Inu No Taisho
Se encontraba frente al espejo, colocándose el traje que utilizaba para su trabajo, después de todo, aún era el responsable de los gastos del hogar y el alimento de su familia, ya que, en aquella época, las cosas eran muy diferentes al japón feudal y debía tratar de mantener un bajo perfil. Acomodó su corbata, mientras emitía un largo suspiro
- ¿Mi señor? - ingresó a su habitación - Inuyasha ya se fue
- Lo sé - respondió sin más - Si lo necesitas, puedes ir a ese templo, te aseguro que permanecerá todo el día allí
- Él... - se sentó en la cama - Desde que esa chica...
Antes de que pudiese seguir, el yokai volteó, sentándose a su lado y mirándola fijamente a los ojos
- Puedo entenderlo perfectamente - su mirada comenzó a temblar - Yo sé... lo que es el miedo de perder aquello que más amas
- Mi señor...
La abrazó fuertemente, aferrándose a su cuerpo como si ella fuese a sufrir el mismo destino que Kagome, ella correspondió aquel gesto, envolviéndolo con sus brazos
- Tuve mucho miedo, Izayoi... pensé... que podía perderte de nuevo
- ¡Inuyasha! - gritó, al llegar al final de los escalones
- ¡Koga! - respondió, mientras atravesaba un youkai - ¡Sango! ¡Miroku!
- Los demonios han invadido parte de la ciudad! - gritó el monje, adentrándose en la batalla
- ¡Kikyo! - la exterminadora saltó la espada del lobo, corriendo en dirección de la sacerdotisa, quién se veía mal herida - ¡¿Estas bien?!
- Si, no te preocupes por mi - respondió, lanzando su flecha, aniquilando a varios demonios
- ¡No dejan de salir! ¡HiraiKotsu!
- ¡¿Dónde está Kagome?! - se colocó, espalda con espalda, con el hanyo, sin dejar de combatir
- ¡Se la llevaron! - frunció el entrecejo ante aquella pregunta
- ¡Eres un idiota! ¡Nunca pudiste cuidarla bien!
- ¡Cállate rabioso! ¡En otro momento me ocuparé de ti!
Mientras tanto, Taisho se abrió paso entre los demonios, acercándose a Miroku
- Monje - se posicionó a su lado - ¿Hasta donde han llegado los yokais?
- No lo sé - atravesó un oni con su cetro - ¡Pero son demasiados!
Maldición
Pensó, al mismo tiempo en que elevó sus pies del suelo, siguiendo el aroma de su esposa, sin tener una clara idea sobre su paradero
- Izayoi... resiste - murmuró, frunciendo el entrecejo
Se apartó, acariciando su mejilla
- Ni siquiera quiero pensar... en lo que hubiese sucedido, si no llegaba a tiempo
- Lo recuerdo... los demonios... habían invadido todo a su paso - su mirada se cristalizó - Pensé... que la señora Kaede y yo... moriríamos
- Mientras yo viva... eso no sucederá - volvió a abrazarla, tratando de transmitirle toda la confianza que él mismo necesitaba en ese momento - Debo irme - se puso de pie - Iré a ver a Totosai luego del trabajo, ¿podrías ir a ver a la anciana Kaede? Necesitamos saber si ella y el monje lograron avanzar
- Si - asintió
El yokai tomó sus cosas y salió de su hogar, con su mente repleta de hipótesis y posibles soluciones
Si eres tú... ten por seguro que me encargaré de que no salgas de ese mundo
Towa
Sus pasos eran firmes, sin embargo, el miedo se escondía detrás de aquella capa de confianza, que trataba de mostrar. Sus pies recorrían el mismo sendero que su padre había transitado tiempo atrás
Aún en este lugar, puedo percibir lo que quedó de su aroma
Miró su espada, la cuál había sido forjada por Totosai, exclusivamente para ella, mientras esta comenzaba a brillar
- El collar Meido - susurro, observándo como emanaba el mismo brillo
No te adentres demasiado, si deseas regresar
La advertencia que Irasue había lanzado, momentos antes de que ella ingresara al inframundo, pasó por su mente
- ¿Será una señal?
Ayúdame
- ¡¿He?! - se detuvo, abriendo ampliamente sus ojos - ¡¿Quién dijo eso?!
Miró el suelo y se encontró con decenas de manos que intentaban alcanzarla
Danos... la vida
Salva nuestras almas
Fueron algunas de las frases que logró oír entre aquellos murmuros y sollozos, que se elevaban en el silencioso lugar
- No deberías haber traído a "colmillo de almas"
- ¿Qué? - elevó su cabeza, encontrándose con aquel ser al final del pasillo - ¿Quién eres tú?
- Eres la hija de Sesshomaru, ¿verdad? - sonrió - Tu cabello me dice que si
Tomó la empuñadura de su espada, entrecerrando sus ojos, mientras intentaba no moverse de su posición
- No respondiste a mi pregunta... ¿Quién eres?
- Soy Monban - respondió con aquella voz demoníaca, la cuál no definía su genero - Sé a lo que has venido - empuñó su alabarda - Déjame decirte... que las cosas cambiaron desde que tu padre estuvo aquí
- No me interesa lo que tengas para decir - desenvainó a Sourufangu - Pero... si deseas pelear
- Te advierto... que si pierdes, tu alma se quedará en el infierno - corrió
- ¡Te dije que no me interesa!
Chocaron sus armas, mirándose fijamente a los ojos. En ese momento, Towa abrió ampliamente los suyos, mientras una secuencia aparecía en su mente
El lugar estaba sumido en la oscuridad, sin embargo, lograba distinguir algunas siluetas
- ¿Qué está sucediendo? - murmuró - Están... llevando a tres personas... ¿Qué es esa luz?... pero... ¿una flecha? ¡Es la flecha de la tía Kagome!
Cuatro, de las siete personas que llevaban a los prisioneros, salieron disparados del lugar, mientras las tres restantes, se enfocaron en reducir a la dueña de aquella arma
- ¡Corran! ¡Rápido! - la voz de la sacerdotisa retumbó en los oídos de la hanyo, mientras las dos siluetas restantes, se perdían en la oscuridad
Regresó a la realidad, retrocediendo de un sólo salto
- ¿Qué fue eso? - preguntó, con una mezcla de asombro y enojo
- Considérame demasiado bueno - colocó la punta de su alabarda en el suelo - Si te dejo pasar con tu espada, llegarás a tu objetivo, sin embargo, morirás en al instante
- ¿Por qué haces esto? - preguntó, comprendiendo perfectamente a lo que se refería
- Por mi propia conveniencia... ya te lo dije, niña, las cosas cambiaron desde que Sesshomaru estuvo por aquí... - hizo una pausa - Vete, antes de que regresen a vigilarme - volteó, comenzando a caminar
- ¡Espera! - gritó, provocando que el ser la mirara sobre su hombro - ¿Cómo puedo ayudarla?
- No lo sé - reanudó su caminar - Tampoco me interesa
Monban desapareció en la oscuridad, mientras Towa, con su respiración agitada, pensaba una y otra vez en aquella secuencia que había presenciado
Si el abuelo tiene razón... eso significa que, la tía Kagome... ¿está en lo profundo del inframundo?
Rin
Caminaba por las improvisadas calles, de aquella pequeña aldea, tratando de pasar desapercibida. Vestía un kimono de diseño similar al que utilizaba en su vida pasada y su cabello se encontraba un poco más extenso
Sus sentidos se encontraban alerta en todo momento, ya que, sabía que la estaban buscando. Todavía vagaban por su mente, los recuerdos del primer momento en el que abrió sus ojos en la nueva época
¿Dónde estoy?
Pensó al recobrar la conciencia y notar que se encontraba sobre la espalda de alguien
- ¿Para que demonios trajiste a esta chica? - se quejó quién la cargaba - Sólo nos traerá más problemas
- Cállate Kyokotsu - respondió otra voz - Ella será mi novia, asique no te metas
¿Novia?
Aquella frase la estremeció, sin embargo, no lograba discernir si sólo ellos tres se encontraban en el lugar, después de todo, las pisadas que se oían, daban la impresión de que más personas se encontraban con ellos
- Cállense - la nueva voz la descolocó - Ya demasiado teníamos con este mocoso, como para que sumara una más
- Kohaku - murmuró, pensando en el niño - Espero que te encuentres bien
Corrieron con todas sus fuerzas, atravesando diminutos espacios en el interior de aquella cueva, que parecía ser eterna. La joven sostenía fuertemente la mano del niño, sin embargo, aún podía escuchar el eco de las voces de sus captores, quienes, aparentemente estaban más cerca de lo que aparentaban
- Kohaku - se detuvieron, mientras ella se colocaba a su altura - Tienes que huir
- ¿Qué? ¿Y que pasará contigo Rin?
- Estaré bien - sus ojos se llenaron de lágrimas - Tenemos que mantenernos con vida, hasta encontrar a Towa y Setsuna... debemos salvar a la señorita Kagome
- Si - asintió - Si tan sólo... no fuese un niño
- Eso no importa, lo importante, es que uses tus conocimientos para sobrevivir - hizo una pausa, mirando por sobre su hombro - Por favor, no dejes que te maten
- ¿Señorita Rin?
- ¿He? - regresó a la realidad, volteando anta la dulce voz, de la joven que la llamaba - Tori...
- Madre pregunta, si puedes ayudarla con la cosecha
- Por supuesto - sonrió, intranquilamente, mientras la seguía en dirección a los cultivos
Señor Sesshomaru... me preguntó, ¿cuánto tiempo tardará en venir por mi?
