Año 74 - Fuerte
Peeta Mellark, 16 años
Distrito 12
"La vida es demasiado corta para tener miedo, así que toma una pastilla para adormecer el dolor. No tienes que asumir la culpa."
Antes de aproximarme a ellos, trago saliva intentando deshacer el nudo en su garganta.
Por Katniss. Hazlo por ella.
Cato y los demás están reunidos después de la jornada de entrenamiento. El que a estas alturas está claro que es el líder está diciéndoles a los otros lo que quiere que practiquen después de comer. Pienso por un instante en dejarlo para luego. Me siento como un conejo a punto de ser tirado a una jaula llena de zorros.
Haymitch me recomendó intentar ser reclutado por la alianza primaria, y yo tomé esa decisión basada en mis planes de morir por Katniss. Mi vida será usada como un recurso más para que ella pueda volver. Que voy a morir ya lo he aceptado. Es inevitable si ella va a ganar. Igual, no puedo evitar sentirme intimidado. Me concentro en racionalizar la situación. Echarme atrás ahora sería algo absurdo, así que me pongo una máscara de seguridad y carisma y me lanzo.
—¡Hola!—digo, dedicando a los profesionales una sonrisa amable.
Glimmer levanta una ceja, Clove y Marvel me observan como si fuera un insecto y los del Distrito 4 comenzaron a susurrar entre ellos.
—¿Qué quieres, Doce? —pregunta Cato.
—Solicitar la entrada a la Alianza Primaria —digo, lo más seguro y resuelto que puedo.
Eso parece desconcertarlos. Me miran, entrecerrando los ojos, como dudando de si estoy cuerdo o no. Después el grupo se deshace en risitas y resoplidos burlones. Me recuerdo a mismo que no puedo flaquear. No ahora.
—Veamos, veamos. ¿Qué tienes para ofrecernos? —dice Cato con sorna.
—Antes les vi impresionados cuando lancé aquella bola de hierro —respondo, señalando a la estación donde me vieron.
—Pero no porque fuera algo impresionante, sino porque pensábamos que no podrías ni levantarlo —responde Cato—. Te lo admito. No estuvo mal pero tampoco fue nada del otro mundo.
—¡Cierto! ¿Qué te pensaste? —exclama Clove—. Todos aquí podemos hacer eso.
Haymitch ya me dijo que algo así podría pasar. Gracias a eso pude prepararme un as en la manga. Antes de proceder y mientras los veo marcharse rumbo al comedor, pido perdón mentalmente a Katniss. Es un plan arriesgado el que he ideado con Haymitch, pero de otra manera jamás me admitirían en la Alianza Primaria.
—Tengo otra cosa que les va a interesar —digo con suficiencia.
Marvel es el único que mira hacia atrás.
—¿Qué cosa? —pregunta, haciendo que Glimmer le de un tirón del brazo.
—No tiene nada. Está desesperado.
—Tengo información que les interesa —insisto—. Sobre mi compañera de distrito.
Esta vez, todos se giran a la vez. Los ojos de Clove se clavan en los míos con dureza. Están a punto de morder el anzuelo.
—¿Qué hay con ella? —dice, áspera, torciendo el labio.
Así que cambios de humor repentinos. Debo hacer nota mental.
Haymitch tenía razón, hemos llamado su atención, aunque lo han estado escondiendo perfectamente, posiblemente por recomendación de los mentores. Les quitamos el protagonismo del desfile. El Distrito 12, ni más ni menos. Katniss además es voluntaria y eso les molesta. Es un alivio saber que nuestras sospechas eran ciertas.
—¿Quién mejor la conoce aquí que yo? Vamos a la misma clase desde que teníamos cinco años. Digamos que tiene un par de ases escondidos —digo, con una media sonrisa—. No me extrañaría verla sacar una nota extraordinaria en las sesiones privadas. Los patrocinadores ya la tienen en la mira, sólo necesita un empujoncito más.
Ellos tratan de conservar una expresión neutra y desinteresada, pero ahora yo sé que es todo fachada.
—No parece la gran cosa —dice Marvel, buscándola con la mirada entre los tributos.
—Se está conteniendo, pero está preparándose para venderse como tributo subestimado que sorprende a todos —digo con desdén—. Ya ha pactado esta estrategia con Haymitch.
Cato ríe por la nariz.
—¿El borracho que no ha conseguido traer a nadie desde que ganó hace veinticinco años? Me gustaría ver eso.
—Porque... ¿Para que se iba a molestar en traer de vuelta a los niños escuálidos y desnutridos que siempre elige nuestra escolta? —le digo, como si fuera un hecho—. Quiero deshacerme de ella tanto como ustedes, y lo quiero hacer porque la conozco y sé que es peligrosa.
—Si tan portentosa es, ¿por qué no te alías con ella? —dijo Clove no molestándose en ocultar su tono suspicaz.
Ella es la más fácil de leer de la alianza entera. Podría ser útil.
—No quiere —contesto, siguiendo con mi acto de tributo repudiado y resentido—. Lo primero que hizo al llegar fue comenzar a besarle bien el culo al único mentor que tenemos. Lo tiene comiendo de su mano y obviamente no podemos ganar ambos. Haymitch está ignorándome en favor de ella. Está concentrando toda su atención y recursos en el primer tributo del Distrito 12 que tiene posibilidades en años.
Cato me dedica una mirada fija, penetrante, como intentando ver cualquier otra intención a través de mis palabras. Yo le sostengo la mirada. La necesidad de apartar la vista es casi irresistible, pero no lo hago.
—Lo pensaré —dice al final con una sonrisa burlona, antes de encaminarse al comedor.
Observándome como si fuera un chicle pisoteado una última vez, el resto de la Alianza Primaria lo sigue.
—Han mordido el anzuelo -dice Haymitch.
Pienso en mi conversación con los profesionales. Aún me tiemblan un poco las manos. Una voz en mi interior me dice que Haymitch tiene razón, pero es difícil acallar a la parte más pesimista de mí mismo.
—¿Estás seguro?
—Sólo se hacen los difíciles, pero te llamarán. Ya lo verás —responde, y de repente parece recordar algo—. Por cierto, le he dicho a Katniss que has solicitado recibir asesoramiento a parte.
Mi corazón da un vuelco. Si Haymitch piensa que era lo mejor para mi meta última, entonces apartarla de mí es doloroso pero necesario. Respiro hondo.
—De acuerdo —murmuro, con voz rota a pesar de mis esfuerzos—. ¿Cuál es el siguiente paso?
—Esperemos a que den las notas de las sesiones privadas. Si Katniss les muestra su habilidad con el arco sacará una nota decente. Creo que como mínimo un ocho, tal vez un mueve —dice, en ese tono de experto estratega que nunca le conocí y que cada vez me sorprende menos—. Entonces la Alianza Primaria verá que lo que les dijiste es verdad. Obvio querrán saber todos los secretos de la chica en llamas. ¿Qué tal suena eso?
—Perfecto. ¿Cuándo comenzaremos a planear la entrevista?
—Para eso emplearemos la mañana del penúltimo día. Mañana, cuando me encuentre con Brutus en la reunión de mentores previa a los juegos, Effie tiene instrucciones de entablar conversación con Brutus y Lyme. No puedo hacerlo yo mismo porque se destaparía la farsa de que voy a centrarme en Katniss y dejarte a la deriva. Effie mencionará que le contaste lo de tu solicitud a la Alianza Primaria. Ella es de por sí adicta a los chismes, así que nadie lo encontrará raro. Ella les dirá que no aprueba en absoluto mi decisión de desatenderte para utilizar todos mis recursos en un solo tributo, que al menos no los ignora a ambos como todos los años pero que no es justo contigo. Después hará como que se le escapa que le contaste que vas a hacer como que le declaras tu amor en directo durante la entrevista para que confíe en ti y que puedan matarla pillándola desprevenida.
Parpadeo varias veces. Mi mente se queda en blanco, y eso es algo que no pasa a menudo. Luego siento mis mejillas arder.
—¿¡Que voy a qué!? —Balbuceo y Haymitch sólo me mira como si fuera lo más divertido que ha visto en mucho tiempo—. E-espera un minuto. ¿Qué...? ¿¡Y si Katniss se mete en el baño de sangre!? ¡Es un plan muy peligroso! —Sujeto mi frente con ambas manos, intentando concentrarme, intentando pensar—. Declararme. Me voy a declarar. A Katniss. En televisión.
Cubro mi cara. Necesito aire. Necesito agua.
—Míralo por el lado bueno, será una declaración real. El Capitolio entero os adorará y Cato pensará que eres el mejor actor del mundo —dice Haymitch—. Sobre Katniss no te preocupes. Ya le he prohibido que se quede al baño de sangre. Le he dicho que hay rumores de que la Alianza Primaria va a por ella lo cual, de hecho, es verdad. Sabe que si se queda sería un suicidio. La he tranquilizado diciéndole que yo la mantendré abastecida con el dinero de los patrocinadores por lo que no necesita entrar ahí para nada.
Va a ser una declaración de verdad, pero para algunos, Katniss incluida, será falsa. Hay un sabor amargo en mi boca. Al menos, me digo, estará segura. Eso es lo principal.
—Bien —digo casi en un susurro—. Pensaré en cómo soltaré la bomba esta noche. En el fondo... Aunque me duela que todo pase así, siento que estoy siendo rebelde.
—¿Y eso? —preguntó Haymitch.
—Porque se supone que en los juegos del hambre uno lucha por su vida, pero yo voy a luchar por la de alguien más. No estoy siguiendo el camino que ellos me han marcado.
Haymitch asente, una pequeña sonrisa aflorando en su rostro.
—Vete a descansar. Ser valiente es agotador, ¿verdad?. En ese sentido, tú me has enseñado una lección a mí.
Le sonrío de vuelta, aunque tras pasar frente a un espejo y verme reflejado, noto que luzco más miserable que otra cosa.
"Dale recuerdos a mi madre cuando vuelvas."
Son las últimas palabras que le dirigí anoche a Katniss. Soné más cínico, más resentido de lo que me hubiera gustado, pero la frase símplemente resbaló de mi boca sin que pudiera ponerle freno. Es lo único a lo que puedo darle vueltas mientras Portia espera por mí afuera de lo que en esta última semana ha sido mi cuarto. Mientras me visto, intento no pensar en lo que me espera. En que todo podría salir mal. En que Katniss podría morir. En que voy a morir.
Voy a morir.
—Buenos días, Peeta —dice Portia cuando salgo y yo no le contesto, porque tengo la garganta atorada y lo único que alcanzo a hacer es llevarme una mano a la boca y temblar—. ¿Peeta?
Respiro con fuerzas, casi resoplando.
—Peeta, sé fuerte.
Le quiero decir que no. No puedo ser fuerte. Voy a morir. Después me deja solo y yo apoyo la espalda en la pared, intentando controlar mi respiración cada vez más alterada. Portia me deja solo y cuando vuelve, está con Haymitch, que me toma de las manos y las aprieta fuerte, tan fuerte que parece que intentase estrujarlas.
—Estoy aquí, Peeta. Estoy aquí —dice, su voz baja, pero firme—. Lo vas a hacer bien. Todo va a ir bien.
—No quiero morir —alcanzo a decir, casi con miedo. Me hace sentir sucio, casi como un fracaso. Todo eso sobre no ser una pieza en su tablero que le dije anoche a Katniss se siente hipócrita.
—Lo sé —responde Haymitch—. Nadie quiere morir, Peeta. No importa lo miserables que sean sus vidas. Ahora toma aire despacio, lo más despacio que puedas.
Obedezco, y comienzo a respirar al compás de su brazo; tomando aire cuando sube y soltándolo cuando baja.
—Peeta, Haymitch, es tarde ya —dice Portia con pesar.
Haymitch va vestido con una bata gris por debajo de las rodillas. Cuando nos acompaña al tejado, noto que ni siquiera lleva pantalones ni zapatos. Ha debido saltar de la cama ni bien Portia llamó a la puerta.
—Siento haberte despertado —digo, en el ascensor.
—Si me duermo en lugar de estar atento a mandar suministros, será sólo culpa tuya —dice Haymitch y yo dudo entre reír o disculparme otra vez.
Desde la puerta que da a la terraza, puedo ver a Katniss por última vez, la escalera del aerodeslizador subiéndola en el aire junto con Cinna. Después el aerodeslizador se va y otro lo reemplaza. Los tres salimos afuera mientras miro la escalerilla descender.
—Supongo... —digo, y trago en seco— supongo que esto es un adiós.
No me atrevo a mirar hacia atrás, pero debería, mientras sigo aquí, darle las gracias al hombre al que obligué a salir de su refugio de alcohol para que me ayudase a que Katniss viva.
—Está bien. Estoy acostumbrado —dice, resignado. Me doy la vuelta y una parte de mí desearía no haber visto nunca lo abatido que se ve. El aerodeslizador sigue esperando, pero me permito el lujo de unos momentos más para darle un abrazo. Él me lo devuelve, y aprieta fuerte, dándome unas palmadas en la espalda—. Pero eso no lo hace más fácil.
—Gracias por todo —le digo, lágrimas bajando por mi rostro.
—¡Es hora de irse! —ladra un Agente de la Paz y los dos parecemos ponernos de acuerdo para ignorarlo, al menos un rato más.
—No te olvidaré —dice, soltándome y yéndose sin mirar atrás.
Yo me giro también mirando a la escalera y limpiándome las lágrimas y los mocos en un pañuelo que me pasa Portia, me subo a la escalerilla y me dejo llevar.
Canción: "Strong" de Robbie Williams.
Otro pasito más para el final! Que ya está aquí. Sólo un fic más. Dos de estos fragmentos ya los tenía escritos, pero estaban en tercera persona y pasado, y aproveché para revisarlos y cambiar cosillas. El último es digamos el que corresponde a este reto. Este fic que borré en un arrebato tenía un par de partes más, pero las he perdido. Me gustó darle clausura.
¿Han visto la nueva película? ¿Les gustó? Se me hizo algo larga, pero los actores lo hicieron genial. No me esperaba ver ahí a Peter Dinklage y fue una agradable sorpresa.
Dani, una de mis cosas favoritas es lo frívolos que son en el Capitolio. Y Kim ay, por supuesto Kim mi amor. Creo que hizo mucho por el distrito y traer gente de vuelta, a pesar de sus cosas. Sea más o menos moral, los de la actitud de "hemos venido a jugar" suelen hacerlo mejor.
Stelle, ay, por desgracia para Bradley sólo va a tener dos años de paz, el pobre. Antes de que lo vuelvan a tirar a la Arena. Sí, podría haberme llevado a cualquier otro tributo, pero soy malvada.
No sé qué haré en el siguiente, solo que la canción ya está elegida. Tengo que pensar bien como poner broche de oro a este reto.
¡Gracias por leer y, por última vez en este fic, hasta el siguiente!
