las últimas aprendices, significa que son más fuertes de lo que parecen. Es muy probable que sean dignas sacerdotisas en el futuro.

—Señora…— la androide la miro más ceñuda cuando está solo soltó una pequeña risa.

—La esencia de un ser puede ser tan devastadora como la muerte…— susurró cuando el animal dejo de avanzar y los pasos frente ellos frenarse y ver en la enorme entrada un arco rojizo gastado, con cintos de parches blancos rodear y la figura de tres aristas, blanca, negra y roja enmarcar la parte principal del templo—el verdadero conocimiento del paraíso, infierno y tierra— sin que pudiera evitarlo, la piel de la rubia se erizó, llegando ese pequeño recuerdo de esa mujer poniendo un cristal rojizo sobre la frente de su esposo, de alguna manera, esa arista roja se lo hacía recordar.

—Pensé que el símbolo era otro— susurra Milk mirando nuevamente el dibujo en la parte frontal del pergamino.

—Lo es, pero no muchos llegan a comprenderlos realmente, así que solo en esta parte está este símbolo— aclara altiva la pelicorta, poniendo una de sus manos en su cintura— pueden pasar, pero cuando iniciemos la prueba tendrán que esperar en el salón principal, no podrán moverse de allí— aclaro la chica y volvió a tirar de la morena, por aquel camino hasta encontrar una pequeña escalera que los llevaba al amplio patio principal de roca.

—Es impresionante…— comentó la morena mirando de lado a lado la inmensidad de este.

—Aquí solían entrenar los aprendices, los monjes solían indicar que para la ampliación de sus poderes debían esforzar sus cuerpos al limite—comento la anciana, soltando un pequeño suspiro, con cuidado, bajo de su caballo y tiro de el hacia las chiquillas.

—Señora, sígame, le diré dónde podemos dejar al animalito para que pueda ingresar al templo—La peliazul también tomo una parte de la correa del animal y fue tirando de el hacia un costado, acompañado de la anciana—Ustedes sigan a mi hermana, ya volvemos — finalizó alzando un poco la voz, para que su hermana la escuchara, está solo le regaló una mirada y siguió avanzando por el patio. Cruzando un pequeño puente que separaba a otro patio y por debajo el sonido del pequeño riachuelo.

—Bien, es hora, debes cambiar esa ropa y ya podrás comenzar— alego la joven abriendo el enorme portón empujando a la morena que con algo de angustia dio un par de pasos dentro, esperando que algo extraño pasara, pero solo sintió un leve cosquilleo sobre el cuerpo, restándole importancia cuando ya estuvo dentro.

—¡Ahhh!— un leve sobresalto y sus rostros giraron hacia atrás, viendo al peliblanco a un metro de la entrada con pequeños hilos de humo salir de su cuerpo—¿¡Que mierda!?— Chistó, intentando ingresar de nuevo y está vez pudieron divisar la reacción de el campo que había en la entrada, al poner un pie dentro fue rechazado por la corriente, enviándolo lejos, más este no tardó en ponerse de pie e intentarlo de nuevo. Testarudo.

—¿¡Estás bien!?— alego la morena dándose vuelta y estirando una mano hacia él— espera, espera —sus ojos rápidamente empezaron a buscar sobre el marco de la entrada, intentando hallar algún pergamino pegado, pero no encontró más que un par de letras grabadas en la madera.

—Oh, lo siento, pero los demonios no pueden ingresar…

—Pero Inuyasha es solo medio demonio, al menos tendría que entrar su cabezota— alego el zorrito sobre el hombro del monje algo divertido, el chasqueo de la lengua de este lo alertó, pero no fue lo suficientemente rápido.

—Ven acá enano— la velocidad con que lo sujeto de la ropa y lo acercaba amenazante a la entrada—comprobemos si por tu tamaño si puedes entrar.

—No, no espera Inuyasha. No hagas eso, no.

—¡ABAJO!— la voz de Aome llegó rápido y el golpe de Milk sobre su cráneo lo hizo caer, retumbando su cabeza sobre el suelo.

—¿Cómo se te ocurre hacer eso?— Aome se acercó quitando de sus manos al pequeño zorrito, mientras Milk se agachaba frente a él, con el ceño fruncido.

—¿Qué te pasa? no vuelvas a hacerle eso. Es peligroso…—Intento ayudarlo a levantarse, pero fue más rápido y se sentó sin mucho esfuerzo en plena entrada cruzándose de brazos sin dejar de fruncir el ceño.

—¿Y tú que sabes?—su voz salió como un gruñido, clavando sus ojos en ella— Vas a quedarte sola con ese par de mocosas…

—¡Oiga!— está vez quien alego fue la pelicorta sintiendo como una pequeña vena se hinchaba en su frente, el decirle a un adolescente así, no es en absoluto la respuesta— Solo humanos pueden ingresar aquí—bufó retomando su postura— la barrera fue considerada al ser un medio demonio y no matarte al instante— alego con mofa atrás la morena, sintiendo alivio cuando el chico no pudo darle alcance—Tendrá que ser bueno y esperar aquí— un nuevo gruñido y la tenue risilla que escapó de los labios de la morena se interpuso.

—Basta, deja de preocuparte Inuyasha— Aome no tardó mucho en interferir y avanzar hacia Milk alzando una mano en señal de paz para el chico— yo entraré, tu espera aquí— dejo al pequeño zorro en el suelo y se acercó a la entrada algo temerosa al ser la primera vez que ingresase a un templo de ese tamaño, pero no por ello disminuyó el paso.

—¡No estoy preocupado!—gruñó golpeando con sus puños la parte superior de sus piernas—No tenemos tiempo para estás estupideces— se reincorporó y chasqueo la lengua— deberíamos estar buscando los fragmentos de la perla— sus brazos se cruzaron de mala gana y les dio la espalda.

—Inuyasha, no seas insensible— riño la ojicafe, clavando su mirada en la del chico que volvió a bufar—Milk necesita nuestro apoyo, no podemos dejarla sola.

—Señorita Aome— intento mediar el ambiente el monje pero la exterminadora se abrió paso acercándose a Milk.

—No le prestes atención, es un cascarrabias…

—Pero es cierto…— la voz de Milk sonó un poco más fuerte— ustedes deben buscar esos fragmentos y el estar aquí acompañándome, sería tonto perder el tiempo— la morena se alejo de la castaña, sujeto la mano de la rubia y la jalo al interior del templo sintiendo ambas el pequeño cosquilleo en su cuerpo pero no como si las rechazará al ingresar— estaré bien. Dieciocho me cuidara, así que sigan con su viaje.

—Pero Milk…— la castaña la miro preocupada y el gruñido de Inuyasha no pasó desapercibido

—¡Deja de hacer eso!— grito fuerte, señalando a la chica con una de sus manos, sintiendo la impotencia crecer en su cuerpo ¿Qué había pasado en ese lapso de tiempo que la había perdido de vista? ¿Por qué tenía que sentirse así por una desconocida? ¿Porqué sentía la molestia de no tenerla cerca?— ¡No podrás con esto sola!— volvió a gruñirle frunciendo los ojos— no tienes la capacidad —el flash de ellos en aquella molesta parte de la montaña rodeado de demonios le hizo morderse la lengua— aún no … ¡Agh!

Una sonrisa enternecida cruzó los labios de la morena, la preocupación se hizo evidente en la mirada del peliblanco, pudo comprenderla sin que esté dijese más, rio algo divertida, recibiendo la mirada extrañada de los demás.

—Si paso la prueba, ¿Estarás más tranquilo— el demostrar que era capaz de ingresar como aprendiz de dicho templo podría darle la ventaja de que no era más que una suertuda con algo de poder espiritual, por algo en su combate con Tsubaki había hecho lo que el instinto le dijo, y aunque no lo viera del todo satisfecho con sus palabras, seria la escusa perfecta para poder seguir con su camino sin que él se sintiera inmerso en la necesidad de protegerla, después de todo, no era alguien fácil de vencer— si paso, me quedaré aquí un tiempo, el suficiente hasta que obtengamos lo que necesitamos y luego nos iremos, pero mientras eso pasa podrán venir ¿No es así? Aome—una rápida mirada a la chica y está asintió sonriéndole de vuelta— prometo que les avisaré, siempre puedo encontrarlos…

—…Tonta

—Yo me quedaré aquí mientras ella entrena— la vieja Sacerdotisa había llegado junto a la otra joven, siéndole imposible no escuchar la conversación que tenían— la aldea no está tan lejos y puedo ir y venir en un día para que no se preocupen.

—Nadie está diciendo que estemos preocupados anciana.

—Inuyasha, aceptar tus sentimientos no te hace menos hombre.

—Dejen de decir tonterías.

—Ya quedando todo claro—Interfirió el monje, al ver la mirada baja de Aome y el tenue sonrojo en las mejillas del peliplata— Inuyasha, espera aquí y cuida de Kirara y Shippo, te mantendremos informado— aclaro Miroku posando sus manos en los hombros de la anciana y empujándola al interior del templo, seguido de las otras dos mujeres, sin darle mucho tiempo a replicar. Siguieron al par de aprendices hacia uno de los salones que el templo tenía, Haciéndolos sentarse en un par de cojines y llevándose casi a rastras a la morena.

—Hay agua en aquella mesa— le comento Botán señalando a un costado del salón—Ya volvemos.

—Oigan…

—Solo puede venir ella, los demás esperen aquí— si quiera les permitieron decir algo más. Llevándose a trastes a la azabache.

—Pero ¿Por qué Dieciocho no puede venir? Ella siempre está conmigo—Curiosa observo el pasillo oscuro frente si, mientras le regalaba miradas fugases al salón que se divisaba solo por el par de puertas abiertas.

—Porque no hay que tardarse y el cambio de ropa no necesita de mucha ayuda— comentó Botán tirando de su mano y subiendo las escaleras, metiéndola al llegar a la planta superior en lo que ella suponía era un cuarto de almacenaje.

—Y… ¿En qué consiste la prueba inicial?—hablo bajo, en medio del marco de la puerta, viendo a las chiquillas rebuscar entre los cajones y estantes.

—Ah bueno, pues, eso ya te lo contaremos, por ahora, tenemos que preparar la iniciación—Jalo un par de cuerdas dejando libres las puertas de un tipo de closet—y la prueba la aremos está noche…—un pequeño gemido escapó de su boca, cuando bajo una caja de madera de uno de los mesones— tan pronto la luna esté en su punto alto, será rápido pero será una ventaja para que puedas pasar la prueba— con ayuda de una barra de hierro hizo palanca para poder abrir la caja, dio una mirada rápida a la pequeña ventana sobre sus cabezas y volvió la vista a ella— aún es temprano, tenemos tiempo para que te alistes— Momiji le sonrió suavemente sacando un par de prendas y se las tendía a la chica sin moverse — cámbiate y bajemos, así podremos comenzar lo antes posible—Ella se acercó un poco lento pero sujeto las prendas, desdoblándolas para ver un Chihaya blanco, con un pantalón ancho color negro.

—Pensé que la ropa de las Mikos era blanco y rojo.

—Eres una candidata a aprendiz, por eso debes vestirlo en negro— comentó de nuevo la chica rebuscando entre otra caja y sacando un par de bolsas de pieles y unos pergaminos— Botán, prepara la bebida del ritual, yo supervisare la limpieza— alego suave y está tomando un libro sobre la mesa y alguna de las bolsitas que Momiji había sacado y salió corriendo dejando a ambas chicas solas.

—Entonces ¿Me tengo que poner esto? ¿Si? — señaló las prendas y la chica solo asintió.

—Vamos a quitarte esas ropas sucias—termino de guardar las cosas y sacudiendo las manos se acercó a ella.

—¿No debería darme un baño antes?

—Hmmm, No, No hace falta, ya lo veras— Milk un tanto dudosa miro su alrededor esperando una confirmación si cambiarse ahí o si tendría un lugar menos estorboso para hacerlo, pero la chica solo salió hacia un cuarto un par de metros más allá. Siendo seguida rápidamente por la morena, donde había un par de camas y unas mesitas para nada improvisadas adornando cada lado y con un par de cortinas blancas ser mecidas por un poco de viento externo—Ya puedes cambiarte— le comento yendo hacia una de las camas y tomando asiento mirándola directamente—Vamos.

Dudosa, se acercó al borde de la otra cama y dejo las prendas y empezó a zafar el amarre que había echo en aquella camiseta.

—¿Vas a quedarte a verme?—apenas entorno sus ojos hacia la pequeña.

—¿Tiene algo de malo?—Dudo un momento, con las manos aún sobre la tela dudosa de exponer parte de su cuerpo a la chiquilla, sin embargo, le dio la espalda y se sacó la blusa.

—No, no, es solo que si una niña me mira así de fijo, se siente incómodo— aclaro rápidamente y siguió está vez aflojando la liga del pantalón para dejarlo caer sobre sus pies.

—Es que tengo curiosidad.

—¿De que?— ignoro la mirada de la chica y dejando aún el shorts negro que Aome le había regalado estiró su mano para tomar la parte superior del traje ¿Debería vendarse o estaría bien no tener nada bajo ese trozo de tela?

—Tu herida, sanó sola…— un pequeño brinco y está vez pegando la tela sobre su pecho giro solo un poco a verla, en dolor en su abdomen había dejado de molestar ya hace un rato.

—¿Sanó?— palpo por inercia sobre la tela su estómago pero la mirada calma de la chica le correspondió.

—Eso parecía. Pude verla cuando Botán abrió la tela— alzó los hombros restándole importancia y está vez se giro hacia la ventana para darle algo más de espacio a la morena.

—Ya veo— fue lo último que hablaron respecto al tema, siendo ella quien clavase los ojos en la espalda de la pelicorta, extendió la tela sobre sus hombros, colocándose la parte superior blanca y el pantalón negro, acomodándola lo mejor posible, agradeciendo que el grosor de la tela fuese mayor de lo que esperaba y no se viera traslúcido al ponérsela.

—Debes cambiarte el calzado también— se agachó rápido bajo la cama y saco un par de sandalias y las deslizó hacia la chica, mientras se estiraba y tomaba de nuevo su postura para salir de la habitación, Milk solo torció el ceño pero no refutó, quitándose aquel par de zapatillas y las dejo bajo el borde de la cama, con el resto de su ropa, agradeciendo no tener que ponerse el par de medias que caracterizaba a las Mikos, sería incómodo andar con ellas y más cuando no tenía necesidad de usarlas cuando el talle del pantalón cubría perfectamente sus pies.

—Estoy lista— se giro hacia la entrada y la pequeña sonrió encantada.

—Vaya, te queda muy bien el traje, pero— llevo una mano a su mentón y lo acaricio por unos segundos— creo que lo mejor es que sujetes tu cabello, sería molesto que lo tengas suelto— la chica asintió, recibiendo una cinta blanca no muy larga, detallo un momento la tela y pensó que en esa ocasión debería recogerse el cabello mejor, Así, como en los viejos tiempos, con los años de experiencia había aprendido a recoger su pelo con los dedos en un sencillo moño no muy elaborado, pero efectivo en esa ocasión—¿Lista?

—Si

—Vamos…— salió con ella caminando hacia la planta baja, en zancadas cortas y no muy rápidas, tomándose su tiempo en llegar al salón donde los demás las esperaban, escuchando solo el leve sonido de sus pasos y el tarareo de la chica, pero, cuando ya estuvieron a pasos de el salón sintió un nudo en la garganta, con la ansiedad que aquella situación podía generar, una prueba para conocer la información de Tsubaki, quizás fuese tonto, pero sentía la necesidad de hacerlo aunque pasar esa prueba sin tener el conocimiento previo, ya había empezado a inquietarla.

—Listo, listo, ahora podemos salir del salón— comentó la pequeña apenas asomándose y llamando la atención del grupo, siguiendo el camino frente a ellas, pasándolo de largo por esa entrada, apenas ella asomándose, regalándoles un pequeño saludo y una sonrisa nerviosa—No te quedes atrás— Chisto la voz de la joven, haciéndola ver y avanzar hacia ella mientras los demás les daban alcance.

—¡Voy!— corrió un poco y giro hacia otro pasillo a su izquierda donde un par de escalones al fondo daba vista al exterior junto a un par de columnas que sostenía la parte superior del templo—¿A dónde vamos?

—Detrás del templo— bajo en un par de saltos los escalones y sintió la energía del sol rosar parte de su cuerpo—tenemos que esperar a que Botán termine lo demás, así que por ahora comenzaremos con parte del ritual de iniciación, serán los preparativos ajustados a la situación, justo para ti —aclaro la pequeña y continuo caminando, cuando apenas se dio cuenta se vio alcanzada por la castaña, la rubia, la anciana y la morena.

—Ese traje se te ve bien— comentó curiosa y con una pequeña sonrisa Sango, viéndola de perfil aunque con una pequeña gota de sudor sobre su mejilla.

—¿Tu crees? Se me hace molesto tanta tela— rasco una de sus mejillas mientras estiraba su manga izquierda mostrando el anchor de la tela sobre su muñeca y como prefería que la tela estuviera mejor distribuida, así podría tener mayor movilidad ante cualquier situación.

—Bueno, al menos no tendrás esas ropas rotas— Aome se posicionó al otro costado mientras tiraba un poco de la tela— es una pena que haya dejado mi maleta en la aldea, había conseguido algo bueno para ustedes— soltó un pequeño suspiro.

—¿Trajiste algo para mí?— Milk giro a verla y sonrió enormemente mientras juntaba sus manos frente a ella aún sin dejar de seguir a la pequeña sacerdotisa.

—Si, pude conseguir algo parecido de lo que me pediste y claro, esperaba que me dieras tu opinión ante la ropa.

—Estupendo, no sabes cómo te lo agradezco— miró hacia atrás y luego hacia el otro lado—pero… ¿Y Miroku?— enarco una de sus cejas y volvió a la vista a la peli negra.

—Fue a avisarle a Inuyasha, creo que podrán rodear el templo ¿No? Está parte tiene conexión con el bosque—El camino que había remplazado la madera por las enormes rocas de rio, enmarcando de nuevo su ruta un camino real hacia el interior del bosque, pasando altos árboles y arbustos llenos de flores.

—Creo que si, dijo que está justo atrás del templo, aunque no se muy bien hacia donde vamos exactamente—Oye, Momiji, a dónde…— un par de pasos más y el camino de tierra se abrió ancho frente ellos, siendo cercado por los árboles y a lo lejos un cuerpo de agua, dónde el golpeteo empezaba a llegar a sus oídos, la pequeña sonrió un poco más y trotando hacia el claro final, señalando hacia el reflejo del agua, dónde a cada paso divisaban como el borde de una roca que nacía de una no muy alta colina creaba una pequeña cascada, un molino a un par de metros se movía re direccionando el agua al interior del recinto por unos tubos de bambú—¿Y que se supone qué hacemos aquí…? — movió su mano a la espera de que la pequeña chica terminará su frase.

—Ah, si, es fácil, debes ingresar al agua y soportar el peso sobre tu cuerpo— soltó sonriente y apretando las manos sobre su pecho—cuando nosotras lo realizamos teníamos una semana de ayuno, y duramos un día entero aquí, pero para ti solo será un par de horas— comentó alzando una mano y estirando la a ella, esperando que la sujetará.

—¿C-Cómo que una semana de ayuno? Podrían morir…

—Es parte del rito de iniciación, solo los más fuerte lo toleran, aunque bueno, si me parece algo rudo— comentó al jalarla más a la orilla del agua, divisando mejor el lugar como si fuera una pequeña laguna, brillante y cálida—Vamos, entra…— el pisoteo rápido y los leves saltos y algo bruscos del peliblanco se escucharon no muy lejos y más cuando el joven monje gritaba a por el, para que lo esperara — no hay que perder tiempo, ingresa— alego la pequeña un poco más rápido, sintiendo el leve nerviosismo cuando el peliblanco ya se empezaba a divisar.

—No debiste hacerme cambiar de ropa, Se va a estropear— comentó con un bufido, sacándose las sandalias y sintiendo la sensación algo molesta del césped contra la planta de sus pies.

—No, es parte del ritual, debes aguantar con la ropa de esa manera hasta la noche— tiro un poco más de la chica y está apenas sintió sin siquiera tocar el agua la temperatura de esta, el suelo había tomado parte de la humedad.

—Eso es cruel, podrían morir de hipotermia.

—Un poco, pero se puede resistir— La morena solo le asintió, clavando los ojos entre el agua y aún sujetando a la chica empezó con pasos dudosos a ingresar, alzó la mirada y diviso el borde donde caía el líquido, pareciendo como en el punto de impacto sobresalía una roca, como si fuera un asiento desde su posición, justamente formaba un pequeño hueco donde podría sentarse sin problema, era curioso, era la forma exacta que el agua habia moldeado ante el contante golpeteo, quien sabe por cuánto tiempo —Vamos, ve a sentarte— giro su rostro apenas una fracción de segundo, intentando confirmar sus palabras.

—¿Debo sentarme ahí?— señaló aquel hueco mientras se internaba un poco más, hundiendo los pies entre la arena y la humedad empezar a pegar la tela a la piel.

—¿¡Pero que haces!?— el grito de Inuyasha retumbó en sus oídos, por poco casi perdiendo el equilibrio cuando tiró de su brazo.

—N-No interfiera monstruo, es parte de…

—¡Callate!— le gruño rápido a la chiquilla y por inercia ella se oculto tras Aome.

—P-Pero…

—Inuyasha, es el ritual de iniciación…— soltó el monje un poco agitado, caminando lento hacia ellos, incrustada su cetro en el suelo y dejándose caer al lado de las sandalias— debes dejar que Milk realice este trabajo, la resistencia del cuerpo debe ser acordé a los poderes que se quiere obtener, es parte fundamental, y lo estás estropeando— termino mientras sujetaba una pequeña piedrita y la lanzaba a la cabeza del peliblanco—Además, de ser un grosero con tan linda jovencita.

—Miroku…

—Ya, déjame Inuyasha— soltó la morena, torciendo apenas los dedos del chico para liberar su brazo, hundiéndose un poco más en el agua está vez llegando sobre su cintura—¡¡Ihh!!—dejo escapar un pequeño ruido cuando sintió el frío del agua mucho mas directo en su cuerpo.

—Ustedes dos no deberían estar aquí— comentó la vieja Sacerdotisa, acariciando un poco la piel de su frente y acercándose más a la orilla— lo que menos necesita es distracciones, Inuyasha, retrocede y espera lejos del agua— no le dio tiempo de terminar sujetando parte del traje del chico tirando hacia atrás haciéndolo sentar al lado del monje. Esa anciana tenía más fuerza de la que aparentaba— no debemos perder tiempo— ante sus palabras el resto del grupo solo se encogió de hombros y también tomaron asiento, clavando la mirada en el cuerpo semisumergido, aprovechando la sombra que algunos árboles les brindaba.

"Esto es incómodo"

Pensó la chica mientras una gota de sudor bajaba por su mejilla, tantas miradas sobre ella era más de lo que soportar, suspiro, tomo más aire y aunque el clima no parecía ser malo, mientras más se hundía en el agua, su temperatura parecía bajar más, calándole en la piel, aclaro su garganta y siguió caminando un poco mas, empezando a tomar aire por la boca cuando el contacto se hizo más directo y el agua rosaba su torso, ¿En qué momento se hizo tan fría?

—E-Esta helada…— susurró para si, ya caminando en puntas cuando el agua cubrió su pecho haciéndola frenar un par de segundos—Esta h-helada— repitió de nuevo, intentando acostumbrarse a la sensación del frío—uff— siguió caminando un poco más hasta que sintió el agua rosar su mandíbula y la pequeña cascada a un par de metros, alzó sus manos sintiendo levemente un cosquilleo y tomando un poco más de aire se impulso un poco apenas braceando una vez para alcanzar a sujetar el borde de la roca—Ah…— Las gotas empezaron a golpear su rostro, pero no le importó, cuando ejerció presión en sus brazos para salir del agua, aunque el leve peso interfirió al levantarse, asegurándose de no resbalar y está vez sentir un pequeño alivio cuando el liquido no inundaba su cuerpo, agradeciendo el grosor de la tela, apoyo una rodilla y aunque el espacio era pequeño, logró sentarse bajo la caída del agua, teniendo que inclinarse para que está cayera sobre su espalda— demonios— exclamo, cuando al acomodarse mejor y cruzar las piernas lejos del agua, las gotas que caían fuertemente de la pequeña cascada rosaban su cabeza, deshaciendo de apoco el improvisado moño que se había hecho, al aumentar el flujo de líquido sobre si, haciéndola bufar. Tendría que tomar muy en cuenta un posible corte de cabello.

—¡Tienes que concentrarte!— grito la pequeña apoyando ambas manos a los costados de su boca— ¡Debes ignorar el flujo del agua para guardar energía! ¡Deja que el agua purifique tu ser!— exclamó con una pequeña sonrisa mientras quitaba la bolsa de su espalda y esculcaba su interior.

—Está… fría…— alego suavemente sin poder divisar la figura de los demás al tener el agua cubriendo molestamente sus ojos.

—Eso no es nada…— apenas fue un susurró captado por el peliblanco, cuando la pequeña saco un par de pergaminos —¿¡Lista!?— volvió a gritarle a la morena pero está siquiera se inmutó, quizás porque a esa distancia no escuchaba más que el agua tapar sus oídos.

—¿Para que es eso?— preguntó dudoso el chico de rojo, provocando que los demás prestarán atención a la pequeña pelicorta.

—No hay que ponerselo fácil— aclaro como si nada mostrando como de aquel pergamino un tenue resplandor salía antes de ser lanzado con toda su fuerza hacia la columna de agua.

—¿¡Pero que!?— Chisto el chico, cuando el papel apenas a unos centímetros de tocar el agua de la cascada quedaba suspendido, y el tono traslúcido del líquido hacerse más blanquecino junto a la roca por dónde caía.

—¡Ah!— apenas exclamaron los labios de la morena, y su cuerpo se estiró mucho más en su posición, en un fugaz intento de guardar calor al alejarse del frío, empezando a boquear, su respiración agitarse y sus hombros intentar cubrir parte de su cabeza— ¡N-No!— escupió un poco de agua e intento levantarse de allí. Ahora sí que estaba realmente fría—¡No!

—¡Debes aguantar!— volvió a gritar la chiquilla teniendo ambas manos unidas frente suyo, casi como si señalará el agua mientras sus dos primeros dedos apuntaban hacia el cielo y los demás se clavaban en la palma de sus manos.

—¡P-Pero!— Chisto mientras el cabellos se pegaba mas a su rostro y el dolor que le causaba el agua caer mucho más constante en su cuerpo—¡E-Esta congelada!— el quemar de su piel exigiendo alejarse de esa sensación de ardor, cuando la ropa ya no era un impedimento ante el contacto del agua.

—¡Soporta! ¡Aún falta!— volvió a alegar la chica sin mover las manos de su ubicación.

—¡Hey! ¡Enana!— Chisto el ojimiel y está vez fue la vieja Sacerdotisa quien lo frenó, antes de que le diera alcance.

—No interfieras, muchacho, la lógica de esto, es debilitar a tal punto el cuerpo que su mente pueda tomar las riendas de sus acciones, sino lo controla, no pasará la prueba—sus manos se habían extendido a sus lados, abarcando mucho más espacio.

—Anciana…—la tez compungida y las manos apretadas no había cedido ante la amenaza en la voz del hombre, se mantuvo firme en impedir alguna interrupción más, esa joven podría pasar esa prueba, de eso no tenía duda, sin embargo la preocupación que los demás sentían hacia ella, no la estaban dejando avanzar.

—Señora Kaede, esto es muy cruel— Aome se había acercado a la mujer pero está solo negó con la cabeza, al igual que no alejaba la mirada del peliblanco—podría enfermarse, ella no estaba del todo bien hace poco, y si…— no había podido evitar morderse el labio inferior, las condiciones en las que se conocieron y el evidente malestar del que sufría a pesar de no saber exactamente qué lo causaba, le impedía simplemente ignorarlo, su mirada viajaba de la anciana al a chiquilla que mantenía aquel conjuro de pergamino activo, sintiendo en su pecho el nudo apretarse y como su instinto quería interponerse en el sufrimiento de la morena, aunque fuera poco.

—Dejen su estupidez…— Chisto a lo lejos la voz de la rubia, que sentada sobre una roca, cubierta de la sombra de un árbol y muy cerca a la orilla del agua, con los ojos clavados en la morena y los brazos descansar sobre sus piernas cruzadas— dejen de subestimarla, estará bien…— se dijo casi para si misma, auto convenciéndose de que sería real y que la mirada que la chica había mantenido tan pronto se deshizo de Tsubaki, era la razón del porque no había cuestionado mucho más sus acciones, debía confiar, tenía que hacerlo, si querían salir airosas de todo eso, maldita sea.

—Dieciocho…

—Aome— la castaña se levantó de su asiento y sujeto el hombro de la morena—siento ser yo quien te lo diga— carraspeo un poco y apretando su mano— pero esto es algo que ella decidió hacer— sus ojos volvieron a desviarse hacia la morena y aunque aún estuviera tensa se estaba obligando a aguantar la respiración intentando acostumbrarse a la temperatura del agua—y por lo que veo, no piensa darle marcha atrás— el ligero movimiento de cabeza, señalo a la rubia que pese a la evidente tensión en sus hombros había permanecido en su lugar, mirando a la chica, casi sin parpadear, como si con el surco de su mirada estuviera dándole las fuerzas que la morena necesitaba—confiemos que estará bien— sonrió la exterminadora y para sorpresa de todos se dejo caer en el suelo, también fijándose en la morena e intentando apoyarla desde su posición.

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El alba hace mucho se había escapado de su alcance y la pequeña fogata que habían encendido, los resguardaba de la temperatura que la noche les ofrecía, para sorpresa de ellos. Aquella jovencita no había flaqueado en su posición, No parecía ser mentira el comentario de Kaede, esas jóvenes Sacerdotisa tenía gran potencial, pese a el evidente temblor en sus piernas, delatando su cansancio, sin embargo, seguía allí, controlando aquel pergamino que lentamente había empezado a humedecerse a un ritmo lento en el transcurso de las horas, y que había sido el objeto a destruir por el peliblanco, pese a las advertencias y reprimendas que los demás ejercían, no era un chico paciente y por ello en más de una ocasión había intentado destruirlo, cuando descubrió que al consumirse entre las aguas, Milk podría salir más pronto de esa tortura, era el reloj que maximizaba el tiempo, el causante de tan molesta prueba, pese a que en un inicio tuvo la aceptación de Aome, pero tardo más en intentar mojar el pergamino a qué ella cambiara de opinión, las palabras de las demás interfirieron en sus quejas, volviéndose contra él, manteniéndolo bajo control, perdiendo la cuenta de cuántas veces terminó con la cabeza enterrada en el suelo, cada que intentaba hacer algo, y solo pudo frenar cuando la comida estuvo lista, agradeciendo internamente a Shippo y Kirara que angustiados ante la nula ingesta, se vieron obligados a conseguir algo de alimento para todos, aunque reprochándole que comia de mas, pero como siempre, ignorando las miradas del zorrito, sin embargo; a esa hora apenas y podían distinguir la figura de la morena entre el agua, la luz de la luna ni la de la fogata hacia mucho a su favor, ya dudaban en si lanzarse al agua para validar su estado o si debían buscarla al fondo de la laguna, su aroma se había desvanecido hace bastante, pero la figura atenta y recta de la rubia les daba el soporte de que Milk seguí estando allí, aunque él ya no pudiera percibirla, había sido una sorpresa que se acostumbrara tan pronto a la sensación quemante y el poco oxígeno que el agua pudiese darle, ante el constante líquido estorboso cruzar su rostro, ¿Qué tanto podría soportar? En qué momento se les indicaría que ya estaba lista para avanzar.

La morena había optado por casi desconectar sus sentidos, manteniendo solo el suficiente control, para que su cuerpo no terminará de cara contra el agua, si llegase a perder el equilibrio, su mente habría de tomara el control de su cuerpo, engañándose de una manera casi majestuosa así misma, olvidándose del frío, de la sensación quemarle de los leves hielos que la cascada había formado, incluso en ese momento, le parecía ya sentir tibia el contacto del agua contra si, siendo parte del ecosistema, sin inmutarse hace bastante de lo que su cuerpo pudiese sentir, y es que construir ese muro en la parte interna de su cerebro había hecho lo imposible, el descender su energía a tal punto que pudiese confundirse con la roca o el agua resbalar por la pared, las miradas que en su momento sintió clavarse sobre ella, habían desaparecido y con esfuerzo podría percibirse a sí misma, como si fuera parte de la nada, llevándola lejos y rememorando cada instante de su vida, como si fuera una vieja película de las que su padre le gustaba ver, desde su infancia hasta los últimos segundos antes de profundizarse alli, y pudo reconocer entre esas sensaciones hasta la más pequeña energía que pudiese existir, resultando paradójico, el como ignorar a quienes sabia estaban presentes, le permitía detallar hasta la más pequeña partícula viviente, a su alrededor o en si misma, la hierba parecía incluso susurrarle al sentir el ligero atisbo de vida que está desprendía, como a la lejanía los recuerdos de su familia seguían presentes a pesar de lo que le estaba pasando, ¿Qué tanto tiempo había transcurrido? Días, semanas, meses, desde su partida, estrepitosa y conmocionante partida, de la clara evidencia de que casi toda su vida, no se comparaba con lo poco que había vivido en ese lugar, de lo tanto que había aprendido, marcando un antes y un después, siendo las preguntas un bucle constante en sus pensamientos, ¿Podría rescatar a su familia? ¿Volver a sentir la protección de ellos? ¿Sanar esa herida en su corazón?

Goku …— susurró quedo, después de tanto tiempo en absoluto silencio, en su inconsciencia, trayendo las imágenes de su esposo y como lentamente un calor interno emergía de su interior ¿Qué sería esa sensación? No podía definirla, solo era un calor nacer de su interior sin una sensación clara para si, solo podía identificarlo de esa forma, solo un estímulo a su mente.

Milk

Escucho tan bajo y la imagen de su familia, de él se borró, dejándola en negro hasta estar frente a lo que creía era un tipo de espejo, en dónde intentó encontrar la imagen que se debería reflejar pero, solo veía oscuridad, sin distinguir su reflejo, esa figura borrosa que ocultaba su imagen, estirando lentamente su mano y la sensación de algo suave entre sus dedos hizo que alargará más su alcance, y sin esperar, sus sentidos se apagaron en totalidad en una fracción de segundo, hasta que ese calor la abarcó, la sensación cálida y suave traspasarla, cambiándola por una sensación de plenitud y gozo, ahogándola, haciéndola soltar una pequeña sonrisa.

Despierta

Su corazón bombeo fuerte, casi haciéndole doler y sus ojos se intentaron abrir ante aquella sensación de gozo inundar su cuerpo.

Despierta

Los abrió y ante el reflejo del agua aún humedecer su rostro supo que algo había cambiado, algo en su interior se había despertado mientras iba profundizando y el ser consiente de esa calidez, que apenas y se había permitido saborear tal sensación, no dudo en que quería un poco más, pero sus sentidos aún se reusaban en volver, el que esa energía que ahora no comprendía si era suya o de algo más, la zarandeara en una fracción de segundo y que de golpe el ruido ambiente la atacara, causándole dolor y el trozo de roca en la que había permanecido cediera, engulléndola a las profundidades del agua.

Despierta

Escucho nuevamente en su interior, sintiendo el frío calcinante en sus extremidades, como si el sonido del agua intentar copar sus oídos, orillando a sus músculos semidespertar del letargo, exigiéndole atención a las dolencias que la carne, y como rogaba por algo de descanso, tendría que moverse, quería moverse, pese a sus músculos entumidos y las articulaciones congeladas, debía poder salir a flote aunque su cuerpo no quisiera. Solo hasta que sintió la arena del fondo acariciar sus dedos supo que estaba perdiendo antes de empezar.

—¡Ah!—exclamo la rubia cuando vio la figura apenas perceptible por la tela blanca desaparecer, de donde había intentado camuflarse con el agua y esta se había detenido, solo unos segundos cuando el flujo amaino repentinamente, arrastrando a su compañera al fondo del agua—Milk—cuando la luz de la luna llegó a lo más alto y su brillo había dado exactamente sobre el pergamino, lo hizo desaparecer y que de la pequeña cascada una extraña ola de energía, expulsarse hacia ellos apagando casi de tajo la fogata y que el cuerpo de Momiji cayera de golpe—Milk— se levantó la androide de un salto, buscando su figura en un vano intento de captar su ubicación —¡Milk!— Gritó intentando ir a por ella, pero su estado líquido parecio haberse vuelto sólido, como un llano de fécula húmeda —Mierda— chisto y miro hacia la joven que aún temblorosa apenas se había sentado, mirando directamente al agua—¿¡Que demonios…!? —bramo amenazante sin importar que los demás se acercarán en un par de zancadas a la horilla.

—¡N-No pueden entrar!— trago pesado— No hasta que ella salga…—alego agitada Momiji, mientras sus manos descansaban a sus costados, cómo sino tuviera control de ellas. Estaba exhausta.

Uno, dos minutos pasaron y el reflejo del agua seguía imperturbable, estaba dicho, en cualquier momento su cuerpo saldría flotando, informando el rotundo fracaso que había sido la prueba para ella, ¡Carajo! incluso el peliblanco había desenvainado su espada en un intento de romper aquella superficie en que se había transformado el agua, tres y cuatro minutos se sumaron a la angustiosa espera y la primera burbuja rompió la quietud, expandiéndose en una delicada onda, seguida de un par de más, hasta que una mano engarrotada sobresalir y el agua volver a su estado natural.

—¡Igh!— exclamó en busca de aire, rompiendo el silencio.

—Al fin…—sonrió Momiji con una sonrisilla tontamente— pudo salir— comentó entre resoplidos, escuchando el chapoteo de la rubia al lanzarse al agua por ella, sujetándola de los brazos jalándola hacia la horilla, entre tropezones y pasos torpes. Se veía incluso mas pequeña al tener la ropa y cabello pegado al cuerpo, casi como una segunda piel, jadeando de alivio arrojando un poco de vaho de su boca ante el cambio de temperatura y agradeciendo la firmeza del suelo bajo sus pies.

Se sentía tan agotada, que no entendía como soporto tanto tiempo en ese lugar, y lo rectificó cuando intento abrir sus ojos y le costó divisar la imagen frente a ella, su cabello le impedía distinguir algo más allá de sus hebras húmedas, sino fuera porque la rubia fue a su rescate, habría terminado a gatas intentando salir del agua, apenas dejando salir un quedo y debilitado, Hola.

—Tonta…— alego el peliblanco que sin pensarlo sujeto su otro brazo y la ayudo a salir sin tocar el agua, trasmitiendo a través de la tela la calidez de sus extremidades, aún no estaba del todo consiente y sus sentidos iban activándose uno por uno, poco a poco, alzando apenas sus manos y con ayuda de la luz de la nueva fogata encendida por Sango, detectar el color amoratado de sus dedos.

—¿Qué?— exclamó intentando moverse algo más rápido pero su cuerpo no respondía, fue en ese momento que sintió el tembló realmente ante la temperatura que se había expuesto, pese a no sentir un colapso de su cuerpo. En algún otro momento, quizás estaría hecha una bola en busca de calor, pero aún no lo sentía del todo, solo cansancio.

—Te estabas congelando…— susurró la rubia, acomodando parte de los cabellos de la morena e intentando trasmitirle algo de calor de entre sus manos cuando se fijo en sus dedos— debes cambiarte ya, estás a borde de un colapso— la jalo un poco más y el dolor en los dedos de sus pies la hizo frenar, no podría dar un paso más sin sentir que se le caería la carne a pedazos.

—E-Espera…— chillo y el rápido frufrú de la ropa la alerto—Espera…— volvió a decir, intentando llevar sus manos entumidas a su boca para darles calor, sus hombros temblaron descontroladamente y el dolor en su nariz empezar junto al de sus pómulos, cada parte empezaba a reaccionar dándole un nuevo dolor a cada segundo.

—A-Alto…— dijo la chiquilla que apenas se había puesto de pie y caminaba hacia ellos cuando la parte superior del traje de Inuyasha cayó sobre los hombros de la morena—no hagan eso—riñó al ver a la chica ser cercada por cada uno de ellos intentando calmar alguna de sus molestias, ya sea frotando sus manos sobre la tela del traje o intentando intercambiar algo de calor al contacto.

—Silencio—alego el peliblanco a la pequeña sacerdotisa, mientras volvía la mirada al rostro de la morena— quítate la ropa— un quejido escapó de los labios de ella y este se giro dándole la espalda, como si pretendiera que la joven dejara caer sus prendas en ese momento, con la mirada algo burletera y una sonrisa torcida cuando los ceños fruncidos de las demás lo fulminaron.

—E-Están interfiriendo — volvió a alegar Momiji haciéndose espacio entre ellos, quitando la prenda tenuemente cálida sobre la joven— ella no debe recibir ayuda—Trago pesado y exclamó cansada— lo permití porque debia tomar un poco de aire, pero ya es suficiente, no pueden ayudarla más.

—Está congelada ¿Qué no la vez?— confronto la rubia y acercó el cuerpo de la morena un poco más a ella, sin que está se molestará en replicar, aún estaba intentando controlar la molestia de su cuerpo.

—Claro que la veo y estoy firmemente convencida de que no morirá ¿Verdad?— palmeo uno de los brazos de la morena sintiendo el frío que está expedía, erizando su mano.

—…Auch…— apenas susurró Milk cuando logro devolverle la mirada.

—Estás helada… pero debemos seguir— alejo su mano intentando que está retomará un poco de calor.

—Momiji, por favor, déjala descansar un poco, al menos que tome algo de calor o se cambie de ropa…—Aome junto ambas manos sobre su pecho, regalándole una pequeña sonrisa esperando convencer a la novata sacerdotisa.

—No es posible, la luna ya está en lo alto y estamos perdiendo tiempo valioso. Debe continuar con el resto de la prueba.

—Mocosa insolente…

—Mira, monstruo—Aclaro la voz la chiquilla y coloco sus manos sobre su cintura— ella logró interferir con mi sello—le señaló a la azabache que aún Expedia algo de vaho al respirar por la boca— cuando la luna toco mi pergamino todos lo sentimos ¿No?— las miradas no se pudieron evitarse entre ellos—Es parte de su esencia, la noche, la luna es uno de sus elementos, y no podrá continuar si siguen interfiriendo— suspiro y clavó los ojos en la pelinegra—la primera parte del ritual está hecha, debes poder finalizarla sin intromisiones— alego una vez más mientras sacaba a de su manga una pequeña daga, que aunque quisieran detenerla, estaba tan cerca que su movimiento fue rápido, haciendo un ligero corte en la punta del dedo índice derecho de la chica.

—¡Eh!—exclamo al sentir el corte en su carne, resguardando su mano de la chica, realmente le había dolido. Un intento vago de detenerla pero está ya se había movido, jalando a la morena de la seguridad que el grupo había intentado ejercer.

—Marca el camino, no debes dejar que la herida se cierre— alego sobre el hilo de sangre, manchando lentamente la palma de la morena y la joven la obligo extender la mano hacia el bosque, presionando la herida— camina— un par de gotas cayeron y fue allí que para su sorpresa pequeños faroles se fueron encendiendo tras unos agitados pasos que iban en su dirección, marcando el camino en medio del bosque hacia el templo.

—¡Momiji!— grito la otra joven que venía agitando una mano y con una pequeña bolsa de piel entre sus dedos.

—¡Botán! ¡Está lista!— volvió a alegar y fue está vez la peliazul quien derrapó a metros de llegar frente a la chica, y que en un rápido movimiento lanzará otro pergamino que se pegó en su frente, y una luz cálida saliera como una soga de este y la rodeará por los hombros y brazos, apretándola en un fuerte amarre, antes de aparecer un extremo hacia las manos de la peliazul.

—¿¡Ah!?

—¿Pero que están haciendo?— alego está vez el monje sacando de sus ropas un pergamino, estando dispuesto a deshacer aquel conjuro, se estaban pasando.

—No interfiera Monje— alego la peliazul corriendo hacia su hermana sintiéndose un poco más segura a su lado y como si la morena fuera un animal, tenso la soga de luz entre sus manos— vamos camina— soltó mientras clavaba sus pies en la tierra.

—Esto es un abuso jovencitas…

—Monje Miroku, por favor— la voz calmada de la anciana lo hizo dudar, Mirándola un par de segundos, antes de chasquear la lengua.

—¿Está segura?...

—Completamente—un gruñido de Inuyasha les hizo bajar una gota de sudor por las mejillas.

— ¿Qué se supone que es esto anciana? ¡Ella no es ganado!— alego fuerte pero ni la anciana, ni las chiquillas les importó, volviendo a tensar la soga en sus manos.

Dieciocho no salía de su estupor, miro a la morena y está extrañada solo curvo una ceja sin saber si debería seguirles la corriente o solicitar alguna clase de explicación.

—¿Todo lo demás está listo?— preguntó la pelicorta, su hermana asintió con una sonrisa y tragó pesado.

—Vamos, avanza.

—No se te olvide que debes marcar el camino— alego Momiji mientras daba un par de aplausos y Milk dudosa volvía a mirarlas.

—¿Marcar…?

—Si, con la sangre, ya sabes…— hablo más suave mientras le señalaba con su misma mano el corte que le había hecho. Milk solo asintió y tomando un poco de aire que sin duda escoció sus pulmones decidió avanzar.

—Es el colmo.

—Calma, Inuyasha— alego la vieja sacerdotisa mientras tomaba está vez el liderazgo y se acercaba a la tambaleante morena— niña, debes avanzar hacia el templo, repitiendo tu nombre y diciendo que eres un miembro del templo Yin Yang, dejando caer la sangre de la herida continuamente hasta que toques el primer escalón, si lo logras, podrás pasar a la parte final de la prueba, ¿Claro?

—¿Qué?— negó un par de segundos—¿Y porque tengo que decir eso?—refuto y la anciana solo templo la mano de la chica frente suyo, detectando como la herida no había dejado de sangrar pese a ser una herida pequeña ¿Será por el estado de entumecimiento de su cuerpo? Volvió a mirarla pero está solo le asintió, sin responder a su duda, no quedándole de otra más que avanzar, un ligero peso se marcó sobre su espalda y está vez fue cuando sintió la fuerza de Botán impedirle avanzar, haciéndola girar a ver.

—¿Qué?— está se aferró más a esa tira de luz y dejo caer un poco su cuerpo hacia abajo—anda, avanza — alego de nuevo, jalándola hacia atrás, haciéndola retroceder un paso, sintiendo extrañamente cómo el peso disminuía ¿Qué significaba eso?

Soltó un bufido y empezó a caminar, evidenciando como a cada paso que daba, ese ligero peso se acentuaba más a sus extremidades entumidas, sintiendo un tirón de los músculos al obligarlos a ejercer fricción al moverse, estaba segura que se desgarraría algo.

—¿Qué significa esto anciana?— el absurdo de la situación se le hacía cómico, acababa de salir de un cubo de hielo y ahora debía arrastrar a una mocosa hasta el templo arrojando sangre, era estúpido, extrañamente estúpido, aunque ese par se lo tomase enserio.

—Bueno, verás…

—No debería ser tan rápido, el entrenamiento dentro del agua dura un mes y el de la soga igual—Momiji se había interpuesto, soltando un suspiro aún agotada, relegando su labor a su hermana, en su momento, también llegó a creer que era ridículo ese sacrificio, pero logro comprender que debía ser mucho más capaz que los otros aspirantes, si querían lograr tener un lugar en ese templo—deberían ser diez personas impidiéndola avanzar, pero solo estamos nosotras dos y la anciana no creo que tengas la fuerza para eso y no confío en el monje.

—¿Por qué hacer esto? Es estúpido…—Dieciocho estaba por mofarse, ver el lento avanzar de su compañera y la otra chiquilla simplemente jalar la soga de luz como si de una vaca se tratase.

—Bueno, son la reglas, el cuerpo debe estar al límite para que la prueba final sea completada con éxito— se cruzó de brazos soltando un bufido altanera mientras acariciaba su mentón— ese pergamino ayudará a que su cuerpo se sobreesfuerze.

—Tonterías…— chasqueo la lengua la androide, con un bufido y se encamino hacia la pelinegra.

—¡No! ¡Espera!— el brazo de la chiquilla logro colgarse de la rubia mientras los demás parecían también darle alcance, más el fastidio de la voz de Inuyasha lo detuvo cuando un corrientaso lo hizo retroceder impidiéndole superar el apenas avance de la morena.

—¿Qué?— se escuchó en unísono.

—El camino fue preparado por esa pequeña— exclamo la vieja sacerdotisa empezando a avanzar de nuevo pero a una debida distancia de Milk y Botán —los polvos que traía en su mano debió arrojarlos cuando venía hacia acá.

—¿Y eso que significa?— chasqueo el peliblanco cruzándose de brazos sin dejar de ir al frente y sacudir sus brazos como si aún sintiera el hormigueo del ataque.

—No podremos avanzar más rápido sino al paso que Milk marque, siempre y cuando la herida permanezca abierta y el goteo constante, no significará un problema, pero si se cierra…

—Que absurdo…— se escucho apenas la voz en hilo de Milk. Cuando volvió a dar otro paso y el entumecimiento aún impedirle avanzar, sus músculos no respondían y la estreches que ese extraño amarre no le dejaba respirar, chasqueo la lengua y dio un par de pasos más apenas volteando a ver la herida en su dedo que aún no dejaba de sangrar.

—Tienes que decir el conjuro, sino será más difícil…— escuchó tras ella y dio otro paso.

—Es tonto…

—Pero lo tienes que decir, vamos…—bufó apenas y en leves boqueos dejo salir la primera frase.

— Yo… yo s-soy Milk Ox… — aunque su rostro no hubiese tomado color sentía la vergüenza es sus palabras —M-Miembro del templo, Ying, Yang…— soltó casi en un hilo y dio un par de pasos más.

Ridículo, mil veces ridículo

Se auto convenció que así estaría mejor, como si tuviera mas opciones, se recriminó y volvió a avanzar está vez sintiendo un tirón subir desde el tobillo de su pierna izquierda hasta el borde de su trasero.

—¡Ay!— exclamó entre dientes, cuando el calambre entumió su pierna y el jalón de la pelilarga obligarla a retroceder en un brinco—No…— volvió a bufar y el temblor por poco y la hace caer de rodillas, no estaba en las condiciones de amortiguar un golpe, el peso extraño la hizo tensarse y sino fuera porque logró tomar equilibrio pese al dolor de su pierna su cara sería parte del suelo.

—¡Vamos!— apoyo sin mucho ánimo Momiji que esperaba apoyada un árbol aún reponiendo energía, después de todo, no es que hubiera avanzado mucho—tu puedes, tu puedes…— alego la chica, y Milk volvió la vista con la sensación dolorosa que había aparecido en su mano y no era por el ligero corte que le habían hecho, para su sorpresa el tono casi morado de sus dedos se había estado disipando con forme los minutos y el flujo de sangre mermar el corte, coagulando la pequeña herida.

—No…— susurró al dar el paso y la gota de sangre no caer al suelo, sino resbalar sobre la uña del pulgar, siendo casi inmediato el tirón de la soga hacia atrás—¡Ah!— Aunque no pudiese verlo el extremo de la soga que sujetaba Botán se movió en su mano expulsando pequeños hilos hacia los troncos de los árboles que habían rodeado el cuerpo de agua, jalándolas a las dos hacia atrás en los escasos metros que habían avanzado llevándose con ellos a los demás presentes en un golpe seco—No…— exclamó suave, Aun un poco sensible por su adormilada garganta, y el brusco movimiento, viéndose de nuevo ante el comienzo de aquel camino lleno de faroles.

—Se los dije— alego la anciana y Milk no pudo evitar rodar los ojos, sus manos ya estaban lo suficientemente lastimadas como para ahora tener que flagelarse, ¿ Qué clase de culto era? ¿Por qué debía de usar su sangre para algo como eso? ¿Era acaso brujería? Resopló y volvió la vista a Momiji, aclarando su garganta y moviendo su mano.

—H-Has la cortada de nuevo, pero, más profunda…— su ceño no había dejado de estar fruncido y aunque la idea de lastimarse mas no le era agradable, si quería terminar con eso, debía hacerlo rápido.

Al mal tiempo, darle prisa

La pelicorta no dudo en acercarse a ella, con la daga empuñada y sujetando su mano extendida, infringiendo el corte con una mueca de dolor más para ella que para Milk, ante la atenta mirada penetrante que le brindaba, como si le negara preguntarle si estaba segura.

—Tsk— exclamó la morena enterrando nuevamente la uña de su pulgar y en posición de ataque, enfoco los ojos hacia el camino y dio una zancada larga a la vez que su mano se extendía y la primera gota de sangre caía, empezando a avanzar está vez un poco más rápido, e ignorando el dolor de sus pantorrillas y el peso que cada vez se acumulaba en su espalda, haciéndola encorvarse ligeramente.

—N-No tan rápido…— alego la peliazul, casi a rastras tras la morena, teniendo que clavar sus pies mucho más fuerte dejando un par de líneas marcadas en el césped en un intento de impedirle continuar— te vas a cansar antes de llegar al templo…— susurró para si, cuando una de sus piernas cedió y tuvo que debilitar la tensión de la soga al casi trastabillar contra la espalda de la morena, su tenacidad era evidente.

—¡Eso es Milk!—el grito alentador de Aome era consolador, por lo menos sabía que no estaba sola en plena humillación, aunque no era para vanagloriarse, con un par de metros de distancia ya podían avanzar con calma, sin el temor de ser azotados de nuevo, sin alcanzar a esquivarla o esconderse — ¡Ya casi llegas!— grito de nuevo, apoyando las manos sobre los costados de su boca—Pero a medio camino…— susurró y exclamó un suspiro cansado—aún le faltaba bastante para poder ingresar al camino real que enmarcaba la entrada hacia el templo y en ese era más complicado avanzar si seguía agachándose de esa manera— espero que pueda con esto…— deslizó una mirada hacia el peliblanco y este solo miraba hacia la copa de los árboles ignorando la situación, con un notorio enfado en su rostro—Inuyasha…

—Aome, ella estará bien…— susurró Sango acomodando las mangas de su traje, atrayendo la atención de la morena— es un poco extraño pero, siento que más que cualquiera, sería ella quien podría con algo así— rio un poco escuchando un pequeño grito de la pequeña peliazul cuando chocó sin querer con la espalda de la morena a unos metros— tiene una tenacidad atroz ¿No crees?—Rieron.

—Supongo que si…— volvió a mirar al frente y continuaron a paso lento, expectante de llegar al comienzo del templo.

—Pff, es una tonta— el susurro en la voz de Inuyasha apenas les fue audible, este tomo una bocanada de aire enfocando sus ojos en la espalda de Milk— ¡Mas rápido! ¡Ya te alcanzamos! ¡Lenta!— grito fuerte el peliblanco, ganándose una rápida mirada nada amistosa de ella, apenas chasqueo la lengua y bufó obligándole a acelerar el paso cuando noto que en verdad ya les estaban dando alcance.

—Que alentador, Inuyasha, no eres nada delicado— canturrio el zorrito apoyado sobre el hombro del monje y con una mirada acusadora.

—¡Bah!, esta perdida de tiempo solo me exaspera, que termine esto de una buena vez…—camino ignorando la mirada acusadora del monje y el pequeño niño y ocultando sus manos entre sus mangas, se acercó más a los troncos de los árboles.

—Todos estamos preocupados por ella, pero debemos ser pacientes— comentó el monje a la espera de una reacción del hombre a sabiendas que ese comentario podría traerle más que un problema y no precisamente por él.

—¡Que no estoy preocupado!—bramo cuando el paso de Aome se detuvo apenas un segundo antes de continuar, siendo arrastrada por Sango— ¡E-Esto es una tontería— aceleró el paso dejando al pequeño grupo atrás.

—No deberías negarlo Inuyasha, aunque hagas esto en presencia de la señorita Aome no es de caballeros—el tono había sonado lo suficientemente alto, tensando la espalda del peliblanco.

—¿Qué estás insinuando Miroku?— en un parpadeo tenía la mirada sobre si, rosando sus narices y con los colmillos listos para morder.

—Solo digo que estás muy tensó…— rio nervioso, alzando sus manos en señal de paz y con el pequeño zorro oculto en su espalda.

—Muchachos, mejor muévanse que ya nos están dejando rezagados— intervino la vieja Sacerdotisa con un suave carraspeo.

Más adelante las piernas temblorosas de la morena amenazaron con caer, sin embargo; pese a que su cuerpo ya estuviera inclinado casi noventa grados hacia el frente, su mano lastimada seguía extendida, no había dejado de hurgar en la herida, no quería volver a iniciar ese tire y afloja, la tenacidad se le estaba agotando y el par de chiquillas la habían puesto en esas absurdas pruebas, llevándola al límite de resistencia conocido de su cuerpo. Eran admirables. Pero no era suficiente, debía dar un último esfuerzo ahora.

—¡Aaahh!— el grito gutural que salió de su garganta Lastimo sus cuerdas vocales pero fue lo de menos, había agitado la herida hacia en frente lanzando un par de gotas carmines hacia varios metros frente ella, tomando esa brecha en ventaja al correr, trayendo a arrastras a la que ahora era la menor de sus cargas.

—¡No! ¡Momiji!— grito la chiquilla al no tener manera de como frenar a la pelinegra y simplemente ser arrastrada intempestivamente.

—¡Voy! ¡Voy!— la pequeña figura de la pelirroja rebaso al pequeño grupo y logró agarrarse con sus manos a la cintura de su hermana anclando ambos pares de pies en la tierra sintiendo aún así ser llevadas por la morena— ¡Ay! ¡Más despacio…!— balbuceo al ejercer más fuerza en sus piernas.

—No hace caso, ni el conjuro volvió a repetir…— le susurró la peliazul a su hermana y entre ambas apenas y habían logrado frenar un poco el avance de la morena, Momiji no estaba del todo recuperada.

—Va mucho más rápido que la prueba del agua, es increíble.

—Shh…— alcanzó a comentarla la ojionix cuando el peso se hizo más presente en su espalda y la parte final del bosque apenas ser un vistazo cuando cayo de rodillas—carajo…—el camino real estaba realmente cerca.

"¿¡Cómo se supone que haga esto!? Es absurdo…"

Chasqueo la lengua apretando sus dedos sobre la tierra, el contacto pareció calmar por un momento el dolor de su herida, sin embargo; ya podía imaginarse siendo arrastrada de nuevo hacia la orilla del riachuelo y no podría permitirse eso.

—Se detuvo…— susurró la peliazul al ya no sentir más tirones por parte de la morena y aferrándose fuerte al lazo en su mano—vamos, descansa un poco, podrás intentarlo de nuevo en un rato…

—Eso… jamás…— sus manos aún enterradas ejercieron un poco más de presión, levantando su cuerpo y estirando su mano tanto como pudiese a un pequeño manojo de pasto frente suyo y lo deslizó hacia arriba, como si quisiera arrancarlo, pero el apretón no era fuerte y el delicado borde de la hoja hizo un par de incisiones en sus dedos, permitiendo el flujo del liquido rojo otra vez—Vamos…— enterró sus rodillas al suelo y empezó a empujarse hacia adelante no tardando mucho en avanzar hacia el camino real, aunque el tener reducido la movilidad de sus brazos se le hiciera más difícil amortizar cualquier golpe, pero paso a paso, Magullando sus rodillas y la yema de sus dedos que no evitaban dejar leves rastros de carmín sobre las hierbas bajo suyo—vamos…— siguió avanzando y cada vez más podía sentir el olor de la tierra cerca a su nariz, ¿Cómo demonios pesaba tanto?—Jodido… pergamino…— sintió un molesto cosquilleo en medio de su frente y sus ojos por un segundo parecieron nublarse, haciéndola parpadear repetidas veces mientras se seguía arrastrando, no podía ver bien, el sudor había abarcado su frente y temía que este escocieras sus ojos, un poco más y el enorme peso en su espalda incremento, terminando de cara entre las rocas del inicio del camino real—¡Maldición!— grito fuerte y no pudo evitar girar hacia atrás. Alcanzando a detallar al par de chicas que aún jalaban aquella cuerda, pero sin la tenacidad de antes, aunque eso fue lo de menos cuando diviso algo más extraño sobre su espalda—¿Qué demonios…?— su cuerpo se helo y las extrañas figuras apenas visibles se posaban sobre ella, en una cantidad que nunca espero imaginar, con rostros extraños y cuerpos con extremidades de más, evidentemente, no eran ni fueron seres humanos.

—No te escuchamos…— soltó uno de ellos, con una voz retorcida y con eco para sus tiernos oídos, el escalofrío no pudo evitar nacer de lo más profundo de su cuerpo, haciéndola palidecer, ¿De dónde carajos Salieron?

—…No—susurro aterrada y en temblor sobre sus manos ante lo que veía la hizo gritar horrorizada—¡AHH!— el dolor de su cuerpo paso a segundo plano y el peso había extrañamente tomado ligereza, la sensación de liberación de sus brazos le permitió abarcar más su alcance aunque sintiera los tirones por su cintura, no se detendría, quería tomar la mayor cantidad de distancia entre esas cosas y ella, empezando a avanzar casi por inercia y sin dejar de bramar ante el horror sobre su espalda—¡Bájense! ¡Bájense! ¡Bájense!—alegaba sin dejar de moverse y las heridas ser el menor de sus impedimentos al avanzar con tanta brusquedad entre las rocas del camino.

—¡Ay!— soltaron ambas jóvenes, corriendo tras la morena sin poder evitarle seguir el paso, ante tan brusco rumbo que había marcado la chica pese a estar sobre el suelo de rodillas.

— Creo que ya los vio Botán…— comentó la pelicorta soltándose de su hermana para poder descansar viendo a la otra solo soltar un grito cuando cayo de bruces y aún así Milk la arrastró con ella—tomare eso como un si.

—¡Oye!— la androide le dio alcance no muy lejos de los demás, mirando preocupada al frente—¿Qué le pasa…?

—Creo que vio a los guardianes— rio nerviosa mientras se rascaba una de sus mejillas y empezaba a caminar tras el rastro que dejaban ambas chicas.

—¿Cuáles guardianes? ¿Nosotros no vemos a nadie?— comentó el monje, buscando alguna fuente de energía adicional pero, no hallaba nada extraño.

—El templo tiene guardianes por todo el lugar, Botán despertó a los del bosque, ellos estaban haciendo peso para que le costará más avanzar, por eso es que se iba agachando mientras caminaba, porque cada uno se va subiendo a su espalda.

—¿Qué? Un espíritu no tiene peso ni…

—No, pero si energía, pueden conectar con el cuerpo de los seres, por eso ella sentía peso, porque su esencia entre más despierta más accesible es—sonrió de nuevo al ya tenerles una amplia ventaja— a diferencia de las personas inexpertas, creo que el entrenamiento en el lago ya dio frutos.

—¿A qué te refieres?— cuestionó la ojiazul.

—Tiene que dejar de depender de sus cinco sentidos, cuando eso pasa, la conexión con el más allá toma más conciencia, así su capacidad para detectar otros seres incrementa, ver a los espíritus es solo un paso, pronto el pergamino dejara de ser un impedimento— señaló su frente y aceleró el paso mientras los demás les daban alcance.

—¿Alguna explicación?— comentó Aome, sin comprender bien—señora Kaede…

—Están obligándola a que sus poderes dormidos reaccionen, aunque sea de una manera algo brusca— comentó al acelerar un poco su paso al estar tan cerca del templo— sus habilidades ya estaban despertando, pero para ser una buena sacerdotisa necesita de más que poder ver o purificar un ente, si ya logró captar un ser de otro plano. Puede que sus habilidades realmente sean inmensas, más allá que a la vista del simple ojo humano, aunque eso no significa que sea algo agradable…— sus ojos volvieron al frente al ya no verlas entre el camino de ese bosque, siendo solo minutos en que sus cuerpos no eran visibles hasta hallarlas, respirando con dificultad en la entrada del pasillo que llevaba al interior del templo.

—Milk…— susurró la androide corriendo los escasos metros para posarse al lado de la chica que apenas con su mano estirada había tocado la entrada de ese pasillo manchando ligeramente el color gris del suelo—Milk…— la llamo agachándose un poco mientras la veía respirar con agitación y la pequeña peliazul sacudía sus ropas apenas sucias con ayuda de su hermana, el lazo había desaparecido y el temblor en el cuerpo aún recostado la preocupo mas— Oye— sujeto su hombro derecho haciéndola girarse hacia ella pero está seguía con los ojos cerrados mientras su respiración intentaba calmarse— ¿Qué pasará ahora?— comentó viendo hacia el par de chicas que al igual intentaban calmar el nerviosismo que se había posado en ellas.

—A llegado con bien al primer escalón del templo así que ya solo queda la parte final, la prueba real— la voz de Botán sonó calmada agachándose a la morena sacando un poco de polvo que tenía entre el saco de piel, su hermana le acercó un tarro de bambú dónde contenía un poco de agua del lago, arrojo este en su interior y batiendo un poco se lo dio a beber a la morena que con un poco de dificultad logró pasar un par de tragos antes de que su cara se frunciera por el horrible sabor.

—¡Wah!—exclamo por lo bajo la chica aún sin levantarse del suelo, extrañamente había empezado a sentir un hormigueo en sus dedos y esparcirse por sus extremidades— Dieciocho…— alego por lo bajo, abriendo los ojos y mirando tanto como podía hacia abajo, sus piernas, ya no las sentía y el leve agarre que había hecho sobre la ropa de la rubia había perdido conexión, no sentía la sensación de la tela ni mucho menos ahora sentía el agarre de ella sobre si…—Dieci…— su lengua se durmió.

—¿Qué pasa?—la rubia las miro e intento sujetar el trozo de bambú, más este lo alejaron antes de que le diera alcance— hey…

—Tranquila— la pelicorta se acercó a ella e intento levantar el cuerpo de Milk, más la rubia siquiera debilitó su agarre—no te preocupes, debes estar así de exhausta para que todo salga bien— intento levantarla de nuevo pero ya había perdido su oportunidad de hacerlo, siendo la androide quien la levantara del suelo y la acunara en sus brazos, alejándola de la pelicorta—¡Espera!

—¿Qué van a hacerle ahora? No puede continuar mas.

—No se preocupe, sigue la última parte de la prueba. La luna no durará mucho tiempo en esa posición así que hay que darnos prisa— Botán se acercó igual levantando sus brazos a la espera de que la rubia le tendiera el cuerpo de su compañera.

—¡Ah no! ¡Alto ahí!— comentó el peliblanco fuera del pasillo a unos metros del campo natural que este marcaba al sentir el cosquilleo sobre su cuerpo cuando intento acercarse, no podría acercarse por esa barrera—quien sabe que vayan a hacerle, no dejes que se la lleven. Aome— la miró en un vano intento de ayuda.

—También estoy nerviosa Inuyasha, pero ya pasó por tanto como para que ahora le impidamos esto— le freno la pelinegra, mientras la castaña llego junto a la rubia y negó cuando Milk intento decir algo mas— Dieciocho la acompañara…

—Lo siento, pero no. Solo podemos estar nosotras y tal vez la anciana…— refutaron cruzándose sus manos en forma en negativa.

—Monje Miroku. Usted también podría…

—¡No!— negaron fuerte ambas chicas—ese monje pervertido no nos va acompañar— la gota de sudor que bajo por las mejillas de los demás fue evidente y el hombre solo se sintió aludido soltando una pequeña risilla.

—El salón donde terminaremos el ritual no puede tener personas pecadoras cerca, la purificación fue complicada y no puede haber ningún rastro de maldad o perversión o echaría a perder todo el proceso— aclaro Momiji infiriendo el gusto pecaminoso del monje por las mujeres.

—Siendo así, creo que por lo menos deberían permitir que nos ayuden llevándola, no creo que nosotras podamos…—La vieja Sacerdotisa se posicionó junto a ella y señaló a la rubia— yo estaré presente.

—No sería posible. Su nivel de conciencia espiritual es muy bajo, casi nulo podría atreverme a decir—señalo ligeramente a la androide—al poner un pie cerca del salón, seguro se desplomaría— aclaro Botán empezando a consentir que tal vez aquel monje si debería acompañarlas—Momiji

—Déjame pensar— la chica cerro los ojos y apoyo uno de sus dedos sobre su mentón, un par de segundos y chasqueo la lengua— Bien, que el monje nos acompañe, pero, con una condición— le comento, sacando uno de sus pergaminos y como de una cinta, le envolvio en una de sus muñecas— será solo para ayudarnos a cargarla, no podrá quedarse. Además, si hace algo extraño esto lo pondrá en su lugar— le sonrió divertida ante la cara de sorpresa del hombre— Debemos hacer el ritual solas y la presencia de la anciana solo será por si algo sale mal.

—¿Acaso no están seguras de lo que van a hacer?— alego la rubia a sus espaldas, aún teniendo a Milk sobre su regazo.

—Claro que si. Pero su mente aún es un misterio incluso para ella misma— el silencio reino un par de segundos, antes de que el monje carraspeara la garganta y se acercará a la rubia, estirando sus brazos.

—No se preocupe, la llevaré con bien…

—Mas le vale…— dudosa apretó el cuerpo hacia ella, antes de extenderlo al moreno escuchando un pequeño bufido del peliblanco tras ellos, sus brazos pronto dejaron de sentir la humedad de la ropa de su compañera pero no alejo del todo sus manos, clavando sus ojos en el iris azul del hombre— si te pasas de listo, te dejare eunuco…— susurró para ellos ganándose otra sonrisa nerviosa del monje, dejando que este diera un paso atrás, antes de empezar a seguir a las chiquillas, ingresando al templó pese a los bufidos de protesta de Inuyasha, que no tuvo de otra que rodear la edificación y volver a la entrada principal a esperarlos.

—Por favor, los demás esperen en el salón— susurró la peliazul cuando un pasillo a su derecha los hizo dividir sus caminos, un pequeño asentimiento y Sango cómo Aome y Dieciocho, siguieron caminando de largo y el monje junto a las pequeñas y la anciana se desviaban hacia ese oscuro pasillo.

—Esperemos que este bien— Sango apenas volteo a mirar tras ella y sintiendo una extraña sensación recorrer su espalda—Dieciocho…

—Confió que estará bien—Miraron dudosa a la rubia pero está con el ceño serio y los puños cerrados siguió avanzando, concentrando su energía en seguir a la distancia la presencia de aquel monje y su acompañante —confió que si…

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El monje ya llevaba un par de minutos perdido entre la cantidad de pasillos que cruzaba, la desorientación había hecho mella con la escasa luz que se filtraba del exterior, que le permitía apenas ver el suelo por dónde avanzaba, el cuerpo que cargaba si quiera se había movido, pero el peso muerto ya tallaba en sus brazos, teniendo que lanzarla un poquito hacia arriba para poder sujetarla mejor cada que se resbalaba, el silencio se le hacía más incómodo al andar, era en ese momento donde extrañaba las discusiones constantes en el grupo, suspiro dándole un nuevo tirón al cuerpo en sus brazos y fue cuando divisó una puerta de madera al final del pasillo después de varios minutos de andar, bastante extraña debía decir, como si hubiera aparecido de la nada, de entre las sombras, sintió mareo y sus ojos picarle como si no hubiera dormido en días, sacudió la cabeza y soltó el aire por la boca, se estaba descompensando, se acerco un poco más al par de jóvenes, quedando la anciana tras de ellas y dos pasos mas atrás él con la inconsciente pelinegra.

" Tengo sed"

Pensó en un micro segundo y apretó sus ojos, esperando que su saliva calmara el deseo de su garganta, suspiro intentando buscar las palabras, aunque ahora percibiera el latido acelerado de su corazón retumbarle hasta los oídos, eso no estaba bien, la fatiga había aumentado de golpe y su cuerpo ya amenazaba con caer sobre el suelo.

"¿Qué diablos pasa aquí?"

—Aguarda, Monje— Botán siquiera había volteado a verlo, al unísono junto a su hermana hurgaron entre sus ropas, detectando gracias al silencio el golpeteo que ejercía lo que después se mostró era un collar, o más bien, un rosario de un suave color rojo y azul, particularmente semejante a sus ropas, las vio acunarlo respectivamente entre sus manos y acercarlo a sus labios, como si le dijeran algo, sus susurros apenas parecían una dupla del sonido, ante lo bajo que era, la sensación de un par de hondas esparcirse hacia ellos le inquietó y el temblor en sus piernas hacerse notorio, Demonios, cuando colocaron los rosarios sobre cada pomo de la puerta, un par de micro segundos fueron suficientes, antes de que las enormes puertas se abrieran por si solas, ante ellos, invitándolos a pasar, tragó pesado sintiendo un nudo en el estómago, giró a ver a la vieja sacerdotisa, pero esta se había mantenido calma, a diferencia de él, que ya tenia una gota de sudor resbalándole por la mejilla.

—Adelante monje— susurró la pelicorta, señalando el interior, Ingresando de espaldas mientras la anciana y la otra chica le dejaban libre el camino—Sígame…— asintió tomando bastante aire por la nariz y avanzó con sigilo, observando su alrededor a cada paso, pese a ver muy poco, apenas un par de metros a su alrededor, escucho los pasos tras él intuyendo era de la otra chica y la vieja Kaede, pero vislumbrando poco a poco al fondo del salón una chimenea de piedra, con una tenue braza que apenas y alumbraba su interior, terminando de guiarle hacia lo que parecía ser un tipo de bañera y dónde ya había aguardado por el la otra chica, dudoso apretó el cuerpo en sus manos y miro fugazmente la figura apenas visible de Kaede y ella está vez le respondió la mirada, asintiéndole, señalando con un ligero movimiento de cabeza aquel espacio que sobresalía ampliamente del suelo, era evidente, pero no estaba seguro si podría depositarla allí, cada vez se sentía más exhausto, tragó pesado y al estar en el borde denotó un olor a plantas que no supo definir su origen, solo un aroma entre dulce y agrio y la sensación llegar a serle molesta a su olfato.

—Recuéstala, con cuidado— alego la mayor apenas mirándolo a sus espaldas, él asintió por inercia pero aún dudo en soltarla, aunque ahora la poca resistencia que tenía en sus brazos no durará mucho— Monje Miroku…— se agachó un poco, cuidando de no dejarla caer con brusquedad, hasta estar seguro de que no se lastimaría, sin embargo; el líquido que al parecer había pasado desapercibido en su primer análisis se hizo presente a su tacto con los nudillos, una mirada rápida a su alrededor y las jóvenes ya lo miraban fijamente, expectantes a cualquier cosa que hiciera, tragó de nuevo pero termino de depositar el cuerpo de la mujer entre ese líquido de olor asfixiante, observándola tenuemente, aún con mechones de cabello sobre su rostro y la respiración demasiado calma, como si fuera inmune a esa sensación que el estaba padeciendo, un creciente vuelco en su estómago le generó la necesidad de alejarse, rápido sino quería terminar vomitando lo que había comido en la tarde, se giro sobre si apoyando una mano sobre su estomago y empezó a caminar más rápido de lo que había entrado.

—Señora Kaede…

—Confié Monje Miroku, estaremos bien— susurró la anciana y le señaló la salida pese a que el no dejaba de avanzar.

—C-Creo que debería quedarme…— insistió pese a que las náuseas lo estuvieran sacando de esa habitación.

—No suena muy seguro…—la pelilarga sonó burlona y rodeo aquel espacio para estar donde el había depositado a la azabache—con la señora Sacerdotisa estamos bien, no hace falta nadie más—Su vista volvió a buscar a las jóvenes y no se explico como ahora estaba a solo un paso del portón.

—¿¡Pero!?—apreto sus ojos junto a una arcada que lo hizo doblarse, alzó la mirada y el par de puertas se cerraron casi golpeando su nariz, cortándole de tajo aquel malestar naciente de su estómago, haciéndolo toser.

—Retírese, ella estará bien, lo sabrán al amanecer— escucho atreves de la puerta, se alejo alterado, con la frente perlada en sudor y sus manos temblorosas ante el agarre en su cuerpo, había sido realmente fuerte esa sensación y no supo definir si era seguro dejarlas sin algo más de supervisión.

—Increíble…— susurró para si, limpiando el sudor y miro hacia el pasillo a su espalda, como a la espera de divisar a alguno de sus compañeros, al no sentir su presencia muy lejos—increíble— volvió al frente y para su total sorpresa, la enorme puerta había desaparecido, dejándolo en medio de un largo pasillo con muy poca iluminación—¡No puede ser!—la presencia de las jóvenes y la anciana había desaparecido, avanzó como si fuera a toparse con la puerta, estirando su mano rogando por tocarla pero no fue así, el objeto de su atención se había esfumado.

Empezó a caminar cada vez más rápido al sentir la energía de su cuerpo retornar y casi corriendo llegar a uno de los pasillos que cruzaba frente al suyo, quedando frente a aquel corredor que llevaba hacia el exterior de ese templo, hacia aquel lago, frunció el ceño y sintió un leve estallido en sus oídos, como si hubiesen estado tapados y la presión desaparecer.

¿En qué momento ocurrió?

—Esto no puede ser…— se rio de si mismo y retomo el rumbo hacia la sala en la que habían esperado antes, corriendo lo que sus pasos los separaran, abriendo de par en par las puertas topándose con las caras curiosas ante su intromisión —No me lo van a creer…— miro hacia el camino por donde había llegado— Desaparecieron…

—¿Su excelencia…?— preguntó Sango incorporándose del pequeño cojín.

—¿Qué fue lo que dijo?— la voz de la rubia hizo que las miradas se clavaran en ella mientras se levantaba—¿Desaparecieron? ¿Como?

—Las perdí…— soltó acercándose y dejándose caer sobre uno de los cojines, estirando su mano a uno de los vasos con agua que ellas habían estado bebiendo, aún tenía sed.

—¿A qué se refiere?— la preocupación de Aome taladro un poco su cabeza y su mandíbula se apretó mientras apoyaba su mano libre sobre sus piernas.

—El salón donde la llevé, desapareció…— enfatizo sintiendo debilidad sobre su cuerpo. ¿Qué rayos había pasado?

—¿Como?—Insistió la rubia.

—T-Tan pronto salí, no pude verlo más, es como si…—trago pesado y exhaló un bufido de cansancio.

—Su Ki está presente…—refunfuño la rubia cuando se dio cuenta que no había manera de rastrearlas, había estado siguiéndolos a la distancia pero estuvo perdiendo su rastro solo unos segundos hasta volverlos a localizar pero ya no lo podía hacer, no desde hace apenas unos minutos—pero no logro ubicarla, esta demasiado disperso— el rastro de energía se perdía, como si fuera una falla en algún circuito y su presencia apareciera en otro lugar al cabo de unos segundos ¿ Qué clase de templo era ese?—ni el de la anciana logro ubicar…

—Debemos decirle a Inuyasha, quizás él pueda rastrearla y…

—Claro que no, su excelencia— comentó Sango, sin dejar de observar a la rubia a su lado, aclaro su garganta y giro a verlos— si se lo decimos es capaz de destruir el templo y no sabemos dónde se encuentran— estiro su mano al vaso de agua que tenía y lo apretó entre sus dedos—Creo que lo mejor es esperar—el monje asintió cansado.

—Me preocupa, no estaba en condiciones cuando terminó la otra prueba— la voz queda de la pelinegra apenas y se escuchó.

—Aome, le daremos tiempo—Finiquitó la rubia cruzando los dedos sobre su boca ocultando la mueca de sus labios— La Anciana está con ella, Si al amanecer no se sabe nada, yo misma destruiré este lugar.

—…Esta bien.

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Sus párpados aún se negaban a cerrarse del todo, sin poder percibir mucho más que un par de sombras, aferrándose a lo poco de sus sentidos nuevamente adormecidos le permitieran, en ese caso el apenas tacto de las hojas flotar en el agua, siendo extrañamente justa para ella, apenas la cantidad de liquido exacto para mantenerla a flote, pero que no llegara a molestar sus oídos e incluso su nariz, el tenue calor que había recibido del cuerpo del monje había desaparecido tan pronto la había sumergido, la sensación de hormigueo ya se había apoderado de la gran mayoría de su cuerpo, era evidente que esa bebida amarga había tenido algo que ver, la sensación de entumecimiento la estaba sofocando, el malestar en la boca del estómago la hacia sentir acidez, quemando su esófago al subir hacia su garganta, estaba segura que vomitaría en cualquier momento, pero sin poder moverse, girar hacia alguno de sus costados, o tan siquiera abrir la boca para tomar algo de aire, era frustrante, apenas podía guardar la calma sin llegar a buscar el como irse de ahí, sin contar con la naciente migraña en sus cienes que la hacía desear perder el conocimiento.

"No"

La voz había muerto entre sus labios, cuando intento dirigirse a una de las sombras, que al estar mas cerca y con la poca luz descifró era aquel par de niñas, que habían extendido sus manos sobre su cuerpos antes de sujetarse con una de sus manos.

—Debes relajarte, Cómo si fueras a dormir— escucho de una de ellas, pero no pudo definir de quién provenía su voz, se sentía demasiado extraña, confusa e inmutable antes sus hechos— tranquila, solo cierra los ojos…— volvió a escuchar esta vez sintiendo la energía de sus manos ingresar atravesé de su piel como si fuera un arrullo ante la pesadumbre de su cuerpo.

"Pero…"

Sintió su mente ceder mucho más rápido de lo que esperaba, solo el cerrar sus ojos y tomar un poco de aire la sumió en la inconciencia, llegando incluso a sorprender a las demás presentes al ser ella una presa fácil ante sus acciones, demasiado rápido como para no extrañarse, sin embargo; preferían atribuirlo al evidente cansancio que tenia, había sido horas muy difíciles para ella y ahondarse en su mente vacía les ayudaba a encontrar ese núcleo frágil, del subconsciente, aprovechando la energía que la noche les proporcionaba y como lentamente a su alrededor, la luz trazaba el margen de un círculo con un par de aristas, que iban tomando tamaño entre más profundizaban, y las marcas bajo sus pies naciente de la luz de la escasas brazas de las chimeneas que empezaban a encenderse una por una, buscando el momento justo, dónde la inconciencia de la morena se grietara un poco más, lo justo para poder escapar de sus ataduras.

Los pergaminos en sus manos viajaron al pequeño grupo y la mirada recelosa de la anciana solo las veía trabajar, a una pequeña distancia, pero mantenía su daga hecha de hueso y sal firme en su mano, lista para interrumpir en cuanto fuera necesario, No se permitiría llevarse una sorpresa al bajar la guardia, pero el par de manos juveniles se apretaron entre si unos segundos más, para nivelar el flujo de energía en aquel conjuro y al fin poder extenderla sobre la azabache, la unión entre ambas hermanas era exacta, justo, como si dos elementos se tratase, bailando a su alrededor con tonalidades azulinas y naranjas, emergiendo de ellas e Ingresando al cuerpo inerte entre el agua.

Esta energía no dejaba de rodearlas, llegando a generar un brillo casi molesto pero que se nivelaba al crecer de las llamas naciente del carbón alrededor del cuarto, descubriendo las ocultas marcas de las paredes y parte del techo, con algunos signos indescifrables para ella, sus voces volvieron a tomar partido en el cuarto, escuchándose el eco de más voces en el interior, naciendo entre las paredes, casi podría jurar que eran producto de su imaginación de no ser por la situación en la que estaba.

"¿Qué clase de cantico es este?"

Pensó la mujer cuando la luz de aquellas chimeneas ya no le permitía ver las figuras juveniles a escasos metros, teniendo que cerrar su único ojo para no encandelillarse ante la luz, chasqueo la lengua y aunque le molestará no guiarse por la vista, en sus manos firmes podría sentir el frío también querer afectar parte de su cuerpo, uniéndosele la sensación de desconcierto que pesaba en sus hombros, había esperado que esa prueba no fuera tan tenaz como había escuchado, pero no parecía haber acertado en esa conjetura, pese a ser jóvenes, unas novatas a comparación, era evidente el potencial que ocultaban, si no eran cuidadosas, podrían morir si se desconcentraban solo un poco, debía de servir de contrapeso para asegurarse de cualquier error. Así que unió sus manos casi en un golpe, sin soltar la daga dejando la punta en dirección al suelo, aún sin poder abrir su ojo concentró su energía y se permitió ejercer un conjuro de protección con aquellos pergaminos, cualquier situación ajena podría controlarla el tiempo suficiente para no salir perjudicadas.

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Su conciencia había caído en los profundo sentimientos ocultos en su interior, se suponía que su mente era quien mantenía sus recuerdos en una misma sintonía, buenos o malos, presentando una cantidad diferente de importancia pero, de igual manera necesarios, aunque una barrera extraña se había expuesto de la nada, entre las sombras que captaban sus ojos cerrados y la oscuridad que la consumía lentamente, llevándola al borde, como si sus vivencias debieran apartarse de lo que en verdad la mantenía presente, la opresión que sintió al darse cuenta de ese muro y en la dirección que le indicaba su cuerpo, justo debajo de las costillas, entre ambos pulmones, con un bombeo incesante, el latir de su corazón, quien pretendiera hablarle, deseando guiarle pese a no saber nada, o no tener como expresarlo. Tenues zumbidos y la sensación de hormigueo que había traído sobre si se apagó, como si de un interruptor se tratase, empujándola mucho más al fondo hasta sentirse justo enfrente como la imagen sombría tomaba color, con lentitud sin determinar si sus ojos se estaban abriendo o si su mente le estaba presentando algún recuerdo, esperó, sin ansiedad de verlo, esperó a que la imagen se viera clara y cada detalle fuera genuinamente real.

Un corte quizás o un parpadeo automático, la llevo frente a su hogar, sintiendo la tenue brisa de la mañana, apreciando los cálidos colores de la casa que había habitado desde muy joven, su casa, su refugió, se sintió completa cuando la calidez del día acaricio la tela de su traje púrpura hasta su piel, sin evitarlo, corrió a toda prisa como si nuevamente la persiguiera aquel molesto jabalí, estirando su mano hacia la madera de la puerta y jalándola para poder ingresar a su casa, encontrando la pulcritud única de su sala, que por años la había hecho batallar.

"Estoy de vuelta"

Las palabras resonaron en su mente sin determinar si había hablado fuerte o bajo, miro atrás y no entendió de dónde venía, ¿Había salido a comprar algo? No recordaba porque estaba afuera, como si el tiempo la hubiese mantenido absorta en algo sin saber ahora el que, pero había reaccionado, estaba ahí, contenta, sonriente y dispuesta a preparar la comida para su familia… sintió un leve tirón pero en seguida lo ignoró, corrió hacia la cocina pensando que quizás podría prepararles algo aunque, ¿En dónde se encontraban? Un vistazo al mesón interno y vio la tabla de picar limpia a un lado, el aroma de comida preparada entre las ollas, sobre la estufa, no recordaba haber cocinado algo antes de… de… chasqueo la lengua al no entender que sensación abrumante en su pecho, y no era por qué se sintiera vigilada como antes, esta sensación era diferente, podía percibirlo cuando su mente no congeniaba algo, la meticulosidad era algo propio y no parecía tener ese control, miro sus manos esperando recordar algo más, giró hacia la ventana en dirección a sus cultivos y la mueca en sus labios no pudo disimularla ¿En dónde estaba la siembra? La cosecha había desaparecido, solo dejando un corto césped con pequeños matorrales de flores silvestre a la espera de retoñar ¿¡A dónde se había ido su huerta!?

"¡Gohan!"

Le llamo a su hijo en un grito, alejándose de la ventana y saliendo de la cocina, encaminándose hacia la planta superior.

"¡Gohan!"

Grito de nuevo en la espera de toparse con él en medio del camino, en tres pasos termino de subir los peldaños sin dar con él, ¿No estaría en casa? No había rastro de persona alguna ¿Estaría aún en la universidad? Era muy temprano por la luz que veía del exterior, pero no recordaba haberlo escuchado salir, bufó y camino hacia su cuarto, ingresando con cuidado intentando juntar los últimos recuerdos de su cabeza para lograr entenderse ¿Abría sufrido un lapsus? Era joven aún como para tener problemas de memoria, tendría que hacerse checar con un médico…

Freno al apenas abrir la puerta, la oscuridad sobre su cuarto y la cama destendida ¿Qué hora era? En verdad, que hora era, no podía siquiera imaginarse estar fuera y su cama desordenada, era lo primero que organizaba en la mañana, al levantarse primero arreglaba su lugar de descanso y luego lo demás, busco con ahínco algún objeto que le recordara la noción del tiempo y con esfuerzo diviso el reloj colgado en una de las paredes.

"04:00 PM"

No podía ser tan tarde, se reprendió en un chasquido y se acercó a la cama, arrancando las cobijas y empezando a organizar cada frazada para que estuviera a su gusto en la noche ¿Qué había tenido en la cabeza para olvidar tender su cama? Estaba demasiado difusa y eso no era normal en ella, Una vez lista, acomodo el par de almohadas y salió del cuarto buscando algo más que no estuviera en el orden que siempre había conocido, salió con paso lento y miro de nuevo el reloj sobre la pared.

"04:10 PM"

Se le haría tarde para ir por Goten a la escuela, estaba casi sobre el tiempo para llegar a recogerlo, no lo dejarían salir sino iba por él, últimamente había sido demasiado travieso y el rector había indicado que sin ella, él no podría ni ingresar o salir de la institución, un leve golpeteo en la puerta principal freno su caminar, girando hacia la planta baja y apoyando su mano en el barandal.

"¿Visitas?"

¿ Traerían algún recado de parte del reino de la montaña Frypan? o ¿Algún vecino con problemas en su predio? no recordaba tener visitas para ese día y Gohan, él, llegaba sobre el atardecer si estaba en la universidad, aún era muy temprano para verlo de nuevo en casa, pero, ahora que lo pensaba con calma, ¿Debería abrir la puerta? Podría ser algo importante… Descendió casi a brincos, sintiendo palmo a palmo cada pisada que daba sobre los escalones, estirando su mano dudosa si debía girar la perilla, pero no era como que esperar algo malo siendo de las pocas personas en vivir en esa lejanía, trago pesado y el tic tac del reloj de la sala le hizo desviar la vista.

"04:37 PM"

¿Acaso había algo más que estaba ignorando? su ceño se frunció al ver la hora marcada en las manecillas ¿Estaría Desconfigurado? No podría ser que haya pasado más de quince minutos parada frente a la puerta, un golpe mas y no pudo evitar no sobresaltarse ¿Quién podría buscarla a esa hora? Estiró los dedos una vez mas sintiendo malestar ante aquel posible desconocido.

" Vamos"

Giro la perilla sin encontrar más que el vacío frente suyo, el césped moverse sobre el suelo y el ruido de los árboles aún par de metros, Suspiró.

"Seguramente fue el viento"

Miro de nuevo al reloj de la sala y no tuvo más que salir, ya era muy tarde, bufó al cerrar la puerta tras de si, sus ojos se habían cerrado por inercia, intentando relajar la leve tensión en sus hombros, caminando hacia el pueblo, un presentimiento la hizo mirar sobre su hombro hacia la casa, está vez topándose con la figura enorme y corpulenta de su padre.

—¡AH!— Profirió, sintiendo el escozor quemar su garganta haciéndola retroceder y sujetar su cuello en un vano intento de calmar esa sensación.

—Hey, Hey, pequeña, soy Papá…— una voz temerosa y algo burlona sonó fuerte entre una carcajada, dándole pequeñas palmaditas sobre la espalda, le miro molestas se vio algo que no comprendió, su padre era alguien vigoroso, eso lo tenía claro, pero no para verse tan bien a su edad, su cuerpo se veía mucho más grande de lo que recordaba y las canas que había adquirido hace poco habían desaparecido, ¿Se abría tinturado el cabello? Hasta la barba por lo que lograba ver, había cambiado, y las arrugas que se habían marcado hace tiempo se habían esfumado en apenas un parpadeo.

—¿P-pero…?— Tosió sintiendo que ese hecho empeoraba el dolor de su garganta.

—¿A dónde vas? El picnic está sobre el rio, Goku y los demás ya nos están esperando…

—¿Pic… nic?—carraspeo su garganta.

—Si, quedamos en hacerlo hoy antes de que se fueran al torneo, ¿Qué se te olvidó llevar? Ya tardaste mucho y están ansiosos por empezar a comer— frunció los labios viéndola con algo de duda— ¿No quieres ir?

—¿T-Torneo?—hablo bajo mientras pasaba algo de saliva para calmar el dolor— ¿D-De quien?— acababan de volver de una batalla nada grata y ¿Ya estaban planeando un nuevo torneo? Estaban locos.

—¿De quien?—Cuestiono incrédulo —¿Estás bien? ¿Te pasa algo?— se acercó a ella posando sus manos sobre sus hombros.

—Papá…— le freno alzando sus manos, intentando comprender sus palabras, apretando unos segundos sus ojos, paso de nuevo saliva y tomo un poco de aire, busco sus ojos al ser mucho mas alto que ella—no recuerdo ningún picnic— carraspeo —ni torneo… tengo el tiempo justo para ir por…

—Hija— la freno con un leve apretón sobre sus hombros, mientras le sonreía enternecido, se inclino a susurrarle como si hubieran más personas a su alrededor —es el torneo de Cell—Trago pesado, frunció el ceño— se que esto te tiene muy tensa pero ¿Cómo puedes olvidarte de algo así?

—¿¡Cell!? — pregunto entre burla e incredibilidad—Pero él ya esta muerto, no juegues con eso— sus ojos reafirmaron sus palabras y está vez siendo su padre quien frunciera la mirada al no comprenderla, ¿ De que estaba hablando? Recordaba perfectamente ese trágico evento y no pensaba revivirlo de nuevo.

—Hija, Eso quisiéramos, pero aún no es seguro—acaricio su barba intentando ser comprensivo y no reñirla por su comportamiento—confió que Goku y los muchachos lo harán muy bien, pero, no te entiendo— la vio directamente, intentando comprender la mirada confundida que ella le dedicaba— lo mejor es que nos vayamos, los muchachos nos están esperando, allí podremos hablarlo— sujeto su mano y tiro de ella hacia la dirección contraria a la que iba, no logrando dar más de tres pasos cuando su pequeña mano se deslizó de la suya.

—Espera, espera, espera — apretó los ojos dando un paso atrás, acariciando sus cienes —No entiendo, no pensé que ese monstruo fuera revivido, apenas salimos de Majin Boo ¿Cómo pudo volver? ¿Goten esta con Goku y Gohan?— está vez la cara de desconcierto de su padre se remarco con más vehemencia, sus palabras parecían haber salido de un cuento desconocido.

—¿Quién?

—¿Quién que?

—Majin no se que y Gorem…

—Goten papá, Goten, Mi hijo— enfatizó sus palabras con su mano.

—Que pena contigo hija, pero hasta donde se, mi nieto solo tiene un nombre—Rio fuertemente, intentando tomarla nuevamente de la mano.

No sería fácil

—No, No estoy hablando de Gohan, de Goten, mi Goten, mi pequeño—El tono preocupado en su voz no parecía inmutarlo.

—¿Acaso era una sorpresa? ¿Estás embarazada de nuevo? —un paso dio en un intento de acercarse a ella, pero fue nulo al Milk retroceder.

—Me estás asustando, papá

—¿Yo? —Volvió a reír— Hija, no entiendo que quieres decirme ¿Goku ya sabe? ¿Cuántos meses tienes?— su cabeza movió en negativa y los pasos que empezó a retroceder iban en aumento, Goten parecía no ser parte de su vida, su casa ahora le era extraña y el comportamiento de su padre no lo podía respaldar, él podría negar cualquier cosa, menos a sus nietos, sus hijos, que incluso agradecía que fueran mas importantes que ella, pero negar al más consentido y mimado de los dos, a Goten, su Goten.

No sería fácil

—No…— era como si hubiese retrocedido en el tiempo, antes de vivir de las huertas, antes de que Goku reviviera, antes, de que su hijo naciera…—No…— no podía simplemente creer que había sido un sueño de mas de siete años, que su mente le hubiera impuesto el imaginativo de un pequeño que no era real, era imposible, sus manos se apretaron y no pudo evitar llevarlas a su vientre, la angustia se acumuló en sus ojos, a la espera de un golpe para desbordarse, simplemente no podía creerlo, era demasiado tiempo como para digerirlo, apretó la tela de su ropa y fue cuando sintió el vacío, de volver a vivir lo que padeció hace tiempo, el volver a vivir sola, a la sombra de lo que se obligaba a creer era una familia perfecta, esperando que él amor de su vida volviera, el de tener que sentirse humillada al no poder suplir por si misma sus hijos y buscar quien le tendiera la mano, volver a culparse de sus malas decisiones y el porque no convivio con su esposo cuando lo tuvo cerca, el volver a odiarlo cuando desistió de regresar, y llevar en el vientre el peso de su abandono, volver a culpar a esa criatura en su vientre de que su vida estaría mejor sin él, el odiarlo sentirlo crecer al correr de los días, el intentar corregir ese desliz y enfocarse en su primogénito, el sentirse inútil en el día de su nacimiento al no poder cumplir con su cometido, para terminar rendida ante él al apenas verlo y tenerlo en brazos, descubriendo la dicha de Gohan al tener un hermano y agradecerle esa compañía, sintiéndose fallecer en cada palabra que le regalaba y rogar silenciosamente el perdón de sus deseos, de no haber sido la madre ejemplar que se recriminaba debía ser, optando por redimirse al perdonarles cada travesura o juego, por el remordimiento que sintió al haber intentado librarse de ese inconveniente —Goten…

—¿Hija?— No podía irse, no podía desaparecer y simplemente olvidarle, había buscado la manera de perdonarse ante sus acciones y pensamientos, de intentar amarlo tanto o más que a Gohan, de cubrirlo, de mimarlo, de ver en él un refugio que no podía simplemente ejercer con los demás, incluso, ser quien resguardaba en sus pequeñas manos el llanto silencioso de su alma.

No sería fácil

—Goten…—apretó los ojos y se dejo caer sobre el suelo, llevando las manos a su cabeza, rogando por simplemente reaccionar, despertar y ver qué su padre no estaba ahí, infiriendo que uno de los momentos más importantes de su vida, no había sido real—Goten— lloró como pocas veces había hecho, sintiendo las uñas clavarse en su piel y rogar porque todo volviera a ser como antes—Goten— le llamó, una y otra vez, sintiendo su pecho arder y el dolor que había estado en su garganta amenazar con empeorar si libraba su tensión a gritos—Goten…

"¡Mamá!"

El grito casi estallo sus tímpanos, abriendo los ojos enrojecidos, buscando el dueño de esa voz chillona que amainaba sus mañanas desde que lo escucho hablar por primera vez.

—Goten… ¿Qué?— las baldosas frías de su baño habían remplazado el cálido césped del exterior y las ropas de su traje habían pasado a ser las sencillas telas de su pijama—¿Como…?— sus labios se habían separado ante el desconcierto de su ubicación y el torrente golpeteo en la puerta a unos centímetros apenas y la distraían, como para notar el temblor de sus manos.

—Mamá, Mamá, Ábreme— lo escucho al otro costado, impaciente— Mami, tengo que entrar, Quiero hacer Popó.

—¿G-Goten?— bramo con una naciente sonrisa de alivio, levantándose de golpe y abriendo la puerta para caer de rodillas y aferrárse al pequeño niño que medio dormido saltaba de una pierna a otra—¡Goten!— lo escucho quejarse entre sus brazos y sus piernas temblar aún sobre el suelo.

—Ma... no puedo respirar…— soltó sintiendo casi salírsele las eses de aquel efusivo apretón.

—Lo siento, lo siento— le soltó y lo vio pasar a su lado como un rayo, bajándose el pantalón y sentándose sobre el retrete—es que tuve un mal sueño— comentó burlona y gateo hacia el exterior, sentándose junto a la pared externa, fijando sus ojos en su cama apenas destendida—¿Qué hacías?— pregunto por inercia mientras soltaba un suspiro de alivio y cerraba sus ojos para calmar el naciente escozor—¿No estabas durmiendo?

—Bueno, es que, yo quería dormir con Gohan pero llegó muy tarde, y esta haciendo tareas, vine a dormir contigo — comentó suave mientras jugaba con los dedos de sus manos— Me dijo que una compañera de la universidad, lo estuvo molestando…

—¿Así? Entonces esa niña debe de gustarle tu hermano…— sonrió enternecida, recostándose un poco mas al marco de la puerta para apenas verlo, intentándo recordar algún comentario por parte de su hijo mayor, pero el real confidente era su pequeño Goten, ella no, había perdido esa oportunidad con su actitud severa y hermética, había sido demasiado dura con él.

—¿Tu crees? Me dijo que estuvo acosándolo todo el día, como si fuera su enemigo—Sonrió por lo bajo, esa joven no parecía cambiar su actitud, aunque la primera vez que la conoció no le cayera muy bien, pudo entender ciertos comportamientos que tenía sobre Gohan, pero retomar esa actitud no le parecía buena idea.

—Creo que Videl aún no está acostumbrada, ve extraño todo esto, ha sido todo muy deprisa.

—¿Videl? ¿La conoces mamá?—sus cejas se fruncieron.

—¿Qué?— lo escucho bajar la cisterna y jalar un banquito para poder lavarse las manos— ¿No es ella quien molesta a tu hermano? ¿Es alguien más?

—No se, Gohan no dijo nombres ¿Quién es Videl?

—¿Qué No te acuerdas de ella?— se incorporó del suelo y bajando una toalla del filo de la puerta y se la extendió al pequeño.

—No, ¿Quien es?

—¿Cómo que no? Si fue con ella con quien Gohan les enseñó a volar, estuvieron entrenando antes del torneo, ella es… la novia de tu hermano— el desconcierto en la cara de su pequeño fue evidente, sonriéndole con algo de nervios mientras se rascaba su mejilla, como solo ellos podían hacer.

—Mami, yo no sé volar… ¿Gohan le enseño a alguien antes que a mí?— el puchero en sus labios se lo confirmó, no estaba mintiendo, sintió como nacía una pequeña jaqueca en su frente y negó, no pensaba ponerse a indagar a esa hora la vida personal de su hijo y si Goten estaba tan dormido como para no recordar a esa jovencita, ya lo hablaría en la mañana.

—Vamos, mejor vamos a dormir— estiro sus manos y las ancló bajo sus axilas, levantándolo hacia ella, acunándolo en sus brazos y caminando hacia la cama.

—Pero mami, no es justo que Gohan le haya enseñado a volar a alguien antes que a mi.

—Bueno, nunca le dijiste que te enseñara, además, hace tiempo que él dejo de entrenar y se centro en los estudios—Llego al borde de la cama y lo recostó en la parte destendida—Usa la nube o dile que te lleve a algún lugar— le susurró mientras se acomodaba al otro costado, arropándose y acercándolo a su cuerpo para poder abrazarlo como si fuera una almohada.

—¿Y si hablas con él? Puedes decirle que me enseñe, así ya estaríamos parejos…

—Hmmm, mañana le digo, ahora duerme— suspiro aliviada de tenerlo cerca y aspirando el aroma dulce de su champú infantil y la suavidad de esos cabellos despeinados.

—Pero mami, el aun esta despierto, puedes ir y hablar con él.

—Ahorita no, mañana— se acomodo un poco más y cerro sus ojos.

—Pero el se va muy temprano y a ti se te olvida— rodo los ojos cuando el se aparto de ella intentando persuadirla, arrancándole una sonrisa ante la negativa de dejarla dormir.

—No se me va a olvidar, Goten, yo hablo con él mañana.

—Pero…

—Goten— le miro ceñuda y su puchero se extendió, sus manos se habían cerrado en súplica frente a su pecho y sus ojos parecieron más grande en esa posición—Me estás chantajeando.

—Seguro que hasta debe tener hambre, llegó directo al cuarto, por favor ¿Si?— resignada se separó, colocando un brazo sobre sus ojos y bufando al no querer alejarse de su pequeño, sin embargo el malestar que había tenido antes ya se había alejado y con ello podía está vez, darle un poco más de atención a su primogénito.

—Esta bien, pero iré sola, te quedas acá— reafirmó levantándose con cuidado y mirando su pequeño al estar sobre el borde de la cama— no quiero que nos interrumpas.

—Esta bien, me quedaré aquí, lo prometo— le sonrió y salió hacia el pasillo, caminando lento mientras cruzaba de brazos sintiendo por un momento un leve mareo que la hizo chocar con la pared del pasillo y apoyar la palma de la mano sobre la pared—Diablos…— susurró apretando repetidamente sus ojos intentando que esa sensación de mareo se alejara de su cuerpo—creo que me levanté muy rápido…

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—¡Momiji! ¡No te distraigas!—Botán había perdido la estabilidad de su cuerpo cuando la energía que había controlado le exigió más de si, cuando su hermana debilitó el flujo de su energía y por poco perder la estabilidad del ritual.

—P-Perdóname—La pelicorta apenas balbuceo al menear su cabeza y alejar la gota de sudor que resbaló por su frente— estoy cansada…— aclaro su garganta volviendo a retomar su acción sobre el cuerpo inerte de la morena.

—Vamos, no te desconcentres…

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Un leve intento de arcada le erizo el cuerpo y el giro en su cabeza la mantuvo ahí, plantada en medio del pasillo rogando porque el malestar se esfumara y el suelo volviera a tomar la rigidez que necesitaba.

—Diablos…— alego para si, apenas abriendo uno de sus ojos para poder encaminarse hacia la otra habitación y no perder el equilibrio—Esto no esta bien— apretó el puente de su nariz y avanzó lo que le quedaba hasta sentir la manija de la habitación de sus hijos, escuchando antes de abrir como tras el otro costado de la puerta una voz masculina se burlaba en voz tenue, extrañada volvió a abrir sus ojos y el pomo se fue girando lentamente al no tener registro vocal de ese sujeto, ¿Quién podría ser a esa hora? Un compañero de la universidad talvez.

Al abrir la puerta vio para su sorpresa como la noche simplemente había desaparecido, el sol ingresaba renuente a través de las cortinas y un pequeño de tal vez unos 7 u 8 años, con los puños cerrados y de cabello largo, con un pequeño pantalón de tirantes y camiseta blanca, no tenía que validar dos veces, reconocería esa postura dónde fuera, su piel pálida idéntica a la suya y ese cabello oscuro al de Goku, era Gohan, su Gohan, enfrentándose sin mediar a su presencia apenas visible, a un hombre de cabello alborotado y de traje tradicional.

—¿Gohan?— exclamó a la espera de la confirmación a sus ojos, si quiera le importo volver a cerrar la puerta para confirmar que no era parte de su imaginación, estaba segura que no se había quedado dormida, a menos que se hubiera desmayado en el pasillo, quizás eso era lo que había pasado —¿Qué le ibas a hacer al profesor?— su boca prácticamente se había movido sola y la exclamación de sorpresa ante sus ojos la reflejo su pequeño.

—No le iba a hacer nada mamá— el tono bajo y temeroso la extrañó, incluso siendo un hombre adulto seguía manteniendo ese tono bajo, pero con ella, pocas veces llego a escucharle hablarle fuerte y no era para menos, había reconocido que su ejemplo como madre para él en esos tiernos años, había sido muy difícil.

—¿Qué tipo de educación recibió este niño para que se comporte así?— la voz de aquel hombre los hizo girar a verlo, ante su posición Gohan estaba realmente tenso y aunque no lo detallo antes, encontró en medio del suelo un látigo de color blanco, algo astillado de su empuñadura ¿Qué hacia esa cosa en su casa?— Vaya, ese no es comportamiento de un niño normal— un paso más al frente de su pequeño y el hombre casi se funde contra la pared, era cuestión de segundos para que se abalanzara hacia él ¿Por qué? ¿Qué no estaba entendiendo?

—¡Gohan!— reprochó sin querer, haciéndolo retroceder ante su presencia, queriendo escuchar alguna explicación.

—Es evidente, este comportamiento es culpa de su fracasado padre…— el comentario llegó como un golpe al estómago, habían sido años de esfuerzo para que su hijo fuera un caballero, un hombrecito listo e inteligente ¿Quién diablo se creía? Y porque inmiscuía a Goku en medio—Dicen que han pasado dos años y no saben nada sobre él…— los hombros del pequeño empezaron a temblar y sus dientes se dejaron ver ante una mueca de ira, en su mente la imagen de su esposo ya se hacia difusa y las últimas palabras que habían cruzado le eran ahora irrelevantes, sin saber de él y ver a su pequeño padecerlo en silencio, era difícil el no saber cómo manejarlo, cerro sus ojos sin darse cuenta como aquel sujeto se extasiaba ante su mutismo y la expresión impotente del infante acercándose a él, en vez de alejarse—¿No es así?— sonrió burlón, agachándose lo suficiente para tomar aquel látigo entre sus manos —¡Eso es algo irrazonable!

—¡Mi papá no tiene la culpa de nada!— el grito de Gohan la volvió a la realidad y sus pequeñas manos apenas y se movieron a sus costados, un poco más y seguro se clavaría las uñas en su piel, el amor de Gohan hacia Goku era evidente, se había vuelto su ídolo a pesar del desenlace que habían tenido siendo él tan pequeño, el saberlo lejos de si, había sido peor de doloroso de lo que ella pudo sentir, podía verlo, como anhelaba tenerlo cerca y no le era posible, y ella, obligándolo a hacer cosas que no quería, obligándolo a ser lo que ella quería, amarrándolo con amenazas y regaños a una silla y unos libros cuando lo que el necesitaba era afecto.

No sería fácil

"Gohan…"

—¡Guarda silencio!—un golpe y su mente quedó en blanco, la sangre que resbaló de su cabello hacia su mejilla la helo, su pequeño, estaba sangrando, su piel frágil había cedido ante aquel golpe y su boca poco hizo más que separarse en sorpresa.

"¿¡Este maldito!?"

—Escúcheme, como mi trabajo es enseñar, hasta un animal estúpido, como un simio, puede aprender con mi gran método— la risa burlona de aquel hombre nació de lo profundo de su garganta y con alevosía se fue acercando al pequeño cuerpo, que se esforzaba por no golpearlo ante la presencia de ella—señora, tendrá que pagarme el doble de lo que acordamos— le miro burlón y apoyo su mano sobre la cabeza de él, rozando sus dedos con la herida sangrante— ya que su hijo es más difícil de educar que a un simio— la carcajada salió cubriendo la totalidad de la habitación, grabando en su mente casi como hierro la mofa hacia su persona, y la falta de escrúpulos al haberse propasado con él en sus propias narices, ¿Cuántas veces mas lo abría golpeado sin ella darse cuenta? ¿Cuánto tiempo le abría ensuciado la imagen de su padre? ¿Cuántas veces lo abría humillado en ese par de horas? Quería matarlo, corrección, debía matarlo y ganas no le faltaban ante su estridente voz, nada le importo sentir extrañamente familiar esa escena ni que mucho menos la tildaran de una mujer agresiva, hace mucho había entendido que de ella cualquier cosa se podría inventar, pero no podía resistir ver ese acto de alevosía contra su hijo, no esa vez— aunque no le puedo garantizar absolutamente nada…— siguió riendo y por primera vez dejo libre al pobre tomo, estrujado por su mano y camino en sigilo a una velocidad casi imperceptible para su enojado hijo, abriendo la ventana sin mucho cuidado, procurando que quedará un espacio razonable en medio, volviendo sobre sus pasos quedando frente a ese hombre.

No sería fácil

—Ya fue suficiente…— le escuchó aclarar su garganta al intentar retomar un poco de aire que había perdido ante su burla— largo de aquí…— sus manos se acercaron a él, apoyándolas sobre sus hombros desorientándolo antes del inminente golpe en su estómago, haciéndolo doblar de dolor y que aquel látigo simplemente cayera al suelo en un ruido sordo.

—Mamá…— su voz apenas fue un susurró a un costado, pero no quiso verlo, aún no, se sentía apenada de no haber echo algo mucho antes.

—No vuelva a tocar a mi hijo…— le susurró sin soltar las solapas de su traje, alzándolo sin esfuerzo y lanzándolo fuera de su casa, sin importarle si se lastimaría o si la demandaría por agresión, de eso podría encargarse después, tomó aire y cerró aquella ventana, retrocedió agachándose, tomando el arma y la enrollo antes de dejarla sobre el escritorio, suspiro cansada y se dio la valentía de exponerse frente a su hijo, agachándose frente a él, aún sin poder verlo a los ojos, pero no tuvo de otra al sentirlo mirarla firme frente a ella, suspiro y busco su mirada, azabache y aún con un brillo de inocencia antes su tierna edad, pero temeroso a su reacción pese a la sorpresa que se había llevado, alzó su mano y este reaccionó por reflejo, encogiéndose sobre sus hombros, como si esperara una reprimenda también de su parte, le temía y eso le carcomió el corazón, la diferencia entre su relación y la de Goten con ella, era casi un abismo de diferencia, se maldijo por ello, se arrepintió de haberlo hecho tan mal en su primera vez, dañando de esa manera la relación con su hijo.

—¿Mamá?— le llamo al no verla moverse, aun con su mano levantada hacia él, firme en ejecutar cualquier acción, encontrando en su rostro la confusión de sus actos, si lo reprendería o si solo lo dejaría pasar.

No sería fácil

—P-Perdóname…— lo vio sorprenderse y está vez no se detuvo y acaricio su rostro, con la ternura que debió utilizar siempre con él y que después del incidente con Raditz se había reservado y que por temor, había olvidado como tratarle, a pesar de todo, seguía siendo un niño—Perdóname…— su voz se convirtió en un hilo y sintió las ganas de llorar al verlo relajarse entre esa caricia, limpio parte del hilo de sangre que ahora llegaba a su mandíbula y el olor metálico ahondar en su nariz, tomo un poco de aire y estirando su otra mano lo acerco a ella, permitiéndose darle un beso sobre su frente y sentir como el escozor en sus ojos volvía—No volverá a pasar, te lo prometo…— le juró a sus ojos negros y lo vio sonreírle con un tenue rubor en sus mejillas y acercarse aún dudoso a su regazo, permitiéndose cruzar sus bracitos sobre su cuello y solo asintiendo a sus palabras. Rio para si, llenando sus pulmones de nuevo aire y abrazándolo también, llenando su pecho de ese calor que el cariño de su pequeño había necesitado, siempre tan noble, tan amable, no había tenido que hablar, solo con permanecer ahí, había sido suficiente para darle otra oportunidad—Vamos a curar esa Herida— se levantó con él, aun en brazos y se encamino hacia la salida, sintiendo en su cuello parte del calor que irradiaba sus mejillas, sonrió un poco mas por eso y cerró sus ojos para guardar aquel recuerdo en su mente.

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—¡Está empeorando!— advirtió Kaede cuando la energía que había estado cubriendo la sala había empezado a amainar y la resistencia de las chicas ceder, la cantidad de energía que estaba absorbiendo el cuerpo de la morena era más de lo que esas dos pudieran manejar—Deben apresurarse, terminar con esto ya…

—¡Aún no!— gritaron ambas, sacando un par de pergaminos de su interior y dejándolo caer sobre la chica, quedando suspendidos y otra hilera de energía crearse— aún no…

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Al cruzar la puerta una leve oleada de viento le dio en el rostro, está vez sintiendo como la persona a la que se había aferrado había ganado tamaño y sus manos habían pasado a sujetar apenas la tela de sus ropas, parpadeo extrañada y la imagen frente si, había vuelto a cambiar, siendo apenas visible un par de columnas blancas y el cielo azulado a un par de metros de estás.

—¿¡Pero que…!?— sintiendo de nuevo ese malestar y alejo de su cuerpo aquella figura desconocida ¿ Cómo es que había llegado al templo? Negó suavemente y refunfuño antes de que sus manos fueran apresadas por unas más grandes, y la figura de su esposo posarse en medio de todo, cubriendo su cuerpo y alterando los latidos de su corazón —¿¡Goku!?— intento separarse y el agarre había sido inmune ante su tirón, miro sus manos y parpadeo confundida, alzando el rostro nuevamente a él sin comprender como estaba ahí, serio y con una mirada suplicante.

Los sentimientos que había guardado en su pecho salieron sin previo aviso, el temor, la ira, la incertidumbre y el dolor, todo se agolpó sin permitirle cavilar.

—¡S-Suéltame!— alego, no comprendía cómo estaba tan molesta, si su mente no le decía nada, estaba en blanco pero su cuerpo solo buscaba alejarse de él, como si su solo tacto quemara. ¿En dónde había quedado Goten? ¿La estaría esperando aún para ir a dormir? y Gohan, aún no había curado su herida, debía curarle esa herida, tenía que saber si tenía alguna más o si ese hombre le dijo mas estupideces, tenía que hablar con él, con ellos, con los motores de su vida, con quiénes le ayudaban a continuar cada que se sentía sola, cada que se sentía abandonada por aquel mismo hombre que estaba frente a ella, aquel que amaba con tanto fervor, el mismo que lastimaba más su acongojado corazón.

—Se que estás molesta—apretó sus manos y se inclino un poco hacia ella cuando no supo como mas amainar su histeria—yo, lamento no haber podido ayudar a Gohan, créeme que lo cuidare cuando lo vuelva a ver, pero, ahora con esto, no hay otra forma, Goten debe enfrentar a este monstruo…

—¿Qué?— su cabeza se hizo un nudo, su ceño se frunció y el temor embargo su pecho y fue cuando la vio, esa aureola sobre su cabeza, él no estuvo ni estaría para afrontar el curso de su vida, siendo solo un pasajero en un tren equivocado.

—Pero créeme, Goten tiene más capacidad que cualquiera y con la ayuda de Trunks podrá derrotar a Majin boo— le sonrió confiado, afirmando tal locura como si tuviera los resultados bajo un sobre entre el bolsillo— Confía en mi, se que podrán derrotarlo…— su mano derecha se escapó del agarre y aprovechando el impulso, se estampó en su mejilla, en uno de los golpes más certeros que nunca antes le había dado, ebria ante las emociones no pudo frenarlo, no quería frenarlo, dolía porque a cada palabra solo ahondaba en la herida que se había auto infringido, cuando lo buscó tontamente en aquel torneo, su mano libre ardía ante el golpe y la respiración agitada lastimaba sus costillas y el sonoro golpeteo de su corazón retumbaba en sus oídos, la mirada oscurecida no se había movido sobre ella, había permanecido firme, sin lograr descifrar lo que antes para ella le hubiera parecido tan fácil, ahora ajenos el uno con el otro, no tenía más que ser completamente clara y certera, como aquel golpe.

—Te…— mordió su labio inferior y las uñas en su mano empuñada se enterraron en la carne, dolía más allá de lo que por años se había forzado a mantener ocultó, dolía verse expuesta ante él y no poder frenar sus sentimientos, porque, no podía hacerlo, no podía volver cada acción de él en ese sentimiento que había crecido, lento a pesar de todo y que con cada leve acción suya lo disipaba, porque aunque quisiera no podría odiarlo—T-Te extraño…— lloró, libero ese par de lágrimas de sus ojos y la resistencia en su mano presa disminuyó hasta dejarla libre— siento que hayamos terminado así…— esas palabras que se obligó jamás decir, que se obligó a negar que su impulsividad la había llevado a tomar tantas decisiones en su mayoría erróneas, por negarse a entender la naturaleza de su familia, de él, de ella, de quien eran y como pretendía cambiar lo que había escondido de pequeña, obligándolo a seguirla— yo… —sus ojos se apretaron y pudo sentir en los hombros la calidez de sus manos pese a saber que no estaría mas ahí.

—Es tu culpa…— el apretón dolió pero no pudo desviar la mirada de sus ojos, cuando busco confrontarlo, su ceño estaba fruncido pero a diferencia de las dos situaciones anteriores, en esta podía sentir algo de agresión en sus palabras, no podría evitarlo, estaba allí confrontando sus pecados, enfrentando a los demonios que no la dejaban descansar y que la volvían una persona volátil, pero ¿Porque de esa manera? ¿Por qué recalcarle esos momentos de angustia? Cada uno siendo peor que el otro.

No sería fácil

Sin embargo, porque algo en su interior se sentía extraño y no lograba expresarlo, no conocía esa sensación y menos cuando lo tenía a él, frente ella reprochando diciéndole lo que siempre supo, pero se rehusó a entender.

—Sino hubieras llegado a buscarme…—sonrió, casi como si el dolor le proporcionara mofarse de ella.

No sería fácil

—Te di la oportunidad de irte…— soltó sin pensar y sus labios se apretaron en un vago intento de silenciarse otra palabra, no debía, no debía decir nada, solo tenía que dejarlo expresarse y así poder liberarse de ese peso que ambos llevaban— y no fue solo una vez y lo sabes…— mordió su mejilla interna cuando el rostro masculino hizo un gesto de desconcierto y las manos sobre si perdían fuerza, tenia que frenarse. Sintió la presión crecer.

No sería fácil

—Me obligaste…

—No, te quedaste conmigo lo poco o mucho porque así lo quisiste— mordió más fuerte su mejilla pero ni eso frenaba su lengua—y siempre tuviste la opción de irte.

Nada sería fácil

—Siempre me retuviste…

—Si, lo hice, pese a que fuera con una estúpida promesa, una responsabilidad obligada, pero aún así, ibas y volvías como se te diera la gana...— tuvo que morder su lengua cuando el trozo de mejilla que se arrancó no fue suficiente, no podía controlarlo y sus palabras salían cada vez con más facilidad, su garganta escoció, Jamás en la vida había pensado si quiera en reclamar por no irse, siempre fue lo contrario, siempre fue el reñirlo por dejarla sola e internarse en sus entrenamientos, dejándola a su suerte. Aumentó un poco mas.

¡Nada lo es!

—No mientas, siempre me trataste como el peón del tablero, como la ficha de repuesto en el juego de cartas, el títere faltante para la familia falsa que tus padres no te dieron…—su ceño se deformó ante ese ataque y su mano izquierda se alzó en furia, atrapando la garganta del hombre, apretando la piel, pese a la luminosa aureola sobre su cabeza, haciéndolo reír— un comodín para sentirte plena…— llegando al tope, aumentando un poco mas.

—No sabes nada, no conoces nada de mi, nada…— apretó más fuerte y está vez sintió como si ella misma solo fuera un tercero en la habitación, un espectador más tras la ventana de sus ojos y que su cuerpo fuera habitado por alguien mas—sin mi ¿Qué fuera sido de ti? Sin un lugar a dónde llegar, dónde volver, sin nadie que te esperara.

¡Explota!

Chilló en su mente cuando sintió la carne ceder en sus dedos y el líquido rojizo bajar por sus falanges, horrorizándose del daño que le estaba ejerciendo pero sin la más mínima intensión de frenarse, ocultando su mirada de la suya, negándose a mirarlo e intentar retomar las acciones de su cuerpo ¿¡Que carajos estaba haciendo!? ¿¡Por que no se defendía!? ¿¡Por que no la detenía!? ¿¡Por que no se alejaba!? ¿¡Por qué!?

¡Hazlo!

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—¡Botán!— advirtió en casi un grito la joven cuando su energía se estaba drenando mucho más rápido de lo que pensaba, el leve burbujeo del agua que rodeaba a la morena había tomado constancia como si de una olla a punto de ebullición se tratase—¡No puedo…!

—¡Aun no es el momento! ¡Su mente acaba de ingresar al limbo! ¡Si paramos ahora, podría quedarse allí!— chillo la pelilarga, sintiendo como su energía también estaba siendo absorbida sin poder ejercer resistencia, era como si su cuerpo se hubiera convertido en un Imán, no podían ver algún gesto en su rostro, solo el hambre que su inconsciente parecía tener.

—No podremos seguir así…—trago pesado y las gotas de sudor resbalaron por sus mejillas— ¡Anciana! ¿¡Sabe algún conjuro de contrapeso!?— le miraron dudosas y la vieron rezar a solo unos pasos de ella. Se les había adelantado.

—Si, Lo tengo, pero no resistirá por mucho, tienen que acelerar el descenso— saco unos nuevos pergaminos de sus ropas y los lanzo sobre ellas, quedando suspendidos sobre el circulo de energía que habían formado.

—Si hacemos eso, podríamos matarnos…— Botán hablo entre jadeos, cuando sus manos intentaron alejarse de Milk cuando la debilidad en sus piernas se hizo notoria.

—No pasará si, si lo hacen rápido— se acercó a ella, sobre la parte final de la tina, sobre los pies, sintiendo el calor que el agua empezaba a expedir.

—No sirve si ella no resiste la prueba— tragaron pesado y la mujer se permitió cerrar su ojo, estirando sus manos hacia las jóvenes, expulsando su energía permitiéndole sentir un leve respiro y poder controlar mejor aquel ritual.

—Lo harán, confió que sea así, pero hay que darse prisa…— las dos jovencitas asintieron y con una bocarada de aire más grande hicieron que los pergaminos suspendidos empezarán a girar y las chimeneas aumentar el fuego que irradiaba como elemento protector.

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Sintió caer y el aire golpear su rostro, dejándole ese mal sabor de boca y la sensación de malestar en su pecho desprenderse, como si fuera sido nada más que un disfraz.

—¡Corre!— escucho la voz a sus espaldas y el tirón en una de sus manos arrastrarla un par de metros antes de que sus piernas reaccionaran, ¿Pero que!? sus piernas en definitiva habían perdido flexibilidad y la mano que apretaba la suya, se había negado en frenar su acción, lastimándole en el camino, entre ramas completas de hojas de algunos arbustos que se negaban a abrirse paso y rasgaban la carne y golpeaban su rostro en medio de la maraña, dolía, cada golpe lastimaba sus ojos y el andar se hacia más dificultoso, sin contar del fuerte apretón en su mano y las molestas piedras y raíces que magullaban la planta de sus pies.

—E-Espera…—bufó cuando el aire apenas llegaba a sus pulmones y un desnivel del suelo la hizo caer de rodillas, pero si quiera eso le frenó, y de un tirón que se extendio doloroso hasta su hombro ponerla de pie—¡Ah!— exclamó apenas, cuando se vio inmersa en un abrazo rudo, estrellando su cuerpo con la suavidad de la piel de la otra persona, denotando después de aquel arrebato como el calor y la carne sobresaliente le indicaba que se trataba de una mujer, mucho más grande y fuerte, evidentemente, aferrándose posesiva a ella, pero intentando ser silenciosa, obligándola a hacer lo mismo a la espera de otra acción, ¿Qué estaba pasando? ¿ En qué momento dejo de confrontar a Goku para pasar a esto? No estaba entendiendo nada, aún sentía la necesidad de hablar con él, de expresarse, de poder inclinar su relación a una situación real, dónde la incertidumbre no fuera parte del limbo que habían creado al correr de los años, pero ahora estaba ahí, con el deseo de volver a la situación anterior y liberarse del agarre impetuoso sobre sus costillas, estaba muriendo de asfixia por esa mujer, ¡Demonios! No sabía definir quién de las dos tenía el latido desenfrenado, lo sentía golpear fuertemente en su pecho retumbando en su oído—O-Oiga…

—¡Shh! ¡Shh!— le escucho exclamar sobre su cabeza y para su sorpresa, un par de bestias cruzar a un par de metros, en una velocidad media mientras el retumbar de sus pasos apenas y se hacían notar, eran demasiado grandes pero no hacían casi ruido. Eran muy silenciosos para su tamaño.

Sus manos apenas buscaron lugar en dónde apoyarse para separarse de ella, pese a la maleza que las rodeaba, no lograba encontrar algo sólido para apoyarse, se sentía extraña en esa posición y no comprendía porque la había refugiado de esa manera, alzó su rostro intentando detallar lo que pudiera captar de esa posición, encontrando un semblante pálido, que era marcado por un par de manchas rojas que descendían de su cabello oscuro.

—Tranquila, papá vendrá por nosotras, Tranquila…— le escucho decir, y su voz martilló en su cabeza, frenando de seco cualquier acción y en lo profundo de su cabeza un pequeño engranaje comenzar a girar, sintiendo el nudo de su garganta presionar parte de sus oídos y un molesto sentimiento hacer temblar su mandíbula —Estaremos bien, estaremos bien— busco consolar el naciente temblor con sus palabras, una y otra vez, mientras acariciaba su espalda, hablando tan suave que era un milagro que ella la escuchara, y fue cuando ese par de ojos chocolates llegaron a ella, buscando su mirada más oscura y entre la leve luz del atardecer iluminar sus rostros, esbozando una pequeña sonrisa de consuelo.

—M-Mamá…—dijo por inercia cuando su mente la reconoció, cuando sintió ese calor familiar y su ceño quiso desbordarse en llanto, había creído olvidar ese rostro con los años, al sumergirse completamente en su entrenamiento y después, a su vida marital, pero no podría negarlo, era ella, lo sabía al refrescar esa imagen oxidada en su mente con ese nuevo rostro, joven y algo reluciente pese a las circunstancias, sus facciones delicadas, su cabello oscuro, su piel blanca, sus ojos caramelo—Mamá…— le soltó de nuevo y no pudo evitar abrirse campo entre su agarre y colocar las manos en su rostro, queriendo grabarse esa imagen nuevamente en su memoria, mirándola como si fuera la primera vez que veía un ángel, ahora tomaría las palabras de su padre, se parecían mucho, serían iguales de no ser porque sus ojos y cabello eran más claros—Mamá.

—Tranquila, papá nos va a encontrar ¿Si? — asintió por inercia repetidas veces, detallando cómo sus manos se habían vuelto pequeñas y apenas cubrían un diminuto espacio en las mejillas de la mujer, se miro rápidamente y confirmo para su sorpresa que está vez, quien había tenido un cambio había sido ella—Shh— escuchó de nuevo cuando intento hablar y su abrazo volvió a posarse sobre ella, acunándola en su pecho, mirando sobre su cabeza si aquellas bestias seguían cerca.

(Imagen)

Suspiro al no encontrar ninguna criatura cerca y con cautela empezar a arrastrase sin llegar a soltarla, está vez, llevándola entre sus brazos, a los ojos de la ahora pequeña niña, la veía realmente fatigada y el leve flujo de sangre sobre su rostro había parecido frenar, debería estar sedienta, debería poder conseguir algo de agua para ella, aunque fuera solo para poderla ver sonreír otra vez.

Mamá

Miró hacia el suelo como si con ello le informará que quería caminar, más la mujer ya se había incorporado, empezando a avanzar de vuelta por aquel camino por dónde antes habían huido, solo unos metros, los suficientes antes de desviarse por un par de manzanos, hasta llegar a un camino enmarcado por las grandes rocas de rio y el nacimiento de muchos tipos de flores, siendo las rosas las que más denotaran al enroscarse entre algunas ramas de los árboles, llevándola hacia una cabaña, un poco escondida, pero que no desmeritaba su aspecto, la sintió sonreír y verla exclamar un suspiro de alivio, y registrar en su mente ese momento aunque no supiera del todo si era falso o real.

—Aquí estaremos bien…— asintió a sus palabras, se acercó a la cabaña, ascendiendo el par de escalones e intentando abrir la puerta sin llegar a soltarla, teniendo que utilizar una de sus rodillas para que no la dejase caer, logro abrir y se enderezó con ella abriendo un poco más la puerta con un leve empujón de cadera— ya está…— le sonrió de nuevo e ingresó apenas un par de pasos, doblando su cuerpo para dejarla sobre el suelo— No te alejes…— advirtió, apenas alzando uno de sus dedos, quiso simplemente asentir, pero la luz externa se cubrió ante una sombra de una mano enorme ingresar violenta por el marco de la puerta.

—¡Mamá!— chillo sujetándola inútilmente de la ropa antes de que le dieran alcance, un par de sogas se enredaron en sus piernas, tirando de ella y alejándola de golpe y lanzándola contra el suelo del exterior—¡No! ¡Mamá!

—¡Corre!— grito cuando intento aferrarse al suelo en un vano intento de alejarse — ¡Corre!— alego de nuevo cuando fue suspendida en el aire y el rostro desfigurado de aquella criatura sonreír escabrosamente.

—Hasta que te encontré, humana…— el sonido gutural que escapó de su garganta asemejó una carcajada y el azote sobre el suelo dejo a la mujer inconsciente.

¿¡No vez!?

—¡Mamá!— las gotas de sangre pasaron a ser delgados hilos y la resistencia que había interpuesto segundos antes desvanecerse, había quedado totalmente a su merced.

—Huele bien…— susurró cuando poso a la mujer frente a su rostro, abriendo la boca esperando el primer bocado.

—…No…

¡Hazlo!

Fue apenas un susurró en su cabeza, sus pupilas se habían encogido ante el horror frente a sus ojos, su vista se torno de un mar rojo y el pitido en sus oídos impedirle escuchar su entorno, su cuerpo se aliviano tanto como si flotara, sin comprender sus movimientos irracionales que ejercía su cuerpo al perder el control. Lo sintió como si viera a través de una vitrina, como su pequeño cuerpo se movía frenéticamente en manchones de sangre y trozos de carne, ni si quiera sentía el desgarre en sus manos, solo silencio.

La sensación de goce y satisfacción había empezado a nacer en su vientre, subiendo a cada segundo que su cuerpo se movía, aumentando la presión en sus oídos, no había forma de parar, no había manera de detenerse y los trozos de carne esparcirse a su alrededor, siquiera se inmutó cuando el cuerpo de la mujer cayó sobre un matorral de flores cerca a ella, ni mucho menos cuando la criatura intento tomar espacio sin éxito ante el ataque, sintiendo el ardor en su garganta y el deseo de ir mucho más rápido, solo ella, sin ningún sentido más que la visión y el control que ejercía sobre el monstruo, sintiendo relamerse los labios, cuando los huesos de la bestia quedaron expuestos, sin rastro más de los movimientos involuntarios de la carne muerta y el pitido en sus tímpanos expandirse, llegando por primera vez el sonido estridente de su propia voz en risa causándole ardor en su garganta, solo hasta ese momento pudo frenar, solo hasta ese momento sintió el dolor en sus articulaciones, el llanto de sus músculos desgarrados, rogando por algo de descanso y la sensación de plenitud invadir su cuerpo, acompañado de su dificultosa respiración.

Había sido increíble

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El sol se vio asomarse en el horizonte, apenas aclarando la oscuridad del cielo nocturno y la rubia ya se había puesto en marcha, minutos era lo que la separaba del amanecer, pero la incertidumbre la había hecho dejar una notoria marca de pisadas en el suelo de aquel salón, los demás habían terminado vencidos ante el cansancio, durmiendo sobre aquella mesa, sin interesarles mucho la brasa que les había resguardado del frío nocturno. Había salido rápido, desplazándose por los pasillos, al tener un pequeño patrón, de los movimientos que había abarcado la energía de aquellas chiquillas, no había sentido ningún tipo de fluctuación, pero si sabía el como se movían, cada cinco minutos.

Recorrió cada pasillo, esperando que la misteriosa compuerta que había nombrado el Monje se materializara frente si, más solo sentía sus energías ir y venir, obligándola a buscarlas puerta por puerta, entre cada habitación, por cada pasillo, sin éxito alguno, solo el molesto rastro que dejaba su desplazamiento antes de desaparecer, estaba tensa, curiosa, expectante a conocer el resultado, sus presencias se habían mantenido inmutables por demasiado tiempo y eso, ya no le era de fiar, el conteo regresivo estaba por finalizar y ahí si podría permitirse destruir muro por muro hasta obtener respuestas, ya podría unirse los demás tan pronto despertaran o el también intranquilo peliblanco que ya se había dado cuenta de su movimiento al interior de la mansión.

—Es suficiente…— alegó, estirando una mano hacia uno de los muros, justo cuando la luz del sol tocó la punta del templo y el ruido matutino se escabullo por los pasillos, seguido de la tenue luz aclarar poco a poco cada rincón, mas la esfera de energía se fue formando en su palma, iluminando aquel pasillo oscuro, visualizando para su sorpresa una enorme puerta con un par de rosarios colgando en las manijas externas aparecer de la nada—Esta debe ser la puerta…— comentó para si, desviando su mano y expulsando aquella esfera de energía, apenas batiendo sus cabellos y un leve silbido ante la velocidad que tomo en tan pocos metros, explotando fuertemente, sacudiendo apenas los muros arrojando algo de polvo sobre ella, molesto, de por si el lugar ya era viejo y el polvo hacia más complicada su tarea, esperó a que se esparciera y no pudo evitar sorprenderse cuando está si quiera una fisura se le formó—¿Qué demonios?— se acercó a paso rápido pero atenta a cualquier sorpresa, formando otra esfera un poco más pequeña pero lista en su mano derecha, diviso el par de manijas y estiro su mano izquierda apenas palpando la superficie de la madera, un rechinido y la presión del aire salir haciéndola retroceder de un brinco, cubriéndose el rostro al no poder mirar y sentir como la sensación de pesadez cubrir su cuerpo. La puerta se abrió lentamente pese al flujo de aire y fue allí cuando sintió realmente sus presencias—No… no puede ser— Ese rastro que había estado siguiendo solo era una copia de sus energías antes de ingresar allí, ahora al estar expuesto pudo notarlo, no estaban, sus energías se habían esfumado y el rastro que había dejado no era alentador—¡Maldita sea!— exclamó, corriendo a pesar de la pesadez hacia esa entrada mientras ese viento amainaba lentamente, alistó su mano con la esfera de energía a punto de disparar, hasta que percibió la figura salir de entre la sombras.

—¡Espera! ¡Espera!— alego la voz femenina que alzo sus manos para retenerla, cuando la vio tan cerca con intenciones de atacar— tranquila Dieciocho, soy yo— comentó Milk dejándose ver aunque para sorpresa de la rubia su energía apenas y era perceptible pese al estado bastante mejorado que tenía, no se veía cansada, no estaba temblando o rogando por ayuda, estaba demasiado bien como para creer que había estado expuesta a una posible hipotermia, desgarre de músculos o envenenamiento con el agua rara que le hicieron beber, aún no sabía manejar su energía de tal manera ¿Cómo es que apenas podía percibirla estando tan cerca? ¿Estaría herida? Sino fuera por sus ojos, podría asegurar que solo era un rastro de lo que fue su presencia.

—Alto ahí— amenazó mientras extendía más su mano e incrementaba el tamaño de aquella esfera de energía, debía asegurarse que si fuera ella.

—Hey, hey, tranquila Dieciocho, no hay porque atacarme— soltó nerviosa la morena sin bajar sus manos, con una pequeña sonrisa en los labios.

"Tengo que asegurarme"

—Menos mal llegaste…— la voz tras la morena hizo desviar su atención a la pequeña peliazul que apenas y se podía sostener ante el cansancio—Momiji aún no despierta y la anciana es muy pesada — soltó la chica, que apenas llegó a la morena se recostó sobre ella antes de tropezar con sus propios pies.

—Te dije que esperarás, Botán, aún estás débil.

—Si…— comentó la pequeña cayendo inconsciente en los brazos de Milk, la mirada azulina de la rubia se clavo en ella, viéndola alzar a la chiquilla y acomodarla en sus brazos.

—¿Vas a ayudarme?— la miró mientras señalaba a la chiquilla peliazul, esta, aún dudosa, apenas desvaneció la energía sin dejar de escudriñarla. Tendría que confirmar si realmente era ella.

—Espera…— aprovechando que está sostenía a la peliazul, estiro sus manos hacia la ropa de la morena abriéndola sobre sus hombros, ganándose el ceño extrañado de ella, pero logrando percibir aún algo de humedad en las prendas, pero no era del todo suficiente y busco aquella marca que había descubierto en uno de sus hombros.

—¿Q-Qué haces?— soltó incomoda, sintiendo el rubor cubrir sus mejillas, mirando extrañada a la rubia un par de segundos, un estruendo no muy lejos de ellas las hizo retomar su postura y soltar un suspiro de alivio, tomando a la joven peliazul y cargándola sin mucho cuidado sobre uno de sus hombros, mientras Milk se acomodaba la ropa—estas loca…

—Debía asegurarme, tu energía está algo extraña…— confesó a pesar de que aún no estuviera segura del todo pero sin tener más como confirmarlo, tenía que ceder ante lo que veía, aunque la marca en su piel hubiese perdido notoriedad.

—Estoy bien, no te preocupes…— susurró volviendo al interior de aquella sala mientras, escuchaba poco a poco el aumento de las pisadas ir en su dirección, aquel grupillo ya se había despertado.

—¡Dieciocho! ¿¡Todo está bien!?— la voz levemente agotada de Aome llegó al otro extremo del pasillo mientras está no dejaba de correr.

—Si— exclamo la rubia, cuando la figura de Milk volvió a asomarse, está vez trayendo sobre su espalda a la anciana sacerdotisa—Ayúdala…— señaló al monje con su cabeza y se hizo aun lado mientras Milk se acercaba.

— Miroku— comentó suave cuando esté la miró aliviado—menos mal también llegó— se acercó a él y con cuidado movió a la anciana, sin tener que decirle más, acomodo a la mujer en su espalda y Sango ayudo de soporte para que esta no sintiera el cambio brusco.

—¿Qué les pasó?— susurró Sango y Milk se volvió a encaminar hacia el interior de aquel salón.

—Están débiles por el ritual, pero están bien.

—Pero ¿Que sucedió?

—No lo sé— se detuvo a un par de pasos y rasco su mejilla—cuando desperté, todas estaban inconscientes— siguió su camino, sin importar las miradas tensas que los demás ejercían sobre ella, dudosos aún así confirmaron el estado de la anciana, pero esta estaba profundamente dormida.

—No se ustedes, pero no tengo una buena sensación de ese lugar— la voz de Aome llamo su atención en aquel susurro— es como si ocultara algo…— asintieron curiosos, pero no sé atrevían a ingresar estando Milk presente, y más cuando está ya salía con Momiji también en brazos.

—Bien, vamos, muero por descansar yo también— comentó ella, soltando un suspiro.

—Déjame llevarla a mi— se acercó Sango y se agachó un poco para que la morena dejara el cuerpo de la chiquilla en su espalda.

—Te lo agradezco, Sango—un par de pasos y lentamente escucharon las puertas cerrarse tras de si, como si algo jalara aquel par de puertas hacia el interior.

—¿Qué es lo que pasa!?— Chisto Aome frenándose dudosa, con el brazo de Milk apoyado en sus hombros.

—No es nada, ese cuarto es muy viejo — le comento sonriente y ella asintió, mirando aun sobre su hombro pero siguiendo el camino que los demás marcaban—¿Escuchaste el estruendo?

—¿Qué?— la hizo fijar la mirada nuevamente en ella.

—Que si escucharon un estruendo, salió de la nada.

—Ahh—Rio apenada—Inuyasha que nos despertó, no tenía como llamarnos desde a fuera— Afianzó el agarre en su cintura cuando le pareció que una de sus rodillas se había doblado demás—Ten cuidado, apóyate más en mi.

—Lo siento, entonces…¿Sus gritos no se escuchaban?— sonrió un poco y exhaló un suspiro de cansancio.

—Un poco, estos muros son muy buenos para aislar ruidos—le sonrió igual y siguieron avanzando, sin darse cuenta como aquel salón volvía a desaparecer.

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Con cuidado había terminado de subir los peldaños que separaban la planta inferior al segundo piso, Milk les había indicado en que habitación ingresar, dejando al par de jóvenes en una misma cama y a la anciana ocupar una sola, sus respiraciones eran tranquilas y no se evidenciaba que tuvieran alguna lesión grave en sus cuerpos, siquiera un rasguño, así que las dejaron descansar.

—Avisare a Inuyasha que estan bien— el monje se acercó a la puerta seguido de las demás.

—Te acompañamos, excelencia, Milk debe descansar también…

—Vayan tranquilos, yo estaré en el cuarto de al lado— les sonrió y se aparto a paso lento, seguida de la rubia que les regaló una mirada de confirmación, ella se quedaría ahí hasta asegurarse que estuviera realmente bien.

—¿Y entonces?— le susurró al cerrar la puerta a sus espaldas y ver qué ese pequeño cuarto también tenía dos camas y Milk se dejó caer sobre una sin quitarse las prendas húmedas—¿Qué tal te fue?—la escuchó suspirar y fruncir los hombros mientras ella tomaba asiento en la otra cama.

—No se, Supongo que bien, cuando reaccioné, todo estaba oscuro y ellas estaban inconscientes, no se si pasé o si lo estropee— bufó, rodando sobre su costado derecho mirando fijamente a la rubia— no recuerdo que pasó, solo que Miroku me dejó sobre una especie de tina con agua.

—¿Estás segura? ¿No recuerdas algo más?

—No, ¿Por qué te mentiría?— volvió a fruncir sus hombros y cerro sus ojos intentando dormir.

—Porque, no reconozco tu Ki— sus ojos volvieron a abrirse y la mirada escrutadora de la rubia volvió sobre ella— pensé que era porque estabas cansada que no lo percibía, pero ahora que lo detallo, es como si fuera de un desconocido, como si fuera de otra persona— la escucho reír.

—No digas eso, sigo siendo yo, solo estoy cansada— volvió a cerrar los ojos y se encogió un poco en su ubicación — pero esperemos a que la señora Kaede y las muchachas se despierten. Ahí saldremos de dudas…

—¿No deberías quitarte esa ropa mojada?

—Después, quiero dormir…

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El revuelo que había armado Inuyasha una vez había amanecido lo hizo ser merecedor de un par de, Abajo, por parte de Aome, había intentado destruir el templo sino fuera porque habían logrado calmarlo antes de que formara un desastre, teniendo que esperar adolorido y con hambre en el exterior a la espera de alguna respuesta, debió ir a conseguir algo más de comer cuando tuvo la oportunidad, por desgracia cuando los demás volvieron a la planta principal, se pusieron como locos a buscar aquella misteriosa puerta, mas habia sido en vano su esfuerzo, añadiéndose una pregunta más que hacerles a esas chiquillas, Inuyasha por su parte había recorrido las instalaciones sobre el techo en busca de alguna sensación maligna cuando le comentaron lo que habían percibido, él por desgracia no había notado nada extraño desde su posición y el no saber que había sucedido exactamente lo mantenía ansioso.

—¿Y la rubia esa?—gruño con los brazos cruzados bajo sus mangas.

—Se quedo con Milk, debe estarla vigilando, no sabemos que pasó.

—¿Y no les preguntaron?

—Milk estaba cansada también— el monje rasco su nuca y miro hacia el segundo piso del templo—no seas impaciente.

—¡Agh! ¿Se están olvidando que estamos aquí también? ¿¡Qué falta de consideración!?

—Ya, déjalo Inuyasha— su mano busco apoyo con un leve apretón en su hombro— Sango fue por algo de comida a la aldea y la señorita Aome está buscando algo en la cocina, antes de que termine el medio día, ellas ya deberían estar despiertas— bufó exasperado y el Zorrito sentado en el suelo suspiro cansado. Era aburridor esperar ahí.

—¿Y si llamas a Dieciocho, Miroku? Puede que ella ya sepa algo y nos de un adelanto.

—Puede ser, aunque la vi algo dudosa, la Srta. Milk no parecía ser la de siempre—Sujeto su mentón mientras repasaba el leve encuentro de la mañana.

—¿Y porque no despiertan a la anciana? Ella debe saber…

—No seas inconsciente, Inuyasha— Aome salió con un paño en la cabeza, refugiando sus cabellos y otro en sus manos, quizás había estado limpiando un poco la cocina— la señora Kaede también debe descansar y no nos iremos sin tener información.

—Tsk, esa anciana, cuando despierte me va a escuchar…

—¡Chicos!— saludo desde lo alto Sango trayendo la enorme mochila de Aome y en su torso el bolso que Milk siempre cargaba— traje bastante comida en tu maleta Aome— bajo de un salto de la enorme gata y descargo la pesada maleta— solo tendremos que calentarlo, los aldeanos me dieron bastante.

—Bien, vamos a preparar un levanta muertos— fue cuestión de minutos, el olor a comida no tardó en cubrir la enorme cocina y el gruñido de sus estómagos pelear por algo de atención.

Poco más de las dos de la tarde ya estaba todo listo y sacando una pequeña mesa con todo servido.

—Se ve delicioso— susurró el Zorrito siendo el primero en tomar un tazón de arroz y comenzar a comer, atragantando se cuando detrás de él, pasaron como dos sombras aquel par de chiquillas que solo portaban una yukata blanca y el pantalón negro que habían visto vestir a Milk también, al haberse cambiado de ropas.

—¡Buen provecho!—exclamaron con una enorme sonrisa, intentando dar el primer bocado de no ser por la expresión enfurecida de Inuyasha.

—¡Oigan! — alego el peliblanco desenvainando su espada.

—Cálmate, Inuyasha— con pasos lentos la vieja sacerdotisa se iba asomando por el umbral de la entrada principal.

—Señora Kaede.

—Buenas tardes a todos…

—Buenas… ¡Agh! ¿¡Que fue lo que pasó anciana!?— señaló amenazante con el arma a la mujer, intentando pasar por sobre la mesa.

—Inuyasha, Abajo— el peso del collar lo hizo caer de espaldas, golpeándose la cabeza.

—Que impertinente— susurró por lo bajo la anciana, tomando asiento donde Sango le señalaba.

—Podremos hablar de eso, después de comer, no seas molesto— advirtió Aome, tomando el primer bocado de arroz.

—¿¡Deja de hacer eso!?— le riño, guardando su espada y sobando el chichón que le generó el golpe.

—Calma Inuyasha, todo salió bien si tienes dudas— la mujer tomo bocado y suspiro ante el sabor, su cuerpo exigía recuperar fuerzas—la energía de Milk es poderosa, por poco y no logramos mantenerla estable.

—Casi nos mata…— exclamó cansada la pelicorta mientras se servía un poco más de arroz y rellenaba su tazón de sopa.

—¿A qué te refieres? ¿Estuvieron en peligro?— Sango dejo de comer y miro fijo a la chiquilla.

—Bueno, su cuerpo absorbió demasiado de nuestra energía—tomo un poco de agua mientras aún masticaba— al profundizar pudimos encontrar los puntos para liberar sus poderes, pero…

—No fue Fácil, es la primera vez que nosotros hacemos esto, por eso se nos dificultó más, solo teníamos la teoría—Botán sujeto un trozo de carne y la llevo a su boca, mientras sus ojos rebuscaban algo de arroz en su plato mientras le daban un pequeño empujón con su rodilla a la pierna de su hermana apenas perceptible para ellas.— paso tan rápido que no sabemos hasta que punto afecto su cuerpo.

—¿A qué te refieres?— la voz de Dieciocho tenso al par de chiquillas, que con nerviosismo giraron a verla, pero no duró mucho su estado, aliviando su tensión al ver una adormilada azabache, con el cabello alborotado y tallándose uno de sus ojos, siendo sujetada por un brazo de la rubia.

—¡Milk!

—…Tengo sueño…—susurro para si, avanzando gracias a la guía de Dieciocho, haciéndola sentar en un pequeño espacio contra el muro—estoy cansada—bufó dejando caer su cabeza hacia atrás a la espera que la luz del sol brillará sobre ella, pero la sombra que ejercía la pared, apenas e iluminaba a los demás.

—Te prepararemos una infusión para que recuperes la energía…— Momiji sonrió efusiva, al saber que la morena estaría un tiempo más con ella, comiendo con más ahínco un poco de pescado.

—Hmm— cruzó a su lado la figura lenta del peliblanco, mientras Sango servía los platos para las dos foráneas, este se poso a su lado haciendo que el par de chiquillas se alejaran hacia el lado opuesto, le vieron acuclillarse frente a ella, mirándola fijamente mientras la azabache le ignoraba y dormitaba nuevamente en esa posición—Hmm— su nariz se movió hacia ella, y la rubia al otro costado curvo una de sus cejas, mientras el chico la olfateaba demasiado cerca para su gusto pero Milk apenas y le prestaba atención, aun estaba indispuesta—Hueles diferente…— frunció un poco más su ceño intentando descifrar los orígenes de su aroma ¿Cómo no lo había notado antes? quizás se debía al campo que le impedía el acceso al templo, porque no sabía como definirlo, sin duda algo había cambiado en ella y no le gustaba, apenas había percibido un olor a sangre pero no podía distinguir si era ya natural o por las heridas que se había hecho el día anterior— tu esencia cambió…— la sensación de la nariz del chico rosar con su cuello la exaltó, junto al grito de guerra que exclamó Aome al verlo tan cerca.

—¡Inuyasha!

Cualquier sombra de cansancio se esfumo y la vergüenza subió por su rosto.

—¿¡Que haces!?— su mano izquierda se movió sola, alejando al chico un par de metros mientras este se cubría su adolorida mejilla.

—P-Pero…

—¿¡Por que me asechas!?—las mejillas le bullían y el color rojo le había reanimado el color pálido que había traído desde la mañana—¿¡Que te pasa!?— el ver ese arrebato de ira había bajado la tensión que habían sentido por ella, pero para la androide, ese aumento de energía no se le había hecho para nada normal, el patrón se había casi triplicado, pasando de cero a mil, en menos de un segundo, pese a ser algo muy característico de ella, era demasiada energía que antes no había tenido, casi como si la conociera por primera vez— ¡Pervertido!

—¡Claro que no, idiota!— se incorporó con la aún notoria mano marcada en su cara—ayer para nada olías de esa manera y hoy…— un trozo de madera cruzó muy cerca de su cuerpo, clavándose en el suelo haciéndolo callar.

—¡La mesa!— chillaron las jóvenes sacerdotisa.

—Cállate…—Su mano seguía extendida, y sin un rastro de alguna astilla en sus dedos, si quiera se dio cuenta cuando arranco parte de la mesa.

—Calma, por favor— el monje intervino, sintiendo una gota de sudor, bajar por su mejilla— Hay que mantener la paz mientras comemos…

—Veo que ya muestras signos de cambio— la Sacerdotisa mayor la hizo mirarla— abrimos gran parte de sus puntos energéticos, tus poderes espirituales no deben tardar en hacerse más presentes—tomo un sorbo de agua y la miró fijamente—Sin embargo; estos cambios pueden hacerte más voluble, así que, debes aprender a controlar tus emociones.

—Lo siento, señora Kaede— susurró Milk, bajando la mirada apenada, ser el centro de atención no era su fuerte y más cuando había hecho casi un espectáculo por algo tan banal.

—Pero ya que entramos en materia, síganos contando como les fue…— aclaro Sango, sirviendo un poco de sopa, intentando distraer la molestia que sentía Aome a su lado. Estaba enojada.

—¿Por que estaban inconscientes cuando desperté…?— cuestionó Milk, dándole su primer bocado al arroz, sintiendo nuevamente la mirada curiosa y el constante olfateo de Inuyasha sobre ella, pero está vez, guardando algo más de distancia.

—Ah, Eso, fue cuando terminamos el ritual— susurró Botán— pensamos que habíamos logrado controlarte, el tiempo se acababa y no parecías querer reaccionar, algo paso en tu mente al final— trago pesado y levantando sus manos expresando lo que sintieron— como si fueras explotado y por decir así, nos noqueaste…— apretando sus labios, sin aun comprender en qué momento su cuerpo se levantó del suelo y camino hacia la salida— supongo que fue por acto reflejo, pero no estoy segura, aún tenemos que confirmar si tu mente no se mesclo demasiado...

—¿Mi mente?

—Las pruebas inducen al pasante a qué su energía vital, que aún está dormida, tenga más posibilidades de activarse sin tener que llegar a una situación extrema— comento la pelicorta— cada conciencia es diferente y por eso no pudimos controlarte a un cien porciento, la aguja del alma puede ayudarnos a despertar la energía natural de un cuerpo, pero pocos conocemos nuestro pasado y los karmas que llevamos en nuestra sangre— alzo su mirada y se enfoco en ella, recordando aquel calor pujante que su cuerpo emitió—Es un don que nace con nosotros y que arrastramos por generaciones, aunque pueda parecer una maldición.

—Entonces, eso quiere decir…

—Que pasaste la prueba— le sonrió y juntando sus manos sobre su pecho hizo una pequeña reverencia— ahora, eres oficialmente una aprendiz de sacerdotisa, Así que, estamos dispuestas a enseñarte a controlar y comprender la naturaleza del ying yang.

XxXxXxX

¡Terminé! Al fin

Ojalá lo hayan disfrutado muchísimo, nos vemos en el siguiente capítulo. Bye.

Mika-Chan