Hola, ¿cómo han estado?

Después de unos días, les traigo nuevo capítulo, cargado de nuevas emociones y nuevos eventos que darán un giro inesperado a esta historia.

Gracias a mis queridos lectores por sus reviews: , Karii Taisho, Cbt1996. Una cordial bienvenida a Rocio K. Echeverría y Shikon Z, espero que este fic les agrade y cada capítulo los vaya atrapando más y más.

Sin más preámbulos, aquí está el capítulo. Veamos que más pasa con nuestra parejita consentida.


CAPÍTULO 6: ENTRE RISAS Y SOMBRAS

Narra Kagome

Después de despedirme de Inuyasha, subí por el elevador hasta el quinto piso. Al abrir las puertas, me dirigí hacia la derecha hasta toparme con la puerta de madera marcada con el número 510. Al ingresar al departamento, el aire cálido y acogedor me envolvió, y al cerrar la puerta, no pude evitar apoyarme en ella, dejándome resbalar suavemente hasta el suelo. Una sonrisa radiante iluminó mi rostro, un reflejo de la mezcla de emociones que todavía revoloteaban en mi interior.

Llevé mi mano hasta mi mejilla, recordando la suavidad de los labios de Inuyasha. La sensación perduraba en mi memoria como un eco cálido, un suave roce que aún resonaba en mis pensamientos. Mi corazón seguía latiendo aceleradamente y mi cuerpo temblaba por los nervios.

Me levanté y me dirigí a mi habitación en busca de ropa cómoda para cambiar y darme una ducha. Justo cuando estaba a punto de entrar al baño, mi teléfono sonó al recibir un mensaje, quise dejarlo para después, pero la curiosidad me ganó; alcancé mi teléfono y desbloqueé la pantalla para descubrir quien había enviado el mensaje. Para mi sorpresa, se trataba de Inuyasha.

"Pequeña, hoy te veías realmente hermosa. Cuídate mucho y asegúrate de cerrar bien la puerta. Inuyasha"

La emoción se apoderó de mí. No podía comprender que era lo que me estaba pasando con él. Era nuestro cuarto encuentro, y mi corazón parecía ya no resistirse a la idea de no fijarme en nadie. No, eso no puede ser; me negaba rotundamente a creer esa barbaridad, tal vez sólo se trataba de un estado de confusión debido a su comportamiento; quizás Inuyasha únicamente trataba de ser amable. Aunque, a pesar de ya estar en su casa, se seguía preocupando por mí.

Comencé a escribir mi respuesta: "Muchas gracias. Me gustó pasar la tarde contigo, eres un excelente…". Sin embargo, en ese instante, un atisbo de duda me hizo dar marcha atrás. Borré el mensaje y opté por algo más sencillo.

"Gracias por acompañarme y por tu preocupación. Descansa."

Dejé el celular sobre la cama antes de dirigirme al baño. Después de una relajante ducha, me puse mi pijama y, por curiosidad, me asomé a la ventana de mi habitación. La luz tenue de la calle pintaba un paisaje nocturno; por un momento, me permití perderme en la tranquilidad de la noche. Sin embargo, un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver a una persona frente al edificio, mirando directamente a mi ventana; su rostro quedaba oculto bajo la gorra que llevaba puesta.

-No… no puede ser él, ¿o sí?

La duda se apoderó de mis pensamientos. Por un instante, pensé que podía tratarse de mi ex, pero rápidamente descarté esa posibilidad; él no solía usar gorras, además, su cabello se veía diferente. Decidí despejar mi mente y cerré la ventana, intentando ignorar la sensación inquietante que se había instalado en el aire. Me recosté en la cama; el suave roce de las sábanas contra mi piel y el reconfortante abrazo de la almohada me brindaron una sensación de seguridad para después sumergirme en un sueño reparador.

Al día siguiente, el insistente timbre de mi celular me despertó. Con una mano aún entorpecida por el sueño, alcancé el teléfono en la mesita de noche.

-Diga -mi voz sonaba adormilada.

-Ya despierta Kag. Vayamos a desayunar -la emoción de aquella chica se transmitía claramente a través del auricular.

El tono animado de su voz hizo que mis ojos se abrieran por completo. Enfoqué la pantalla de mi celular y vi que se trataba de Rin. Después de un momento para despertar completamente, respondí con una sonrisa audible en mi tono:

-¡Por supuesto, Rin! Dame unos minutos y estaré lista.

-Bien, no te tardes. Te estaré esperando en la cafetería frente a la plaza -respondió Rin con entusiasmo

-¿Y Ayame?

-No creo que venga, anoche me dijo que tenía una cita con un chico, ya sabes el tipo de citas de Ayame

-Cierto -comencé a reír.- Te veo en un rato.

-Ok

Cortamos la llamada, y mientras me arreglaba rápidamente, tomé la decisión de ir en taxi para llegar más rápido a la cafetería. Al llegar, vi a Rin esperándome con una sonrisa cálida. El bullicio del lugar, mezclado con el aroma tentador del café, creaba un ambiente acogedor.

-Hola, disculpa la demora -mencioné un tanto apenada.

-No te preocupes, no tardaste tanto. De hecho, llegaste más rápido de lo que creí.

En ese momento un chico apareció con dos bebidas.

-Te pedí un latte en lo que llegabas, sé que es tu favorito.

-Si, está bien, gracias, Rin.

Aprovechamos para ordenar un desayuno ligero, y mientras disfrutábamos de nuestras bebidas y platillos, la atmósfera amigable y relajada nos envolvía.

-Y, ¿Cómo te fue con Inuyasha? -Preguntó con una gran sonrisa.

Me sorprendió que de pronto me lo preguntara. Su curiosidad me hizo recordar lo sucedido cuando me despedí de Inuyasha y suspiré.

-Kag -dijo con los ojos bien abiertos- ¡Suspiraste! -dio un pequeño gritito de emoción

-No es lo que piensas. -Negué inmediatamente al intuir lo que mi amiga estaba pensando- Solo digamos que… Bueno, Inuyasha es muy amable conmigo, y me cae bien, eso es todo

Rin me observó detenidamente, lo que me incomodó un poco, así que desvíe la mirada.

-Lo sabía -Volvió a decir emocionada, mientras yo la miraba confundida.- Kag, te conozco. Estás nerviosa, y puedo asegurarte de que estás sintiendo cosas por Inuyasha.

-Claro que no Rin, estás equivocada -Expresé incómoda- Además, sabes muy bien que no… -en ese momento, ella me interrumpió.

-Que no piensas enamorarte, lo sé. Pero eso es una tontería.

-Lo sé. Créeme que lo sé. -Por primera vez, después de tanto tiempo, le di la razón.

En numerosas ocasiones, me empeñé en afirmar que nunca más permitiría que el amor se apoderara de mí. Sostenía que era una pérdida de tiempo y que no valía la pena sufrir por culpa del amor. Sin embargo, con la llegada de Inuyasha, mi terco corazón comenzó a comportarse de manera independiente, desobedeciendo mis pensamientos. Simplemente se dejaba llevar, desafiando mis propias convicciones.

-Amiga, el corazón no obedece y mucho menos a pensamientos tan absurdos como ese. –Guardé silencio, sabiendo que Rin tenía razón. -Lo único que te puedo aconsejar por ahora es que te des la oportunidad de conocerlo -añadió.

-Rin -Una lágrima se escapó, rodando por mi mejilla- Tengo miedo de lo que pueda pasar. No estoy preparada para... para esto.

-Tranquila, no te martirices por lo que haya ocurrido en el pasado -dijo tratando de animarme.- Vive el presente y piensa en lo que tú estás sintiendo. Si llegaras a enamorarte de Inuyasha, solo acéptalo. No te niegues a la felicidad que tanto te mereces.

Las palabras de Rin resonaron en mi cabeza, ofreciéndome una perspectiva más positiva. Continuamos la charla acompañada de risas y sorpresa; el rostro de Rin se iluminada con cada una de mis palabras, incluso podría asegurar que estaba más emocionada que yo. Pero gracias a sus consejos alentadores, la incertidumbre que me había atormentado comenzó a disiparse, dejando espacio para la posibilidad de algo nuevo en mi vida.

...

Los días transcurrían velozmente; Inuyasha y yo nos habíamos convertido en buenos amigos y compañeros de ejercicio. La conexión entre nosotros se fortalecía con cada encuentro, tejida por risas compartidas, conversaciones significativas y el impulso mutuo durante nuestras sesiones de entrenamiento. A pesar de que en algunas ocasiones me invitaba a salir para pasar un rato divertido, seguía siendo renuente a aceptarlo. Sin embargo, la amistad florecía, y con ella, la esperanza de que cada día reservara nuevas sorpresas y experiencias compartidas. Ayame y Rin eran las más emocionadas, ya que, de un momento a otro, notaron una mejora notable en mi ánimo: mis sonrisas se volvieron más frecuentes, y la energía positiva que irradiaba se reflejaba cada día más.

Un sábado por la tarde, las chicas llegaron a mi departamento para ayudar a arreglarme, ya que finalmente había aceptado salir con Inuyasha.

-Tienes que lucir super sexy -mencionó Ayame con voz pícara

-No, Ayame -replicó Rin.- Solo tiene que vestirse de forma bonita y cómoda. Kag, la clave está en resaltar tu belleza de una manera sencilla, no demasiado evidente.

-Niña, es una cita con el bombón de Inuyasha Taisho, no es cualquier hombre. -Mi mirada pasaba de Ayame a Rin en segundos, no sabía que decir; es más, ni siquiera me dejaban hablar, lo cual me llegó a incomodar.

-¡ALTO! -grité exasperada.- Cálmense, parece que las que saldrán con Inuyasha son ustedes. -Ambas me miraron y comenzamos a reír.

-Lo sentimos mucho Kag, pero estamos muy emocionadas de que te estés dando una oportunidad para enamorarte.- Respondió Rin alegremente

-Wow. -exclamé sorprendida. Sólo de escucharla decir aquello, me producía un escalofrío que recorría todo mi cuerpo.- Esperen, no exageren, sólo somo amigos.

-Has cambiado muchísimo desde que lo conociste -intervino la pelirroja- Eso sólo significa que él está ayudando a tu corazón. -Esas palabras resonaron con fuerza en mi mente.

-Tal vez el miedo aún continúa -prosiguió Rin- Pero también es muy obvio que él te hace sentir cosas. Y aunque te aferres en no aceptarlo, sé que te alegras de que haya aparecido en tu vida.

-Sí, es cierto que siento miedo -admití finalmente, hablando más para mí misma que para mis amigas-. Pero también hay algo en él que me hace querer superar ese miedo. Es como si cada encuentro con Inuyasha me llevara un paso más cerca de vencer mis propias barreras.

-Te gusta -gritaron ambas al unísono, dejándome sorprendida.

Me quedé en silencio, asimilando sus palabras, y aunque mi mente intentaba resistirse, mi corazón susurraba una verdad innegable. Inuyasha había despertado algo en mí, algo que, a pesar del miedo, quería comenzar a explorar.

Entre risas y consejos sobre qué ponerme, Ayame y Rin se convirtieron en mis aliadas para este esperado encuentro. El ambiente estaba lleno de emoción y anticipación, hasta que mi celular comenzó a sonar, anunciando la llegado de un mensaje de texto.

-Inuyasha llegó -dije muy nerviosa mientras respondía el mensaje y las chicas se burlaban de mí

-Disfruta de ese bombón pillina

-Ayame, déjala en paz, no la molestes -la reprendió Rin

-Pero no dije nada malo -hizo un puchero

Con un suspiro de resignación por la inevitable burla de mis amigas, agarré mi bolso y me dirigí hacia la puerta.

-¡Buena suerte, Kagome! -exclamó Ayame con una sonrisa traviesa.

-No hagas algo que yo no haría -añadió Rin, provocando más risas entre ellas.

Cerré la puerta detrás de mí, tratando de ignorar sus bromas. Al bajar por el ascensor, mi corazón latía con fuerza. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Me repetí a mí misma que era solo una salida amistosa, pero mi mente no dejaba de imaginar posibilidades.

Al abrir la puerta principal, me encontré con Inuyasha, que estaba esperando con una sonrisa amistosa en el rostro. Aunque intenté aparentar tranquilidad, mi mente seguía siendo un torbellino de emociones.


Narra Inuyasha

Finalmente, después de tres semanas, logré que Kagome aceptara salir una tarde conmigo. No sabía exactamente qué íbamos a hacer, pero la emoción de pasar tiempo con ella llenaba mis pensamientos. Mi historial como mujeriego me había mantenido alejado de este tipo de situaciones más comprometidas. Por primera vez, enfrentaba un temor que no conocía: el miedo de no estar a la altura de las expectativas de Kagome, el miedo de defraudarla después de haberla convencido de darle una oportunidad a alguien como yo. Aunque mi sonrisa se mantenía en su lugar, en mi interior había una tormenta de dudas y temores que amenazaban con salir a la luz.

Intenté relajarme con una ducha rápida. Al salir, me paré frente al armario y elegí unos jeans oscuros junto con una playera de manga larga, una opción cómoda y casual. Al observarme en el espejo, solté una risa discreta; era la primera vez que me inquietaba por la impresión que causaría en una mujer, cuando mi único interés solía ser actuar como un cazador acechando a su presa.

Salí del departamento y bajé al estacionamiento. Miré mi auto, un Audi de elegante diseño y reluciente plateado. Las líneas aerodinámicas y los detalles cuidados hacían que destacara, convirtiéndolo en más que un simple medio de transporte. Abrí la puerta con un gesto automático y me acomodé en el asiento, el suave sonido del motor encendiéndose, marcando el inicio de esta esperada cita con Kagome.

Estacioné frente a su edificio y le envié un mensaje de texto para avisarle que había llegado; en pocos segundos, recibí su respuesta: "Enseguida bajo". Guardé el celular, bajé del auto y me apoyé en él mientras aguardaba su llegada. La suave brisa de la tarde jugaba con mi cabello, y los sonidos tranquilos de la ciudad añadían un toque relajante a ese momento en el que me encontraba ansioso por verla.

Vi la puerta del edificio abrirse y Kagome apareció en el umbral. La luz de la tarde realzaba su figura, haciendo que su cabello brillara como un halo dorado. Su sonrisa, cálida y genuina, iluminó mi espera. A medida que se acercaba, noté los pequeños detalles: el vestido que ondeaba suavemente con la brisa, el destello de sus ojos que reflejaban complicidad.

-Hola, Inuyasha -saludó con entusiasmo mientras se acercaba al auto.

-Hola, Kagome -respondí con una sonrisa, abriendo la puerta del copiloto para que subiera.

Mientras se acomodaba en el asiento, la atmósfera entre nosotros se llenó de esa energía especial que solo surge cuando compartes tiempo con alguien que te importa. Arranqué el auto, y nos dirigimos hacia una tarde que prometía ser más que memorable.

-¿Qué te parece ir al cine? -comenté mientras manejaba sin rumbo fijo. La ciudad se extendía ante nosotros, llena de posibilidades, pero en ese momento, la única cosa que importaba era la compañía de Kagome.

-¡Me parece genial! Hace tiempo que no voy al cine. ¿Hay alguna película en particular que te gustaría ver? -preguntó con entusiasmo.

-Puede ser alguna comedia romántica -sugerí, pero noté que me miró extrañada- Es lo que más les agrada a las chicas.

-Mmmm -Kagome cruzó los brazos- Tal vez esta chica prefiera algo con más acción o misterio.

-¿En serio? -pregunté entre risas y algo sorprendido.

-Claro, los romances no van conmigo.

-No te creo. No conozco a ninguna mujer en el planeta que se niegue a un poco de romance.

-Mucho gusto, soy Kagome Higurashi, y no me agrada el romance. -exclamó divertida, pero en su voz se escuchaba un deje de nostalgia.

-¿Hay algún motivo en particular que te haga rechazar el romance? -pregunté con curiosidad.

-Prefiero no hablar de eso -desvió la mirada hacia la ventana de copiloto y suspiró.

Decidí no presionarla sobre el tema. Sin embargo, al notar que su rostro reflejaba tristeza, me hizo pensar que tal vez había pasado por alguna mala experiencia en el pasado. Podría ser un capítulo doloroso en su historia personal, lo que explicaría su postura reservada y su comportamiento distante hacia otras personas. Aunque mi curiosidad era demasiada, opté por no ahondar en ese terreno. Preferí centrarnos en disfrutar de la tarde que se presentaba ante nosotros.

Al llegar al cine, estacioné el auto y nos dirigimos hacia la entrada. La expectativa en el aire y la sonrisa en el rostro de Kagome hacían que cada momento con ella valiera la pena. Era un paso más en nuestra creciente conexión, y cada encuentro me acercaba más a comprender los misterios detrás de esos cautivadores ojos color chocolate.

Después de comprar los boletos para una película de acción, entramos a la sala y nos acomodamos en nuestros respectivos asientos. La película inició y transcurrió con normalidad. Había instantes en que la miraba y disfrutaba verla emocionada con cada escena. Ya no se parecía en nada a la chica fría y desconfiada que había conocido. Me olvidé de la película y me perdí en la frescura de su rostro, en la forma en que la luz tenue del cine resaltaba su expresión viva y auténtica.

El ambiente relajado y cómodo de la sala de cine, junto con la proximidad entre Kagome y yo, generaba una sensación única. Las risas y los comentarios compartidos durante la película se volvieron una parte esencial de esa experiencia. En mi mente, comenzó a rondar la loca idea de que cada momento que estábamos viviendo podría ser el cimiento para construir algo más que una simple amistad, lo que me hizo sonrojar.

La película terminó más pronto de lo esperado. Mientras salíamos, comentábamos sobre lo interesante que fue. Pasamos por el área de juegos de bolos, y le sugerí a jugar un rato. Aunque Kagome se negaba, la tomé de las manos y nos dirigimos hasta el mostrador, donde nos asignaron los zapatos adecuados para el juego.

-Inuyasha, en serio, no sé jugar boliche -insistió Kagome con gran preocupación.

-No te preocupes -respondí con una sonrisa- Yo te enseño. Primero, debes sostener la bola así... -tomé una bola de boliche y ambos nos acercamos a la pista- Colócate aquí -me acomodé detrás de ella, como si estuviéramos abrazados.

Tenerla tan cerca me puso nervioso. Mientras le explicaba cómo sostener la bola y lanzarla, podía percibir el dulce aroma a lavanda que desprendía su cabello. Aunque me esforzaba por concentrarme en seguir explicando la manera de jugar, no podía dejar de notar la suavidad de su piel y la calidez de su cuerpo junto al mío.

Después de algunos intentos, Kagome comenzó a mejorar su técnica. Sus risas eran contagiosas, y la atmósfera ligera y divertida nos envolvía. De repente, en un golpe preciso, logró una chuza, derribando todos los pinos de un solo lanzamiento. Era tanta su emoción que brincó de felicidad, y en un acto reflejo, me abrazó fuertemente. Sentir su abrazo repentino fue sorprendente; experimenté una sensación cálida y reconfortante que nunca había experimentado antes. Era como si en ese abrazo hubiera algo más que alegría por su logro en el juego.

-¡Lo lograste Kag! – exclamé emocionado

Kagome sonrió y me soltó, se veía un poco avergonzada, pero continuamos con el juego, ignorando lo ocurrido. Disfrutamos de la tarde sin preocuparnos por quién ganaba o perdía, simplemente disfrutando de la compañía mutua y las risas compartidas.

Ya se hacía de noche, y decidimos caminar un rato por el parque, admirando los árboles de cerezo que se iluminaban con las luces de la ciudad. Con cada paso, la conversación fluía naturalmente entre nosotros, como si el tiempo se detuviera y solo existiéramos Kagome y yo, compartiendo ese momento especial.

-Tenía mucho tiempo sin divertirme de esta forma -expresó con una gran sonrisa en su rostro- Muchas gracias por todo Inuyasha. -En respuesta únicamente sonreí.

Me gustaba ver ese lado dulce y tierno que estaba mostrando por primera vez. Sentía cómo su presencia iluminaba mi mundo, volviendo cada momento especial y significativo. Jamás pensé en llegar a sentir esto. ¿Acaso es lo que todo el mundo llama amor? Cada risa compartida, cada mirada, parecía formar parte de algo más grande, algo que iba más allá de la amistad. Quizás, en ese momento, estaba experimentando el inicio de un sentimiento que trascendía las simples etiquetas. Pero ¿Cómo expresarle esto sin asustarla?, y algo importante ¿Estaba listo para dejar atrás mi vida de mujeriego por una chica?

Nos sentamos en una de las bancas bajo el árbol de cerezo. La suave brisa acariciaba nuestros rostros mientras me perdía en sus ojos. Acomodé un mechón de su cabello detrás de su oreja, rozando suavemente su mejilla, y ella se estremeció al contacto. El atardecer creaba una atmósfera cálida y acogedora. Mi corazón latía con fuerza, y llegué a pensar que en cualquier momento podría explotar. En ese instante, me di cuenta de que debía expresar lo que sentía, arriesgarme a revelar que nuestra amistad se estaba transformando en algo más.

-Sabes… -dije con ternura- Eres una mujer muy especial para mí

-Por favor, no digas eso- cerró los ojos, tratando de ocultar los nervios que comenzaba a mostrar.

-Desde que te conocí, sentí una gran atracción hacía ti y… -entrelacé su mano con la mía.

-No sigas, Inuyasha -dijo en un susurro con voz entrecortada- te lo suplico, no me digas más

-No sé qué te hicieron en el pasado para que sientas tanto miedo.

Me acerqué a ella y pegué mi frente a la suya. El ritmo de su respiración se acopló a la mía y nuestros corazones latían al unísono, lo sé porque podía escucharlos dentro del silencio que se había formado entre los dos. Aunque ella quiso alejarse, su cuerpo parecía traicionarla.

-Kagome -susurré con ternura- No tienes por qué tener miedo. No dejaré que nadie te lastime.

Ella cerró los ojos, intentando contener sus emociones. En ese momento, el deseo de besarla era abrumador, pero antes de poder hacerlo, una voz interrumpió el momento mágico que estábamos compartiendo.

-Kagome Higurashi

La voz de aquel hombre resonaba con una tonalidad profunda y firme, como si estuviera impregnada de autoridad. Su timbre grave y bien modulado le otorgaba un aire imponente. Lo miré con atención y se trataba de la misma persona que había visto merodear por el edificio de Kagome.

Ella se sobresaltó al verlo. Comenzó a temblar, y su cuerpo estaba totalmente rígido; su rostro reflejaba asombro, y su respiración se aceleró.

-Tú… -su voz temblorosa delataba su desesperación y enojo a la vez- ¿Qué estás haciendo aquí?

La confusión se apoderaba de mí; no entendía absolutamente lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, la tensión en el aire me advertía que el encuentro con esa persona no traería nada bueno para Kagome.


Perdón.

No me maten, por favor.

Sé que ya quieren saber de quién se trata, pero les prometo que en el siguiente capítulo ya sabrán su nombre.

Karii Taisho, se que me dirás que sigo siendo cruel, pero de verdad en el próximo ya despejarás tu duda. LO PROMETO

Ya estoy trabajando en el siguiente, así que no tendrán que esperar mucho tiempo. Nos vemos muy pronto